“Los solitarios generalmente salen por la puerta de atrás” Si bien tales palabras no estaban especialmente dedicadas a mí, sentí cómo tocaban las fibras sensibles que se encontraban ahogadas bajo mi sólida calma. Pues yo podía dar cuenta perfectamente de lo que eso se sentía, luego del trágico día donde los perdía a todos. En tanto solitario, uno corre peligro de caer en el patio trasero de la vida, un agujero de oscuridad infinita, donde no existe mano alguna que te pueda rescatar. Poco me faltó para terminar allí, pero la repentina convocatoria de The Lost llegó a mí como una mano que me rescataba a última hora. Ranger ahora era mi compañero, y por experiencia propia, no permitiría que lo expulsaran. Exhalé una nube de humo blanco, y aplasté mi cigarrillo en un cenicero cercano. Contenía restos de cerveza y otros cigarrillos que formanban, así, una pasta negra y húmeda que consumió el fuego que devoraba los últimos restos de nicotina. Volví a mirar a los que, junto conmigo, también eran novatos. Una de ellas me llamaba la atención en particular, la mujer que acabó con la mitad de los vagabundos ella sola. —Y dime… —empecé, mientras encendía otro cigarrillo. La miré al tiempo que más humo comenzaba a rodearme— ¿Dónde forjaste toda esa energía? ¿Acaso vienes de un club de lucha?
Caterina Y me volví a perder en mis pensamientos, centrando mi vista en la poca cantidad de bebida que quedaba en aquel vaso. Pero escuché una voz repentina, supe que se dirigía a mi, así que levanté la cabeza e intenté prestar atención a sus palabras. "Y dime... ¿Dónde forjaste toda esa energía? ¿Acaso vienes de un club de lucha?" había hablado aquel hombre que se enfrentó al vagabundo que me insultó. Me permití soltar una carcajada para después toser levemente, odiaba el humo de cigarro... pero tendría que acostumbrarme. — No es el caso — respondí, aún divertida — Me enseñaron a defenderme y eso es lo que hice — aclaré finalmente, encogiéndome de hombros — Tú también lo hiciste bastante bien.
—Gracias, supongo —respondí mientras aplastaba la colilla de mi primer cigarrillo en la cerveza del cenicero. Antes de continuar hablando, apuré la bebida que aún sostenía en mi mano—. Pues el que te ha enseñado eso ha hecho una obra de bien: el peligro y la traición rondan a la vuelta de cualquier esquina, se agazapan en los rincones más insospechados del mundo —con un rápido movimiento de manos, hice aparecer un segundo cigarrillo entre mis dedos, el cual no tardó en ser encendido—. Un día puedes estar tranquilamente caminando las calles... —continué— Y, sin precio aviso, ser sorprendido por la calamidad. Defenderse es importante. Dejé escapar un breve suspiro que estuvo acompañado de humo blanco, y tuve que apartar rápidamente la mirada de Asesina, fingiendo me interesaba admirar el bullicio del club de The Lost, la manera en que estas personas envueltas en cuero y tachas metálicas daban rienda suelta a sus bajos instintos... ¿Quién me mandaba a mencionar indirectamente el modo violento en que mi pasado llegó a su fin? No entendía por qué lo hacía... O tal vez sí. Quizá se debiera a que necesitaba ventilar al exterior lo desdichado que me sentí por haber perdido a mis antiguos compañeros, y a mi Felicia. Acumular tantos sentimientos negros en mi corazón no era saludable... Y ahora que nuevamente volvía al ruedo en el mundo con esta banda, necesitaba despejar todo lo que fuese posible, para ser fuerte. Pero todavía no me sentía preparado para confiar en toda la gente que me rodeaba. No eran más desconocidos con los que había prometido hermandad.
