Tienda de Moda de Sakura-chan

Shiori y Nagi se dieron vuelta al sentir una presencia tras ellas. La dueña de la tienda, Sakura-chan, acababa de aparecer detrás de ella... aparentemente de la nada. ¿De dónde había salido? Una pensaría que semejante mujer no se podría esconder con facilidad...

—Bienvenidas a la mejor tienda de moda de Hanazawa —las recibió Sakura con una sonrisa misteriosa—. ¿En qué puedo ayudarles, jovencitas?

>> Queríamos comprar algo.

>> ¿Qué cosas tiene para vender?

>> No, gracias, nos vemos luego.

 

Nagi Watanabe

—¡Ay! — Watanabe miró hacía atrás encontrándose a Kurosawa ¿Acaso era esa chica era tan suave hasta el nivel de que ni siquiera la escuchaba entrar? Dio un suspiro. — Me asustaste —dijo con una tímida sonrisa en su rostro, le había hecho gracia su propia reacción.

—¡Hiii! — Watanbe dio una vuelta rápidamente, yéndose contra el escritorio, terminando respaldad en este y por poco tropezando, por suerte no botó nada a su paso, una señora que perfectamente podía ser un gigante se cernía sobre ellas, la cabeza le daba vueltas.

—¿Qué cosas tiene para vender? —preguntó Nagi cuando se calmó. — Po-po-porque me interesaría a~algún sombrero... para mi, o alguna joyita para mi madre —finalizó mirando el piso. Dios, que hermosos tacones tenía esas señora.

 

Sakura estaba a punto de contestarle a Nagi sobre la moda más reciente... cuando escuchó la exclamación de Shiori. Le sonrió traviesamente a la muchacha.

—Hmm... estuve recibiendo mucha clientela interesante el día de hoy... —musitó Sakura por lo bajo, analizándolas de arriba abajo con su único ojo visible—. Síganme, queridas... ¿es acaso esto algo que les interesa?

Las dos chicas siguieron a Sakura hacia el interior de la tienda, a la parte de atrás, detrás de la cortina... y se llevaron la misma sorpresa que los anteriores clientes. Parecía ser todo tipo de cosas que podían serles útiles... ¿acaso comprarían algo? ¿O volverían más tarde?

 

Nagi Watanabe

Impactada, Nagi observó la trastienda con la boca casi rosando el pido de lo abierta que estaba, cerrándola tragó hondo. —¿E-esto es para Cosplay... o es delictivo? —comentó sin mucho pensarlo en un tono moderado de voz.

Había de todo, y Watanabe no perdía detalle observando las cosas que habían, entre ellas un Haramaki que sentía no necesitar, aparte de estar caro, y eso... ¿Era una cota de malla? ¿Real? Volvió a pasar saliva, y esta vez se quedó ensimismada mirando dos cosas, un amuleto y un talismán, esos parecía buen regalo para su madre y no eran muy caro, pero se tendría que decidir por uno.

—Quiero un Talisman —dijo, y escuchó al mismo tiempo como Kurosawa había dicho la misma palabra, habían hablado al audisono, dejo escapar una pequeña carcajada tapándose la boca en el proceso.

 

La mujer rió por lo bajo ante la casual pregunta de la joven.

—Oh, ¿no os habéis dado cuenta? Soy Sakura, dueña de esta tienda... podéis llamarme Sakura-chan si quieren. De hecho, insisto en que me llamen así —dijo con suavidad Sakura—. Muy bien, veamos... un talismán para cada una, ¿eh? Enseguida se los envuelvo...

Sakura tomó ambos talismanes y los depositó en bolsas separadas. Sakura les sonrió; parecía sentir una especie de aura de ellas... y decidió aceptarlas también en su creciente círculo de clientes especiales. Procedió a explicarles el "menú especial", y les dijo que aceptaría los materiales que le trajeran, comprándoselos a buen precio. Era débil, pero ambas podían sentir una especie de conexión con Sakura...

Contenido oculto

"Tú eres yo... yo soy tú...
Tú has establecido un nuevo vínculo...

Se volverá las alas de la rebelión,
que romperá las cadenas del cautiverio.

Con el nacimiento de la Persona del Diablo,
tú has obtenido una bendición que llevará a la libertad y nuevo poder..."

¡Shiori obtiene la Arcana The Devil! Tu ficha será actualizada para registar este logro.
¡Nagi obtiene la Arcana The Devil! Tu ficha será actualizada para registar este logro.

 

Nagi Watanabe

Cuando sostuvo el talismán en sus manos sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo... se sentía bien tenerlo, algo más segura por algún motivo, sonrió al haber elegido el objeto correcto.

