Shibuya TK Shibuya [Disco]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 11 Agosto 2022.

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    Insane

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    Me había entretenido medianamente con lo que sucedía alrededor. Habían distintos grupos bailando, otros se encontraban en la barra bebiendo, y por allá, también parecía que había una pareja discutiendo. Aunque era más de lo mismo que me encontraba en mi trabajo, cuando no tenía que estar atendiendo a gente de mierda era más llevadero estos espacios. Como fuese, noté la cercanía que tenía Abby con el ruso y toda la cosa, parecía que se estuviesen secretiando así que no metí el hocico.

    Moví la zapatilla derecha entre tanto al ritmo de lo que sonaba en el escenario, por memoria mótriz más que otra cosa hasta que Abby pareció hablarme, giré el cuello en su dirección; tenía el dedo estirado hacia el otro con lo que parecía... esforcé un poco la vista hasta ubicar lo que me estaba ofreciendo, la escudriñé con la mirada a lo que algo similar al hastío me bañaba el cuerpo.

    —Solo consumo cigarrillo, no otras mierdas, Miller —atajé, levantándome del asiento para dirigirme a la barra con la mala cara que acostumbraba.

    No iba a interrumpir a la rosita y a Suzaku por lo que me ubiqué en el extremo contrario del par, llamé la atención del tipo que atendía y pedí una botella de agua con gas.
     
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    Sus labios dibujaron una curva donde primó la satisfacción que embargaba sus sentidos. Aquella línea sinuosa tuvo el sabor de la atracción, como si fuese un imán que me invitaba a resignar los movimientos de mi cuerpo a los efectos paulatinos del champagne y el vodka, que prevalecían en su misión de extender sobre mis músculos sus hilos de calor.

    El leve ablandamiento de mis propios sentidos rompió el compás de mi apariencia, ya que hasta el momento no me había autodictado la acción de acomodar las gafas sobre mis ojos. Así, presencié la silueta de Abigail en toda su plenitud, sus colores rompiendo parte de la oscuridad y su dedo emergiendo de la bolsa. Los cristales parecieron resplandecer bajo las luces del TK Shibuya, incrustados en la falange de la chica. Otra vez, la tentación se derramó sobre los hilos que poco a poco ablandan mi cuerpo y mente, cuando Abigail consumió la droga sin dejar de mirarme a los ojos, con un compás que parecía especialmente dedicado hacia mi persona. Su dedo quedó impoluto de cristales. Y también... con un resplandor de humedad. Humedecí mis labios con apenas unos milímetros de lengua, como si con eso quisiera apagar algo parecido a la sed.

    Otra irrupción de su falange en la bolsa recolectó una cantidad de cristales de volumen parecido. Mas, el compás tuvo una variación, en esta oportunidad los cristales fueron ubicados en la cercanía de mi cavidad bucal. Sólo cuando Abigail invitó a Aleksander a sumarse a nosotros, volví a ser consciente de la presencia del susodicho. No era, desde luego, una afrenta personal, sino consecuencia del champagne y los estímulos que iniciaban la conquista de mi humanidad. Lo observé de reojo, secundando la invitación de mi compañera con una inclinación de cabeza, señal que le sugería un acercamiento. Su reacción fue la que mis neuronas vaticinaron con esfuerzo: extendió aun más la distancia, llevando su integridad física en dirección a la barra.

    Las gafas tornasoladas, aun mal colocadas sobre mi tabique, entorpecería el movimiento de mi labio superior, a raíz de lo cual me las quité por completo y la dejé pendiendo del cuello de mi prenda superior. Mis ojos se clavaron en los de Abigail, como si éstos fueran un campo gravitatorio que impedían mi propio alejamiento. Uno que, en verdad, no deseaba.

    —Es una nota difícil de alcanzar —dije, señalando con la cabeza el lugar por donde se había marchado Aleksander; tomé la mano de Abigail entre las mías, con extrema suavidad—. Tendremos que idear un mejor plan. Y para eso, habrá que… profundizar nuestra complicidad.

    Separé los labios, apenas unos centímetros. La punta de mi lengua húmeda surgió de las sombras más oscuras. Hizo contacto con su piel suave, hundiéndola levemente cuando la deslicé por el lateral de su dedo para recolectar parte de los cristales. Quedaron adheridos a mi cuerpo, en consonancia con otros sabores, y repetí el proceso en el costado contrario. Mi movimiento era lento, calculado, y en ninguna circunstancia desprendí mi mirada de la chica. Mis facciones conservaban la expresión calmada que me caracterizaba, pero mis ojos se habían vuelto más intensos… La abrazaban, atravesaban y devoraban… Hasta que, finalmente, mis labios humedecidos terminaron por envolver su dedo, su yema quedando aprisionada entre mi lengua y el paladar. Arrastré los restos de cristal y dejé su mano libre.

    —Reconozco la exquisitez cuando la siento en mi cuerpo —expresé, pasándome el pulgar por los labios; la frase fue ambigua, ¿hablaba de los cristales o de ella? He ahí lo entretenido del asunto— ¿Me permitirías un plus?

    Con un movimiento más discreto, porque era su bolsa, metí la yema de un dedo entre los cristales, apropiándole de una cantidad modesta. Me los llevé a la boca, como besándolos. Algunos cristales se disolvieron en mi interior corporal… pero otros quedaron pegados a mis labios. Así miré a Abigail, tranquilo y a la espera de su próxima acción.

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    Gigi Blanche

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    El clima dentro del TK se había agitado momentáneamente ante la promesa del inicio de la noche de bandas. Era un evento que ya había echado raíces en el club y el barrio, incluso dentro de Tokio. Los artistas y pequeñas bandas independientes de la escena local se aglomeraban dentro del calor, la oscuridad y las luces de colores para compartir y también, por qué no, competir. El presentador de hace un rato volvió a hacerse presente en el escenario, con su arribo se disminuyó el volumen de la música y se acercó al micrófono. Los reflectores lo iluminaron de lleno.

    —¡TK! ¡¿Están listos para la noche de bandas?! —La gente comenzó a movilizarse en torno al escenario, aplaudiendo y silbando para demostrar su entusiasmo—. ¡Así me gusta oírlos! ¿Qué les parece si damos inicio con uno de nuestros frecuentes favoritos? ¡Apuesto que hay varios esperando escucharlos! ¿Y la mejor parte? Me contó un pajarito que vienen con una canción inédita~

    El ruido del público se incrementó y una segunda persona apareció junto al presentador: Akira. Su sonrisa lo hacía parecer un niño bueno y acercó a su boca un micrófono que tenía en la mano. Cuando la gente lo reconoció, los aplausos y gritos aumentaron aún más.