Ryshia Escuchaba el diálogo entre ambos atentamente; y se quedaba con el nombre de aquel hombre que no hablaba demasiado, sería difícil trabajar junto a alguien que no expresa lo suficiente, y esto le preocupaba; en especial en misiones donde la comunicación en equipo es la clave —Debo confesar que la misión me pone nerviosa; como han dicho, somos novatos; pero eso no es lo que me tiene así, hemos demostrado que podemos defendernos —sonrió y los miró a cada uno — Lo que me altera es que aún no somos un equipo; somos personas que se acaban de conocer las cuales tendrán que poner sus vidas en las manos de otro. —Suspiró —Yo no tengo a donde ir, no tengo familia que me importe volver a ver; este lugar es mi nuevo hogar, por lo que ustedes se han vuelto mis hermanos y hermanas de un segundo matrimonio —rió — No sé ustedes pero yo estoy harta de vivir sola; por lo que ahora dedicaré mi vida a cuidarles las espaldas; digamos que paso que den yo daré — Miró al techo tratando de pensar en lo siguiente que diría, al tenerlo en mente regresó la mirada —Mis fortalezas son puramente mecánicas; si sus máquinas están averiadas sabré como solucionarlas; en combate…— su nuevo mote vino a su mente y negó — … aparentemente no sé controlarme; si el miedo me gana sólo actúo sin pensar en las consecuencias; no por ello significa que sé pelear; tendré que aprender mucho de Caterina cuando tengamos en tiempo —volvió a reir —Sé que no es suficiente lo que he dicho para conocerme; pero si han sido atentos podrán entenderme y pelear a mi lado—
Pelotita Sonrió al escuchar las palabras de los nuevos; tenían suerte, él mismo había ingresado solo y no tenía con quien compartir sus ideas a excepción de Chibs; al irlandés le agradaba charlar con los nuevos para intentar conocerlos. Alzó su botella de cerveza a modo de brindis. -También pueden contar conmigo. -y sonrió, mirando a Ryshia.
Capítulo 2: Puliendo los engranajes El Judío volvía a entrar al comedor, de cerca le seguía la mujer con lentes oscuros. Dijo unas palabras a un grupo de hombres que con prontitud salieron del club por la puerta que daba al taller. Jhonny se acercó a los novatos. -Cambio de planes, reclutas. Mañana tendremos un torneo entre bandas, donde actualmente Pelotita es nuestro campeón de peso ligero. -el aludido agachó la cabeza con vergüenza al oír los gritos de aprobación. -Es el torneo interno entre bandas: vienen muchas secciones de otros estados para combatir. En boxeo Pelotita nos representará al igual que tres más; los restantes irán al torneo de pulso donde el actual campeón es un Angel of Death con suerte. Este torneo está protagonizado por los nuevos aspirantes de todas las secciones. Y a diferencia de otros lugares, no será eliminatorio para ustedes. Pero basuras como los Nórdicos destierran a los novatos que pierden, los Mayas les cortan un pulgar, los reclutas de los Nueve generalmente terminan muriendo en un lamentable accidente de carretera... -sonrió. -¿Cómo se encuentran de la jaula? ¿Tendrán energías para mañana? -Mckenzie sacó la pequeña bolsita con hielo de su nariz para hablar. -Me siento peligroso, Jhonny. -el Judío lo miró por unos instantes hasta que Mckenzie tuvo que desviar la mirada. -Necesito esos nombres para poder inscribirlos en el torneo. Tres para boxeo, tres para el pulso. Y no se preocupen sobre lo de esta noche, mejor descansen para estar frescos; necesito campeones y a muchos les gustaría ver como Pelotita es golpeado por alguien de ustedes. Pero mientras tanto, irán a entrenar al gimnasio de Lumpy, que se encargará de ponerlos fuertes. Largo de mi vista, andando. -tomó una botella de cerveza y brindó con el grupo de hombres en donde se