The Loud House The Jordan and the Beast

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Sylar Diaz, 3 Julio 2022.

Cargando...
  1.  
    Sylar Diaz

    Sylar Diaz Sei mir gut Sei mir wie du wirklich sollst

    Libra
    Miembro desde:
    3 Agosto 2019
    Mensajes:
    58
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    The Jordan and the Beast
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    60
    Sinopsis: Una hermosa, talentosa, brillante e importante jovencita llamada Jordan Chica deberá arriesgarse en una peligrosa misión para satisfacer la curiosidad de sus dos mejores amigas.
    ¿La misión? comprobar de una vez por todas si ciertos rumores que recorren los pasillos sobre que cierto nerd de cabello blanco esconde un carnoso y enorme secreto entre sus piernas.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  2. Threadmarks: 01-. Los rumores eran ciertos; el friki esconde una bestia.
     
    Sylar Diaz

    Sylar Diaz Sei mir gut Sei mir wie du wirklich sollst

    Libra
    Miembro desde:
    3 Agosto 2019
    Mensajes:
    58
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    The Jordan and the Beast
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    9227
    —Jordana Rosato… —gruñó el maestro, el señor Patrick, un hombre calvo y gordo que, para sorpresa de nadie, poseía una voz capaz incluso de berrear palabras con un tono monótono y aburrido.

    —Presente… —Jordan respondió de forma igualmente monótona, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al oír su nombre completo. Sólo su abuela le decía "Jordana", y sólo lo hacía cuando estaba realmente furiosa. Todos los demás, sus amigos, hermanas e incluso sus padres, la llamaban simplemente "Jordan" o "Jordan Chica", un apodo que con el tiempo se había convertido en su verdadero nombre dentro y fuera de la comunidad estudiantil.

    Tan pronto como el maestro de literatura se alejó, continuando con el pase de lista y asesinando de aburrimiento a sus otros alumnos, la mejor amiga de Jordan, Mollie, se le acercó desde atrás todo lo que pudo sin levantarse de su asiento y le susurró al oído.

    —¿Qué carajo le sucede a este payaso? Ya llevamos casi todo un año tomando su estúpida clase y el estúpido te sigue llamando Jordana, ¡Pero que idiota!

    —Ya sé, es todo un idiota ¿cierto? —respondió Jordan.

    —Así que… adivinen qué fue lo que oí por ahí —Rachel, una muchacha pelinegra y con un lunar en su mejilla izquierda quien también era la otra mejor amiga de Jordan, comenzó a susurrar desde el asiento a la derecha de Mollie, cambiando completamente, y de forma repentina, el tema de conversación—. ¿Sí ubican a Lincoln Loud? ¿Ese nerd albino de nuestra clase de biología?

    Claro que Jordan sabía quién era Lincoln, alias "el amorcito precioso de mi infancia", Loud—. Ajá… ¿qué con él?

    —Dicen por ahí que ese perdedor tiene una tercera pierna… y también dicen que se trata de algo más parecido a una pierna de caballo que a una humana.

    Mollie no pudo evitar estallar en carcajadas desde su asiento al oír las palabras de Rachel… así como tampoco pudo evitar atraer la atención de todos en el salón, incluyendo la mirada indiferente y aburrida del señor Patrick.

    —¿Le ocurrió algo divertido, Señorita Freilich? —por extraño que pareciese, la cara totalmente vacía de emoción del profesor solo sirvió para provocarle un ataque aún más intenso de risa a Mollie—. ¿Quizá se trate de algo que quiera compartir con el resto de la clase?

    —Oh no, claro que no —al lado de su amiga, tanto Jordan como Rachel luchaban por no estallar ellas también en carcajadas—, no señor, nada que compartir por acá… por favor continúe con la asistencia.

    El señor Patrick frunció un poco el ceño, una novedad en la historia reciente del bachillerato de Royal Woods, sin embargo, siguió pasando lista con el mismo tono monótono de siempre.

    —Ya les contaré todo a ustedes dos después de esta clase —susurró Rachel, logrando que de alguna manera su sonrisa se notara incluso en su voz.

    Una hora después las tres amigas soltaron un suspiro colectivo de alivio antes de recoger sus cosas y caminar juntas hacia la puerta del salón, todo el asunto de la tercera pierna de Lincoln ya se había borrado completamente de la mente de Jordan. Tener que soportar la clase completa del que debía ser el hombre más aburrido e insulso en toda la historia había sido más que suficiente para que lo único rondando los pensamientos de la rubia-castaña en aquel momento fuese el sentimiento de una felicidad resignada por haber terminado de una vez por todas con la materia de literatura

    —Paula Price, la rubia esa que siempre parece tener una pierna fracturada, suele ir todos los fines de semana a la casa Loud para practicar un poco más de soccer con el resto del equipo femenil —comenzó Rachel tan pronto como el trío puso pie en el pasillo donde estaban sus casilleros, finalmente libres de hablar sin restricciones y sin temor a que algún maestro o monitor las escuchara—, y dice que un día lo vio salir de la ducha y…

    —Rae —Mollie la interrumpió—. ¿De qué carajo estás hablando?

    —Estoy hablando de lo de Lincoln. Ya saben, el perdedor peliblanco de la clase de biología.

    Mollie no pudo evitar sonreír de forma burlona al acordarse—. Oh sí, tu adorado noviecito Lincoln, el que dices que es mitad burro.

    —Sí, ese mismo —Rachel no captó la burla en el comentario de su amiga, su mente centrada exclusivamente en Lincoln—. Oí por ahí que Paula dice que vio a Lincoln desnudo por accidente al entrar al baño sin tocar primero, y según sus propias palabras lo que le cuelga a él de entre las piernas es del tamaño del maldito lago Michigan.

    Mollie volvió a explotar en carcajeadas y Jordan, luchando con todo su ser para no lucir tan interesada por la plática de sus amigas como realmente estaba, introdujo su combinación en el candado del locker de su casillero.

    —Ya quisiera ese perdedor que lo que dices sea cierto. Apuesto a que el rumor lo empezó él mismo, al menos así tendría oportunidad de perder finalmente la virginidad.

    —Pues yo sólo digo lo que Paula dijo —Rachel se defendió, ligeramente ofendida al ver la veracidad de su chisme ser cuestionado.

    —Ya, nenitas, no se peleen y sigan siendo amigas, que estoy segura que las dos pueden compartir a Lincoln "el semental" Loud si se ponen de acuerdo —dijo Jordan mientras cambiaba su libro de literatura, absolutamente libre de apuntes, por sus libros de inglés—, yo, por otra parte, ya me tengo que ir a clases ¿Nos veremos en el almuerzo o estarán muy ocupadas "atendiendo" a su nuevo novio?

    Jordan se alejó a toda velocidad antes de que alguna de sus amigas lograra vencer su estupor para reclamarle, una sonrisa radiante y burlona en su rostro… así como un rubor imposible de ignorar y todo el asunto de Lincoln rebotando incansablemente en su mente.

    Pero tan pronto como llegó la hora del almuerzo, Jordan descubrió que no había sido la única que se había quedado con la imagen mental de Lincoln saliendo desnudo de la ducha. Mollie y Rachel precian obsesionadas.

    —Entonces… ¿Qué tan grande creen que sea?

    —Imposible saber, quizá Paula no ha visto muchos y por eso le pareció grande…

    —¿Qué tan grande qué? —preguntó Jordan, sabiendo de antemano de qué estaban hablando sus amigas.