    —Abby, Susu, ¿dejarían de distraerse y vendrían aquí, por favor~?



    Suzaku.png
    Riamu se acercó a mi cuello y el escalofrío que me recorrió la espalda acabó acentuando la presión que mi mano ejercía sobre la barra. Sentí sus labios, su respiración, sentí cada centímetro de su cuerpo contra el mío y la dejé hacer hasta que se detuvo sobre mi boca. Se sonrió, divertida, y mi vista quedó clavada en el brillo de sus labios. Ah, ya entendía. Esto iba a ser así, ¿verdad? Proponerse que el tipo duro del grupo rompiera la tensión era una misión algo atrevida y definitivamente arriesgada.

    Estaría aburrida.

    —¿Esto es difícil para ti? —repliqué, motivado por la estupidez de llevarle la contra, y la mano que estaba en la barra se enredó al costado de su cabeza; me incliné hasta alcanzar su oído contrario y afirmé el agarre entre su cabello—. Tendrás que armarte de paciencia, entonces.

    Como si el universo acompañara mis intenciones, el volumen de la música disminuyó y la voz del presentador rebotó en todo el recinto. Me erguí, no sin antes detenerme en sus ojos, y volteé el rostro hacia el escenario aflojando el agarre sobre ella. Akira nos llamó a mí y a Abby y yo suspiré, soltando una risa nasal.

    —El deber llama, al parecer —me excusé, regresando a Riamu, y afirmé ambas manos en la barra, una a cada lado de su cuerpo, para agacharme hasta quedar a su altura—. ¿Vendrás a apoyarnos, Ri-chan?

    Murmuré el apodo que los demás usaban de forma exageradamente melosa y retrocedí, liberándola de esa pequeña prisión. No hice más y me dirigí al escenario.

    Abby 2.png

    Alek me rechazó directamente, a mí y a los cristales, y volvió a incorporarse para desaparecer en dirección a la barra. Su reacción me provocó una mezcla de decepción y diversión que no escondí y la sonrisa quedó bailando en mis labios al regresar a Gaspar. ¿Una nota difícil de alcanzar? Desde luego, era un hueso muy duro de roer, pero había aparecido aquí, ¿no? Había venido con un regalo y se había amoldado a todas las tonterías. O casi todas. Iba a responder, pero entonces Marly envolvió su mano entre las mías y... bueno, me distraje~

    El chico hablaba un poco raro y su mirada era bastante intensa, pero en ese momento no podía importarme menos. El loco de mierda se prendió a mis ojos y alargó la tontería como si le hubiera ofrecido, qué sé yo, una paleta helada. La chispa inicial de incredulidad, muy breve, se convirtió en una sonrisa amplia que me descubrió la dentadura, y lo dejé disponer como le apeteciera. Sentir su lengua contra mi piel, así fuera sólo mi mano, me echó encima el calor suficiente para entrecruzarme las ideas.

    Cuando acabó el numerito, solté el aire por la nariz con cierta pesadez y seguí el camino de su pulgar. Su comentario fue ambiguo, me suavizó la sonrisa y lo miré con la cabeza ligeramente ladeada. ¿Un plus?

    Please, be my guest~

    Le acerqué la bolsa un par de centímetros y seguí cada uno de sus movimientos, en silencio. Recogió algunos cristales, besó la yema de su dedo y mi diversión se acrecentó al notar los destellos sutiles depositados sobre sus labios. Recibir sus ojos completó la escena y solté una risa en voz baja.

    Jeez, can't take you outside...

    Acuné su mejilla y utilicé el pulgar para barrer sus labios. El excedente de cristales se trasladó a mi dedo y lo regresé a mi boca. Estaba haciendo eso cuando el revuelo del escenario se reinició y apareció Akira, llamándonos desde allá. Rodé ligeramente los ojos, un poquito frustrada por ver mi idea interrumpida, y anclé la mano en la nuca de Gaspar. No dije nada, simplemente lo besé y colé la lengua dentro de su boca con algo más de velocidad de la que había planeado. Los cristales, que aún no se habían disuelto, regresaron a su legítimo dueño y me alejé, sacándole las manos de encima.

    —Ahora tienes un trabajo que hacer —le recordé, quitándome sus gafas de la cabeza, y se las intercambié por las de Akira. Me tomé un momento extra para ponerle las manos encima, alcanzar la abertura de su camisa y manipular allí los accesorios. Al regresar a su mirada le guiñé un ojo y me puse en pie—. Hope you like our show, Marly~


    Insane Amane Bruno TDF wenas wenas, dejo este espacio para que reaccionen/posteen si quieren, y ya en mi próximo post narro la presentación de los muchachitos
     
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    ¿Había esperado que fuera Suzaku el que tomara la iniciativa para extinguir la distancia que había dejado entre nosotros? En el fondo ya sabía que aquella opción era bastante improbable, pero no negaría que sí, una gran parte de mí así lo había deseado. En su lugar, sentí su mano afianzándose a un costado de mi rostro y su aliento rozándome la piel del lado contrario; diría que le había prestado atención a lo que me había dicho, pero eso sería mentir de manera muy descarada. Lo único que realmente estaba pensando era que ya me daba igual aquel juego tonto y que lo iba a besar ahí mismo; no era tan orgullosa y no estaba tan sobria.

    ...

    Pero por supuesto que en ese momento tuvo que escucharse la voz del presentador, que llamó la atención de mi acompañante lo suficiente como para hacerle girar la cabeza en esa dirección, e incluso si pensé que tendríamos alguna mínima oportunidad de seguir con lo nuestro después de aquella interrupción, la presencia de Akira en el escenario ya se encargó de asegurarse de que esa idea desaparecía de mi mente. Resoplé bajito, maldiciendo la existencia del pobre muchacho de todas las maneras habidas y por haber, y solo me permití recuperar la sonrisilla divertida cuando Susu volvió a buscar mi mirada para hablarme.

    —Sí, sí~ —cedí, sin poder evitar que la sonrisa se me ensanchase al escuchar mi apodo saliendo de su boquita—. Ve a satisfacer a tus fans, anda —añadí junto a una risilla, apoyando la palma sobre su pecho para empujarlo ligeramente hacia delante.