Escuchó como la señora decía que preferían que le llamaran Sakura-chan, y bueno, Nagi ni loca se negaría a lo propuesto por quien parecía venir desde las montañas de alguna tribu de gigantes. Intimidante, primera vez que una mujer le daba esa sensación.

—¡Muchas gracias, Sakura-chan! Si encuentro cualquier cosa por ahí trataré de entregársela. — Watanabe miró dudatiba por un momento a la dueña del local. —De casualidad... ¿No tendrá un mapa que me preste? Del pueblo... He estado algo perdida. — ¿Si quiera sabía leer un mapa? Nagi se quedo tronándose los dedos. — Se lo devuelvo en cuanto pueda —.

 

Nagi Watanabe

Miró a Sakura-chan, volvió a mirar a Kurosawa, para dirigirse de nuevo a la Srta.Sakura, así tres veces, y con nerviosismo a ver como se alejaba su senpai salió corriendo con el pequeño paquetito con el talismán en mano.

—¡Esperame, Kurosawa-Senpai! —dijo llegando a su lado, jadeante más por los nervios que por correr cinco pasos. —¡¿E-enserio me encaminarías a casa?! — Sentía que en cualquier momento lloraría... ¡Oh, no! Dos lagrimas si se le habían escapado, aunque nada grave. — Eres tan amable. —dijo con voz algo lastimera. — ¿Eres siquiera real? — Y tras eso miró a la dueña del local. —¡Ya no creo necesitarlo, gracias de todas maneras! —grito Nagi desde su lugar a la señora Sakura, aunque en realidad sonaba como si simplemente estuviera hablando. —¡No dude que pasaré por acá de nuevo! —

Tras eso volvió a mirar a Kurosawa.

—¿Hasta dónde me puedes dejar? Creo que cuando llegue a mi casa imprimiré un mapa —comentó, nuevamente tímida.

 

Sanji Allende

Al primer lugar donde me dirigí fue obviamente la tienda de ropa. Había sido el primer sitio que había visitado del pueblo, y además de que Sakura era alguien bastante excéntrica y parecía gustar de guardar secretos. Seguramente iba a ser un buen comienzo. Además, tal vez una visita a la curiosa dama podía levantarme un poco el ánimo.

— Knock, knock, Sakura-chan.— dije, con rostro y sonrisa cansada, mientras entraba a la tienda.— Espero que no me hayas extrañado.

 

El joven encontró a Sakura del otro lado del mostrador, sentada con tranquilidad. Al verlo llegar, le sonrió con gentileza.

—Sanji-chan —sonrió Sakura—. Un gusto volver a verte. Luces cansado... ¿puedo ofrecerte una taza de té? Oh, disculpa, seguramente tienes otras cosas que hacer... ¿a qué debo tu visita hoy?

>> Quiero comprar algo.

>> Hace buen clima, ¿verdad?

>> Escuché unos extraños rumores...

 

Sanji Allende

Le sonreí, y me apoyé en el mostrador, para luego suspirar y mirar alrededor, para asegurarme de que no hubiera nadie.

— De hecho, si tienes café, me vendría como anillo al dedo. En su ausencia, una taza de té no estaría mal. Aunque espero que sea uno de esos tés fuertes como una patada en el pecho, porque es lo que necesito en estos momentos.— le sonreí, guiñándole el ojo.— Oh, pasaba a verte como estabas, obviamente. Hace tanto que no nos vemos.

Solté una risa seca e irónica. Estar con sueño no me volvía muy sociable.

>> Pero de hecho, hay algo de lo que quería conversar. Pareces ser alguien que se maneja en secretos, por lo que está detrás de la cortina.— dije, señalando con la cabeza.— Así que...mientras paseaba ayer por el pueblo, escuché unos extraños rumores, cosas como enfermedades raras o sucesos extraños que estaban pasando en el pueblo. ¿Sabes algo de eso?

 

—No hay problema... toma asiento, Sanji-chan.

Sakura le tendió una silla para que se sentara, y se marchó a la parte de atrás. Al cabo de unos minutos, regresó con una taza humeante de café, que depositó frente a él. Escuchó las palabras del joven y una leve risa escapó sus labios.

—Toda dama tiene sus secretos, Sanji-chan —dijo Sakura con suavidad—. En cuanto a esos rumores... supongo que se debe a esa gente en el hospital. Hace algunas semanas que comenzó, gente enferma por alguna razón que los médicos aún no pueden descubrir... pero nada grave, según tengo entendido... aunque hay gente de por aquí que cree que es obra de un demonio o algo así... puras supersticiones de pueblo, por supuesto.