    Rachel se cruzó los brazos y frunció el ceño—. ¿Qué te ocurre el día de hoy? Has estado toda distraída desde la mañana.

    —¿Siguen hablando de Lincoln? —Jordan sonrió, intentando lucir fastidiada y no celosa… no es que ella se estuviese poniendo celosa— ¿Qué? ¿ya se enamoraron del torpe ese o qué?

    Ambas muchachas se rieron, una de forma burlona y la otra con las mejillas comenzando a ruborizarse. Rachel, sin poder evitarlo, incluso desvío un poco la mirada al tiempo que la sonrisa en su rostro crecía.

    —¡Oye! Sólo es curiosidad. —tan pronto como terminó de forzar una risa sarcástica, Mollie pateó por debajo de la mesa a su amiga—. No es un delito tener un poco de curiosidad ¿sabes?

    —¿Ah sí? Pues yo digo que lo tuyo no es solo curiosidad y que en verdad te…

    —¡Miren! —Rachel exclamó antes de que Jordan pudiera devolver la patada—. Ahí está.

    Jordan se volteó levemente hacía atrás para poder ver hacia el lugar al que una sonrojada Rachel señalaba. Un grupo de seis perdedores, la mitad de ellos pelirrojos, estaba saliendo por las puertas dobles de la cafetería hacia los pasillos. Encabezando el grupo, y hablando animadamente con una chica bastante alta y de piel morena, estaba Lincoln Loud, el susodicho nerd de la clase de biología.

    Como siempre, un par de ojeras alrededor de sus párpados adornaban su rostro y su cabello blanco, aunque bien peinado, pedía a gritos un poco de acondicionador. Con los años, Lincoln se había convertido en un tipo muy pero muy alto y también muy delgado, claro que no TAN delgado como para lucir escuálido y larguirucho… o al menos no como esa zorra asiática de lentes que se reía a cada palabra que él decía mientras se restregaba en su brazo… «No chica, céntrate» Jordan se dio una cachetada imaginaria y volvió a poner atención en lo realmente importante: resolver de una vez por todas la duda reciente que seguía atormentando exclusivamente a sus amigas.

    Sin embargo, era imposible adivinar el tamaño del mini-Lincoln debido a la ropa que Lincoln humano usaba; una camisa naranja y unos jeans azules… ambas prendas al menos dos tallas más grandes de las que él hubiera necesitado realmente.

    Jordan siguió intentando adivinar qué tan bien dotado estaba Lincoln, pero simplemente era una tarea imposible el distinguir alguna silueta que delatara siquiera el tamaño del bulto tras tanta tela suelta. Sin enterarse de nada, el grupo de nerds atravesó las puertas del comedor y se perdió en la multitud de alumnos entrando y saliendo a los numerosos pasillos de la escuela.

    —Bueno, si ustedes están tan interesadas iré y simplemente le preguntaré —dijo Jordan antes de levantarse de su mesa y caminar hacia la salida de la cafetería.

    —Jordan ¡Jordan! No te atrevas a… —Rachel grito en susurros, sin lograr que su amiga se detuviera—, ¡No! ¡Noooooo!

    —Oh carajo…

    Rachel y Mollie observaron impotentes, y con las bocas abiertas por la incredulidad, como su amiga abandonaba la cafetería sólo segundos después que el grupo de geeks.

    Tras salir del comedor, Jordan caminó, o más bien trotó, tan rápidamente como era capaz sin que se viera desesperada tras el albino, alcanzándolo justo afuera del baño para hombres, y al ver que ahora él estaba solo una sonrisa juguetona afloró en su rostro libre de imperfecciones «Hora de jugar».

    —¡Ey Loud!

    Lincoln se detuvo momentos antes de abrir la puerta del baño y se volteó tan pronto escuchó su nombre. Su rostro se transformó en una mueca de incredulidad y sorpresa al descubrir que quién le había hablado era Jordan Chica, una chica que no le había dirigido ni una sola palabra desde inicios del primer año de la escuela secundaria. Aun así, él sabía muy bien quien era Jordan Rosato. Ambos habían sido grandes amigos de la infancia… al menos hasta que a ella le empezó a importar más lo que pensaran las demás personas.

    El pobre Lincoln realmente se había deprimido hace un par de años cuando descubrió que una de sus amistades más antiguas había intercambiado y negado todos esos años de amistad solamente por el título de "chica popular" en el bachillerato.

    Que Jordan volviera a dirigirle palabra era algo que él había considerado casi imposible, sin embargo, ella no sólo le había hablado, sino que ahora seguía caminando hacia él, contoneándose a cada paso envuelta en unos pantalones vaqueros que abrazaban a la perfección sus perfectas piernas y un top amarillo sin tirantes que mostraba lo justo de hombro como para llamar la atención de todos los hombres, y ciertas muchachas con gustos particulares, a cincuenta metros a la redonda. Su cabello rubio oscuro caía sobre uno de sus hombros en una abundante trenza francesa que resaltaba a la perfección el verde de sus ojos.

    —Disculpa ¿m-me hablaste? —atinó a preguntar Lincoln, congelado por la sorpresa, aún a escasos centímetros de la puerta del baño.

    —Perdona por hacerte perder un poco de tu tiempo, Lincoln —Lincoln tragó un poco de saliva, sorprendido de que ella aún recordara su nombre completo—, pero tengo que saber algo… este… ¿conoces a mis amigas Mollie y Rachel?

    Claro que él conocía a Mollie y a Rachel; la primera siempre se había burlado de él, incluso desde el jardín de niños, y la otra fue la responsable de que Jordan no volviese a dirigirle la palabra tan pronto concluyeron el quinto grado.

    —Uh… sí. Claro. Creo que las tres están conmigo en biología.

    Jordan asintió con una sonrisa aún más grande en su rostro, un brillo travieso, el mismo de aquellos lejanos años de los juegos de quemados, se posó en sus ojos—. Exacto. Bueno, ellas dicen que tú tienes, como que, un pene enorme colgándote de entre las piernas.

    El rostro de Lincoln se sonrojó instantáneamente. Nada que pudiera interpretarse como una respuesta salió de su boca.

    La sonrisa creció aún más en el rostro de Jordan—. ¡Entonces es cierto!

    —Y-yo… yo…

    —Pues creo que quiero verlo justo ahora —dijo Jordan con una risita antes de empujar a Lincoln hacia atrás hasta las puertas baño. Él pobre albino tuvo que caminar de espaldas para no tropezar y ella lo siguió dentro de los servicios tan pronto como la puerta se abrió.

    Por suerte para ella, y mala suerte para él, ahí dentro no había nadie.

    —Muy bien, déjame verlo —casi sin pensar, Jordan cerró con seguro la puerta del baño tras entrar ella, el almuerzo estaba a nada de terminar y no quería interrupciones.

    —¿Perdón? —sin entender nada de lo que le estaba pasando, Lincoln se quedó confundido al lado de los lavamanos.

    —Tu cosa —Jordan aclaró, aun sonriendo—, déjame verla.

    —¿Quieres ver mi…?

    —Tu pene, sí. Tu polla. Tu pito —Jordan irradiaba felicidad nerviosa y expectación… con una buena dosis de nerviosismo—. Muéstrame lo que tienes, amigote.

    —¡¿QUÉ?! ¡NO! ¡¿QUÉ ESTAS LOCA?!