    Seguí su camino con la mirada, soltando el aire a consciencia en el proceso, y poco después volví a coger mi valiosa botellita de agua para darle un buen trago de nuevo. Mientras tanto, revisé mi alrededor un poco porque sí, y fue una suerte haberlo hecho, porque eso me permitió distinguir la figura de Alekcito en la otra punta de la barra. Me acerqué a él, habiéndome tranquilizado de manera considerable gracias al agua, y tiré de la manga de su camiseta para llamarle la atención.

    >>¿Vienes? —le pregunté, señalando con la cabeza el escenario—. Creo que te va a gustar lo que se viene~
     
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    Bebí sorbos de agua, dejando el codo apoyado sobre la barra con el cuerpo recostado igual, me entretuve mirando el cómo el tipo mezclaba ingredientes para un grupito que estaba pidiendo cócteles. Era básicamente lo que me la pasaba haciendo en el trabajo, así que por puro ocio me prendé un rato hasta que el tipo de la tarima hizo eco en el espacio; no iba a girar el rostro pero mencionó a Miller en el llamado. Cuando giré el cuello identifiqué la voz al verle el rostro a uno de los amigos de la boba esa.

    Como fuese, no conecté las neuronas, por lo que el acercamiento de la Rosita me tomó medio fuera de base, gruñendo de pura inercia al bajar más pupilas en el jalón suave que hacía sobre la tela de la camisa, segundos después entendí a lo que se refería con la pregunta.

    —¿Y tu amigovio don-? —chasqueé la lengua al recordar que también lo habían llamado al escenario, por lo que la confusión se me trastabilló en la cara, por lo que terminé suspirando con un dejé de fastidio—. ¿Ya es hora de cantarle? —murmuré con respecto a lo segundo, pensando que harían alguna tontería para que le cantaramos cumpleaños feliz a Miller, por lo que me dejé guiar por ella.
     
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    Amane

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    Alcé ligeramente las cejas cuando el muchacho me recibió con un genuino gruñido, reacción que basé más bien en la sorpresa que sentí ante el gesto y no tanto por una posible molestia por el mismo. El asunto me hizo bastante gracia, de hecho, y aunque hice todo lo posible por intentar reprimir la carcajada que se me quiso escapar de los labios... bueno, digamos que fue imposible no fallar cuando quiso preguntar por Susu denominándolo mi "amigovio". ¿Y eso? Yo solo quería comerle la boca y, con un poquito de suerte, asegurarme al menos un polvito en el futuro. ¡Nada más! Para lo otro ya estaba Milly~

    Mi carcajada acabó transformándose en una sonrisa ligera, pues, y preferí no comentar nada más al respecto; de todos modos, él solito se dio cuenta de que había subido al escenario junto a los otros y eso era básicamente todo. Asumí que Alekcito me seguiría incluso si no lo decía explícitamente, así que empecé a alejarme de la barra mientras mantenía mi atención puesta en su voz, por si acaso decidía hablarme de nuevo. Y vaya que lo hizo, con una pregunta que me hizo fruncir el ceño, confundida; ¿acaso el pobre diablo no tenía idea de nada? Oh, Abby, pequeña cabroncita...

    —Ah, sí —empecé a decirle tras haberme girado en su dirección, inclinándome lo suficiente como para poder hablarle por encima del ruido ambiental—. Vamos a recoger a Gaspar y vamos a subir todos a cantarle a Milly. No te da vergüenza, ¿verdad? —finalicé junto a una sonrisa, separándome apenas para poder ver sus reacciones ante mi pequeño aporte a la broma general.

    Al menos sí había algo de verdad, pues mis pasos se dirigieron primero hacia el sofá que habíamos ocupado, tanto para asegurarme de que Gaspar venía con nosotros a ver el espectáculo como para recuperar mi copa de antes. ¡La ocasión lo merecía, oye! Con eso hecho, me arrastré a los muchachos hasta la primera fila de la audiencia; sería pequeñita, pero había crecido con la actitud suficiente como para abrirme paso entre la masa de gente sin importarme demasiado cualquier posible molestia de su parte.
     
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    Primero fue la incredulidad de su mirada, posteriormente su dentadura revelándose junto con la extensión de una sonrisa pronunciada. Estas reacciones que desplegó Abigail, en lo que consumí el cristal de sus manos, motivaron la osadía de mis pensamientos y el atrevimiento de las ondas cerebrales que dirigían mis movimientos. Al dejar la siguiente tanda de cristales destellando sobre mis labios, lo hice a sabiendas de que la distancia se reducirìa con más ahínco, o eso me hacía especular la tentación de llevarme algo más que el sabor de la piel de su dedo.

    Mantuve quietud en cuanto su mano transmitió calor en mi mejilla, la cual sostuvo, pero mis ojos volvieron a buscarla con una intensidad que no hacía más que subir de volumen. La suavidad de su piel era un llamado sutil, susurrante. Pese a que mantenía el carácter calmado, mi mirada y mis acciones ya dejaban en claro la existencia de un deseo, cuya aura flotaba entre la oscuridad y las luces, volviéndose envolvente. Me mantuve concentrado en la sensación vibrante que su contacto provocaba entre mis sentidos endebles de alcohol, sobre todo cuando el pulgar de la chica pasó sobre mis labios para, acto seguido… consumir lo que había barrido.

    Si no pude emitir una reacción por este giro inesperado, se debió a la conmoción que resonó en la zona del escenario, seguida de una voz que reconocí como perteneciente a Akira. Miré de soslayo hacia el sitio de donde los sonidos surgían, mas al instante regresé mis ojos hacia Abigail en cuanto percibí la presión de su mano hundiendo los cabellos sobre mi nuca. El beso que me dio fue rápido, su lengua danzó con la mía y entre ellas percibí las pequeñas piezas de cristal derritiéndose. Un fuego suave extendió su poder sobre mi propia piel, y en el desarrollo de este húmedo intercambio sólo llegué a posar mi propia mano en un costado de su cuello, que recorrí con suavidad hasta que la punta de mis dedos desembocó en su hombro. Habría preferido una extensión del tiempo para seguir consumiéndonos en un calor creciente, pero el deber musical era apremiante y no me quedó más remedio que dejarla, pues comprendía la relevancia de su presentación.

