Este es mi primer fic original, el cual es un one shot corto que escribí para un concurso en otro foro. Espero que les parezca interesante, a pesar que por lo breve que es no hay mucho espacio para explicaciones. The Path of a Planeswalker En el amanecer del tiempo, Odín, gobernante de Asgard, nombre por el cual era conocido el mundo de los dioses, creó un lugar para que habitaran elfos y valquirias, llamado Midgard, debido a que ambas razas eran apreciadas por dicho dios, luego de haber luchado contra las huestes de Loki y haber contribuido a evitar el Ragnarök, evento que hubiera aniquilado por completo a los dioses y a su mundo. Las valquirias, quienes eran los seres más cercanos a los dioses de Asgard, eran la clase dominante de dicho país. Era un lugar donde no existía la corrupción provocada por el dinero ni tampoco había grandes lujos, puesto que esas cosas eran consideradas superfluas, especialmente por la clase gobernante, la cual estaba más interesada en proteger la naturaleza de dicho lugar que del bienestar de sus propios habitantes. En cambio, en el mundo humano dicha situación es completamente diferente, ya que ahí no existe mayor respeto por los distintos ecosistemas de la Tierra, sólo se preocupan de su propia comodidad, sin importar si llegan a destruir su propio planeta. Como ven, existen diferencias irreconciliables entre ambos ideales, si es que se les puede considerar como tales. En fin, les contaré mi historia como planeswalker para que tengan una idea más concreta de las discrepancias que existen entre el mundo humano y el de los elfos y valquirias. Mi nombre es Ilyria, soy una de los tantos magos élficos que existen en los dominios de las valquirias. Nací en ese país y viví hasta los setenta años en Midgard, tiempo en el cual la valquiria Scum era la reina, quien para mi gusto era una dama bastante incompetente y que seguía al pie de la letra las tradiciones milenarias introducidas por nuestros dioses, lo cual me parecía que no era acorde con la época en que vivíamos, dado que hasta los humanos, a pesar de tener costumbres bastante barbáricas y comportarse como siervos de su propia religión durante la Edad Media, ya habían logrado algunos avances tecnológicos, mientras que nosotros, los elfos, apenas contábamos con armas primitivas como arcos y lanzas, y muy pocos lograban conseguir espadas, dado que los metales necesarios para forjarlas no eran abundantes en Midgard. Mi disgusto respecto a la clase gobernante aumentó cuando las valquirias decidieron que los elfos éramos inferiores a ellas, tras lo cual comenzó a notarse la represión en contra de todos los que manifestáramos nuestro enojo respecto a las medidas arbitrarias aplicadas por el séquito de Scum, el cual hacía gala de corresponder a una clase superior al compararse con mis congéneres. Todas esa injusticias hicieron que tomara la decisión de abandonar Midgard y buscar nuevos horizontes, con la esperanza de llegar a un mundo más justo. Esto se vio precipitado por el hecho que poco tiempo antes había logrado descubrir que poseía “la chispa”, al encontrar una verdad trascendental, que todo ser vivo, a pesar de su origen, no podía ser considerado inferior a otro, dado que todos cumplen con una función vital en los distintos ciclos que permiten las estabilidad de la naturaleza. Así comenzaría mi camino como planeswalker, el cual está reservado a los magos más poderosos del multiverso. Al abandonar mi país de origen, tuve que atravesar la Eternidad Invisible, el espacio etéreo que separa los distintos planos del multiverso. Dicho lugar sólo puede ser atravesado por los planeswalker, y ni siquiera podemos permanecer mucho tiempo, dado que la entropía y el mana no contenido puede destruirnos, y en el caso de los simples mortales, mueren al poco tiempo de entrar en contacto con ese lugar caótico. Después de emerger de la Eternidad Invisible, llegué a un mundo habitado por humanos, el que estaba al borde de la ruina. Dicho mundo era muy avanzado tecnológicamente, pero había sido destrozado por las constantes guerras, provocadas por las ansias de dominación presentes en las distintas facciones