Explícito The Rules.

Tema en 'Novelas' iniciado por Temarii Juuzou, 11 Febrero 2019.

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    Temarii Juuzou

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    Título:
    The Rules.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    536
    Prologo.

    Con cada penetración se puede sentir un artículo de encima del escritorio caer al suelo con un ruido sordo; las caderas del paciente, Ángel, se contraen en cada embestida mientras su espalda se arquea y su respiración se agita cada vez más. Puede sentir el sabor a hierro de la sangre que le escurre por los labios. No están en el horario en el que normalmente tendría una cita en aquel consultorio, así que la secretaria se encontraba a unos metros de distancia de ellos sin la necesidad de ir a almorzar, porque justo llegaba de ello, así que debía mantenerse lo más callado posible; Tulio, el hombre encima de él, siempre le dice que es jodidamente ruidoso y que aquello lo excitaba demasiado, pero ser descubiertos era algo que ninguno de los dos deseaba.

    Sexo en un consultorio, en aquel consultorio donde desde los 16, recibió terapia con la mujer más amable y hermosa del mundo. Y ahora, se encontraba siendo penetrado con dureza por el que sería su psicólogo mientras la mujer que lo había estado siendo durante los últimos años, volvía de su licencia de maternidad. No era un doctor, o si, con una licenciatura en psicología, pero para Ángel solo era un idiota al que apenas lograba soportar y al que tendría que aguantar por un año entero; pero hablar de sus problemas con aquel imbécil estaba totalmente fuera de sus planes, era mil veces mejor el tener sexo con él. Porque guapo era; con el cabello rubio largo y suave, unos ojos tan azules y brillantes que siempre se escondían detrás de unas gafas horribles.

    Por eso prefería mil veces tener sexo con él en sus horas de consulta en vez de fingir que se agradaban mientras este le contaba sus problemas.

    —Joder, tiraste mi taza, maldito idiota —le gruñó al oído Tulio para luego morder con fuerza su lóbulo.

    —Jódete, idiota —le contestó en susurro, con una voz más aguda de lo que preferiría, mientras llevaba su mano hasta el bote donde guarda sus plumas y la tiró con brusquedad.

    —Harás que nos escuchen, maldito bastardo —volvió a gruñir mientras le penetraba con fuerza, Ángel se aguantó el gemido más fuerte que pudo haberle salido al sentir como su próstata era estimulada.

    En verdad lo detestaba, desde el primer momento en el que lo había visto, hacia dos semanas y no era porque fuese una persona desagradable, incluso podía admitir que en otras circunstancias podrían haber sido amigos. Gracioso, inteligente, sarcástico y, claramente, muy apuesto.

    Pero más allá de esos pensamientos positivo no tenía, ni podía. Tenían prohibido sentir algo más allá del deseo, ni siquiera podían ser amigos fue algo que habían hablado la primera vez. Incluso habían hecho una lista: reglas que debían seguir al pie de la letra para que aquella extraña relación les funcionase bien.

    Se necesitaban bastantes al parecer si querían continuar con dicha satisfacción mutua sin querer matarse en el proceso. Hasta ese momento las cumplían sin problema alguno y la relación estaba siendo de lo más normal; pero no existiría historia si dichas reglas no fuesen a comenzar a romperse poco a poco.

    Las reglas, al final de todo, se inventaron para romperse.
     
    Última edición: 14 Abril 2023
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    Neru

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    Qué juerte. Eso es lo que puedo decir. Comenzar una historia con un prólogo tan atrevido es, sin dudas, una forma bastante buena de lograr que los lectores se interesen al instante. Y yo particularmente estoy interesado en esta historia ahora. Me gustó mucho el cómo describiste sin tapujo alguno la situación y hago énfasis en esto porque he visto historias explícitas que se toman la libertad que tú te tomaste al realizar el escrito.

    Seguiré leyéndote ♡
     
    Última edición: 12 Febrero 2019
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  3. Threadmarks: Capítulo 01
     
    Temarii Juuzou

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    Título:
    The Rules.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1462
    Capítulo 01.

    Yessika era su mejor amiga desde la secundaria, incluso fue la primera persona de la que se había enamorado. Desde que llevaba conociéndola, no había cambiado tanto, seguía siendo la persona más amable y linda de todo el mundo, con deseos de ayudar sin nada a cambio y con la personalidad más preciosa que alguna vez hubiese visto en alguien. Si se ponía a pensar un poco, no recordaba haberse enojado alguna vez con ella, pero en ese momento, por primera vez, sintió un poco de despreció por su amiga.