    Dediqué unos segundos a repasar los cristales en el interior de mi cavidad bucal, removiéndolos hasta provocar su absoluta desaparición. El alcohol había buscado doblegarme con sus efectos, pero mi energía pronto se vería disparada gracias a este. Asimismo, dediqué a limpiar mis lentes con un paño, más por mero reflejo que por asumir una suciedad que en realidad no existía; en ese preciso instante aparecieron Riamu y Aleksander, y al ver al segundo recordé mi misión como cómplice de Abigail…

    Sin embargo, la mano ejecutora de nuestro plan fue la muchacha, quien como una poderosa y brillante lanza abrió huecos entre el gentío para permitirnos llegar a la primera fila del espectáculo. Me pareció entretenido que estuviese siendo nuestra cómplice sin aparentemente saberlo, pero también aproveché la ocasión para tratar de pensar cómo convencería a Aleksander de animarse a interpretar algo...

    Me paré a un costado suyo, de brazos cruzados. Mi rostro apuntaba hacia el escenario, pero en mi perfil se podía vislumbrar una expresión de elevada atención. En un par de instante le dirigí miradas de soslayo que no sinificaban nada en apariencia. Pero pensaba...

    Y por ahora, no me colocaría gafas... Eso dependería de las luces del show.
     
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    Gigi Blanche

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    Cuando Abby y Suzaku acudieron al llamado de Akira, todos los reflectores apuntando al escenario se apagaron y la música se detuvo por completo. Sus siluetas, ahora difusas, se reunieron y, tras algunos segundos, volvieron a separarse. El presentador bajó por la escalerilla lateral y, sobre el murmullo de la gente, comenzó a latir con disimulo una melodía vibrante, electrónica. Los coros fluían por los parlantes y, aún en la negrura, la voz de Abby se sumó a la música.

    —¿Cómo están, TK? ¿Ansiosos por la noche de bandas? —El público reaccionó con aplausos y silbidos, y un reflector morado, tenue, cayó de lleno sobre la figura femenina—. La mayoría ya nos conoce, pero nobleza obliga~ Bermuda Triangle at your service, ladies and gents. Hope you enjoy it~

    La introducción de la canción elevó su volumen en ese momento y el escenario se iluminó aún en tonos leves. Abby, quien se había acercado al borde, retrocedió y la reemplazó Suzaku, quien entonó la primera frase. Luego se le sumó la chica y, entonces, Akira cerró el prefacio de la melodía. La música apiló su intensidad hasta extinguirse de repente, suspendiendo la energía en su punto más alto, y sobre ese silencio Suzaku acercó el micrófono a su boca.

    Heads up, here I come.

    El sonido estalló, retumbando con fuerza por toda la disco, y el escenario se iluminó por completo. El público reaccionó y la presentación de la banda dio inicio con la intensidad y energía que siempre demostraban. Sus canciones eran mayoritariamente electrónicas y entre los tres desplegaban estilos muy diferentes que se complementaban: la rudeza de Suzaku, la femineidad de Abby y la suavidad de Akira. El pelirrojo impactó y golpeó, la chica meció su cabello y cantó con coquetería. El puente lo protagonizó Akira, donde la melodía se convirtió en una caricia y se fusionó con la delicadeza de su voz. El build up vibró entre las paredes, se acumuló en el cuerpo de las personas, y entonces...

    Las luces se enfocaron en Abby, quien reclamó el centro del escenario y coronó el estribillo. Sus compañeros hicieron los coros y la chica agitó su brazo sobre su cabeza, como una bandera flameante, al repetir el nombre de la canción. El público acompañó el movimiento y la disco se llenó de energía.

    Three, two, one! Let's go!

    La banda entonó los coros, la gente se sumó a ellos y las luces rebotaron por todo el TK. La nueva repetición del estribillo los pilló a todos ya sincronizados y la música volvió a caer de repente junto a los reflectores, los cuales comenzaron a parpadear.

    Can you hear me?

    La voz de Akira se deslizó como un susurro por los parlantes y las luces se reestablecieron junto al ingreso a la segunda parte de la canción. La dinámica se mantuvo, la parte de Suzaku fue aún más agresiva que la primera y los muchachos se complementaron hasta cederle, de nuevo, el protagonismo a Abby. La bandera flameante se agitó en toda la disco una y otra, y otra vez, generando un clima vibrante que estalló de golpe con el cierre abrupto de la canción.

    El público no dejó ni una gota de silencio. Los chicos, reunidos en el escenario, comenzaron a reír y abrazarse mutuamente, y el presentador volvió a subir.

    —¡Pero bueno! ¿Había mejor forma de abrir la noche de bandas? ¡Yo creo que no! ¡Un aplauso muy fuerte para Bermuda Triangle!

    Incluso allí arriba se notaba la personalidad de los chicos, la cual se reflejaba perfectamente en su música. Abby brincó en su lugar, muy emocionada, y arrastró a sus compañeros a hacer una reverencia al borde del escenario. Suzaku fue el primero en encarar hacia las escaleras y Akira, por encima de sus gafas tornasoladas, le lanzó un beso al público. La chica agitó el brazo, despidiéndose, y entonces los tres bajaron.

    —¡Muy bien! ¿Quiénes quieren subir ahora? —prosiguió el presentador—. ¡Vamos, vamos! ¡No quiero tímidos esta noche!

    Un grupo de cuatro chicos tomó el escenario, entonces, y así la noche de bandas siguió su recorrido.


    Nomás para ambientar, estos son los chicos que suben al final y esa es la rolita que cantan. Is this my way of evangelizar los temones de Paradox Live? Absolutamente
     
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    Riamu 5.png

    La canción de los chicos empezó a sonar justo cuando alcanzamos la primera fila, lo que permitió que mi cuerpo se relajara antes de permitir que la emoción del momento se me empezase a acumular en el mismo. ¡Me encantaban los conciertos! Había ido a un buen número de ellos desde que tenía uso de razón, desde mis grupos favoritos hasta gente de la que no había escuchado hablar nunca. Eran experiencias súper divertidas, así que tenía las expectativas bastante altas para un grupo que estaba formado por mis amigos (y sí, iba a considerar a Akira y Susu como mis amigos, a estas alturas).

    Me enorgullecía afirmar que Milly y los chicos habían estado completamente a la altura. La canción que habían escogido interpretar era muy pegadiza, me fue muy fácil unirme a los coros del público en determinados puntos de la melodía y, en definitiva, me lo pasé super bien escuchándoles, cantando y bailando al ritmo de la música. Estallé en aplausos cuando la canción alcanzó su final, junto al resto de la audiencia, y esperé dando saltitos en el sitio hasta que finalmente se dignaron a bajar del escenario. Mi primera víctima fue... el pelirrojo, para sorpresa de nadie. Ni siquiera pretendí disimularlo, honestamente, me tiré encima de él y lo besé con las ganas que había estado acumulando desde... que habíamos empezado a tontera, vaya.

