FanficsLandia Tesis de La Sombra

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por La Sombra, 30 Septiembre 2019.

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    La Sombra

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    Capricornio
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    22 Octubre 2018
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    Escritor
    Título:
    Tesis de La Sombra
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    Para todas las edades
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1490
    Bueno, ya que descubrí que el marrano (sí, vos, Reual Nathan Onyrian, no te hagas el pavo) publicó aquí mi tesis hace un par de años, haciéndola pública sin mi consentimiento, y aprovechando que dentro de poco debo realizar una revaloración de mi título, voy a comenzar una nueva serie de tesis, analizándolo a él y a varios otros usuarios del foro, junto con sus distintas peculiaridades.

    Y todos estaban haciendo fics fumados y yo quería hacer algo. El lore de FFL se expande, bitches.

    Tesis 1: La Caja

    La caja se encontraba en un callejón. No era un callejón feo, para nada. Estaba muy bien cuidado, limpio, e iluminado. Incluso tenía salida, y los edificios a sus lados eran sofisticados y modernos. Pero seguía siendo una caja. Una caja solitaria y vieja, que se sentaba allí, esperando que los días pasasen. Pero como el callejón a su alrededor, estaba bien cuidada. Porque esa caja no era una caja solitaria, abandonada a su suerte. Esa caja era La Caja. La Caja de Reual.

    Reual vivía en esa caja. Reual había vivido en esa Caja desde que había llegado a Fanficslandia. La había encontrado apenas obtuvo la ciudadanía, y como era pobre, decidió quedarse allí. Era espaciosa, a pesar de su aspecto tan pequeño, y acogedora también. Tenía espacio para él, y para su Sombra. No le hacía falta nada más. Tampoco ahora le hacía falta. Seguía viviendo él solo con su Sombra.

    La Caja primero se encontraba en el Barrio Pokémon. Allí fue en donde la descubrió por primera vez, y fue amor a primera vista. Reual adoptó la Caja, y la Caja lo adoptó a él. El muchacho, en ese tiempo, no pasaba mucho tiempo en la Caja, sin embargo. Las primeras semanas las pasó pegado frente al tablón de anuncios, esperando que alguien viniera y leyera su historia. Comprendió prontamente que nada ocurriría si se quedaba sentado allí, así que se puso manos a la obra, y comenzó a recorrer el barrio. La Caja siempre estuvo ahí, esperándolo.

    En un momento, un viento muy fuerte sopló, y Reual se refugió en la Caja. Sin embargo, el viento se convirtió en vendaval y luego en huracán, y se llevó la Caja y a Reual lejos de allí, levantándola por los aires. Por fortuna o por desgracia de los que allí vivían, el viento terminó depositando la Caja en el callejón en el cual ahora se encuentra. En el Barrio Rolero.

    Reual ya había visitado anteriormente el Barrio Rolero, pero nunca se había planteado quedarse allí de forma indefinida. Ahora su hogar había volado hasta allí, así que ese era su nuevo lugar. El viento lo había decidido, y Reual sabía escuchar al viento. La mayor parte le llenaba la oreja y los ojos de mugre, pero otras veces, le traía buenas sorpresas.

    Reual comenzó a audicionar (o al menos, a intentar) para entrar en varias de las obras que allí se encontraban rodando en ese momento. Lamentablemente, todas se encontraban ocupadas, otras abandonadas, y algunas ya tenían todos los cupos cerrados. Y él siempre volvía a intentarlo, para volver a fallar, y volver siempre a su Caja, que lo esperaba de forma diligente todas las noches, y lo acogía, a pesar de su fracaso.

    De a poco, Reual se fue haciendo conocido. Ya había anteriormente logrado ciertos contactos, al entrar en la casa de una usuaria por la ventana, y rompiendo el techo de otra al caer del cielo, pero de a poco, iba afianzando esas relaciones, e iba formando lo que él llamaba “amistades”. Y la Caja siempre estuvo ahí, acompañándolo, y Reual siempre estuvo con la Caja. Su Sombra también siempre estuvo allí, solo que al ser Sombra, pasaba mucho más desapercibida. Le gustaba eso. Pero vamos a hablar de la Sombra luego. Ahora estamos hablando de la Caja.

    Al volverse más conocido, Reual empezó a recibir visitas. Las visitas iban, y dejaban mensajes en su Caja, o tocaban suavemente la tapa, y Reual salía a recibirlos. Se solían sentar fuera de la Caja, y charlaban allí. Cada tanto, si hacía falta, Reual entraba en la Caja y buscaba bocadillos, imágenes, música, o cualquier otra cosa que quisiera mostrarle a su visitante. La gente no entraba a la Caja. Pero no era porque no querían entrar, porque Reual no los invitaba. No, no entraban porque no veían la Caja como era verdaderamente. Porque la Caja no se los permitía.