    Pero era viernes. El día había estado caluroso y poder pasar la noche de fiesta después de un día tan bochornoso, le parecía la mejor de las opciones para terminar con su día; era viernes, sin clases al día siguiente y con seis días faltantes para su siguiente cita en el psicólogo, lo que significaba no tener que ver a Tulio. Normalmente tendría dos citas a la semana, pero con una era más que suficiente para ambos, así que estaba bien.

    —Feliz cumpleaños, preciosa.

    Aranza, la melliza de Ángel salió corriendo hasta donde la chica les esperaba. No estaba sola y eso solo hizo que el chico rodara los ojos.

    —Si era noche de traer ligue ¡Pudiste avisarnos!

    Soltó una pequeña risa mientras la chica se soltaba del abrazo de la melliza, acercándose para abrazar a su mejor amigo. Entonces pudo verlo mejor, al acompañante de su amiga y la sonrisa se le borró del rostro. Era Tulio, aquel rubio engreído, tan horrible persona que para lo único que le servía era para follar. No hizo una mueca ni nada, estaba explícito en las reglas: Si nos vemos fuera del consultorio, no nos conocemos.

    —Oh, es verdad. Chicos, este es Tulio, es un compañero de una clase… está estudiando su maestría, es muy inteligente y me ha ayudado mucho con el desarrollo de mi tesis. Tulio, ellos son mis mejores amigos, Aranza y Ángel.

    Él tampoco se mira muy conforme o alegre por la situación y es que esa era otra de las reglas ya estipuladas: no verse fuera del consultorio. Estaban rompiendo dos reglas y no sabía cómo debía actuar ahora; el rubio era una persona de lo más metódica y fanático del orden, se podría casar con un manual y serle fiel al pie de la letra, incluso si este le ordenaba comer bebés. Tan odioso. Un enorme silencio envolvió al grupo; se escuchaba el ruido de los columpios moverse por el aire y así fue hasta que Yessika decidió romper el hielo con un poco de platica.

    —Me tarde mucho en convencerlo, pero es lo menos que puedo hacer, ya que ha sido tan amable todo este tiempo —Yessika tomó a Tulio del brazo y le abrazó, él parece un poco incómodo pero acostumbrado a aquel trato. Algo a lo que todo mundo, dentro del círculo social de la chica, termina por aceptar —. Por cierto, Ángel, el verde te queda.

    Ángel tomó una de sus mechas entre sus dedos, del pequeño impacto de la situación hasta había olvidado que había pintado su cabello ese día. Sonrió restándole importancia y, sobre todo, ignorando a Tulio lo más posible, aunque en realidad parecía que este ni se inmutaba con su presencia, lo cual, de alguna forma, le irritó bastante.

    Por suerte para todos, el Uber que Yessika había pedido no tardó en llegar. No debería, pero le es imposible intentar despegar sus ojos del rubio; él siempre había sido así, desde que lo conoció hasta ese momento y no dudaba de que incluso hubiese nacido con ese rostro, tan tranquilo, como si nada a su alrededor le molestará a incomodara.

    Lo que era extraño, porque siempre que follaban, hacía las expresiones más sensuales que alguna vez Ángel le hubiese visto a cualquiera de los muchos amantes que había tenido.

    — ¿Hace cuánto conoces a este monstruo parlanchín? —le preguntó Aranza, quien, por suerte, se había sentado justo en medio de ambos hombres.

    —Casi un año… tenemos una clase juntos.

    —Felicidades, una vez que la soportas un año, ya no podrás alejarte —le contesta entre risas mientras Yessika se gira y le enseña la lengua.

    Sonríe y Ángel no puede evitar sorprenderse. No se conocían de mucho, pero en las veces que se habían visto, jamás lo había visto sonreír y le molestaba admitirlo… tenía una sonrisa demasiado hermosa.

    —A mí lo que me parece increíble es que sean gemelos. No se parecen de nada.

    —Es que debiste verlos en la secundaria —le contesto Yessika desde el asiento de enfrente.

