The Velvet Room

Diane fue la primera en tomar una carta. La segunda fue Akiko, y la tercera fue Nagi. Sanji fue el cuarto en agarrar su carta, y luego la quinta en escoger fue Shiori.

Igor sonrió, complacido ante su cooperación.

—No me decepcionéis, humanos —comentó Igor por lo bajo.

Y en ese instante... los cinco que habían tomado una carta desaparecieron.

Los que quedaban no sabían cómo en un abrir y cerrar de ojos se habían esfumado... sólo sabían que ahora quedaban cuatro estudiantes en el Velvet Room, y lo único que se oía era el ruido de esas condenadas vías de tren...

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BAD END; TODOS MUEREN (?)

Ok no XD Broma, ya ahora los etiqueto a los que recogieron carta en el lugar que les toca... y los que aún no, por favor, tomen su carta pronto...

Ahora viene lo bueno, damas y caballeros (?

 

Yule Shirai

El reloj. La oscuridad. El monstruo. La guadaña. Diane. Un grito. La mariposa. Oscuridad.

Yule se tambaleó, arrugando su propio uniforme con una de sus temblorosas manos. Las escenas se desenvolvían una tras otra a una velocidad casi onírica, y ya casi era incapaz de diferenciar la realidad de sus propias pesadillas. Vio a Diane sana y salva, junto a los demás en esa sala que se le hacía tan familiar, y sintió una punzada en el pecho, como aquella que notó en medio de la oscuridad, cuando trató de gritar su nombre para alejarla del peligro inminente. Si hubiese sido más seguro y determinado, si hubiese tenido una voz que alzar, ¿podría haber conseguido alguna diferencia? ¿Evitar que se dispersaran, que guardasen la calma?

Cuando quiso darse cuenta tenía una de esas cartas blancas en una de sus manos. Casi parecía actuar por instinto, incapaz de escuchar a su mente dispersa. El mismo tren, las mismas personas. ¿Qué le decía que aquello no era una continuación del sueño de hacía tan solo unas horas? Cuando el conocido sollozo de una niña llegó hasta sus oídos, sin embargo, volvió a recuperar cierto brillo en la mirada. Algo dentro de él hizo click, y se sintió en la necesidad de terminar con ese llanto.

¿Por qué? Ni él mismo lo sabía. Pero allí estaba, tomando asiento no demasiado cerca del chico del ukelele, pero lo suficiente como para tararear la canción que estaba cantando. Cerró los ojos, con una suave sonrisa, en busca de ayudar a calmar el llanto de la niña con su pequeño granito de arena.

Hasta que el llanto cesó. Y la música lo hizo con él.

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*cries* El timing tho

 

Nagi Watanabe

Nagi sintió a alguien tocándole la cabeza, a lo que rápidamente volteó todo su cuerpo a la izquierda, quedado de costado con su espalda rozando el respaldo, valga la redundancia. El chico le dijo algo demasiado largo, y el reciente dolor de cabeza por tanto llanto le hizo no comprenderle del todo, pero había dicho algo de cantar para que dejara de llorar ¿Y que le siguiera la letra? Sin dejarle si quiera responder empezó rasgar las cuerdas de ese ukelele que tenía, y sinceramente el acto la hizo sonreír genuinamente, a pesar de que la expresión siguiera siendo algo penosa, y había que admitirlo, su voz era linda.

—Gracias, señor Yokai, pero yo no se ingles. —dijo incorporándose en el asiento. "Aparte, de seguro mi madre le tiraría la olla por la cabeza si le ve cantándole así a su hija" pensó.

Y antes de poder recibir alguna reacción una blanca luz volvió a cubrirlo todo. A ese paso seguro terminaría ciega.

 

Yule había sido el sexto en animarse a tomar una carta. Y en ese instante, observó como los otros desaparecían en el acto... pero antes de que pudiese reaccionar, su propia carta emitió un brillo sobrenatural...