    —Como a las estrellas de verdad —le murmuré, habiéndome inclinado para hablarle cerca del oído una vez me separé de sus labios en busca de aire.

    Le sonreí cuando me hube alejado lo suficiente para estar en su campo visual, satisfecha con mi propio trabajo, y después me giré hasta acabar a espaldas de Abby. Le eché los brazos por encima de los hombros y la abracé con fuerza, depositando un par de besos sonoros en su mejilla.

    >>¡Eso ha estado genial, Milly! Y se ve que tenéis muchos fans por aquí~
     
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    Insane

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    Imaginé en un principio que le cantaríamos a Abby con todo el público que había, la niña se notaba que le gustaba el bullicio y toda la vuelta por lo que me había medio mentalizado para aplaudir luego del feliz cumpleaños, sin embargo, al llegar al frente del escenario deslicé las pupilas sobre el trío que se acomodaba sobre el mismo. No me dio ni tiempo de fruncir el ceño en lo que la electrónica cubrió el espacio.

    En lo que el stereo se deslizaba con intensidad el par de imbéciles hicieron coro, y luego Miller comenzó a cantar. Un chispazo se me deslizó por la espalda sin permiso de nadie y las mejillas se me subieron de color como un idiota al reconocer que era la misma puta voz que me había mostrado en la sala multimedia, chasqueé la lengua entre la multitud y me sentí ridículo.

    Cómo no iba a asociarla con ella.

    Y cómo iba a pedirle que me presentara a la cantante.


    Siendo ella.

    Parpadeé medio perdido entre la banda y los aplausos, me sentía ligeramente tenso aunque con los dedos había seguido el ritmo de la música dentro de mis bolsillos. Los tres se abrazaron, y en cuanto bajaron rosita se tiró encima del tipo -como siempre-, y luego de Abby. Retorné la atención visual al escenario de los cuatro tipos, sin determinar a nadie luego del show.
     
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    Unos muy leves tonos comenzaron a bombear melodías. Se derramaron desde el borde del escenario, a la vez que sobre éste comenzaron a deslizarse las tres figuras, mostrando melodías de índole más cinética, la música de los cuerpos.
    Observé con un profundo detenimiento, aún con los ojos despojados de mi cristal oscuro, la presentación de la banda de Abigail. Su figura pareció fusionarse con la escenografía y las suaves notas musicales, como si no existieran diferencias físicas ni metafóricas; de manera igual sucedía con Suzaku y Akira, quienes desplegaron energías diferenciadas que, sin embargo, no rompieron con su entorno, ni con el público que los presenciaba en la plenitud del éxtasis.

    El fragor de la rudeza, el encanto de la femineidad, la caricia de la suavidad. Eso era Bermuda Triangle.

    Pese a que yo también formaba parte de la expectativa que los tres me despertaban… Me hallé al borde de verme desconectado de todo... Porque en el momento que el sonido estalló y el escenario resplandeció con fuerza, un intenso dolor se predispuso a ahogar mi cabeza... Uno que no tenía relación alguna con alcohol ni con los cristales… La luz del escenario tomó forma de afiladas lanzas blancas, que me apuñalaron la cavidad craneana por la zona de la mirada. Me vi en lo penosa obligación de unir los párpados, frunciendo levemente el ceño. La dolencia amortiguó sin irse del todo, las lanzas blancas continuaron acuchillándome con algo incluso peor:
    recuerdos de San Petesburgo.

    Las imágenes quisieron dibujarse en la oscuridad rojiza de mis párpados unidos... Pero no consiguieron su cometido. Aunque permanecía despojado de la vista, aún tenía mis oídos. Y por ellos seguía alcanzando la esencia que venía directo del frente, desde el escenario. La música y las voces de estas personas con las que había compartido cartas, copas e intercambios más atrevidos. Sus melodías contundentes, la energía que caracterizaba a cada uno, deshizo los recuerdos como si fueran menos que humo. Me llevaron a centrarme allí, en el sonido... Y lentamente, reconecté.

    Can you hear me?

    .

    Alcancé las gafas oscuras que pendían del cuello de mi ropa. No podía deshacerme de ellas por más que quisiera, sólo podría deshecharlas cuando mi destino me alcanzara en algún punto indeterminado del futuro. Pero mi ser retumbaba de disfrute y era lo que importaba. Tras colocarme el cristal oscuro sobre los ojos, finalmente pude abrirlos para poder grabar en mi memoria la conclusión de este instante.

    Que era pequeño, pero estaba repleto de poder y arte.

    Mis aplausos fueron más moderados que los de Riamu, mas nuestros disfrutes podían ser equiparados a niveles similares. Por su parte, Aleksander acaba de caer en cuenta del engaño al que Abigail lo había sometido, su quietud era como una pista del desconcierto que lo amarraba. Hasta donde lo conocía (que sólo implicaba esta misma noche), suponía que algo de disgusto estaría vibrando en su interior, pero también preferí creer que debajo de su coraza persistía el deseo de mostrar lo que tenía para ofrecernos.

    Mientras Riamu exporpiaba de su oxígeno a Suzaku, yo me coloqué a un lado del rubio. Durante espacio de un minuto, observamos en silencios a las cuatro personas que habían ocupado el escenario, quienes exhibían un estilo más potente y vibrante.

    —Estoy pensando en subir para tocar algo con guitarra eléctrica —dije, elevando la voz para me escuchara—. Pero necesito un baterista que me acompañe, de lo contrario perdería potencia.

    Me volteé para mirarlo desde atrás de mis gafas oscuras, dejando en claro que lo estaba proponiendo formar un dúo improvisado.
     
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    Gigi Blanche

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    La presentación me había dejado el cuerpo lleno de energía, como nos pasaba siempre. Tardamos poco en encontrar a los chicos tras bajar del escenario y quise irme directo con Riri, pero la muchachita atrevida eligió a Susu antes que a mí y me quedé viendo la comida de boca como si hubiera pillado a mi esposo con la niñera. Akira, a mi lado, apoyó una mano en mi hombro y meneó la cabeza. Oh, well. Deslicé la mirada a Alek y básicamente lo escaneé de arriba abajo, aunque la criatura parecía más cohibida de lo usual y no logré captar su atención. Gaspar le habló, además, y en ese momento sentí un peso en mi espalda.