>> En cuanto a los enfermos, no tengo todos los detalles... tendrías que buscar a alguien más conectado con los casos. O quizás alguien con conocimiento médico... pero sí puedo asegurar que mucha gente cree que es un castigo divino.

 

Sanji Allende

Agradecí con un asentimiento la silla y la taza caliente, que bebí ávidamente, sintiendo como la cafeína corría por mi cuerpo y me daba un poco de energías extras para continuar. Obviamente, no era café tan rico como el de casa, pero igual servía. Algo más despierto, escuché con atención lo que Sakura me estaba transmitiendo.

Bueno, no había logrado sacar mucha más información que a la vieja de la tienda de regalos. Pero igual, tal vez pudiera haber algo más que pudiera hacer.

— ¿Y conoces a alguien que tengo a algún familiar o conocido enfermo? ¿O alguna persona con conocimiento médico a la que pueda acudir? No me gustaría pillar nada raro, más ahora que recién llego al pueblo. Y tal vez en el hospital pueden estar algo cansados de gente preguntando por esta enfermdad.

Le di otro trago al café. Ah, amargo néctar de la vida.

 

—Hmm... ¿es esa tu única razón para querer saber, Sanji-chan? —preguntó Sakura, divertida, mirándolo fijamente con su único ojo visible. El joven tuvo la sensación de que podía ver perfectamente a través de sus palabras—. Bueno, no importa. No es propio de una dama indagar en los asuntos de un caballero, después de todo.

>> Veamos... no conozco a nadie enfermo o con familiares así, pero quizás la chica del santuario sí. El santuario recibe muchas visitas en estos días, ¿sabes? Pero mejor ir cuando haya poca gente... a esa niña no le gustan las multitudes.

>> Aunque, si hablamos de familiares... ¿quizás alguien de tu escuela sepa algo? Ah, espera, tienen una enfermería en tu escuela, ¿verdad? Pues ahí lo tienes; allí podrías encontrar alguien con conocimiento médico, ¿verdad, Sanji-chan?

 

Sanji Allende

— Tal como las damas, los caballeros también tenemos nuestros secretos, Sakura-chan.— comenté, mientras le guiñaba un ojo pícaro.— Así que el santuario, ¿eh? Es un buen lugar para empezar, sí. Y mira que ahora me entero que hay una enfermería en mi escuela. De las cosas que uno viene a saber.

Terminé la taza de café y me levanté de la silla, estirándome.

— Bueno, tengo otras cosas que hacer, pero me aseguraré de volver más tarde, para retomar nuestra charla casual. Siempre es divertido conversar contigo, Sakura-chan.— dicho eso, le tomé la mano y se la besé. Esto de jugar al papel de la dama y el caballero de tiempos antiguos era divertido, la verdad.

Me dirigí hacia la puerta, y con un ademán, la saludé. Era hora de continuar con la condenada investigación.

 

Nagi Watanabe

Cómo esperaba los profesores no le dirigieron nada con que pudiera descifrar siquiera si Takagawa estaba triste o enojada, suspiró pesadamente, despidiéndose de los profesores, aparte de agradecerles.

Cabizbaja y con los pies arrastrando se dirigió a la salida del colegio. Ayer había sido un buen día, pero su estúpida pregunta había logrado arruinar el harmonioso ambiente que Kurasawa y ella habían logrado conseguir con Hiroki-senpai, pero antes ¿Qué se creía el diciendo que la chica era molesta? ¿Es así cómo veía a ambas? ¿Cómo una carga a llevar solo por haberse comprometido? Aparte, Kurosawa había parecido bastante molesta, y si ese lío hubiese sido poco la única persona con quien hablaba en todo ese lugar andaba completamente desaparecida, si, podría ser que encontrara a Yuki en el río de Hanazawa, cuando tenía las mismas posibilidades de que no y la verdad es que a esas alturas no quería caminar demás.

Con los ojos llorosos, entre medio frustrada por el hecho de que las cosas no salieran como quería, y triste por que todos a su alrededor parecían andar teniendo problemas, llegó hasta la tienda de Sakura-chan, no tenía ni idea de cómo había llegado ahí, tal vez sus pies se movieron por inercia... Calma, necesitaba calmarse, y tal vez ver los peculiares atuendos de la tienda o aprender un poco más de moda con la dueña del lugar le ayudaría a despejarse, pues la última vez había logrado saber cosas que no tenía en cuenta de la ropa, como que los colores influían, ella casi siempre utilizaba gris, negro, blanco y como mucho rojo, así que no tenía idea.