    La verdad era que el único hijo varón de la familia Loud siempre había ocupado un lugar importante en sus pensamientos, por lo que el corazón de Jordan había comenzado a latir como loco, llenando sus venas de adrenalina y dificultándole pensar con claridad, tan pronto como estuvo sola con Lincoln dentro del baño.

    Tan excitada y nerviosa como estaba, Jordan no podía concebir la idea de marcharse sin comprobar si los rumores sobre el primer chico que le había gustado jamás eran ciertos.

    —Mira, Lincoln, o te bajas los pantalones y me muestras en este mismo instante lo que tienes entre las piernas, o bien puedo empezar a esparcir el nuevo rumor de que en realidad estas tan dotado como una bebé recién nacida. Y créeme que si hago eso tendrás mucha suerte si consigues que una chica siquiera vuelva a dirigirte la palabra antes de que tengas que irte a la universidad a otro pueblo.

    Algo dentro de Lincoln terminó de romperse ante las palabras de Jordan ¿acaso a ella no le importaba en lo más mínimo su antigua amistad? Además, lo último que el pobre peliblanco necesitaba era aún más rumores sobre él, tenía problemas más que suficientes lidiando con los que ya lo seguían debido únicamente a su enorme familia.

    —Entonces… ¿qué elijes? —lo presionó Jordan. La sonrisa nerviosa, que Lincoln interpretó como socarrona, empezó a acentuarse en su hermoso rostro.

    Lincoln suspiró, e ignorando la vergüenza coloreando su rostro de rojo logró suprimir las ganas de llorar que de pronto sentía. Sin embargo, al no ver escapatoria comenzó a desabrochar su cinturón.

    —Te lo mostraré una única vez, pero después me largo.

    —Y yo te prometo no iniciar ningún rumor en tu contra —Realmente Jordan no tenía intención alguna de hacer nada que pudiera perjudicar a Lincoln, y en otras circunstancias ni se le hubiera cruzado por la mente el amenazarlo con algo así… pero la gente rara vez piensa con claridad cuando las hormonas toman el control.

    Sin que fuera necesario decir más, Lincoln soltó sus pantalones, y estos, al ya no estar sujetos por el cinturón, cayeron junto a sus boxers hasta topar con el suelo.

    —Mierda…

    Colgando sin fuerzas entre las piernas de Lincoln, una verga flácida de más de dieciséis centímetros de largo dominada absolutamente la visión de Jordan. Sin ni siquiera estar erecto, aquello era más grande que cualquiera de los penes completamente excitados que Jordan había visto en persona a lo largo de su prematura vida sexual.

    —Cielos Lincoln ¿cómo es que puedes caminar derecho con algo así entre tus piernas?

    Sin hacerle caso, Lincoln se subió rápidamente los pantalones.

    —Ya viste lo que querías, ahora déjame tranquilo.

    Por supuesto que Jordan no quería dejarlo tranquilo. Nunca había estado tan excitada, al menos no desde aquellos primeros sueños eróticos de su prematuro despertar sexual a los diez años. Quería seguir viendo aquello, tocarlo… hacer que aquello se pusiese duro entre sus manos.

    Sin embargo, antes de que ella pudiera darles una voz a sus deseos, Jordan se percató de algo que le regresó de golpe los pies a la tierra y llenó de hielo su entrepierna; cuando Lincoln terminó de abrocharse nuevamente el cinturón, algunas lágrimas comenzaban a asomarse por el borde de sus ojos azules.

    —Lincoln, ¿estás bien?

    Pero el albino ya no la escuchó. Empujándola con una fuerza imposible de adivinar sólo con ver su cuerpo delgado, Lincoln la hizo a un lado antes de apresurarse hacia la puerta del baño.

    —¡Lincoln, por favor espera!

    Sin poder hacer nada por detenerlo, Lincoln desapareció en el pasillo, perdiéndose entre la multitud de alumnos que se dirigían a su siguiente clase, dejando a Jordan en medio del baño de los chicos, demasiado confundida por lo que había visto y por lo que ella había hecho como para reaccionar. Hizo falta que Papá Ruedas entrara y diera un grito agudo y afeminado de sorpresa para que Jordan recuperara el sentido común y saliera finalmente del baño de hombres.

    El resto del día fue completamente confuso para la rubia pues tuvo problemas para concentrarse en cualquier cosa que no fuera respirar. Era como si la imagen de Lincoln con ojos llorosos se hubiese grabado a fuego en su mente y fuese lo único en lo que podía pensar. No fue hasta su clase compartida de Biología, la última clase del día, que Mollie y Rachel finalmente volvieron a encontrarse con su mejor amiga. Las tres eran compañeras de laboratorio desde el inicio del curso por lo que siempre se sentaban juntas en una pequeña mesa en el fondo del aula; podrían hablar tranquilamente durante la clase.

    —Chica ¿Dónde carajo estabas? —explotó Mollie tan pronto como pudo sentarse al lado de su mejor amiga—. Te estuve mandando mensajes todo el día y ni siquiera te llegan.

    —¿Qué sucedió con Lincoln? —preguntó Rachel al sentarse ella también junto a la rubia.

    Jordan no respondió, seguía con la mente y la mirada ausente, pero un golpecito no tan chiquito por parte de Mollie en su hombro la regresó a la realidad casi de inmediato.

    —¿Qué…? oh, sí… es que olvidé cargar mi celular antes de venir a la escuela, lo siento Moll —mintió Jordan.

    En realidad, Jordan ya no estaba del todo ida, sino que todos sus sentidos estaban centrados en el frente del salón de clases, justo en la mesa dónde Lincoln estaba sentado Junto a Clyde y la zorra asiática. Por la forma en la que su espalda se tensaba cada pocos minutos era más que obvio que él se estaba forzando por no voltear hacia atrás.

    —Y bien… —insistió Rachel —. ¿Qué sucedió después del almuerzo?

    —Lo vi… —admitió Jordan con una voz tan monótona y carente de emoción que incluso el señor Patrick se hubiera sentido celoso.

    —¡Oh carajo! —Mollie se mordió la lengua para evitar gritar por la sorpresa, tras respirar un par de veces continuó en susurros— ¿en serio le viste su… cosa?

    Jordan simplemente asintió, aún desanimada—. Hice que me lo enseñara, fue en los baños.

    —-No. Lo. Creo… ¡Jordana Rosato, eres toda una zorra! —exclamó Rachel con una mezcla extraña entre acusación y risa incrédula.

    —¡CLARO QUE NO LO SOY! —bufó Jordan, saliendo finalmente de su letargo y provocando que medio salón, salvo Lincoln, volteara a verla. La pobre tuvo que esperar a que todos los demás volvieran a lo suyo para continuar con la plática—. Ustedes saben muy bien que nunca he llegado a la última base con ningún chico.

    —Pues… también sé que haz masturbado a más tipos que ninguna actriz porno —comentó Mollie de forma burlona—, pero tienes razón, sigues siendo toda una damita pura y casta… al menos técnicamente hablando.

    El rostro de Jordan se sonrojó y una sonrisa avergonzada se formó en su boca, simplemente no podía negar las palabras de su amiga—. Bueno, tengo que hacer algo para mantener a los chicos interesados ¿no es así?

    La maestra de biología, la señorita Leodegaria, llegó jadeando finalmente al salón y aunque no tenía ningún libro bajo el brazo ni gises en sus manos, se arrellanó en su silla al frente y empezó la clase sin molestarse en pasar lista… ni quitarse del rostro los lentes de sol.