    —¡Ah! ¿Ahora vienes, ingrata? —exclamé, aunque mi sonrisa se ensanchó.

    Estuve por girarme hacia ella, pero Susu se acercó, la cazó de la muñeca y... se la llevó, sin más. ¿Hacia dónde? Quién sabe. Akira y yo los vimos hasta que desaparecieron entre la multitud y ambos suspiramos.

    —Ah... ya se le voló la pinza —se lamentó él.

    It was bound to happen. Ya sabes cómo se pone luego de los shows —respondí, encogiéndome de hombros, y me inmiscuí en la conversación (y en el espacio) de Gaspar y Alek con un aplauso repentino y el ceño bien fruncido—. ¿Hola? ¿No pueden hacerse amigos después? ¿Dónde están sus opiniones? ¿Lo disfrutaron? ¿Se aburrieron? The birthday girl demands a feedback!

    Akira también se acercó, pero con calma y sin decir nada.


    Suzaku.png

    Cantar siempre era electrificante. Quizá fuera contradictorio con lo que mostraba fuera del escenario, pero lo que sentía aquí era genuino y me conectaba conmigo mismo. Además de eso suponía que también estaban los veinte mil tragos y las pastillas que Akira nos había compartido justo antes de iniciar el show, ¿no? Bah, detalles, detalles. Cantamos, las luces me bañaron el cuerpo de calor, el aire me quemó en el pecho y, apenas bajar, la chiquilla se me lanzó encima. No iba a responsabilizarme de nada.

    Siquiera lo pensé, de por sí ya tenía el cerebro derretido. Enredé el brazo en su cintura, la pegué a mí y me presioné contra sus labios sin una pizca de delicadeza. La corriente eléctrica, apenas amansada, volvió a serpentear con fuerza y dejé en su boca el puto aire que ni siquiera tenía en los pulmones. Cuando se alejó me dijo no sé qué porquería de las estrellas al oído, yo respiraba genuinamente agitado y tuve que parpadear un par de veces para enfocar el mundo. Lo logré a medias.

    Había soltado una risa floja, fue una respuesta automática y vi que ya se le había ido encima a Abby. Yo seguía acalorado y con el cerebro en la puta mierda, y me colé en el espacio y la cacé de la muñeca sin más, llevándomela lejos. Creía recordar que en algún momento de mayor lucidez le había advertido, bueno, sobre mí, pero si la mocosa no pillaba las señales no era mi problema.

    No tenía ningún destino ni objetivo específico. Avancé hasta liberarnos del mar de gente concentrado frente al escenario y acabamos en la zona de los sillones. Tampoco me preocupé por encontrar el que nos correspondía. La jalé y la hice sentarse, dejándome caer en el espacio a su lado. Clavé un codo en la mesa, giré todo el torso en su dirección y la miré fijamente. La miré y la miré, sin decir una palabra, hasta que una sonrisa me estiró los labios.

    —¿Qué dijiste de las estrellas? —recordé de repente, espeso como estaba, y mi brazo libre comenzó a envolver su cintura—. ¿Era algo así?

    Consumí las palabras en su boca. No fue tan errático como el primero, pero aún así me hundí, la saboreé y apagué todos los sistemas de un manotazo, prolongando el beso por tiempo indeterminado.
     
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    Insane

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    De la nada en lo que pensaba ya pedir el auto para irme el Ruso me habló, lo miré por el rabillo del ojo manteniendo las manos en los bolsillos. El idiota me estaba proponiendo subir con él o solo me estaba contando a ver si le ayudaba en conseguir un baterista, pestañeé con cierta lentitud, reacio a subirme al escenario.

    —Suerte con que encuentres uno —murmuré en lo que el aplauso de Abby me cogía desprevenido.

    Fruncí el ceño casi en espejo de ella, el otro tipo también se acercó pero con la pasividad usual, por su parte, la boba pidió comentarios del show a lo que mascullé:

    —Tonta —saqué la izquierda para cazar su muñeca, la acerqué a mí de tal forma que me diese la espalda para reposar el mentón sobre la corona de su cabeza, en parte porque entre el trago y la vergüenza sentía la puta cara caliente y no quería que se siguiese burlando de mí—. No me dijiste que eras tú la que cantabas, ¿te estabas divirtiendo a mi costa?

    Pese a que sonaba a reclamo no estaba molesto, sino algo avergonzado por sentirme estúpido de no detectar que el audio que me enseñó era su voz. Alejé el tacto luego al sentir ya ni cara medio decente para regresar mi mano al bolsillo.

    —Como sea, sonó bien —hablé lo suficientemente fuerte para que el que era parte de la banda también lo escuchara, distanciándome ahora sí en totalidad de Miller—. Pero bueno, yo ya me largo, Abby.

    Fue a medias una invitación de que me acompañara afuera a esperar el auto que había pedido, pero ya era muy su rollo si me copiaba o no.
     
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    Gigi Blanche

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    Para cuando quise acordar, Grumpy me había cazado la muñeca y me había forzado a darle la espalda para... bueno, no entendía muy bien para qué. Sentí el peso de su barbilla en la coronilla de mi cabeza y, por la posición en la que acabé, mis ojos acabaron en los de Marly mientras lo oía hablar. Lo primero que salió de su boca fue un reclamo por mi pequeña travesura y me sonreí, entre divertida y satisfecha. Ladeé la cabeza de un movimiento rápido para desestabilizar su apoyo y me eché hacia atrás, dando con su cuerpo. Lo miré desde abajo.

    —¡Tú tampoco preguntaste! —repliqué, fingiendo inocencia.

    Eventualmente se alejó de mí y dijo que habíamos sonado bien. Compartí una sonrisa con Akira, el muchacho asintió en agradecimiento y estaba por seguir acribillándolo a preguntas cuando, de repente, avisó que se iba. Mi cara se transformó por completo, expresó absoluta tragedia y lo miré como si acabara de confesarme que mató a su madre. O a la mía.

    Whaaaat? Already? —me quejé, viendo a los otros dos en busca de apoyo logístico, pero acabé prescindiendo de ellos y me acerqué a Alek, echándole los brazos al cuello y soltando el resto de la rabieta como una cría—. ¿Por qué quieres irte? ¿Te estás aburriendo? ¿Te estamos aburriendo? ¡Ni siquiera hemos bailado aún! ¡Es muy temprano!
     