La siniestra sonrisa de Igor fue lo último que vio antes de que se desvaneciera todo.

 

—¡¿Cómo te atreves?! —exclamó de repente Alice, dando un furioso paso hacia delante—. ¿Quién te has creído, humano? ¡Muestra respeto ante-

Alice se silenció en el acto luego de que Igor levantara una mano. Al parecer, las preguntas de Anna no le molestaban... pero, ¿respondería? Eso ya era otro tema...

—Pues no la tomes —replicó Igor, sin perder su siniestra sonrisa—. Mi rol es presentarlos ante su destino... si deciden huir de el, o enfrentarlo... eso es ya cuestión de ustedes...

Y tras eso, se llamó al silencio. No parecía que fuese a sacarle ni una palabra más, por más preguntas que le hiciera.

 

Hiroki Usui

Todo había sucedido... demasiado rápido. Hiroki se sentía tan confuso como molesto. ¿Qué coño estaba pasando allí? ¡Estaban jugando con ellos como si fueran jodidas marionetas!

El monstruo. La mariposa. El ruido de las ruedas de un tren sobre las vías... de nuevo el Velvet Room. El lugar de su sueño. Empezaba a dolerle la cabeza.

—¿Crees que nos van a dar una respuesta?—gruñó más que dijo y se pasó la mano por el cabello cenizo, soltando una risa ronca ante la actitud desafiante de aquella extraña chiquilla. ¿Pretendía sacar algo en claro de toda esa locura? ¿Era imbécil acaso?—. Nada de esto tiene sentido. Y estos cabrones no van a aclarar nada, joder.

Extendió el brazo y su puño se hincó con fuerza en la pared del vagón. Se le marcaban las venas de la ira. No entendía nada. Nada le hacía sentido. Todas y cada una de las escenas vividas se le hacían un nudo prieto e indescifrable. ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar? Esperaba muchas cosas en su nueva vida en Hanazawa... todo menos eso. Parecía un mal chiste.

Deseaba partirles la cara a todos. Le hundiría la nariz a ese hijo de perra narigudo. Pero recordaba su sueño, que ya no era tan sueño... y la fuerza de aquel hombre vestido de mayordomo. Lo odiaba, ciertamente. Pero parecía que no quedaba otra que colaborar.

Colaborar en lo que quiera que fuera todo eso hasta que tuviera una forma de darle su merecido a Igor. Le iba a partir esa cara de pingüino.

Apretó la mandíbula con fuerza, frustrado, y apartó el puño de la pared.

—Tómala de una vez ¿quieres?—le dijo a la muchacha con brusquedad. No se trataba de una sugerencia. Se lo exigía con esa voz ronca y áspera, similar a un gruñido —. Yo tomaré la mía. Vamos vejestorio.... dame esa maldita carta.

 

Anna fue la séptima en tomar su carta. Hiroki le siguió, parándose junto a ella para tomar la suya.

Igor les sonrió a ambos; parecía bastante entretenido con su interacción. Y entonces... todo a su alrededor se desvaneció.

Tanto Anna como Hiroki se habían desvanecido... y el único que quedaba ahora allí era Monjiro.

 

Monjiro Kentaro

Cuando la muchacha se envalentona hacia el frente, imprudente, sin motivos conocidos algunos, Monjiro decide darse la vuelta. ¿De qué sirve verla morir?

Monjiro se debe encontrar alucinando, sí, debe de ser eso. La vida no es ciencia ficción ni fantasía, estas cosas no pueden estar ocurriendo. Pesadillas con gente que conoce al cabo de horas… Portales provocados por relojes… Ahora una situación a la que se nos deja con un monstruo, ya está bien… Si voy a morir, que al menos sea dejando de mirar hacia otro lado.