    Y era verdad. De niños incluso era difícil poder diferenciarlos. Aranza no era la mujer más femenina del mundo y Ángel no era el hombre más masculino, así que los cambios de su adolescencia habían ido a la par hasta que llegaron a los quince, donde ambos habían optado por estilos totalmente diferentes. Su hermana no se dejaba crecer el cabello más allá de los hombros, parecía ni siquiera conocer lo que un acondicionador era y siempre vestía con las ropas más simples y cómodas. Como esa noche, un pantalón de vestir negro con un enorme suéter de punto café; Ángel se convirtió en su contraparte. Su cabello sufría las consecuencias de sus locuras cada cierto tiempo, como en ese momento, rapado de la parte de abajo con unos rizos verdes —que de no ser por su estilista jamás hubiese logrado hacerlos— le caían bajo un sombrero negro. Todos los aretes y accesorios que su hermana aborrecía, él los llevaba encima: un chocker, una cadena y dos aretes en cada oreja. Ese día también iba vestido como modelo adolescente, con los pantalones más rasgados que pudo encontrar y una playera tan de moda que prácticamente todo el mundo tendría una en su armario.

    —Es aquí —Yessika se emociona y comienza a sacar su billetera, pero Aranza le toma de la mano, evitando que pague.

    —Es tu cumpleaños, Ángel paga —dice mientras se aleja y empuja al rubio para poder salir del vehículo.

    —Tome...

    —Tenga —Tulio se adelanta y le pasa un billete al conductor — ¿Te quedarás todo el día admirándome o piensas salir ya?

    El chico salió del taxi siguiendo al más alto. Ese día llevaba unos lentes diferentes que le quedaban mucho mejor, odiaba admitirlo, pero verlo sin su estúpida ropa de médico le sentaba; con el cabello amarrado y ropa casual… aunque mucha diferencia no había entre lo que vestía los días de consulta y ese día; de la nada, el rubio sacó un cigarrillo de su cajetilla junto a un encendedor y lo prendió mientras lo mantenía entre sus labios. Lo miró con una mueca.

    —Si te molesta, puedes entrar, no tienes razón para esperarme.

    — ¿Por qué actúas como si nada?

    Tranquilamente expulsó el humo de su cigarrillo y se tomó su tiempo para voltear su rostro y mirar a Ángel, luego sonrió y eso no hizo más que molestar al peliverde, quien ahora si le mostró la mueca más horrible que pudo poner.

    — ¿Acaso quieres que sepan que nos acostamos? —soltó una risa burlona y volvió a llevar su cigarrillo a sus labios.

    —No, no quiero —le dijo con mis mejillas sonrojadas. Él rubio volvió a calar de su cigarrillo —, pero es frustrante que el único nervioso aquí sea yo.

    Le miró con esos ojos tan azules, penetrantes y hermosos; el aire había comenzado a soplar con fuerza, haciendo que unos cuantos cabellos comenzaran a volar y chocar contra su rostro: le volvió a sonreír y Ángel tuvo el extraño impulso de golpearlo. Se acercó con lentitud, sin despegar su mirada de la contraria; azul contra marrón. Era obvio que quería besarlo, lo cual rompía una tercera regla: Nada de besos. El peliverde entró en pánico, pero, aun así, cerró los ojos, esperando sentir unos labios chocar contra los suyos.

    No lo iba admitir, pero varias veces deseo sentir los labios de Tulio contra los suyos. Le besaba de una forma tan sensual el cuello, que era casi imposible no imaginar que fuese un gran besador.

    —Quizá es porque el único atractivo entre los dos, soy yo.


    El rubio soltó una pequeña risa, el aliento a cigarrillo mentolado le dio de lleno en la cara haciéndole abrir los ojos de golpe. Su puño se cerró con fuerza, esperando la orden de poder estamparse contra aquel rostro. El mayor se alejó y apagó el cigarrillo contra la suela de su zapato y lo tiró en un bote cercano a la puerta.

    —Vamos, quizá adentro si te quieran besar.

    Se sintió tan rechazado que decidió que romper una regla más no les haría daño, pero sería Tulio quien deseara fuera él quien le besara después de aquello.

    Estaba siendo tan patético, pero en ese momento no se percató de ello.
     
    Última edición: 16 Abril 2023
  4. Threadmarks: Capítulo 02
     
    Temarii Juuzou

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    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1630
    Capítulo 02.

    En ese mismo ambiente, hacia dos semanas, había conocido al que sería su psicólogo. No sabía quién era en ese momento, jamás en su vida le había visto y Ángel sol quería acostarse con cualquier persona medianamente atractiva, y aquel hombre era guapísimo a más no poder. Extranjero, era obvio que alguien tan alto y rubio no era mexicano. Durante la plática post sexo salvaje en el sucio baño de aquel bar, se enteró de que sus padres eran alemanes, pero había nacido en México, estudiaba una maestría en la UNAM y su bebida favorita era el tequila.

    No necesitaba más.