opositoras, debido a que no existían países independientes, sino que agrupaciones de países que luchaban por el control mundial. No pasé mucho tiempo en ese mundo post apocalíptico, a lo más soporté durante un año ese tipo de ambiente, en el cual decidí cambiar mi vestimenta élfica por algo más similar a lo que usaban los humanos, ya que era incómodo tener que escuchar comentarios denigrantes por el simple hecho de no pertenecer a la raza dominante, además de esa forma podía infiltrarme con mayor facilidad en los lugares que me parecían interesantes. En dicho mundo conseguí un arma extraña, pero que resultó ser bastante útil a la hora de tener que defenderme, dado que si usaba magia se darían cuenta de mi verdadero origen, cosa que como ya mencioné, no me interesaba en absoluto. El arma, que admito que robé de una armería, era un híbrido entre rifle y espada, el cual era llamado sable-pistola, el que podía ser usado tanto en su modo de arma de fuego como un arma cortante, pero para eso debía transformar dicha arma cada vez que quisiera darle un uso diferente. El tiempo que permanecí en dicho mundo me hizo pensar en las posibles causas por las cuales un planeta podía alcanzar semejante grado de decadencia. En dicho mundo comencé a leer acerca de la historia de la humanidad y de los conocimientos que habían logrado en todo ese tiempo, de los cuales los correspondientes a las ciencias naturales fueron los que más me llamaron la atención,especialmente por el hecho que de algún modo eso podría ser combinado con la magia para crear un híbrido, el cual pensaba que podría ser llamado Magitek, sé que es un nombre poco creativo, pero representa la idea fundamental de esa fusión. Cuando ya había averiguado lo suficiente acerca de los humanos de ese mundo, volví al éter que separaba los distintos planos, buscando el que correspondiera al pasado del lugar que había abandonado, lo cual no fue tan sencillo como esperaba. Cuando al fin llegué a mi plano de interés, permanecí ahí por casi seiscientos años, debido a que quería conocer con mayor detalle la historia de la humanidad, partiendo desde las últimas décadas de la Edad Media, hasta la época posterior a la Guerra Fría. Durante todos esos siglos noté que existía un patrón cíclico en el cual surgían potencias que iban reemplazando a las que ya iban quedando desgastadas por todo el tiempo que permanecieron como países dominantes, además que sin importar si fuera la época Renacenista, el siglo XVIII o la época Contemporánea, inevitablemente ocurrían masacres entre distintos países, de las cuales la Segunda Guerra Mundial fue uno de los acontecimientos más horrorosos que vi en toda mi vida. Al final, llegué a la conclusión que si la humanidad seguía la senda de las guerras, iba a terminar destruyendo su propio hábitat, como pasó en el mundo post apocalíptico que conocí anteriormente, lo cual ya a estas alturas me parece casi inevitable, dado que pude comprobar que esos hábitos violentos y los deseos de dominar a sus congéneres que consideren inferiores, es parte de la naturaleza humana, y es algo que ni siquiera con los poderes de un planeswalker puede ser modificado, así que la única solución sería que hubiera un cambio de mentalidad general en dicha especie. Aunque ahora el mundo humano sea relativamente pacífico, al compararlo con las épocas de ambas guerras mundiales, todavía existe el riesgo latente de un nuevo conflicto global. Una nueva guerra sería desastrosa para el equilibrio de la Tierra, ya que lo más probable es que vaya a haber un uso generalizado de armas nucleares, químicas y biológicas. Considerando todos estos riesgos, y el simple hecho que ya he vivido demasiado tiempo en este mundo que no tiene arreglo, decidí continuar con mis deberes como planeswalker para seguir viajando por el multiverso, aumentando mis conocimientos acerca de las distintas razas que existen. De ahora en adelante no permanecería más que un par de años en cada plano, debido a que mi estancia en la Tierra impidió que investigara otros mundos, todo por mi estúpida idea de creer que los humanos pudieran ser menos arrogantes que las valquirias. Fin