Vuelve a mirar hacia el frente y visualiza un bicharraco de cuatro metros de altura aproximadamente, con una guadaña, ojos brillantes de color rojizo y completamente negro. Sí, Monjiro se arrepiente de haber encontrado el valor, pero es más fácil cuando aún no lo había visto. Esa cosa daba terror en persona, pero si lo compara con los mangas de terror que ha visto, se ve un tanto cutre. Da un paso hacia el frente, sin temor, su palabra no se echaría atrás.

El monstruo ruge ferozmente y alza su guadaña a lo que llega una nueva estudiante, al parecer, con un reloj dorado entre sus manos. Sin duda, en el peor momento posible.

Dicho monstruo carga portando su guadaña en alto, embiste contra el grupo de estudiantes con tal de arrebatarle la vida a la joven que más cerca se hallaba de él, de repente, su guadaña se detiene a unos centímetros de la cara, Monjiro abre bien los ojos, no, no sólo fue su guadaña, fue el bicho, no, fue el tiempo lo que se detuvo ya que la niebla se había paralizado también. El grupo de jovenes tambien se pueden mover y observan una mariposa color naranja que bate sus alas con elegancia, alzándose por encima de ellos de manera magistral.

Tras la aparición de Alice, Monjiro se muerde el labio, tiene razón, hubiera sido lamentable morir así, incluso si el monstruo es temible, el hecho de morir al comienzo de una aventura desconocida no es mala suerte, es lamentable lo mires como lo mires, él no quiere terminar así. Pero tampoco es que pueda hacer nada siendo una persona del montón.

De nuevo, oscuridad total. Monjiro abre los ojos y presiente, ahora completamente consciente de estar despierto, que se encuentra en el vagón del sueño de esta mañana.

Monjiro escucha atento todo lo que se ha dicho y espera a ser el último en la elección de cartas, por ende, el último estudiante en estar allí.

—No… No soy quien deberías de haber elegido para esto —Monjiro se detiene un momento— Yo no debería ser el que participe en esto, no poseo afecto hacia otras personas, no me gusta interactuar con desconocidos, no soy de los que ayuda a los indefensos, ni siquiera conozco a esa gente y… Sabiendo como soy, si se encuentran en peligro no los ayudaría si con ello me pongo yo en peligro. Velo por mí y sólamente por mí. Confiarme una misión es totalmente una locura, ningún líder debería de hacer una elección como esta aún sabiendo lo que te estoy diciendo. —Monjiro se acerca a las cartas— Es por eso que me uno. Quiero cambiar. Espero conseguir poderes que me hagan salir al frente de batalla y defender a la gente que lo necesita, ¡permítame ser un héroe como los que admiro! —alza la voz mientras sus ojos desprenden una fina lágrima que recorre su rostro.

Monjiro escoge una carta.

 

Igor lo examinó con una sonrisa tenebrosa mientras el chico hablaba. ¿Era valor o miedo lo que oía en su voz? Sabía la respuesta... ¿pero la sabría él?

Hubo un flash de luz. Ya no quedaba ningún estudiante en el Velvet Room.

 

Todo había ocurrido condenadamente rápido para Oreki.

Primero se encontraba en la Azotea... para luego encontrarse parado en aquel lugar desierto, oscuro y desconocido. Oyó el rugido de un monstruo, y el miedo tomó control de su cuerpo, paralizándolo en su lugar. El mismo monstruo que intentó acabar con los otros nueve estudiantes se lanzó hacia él, listo para eliminar a su presa... pero por fortuna para él, Alice apareció nuevamente y detuvo el tiempo a su alrededor.

—¿Sabes? Estoy empezando a cansarme del rol de niñera —suspiró la chicha. Juntó sus manos, y Oreki sintió como era transportado una vez más.

Se encontraba nuevamente dentro del Velvet Room. Igor sonrió ante su llegada, como si hubiese estado planeada desde el principio. Apenas dándole tiempo de ajustarse a la situación, Igor movió ambas manos y miró al escritorio frente a él. Una solitaria carta, completamente blanca y vacía, se encontraba sobre el mismo.

—¿Enfrentarás a tu pasado? ¿O dejarás que te condene? —musitó Igor, sonriente—. La elección es tuya, humano...