encontraba Angus; rápidamente comenzaron a reír, contando anécdotas. La mujer de lentes oscuros se acercó al grupo de novatos y por primera vez se levantó los lentes por encima de su frente; lucía tatuajes por todos sus brazos y por lo que se veía del abdomen rígido. Un lado de su cabello largo estaba rapado; de facciones suaves y con varios piercings en su rostro. -Seré su guía hoy; sé que están cansados, pero Jhonny quiere a los mejores con él. -sonrió y observó al líder del club riendo y bebiendo. -Tiene una reputación que sostener, no es ningún perro malo ni nada por el estilo. Pero no le digan que yo lo dije. -se llevó un dedo a los labios y rió cuando sintió una mano fuerte en su hombro. Era Iroquis Pliskin, el gigante con barba. -Si alguno de ustedes se sobrepasa con ella, los haré puré de dientes. -la amenaza fue clara al grupo de hombres, pero guiñó un ojo a las mujeres. -Cuídate. -besó a la mujer de tatuajes y se apartó; debía de irse a la entrega de armas. -Bueno, manos a la obra. -y la mujer guió al grupo de novatos fuera del club; se sentó en una de las motos aparcadas, acomodó el casco sobre su cabeza y apretó el manillar; el motor ronroneó y arrancó, liderando la marcha de esa noche. Recorrieron diez cuadras hasta llegar a un local cercano a una esquina; estacionaron las motos en la vereda y entraron; automáticamente sintieron el penetrante olor a humedad; un fuerte olor animal. El gimnasio de Lumpy es amplio; con bolsas colgando de diferentes pesos, de las más livianas a las más pesadas; pelotas de cielo y tierra; un conjunto de barras y discos, mancuernas y un ring en el centro. Sin contar las fotografías y trofeos en donde Lumpy alguna vez se lució. El viejo dueño había sido boxeador toda su vida y ahora, con setenta y nueve años se dedicaba a entrenar a aspirantes amateurs y claro, a los reclutas del club Lost. -¡Lumpy! -grito la mujer de los tatuajes y el viejo giró el rostro; una sonrisa iluminó su rostro y con una seña envió al chico que estaba entrenando a que golpeara una bolsa. Se acercó caminando lentamente, con una pequeña joroba en su espalda; pero aún conservaba el porte, hombros anchos y unas manos descomunales, la nariz hinchada y los ojos pequeños. Abrazó a la mujer y miró al grupo de novatos. -¿Los envía Jhonny? Entonces tienen que prometer... ¿dónde está Pelotita? -la mujer pasó un brazo por los hombros del Lumpy. -Descansando; mañana comienza el torneo y es el campeón. Pero estos están más verdes, Jhonny quiere hacerlos sufrir. -Lumpy asintió, mirándolos de pies a cabeza; observando las heridas de la jaula que aún muchos conservaban. -Están más verdes que la mierda que cagan las vacas, pero me ocuparé de mantenerlos entretenidos. Veamos si son tan buenos como lo fue Pelotita en su primer día. -la mujer le dio un beso en la mejilla y caminó lentamente hacia el escritorio de Lumpy, se sentó en una silla con sus piernas cruzadas y agarró una revista para leer mientras el ex campeón se encargaba de distribuirlos por el gimnasio. Les entregó vendas para las manos y unos guantes rojos a los hombres y negros a las mujeres. Ubicó a los hombres en las bolsas más pesadas; esas que llevaban una mezcla entre arena mojada y tierra, y las mujeres en las pelotas de cielo y tierra. -Muy bien... -se masajeó la garganta. No era bueno para dar explicaciones. -Si están aquí es porque al menos saben pelear. Pero esta pelea es un arte; no hay objetos, no hay barras, ni bates, ni una mierda. Solo está su cabeza, sus piernas y sus manos. Cuando comience la pelea y vean tres contrincantes en vez de uno por la cantidad de golpes que recibieron, concéntrense en el del centro. Eso nunca falla. -la voz de Lumpy