Timón y Pumba Timon y pumba: una forma de ser

Timon y Pumba: Una forma de ser.

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Buenas, esta es una historia que quería compartir desde hace días, pero mi falta de tiempo y de ideas me habían hecho retrasar la publicación de una serie que me encanto como esta y con nostalgias de la pelicula.

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La exótica selva africana era un paraíso para un suricato y un jabalí salvaje, Timón y Pumba Vivian a su estilo: Salvaje, sin rumbo y lo mejor de todo sin preocuparse, así es como mantenían su estilo de vida, su filosofía también precede de aquella reputación que reza: No hay mal que por bien no venga. Pues tanto así que alguna vez salvaron la vida de un enemigo natural como el león. Ese león se adaptaría a su estilo de vida, se convertiría uno más de la manada y les protegería hasta que reclamo el trono de su tío Scar, el tirano.

Lejos de eso, ambos tenían una vida sin preocupaciones, en una húmeda selva colorida y de abundantes alimentos. Timón y Pumba se revolcaban en el lodo cual spa, el suricato llevaba un par de hojas en sus ojos, boca arriba relajándose, mientras el jabalí recostado boca arriba luego de un apetitoso almuerzo.

—Oye timon…— Dijo el jabalí con voz somnolienta.

—Dime pumba… — Respondió el delgado suricato con el mismo tono de voz de su compañero.

— ¿Sera que algún día nuestras vidas volverán a tener un cambio radical como antes? — Pregunto Pumba con algo de inquietud.

—No lo sé, Amigo. Prefiero la quietud, vivir sin preocupaciones ¿No es perfecto? — Dijo el suricato restando un modo de vida más apretujado.

—Ya lo sé, Hakuna Matata. Comemos gusanos, nos jactamos de una buena comida y nos refrescamos en el lodo. Siempre es lo mismo. — Contestó el Jabalí.

—Es nuestro modo de vivir ¿No es lo mejor? — Se hizo una larga pausa y sonó como si algo hubiese caído cerca del suricato. Seguido del sonido gutural de aves. —¿Pumba? —

El suricato abrió los ojos. Retirando las hojas que tenía sobre ellos y se encontró con tres polluelos de alguna ave selvática, los polluelos de color blanco y un extraño pico color negro aterrizaron en la pansa de Pumba en vez de caer al lodo.

—¡Mamá! — Gritaron los tres al unísono.

—¿Escuchaste eso Timon? Creen que soy su madre… — El jabalí los dejo en coloco en tierra y este se levantó del lodo, el suricato hizo lo mismo.

—Escuchen pequeños polluelos, su madre debió haber salido cuando cayeron de alguna rama, nosotros no tenemos nada que ver…— Se excusó timon.

—¿Entonces quienes serán nuestros padres? — Preguntaron los polluelos.

—Oye timon, me suena como si esto lo viví en alguna otra parte….— Susurro el jabalí.

—Es cierto, es cierto… ¿Crees que podamos enseñarles nuestro modo de vivir? — Susurro el suricato.

—Quiero ir a casa…— Dijo uno de los polluelos. —Tengo hambre— Dijo el segundo. —Quiero ver a mi mamá— Dijo el polluelo restante.

—Hakuna matata. — Dijo Timon, risueño.

—¿Hakuna matata? ¿Qué es eso? — Preguntaron los curiosos emplumados.

—Una forma de ser. — Culminó el jabalí lo que culminaría con voz melodiosa la explicación de un modo de vida sin preocupaciones.

Los polluelos aprendieron a cazar sus propios insectos en las zonas donde aquellos dos habían sugerido, aprendieron a vivir sin preocupaciones, a cuidarse por sí mismos y lo más importante, aprendieron a valerse por sí mismos sin temer a nadie. ¿Cómo termina el resto de la historia? Los polluelos aprenden a volar luego de unos días y el reencuentro con su madre, dejando a Timon y a Pumba solos de nuevo sin preocupaciones en la vida, pero con la dicha de haber enseñado su propia sabiduría a los pequeños.