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Kuno Vizard asumo que leíste el tema ??? (sino, recomiendo leerlo todo primero); para que no te quedes atrás decidí hacer una versión express (?)

En fin, escoge tu carta para pasar a tu propio compartimento :)

 

Oreki Tojo
Existían días en que el solía ver cosas extrañas...claro solamente en uno que otro manga o anime...donde la imaginación ostentaba mundos y criaturas para maravillar o aferrarse.

— ¡Que d-demonios!.
Pero ni el, amante de los mundos imaginarios tanto como la comida esperaba tal giro, su mente a duras penas proceso el desaparecer de la azotea y de la nada fui transportado a aquella extraña habitación

Si ya de por sí daba miedo aquel sujeto de sonrisa siniestra, ahora disponía de aquella criatura...nervioso el chico con ojos desencajados imagino que sus compañeros habrían tenido un encuentro similar
—Acaso ¿Los devoró?— pensó por unos segundos, pero cuando Alice le detuvo tal vez no era el caso.

Aquel sujeto llamador Igor le había ofrecido una extraña carta en blanco, curioso se inclino a verla mientras escuchaba aquella extraña oferta de "enfrentar el pasado". El rubio con la mirada pérdida mordió su mano en un intento de probar si aquello...era real.

—¡Auch!

Y lo era, aquel extraño cuarto era real...no entendía el porque solo deseaba permanecer en el lado correcto de la cuchara, fue más por el temor en que Oreki acepto dubitativo el tomar aquella carta, volteo a los lados y justo recordó el momento de tomar el reloj, otros le hicieron compañía...Anna, Shiori y otros más parecía conocerlos incluso antes de entrar a la secundaria...De verdad era muy extraño.

 

Oreki tomó la carta que quedaba... la última carta presente en aquel escritorio.

Y el último de los diez estudiantes desapareció en el acto...

 

Diane Yamaguchi

La sombra estalló en un rayo negro de oscuridad. Se desvaneció por completo ante mis ojos. Y tras ella, también de marchó Heracles. Pese a todo, sabía que no se había ido para siempre. Que no me había abandonado. Pues Heracles parecía formar parte de mí. De mi esencia. Y aún sin él en ese instante, podía notar su fuerza, su determinación.

Una sombra me sacó de mis cavilaciones. Algo se había movido en esa sala, ¿o había sido impresión mía? No, juraría haber visto a alguien, aunque no con precisión. Y por la complexión y estatura, apostaría a que eran Alice o Isander, uno de los dos. Además de eso, hubo otro detalle que llamó mi atención. Una puerta azul, que antes aseguraría que no estaba en esa sala. Tenía una mariposa adornando su estampado. ¿Me llevaría de vuelta a Velvet Room?

Me aproximé para inspeccionarla, y con curiosidad la crucé. En efecto, como me imaginaba, acabé en ese vagón de tren nuevamente. Estaba bastante más confiada y segura, en ese momento. Las cartas que nos habían dado probablemente tenían la finalidad de despertar nuestro lado guerrero, para nuestra supervivencia.

Quería hacerle preguntas a Igor acerca de todo esto, más de las que podía contar, pero no esperaba respuestas de momento. Y en caso de que me las concediese, preferiría esperar, hasta saber primero como estaban mis compañeros. Si también habían podido lidiar con la situación que les hubiesen planteado.

 

Akiko Brooks

Tras aparecer el tal Isander de la nada, me felicitó por mis esfuerzos y me invitó a cruzar una puerta extraña que parecía ser la única salida del vagón. Lo primero que hice, sin embargo, cuando quedé sola en el compartimento, fue mirar alrededor, buscando a Kaguya, confusa. Había... desaparecido también. Pero, de alguna forma, la sentía aún dentro de mí. Llevé la mano al pecho, y susurré:

—... tú eres yo, y yo soy tú.