es rasposa y grave, áspera como una lija. -En las bolsas; golpeen repetidamente; quiero ver sus condiciones físicas; en el cielo y tierra, al golpear intenten no golpearse el rostro, con cada golpe que den se moverá endiabladamente para todos lados. La condición es que se mueva en dirección al golpe que den, ¿entienden? Al diablo, quiero verlas en acción. -tomó un cronómetro y lo encendió. -¡Ahora! Contenido oculto Chicos! la condición es la siguiente los hombres estan en las bolsas. Deben tirar 10 dados de 10 caras y deben salirle si o si 3 veces el numero 5. Pueden repetirlo hasta que los tres 5 consecutivos salgan. Pero no pueden hacer doble post, deben esperar a que alguien responda. Mujeres! deben tirar 10 dados de 10 caras y deben salir si o si 3 veces el numero 3. Pueden repetirlo hasta que los tres 3 consecutivos salgan. Pero no pueden hacer doble post, deben esperar a que alguien responda. Para que se den una idea de lo que es el "cielo y tierra" les dejo el video! :p @Amelie @Shani @Bruno EVF @Miss Phantomhive @Lineve Kyoko
Caterina Escuché las palabras de mi compañero con especial atención hasta que finalmente volví a centrarme en la bebida. Sin embargo, cundo creí poder pedir una habitación o algo para descansar, Jhonny volvió a hacer aparición y, entre palabras y palabras, conseguí entender lo más importante: No tendría mi merecido descanso. Con un largo suspiro me puse de pie y seguí a aquella mujer hasta las motos. ¡Perfecto! Encina debía conducir nuevamente la máquina del infierno esa. ********** Agradecí el hecho de que el viaje se me hiciese corto. Cuando entramos al gimnasio un horrible olor se infiltró en mis fosas nasales, provocando una mueca de asco inevitable. ¿Que tenían de malo los entrenamientos al aire libre? Escuché, con notable cansancio y aburrimiento, las palabras de los que, supuestamente, nos tenían que enseñar a sobrevivir a esto. Mi adrenalina no se disparó hasta que vi como nos habían puesto a las chicas en unos sacos que parecían mucho más ligeros que los de los hombres. — ¿Qué es esto? ¿Crees que es necesario...? — murmuré, soltando varias imprecaciones mientras me enfundaba los guantes de boxeo. Mi mente solo seleccionó las palabras necesarias para saber que hacer y cuando el cronómetro sonó empecé a golpear el objeto destinado a ello con todas mis energías encontradas.
Ryshia Suspiró aliviada. Aquella mujer tatuada era directa con las palabras y eso le hacía entender más las cosas, a veces con la mente masculina era mas complicado, pues cuando Jhonny hablaba siempre entendía algo como "ganen o los mato" "mal desempeño significa mal trato dentro del club" pero esta mujer parecía mas sensata, o eso quería creer. La vieja misión le preocupaba, entrenar la ponía de mejor humor, y aún mas si tenían que ir en moto hacia aquel lugar. Al entrar a aquel lugar tardó en acostumbrarse al olor llevándose discretamente la mano hacia la nariz; escuchó las palabras del hombre y por mas que trató de entender no pudo hacerlo, le hablaba en otro idioma. Así que tomó un par de guantes negros; lo único que entendió de su explicación; y se los colocó haciendo una cara de desagrado, el interior aún estaba un poco húmedo de la última persona que los usó; así que evitó a todo costa olerlos, no podía desmayarse en su primer día sin siquiera pasar la práctica. Miró a Caterina hacer aquellos movimientos y por fin entendió la dinámica, ella era rápida, aún así la tarea era más difícil de lo que parecía. Se colocó frente a una de esas cosas "he de verme ridícula, no sé ni donde colocar mis pies y manos... En fin, golpearé esperando que eso no me regrese a la cara" pensaba mientras daba sus primeros golpes.