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    Insane

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    Cuando se giró y me miró como si hubiese sucedido una catástrofe di un paso atrás, se me siguió acercando igual, me echó los brazos sobre los hombros y en automático fruncí ligeramente el ceño, me apeteció mesearla de un lado a otro pero me contuve porque me vería patético. En su lugar, solté el aire por la nariz y acerqué mi cara a la suya, bajando el tono de voz minimamente por lo que permitía la música del lugar.

    —No sé si no las has notado —colé la izquierda entre nuestro cuerpo y con el pulgar me señalé las ojeras pronunciadas bajo mis ojos—, pero no son de a gratis, tonta —sino descansaba me terminaría enfermando, y vete a saber de dónde diablos sacaría la plata para cuadrar días no laborados.

    Con la mierda de variedad de trabajos que me tocaba partirme la espalda, mínimo debía dormir lo que tenía a mano. Regresé la mano a mi bolsillo en busca del móvil, cuando lo pesqué aproveché y con la muñeca la atraje más hacia mí pegándola a mi cuerpo en lo que reposaba el antebrazo en su espalda baja, con el propósito tonto de pedir el auto al fin sin que su contacto fisíco me representara problema, recosté el mentón sobre su hombro importandome poco si el par de idiotas seguían cerca, marqué la ubicación y envié la carrera a Kathe para que alguien se diera cuenta sino me mataban en el proceso o algo.

    En lo que un conductor tomaba la carrera solté la tontería del día:

    —Al menos no quedas mal acompañada, con tu amigovio el ruso.
     
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  16.  
    Amane

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    Riamu 3.png

    La queja que recibí por parte de Abby fue más que válida, aunque la única respuesta que fui capaz de darle fue una risilla entre divertida y culpable; sabía que su indignación no era real, de todos modos. Quise comentar algo más al respecto, intentar seguirle la broma con alguna ocurrencia, pero todas mis intenciones se vieron interrumpidas cuando sentí que alguien me pillaba de la muñeca para empezar a arrastrarme lejos del grupo en cuestión. Había bebido lo suficiente como para ya tener los sentidos embotados, pero no demasiado como para no darme cuenta que la persona en cuestión no podía ser más que Susu.

    Me dejé llevar por él sin mayor problema, pues, y ni siquiera pude pretender esconder la sonrisilla de satisfacción que se me plantó en los labios ante toda la situación. ¿Algo de todo aquello era mala señal? No era capaz de verlo así. Según yo, había estado tonteándole toda la noche y ahora me iba a llevar mi más que merecido premio por ello; una victoria en toda regla, si me preguntaban.

    Después de un ratio caminando, una vez nos alejamos lo suficiente del bullicio de la pista de baile, noté que el muchacho me sentaba en uno de los sofás tan mulliditos del club. No me di cuenta si la mesa a la que volvimos era la nuestra o no, pero tampoco me importaba demasiado, a decir verdad. Seguí con la mirada todos los movimientos que el chico hizo, desde que sentó a mi lado hasta que sentí su brazo envolviéndome la cintura, y en ningún momento pude dejar de sonreír como tonta por ello.

    Me encogí de hombros ante el remedo de preguntas que hizo, ni siquiera siendo plenamente consciente de lo que estaba preguntando en realidad, y mis manos no tardaron ni dos segundos en viajar hasta su cuerpo, alcanzado los costados de su cuello. El beso se alargó hasta casi dejarme sin aire; fue menos intenso que el anterior, pero también mucho más profundo, y me obligué a separarme de él cuando sentí haber alcanzado mi límite, con la respiración agitada y la vista todavía fijada en sus labios.

    —¿Intentas comprar mi fanatismo con besos, Susu? —pregunté, prácticamente en una exhalación, y me sonreí al mismo tiempo que acababa mordiéndome el labio inferior—. Porque lo estás consiguiendo~

    Inmediatamente después de decir aquello, volví a extinguir la poca distancia que había puesto entre nosotros, juntando nuestros labios una vez más y, en aquella ocasión, deslizando las manos hasta lograr enredarlas en su mata de pelo. Lo atraje en mi dirección, también, y una de mis piernas buscó colarse entre las suyas aprovechando toda la movida.
     
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  17.  
    Gigi Blanche

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    Cuando acercó el rostro al mío le puse freno a la pataleta, curiosa por ver el motivo. Me señaló debajo de sus ojos y parpadeé con fuerza, intentando enfocar la imagen en medio de la oscuridad y las luces de colores. Además, estaba un poquito distraída con la cercanía~ Supuse que se refería a que estaba cansado y fruncí los labios en un mohín con toda la intención de hacerle ojitos, pero Grumpy corrió su atención a su móvil y me estropeó los planes. Su brazo se afirmó en mi espalda, sorprendiéndome, y lo dejé hacer con una sonrisilla divertida.

    Me mordí la lengua, le eché un vistazo a la pantalla encendida del aparato y regresé a su rostro, deslizando las manos hasta descansarlas en sus hombros. No entendía el motivo de aquella posición pero eh, eh, no iba a quejarme. Esperé como una buena niña hasta que terminó de pedir el coche y la tontería que soltó volvió a desbaratarme los planes. ¿Hablaba de Marly? ¿Se quejaba por él o por mí? ¡Ya no entendía nada!

    Hmm, you jealous? —arriesgué de forma ambigua, la sonrisa me descubrió la dentadura y le eché un vistazo rápido a Gaspar mientras me ponía en puntillas para alcanzar el oído de Alek—. Somos todos amigos, ¿no? ¿Los amigos no pueden hacer estas cosas?

    Mis manos habían permanecido en sus hombros y utilicé su torso de soporte, que entre toda la estupidez estaba algo mareada. Su aroma me danzó en la nariz y, para aseverar mi punto, le dejé un beso junto a la oreja.

    —¿De veras quieres irte? —me mantuve hablando allí, divertida.


    Suzaku.png

    La chiquilla estaba encantada con el treatment de los cojones y me acordé, claro, que era amiga de Abby. Tenían que estar las dos salidas, ¿no? La estupidez me robó un segundo de atención con suerte y se pulverizó apenas me correspondió. Sentí sus manos en mi cuello y mantuve el brazo firmemente enredado en su cintura. Por fuera de eso, sólo le comí la boca. En el instante que cerraba los ojos el mundo se me daba vuelta, la música rebotaba en una sintonía diferente y las sensaciones se potenciaban de una forma estúpida. No tuve idea cuánto duró el beso, recobré la consciencia cuando ella se separó y parpadeé con pesadez.