    Ellos solo ven como Reual mete un pie en la Caja, luego el otro, y baja como si de una escalera se tratase. No saben qué ocurre allí dentro, y cada vez que se acercan a curiosear, tan solo pueden ver eso, una caja vacía. No pueden ver la Caja. Tan solo ven una caja. Luego Reual sale con lo que fuera que había ido a buscar, y la reunión entre los usuarios continúa.

    Reual suele disculparse con los usuarios porque no pueden entrar a la Caja (él se rehúsa a llamarla “su” Caja; sabe que es un ser independiente), diciéndoles que no es cosa suya, sino que la Caja no los aceptó aún. Pero con tiempo, seguro que podrán ganarse su favor y contemplar los interiores de la Caja.

    Tan solo un par de usuarios selectos han podido entrar a la Caja. Son aquellos en los que la Caja siente que son especiales, y que capta las vibraciones que el corazón de Reual transmite cuando ellos aparecen frente a la Caja. Entonces, la Caja, antes de que Reual pueda hacer nada, ni salir a recibirlos, abre sus puertas para que estas personas entren. Tan solo esos dichosos han podido ver dentro de la Caja.

    Pero incluso ahí no se acaban los misterios. Porque la Caja no es una caja normal, obviamente. Si no que posee conciencia, y tiene el poder de cambiar su interior para mejor adecuarse a quienes están allí. Ningún usuario, aparte de Reual, conoce todos los pasadizos, pasillos y habitaciones que la Caja tiene dentro suyo. Este incluso sospecha que hay secretos que la Caja todavía no le ha revelado.

    Para cada persona que entra, el interior de la Caja cambia, y nunca es el mismo. A veces, muestra una enorme habitación de juegos, con bocadillos y bebidas para relajarse. En otras ocasiones, solo muestra un pequeño taller, con materiales de escritura y dibujo, y todo lo necesario para hacer una lluvia de ideas. Incluso a veces ha mostrado una playa o una montaña, o cientos de cuartos conectados entre sí como un laberinto. La Caja escucha, y la Caja muestra lo que quienes la habitan quieren ver.

    Uno puede perderse dentro de la Caja, incluso Reual se ha perdido, pero la Caja siempre se asegura que lleguen hacia lo que están buscando, sea esta la salida, la entrada, o un cuarto en especial. O incluso, puede hacer que dos usuarios se encuentren, si eso es lo que ambos usuarios quieren. Pero eso nunca pasó. Al menos, en el tiempo en el cual Reual vivió en la Caja. Y cabe destacar que no le faltó voluntad algunas veces. Pero la Caja sabe mejor. La Caja cuida a quien vive en ella. Y ellos, a cambio, cuidan a la Caja.

    La Caja necesita de que alguien viva en ella, y que la proteja. Es una relación simbiótica, ya que la mayor defensa de la Caja es, bueno, parecerse a una caja. Si bien puede ser efectiva para el transeúnte común, no lo es contra animales callejeros o usuarios que activamente están buscando una caja. Ahí entra a escena el huésped de la Caja. El huésped se ocupa de que no muevan a la Caja, ni se la lleven, ni orinen o duerman sobre ella. Es un trabajo arduo, y Reual suele tener poco tiempo entre sus otras obligaciones como actor y director de algunas obras, y como huésped de la Caja, para dedicarse a sí mismo. A veces, incluso se olvida de sus tareas en los distintos roles y actividades, y dedica su tiempo exclusivamente a la Caja.

    La Caja, a pesar de que disfruta de tal atención, tampoco quiere esto. Porque no es beneficioso para ella. Ya que si Reual no cumple sus otras obligaciones, puede quedar pobre y desempleado. Y si queda pobre y desempleado, nadie más lo visitará. Y la Caja disfruta de las visitas de los demás, a pesar de que no los deje entrar. Además, Reual tal vez se desnutra y se muera si está pobre y desempleado, y entonces ya no tendrá un huésped que la proteja. Hay que aclarar que la Caja es medio fatalista a veces.

    Es por eso que la Caja incita a que Reual salga y cumpla sus otras obligaciones, y se relacione con otros usuarios. Así ambos se benefician, y la Caja se encuentra feliz. Y créeme, no quieres que la Caja se ponga triste.
     
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