Henry El cigarrillo y yo vivíamos unidos. Incluso después de haber despertado del largo sueño, había armado un pequeño barullo en el hospital para lograr que me dejaran fumar, aun cuando faltaba tiempo para que me dieran el alta. Yo prefería pensar que no se trataba de una adicción, sino de una relación terapéutica con la nicotina; después de todo, me libera del estrés, alivia mi corazón y hasta me animaría a decir que potencia mis facultades mentales. Sin embargo, lo quité suavemente de mis labios cuando el Judío mencionó algo sobre un torneo de pelea, y lo escuché con mucho interés. No enseñé expresión destacable mientras mi nuevo líder hablaba, más bien dejaba entrever una pequeña sonrisa de lado al tiempo que dejaba que mi cigarrillo se consumiese por sí mismo. Me olvidé por completo del cansancio de la pelea de la jaula: se avecinaba un entrenamiento de boxeo y eso, a mí por lo menos, hizo que me sintiera muy motivado. De todas las disciplinas de combate cuerpo a cuerpo, el boxeo era una de mis preferidas. Finalmente dejó a la chica de los lentes al mando de los novatos. Me pareció bastante bonita, pero me ahorré los comentarios; y si esta reserva hubiera sido puesta en duda, el gigante barbudo terminó por convencerme de que no era buena idea. Apuré mi cerveza y seguí a los demás hasta el taller. Montado en la precaria moto que el club me prestaba, dejé que el viento limpiara mis miserias. *** Ryshia y Catherine arrugaron las nariz ingresamos al gimnasio de Lumpy, pero yo no hice lo propio: a decir verdad, estuve en gimnasios con peor perfume y apariencia. Éste, por lo menos, tenía encanto y estaba muy bien equipado. Los accesorios presentaban un aspecto pasable, aunque no higiénico. Y las paredes, lejos de la típica monotonía de pintura descascarada que solía ver en lugares como éste, ofrecían entretenimiento visual, con sus trofeos y fotografías. Más tarde me acercaría a ver quiénes eran los tipos que en éstas aparecían... Se acercó a nosotros un anciano medio jorobado, quien era el mismísimo Lumpy. Tras mantener una conversación con la chica de los lentes y permitirnos ponernos los guantes, me coloqué frente a mi bolsa de boxeo… Escupí el cigarrillo a un lado y comencé a golpear con todas mis fuerzas.
Lumpy miraba atentamente los movimientos de Caterina; la muchacha lo había logrado al tercer intento, pero aún así le faltaba práctica y corregir errores técnicos, pero ese grupito no estaba allí para aprender a boxear, sino para adquirir un poco de resistencia a la fatiga. Observó a Ryshia y a Henry haciendo una mueca hacia la mujer de anteojos que se encontraba en un rincón leyendo. Luego miró al resto que no se ponía en practica y consultó el cronómetro. -¿¡A qué esperan, bola de holgazanes?! ¿Una campana? -Mckenzie se sobresaltó por el potente grito y comenzó a golpear la bolsa.
Henry Los golpes que propiné a la pesada bolsa no tuvieron la fuerza suficiente como para hacerla balancear, siquiera. Mis puños apenas habían logrado dejar un triste hueco en el cuero que la rodeaba, y que poco a poco iba regresando a su estado normal. Hice una mueca y me volteé para mirar a la chica de los lentes, pero ésta estaba concentrada en su revista. Mejor, pues no quería generar una mala impresión; ni a ella, ni a mis compañeros ni al anciano, pero sobre todo a ella, que era una de las personas más cercanas al Judío. Tenía que ganarme el respeto del Judío si quería que mi nueva vida marchara bien. Concentré mi atención otra vez en la bolsa. Negué ligeramente con la cabeza, mientras me sonreía: no podía permitirme fallar otra vez, mucho menos cuando se trataba de presentarme para una torneo de lucha. El mundo debía verme de pie, jamás derrotado. —Vamos de nuevo... —susurré. Cambié de postura, con la esperanza de que con ello me fuera mejor en la siguiente tanda de golpes. Diez en total.
Laila Estaba platicando con Pelolita y rápidamente cambio el ambiente ante la escena de discusión, fruncí un poco el ceño, ¿Se supone que esto ocurría?, me encogí de hombros, supongo que hasta en la familia algunas veces no se podía evitar tener discusiones. Escuche atentamente lo que dijo acerca de nuestra misión para que después cambiará a lo del...em, "torneo", mire de reojo a Pelotita, ¿Quien pensaría que el fuera el campeón?, después de todo se veía muy amable, sonreí, sonaba interesante, escuche un poco más y al parecer tendríamos que ir a entrenar. Me puse de pie y me despedí de Pelotita mientras iba detrás del grupo. Le sonreí al "gigante" al ver como protegía a su mujer. Parecía realmente importante para ella. Nos subimos a nuestras motos y anduvimos un rato hasta llegar a un gimnasio. Olía a animal, bien, me acostumbraría a esto, no es como sino se me hubiera impregnado un olor así antes. Nos dieron las instrucciones, pero aprecie un poco más el gimnasio. Un grito me hizo salir y reaccionar. - ¡Voy! - dije mientras me ajustaba un poco más los guantes y me ponía enfrente del objeto que tendría que golpear y comencé a pegarle. Tenía que demostrar que valía el que estuviera aquí.