    En cuanto pudo se había llevado a aquel rubio a la esquina más oscura del bar y lo había conducido hasta el baño, pero nada había pasado. Aquel hombre se negaba a besarlo y tampoco estaba seguro de querer la boca de un desconocido rodeando su miembro. El menor claramente se sintió ofendido y después de gritarle que no tenía herpes, se había largado de aquel lugar, deseando no tener que volver a verle.

    Pero la vida era una perra con él.

    Porque el día que fue a su primera consulta con el psicólogo suplente, ahí estaba aquel desconocido y grosero hombre del bar.

    —Lamento si es algo incómodo. Sé que era una noche para nosotros tres, pero…

    Aquella última palabra solo podía significar que, más allá de crear nuevas amistades, Yessika había tenido otra intención para haber traído a Tulio. Miró a la chica, lucía preciosa con ese pantalón entallado de mezclilla y aquella playera plateada con caída en un hombro que tanto amaban, él tenía una igual a juego. Llevo su cerveza a sus labios y dio un largo sobro mientras miraba a su psicólogo bailar en la pista junto a su hermana de una forma que jamás creyó vería.

    — ¿Pero?

    —Pensé que sería totalmente tu tipo.

    Ángel se atragantó con su cerveza y comenzó a toser con desesperación. Sentía como las burbujas de su bebida se le iban de lado y la respiración le falló.

    No, jamás.

    Tenían buen sexo, una gran química si de eso hablaban, pero nunca harían una buena pareja. Eran como el agua y el aceite; Tulio disfrutaba leer en su tiempo libre los libros más aburridos y gruesos del mundo mientras que Ángel disfrutaba de novelas de amor o, últimamente, webtoons. Tulio en su vida había abierto un comic, los superhéroes le parecían estúpidos y Ángel se creía spiderman.

    No, no era su tipo, para nada.

    Tan aburrido como guapo. Tan creído como alto; todo en el alemán le hacía querer golpearlo de lleno en el rostro.

    —Ni de broma. Es muy grande para mí.

    —Solo son cinco años, exagerado.

    Y su mejor amiga lo tomo de las manos para sacarlo a la pista de baile. Bailaron con diversión entre empujones de gente y gritándose para poder escucharse sobra la música; si ignoraba que aquel psicólogo imbécil se encontraba en el mismo sitio que él, la noche era hasta divertida.

    —Pero está bien, él dijo que tampoco eres su tipo.

    Y claramente eso le ofendía, porque había sido el ruido quien en primer lugar se le había acercado con ciertos fines… o eso le gustaba creer. Intentó disfrutar de la celebración, bebió de todo lo que pudo y bailo hasta sudar a chorros, fingía reír y hablar con Yessika o su hermana misma sin despegar su mirada del más alto de los cuatro, quien parecía demasiado indiferente ante la situación.

    No supo en que momento le perdió de vista ni cuando terminó en medio de un circulo de extraños que le gritaban emocionados por los movimientos más extraños que alguna vez hubiese hecho. La música le retumbaba los oídos y las luces le golpeaban la mirada dejándole mareado. Como pudo salió de entre tanto baile y se encontró solo; sin rastro de su hermana o mejor amiga y mucho menos de aquel imbécil cuatro ojos. Decidió ir al baño para lanzarse un chorro de agua helada en el rostro y salir, un poco más cuerdo, en busca de sus compañeros de fiesta.

    Entonces entró al baño y sintió como el ruido de la música se apagaba para ser remplazada por los gemidos de algún extraño. Hizo una mueca, pero no se sorprendió, eso siempre solía pasar en lugares como aquel… Incluso él varias veces lo había hecho con algún extraño, solamente con hombres. A las mujeres prefería tratarlas más bonito y llevarlas a algún hotel o un lugar menos sucio.

    “Todo un caballero”, solía burlarse Yessika.

    Se acercó a un lavamanos, el menos sucio del lugar y abrió el grifo, llenando las palmas de su mano para después lanzarse el agua en el rostro. Sintió como el rímel que se había puesto le entraba en el ojo y, olvidando el delineado, se talló con el puño, dejando un manchón horrible que no solo le ardió, le hacía ver como una novia desconsolada.

    —Solo eso faltaba…

    Se alejó para ir en busca de papel y lo vio. Tulio se encontraba insertando su miembro a un extraño con sus mismas pintas: extravagante, con un suéter morado recortado, dejando ver el abdomen de aquel chico. Los jeans del contrario se encontraban hasta sus rodillas y aun así eran visibles los miles de diamantes de fantasía que tenía ese pegado.

    —Eres un asqueroso.