    Los ojos de la gorda mujer de color siempre tenían sueño y su aliento siempre apestaba a vino barato, por lo que sabiendo que no serían molestadas, las amigas continuaron hablando.

    —Entonces… ¿sí lo tiene grande? —Rachel susurró, curiosa.

    —Enorme —Jordan susurró la respuesta.

    —¿Estás segura? Porque "enorme" es una palabra que difícilmente describiría a ese tonto.

    —Mollie, esa era la salchicha de humano más grande que yo haya visto jamás. Y ni siquiera estaba excitado, así que aquello debe de convertirse en todo un monstro cuando esté erecto.

    —¿Quién lo hubiera adivinado? —la sonrisa burlona abandonó el rostro de Mollie por primera vez en el día—. Un tipo como Lincoln Loud posee los genitales que todos los adolescentes fanáticos de las caricaturas y con fantasías sexuales pedófilas e incestuosas desean.

    Tanto Rachel como Mollie se rieron mordazmente de aquel comentario burlón dedicado a nadie en específico antes de continuar platicando. Pero Jordan volvió a concentrarse en la espalda de Lincoln, incapaz de ignorar el remordimiento que seguía atacando su estómago.

    Sería una mentira decir que no quería ver ese pene una vez más, porque en verdad que quería verlo de nuevo. Quería verlo erecto. Saber que tan grande y que tan pesado y que tan duro se podía poner aquello en realidad.

    Jordan siempre había estado fascinada por los penes. Amaba pajear a sus citas, aplacando al chico respectivo sólo con una mano cuando este le rogaba por más que simples sesiones de besos. La sensación de poder absoluto que sentía cuando tenía retorciéndose y explotando en un orgasmo entre sus dedos a la parte más sensible de un hombre mucho más grande y fuerte que ella la volvía loca.

    Sin embargo, su prioridad en ese momento no era el pene de Lincoln, sino disculparse con el albino por su pésimo comportamiento.

    La campana que marca el final de la jornada escolar sonó tras lo que parecieron ser dos eternidades y media… la duración habitual para la última clase del día. Y tan pronto la escuchó, Jordan recogió todas sus cosas y salió a toda prisa del salón, no sin antes decirles a sus amigas que les hablaría más tarde. Sin aminorar la marcha, arrumbó sus útiles dentro de su casillero y llegó a la salida principal de la escuela, dónde un mar de adolescentes se arremolinaba ansioso, algunos se alejaban caminando del edificio y otros pocos abordaban los autobuses que iban a las afueras del pueblo. Estaba buscando los cabellos blancos de Lincoln entre la multitud.

    Finalmente lo encontró, alejándose lentamente por la banqueta.

    —¡Lincoln! ¡Ey Lincoln!

    Casi sin detenerse, Lincoln volteó hacia atrás y tan pronto como distinguió a la chica que trotaba en su dirección su rostro se ensombreció. Sin decir nada, el albino volvió a enfocar su vista al frente y retomó la marcha.

    —Lincoln, por favor espera —usando cada gramo de fuerza que le quedaba tras la agotadora jornada escolar, Jordan logró alcanzarlo—, por favor sólo escúchame… este… uhm… ¿crees que podamos detenernos y hablar…? ¡sí no quieres detenerte puedo al menos llevarte tú casa!

    Lincoln se detuvo en seco y giró ciento ochenta grados, dejándole poco tiempo a Jordan para reaccionar y evitar chocar con él.

    —¡¿Tú quieres darme un aventón?!

    —Mira, lamento haberte acorralado en los baños hace rato, de veras lo siento. Déjame recompensártelo, por favor. Mi coche está justo ahí —usando uno de sus dedos manicurados, Jordan señaló de forma vaga el estacionamiento para alumnos.

    Lincoln no le creyó en lo más mínimo. Pocas mujeres eran amables con él, y las pocas que lo eran sólo le hablaban cuando querían hacerle una broma o pedirle un favor… eso incluía a las mujeres de su familia.

    Jordan notó la desconfianza en los ojos azules de su antiguo amigo, pero también notó cierta duda.

    —Nada de trucos ni amenazas esta vez, lo prometo.

    —Está bien, tú ganas. Escucharé lo que tengas que decirme, pero sólo durante lo que dure el viaje, tan pronto como lleguemos a mi casa quiero que me dejes tranquilo —de haber sido cualquier otra mujer, incluyendo a las mujeres de su familia, Lincoln simplemente la hubiera ignorado y hubiera continuado con su plan de acción previsto en la medida de lo posible… pero la verdad es que Jordan Chica había sido su crush secreto desde el sexto grado y por mucho que él lo negara incluso hoy, lo seguía siendo.

    Además, siempre le había resultado imposible ignorar completamente a las personas que se acercaban a él para pedirle ayuda y por eso al final siempre terminaba cediendo a cualquier petición… y por supuesto, eso también incluía a las mujeres de su familia.

    Realmente sin ninguna opción, Lincoln siguió a Jordan de regreso al estacionamiento de alumnos

    Tras oprimir la alarma del coche en su llavero cargado a reventar de adornos, el pequeño Mercedes de Jordan encendió brevemente sus faros antes de destrabar las puertas.

    —¡¿Este es tu auto?! —Lincoln no pudo evitar exclamar fascinado ante el pequeño vehículo biplaza.

    —Sipirili, el esposo de mi hermana Viola me compró este bebé hace unos meses tan pronto como cumplí dieciséis y obtuve mi licencia. El pobre quiere comprar mi amor ¿no es genial?

    —¡Diablos! —Lincoln estaba demasiado sorprendido como para recordar que estaba enojado con Jordan, por lo que mientras se abrochaba el cinturón de seguridad no pudo evitar comentar—. Lo único que me ha regalado el esposo de mi hermana Lori fueron unas papitas que sacó a escondidas de la tienda de abarrotes de sus abuelos.

    El comentario hizo brotar una sonrisa autentica en el rostro de Jordan, y una carcajada seguramente le hubiera seguido a la sonrisa bajo otras circunstancias, pero había un tema pendiente entre ambos adolescentes.

    —Escucha, sobre lo que hice durante el almuerzo… —Sin hacer ruido, el convertible encendió el motor antes de alejarse del distrito escolar para adentrarse en los suburbios del pueblo—, perdona, me comporté como toda una imbécil. No quería hacerte sentir mal, lo juro.

    —Pues déjame decirte que entonces no hiciste un buen trabajo —suspiró Lincoln. El recuerdo de por qué estaba dentro del auto de Jordan lo alcanzó nuevamente—. Como si no me sintiera ya lo suficientemente deforme.

    —¡¿Deforme?! ¿Por qué piensas eso de ti? —Sorprendida, y violando todas las recomendaciones para las personas tras el volante, Jordan volteó a ver a Lincoln—. ¿Lo dices por esa cosita enorme que te cuelga entre las piernas?

    El rostro de Lincoln se coloreó de un rojo intenso, aunque en su pálida tez el color parecía más bien rosa, por la vergüenza.

    —Pues sí. Casi no puedo hacer nada sin que eso me estorbe… ¡Mi hermana Leni incluso debe confeccionarme calzoncillos especiales para poder ponerme pantalones y estar cómodo!