Ryshia Le comenzaba a preocupar este entrenamiento; no quería fallar y quedar en ridículo; pero posiblemente estaba pensando demasiado en ello, sólo necesitaba relajarse y dejarse guiar por los movimientos "Piensa en otra cosa Ryshia... no te concentres tanto en hacer esto a la perfección" pensaba haciendo que su estrés volviera a ella. Esta vez casi lo lograba pero en el último momento pensó "El siguiente golpe debe salir bien o..." haciendo que perdiera el ritmo. —Me lleva...— dijo molesta
Lumpy observaba los movimientos de Laila y asintió a modo de aprobación cuando logró dominar el cielo tierra en tan pocos movimientos. -¡Muevan los brazos, señoritas! Quedan solo 15 minutos para que puedan lograrlo. -Mckenzie sentía que sus golpes eran débiles, se agotaba fácilmente, más por la nariz hinchada que le impedía poder respirar bien; volvió a golpear la bolsa con fuerza. Contenido oculto @Amelie @Bruno EVF cuando lancen dados nuevamente, tiren varias combinaciones, como hicieron Miss y Lineve! asi no se hace tan largo :p
Henry Esta vez logré hacer que la bolsa se moviera un poco ante la potencia de mis golpes, se ve que el cambiar mi posición de combate había sido una buena idea idea. Pero a juzgar por la indiferencia que Lumpy mostraba ante mi desempeño, todavía no había logrado dejarle satisfecho. No perdí la calma, sino que dejé entrever mi típica sonrisa relajada y me encogí de hombros, gesto que dediqué a nadie en particular, porque las personas que se encontraban aquí estaban muy concentradas en sus propios asuntos: los que luchaban en los rings se preocupaban asestar los puñetazos más letales posibles, otros tantos se ocupaban de deformar las bolsas de boxeo a golpes, Máquina y Asesina y la otra chica se enfrentaban a los peligrosos movimiento del "Cielo y Tierra". Etcétera. Etcétera. Etcétera. Tenía que estar a la altura. Así que, esta vez, ataqué con más furia.
Ryshia 15 minutos era muy poco tiempo para ella; en especial si actuaba mal bajo estrés; aún así intentó de todo para mantenerse tranquila; debía de olvidar las futuras burlas o reproches; enfocarse mas en mejorar, pues ellos ahora eran su familia, no podía darse por vencida en una práctica, si bien la práctica será lo que la ayude a dominar su fuerza. Dió un golpe fuerte que golpeó su hombro, estaba cerca de entender la física de esos movimientos. Lo intentó incontables veces, el sudor en su frente ya no lo sentía ni intentaba quitar de su rostro hasta que lo logró; soltó un fuerte suspiro, no estaba del todo conforme; pero estaba satisfecha de no haberse dado por vencida.
Henry El sudor recorría mi frente, acariciaba mis mejillas, hacía que la ropa se me quedara adherida a los músculos. Habían sido demasiados golpes en un corto tiempo, pero todavía no lograba una actuación importante ante este voluminoso cuerpo de arena mojada. No podía permitirme quedar fuera de este torneo de boxeo, necesitaba sentir de vuelta la sensación de subirme a un ring, de realizar un combate amistoso y no uno callejero, como el de la jaula. Por si no tuviera suficiente con estos pensamientos, el aviso de Lumpy sobre que quedaban quince minutos de entrenamiento hizo que me exasperara un poco por dentro. Apreté los dientes, pero esta vez decidí actuar con serenidad. Mis puños se movieron como ráfagas de viento hacia la bolsa.
Mckenzie se sentía cansado, no solo físicamente, sino también anímicamente; no había logrado dejar una impresión entre los cabecillas de la banda y tampoco podía dar un desempeño justo en la práctica. Se sentía un estorbo pero aún así, volvió a golpear la bolsa.