    Tulio ni se inmutó, tan solo giro su rostro y le regalo esa estúpida sonrisa llena de grandeza que siempre se cargaba; ni siquiera detuvo el movimiento de caderas.

    —Tu querías hacer esto la primera vez que nos vimos. No somos tan diferentes.

    Ángel se cruzó de brazos y continúo observando la escena. Se sintió horrible por sentir aquella cantidad enorme de celos y tenía miles de reclamos en la garganta, pero desde el inicio de su acuerdo, habían llegado a la conclusión de no ser exclusivos porque, según Tulio, la exclusividad es un compromiso que no deseaba tener.

    —Espero al menos estés usando condón.

    —Claro que sí, no sé qué cosas pueda pegarme este chico lindo.

    Aquel muchacho pegó un chillido agudo a la par que se corría, Tulio aún tardó un poco más antes de salir y Ángel pudo comprobar que no mentía, aunque razones para dudarlo no tenía: aquel hombre no decía mentiras, jamás. Observó como amarraba aquel condón y lo tiraba a la basura mientras se arreglaba el pantalón. El otro desconocido se encontraba temblando, de estar estampado contra la pared, ahora se encontraba de rodillas en el suelo con la respiración agitada y sintió pena. Pena y celos porque entendía lo que era tener relaciones con Tulio: el termina, tu terminas y eso es todo. Como en ese momento; el rubio paso a su lado y le sonrió con diversión.

    — ¿Te gustó el espectáculo?

    Ángel, de la forma más infantil posible le mostro la lengua y le dedicó una última mirada al pobre chico en el suelo, este le miró, parecía avergonzado. Era lindo, en otro momento, Ángel lo hubiese incluso considerado como posible ligue.

    —Disculpa, no sabía que tenía ya una pareja…

    —Desagradable, ese imbécil no es mi novio.

    Y se fue, siguiendo los pasos del rubio quien se abría paso fácilmente debido a su estatura y esa aura que siempre le rodeaba. Terminaron a fuera y el golpe de frío, junto a las gotas sin secar en el rostro del chico, le hicieron salir de su ebriedad de golpe. Se abrazó a si mismo mientras observaba con malos ojos al rubio, quien fumaba con tanta indiferencia que le hacía enojar más.

    —Eres increíble.

    —Lo sé —Tulio soltó el humo y le ofreció su cigarrillo, al contrario, quien le miró con el ceño fruncido y negó con la cabeza.

    —Sabes que lo odio.

    El contrario le restó importancia y continúo fumando, sin decir nada. Él se encontraba tan tranquilo, como si coger con un extraño en un baño público fuera algo que hace todos los días. Ángel le miró con molestia, quería que se diera cuenta de cómo le hacía sentir. El rubio soltó un suspiro y se giró para mirarle, con una ceja levantada. El cabello comenzaba a metérsele a los ojos, lo cual le arruinaba un poco la pose de superioridad que quería mostrarle. Por un momento, el peliverde odio la diferencia de quince centímetros entre ellos.

    — ¿Tienes algún problema?

    — ¿Haces eso siempre? Follar con extraños en baños sucios.

    —Si no mal recuerdo eso es lo que íbamos a hacer el día que nos conocimos.

    Ángel abrió y cerró la boca varias veces; no tenía una respuesta inteligente a eso, porque era verdad. En cuanto había visto al rubio había decidido que quería tenerlo entre sus piernas porque era jodidamente hermoso y extranjero, uno no siempre tiene la suerte de follar con un extranjero. Jamás imagino que terminaría siendo una persona déspota y desagradable y que tendría que volver a ver por, por lo menos, un año de su vida.

    —No quiero que lo hagas.

    — ¿Perdona?

    Ángel le arrebato el cigarrillo y lo tiró al suelo para después pisarlo y jalar al rubio hasta un callejón cercano a aquel local. La música se escuchaba lejana y, por suerte, no había nadie en aquel sitio solitario. Lo pegó contra la pared, el mareo le había regresado al cuerpo lo que era genial, podría echarle la culpa al alcohol de sus acciones. Pensó en besarlo, dejarlo con ganas de más pero entonces decidió que haría algo mejor que lo terminaría por enganchar.

    Se hincó y desabrocho el pantalón del contrario, sin despegar su mirada de la contraria. Azul contra marrón.

    —No quiero que andes por ahí tirándote a cualquiera. Solo hazlo conmigo. Si tienes ganas, solo úsame a mí.

    Y así es como decidió que era hora de romper la cuarta regla: Nada de exclusividad.
     
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