    —¡¿Tu hermana mayor hace tus calzoncillos a mano?! ¡Qué asco y qué pena! —la sonrisa volvió al rostro de Jordan, esta vez acompañada de una única carcajada—. Creo que no necesitaba saber tanto… además, no deberías avergonzarte. Todos los chicos desean tener tanta carne en la entrepierna como tú.

    —¿En serio? —preguntó Lincoln, una sonrisa comenzaba a florecer en su cara—. Porque yo no veo por qué.

    —¿Bromeas? ¡Pero por supuesto que claro que sí! Escucha, Lincoln, cuando una chica dice que el tamaño no le importa o algo por el estilo, es porque está mintiendo… o quizá sea una santurrona… o una de esas mujeres que miden lo mismo que cuando tenían diez años.

    —¿Me estás diciendo que a todas las chicas les gustan las cosas grandes?

    Sin dejar de sonreír, Jordan asintió al tiempo que doblaba en la esquina para finalmente llegar a la avenida Franklin.

    —Sipirili, bueno, al menos todas las chicas que conozco opinan lo mismo. Quiero decir, Mollie y Rachel se la pasan todo el día platicando de quien está bien dotado, y quién no. ¿De qué crees que hablan las chicas después de salir toda la tarde en una cita con un chico?

    —¡Argh, mucha información! —las mejillas de Lincoln sobrepasaron el color rosa que habían mantenido los últimos diez minutos y adoptaron un rojo tan intenso que parecían brillar cual metal fundido—. ¡Tengo diez hermanas, por el amor de dios! Después de esto no podré volver a mirar a la cara a ninguna.

    El comentario logró que una catarata de carcajadas sinceras saliera de la boca de Jordan, y tras los primeros segundos también de la de Lincoln.

    Luchando con su propia risa para lograr estacionar el coche frente a la casa Loud, Jordan volteó a ver a Lincoln, quien sonrojado aún se reía, y no pudo sino evitar sentir cierta nostalgia al descubrir que Lincoln seguía siendo aquel encantador niño de once años que había sido su amigo. Claro, el pobre peliblanco tenía problemas para escoger la talla de su ropa, y era flaquísimo al borde de parecer prisionero de guerra, y casi siempre actuaba como el nerd más nerd del mundo, pero realmente no tenía un rostro feo y era bastante agradable hablar con él mientras te perdías en sus profundos ojos azules y su linda sonrisa…

    —Oye… este… ¿crees que pueda pasar?

    —¿Pasar? ¡¿te refieres a entrar a mi…?!

    —Sí, digo, no pasaste a recoger a ninguna de tus hermanas y la camioneta de tu papá no está frente a la cochera así que supongo que no hay nadie en casa.

    —Tienes razón, nadie va a llegar sino hasta tarde.

    —¿Me lo enseñarías de nuevo? —preguntó Jordan sin rodeos, pero con un extraño tono inocente que sorprendió a Lincoln.

    —¿Q-quieres ver…?

    Jordan asintió, su rostro casi tan rojo como el de Lincoln.

    —Claro que quiero volver a ver eso. Pero esta vez sólo si tú estás de acuerdo. Quiero decir… a cambio te puedo mostrar mis pechos… sí es que tú quieres, obviamente. Será algo así como un intercambio… esta vez nada de amenazas, ni cámaras, ni nada … es sólo que… sólo me gustaría verlo una vez más.

    La mujer más hermosa y popular que Lincoln había conocido jamás, y que no se llamaba Leni Loud, quería ver su pene ¡y a cambió ella le mostraría sus tetas!

    Él pobre Loud no podía creer que algo así pudiese ser real… así como tampoco podía rechazar la oferta. No habían pasado ni cinco minutos y Lincoln ya estaba cerrando con seguro la puerta de su cuarto… sólo por si acaso.

    Mientras Lincoln luchaba contra su nerviosismo y el seguro de su puerta, y sufriendo otra vez algo parecido a un ataque cardiaco debido a su desbocado corazón, Jordan paseó la mirada por la habitación del albino. Confirmando al instante que él estaba obsesionado con la mierda de nerd habitual, como la saga de The Star Tree y comics de hombres hipermusculados al lado de mujeres en mallas y escote, pero también había algunos posters de bandas y películas de los que ella también se consideraba una fan.

    —Así que Smooch ¿uh? No esperaba que a ti también te gustaran las bandas del siglo pasado.

    —¿Qué...? oh, sí —Lincoln asintió, tras declararse vencedor ante el seguro de su puerta y finalmente dejando su mochila a un lado de su cama—. ¿Cómo no iban a gustarme? Si son todo un clásico.

    Jordan agarró del único escritorio del cuarto una figurita de Amazinger-Y y la examinó atentamente con la mirada como si lo que tuviese entre los dedos fuese un artefacto alienígena ¿No había visto aquel monigote antes? Ahora que lo pensaba con detenimiento, Mollie guardaba debajo de su cama muchas figuritas parecidas a esta…

    —Entonces… um… ¿cómo vamos a hacer esto? —preguntó Lincoln, muriéndose de nervios y haciendo que Jordan se olvidara momentáneamente de la mala disimulada adicción de su amiga por el género Kaiju.

    ¡Estaba a solas con Lincoln Loud en su habitación! Un escalofrió recorrió su espalda, mismo que puso una sonrisa no tan discreta en sus labios «¡MUÉRETE DE ENVIDIA JORDAN DEL PASADO!»

    —Pues supongo que yo te debo algo a ti ¿no es así? —Jordan devolvió a su lugar sobre el escritorio al robot-mata-monstruos en miniatura antes de levantar por sobre sus hombros su top amarillo y dejarlo caer al suelo, revelando así que no llevaba un sostén debajo de la prenda.

    La boca de Lincoln se abrió involuntariamente un instante después. Jordan lucía absolutamente perfecta; la piel tenuemente bronceada de sus pequeños pechos, tras tantas horas bajo el sol al lado de la piscina de su casa, al igual que el resto de su cuerpo y su vientre sutilmente torneado hicieron realidad uno de los primeros sueños húmedos del albino.

    Sintiendo la mirada de Lincoln recorrer su cuerpo de arriba abajo, Jordan llevó su mano derecha hacia su trenza francesa, levantando un poco más sus senos al hacerlo, y se peinó nerviosamente—. ¿Entonces…? ¿sólo te vas a quedar ahí paradote sin hacer nada o te quitarás los pantalones?

    Como si dios mismo le hubiese dado una orden, Lincoln empezó a luchar con la hebilla de su cinturón para desabrocharla… lo cual no se le hubiera dificultado en lo más mínimo si sus ojos y mente hubieran abandonado sólo por un segundo los pechos de Jordan para enfocarse en la tarea que debían realizar. Ella pudo haberle pedido que saltara de un puente justo en ese instante y por la expresión de su rostro era más que probable que él lo hubiera hecho sin chistar.

    Tras sacarse los tenis con una pequeña patada cada uno, Lincoln dejó caer al suelo sus jeans con todo y calzoncillos una vez más. Tan absorto estaba por Jordan semidesnuda, que ni siquiera notó que su pene ya no estaba del todo flácido.

    —Mierda…

    Y una vez más, Jordan no pudo evitar maldecir. Aquello debió de haber crecido al menos otros siete centímetros… ¡o quizá aún más! Anonadada por lo que tenía delante, tanto como Lincoln lo estaba con ella, la rubia sólo pudo exclamar en un susurro incrédulo:

    —Eres enorme…

    —Pues tu eres hermosa —Lincoln respondió, sin pensar.