Lumpy miró los movimientos de Mckenzie y solo negó lentamente mientras apretaba el botón del cronómetro, finalizando la pequeña práctica. -¡Tiempo! -gritó con desgano, guardando el reloj en uno de los bolsillos de su pantalón deportivo. Se pasó una mano por el rostro, luego se cruzó de brazos. -Bien. No serán la nueva generación de boxeadores, pero tienen la resistencia. Ninguno bajó los brazos... -observó a Ranger y a Mckenzie. -Pero al menos tú lo intentaste. ¿Cómo se llama el silencioso, muñeca? -Jean Nokes levantó la vista de la revista. -Ranger. ¿No practicó? Bueno, mejor para el que se quede en el gimnasio. Si vuelve al club y Jhonny se entera... será peor. -Lumpy asintió. -Tú te quedas entonces. -apartó a Ranger del grupo. -Y ustedes... si no pueden ganarlo en fuerza, ganenlo en resistencia. En esos torneos no hay buenos peleadores, pero un descuido puede ser un error muy grande. Pelotita seguro podrá aconsejarlos mejor, después de todo, es el campeón. -y sonrió orgulloso; Pelotita había entrenado bajo su tutela día y noche para consagrarse con el título. -Muy bien, Jean. Están listos. Ya me aburren verlos. No tienen gracia ni para mirar la pared -Nokes guardó la revista en el escritorio y caminó hacia Lumpy, le dio un beso en la mejilla y sonrió, mirándolos. -Bueno, criaturas. Vayamos a descansar. Lo necesitan más ustedes que nosotros. -salieron del gimnasio, recorrieron la poca distancia que quedaba hasta el club e ingresaron por la puerta del taller. A diferencia del día, la noche era muy calma. Todo estaba en silencio, con una canción country sonando muy despacio. Solo había un hombre sentado en la barra, tecleando en una laptop. Era un muchacho joven, con un corte mohicano y un rayo pequeño tatuado en el costado rapado de su cabeza. Los mira y les asintió con la cabeza a modo de saludo; Jean Nokes al pasar le apoya una mano en el hombro. -¿Despierto tan tarde? -el hombre sonrió, tecleando. -Estoy controlando las apuestas del torneo de mañana. Si tenemos suerte podemos ganar un enorme pastón enorme. -Jean le golpea el hombro a modo de despedida. -No te quedes hasta tan tarde, ¿si? -la mujer los guía hasta las habitaciones. -Las tres mujeres dormirán juntas. Y los príncipes juntos también. Elijan una habitación vacía; habrá tres camas, un baño y un armario para sus cosas. Y aconsejo que duerman cuanto puedan. -y sin más, Jean caminó hasta la habitación del fondo a la derecha y entró. Contenido oculto Los que entrenaron (a excepción de Ranger y Mckenzie, que no pudo llegar con los dados xD) ganaron 100 de resistencia para el torneo! Pero luego se enteraran más de la dinamica del mismo. Ahora solo deben elegir una habitación para dormir (recuerden que las mujeres comparten y los hombres también. (Bruno, te tocó compartir con Mckenzie xD!) Pueden ir a descansar, pero es solo una sugerencia, en las habitaciones hay duchas (en los baños) y la habitación del altar tiene puerta! Me había olvidado agregarla! jajajaja y también la de armería. Ahora agrego el mapita aca abajo de nuevo!
Ryshia Caminó y se asomó en las habitaciones respectivas para las mujeres; habitación que compartiría con Caterina y Laila —Las habitaciones vacías son prácticamente iguales; entremos a la mas próxima para descansar, mañana podremos organizarnos bien para guardar nuestras cosas— Ryshia realmente no cargaba demasiado, lanzó lo que tenía a una de las camas y se dejó caer sentada en ella —Vaya; ustedes si saben combatir—decía intrigada por los pasados de sus compañeras —pero sigamos el consejo y descansemos; seguro nos levantarán temprano por la mañana —dijo estirando sus brazos; sabía que le dolerían al siguiente día.