A la entrada del lugar se tachó los ojos con el antebrazo y abrió la puerta.

Tal vez Sakura en una de esas sabía que material era mejor aislante del frío y así no tenía que andar poniéndose mil chalecos uno por arriba del otro para evitar esa rara enfermedad... tragó saliva mientras entraba, recién se percataba de lo que significaba que siete personas murieran.

Definitivamente ese día no estaba feliz.

 

Yule Shirai

"Espero que esta vez consiga algo... se me dio fatal el día de ayer"

—Tranquilo, nosotros tampoco tuvimos mucha suerte que digamos —movió una de sus manos, restándole importancia al asunto. Decidieron así poner rumbo hacia el distrito comercial, y con algo de ánimos, Yule decidió seguir hablando—. Pero... estoy seguro de que esta vez encontraremos algo mejor, me lo dice mi nariz —frotó con uno de sus dedos el puente de la misma, de forma inconsciente, y pronto echó a reír desviando la mirada. A veces se le olvidaba lo extraño que podía resultar eso—. Perdona, es una costumbre en mi familia. ¿Vamos por aquí?

Realmente ni Kuno Vizard ni él parecían tener mucha idea de qué podían investigar, ni a dónde ir. Era la primera vez que decidía por sí mismo hacia dónde encaminarse, y temía dirigir al muchacho hacia algún sitio inútil. Cuando quiso darse cuenta habían llegado al distrito comercial, y la tienda de Sakura-chan se alzaba a lo lejos. Recordó a la peculiar mujer y pensó que quizá podía ser buena idea charlar con ella, y así lo hicieron.

Solo que no esperaba que alguien más tuviese la misma idea.

—Buenos días, Sakura-san. Quería preguntar... ¿Watanabe-san? —Yule alzó la voz al distinguir la figura de la chica frente al mostrador. Al volverse distinguió la irritación del llanto en sus ojos, y aunque apenas había intercambiado palabras con ella se preocupó, como era usual en él—. ¿V-Va... Va todo bien?

Intercambió una rápida mirada con Oreki, abrumado, alzando sus manos con cierto nerviosismo en el rostro. ¿Q-Qué se supone que debía hacer en una situación así? ¡Nadie le había enseñado!

 

Nagi Watanabe

Nagi inmersa en sus pensamientos no se percató cuando dos chicos entraron a la tienda.

—... ¿Watanabe-san? — Giró el rostro esperando encontrarse con algún compañero de curso, pues no reconocía del todo su voz —. ¿Va-va... va todo bien? — Pero se había equivocado... ese chico... lo recordaba, aunque solo un poco, había estado con ellos en Velvet Room, frente al monstruo de la guadaña gigante, con Akiko-senpai y la chica rockera cuando las encontró en el templo... también era de su colegio ¿No? Había estado en la azotea... Si, recordaba un par de diálogos que habían salido de su boca.

Le conocía, y aparte le había pillado en un mal momento. Pasó los dedos por su ojo derecho, ya no tenía lagrimas... ¿Tanto había llorado que su rostro aún no se calmaba? Volvió su vista hacía el frente, mirando el piso.

—La primavera... — Su voz tiritaba —. ¡So-son taaan desagradables esas... — La sonrisa que le estaba donde era claramente falsa cuando se volteó a verle, la tristeza se le notaba en cada poro, nunca era buena fingiendo — Alergias! Siempre me llegan en el peor momento. — Mintió, nuevamente mirando el piso, respirando profundo, no debía seguir llorando. — Detesto esto. —murmulló tan bajo que apenas se escuchó, y no querían que la escucharan, pues no sabía si se refería a la supuesta alergias, a recordar lo de la gente a su alrededor, la enfermedad que salía de la noche a la mañana o tener que hacer recados que no lograba para ese tal Igor... Todo junto, en realidad.

Se volteó, ahora mirando a su senpai de rubios cabellos, con mirada seria.

—¿Ha-han conseguido algo, Tojo -senpai? —preguntó, su voz ya no tiritaba, pero seguía sonando igual de triste. — Yo fui un fracaso. — Y su rostro se frustró aún más cuando se percató que andaba preguntando esas cosas como si nada, cuando perfectamente la señorita Sakura podría oírles, se pegó un manotazo en el rostro, y como no midió su fuerza le dolió, pero poco, y lentamente la dejo caer por toda su cara. Le cargaba que la pillaran con esa actitud tan expuesta.

—Oh, es verdad. — Seguía sonando desganada —. ¿Cu-cuál era tu nombre, senpai ? — Pero se dirigió a Yule sin mayor problema, siempre le era esencial saber el nombre de las personas a quien se iba a dirigir.