    Aquellas palabras provocaron que una sonrisa intensa y un rubor más que evidente encendieran su rostro. Claro que Jordan ya había oído aquellas mismas palabras antes, y de labios de muchos muchachos, pero nunca con esa honestidad tan autentica. Eran palabras muy halagadoras viniendo de alguien que realmente las sentía, y no de un tipejo popular que sólo las decía porque quería acostarse con ella

    —Oye… ¿crees que pueda tocarlo?

    Aún con los pantalones en los tobillos, Lincoln sólo pudo asentir su aprobación antes de apresurarse, con toda la gracia de un pingüino ebrio, hacia su cama.

    Quitándose finalmente el pantalón, Lincoln se sentó sobre el colchón y sus ojos se concentraron nuevamente en los pechos de Jordan.

    Arrodillándose en la alfombra delante del colchón, justo entre las piernas del albino, Jordan intentó envolver con su puño la base de su pene soñado… ¡y descubrió que las puntas tanto de su pulgar como de su dedo anular no estaban siquiera cerca de tocarse!

    «¡Por dios, esto es increíble!» la mente de Jordan, sufriendo una sobredosis a partes iguales de deseo y adrenalina, falló completamente en darse cuenta que ya llevaba poco más de cinco minutos viendo fijamente aquel pedazo de carne que tenía enfrente. Y seguramente la situación hubiese continuado igual por tiempo indefinido si no fuese porque Lincoln habló.

    —Estoy feliz de que te esté gustando lo que vez.

    Aquellas palabras, tan inesperadas como llenas de seguridad, lograron que una gran carcajada abandonara a Jordan al tiempo que coloreaban sus mejillas hasta igualar e incluso superar en intensidad a las del albino.

    Sin embargo, la frase también logró otro efecto muy diferente a esa sensación momentánea de vergüenza; envalentonarla.

    —¿Estaría bien si juego un poco con tu verguita? —dijo Jordan sin titubear, al tiempo que hacia contacto visual.

    Aún aturdido sólo por estar a solas en su habitación con una Jordan semidesnuda, Lincoln tardó poco más de diez segundos completos en entender que ella se estaba ofreciendo para pajearlo.

    Sin esperar la obvia respuesta afirmativa por parte del albino, Jordan comenzó a mover su mano en una moción arriba-abajo por todo lo largo del pene de Lincoln. Provocando que aquello creciera aún más con cada segundo que pasaba.

    —Se está poniendo tan dura… casi como una barra de hierro… una barra forrada por delicioso cuero —exclamó Jordan maravillada—. Dime, Linky ¿Ya has estado con alguna chica?

    Sintiendo los dedos de la muchacha acariciar con pación su glande, e ignorando completamente la pregunta, la cabeza de Lincoln se desplomó sobre sus hombros antes de girar sin fuerza hasta describir un amplio medio circulo. Jordan interpretó el gesto como una negativa.

    —¡No puedo creer que soy la primera en tocar esta bestia! —rugió Jordan llena de deseo antes de que su otra mano decidiera unirse a la diversión. Los dedos de su mano izquierda comenzaron a recorrer juguetonamente el escroto de Lincoln, acariciando gentilmente sus testículos mientras que la otra mano seguía masturbándolo cada vez más rápido.

    —¿Te gusta cómo se siente, Linky? —la pregunta estaba de más, Jordan sabía por experiencia que no había chico que se resistiera a su técnica.

    Lincoln tampoco respondió a esta pregunta con palabras, sin embargo, de la punta de su pene comenzaron a brotar gruesas gotas de un líquido transparente. Jordan, siendo la ávida conocedora de falos que era, no tardó en darse cuenta antes de recoger algunas con los dedos de su mano derecha y empezó a utilizar aquella humedad extra como un lubricante improvisado para facilitar el recorrido de su mano sobre la verga de Lincoln.

    —Me gusta muchísimo tu pene —Los ojos verdes de Jordan observaban fijamente como el pene de Lincoln palpitaba tras cada recorrido que completaba su mano—. ¿Me dejarías hacer que te corras? Es que realmente me gustaría ver cómo lo haces.

    A modo de respuesta, las caderas de Lincoln comenzaron a moverse por sí mismas, como si intentaran follarse a la palma de Jordan. Tomando aquello como otra respuesta afirmativa, Jordan comenzó a mover más rápido su mano, masturbándolo con toda la técnica y experiencia que sus cinco años de exploraciones e investigación peniana le habían otorgado.

    —Ya no puedo esperar para ver cómo esta cosita enorme dispara toda su lechita —sin detener en lo más mínimo los dedos de su mano izquierda, que seguían acariciando con maestría los testículos de Lincoln, Jordan hizo que los de la derecha comenzaran a acariciar vigorosamente el glande para reunir tanto del líquido pre-seminal que empezaba a manar libremente como fuese posible—. Está bien si ya quieres correrte, Linky. Yo quiero ver cuando lo hagas.

    Sintiéndose sobrecogido por las intensas sensaciones que Jordan le estaba provocando, Lincoln no pudo evitar recargarse ya sin fuerzas en la pared a su espalda.

    —No hay nada que me excite más que ver a un chico correrse —Y en efecto, Jordan no podía ni recordad la última vez que había estado siquiera la mitad de lo excitada que estaba ahorita—. Me excita ver toda esa cosa caliente y pegajosa brotar de una verga dura y palpitante.

    Lincoln comenzó a gruñir sus gemidos, y Jordan dejó de castigar su glande para volver a bombear con su palma la totalidad del falo del albino. No llevaba ni diez segundos haciendo aquello cuando notó como los testículos de Lincoln comenzaban a calentarse y subir dentro del escroto.

    —Las tienes tan grandes… apuesto a que tienes un montón de leche dentro de estas pelotas ¿puedes sentirla? ¿toda esa lechita de hombre preparándose para salir?

    Los gruñidos-gemidos de Lincoln se convirtieron simplemente en un gesto mudo, su boca completamente abierta y sus ojos cerrados con fuerza.

    —Hazlo —la mano de Jordan se había convertido en un destello de movimiento—. Muéstrame como sale toda tu lechita. ¡Sé que quieres dármela!

    Por los siguientes segundos la respiración de Lincoln comenzó a acelerarse aún más hasta que se detuvo de improvisto. Sólo entonces fue que sucedió. Aquellos primeros momentos fueron para Jordan casi como si un volcán hiciera erupción dentro de su palma sólo que, en lugar de magma, un chorro de semen salió volando por los aires. Antes de que esa primer descarga lograra impactar contra el techo, un segundo chorro salió disparado aún con más fuerza.

    —¡Mierda! —la exclamación salió de forma involuntaria de los labios de Jordan, quien atravesando un orgasmo propio no podía apartar la mirada del pene de Lincoln. Sin detenerse ni aminorar el ritmo, ella lo siguió masturbando vigorosamente, ordeñándole casi a la fuerza todo el semen que su cuerpo podía producir. Dos chorros más de semen salieron con una fuerza similar a la de los dos primeros… antes de que todo se saliera de control.

    Jordan estaba tan absorta, absorbiendo con la mirada todos los gestos y vocalizaciones por las que Lincoln atravesaba durante su clímax, que nunca notó que el quinto chorro, ni ninguno posterior a ese, no alcanzó el techo como los cuatro previos… o al menos no lo notó hasta que esa oleada de semen impactó de lleno contra sus ojos abiertos.