    Su voz hizo eco, procesé la idea a destiempo y solté una risa floja. Gracias a Dios que se calló y volvió a besarme, porque ya estaba agarrándole la cabeza para encargarme yo mismo. La sentí aferrarse a mi cabello, mis manos abarcaron la totalidad de su espalda y un rato después alcancé la línea de sus caderas. Lo que supuse era su pierna apareció entre las mías, mis dedos abandonaron la tela y alcanzaron su piel, recorriéndola de arriba abajo con firmeza. Ni siquiera lo pensé, cuando quise acordar ya la había atraído y sentado sobre mí.

    Estiré el cuello para no desprenderme de su boca, anclé las manos en sus caderas y le clavé los dedos con fuerza. De forma bastante aleatoria recordé la estupidez que había dicho y me eché contra el espaldar, mirándola desde abajo.

    —¿No lo compré ya en el escenario? —repliqué, fingiendo decepción, y le conferí caricias vagas con los pulgares—. Me rompes el corazón, Ri-chan~


    upload_2024-4-2_3-45-19.png

    estar reutilizando un meme viejo speaks volumes
     
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    Amane

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    La tontería de turno que se me ocurrió soltar no recibió ninguna respuesta directa, aunque honestamente nunca esperé que fuera el caso; había sentido su mano agarrándose a mi cabeza, de todos modos, y el gesto me sacó una sonrisa que acabó extinguiéndose contra sus labios una vez los volvimos a unir. El segundo beso fue incluso mejor que el primero, pues en aquella ocasión lo acompañó la sensación que fue dejando el tacto de su mano contra mi piel; fue satisfactoria e hizo que quisiera pegarme todavía más a su cuerpo para seguir buscando ese contacto.

    En algún momento sentí que me atraía hasta sentarme en su regazo, acción a la que obviamente no me opuse en lo más mínimo. La nueva posición me permitió seguir profundizando en el beso, ya que en ningún momento pretendimos interrumpir el mismo, y una vez estuve acomodada en sus piernas, relajé los brazos, hasta el punto de deslizar las manos desde su cabello hasta su pecho. Me quedé prendada de sus ojos tras volver a separarnos, aprovechando la postura para mirarlo desde arriba, y una sonrisa divertida me alcanzó el rostro cuando escuché que retomaba la estupidez que le había dicho antes.

    —Uhm... —murmuré, repentinamente seria, y eché un vistazo al techo con aire pensativo mientras le iba dando golpecitos rítmicos con los dedos índices en el pecho—. Con eso despertaste mi interés, claro, pero todavía te queda trabajo por hacer. No soy fácil de conquistar, ¿sabes?

    Suavicé el semblante al terminar de hablar, habiendo vuelto a bajar la vista a su rostro nada más retomar la palabra, y repasé sus facciones sin ninguna clase de prisa, hasta terminar el recorrido en sus labios. Me incliné hacia delante y le dejé un nuevo beso, bastante más corto y lento que los anteriores; le dejé otro sobre la barbilla después, otro sobre la mandíbula, y subí por la misma hasta alcanzarle el lóbulo de la oreja, donde finalmente me paré para hablarle bien, bien cerquita.

    >>Pero te puedo asegurar que merece la pena~

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    Insane

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    Casi me eché a reír con sátira cuando preguntó si estaba celoso, murmuré un "ya quisieras" como respuesta. La tonta tenía su ego y eso no dejaba de tener su gracia, pero yo tenía el mío, y evidentemente era mucho más delicado al creerme en peligro la mayor parte del asqueroso tiempo, como fuese, el peso de sus manos sobre mis hombros seguía sin incomodarme, se estiró de puntitas, lo sentí por mi antebrazo en su espalda y creí que me seguiría molestando, pero en su lugar dijo algo de amigos no sé qué, me dió un beso junto a la oreja y el color de mierda se me subió a la cara.

    —Boba —murmuré como defensa soltando el aire por la nariz en lo que parpadeaba, estaba por decir algo más pero el móvil vibró cortando las ideas.

    Observé la pantalla táctil, notando que el conductor había llegado, desajusté la cercanía con lentitud dejando caer el brazo tras ella y regresándolo a mi espacio, la aparté sin brusquedad y con el índice le di un empujoncito de nada en la frente.

    —Debes estar toda ebria diciendo estupideces —miré tras ella, buscando los ojos del tipo que pertenecía también a la banda—, no la vayas a dejar sola, idiota —advertí alzando la voz por la música, dejando al ruso de lado pues porque sí, no porque estuviera celoso ni nada de esa porquería.

    Deslicé los rubí de regreso hasta ella.

    —Como sea —murmuré—, feliz cumpleaños Abby, gracias por invitarme —el tipo del uber me comenzó a timbrar a lo que fruncí el ceño como de costumbre, me giré entonces para salir entre la multitud,

    Por aquí cierro con Alek, él y yo la pasamos muy bien en la salita
     
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  20.  
    Gigi Blanche

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    La noche de los muchachos siguió con la energía que había mantenido hasta el momento, incluso luego de la retirada de Alek. Habiéndose quedado sin un compañero baterista, Gaspar conversó con Akira al respecto y acabaron subiendo juntos al escenario para interpretar una pieza de guitarra y teclado. Entre tanto, Abby encontró a Suzaku y Riamu dándose amor en uno de los sofá y los arrastró, según ella, para animar a sus amigos.

    Con la interpretación finalizada, todo siguió su curso habitual. Suzaku volvió a subir al escenario y protagonizó una batalla de rap con un muchacho de otra banda, uno con el cual costaba definir si se llevaba bien o mal. Bebieron, conversaron y consumieron sustancias de dudosa procedencia. Las chicas se propusieron ligar con los empleados de la barra hasta conseguir bebidas gratis, arrastraron a los chicos a la pista de baile y prolongaron el cumpleaños hasta altas horas de la madrugada.

    Al final, Gaspar se separó del grupo y los otros tres se tomaron el mismo taxi, siendo que todos vivían allí, en Shibuya. Abby y Riamu se bajaron primero y sólo Dios sabía cómo llegaron sanas y salvas hasta morir en la cama de la primera; siendo honestos, difícilmente recordaran cualquier secuencia de la última media hora. ¿Y Akira llegó a su casa? Otro conocimiento reservado para una entidad superior.

    Con la salida del sol, afortunadamente, revivirían poco a poco.


    Por acá cierro la salita del cumple de Abby. Muchas gracias a los tres por haberse sumado, la pasé super chachi y espero que ustedes también <33
     
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