Sí, por algún motivo, me sentía algo reconfortada, algo más fuerte. No sé qué demonios había pasado ahí dentro, no lo entendía del todo, pero... lo que sí sabía era que ahora tenía más energías para afrontar lo que viniese. Fuese un horror sobrenatural y extraño o un horror del día a día (no sabría cuál de los dos era peor, a decir verdad), lo intentaría afrontar. A-Aunque me cueste, tenía que intentarlo, ¿no?

Así pues, crucé la puerta una vez más, y allí se encontraba Igor, mirándome en la Velvet Room con sus ojos inyectados en sangre y su extraña y perturbadora sonrisa ininmutable. Tragué saliva. El miedo subía por mi garganta, lo reconozco; porque lo desconocido siempre da miedo, siempre inquieta. P-Pero quería entender qué pasaba, quería respuestas.

Mi mirada buscó a Sanji, Monjiro, Hiroki y los demás chicos y chicas, pero no parecía que hubiese nadie allí. Bueno, mentira... estaba ella. La chica tan madura y valiente que encaró a aquel monstruo de la guadaña en el lugar oscuro en el que despertamos la primera vez. Curiosa, me acerqué a ella. Desviando la mirada, dije, tras un suspiro.

—H-Hola. ¿Tú también... has tenido que pelear? —le pregunté, jugueteando con mi pelo, haciéndolo girar alrededor de mi dedo—. ¿Te ha pasado como a mí...?

 

Nagi Watanabe

La niña terminó de cruzar la puerta, cerrándola a sus espaldas, aunque después sus dedos solo sintieron la pared, la puerta no había dejado rastro alguno.
Watanabe empezó a mirar a todos lados en busca de gente, no muy lejos vio a dos chicas de pelo castaño.

—¡Akiko-sempai! -exclamó al reconocerla, dirigiéndose rápidamente hacía allá, disminuyendo la velocidad a medida que se acercaba, deteniéndose justo en frente de ambas. —¡Me alegra que estés bien! — Acto seguido se fijó en la otra chica, ahora que las veía de cerca tenía más que confirmado de que ambas en verdad desprendían una gran belleza, y no solo por la apariencia, si no también por la sensación de gentiliza que percibía de ellas. —¡Oh! Espero que a ti tampoco te haya pasado algo malo. —agregó ahora dirigiéndose a Diane. — Al parecer no has tropezado con nada al final. —dijo en un tono más bajito, desviando la mirada, por algún motivo le costaba mantenerla en ella.

 

Diane Yamaguchi

No pasaron ni siquiera segundos hasta que alguien más me acompañó en aquel vagón. La chica que, según recordaba, se llamaba... Akiko. Dio algunos pasos, hasta acercarse a mí, y me dirigió la palabra entonces, para preguntarme si también había tenido que pelear contra algún monstruo.

Estaba por responderle, cuando la menor de todos nosotros (o al menos aparentemente) entró. Ella era... Watanabe, ¿cierto? Sí, definitivamente era así. También se acercó con algo de prisa, para preguntarnos si nos había pasado algo, o si estábamos bien.

—Oh, ¿tú también has tenido que enfrentarte a esa sombra...? Parece que todas hemos vivido lo mismo, ¿no? Entonces supongo que también habréis sentido esa fuerza. Esa parte de vosotras... —comenté, aún pensando en Heracles—. Bueno, en cualquier caso, al menos estamos bien, a salvo. Y los demás no tardarán mucho en llegar, seguramente. —Y como si el destino quisiera corroborar mi teoría, una chica más volvió al Velvet Room: Anna, la enérgica chica de mi curso—. ¿Lo veis?

>>Por cierto, creo que aún no me he presentado. Soy Diane Yamaguchi, pero podéis llamarme Diane —añadió, recordando que aún no había dicho su nombre antes.

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Ahjdsk se me olvidó citarte, Mori. Ya no te etiqueto porque está editado y no te va a llegar, pero eso, cuenta como si te hubiera citado (?