    —¡MIERDA! —sintiendo un ardor como nunca había sentido en toda su vida, Jordan se puso de pie de un brinco antes de empezar a gritar histéricamente—. ¡MIERDAAAAAA!

    Sin embargo, ese intenso dolor concentrado únicamente en su ojo derecho pronto se convirtió en sólo uno más de sus problemas, pues mientras gritaba, Jordan intentó correr al baño de la casa sólo para que uno de sus pies se enredara en los pantalones abandonados de Lincoln y la hiciera caer cual costal de papa, golpeando su frente contra la puerta cerrada con seguro del pequeño armario de blancos.

    -o-

    Tan pronto como el líquido a presión entró dentro de su parpado, limpiando en cuestión de segundos todo rastro de semen, Jordan sintió un alivio casi inmediato. Tener una hermanita genio obsesionada con la química ciertamente era una gran ventaja si es que un día cualquiera tus ojos llegasen a entrar en contacto con una sustancia extraña.

    Cerrando finalmente la llave de agua de la estación lavaojos del laboratorio-dormitorio de la pequeña Lisa y tras observar su reflejo en su pequeño espejo de bolsillo, fue que Jordan descubrió que el pequeño malentendido que su frente había tenido con la puerta de Lincoln había desembocado en el nacimiento de un chichón que comenzaba a crecer entre sus ojos.

    «Supongo que esto es mi Karma por obligarlo a desvestirse en los baños de la escuela» se lamentó Jordan mentalmente mientras se tentaba su cuerno en crecimiento con uno de sus dedos, sin embargo, algo al fondo del reflejo le recordó que no estaba del todo sola dentro de la habitación de las hermanas más pequeñas de la casa Loud: Lincoln, con toalla en mano y aún sin pantalones, la observaba ya no tan tímidamente desde el marco de la puerta.

    —Jordan —dijo Lincoln en un susurró apenado—, quiero decirte que lo que pasó en mi habitación fue…

    —Mucho mejor que masturbarse solo, espero —lo interrumpió Jordan, no dejándolo disculparse por algo que no había sido su culpa y recuperando casi al instante su buen humor.

    —Pues… ¡sí! No hay forma de negar eso —Lincoln no pudo evitar sonreír como tonto, contagiándole esa misma sonrisa boba a Jordan—. Escucha… sólo quería decirte que no te guardo rencor por lo de la escuela y sí algún día quisieras retomar nuestra… quiero decir… que si tú algún día quieres que… pues yo…

    El corazón de Jordan volvió a acelerarse a mil latidos por segundo y su cerebro a trabajar sin consultarla primero, por lo que sin que ella se diera cuenta, sus pies la llevaron hasta estar a escasos treinta centímetros delante del albino ¿acaso ese era un intento de declaración? Sin embargo, ella nunca descubrió la respuesta; una cacofonía de chillidos y voces agudas que provenían de la planta baja evitaron que Lincoln siguiera hablando.

    —¿Lincoln, cariño, estas en casa? —una voz, la de la matriarca del hogar, se alzó sobre las de sus cinco hijas menores—, ¿de quién es…?

    —¡¿De quién es ese hermoso Roadster del 57?!
    —¡¿De quién es ese precioso convertible azul?!

    Interrumpieron las gemelas, hablando casi al mismo tiempo.

    —¡Mierda! —Estando tan cerca el uno del otro, Jordan fue testigo de primera mano de la forma en la que las pupilas de Lincoln se encogieron en tiempo record y la sangre abandonaba su ingle para apresurarse a colorearle el rostro—. Papá debió prestarle a Vanzilla a mamá para que pasara a recoger a mis hermanas.

    Riendo a causa de los nervios, Jordan preguntó—. ¿Tienes algo que pueda usar? Mi top quedó completamente arruinado.

    —¡Ya bajo mamá! —gritó Lincoln mientras le entregaba finalmente a Jordan la toalla que le había llevado, luego continuó en voz baja—. ¿No te molestara usar una de mis playeras?

    Moviéndose como ninjas semidesnudos e hiperactivos, ambos adolescentes salieron a toda prisa de la habitación que compartían Lisa y Lily, y volvieron al cuarto de Lincoln cerrando la puerta tras ellos.

    —Cielos… ¡sí que hicimos todo un desastre! —susurró Jordan, mientras se secaba con la toalla, al ver la mancha en el techo que el semen de Lincoln había hecho.

    —Sí… —rio Lincoln por lo bajo mientras se ponía los pantalones, sin observar realmente ninguno de los pequeños charcos de lefa que comenzaban a formarse en diferentes lugares de la habitación—, oye… uh… ¿quieres saludar a mi mamá antes de irnos?

    —No creo que tenga mucha opción justo ahorita —bromeó Jordan mientras deslizaba sobre su cabeza una playera edición limitada de Smooch sin mangas que Luna le había regalado a Lincoln antes de irse a estudiar a Juilliard—. ¿Aún tengo algo de tu melcocha en la cara?

    La poca concentración de Lincoln desapareció cuando vio a Jordan hacer un nudo en la parte baja del torso de la camisa, convirtiéndola así en ombliguera—. No, luces genial. ¡Digo!, eres hermosa… ¡Quiero decir que…!

    Toda la nerviosidad que había atacado el temple de Jordan durante los últimos minutos desapareció y fue remplazada por una sensación de satisfacción ante los cumplidos honestos y auténticos de Lincoln.

    Treinta segundos después, tan pronto como estuvieron propiamente vestidos, ambos adolescentes salieron al pasillo y bajaron la escalera, Lincoln encabezando la procesión de dos personas y Jordan pegada como una sombra detrás del albino.

    Abajo, en la sala, la matriarca de la familia y sus cuatro hijas más jóvenes esperaban al albino.

    —Cariño ¿por qué no me dijiste que tendrías visitas? —preguntó Rita tan pronto como su hijo terminó de bajar la escalera, la mujer no reparó ni un momento en la jovencita detrás del muchacho.

    —Perdona ma, fue algo de improvisto —y casi como si él también apenas se acordara que no estaba solo, Lincoln agregó—, y, por cierto; Lana, Lola, el auto que está estacionado afuera es de Jordan.

    Aquellas palabras fueron el incentivo necesario para que las cinco mujeres ahí reunidas repararan en la muchachita que permanecía escondida tras la espalda de Lincoln. Él nunca había llevado a casa a ninguna chica que no fuera también amiga de alguna de las hermanas por lo que ver el rostro de una chica nueva acompañando al albino era por mucho, superando incluso el problema de acné por el que atravesaba Lucy, la novedad más impactante en la historia reciente del hogar Loud.

    Lola, siendo por mucho la hermana que más disfrutaba de los chismes y quien los disfrutaba aún más si era ella quién los contaba primero, no perdió tiempo en quitar de en medio a su hermano mayor con un empujón y acercarse bastante a la inesperada invitada.

    —Mucho gusto, chica yo soy Lola y… oh por… uh… wow… —sólo para perder su actitud de prima donna tan pronto como tuvo a Jordan enfrente, sin embargo, ese traspié no duró—, perdona que pregunte, pero ¿Qué crema utilizas para tener una piel tan reluciente?

    Antes de que Jordan pudiera responder, la joven reina de belleza fue apartada de un codazo por otra rubia idéntica a ella, salvo por los pantalones gastados de mezclilla y las manchas de mugre en el rostro.

    —¿De cuánto es el rendimiento en carretera de ese bebé tuyo de allá afuera? —preguntó Lana, acercándose un paso más a Jordan y quedando por lo tanto aún más cerca que lo que había estado Lola—. Porque te apuesto lo que quieras que puedo mejorarlo.

    Pero Jordan tampoco pudo responder la pregunta de la fontanera, porque antes de que Lola pudiera abrir siquiera la boca para gemir su dolor desde el piso alfombrado, una pequeña niña rubia, la más joven en la casa, usó todo su peso para jalarle a Lana su única trenza hacia atrás antes de ponerle una zancadilla.

    Tan pronto como derribó a Lana sobre su hermana gemela, y usando los cuerpos de ambas rubias a modo de escalones, Lily se acercó a Jordan hasta casi rosar su rostro con el suyo.

    —Pe'o que niña tan linda —el aliento de la pequeña apestaba a azúcar—. ¿Po' qué Linky nunca nos dijo que e'a amigo de una niña tan bonita como tú?

    Jordan intentó retroceder un poco y alejarse lo suficiente de la pequeña rubia para poder responder su pregunta un poco más cómodamente, y también para recuperar algo de su espacio personal, pero tan pronto como dio un paso hacia atrás terminó chocando con otra persona. En cuanto giró la cabeza, Jordan descubrió que al caminar hacia atrás había empujado por accidente a una pequeña niña castaña de gruesos lentes de botella.

    Lisa la observaba con todo el odio y desprecio que sus nueve años eran capaces de otorgarle… y la verdad sea dicha, la pequeña lucia extremadamente tierna con su pucherito, su rostro sonrojado y tomando posesivamente la mano derecha de su hermano mayor entre las suyas.

    Jordan tampoco pudo disculparse con la pequeña científica cuando sintió una mano tomarla con firmeza del hombro.

    —Si no es mucha molestia —Rita finalmente habló, su rostro carente de toda emoción… no así su voz, que parecía estar a punto de explotar en cólera—, ¿puedo saber que hacían ustedes dos a solas en el piso de arriba?

    Paralizada por el miedo y por el rabillo del ojo, Jordan descubrió que no eran cinco las mujeres Louds que la estaban rodeando en la sala sino seis; Lucy Loud, una de las dos hermanas que ella ya conocía desde antes, estaba abrazando con fuerza el brazo izquierdo de Lincoln, su rostro una copia a calca de el de su hermanita Lisa… la gótica pelinegra no lucía tan tierna.

    Con cada nanosegundo en el que no recibía una respuesta, el rostro de Rita parecía transformarse en la mueca de una fiera sedienta de sangre, pero por suerte para Jordan, ella no estaba sola en el recibidor. Desembarazándose del agarre de sus dos hermanas menores, Lincoln volvió a pararse entre Jordan y su madre, y por consiguiente del resto de sus hermanas.

    —Mamá, sólo estábamos haciendo algo de tarea —las palabras salieron de la boca de Lincoln con tanta tranquilidad y certeza, que incluso Jordan estuvo a punto de creerlas—. Y antes de que se me olvide, chicas, mamá, ella es mi amiga Jordan Rosato, Jordan, ellas son mi familia; Lucy, Lana, Lola, Lisa, Lily y por ultimo mi madre, Rita Loud.

    Las Louds habían volteado a ver a Lincoln mientras él hablaba, pero tan pronto como acabó, la mirada de todas volvió a enfocarse en Jordan. Sabiendo que necesitaba decir algo para no quedar en ridículo con la familia del albino, Jordan respiró profundo y dejó salir su aliento en un suspiro lento un par de veces hasta que pudo volver a sonreír como hacia siempre que intentaba agradarle a alguien en la escuela.

    —Muchas gracias pequeña, tú también eres una lindura —respondió Jordan al comentario de Lily, por ser la única hermana que no estaba sollozando en el piso o que no la estaba asesinando con la mirada—, y muchas gracias por recibirme, señora Loud, Lincoln sólo estaba ayudándome con un proyecto de biología.

    Ante el comentario, Lincoln no pudo evitar que una única carcajada se escapara de sus labios.

    —Oh bueno, si ese es el caso no quiero entrometerme —ante la mirada atónita de Jordan, la expresión de Rita pasó de parecerse a las de sus hijas Lisa y Lucy a ser idéntica a la sonrisa radiante de la pequeña Lily—. ¿Quieren que les prepare algún bocadillo rápido para que coman mientras estudian?

    —De hecho —la interrumpió Jordan, su seguridad en sí misma ya regresaba por fin—, creo que ya debería irme a mi casa. Tengo que llegar para la cena o mis papás me quitarán las llaves del carro.

    —Entonces deberías partir a la brevedad —habló finalmente Lisa mientras intentaba volver a tomar la mano de Lincoln—, sería muy desafortunado que tus unidades parentales terminen escarmentándote por haber venido sin anunciarte a nuestro hogar.

    Jordan fingió no escuchar las palabras de la pequeña castaña ni la mirada agresiva que seguramente le estaba dirigiendo Lucy debajo de su abundante flequillo, en su lugar se dirigió al muchacho albino que continuaba parado a su lado.

    —¿Me llevarías a mi auto, Linky? —soltando la mano de Lisa, Lincoln recargó una de las suyas en la espalda baja de Jordan y empezó a encaminarla hacia la puerta—. Fue un placer conocerte Lily, también a usted señora Loud.

    —El placer fue mío, Jordan, vuelve las veces que quieras.

    —¡Sí! —complementó Lily, ignorando completamente los gruñidos y los lamentos en aumento de sus hermanas mayores—. Siempe seghás bienvenida aquí.

    —Perdón por eso —comenzó Lincoln tan pronto como él y Jordan estuvieron a solas en la calle—. Por cierto, gracias por ser tan amable con mi mamá y mis hermanas.

    —Nah, no fue para tanto, todas ellas son geniales… o al menos la mayoría… —Jordan respondió—. Y de nada, por eso y por la jalada de verga que te acabo de dar.

    El comentario, tan inesperado como libre de complejos, logró colorearle a Lincoln el rostro de rojo, así como que una buena carcajada saliera disparada por su boca. Jordan nunca había escuchado una risa tan magnifica como la de él.

    Sintiendo como una oportunidad para remendar el vínculo que alguna vez había compartido con su amigo de la infancia se acababa de presentar, Jordan se detuvo frente a la puerta de su coche antes de girarse para encarar a Lincoln y, aprovechando que estaban tan cerca el uno del otro, envolvió su cuello con sus brazos y acercó su rostro al de él—. Sabes, creo que en realidad eres bastante guapo.

    La risa abandonó a Lincoln al tiempo que su rostro se sonrojaba hasta alcanzar un nuevo record.

    Parándose de puntitas para acercarse aún más, Jordan le dio un beso a Lincoln en la comisura de los labios antes de agitarle juguetonamente el cabello.

    —Tal vez te vuelva a ver un día de estos en los pasillos de escuela. Cuida de esa cosita enorme hasta entonces, amigote.

    Sin esperar una respuesta, Jordan le guiñó un ojo y se metió en su coche.

    Y sólo hasta haberse alejado lo suficiente como para estar absolutamente segura que él ya no podía escucharla, fue que se atrevió a dar el grito de alegría más grande que había dado jamás.
     
    Última edición: 3 Julio 2022
    • Me gusta Me gusta x 1
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso