Tentados (SessxRin)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Asurama, 14 Septiembre 2010.

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    Asurama

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    Tentados (SessxRin)
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    Tentados (SessxRin)

    ¿Alguna vez escucharon esa de que “el pez por la boca muere”?
    Aún a sabiendas de que, a pesar de que amo el romance, éste no es precisamente mi género preferido de escritura, de que me caen mal las historias empalagosas poco veraces, de que detesto las Mary Sues y de que algunos usuarios me subestima(ba)n en cuanto a este tipo de escritura…
    …Me tiro al pozo con una historia muy rara que soñé.
    Se aceptan desde palos a tomates.

    Tentados

    Capítulo 1

    Bajó por las escaleras de pulida madera y se sentó a la larga mesa. El magnífico almuerzo estaba servido. Posó sus ojos dorados en el viejo reloj que estaba frente a él, en la pared. Era el mediodía y nuevamente estaba solo. Sus padres, se hallaban trabajando, en viaje de negocios y su hermano menor estaba en un programa de intercambio en Londres.
    Una de las sirvientes caminó hacia él, destapó una botella de vino añejo y le sirvió una medida en una copa de cristal. Él miró a la mujer de manera altiva, con movimientos lentos, tomó la copa y jugó con ella durante un rato, mirando los reflejos rojizos del vino antes de llevar el borde de la copa delicadamente hacia sus labios.
    El silencio era un tanto incómodo, pero él parecía disfrutarlo. Solo se escuchaba el tictac del reloj y las respiraciones de los presentes.
    La joven muchacha se sintió incómoda. Él le gustaba, era elegante, delicado y detallista. Incluso para el almuerzo se vestía formalmente, con perfectas camisas blancas y, a veces, con un traje. Su ropa le hacía lucir más hermoso de lo que ya era y sus delicados movimientos lo hacían ver sensual, aún en el simple acto de beber de una copa de vino.

    Después de unos segundos que parecieron eternos, él volvió a dejar la copa en la mesa.
    —Es bueno —se limitó a decir con suavidad.

    Ella no pudo evitar esbozar la sonrisa.
    —Me alegro de que le guste. ¿Necesita algo más, señor?

    —No —murmuró—, puedes retirarte.

    Luego de una respetuosa inclinación de cabeza, ella dio la media vuelta y se retiró hacia la cocina.
    Los demás sirvientes se pusieron a revolotear alrededor de él, en especial las mujeres.
    Él tan solo levantó la vista y los observó en silencio, con un gesto que a ellos les recordó en seguida que él prefería almorzar en soledad.
    Cuando lo dejaron, él se dispuso a probar la comida.

    Una mujer bien vestida, con un largo y ondulado cabello negro recogido y ojos rojizos, apareció en la puerta y caminó hacia él. El sonido de sus tacones hizo eco en el silencio. Se sentó a un lado de la mesa y él levantó la vista.

    —Llegas cinco minutos tarde, Kagura —le recriminó.

    Una sonrisa se dibujó en sus rojos labios.
    —Siempre tan puntual, joven Sesshoumaru.

    —El tiempo es oro y no debe ser desperdiciado —arguyó él con la solemnidad que le caracterizaba.

    —Exactamente —afirmó ella—. Por eso, sus padres han solicitado nuevos empleados para uno de los hoteles de su cadena, el que se encuentra en esta ciudad. Hay un mínimo de ochenta empleados nuevos, entre el personal de limpieza, los encargados de la cocina, los encargados de la atención al cliente y, por supuesto, el personal administrativo. Espero sean de mucha ayuda.

    Él ayudó a pasar la comida con otro trago de vino y asintió.
    —Espero sean más eficientes que el anterior cupo. Le ocasionaron pérdidas económicas a la familia y afectaron a la reputación de la cadena. Perdieron clientes, todos se quejaban de ellos.

    —Fue una pena echar a tantas personas.

    Él levantó una ceja.
    —¿Una pena? Fue un acto inteligente. Por poco y nos arruinan.

    Ella suspiró.
    —Son unos malagradecidos, incapaces de aprovechar la generosidad de sus padres, joven Sesshoumaru.

    —Tal vez, mis padres deberían volverse un poco más rígidos y no ser tan “generosos”.

    Ella sonrió. A él no le gustaba que lo contradijeran.

    Kagura prácticamente había crecido en esa enorme mansión, pero no había conseguido entablar más que una amistad con el hijo de la familia. Su trabajo era, teóricamente, sencillo: debía servirle de compañía a Sesshoumaru, platicarle y mantenerlo informado. Aún así, él era muy difícil de complacer y se comportaba un tanto indiferente con el personal de la Casa, distante, altivo, orgulloso. Él era todo un príncipe. Y ella no era muy importante.
    Él, a veces, parecía ser el centro de su propio mundo.

    Más que por las irregularidades administrativas, sus padres habían optado por echar a todos debido a la misma presión de Sesshoumaru. Él tenía la costumbre, bastante bien solapada, de acosar a las empleadas cuando las encontraba solas. Si alguna no le prestaba atención o se le resistía, era capaz de inventarles cualquier cosa y hacer un escándalo para que las echaran. La última vez, había adulterado las cifras de varios recibos, haciendo parecer que sus padres habían sido estafados. Incluso llegó a esconder una importante cantidad de dinero para hacerlo más creíble. Era un error de su padre haberle dejado una comisión de los hoteles. Él era muy inteligente, aparentemente correcto y, además, muy consentido, por lo que nadie jamás sospechaba de él y siempre obtenía lo que quería.

    Si hubiera querido, hubiera podido vivir en el libertinaje, parasitando la cuenta bancaria de sus padres y nadie lo hubiera notado, ni siquiera las personas más cercanas a él.
    Él siempre conservaba un semblante impasible, por lo que no le costaba mentir y ser creído por los demás. Si él decía que era inocente, era inocente, sin importar qué tipo de pruebas pudieran presentar las empleadas acosadas.

    Por suerte, la mayoría de ellas no oponía resistencia. Él les resultaba atractivo en todos los sentidos, en especial a aquellas con un cociente intelectual por debajo de la media, capaces de ceder ante un soborno o un chantaje cuales esclavas. Y él disfrutaba de esa fantasía, porque se sentía “fuerte”.

    De todos modos, la mayoría de los empleados le tenían miedo y respeto, así que, si veían algo, fingían ser ignorantes, por lo cual él gozaba de total impunidad. Algunos —la minoría— lo odiaban secretamente, pero quejarse era inútil y hasta contraproducente.

    Sesshoumaru, el rey en esa casa y en esa empresa en ausencia de sus padres…

    —Joven Sesshoumaru ¿Irá a recibir a sus padres en el aeropuerto mañana en la tarde?

    —Por supuesto ¿Gozaré de tu compañía?

    Kagura le sonrió.
    —¿Duda acaso de ello?


    El día siguiente pasó sin novedad alguna y él recibió vía e-mail los datos de todos los nuevos empleados. Eran todos personas normales, sin nada en especial, pero quien llamó su atención fue la más joven de la lista. Se preguntó si un empleado de tan solo trece años era lo suficientemente eficiente como para cumplir con las exigencias de los contratos expedidos por su padre. Tal vez se cansara pronto y se fuera. No valía la pena siquiera intentarlo.

    Aún así, la curiosidad que el joven sentía era muy fuerte. Imprimió los datos y los guardó en un cuaderno de notas que siempre llevaba consigo. También, contó el dinero que había robado a sus padres en el último de sus engaños. Lo necesitaría… de seguro, ella provenía de una familia pobre ¿Qué otra razón podría tener una persona de esa edad para trabajar para sus padres?

    Aquella tarde, fue al aeropuerto y miró cómo el avión descendía por la pista, trayendo a sus padres en primera clase. Lo último que deseaba era verlos regresar, ya que solo en su ausencia podía hacer de las reglas lo que él quisiera. Aún así, cuando los vio, los recibió de manera cálida… o lo que era cálido para él, siempre tan indiferente y altivo, incluso con los miembros de su familia.
    Cuando subieron al auto, sus padres le preguntaron por novedades durante su ausencia. No había nada en especial para contar. Sus padres, en cambio, sí le hablaron de los negocios hechos durante el viaje y las últimas inversiones que él, por supuesto, conocía por adelantado, gracias a que Kagura era una buena informante.

    Mientras trabajaba en su propia oficina, tarde esa noche, Sesshoumaru se dio cuenta de que estaba lleno de expectativas. Miró hacia las luces de la calle y los coches a través de su ventana y se preguntó qué traería en nuevo día y cómo serían los nuevos empleados.

    Las cosas siempre le gustaban de antemano, incluso antes de poder conocerlas. Eso incluía, claro está, a las empleadas de sus padres.



    Ella despertó temprano aquella mañana, incluso antes de la salida del sol, vistió las elegantes ropas en las que había gastado sus últimos ahorros, salió de la precaria pensión que rentaba en un barrio bajo y caminó con paso rápido a la primera parada de autobús que había desde allí. Lo último que quería era llegar tarde a su primer día de trabajo y dar una mala impresión. En el camino, se arregló el cabello lo mejor que podía y se pasó un buen rato alisándose la ropa. Se trataba solo de un uniforme azul para empleados de limpieza. Así y todo, era lo más elegante que había llevado en mucho tiempo.

    El poco dinero que recibía de sus cortos trabajos de medio tiempo, lo gastaba en lucir bien para su jefe de turno. No conseguía trabajo estable debido a que, por razón desconocida o tal vez por prejuicio, sus jefes no confiaban en ella. Algunos le pagaban menos de lo acordado, trabajaba en negro y no tenía indemnización. De todos modos, no podía contratar un abogado que la defendiera, porque terminaría empeñando su vida, presa de deudas inútiles.
    Aún para su edad, era pequeña pálida y frágil porque comía y dormía poco y trabajaba más de la cuenta en un intento de no morirse de hambre.

    No conocía a su padre y su madre había muerto varios años atrás. Desde entonces, había tenido que confiarse a la suerte para sobrevivir, aunque la suerte, hasta el día de la fecha, nunca le había sonreído. La zona en la que vivía era muy peligrosa: los robos, asesinatos y otros crímenes eran frecuentes y había muchos borrachos y drogadictos dando vueltas. También era común el cobro de peajes. El problema de esa zona no era entrar, sino salir. Y tenía que salir cuanto antes.

    Por eso, cuando vio aquel anuncio de requerimiento de empleados en un lujoso hotel, no dudó ni un instante para llamar y pedir trabajo. No le importaron las muchas exigencias ni el hecho de vivir lejos e hizo todo lo posible para construir una buena imagen a pesar de su edad y condición social. Lo logró. Milagro. Antes de eso, empezaba a creer que Dios no existía.
    Por supuesto, ella no tenía modo de saber que la razón por la que había sido tan rápidamente aceptada, era porque su linda carita morena de ojos pardos le había gustado al hijo del gerente. De haberlo sabido, seguramente habría dado un paso atrás.

    Entró a aquel despacho con la misma valentía y seguridad con la que había llegado una semana atrás. En seguida, la enviaron con la mujer que regenteaba a todos los empleados encargados del aseo y allí, le indicaron cuales serían sus obligaciones. Ella ya estaba acostumbrada al “tráfico de esclavos”, así que no se asustó con las muchas exigencias y empezó en seguida. Lo primero que debía hacer era limpiar y sacarle brillo a los pisos en los pasillos y también a las escaleras.
    Por ser el primer día, estaba entusiasmada y se puso en marcha ni bien recibió todas las indicaciones, dispuesta a cumplirlas al pie de la letra. En varias oportunidades se cruzó con otros empleados nuevos, que parecían tan confundidos y perdidos como ella, pero a cada rato requerían su presencia para nuevos trabajos, por lo que no pudo entablar conversación con ninguno de ellos. Tan solo intercambiaba pequeños saludos y cálidas sonrisas. Sin importar el tipo de situación por la que atravesara, aquella dulce y brillante sonrisa nunca abandonaba su rostro.

    El día transcurrió sin novedades, pero el verdadero trabajo comenzó en la tarde. En aquel hotel había una sala de conferencias, que era utilizada varias veces a la semana por diferentes profesionales para impartir charlas de todo tipo. Había también un enorme salón utilizado para fiestas. Ese día, tocaba preparar en salón de conferencia.

    Era común que la información se filtrara y corriera de manera no oficial por los pasillos. Fue así como Rin se enteró de que la persona que daría la charla era el dueño de la cadena hotelera. Le entró curiosidad, puesto que no conocía a los dueños. Ella tan solo se había entrevistado con otros miembros del personal.

    Mientras continuaba con las labores de la tarde, le gustó imaginarse cómo sería el respetable hombre. Se lo imaginó de mil formas distintas, pero ninguna se asemejaba a la realidad. Por ello, cuando el hombre pasó a su lado, ella no lo reconoció y lo confundió con otra de las personas invitadas al evento. Lo saludó con una respetuosa inclinación de cabeza, pero estaba lejos de imaginar quién era. Del mismo modo, saludó a la esposa y al hijo… pero no comprendió la extraña mirada que dedicó éste último.


    Aunque a veces, era un poco distraída, sin duda notó que ellos pertenecían a la misma familia. Se parecían mucho en el color de la tez, la forma del rostro, el modo de moverse e, incluso, el modo de hablar. Sin duda, aquel hombre y su hijo tenían ambos una belleza poco común. No pudo evitar que sus ojos, en contra de su voluntad, se posaran en ese blanco rostro.

    —¿Qué miras? —preguntó contrariado el muchacho.

    Ella, dándose cuenta de la falta de respeto, en seguida clavó la vista en el piso.
    —Lo… lo siento mucho.

    —Ustedes solo son empleados, no deberían estar aquí.

    Ella no podía explicarle que la habían enviado allí por un encargo y que sólo por casualidad se había cruzado con ellos, así que volvió a hacerle una reverencia, se disculpó una vez más y volvió sobre sus pasos, muy avergonzada, diciéndose a sí misma que era una tonta descuidada.

    El muchacho, sin embargo, se quedó parado junto a la puerta de cristal, viendo cómo ella se marchaba a paso rápido y gracioso, como si intentara ocultarse por vergüenza. Llevaba el uniforme de los empleaos y lucía muy cansada pero, sin dudas, reconoció a la jovencita de la fotografía que había ocultado. Era más bonita en persona. Tenía un liso cabello negro que, bajo las luces, relucía con reflejos rojos y unos bonitos ojos rasgados. Tenía el rostro redondeado, con cierto deje infantil y sus mejillas parecían lucir siempre un tenue rubor. O tal vez, de verdad se había avergonzado.

    El corazón le dio un vuelco, no supo por qué. Era como si guardarla en su memoria alterara todos sus sentidos.

    —Así que esa es Rin —murmuró para sí.

    Su padre lo llamó para que se diera prisa. La conferencia estaba pronta a iniciar, él asintió y entró al salón, mirando por última vez hacia la esquina del largo pasillo por donde se había perdido Rin, ya tendría tiempo de hablar con ella.
    No entendía por qué, pero ella le causaba una gran curiosidad. Junto a los demás empleados, ella lucía realmente diferente. Deseaba averiguar pronto la razón y él no estaba acostumbrado a que lo hicieran esperar.
     
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    sangura

    sangura Entusiasta

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    Re: Tentados (SessxRin)

    ooooooooooooooooooooooooooooooo O_O me gusto mucho, ese Sesshy que onda de acosador mj....
    oie y cuantos años se supone que tiene Sesshy???
    No crees que 13 esta muy chiquita, a poco empresas asi los contratan allá >:( estan muy chiquitos.
    Aun asi me guto.
    Nos leemos luego, Sayo
     
  3.  
    Pan-chan

    Pan-chan Fanático

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    Re: Tentados (SessxRin)

    disculpa lo que voy a gritar pero: KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! xD no puedo creer que hayas publicado algo asi jajaja!! es como tu lista de historias sessxrin que enumeraste en tu blog ^^

    Me gusta ese ligero toque acosador que le diste a Sesshomaru, lo hace ver mas sexy que de costumbre, me sorprendio un poco la corta edad de Rin pero no importa *o* tu historia tiene un genial comienzo, creo que me la lei en dos segundos, es fácil imaginarse cada escena ya que tus descripciones son bastante precisas....en fin ¿Que mas puedo decir? creo que te amo (no lo tomes a mal xD lo digo con cariño) el SessxRin es algo que siempre me ha gustado y que afortunadamente tu manejas muy bien.

    Espero que no se te haga muy dificil continuar varios fics a la vez, pero definitivamente tendras que seguir este XD es una orden/suplica/petición/promesa o como quieras verlo :)
     
  4.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

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    Re: Tentados (SessxRin)

    Capítulo 2

    Rin, aún algo confundida y avergonzada, se escabulló hacia la cocina que usaba el personal del hotel, buscó un vaso de plástico y se sirvió un poco de agua, con el pulso tembloroso ¿Qué le pasaba? Nunca alguien la había puesto tan nerviosa. Esa mirada dorada era la más extraña que había visto en su vida, y no solo por el color. Por un momento, le había dado la impresión de que ese muchacho la conocía de algún lugar, pero era imposible que se hubieran visto jamás. Él evidentemente pertenecía a una clase alta y ella, al poblacho.

    Sacudió la cabeza, intentando quitarse unos extraños y confusos pensamientos que comenzaban a invadirla. Solo era un muchacho, no tenía nada de especial.

    De pronto, la puerta de la cocina se abrió y ella, tan metida en sus pensamientos, se sobresaltó.
    —Lo siento, no quería asustarte, no sabía que había alguien aquí —se disculpó la mujer que acababa de entrar.

    En realidad, tenía tan solo algunos años más que ella, llevaba su liso cabello castaño recogido, tenía un uniforme más elegante que el suyo y además, estaba maquillada. No tenía la apariencia de un empleado que acababa de ingresar.
    —Eres de los nuevos ¿verdad? —indagó la muchacha.

    Rin tardó en captar la idea, pero la saludó con una pequeña inclinación de cabeza.
    —Morimoto Rin, he ingresado hoy.

    —¿Fue un día duro, eh? Disculpa, no m e he presentado, soy Takegami Sango. Puedes llamarme Sango si gustas.

    —Eres muy amable. Y sí, ha sido un día duro, pero estoy acostumbrada —bajó la vista con modestia.

    —¿Trabajabas en algún otro lugar?

    —Tenía antes un empleo en otra ciudad más pequeña, pero el dueño tuvo que reducir el personal y yo fui una de las tantas afectadas.

    —Ya veo, eres muy joven comparada con los demás.

    —No tengo familia, así que he de arreglármelas sola.

    —¿Y no tienes responsable?

    Rin negó con la cabeza.

    —Oh, vaya —Sango estaba confundida y no sabía qué decirle, no tardó en entender la precaria situación de la muchacha y quería ayudarla en lo que fuera, pero tampoco quería hacerla sentirse mal—. Puedes llamarme para cualquier cosa que necesites, también puedo darte buenos consejos. Espero te sientas a gusto aquí.

    —Muchas gracias, Sango-san, todos han sido muy amables.

    —Entre los miembros del personal nos gusta tratarnos como si fuéramos una familia grande.

    —Me alegra oír eso, Sango-san.

    Rin prácticamente a esas alturas había perdido la noción de lo que era una familia, si es que alguna vez había tenido alguna. También había tratado de no apegarse a nadie por miedo a sufrir. Era común que la llamaran “niña huérfana, muerta de hambre y resentida”, para ella era común el maltrato, así que encontrarse con alguien amable la sorprendía tanto como la hacía dudar. Es que, detrás de ese rostro amigable y sonriente, podría haber una víbora dispuesta a saltarle encima. No le gustaba ver a los demás de esa manera, pero se había criado en la desconfianza. Era un mecanismo de defensa.
    De todos modos, no terminaba de entender por qué se había atrevido a tomarse tanta confianza con esa extraña, como para contarle que no tenía familia. Era el precio de hablar mucho y no poder callar en el momento adecuado. Ahora, se mordía la lengua y se preguntaba cómo la estaría viendo realmente aquella muchacha.

    Sango, por su parte, también miró durante un buen rato a aquella jovencita, como intentando averiguar qué pensaba, qué ocultaba en su interior. Parecía una niña alegre, enérgica y divertida. También era evidente que le gustaba hablar y que no le agradaba que la consideraran débil. Sango había notado en seguida que a Rin le había incomodado tener que hablar de su condición, tal vez la vida y las personas no habían sido muy amables con ella.

    —¿Hace cuánto tiempo trabajas aquí? —se atrevió a preguntar Rin.

    —Pronto hará un año y medio desde que trabajo como recepcionista, pero comencé como tú. Los empleados no suelen durar mucho, debido a que los jefes son en verdad muy exigentes.

    —¿Jefes?

    —El señor Inu no Taishou. Es el que va a dar la conferencia justo ahora.

    Rin negó con la cabeza.
    —No lo conozco.

    —Pero si acabas de cruzarte con él en la puerta del salón, te vi.

    —¿Eh?

    —Sí, el hombre moreno de cabello plateado.

    Rin se congeló. ¿Entonces el muchacho que la había mirado era nada más y nada menos que el hijo del dueño? ¿Sería así?

    —¿Te sientes bien? —le preguntó Sango, poniéndole una mano en la frente— ¿No tienes fiebre? Tu rostro se ha enrojecido.

    Ella, sorprendida, se dio la vuelta y ocultó el rostro. So tonta, so distraída, y encima con el dueño y la familia de éste, quería morirse de vergüenza, quería que la tragara la tierra, allí mismo frente a Sango. Tal vez, lo mejor era no salir de la cocina en las siguientes horas, así evitaría volver a cruzarse con la importante familia.

    —Deben pensar que soy una maleducada, espero que el señor no me eche.

    —No, no —le aclaró Sango—. El señor es muy amable. Los complicados son su esposa y su hijo mayor.

    —¿Su hijo mayor? ¿De casualidad era el que le acompañaba hoy?

    —Sí, sí. El joven Sesshoumaru.

    —Sesshoumaru —murmuró su nombre, era tan raro.

    —No entiendo qué tienen que ver la señora y el joven.

    Sango trató de ocultar una mueca y se mordió la lengua. Le parecía que no había razón para amargarle la vida a esa jovencita, no parecía necesario advertirle sobre las reprochables costumbres del joven Sesshoumaru y las consecuencias de ignorarlo. Después de todo, Rin era solo una niña. El joven no sería tan depravado como para meterse con una niña ¿o sí?

    —Toda la familia se encarga de la administración. El joven es muy quisquilloso, en lo posible, mantente lejos de él y evítalo, así no tendrás problemas.

    Rin no terminaba de comprender.
    —¿Por qué habría de tener problemas?

    Sango volvió a morderse la lengua. Había dicho algo que no debía. ¿Y ahora, cómo lo arreglaba?
    —El joven no es muy agradable en el trato, si no le gusta la cara del empleado, puede convencer a sus padres de que lo echen —Sango soltó un largo suspiro de indignación, pero a la jovencita, le parecí que se trataba de una simple resignación—. Hace un tiempo echaron a una de mis compañeras acusándola de una estafa.

    —Eso es horrible.

    —No, Rin-chan, no conviene protestar.

    —Pero el señor tiene que saber que…

    —Para el señor, la palabra de su hijo es sagrada, no escucha ningún argumento que vaya en contra de su hijo. Quejarse no sirve, lo hemos intentado y las consecuencias no fueron nada…

    La puerta de la cocina volvió a abrirse en ese momento y ambas se sobresaltaron.
    —Perdón, ¿las asusté? —inquirió un muchacho de cabello castaño, que llevaba el mismo uniforme de Rin.

    —Rin, él es mi hermano Kohaku —le presentó Sango—, entró a trabajar hace unos días también. Kohaku, ella es Rin.

    Kohaku la saludó.
    —La vi en la mañana, pero no tuve tiempo de saludarla como es debido —le sonrió con picardía—. Vi que te cruzaste en la puerta con la familia del señor.

    Rin volvió a sorprenderse ¿Acaso medio mundo la había visto? Sentía que se hacía más pequeña a cada segundo.

    Sango miró a su hermano con complicidad y le expresó con disimuladas señas que ya le había advertido a Rin del “problema” con el joven Sesshoumaru. Kohaku asintió y se tomó una pastilla con un vaso de agua, antes de despedirse y volver a dejarlas solas.

    —Es simpático tu hermano.

    —Te hará reír mucho.

    Ambas hablaron por un rato de cosas irrelevantes y Rin prácticamente había olvidado el tema de la familia Taisho que le había causado tanta vergüenza al principio. La amena conversación con Sango hacía parecer cualquier momento anterior como un simple sueño. Conforme pasaron los minutos, Rin comenzó a ver un poco diferente a la chica. No parecía fingir, realmente lucía como una buena persona y reía todo el tiempo, tratando de hacerla sentirse cómoda. Tal vez, fuera realmente confiable.

    Finalmente, llegó el momento en que ambas debieron regresar a sus tareas, pero quedaron de verse al día siguiente durante el almuerzo, para charlar un rato. Sango y Kohaku solían frecuentar, cuando sus horarios coincidían, un local de comida rápida que estaba a solo unas cuadras del gigantesco hotel. Al ser empleados, no podían consumir las cosas del hotel, puesto que el precio equivalente era descontado de su sueldo. Y los productos comprados en ese hotel no eran nada baratos.

    Cuando el horario de trabajo de Rin acabó, la conferencia en el salón aún continuaba. Ella salió por la puerta trasera del edificio, como correspondía a todos los empleados.

    Mientras caminaba a paso rápido para así alcanzar el transporte público, recordó repentinamente el hijo de la familia Taisho. Se llamaba Sesshoumaru ¿verdad? Recordó su apariencia inusual y elegante y la extraña mirada que no descifraba todavía. También recordó las palabras que Sango le había dicho sobre él, pero no conseguía descifrarlas. Lo único que llegaba a entender era que se trataba de un muchacho caprichoso a pesar de su edad y que eso no debía afectarle en lo más mínimo a ella.

    El viaje a casa lo hizo en silencio, tratando de calcular mentalmente cuánto dinero conseguiría ganar con su nuevo trabajo, sin embargo, no le era una tarea sencilla, puesto que hacía mucho tiempo desde que no iba a la escuela. Además, sus trabajos nunca estaban en las cajas de los supermercados —en verdad, no le tenían confianza—, sino solamente limpiando los pasillos o acomodando productos.
    Ahora que lo pensaba bien, era la primera vez que trabajaba en un lugar tan lujoso e interesante como era aquel hotel de cinco estrellas. Durante el día, solo había tenido la oportunidad de ver los pasillos que debía limpiar, pero con solo eso ya se había impresionado. Había largas y blancas escaleras de mármol pulido, paredes blancas decoradas con hermosas pinturas, que parecían fotografías, jarrones de hermosos diseños en las esquinas, arañas de cristal de hermosas formas, que brillaban como trozos de arcoíris, lámparas de luces cálidas y acogedoras, puertas de hermosas maderas brillantes y columnas blancas trabajadas. Desde un principio había creído que estaba entrando en un palacio de diseño moderno. Era como un sueño, aún estaba esperando despertar en su cama.

    Se había enterado de que ese hotel era tan solo uno de muchos, perteneciente a una cadena renombrada. Trató de imaginar cuánto dinero debería correr a diario para mantenerlos y cuánto debían de haber invertido para construirlos. Y por supuesto, cuánto dinero producían. Era obvio que la familia Taishou era rica. RICA, con mayúsculas. Si así eran los hoteles, ¿entonces cómo sería la casa de los dueños?

    —De seguro deben vivir en un palacio —concluyó mientras aún intentaba imaginarse los lugares y las personas que esa familia frecuentarían—. Olvídalo, tú jamás podrás disfrutar de algo así, ni en sueños —se reprochó a sí misma.

    Llegó a su casa, abrió la puerta y encendió la luz. El departamento era pequeño, pero ella lo tenía limpio y cuidadosamente ordenado. Se quitó su uniforme de trabajo, lo dobló cuidadosamente y lo colocó en la parte de arriba del armario para poder usarlo al día siguiente. Se colocó una ropa de entrecasa, sencilla, vieja y algo gastada, pues la había usado muchas veces en su intento de no desperdiciar nada de dinero. No tenía mucho para comer, tan solo un poco de pan duro y algo de arroz que una vecina le había convidado.
    Partió el pan a la mitad y la comió, la otra mitad la puso en un recipiente transparente que estaba junto al futon.

    —Hola, Jaken —saludó animada.

    Jaken era una pequeña rana verde brillante, que vivía en aquel recipiente y que ella había encontrado en la calle un día de lluvia. El animalito era dócil y comía lo que fuera que ella de diera. A veces, ella lo acariciaba —le gustaba, la ranita era suave y pegajosa— y se quedaba un rato hablándole, mientras se figuraba como que Jaken le contestaba. La ranita hacía que sintiera que no se hallaba tan sola ni tan desprotegida. Ella le tenía al silencio y a la quietud, puesto que la hacía sentirse muy insegura. Jaken nunca había manifestado deseo alguno de escapar, como si gustara de la casa y de la chica y hubiera desarrollado un fuerte lazo con ella. En un silencio extraño, Jaken y Rin se entendían, como si hubieran desarrollado un lenguaje propio que iba más allá de las palabras.
    Rin le contó en susurros todo lo que le había pasado en su primer día de trabajo, le habló de las cosas que había visto, las labores que había hecho y la gente que había conocido.
    Con el alma en paz, dejó a un lado el recipiente con su rana, se acostó en el futon y, luego de un largo bostezo, entró en una ensoñación en la que recordó a aquella extraña familia rica y se imaginó como parte de ella.
    ____________________________________

    sangura. Me alegra verte aquí por mi fic. Me alegra que te haya gustado Sesshy ascosador! queda bastante bien. La diferencia de edad entre ellos será alarmante, pero así iba mi sueño, así que, bueno, es algo que dejartemos pasar.

    Pan-chan. Yo tampoco puedo creer que haya publicado algo así. Va en contra de mis principios. Me alegro que te haya gustado Se-chan de acosador y que eso le haya dejado sexy. Sí, sé que la diferencia de edad será alarmante, pero esa es la idea. Me alegra poder escribir como siempre.
    ¿Me amas? Oh, me siento emocionada.
    El SessXRin lo manejo muy bien... ¡porque es lo único que sé escribir! xD
    Pues sí, será un poco difícil mantenerlo, pero no imposible. De hecho, este fic será como el enamoramiento: corto pero intenso.
     
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    sangura

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    Re: Tentados (SessxRin)

    ¿Alarmante? o.O wow, no puedo esperar para ver algo entre ellos dos, sera muy emocionante verlos juntos, a pesar de la difenrencia de edades, aunque eso si, estoy acostumbrada a tanta diferencia de edad entre un hombre y una mujer.
    Mis papis se llevan 17 años, :D y la verdad se me hace normal y hasta padre.
    Nos leemos luego, sayo.
     
  6.  
    Pan-chan

    Pan-chan Fanático

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    Re: Tentados (SessxRin)

    jaja me gustaria sabe a que te refieres con ALARMANTE, 10 años? quizas mas? (ok no adivinare? mejor espero a que tu misma nos lo reveles en el proximo capitulo. Me agradó como describiste el hotel, fue sencilla tu narracion pero bastante agradable y llevadera, fácil de imaginar (como siempre)

    Me gusta la personalidad de Rin, es inocente pero precavida, al ser huerfana y solitaria ha tenido que aprender las cosas de la vida por las malas, trabajando y contando unicamente con ella misma, es por eso que no la culpo por sentir un poco de desconfianza hacia Sango. Tambien me gustó como describiste a Sango y a Kohaku, me llamó la atencion lo de la pastilla...pero no sacare conclusiones precipitadas.

    Seria mucha molestia pedirte otra conti rapida, pero igual lo hare XD de verdad me ha gustado este fic, en especial porque eresn tu la que lo escribe.
     
  7.  
    Asurama

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    Re: Tentados (SessxRin)

    Capítulo 3

    El coche negro dobló en la esquina, al tiempo que el portón se abría de par en par para permitir su paso. El chofer condujo directo a la cochera y le abrió las puertas del coche a la familia.
    El joven no esperó un solo segundo para abrir la puerta por sí mismo y salir disparado. Aquello no pasó desapercibido ante sus padres, que conocían lo parsimonioso que podía llegar a ser. Sin embargo, no le dijeron nada, atribuyéndolo al cansancio por la larga conferencia.
    Ni bien puso un pie en la casa, Inu no Taisho recibió una llamada telefónica de un socio, así que se fue directo a su oficina mientras hablaba. Su esposa entró justo detrás de él y subió directo a sus habitaciones, acompañada por una criada que la saludó con una reverencia y le ofreció algo de comer, mientras esperaba la cena.

    Cuando la cena estuvo lista, Sesshoumaru avisó que no bajaría a cenar, por lo que debieron subirle la cena a su habitación. Eso sí puso en alerta a sus padres, ya que él nunca faltaba a la cena. Sesshoumaru, en cambio, se desentendió del asunto, lo atribuyó al cansancio y, por si fuera puso, se excusó por exceso de trabajo.
    Cuando una criada subió con la cena, él vio que Kagura había subido también. Para no ser descortés, la invitó a pasar y sentarse.
    Kagura, ataviada con un sencillo vestido corto de tonos rosas, fue hasta uno de los sofás de la habitación, se sentó y cruzó las piernas, esperando que él hablara primero.
    Cuando la criada se fue, Sesshoumaru se le quedó mirando un rato. Si Kagura estaba ahí, seguramente era por obra de su padre, ya que él no había requerido su compañía. Más que una simple visita nocturna, ella seguramente fungía como informante y era evidente que estaba esperando que él le revelara algo. Él no sentía que ocultaba nada.

    —Hoy fue un día interesante —comentó mientras se ponía la servilleta en el regazo—. Realmente vi muchas caras nuevas.

    —¿Alguna que le interese? —oh, sí, ella era astuta, además de hermosa.

    —No en realidad —quería aparentar naturalidad, pero la verdad era que se sentía un poco extraño desde que había visto esa cara. La chica desconocida le resultaba chocante sin explicación, al punto de haberle quitado el apetito.
    “Es ridículo, no la conoces”, se regañó mentalmente.

    —¿Y alguna “criadita” lo saludó?

    —¿Es mucho pedirte que avances más allá de la sesión de preguntas?

    —Oh, veo que le han incomodado mis preguntas —comentó ella en un tono sugerente, aún intentando exprimirle la información—. Tal vez, el recibimiento que tuvo, en aquel hotel no fue el que esperaba.

    —No, no fue el que esperaba —respondió cortante—. Ya en el primer día son capaces de demostrar cuánta falta de educación tienen.

    —¿Te miraron a la cara? —preguntó con tono divertido—. Es que no podrían evitarlo, realmente tienes un rostro hermoso, pareces tan frágil y delicado.

    Él entornó los ojos y luego miró en otra dirección, en completo silencio, pretendiendo ignorar aquella declaración solapada… o no tan solapada. En realidad, no era la primera vez que le alababan su físico, resultaba molesto.
    —Entonces, según tú, si tuviera la cara de un monstruo y me hubieran mirado ¿estaría bien? —escupió en un tono cínico.

    Ella rió ante el comentario.
    —No era eso a lo que me refería. Anda, eres inteligente.

    De vez en cuando, ella se tomaba más confianza de la que debería.

    —Eso es estúpido.

    Ella asintió con desgano luego de entornar los ojos.
    —Sí, tienes razón, es algo estúpido.

    Él se limpió con la servilleta luego de acabar de cenar.
    —¿Te importaría dejarme? Tengo trabajo.

    —¿Te incomoda mi presencia?

    —¿Ha pasado algo en mi ausencia? ¿Algo que debas comunicarme urgentemente?

    —¿La llegada de los recibos de los impuestos de electricidad y agua cuentan?

    —En ese caso, creo que puedes contármelo más tarde —era su modo de decir “largo”.

    —Como quieras, volveré cuando estés menos ocupado —se levantó del sofá, salió y cerró la puerta detrás de sí.

    Por mucho que estuviera molesta, no le interesaba mostrarlo, aunque sí solía lucir altanera cuando se presentaba frente a él. Creía que con eso podría llegar a llamar su atención, y a veces, la conseguía, pero no siempre. Era como si ambos pertenecieran a dos mundos muy distintos que no podían llegar a juntarse, sin importar cuán cerca estuvieran el uno del otro. Aunque con ser su “secretaria” se conformaba, era un privilegio que pocos podrían alcanzar. Pensar en eso a menudo le ayudaba a dormir.

    Pero a él no. Él solía sentirse vacío a pesar de todos los privilegios y facilidades que tenía y la superficialidad de Kagura y de sus padres no le ayudaba mucho al respecto. Como buscando escapar de esa realidad, se había impuesto la estricta y rígida rutina que mareaba a todos en la casa. Era su modo de mantenerse en equilibrio. Era su modo de vengarse también. ¿Quién iba a pensar que la vida era injusta también para los ricos? Él se burlaba abiertamente de aquel hecho.

    Kagura no pudo evitarlo y, asomada por la rendija, lo espió en silencio. Lo vio trabajar y nada parecía haber cambiado en él. Escribía en el ordenador, anotaba cosas en un cuaderno de notas que llevaba siempre consigo, hacía llamadas si lo necesitaba, de vez en cuando, recurría a algún libro de los muchos que tenía en el enorme estante. Estaba quieto mientras realizaba cálculos mentales… aparentemente estaba igual. Pero algo no estaba bien.


    Rin no necesitaba de un despertador. Se levantaba de modo puntual todas las mañanas antes del alba, se vestía y salía a buscar trabajo. Esta vez, se levantó con la tranquilidad de que ya tenía un trabajo estable que, dependiendo de su eficiencia, podría ser duradero y fructífero. Desayunó lo que le quedaba de arroz, se colocó nuevamente el uniforme, se despidió de Jaken, que le respondió con un extraño sonido gutural y salió a toda prisa.

    Las luces de las farolas aún estaban encendidas y el cielo era realmente oscuro, pasando a un extraño violeta.
    Hacía frío a pesar de que estaban en primavera y no pudo evitar temblar.
    En una esquina, vio una sombra, pero no se sorprendió, era común que los pandilleros y un montón de almas en pena se cruzaran en aquellas callejuelas abandonadas. Eso no quitaba que la asustaran.

    —Hola, hermosa —saludó uno de ellos.

    Rin no pudo evitar mirarlo de reojo. Llevaba una chaqueta de cuero negro, era alto, de piel blanca y liso cabello negro recogido. Tenía unos ojos extraños, que podían pasar por negros o azules, pero a ella no le interesaba en lo más mínimo acercarse a averiguarlo. Ninguna de las “visitas” que frecuentaban la zona eran buenas. Eso había sido de su madre: había salido una mañana y jamás había regresado. En vano la esperó. No quería tener la misma suerte, así que, como hacía siempre, apresuró el paso y fingió ignorarlo. No era la primera vez que alguien intentaba llamar su atención, ni sería la última, pero lo mejor sería no responder.

    A veces, se sentía confundida. Muchas de esas personas no tenían reales problemas de dinero —todos vestían demasiado bien—, entonces ¿Por qué causaban problemas a otros?

    No era que ella pensara que una persona, por ser pobre, tenía derecho de culpar a otro y hacerle la vida difícil. Nada de eso, ella era pobre pero honrada, a pesar de que desconfiaran de ella, jamás había metido las manos en donde no debiera. Si la echaban de algún lugar era por calumnias de alguna empleada envidiosa. Precisamente por su inocencia, ella no terminada de comprender a estas personas que decían pertenece al bajo mundo. Había mejores formas de ganar dinero que haciendo “esos oficios”. Más de una vez, alguien había querido tentarla, pero ella tenía mucho amor propio y no pensaba rebajarse tanto. Tenía dignidad, tenía orgullo. Tenía un corazón demasiado bueno para la sociedad podrida en la que había nacido. Tal vez, ese era su pecado.

    No le importaba, cargaría con él, pero no dejaría nunca que la absorbiera aquel pozo negro y profundo de callejón de ciudad.

    El extraño muchacho, al verla huir, se burló a sus espaldas y la saludó de modo “cordial”.
    —y no te preocupes, que de todas maneras te voy a atrapar.

    Al oír eso, ella sintió un escalofrío y aceleró más el paso.

    Finalmente, luego de mucho andar, llegó a la estación del tren. Solo entonces respiró. Se puso a leer un manga que alguien había abandonado y, cuando el tren arribó a la plataforma, fue la primera en ingresar.

    El viaje lo hizo en silencio y se perdió en sus pensamientos. No acostumbraba dormir, puesto que tenía miedo de pasarse de largo en la estación —a veces, tenía el sueño pesado—, ella tenía aversión por la impuntualidad, principalmente cuando su futuro estaba en juego.

    Cuando llegó a destino, salió empujando a todo el mundo y corrió a toda prisa el trecho que le faltaba para llegar al hotel.
    Entró rápidamente, puso la mente en blanco y comenzó con sus labores sin que sus superiores le dijeran nada. Con tan solo escucharlo una vez, ya había aprendido todo lo que debía hacer. Debía ser rápida y eficiente, puesto que las personas que llegaban allí no estarían dispuestas a esperar. No sabía discernir en qué momento de su vida se había resignado a ser esclava de los demás, tampoco recordaba en qué momento había llegado a amar aquella condición de servicio, que le parecía tan noble. Se puso a sacarle brillo a unos escalones hasta que éstos relucieron como espejos. En ese instante, vio el reflejo de alguien a sus espaldas y volteó.

    —¡Buenos días, Kohaku-kun! —saludó muy animada.

    Él le dedicó una sonrisa.
    —Buenos días, Rin, veo que has llegado con muchas energías.

    —¿Y qué haces?

    —Pues… trabajando, al igual que tú —indicó el trapeador que llevaba.

    Ella sonrió avergonzada.
    —Ah, claro, qué distraída soy. ¿Y tu hermana? ¿En dónde está ella?

    —Está en la oficina, ordenando unos papeles. Ella te envía saludos.

    —¿En verdad? Quiero decir… salúdala de mi parte si vuelves a cruzártela.

    —Puedes ir tu misma durante el descanso. Estará en la recepción hasta mediodía. Ah, y me dijo que iríamos juntos a almorzar.

    Ella no pudo evitar sonrojarse y desvió la mirada.
    —Sí, tengo ganas de volver a platicar con ustedes.

    Él asintió y volvió a saludarla sonriente.
    —Mejor voy a seguir trabajando, antes de que alguien me regañe —y siguió trapeando por el pasillo de la derecha.

    Kohaku no pudo evitar mirarla un par de veces de reojo. Fingió que había una mancha difícil en el pasillo, con tal de permanecer allí todo el tiempo posible. Tal vez era la más joven de todos ellos, pero era indudablemente hermosa. Se sonrojó, perdió la concentración y resbaló en el piso húmedo, cayendo sentado.
    Rin vio la escena desde abajo y rió divertida.

    —Yo también me voy a reír mucho cuando te resbales un día —bromeó él.

    —Es cuestión de mantener el equilibrio —presumió ella.

    “Equilibrio” era una palabra que le gustaba y pronto sus compañeros lo aprenderían. A ella le gustaba transmitirles sensaciones agradables a los demás, puesto que sentía que, de ese modo, hacía un bien. Por ello, transmitía equilibrio y también le gustaba hacer reír. Reír era algo muy bueno, desde su punto de vista, era como un ejercicio para el alma, era un modo de trasmitir fuerza. Ella reía aún en aquellos momentos en que las cosas eran realmente complicadas.

    Sango terminó de acomodar las cosas y dejar todo listo. Entonces, tomó el puesto que le cedió su compañera, encendió el pequeño y veloz ordenador y se sentó a la espera de los clientes que salían o entraban. Estiró el cuello, intentando ver a Rin o a su hermano, pero no los encontró. Debían estar muy ocupados en los pisos de arriba.

    —Sí, mi hermano podrá tratarla muy bien, estoy segura —fantaseó la muchacha.

    En eso, un cliente llegó —las puertas se habían abierto ya— y ella lo recibió amablemente.

    ____________________________
    sangura. Ah, si estás acostumbrada a las diferencias de edad, entonces todo estará bien, no será algo que te espante. Pronto verás algo de ellos, lo prometo...

    Pan-chan. Me alegra que te haya gustado el desarrollo de los personajes en el fic y me alegra que hayas entendido tan bien a Rin.
    Bueno, espero verte pronto por aquí
     
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    sangura

    sangura Entusiasta

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    Re: Tentados (SessxRin)

    HOooooooooooooooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    me guto, ese Kohaku ya le esta hechando el ojo a Rin jejejeje,
    Tambien, no lo habia dicho, pero me gusto ese detalle de Jaken, como la ranita de Rin jajajajajaja, se vio tan lindo. Cuando menos no se siente tan sola.
    Nos leemos luego, sayo.
     
  9.  
    Miharu Rokujo

    Miharu Rokujo Entusiasta

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    Re: Tentados (SessxRin)

    Oh, yo no me paso tanto por FFslandia, recien vi la invitacion y wooow, me gusta este FanFic oOo
    No soy tan fan del sessxrin, pero como es tu escrito todo llega a gustarme xD
    Me gusta tu narracion tan amena y tu idea para la historia, me gusta mucho Sesshomaru en este FanFic, sinceramente no soy fan de el, pero realmente estas logrando que me guste por tu culpa xD!
    Wo, que mona la parte de Kohaku *-* Y Rin, como siempre tan (L
     
  10.  
    Pan-chan

    Pan-chan Fanático

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    Re: Tentados (SessxRin)

    Buen capítulo, me gustó la pequeña escena de Kohaku y Rin, si no estuviese Sesshomaru de por medio creo que Kohaku seria la pareja ideal para ella (aunque a veces el chico me parece algo infantil) y es que siempre he soñado con alguien atrevido para la inocente Rin, alguien que le enseñe las cosas buenas de la vida, quizas un chico timido como Kohaku no logre eso al 100% (o quizas yo me lleve una sorpresa mas adelante)

    ¿Cuanto mas me haras esperar? quiero Sesshomaru y Rin lo antes posible XD no retrases mas su inevitable encuentro jojo!!
     
  11.  
    Asurama

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    Re: Tentados (SessxRin)

    Capítulo 4

    Despertó temprano, entró al baño, se quitó la ropa y se puso bajo la ducha. Con los ojos cerrados, repasó los planes de su agenda diaria. Estaba acostumbrado a planificarlo todo minuciosamente, todo fríamente calculado. Su cabeza funcionaba con la precisión de un reloj, tenía rutinas establecidas que debía cumplir sin ningún cambio. Cuando algo no salía de acuerdo a sus planes, se alteraba, era como si el suelo se moviera bajo sus pies y reaccionaba de maneras impredecibles hasta para él mismo. Su familia y el personal que trabajaba en la casa, conociendo eso, intentaban adaptarse a su manera de actuar para no alterar su delicada estabilidad.

    Cierta vez, su padre lo había llevado con un psicoanalista. Al principio, Sesshoumaru se resistía a ir, porque lo consideraba inútil, una total pérdida de tiempo. Sabía que una pseudociencia nunca podría ayudarlo en nada. Pero fue tanta la insistencia que, finalmente, decidió ir y cuando lo hizo… terminó enloqueciendo al psicoanalista.

    Su madre lo contuvo diciendo solamente que él era “especial y único” y por eso, nadie podría llevarle el ritmo. Nadie, ni siquiera ella. Tal vez era ese el motivo por el que el muchacho pasaba una considerable cantidad de tiempo solo y metido en su mundo lleno de perfecta precisión. A veces, hasta llegaba a hartar. Si arrojarle el ordenador por la cabeza hubiera servido de algo, más de un empleado lo hubiera hecho. Pero en verdad le tenían.

    Salió del baño y se colocó la ropa que le habían preparado los sirvientes. Toda su ropa siempre debía estar ordenada de acuerdo al tipo, la estación y el día de la semana y debía estar impecable. De no cumplir estas condiciones, los empleados seguramente serían regañados de forma dura y eso era algo que preferían evitar. La paga recibida por trabajar con aquella familia rica no era algo a lo que se pudiera renunciar con facilidad.
    De todos modos, él actuaba siempre de la misma manera tanto con su familia como con los que eran ajenos a la misma, siempre de una manera altiva y más bien diferente, siempre de una manera extremadamente perfeccionista y un tanto obsesiva.

    Bajó al comedor a las siete en punto y desayunó en silencio junto a sus padres. En ese lapso de tiempo no intercambiaron una sola palabra y sólo se escuchaba el tictac del reloj y el ruido de los cubiertos. Siempre era lo mismo. Al acabar el desayuno, volvió a subir, esta vez a su oficina para ponerse a trabajar.

    Sin embargo, Kagura, que lo conocía desde siempre y se había vuelto muy perceptiva, sabía que algo no estaba marchando bien, así que lo siguió en silencio, intentando que él no lo notara. Tenía que averiguar qué era lo que le pasaba. Estaba raro y más callado de lo normal desde que sus padres habían vuelto del largo viaje. Algo debía haber ocurrido ese día.

    A media mañana, Sesshoumaru salió, desconcertándola y dejando en evidencia que ella había estado “investigándolo”. Si había cosa que a él le molestaba, era que los demás se inmiscuyeran en sus asuntos, sin importar qué tan cercanos a él fueran.
    —Voy a salir por algunas horas —fue todo lo que dijo—. Ha llegado un encargo de mi padre y me ha pedido que vaya a recibirlo por él y controle a los empleados.

    Ella asintió y le pasó un paraguas —había comenzado a llover— y le deseó suerte.

    —¿Regresarás para el almuerzo?

    —Por supuesto —cuando él estaba a la cabeza de algún emprendimiento, todo era eficiente, exacto y rápido. Sin duda, estaría allí con a puntualidad acostumbrada.

    Salió a paso rápido, fue hasta la cochera y subió a su auto negro favorito. A diferencia de sus padres, le molestaba un poco esperar pacientemente a que un chofer condujera por él ¡No era inválido! ¡Podía hacerlo por sí mismo! Y lo hacía bastante bien y con mucha prudencia… salvo cuando quería impresionar a alguna muchacha, momento en el cual conducía con una velocidad alarmante. A sus veintitrés años, era muy maduro y responsable… pero algunas feas facetas de su personalidad parecían haber quedado en él de por vida.
    A él, por supuesto, eso no le importaba, solo le preocupaba la opinión que tenía de sí mismo y solía ignorar a los demás, creyendo ingenuamente que el mundo giraba a su alrededor y seguiría haciéndolo mientras su familia tuviera una buena posición social. Lo demás era historia.

    No era mentira lo del encargo de su padre pero, en realidad, se trataba de algo sencillo que no le llevaría más de media hora arreglar. Esa salida la había utilizado como excusa para ir al hotel en la ciudad, su actividad favorita del día. Él decía que salía de “excursión”. Apagaba su móvil y se aseguraba de que nadie le siguiera la pista. Incluso en eso era meticuloso.

    Entró por la puerta trasera, para no llamar la atención. Con su camisa prolija pero sencilla y su cabello recogido podría pasar por un empleado más. Los empleados con cierta antigüedad en el hotel, que la lo conocían, lo saludaban en silencio, con respetuosas reverencias que él no se molestaba en contestar. Tenía “asuntos” más importantes que atender. Sonreía para sí mismo, ya que le costaba mucho demostrar sus emociones abiertamente. En más de una ocasión, sus allegados se habían preguntado si no tendría síndrome de Asperger. A él esas bobadas no le interesaban.

    Se metió tras una puerta que estaba junto a la cocina que usaban los empleados y allí se quedó a la espera. De pronto, una muchacha de unos diecinueve años y largo cabello negro entró para servirse agua y él se le atravesó en el pasillo.

    —Joven Sesshoumaru —se inclinó—. No sabía que estaba aquí, permítame que lo acompañe… —no pudo terminar su formal ofrecimiento. Calló ante la mirada impávida y clara del muchacho.
    No era indiferente a los rumores entre empleados, pero no pensó que podría encontrárselo en una situación tan incómoda.

    —Claro que podría acompañarte —comentó con una voz sin tono que a ella le sonó seductora de todas maneras.

    No, no se lo había preguntado en ese sentido.
    —Joven Sesshoumaru, usted es hijo del dueño, no debería estar en un sitio tan poco hospitalario, puedo acompañarlo a la sala…

    Se le acercó lenta, peligrosamente, arrinconándola contra la mesada de mármol.
    —¿Y si mejor me acompañas al depósito de ahí atrás? —indicó con un movimiento de cabeza, sin quitarle los ojos de encima.

    Se puso nerviosa, comenzaron a flaquearle las piernas, comenzó a hiperventilar y tartamudeó.
    —No, joven, yo no podría…

    —¿No podrías obedecer al hijo de tu jefe? —y se le acercó más.

    En ese preciso instante, alguien que venía desde afuera pudo apreciar la escena desde la ventana entreabierta. Sesshoumaru a punto de comerle la boca a una empleada ¿habría visto bien? ¿O estaría alucinando? Rin entró a paso rápido, algo consternada, fingiendo no haber visto nada. Al hijo del señor no le gustaría nada su indiscreción. ¡Demonios! ¿Por qué tenía que pasar siempre por los lugares equivocados en los momentos menos indicados? Además, no tenía excusa. La habían enviado por un recado aún debajo de la lluvia, que era cada vez más fuerte. Tal vez sólo había visto mal debido a la lluvia, sí.

    Sesshoumaru se quedó algo sorprendido al sentirse descubierto. La chica que lo había visto desde afuera era la misma con la que se había cruzado en el pasillo antes de la conferencia la tarde anterior. Esa que había llamado su atención incluso desde una fotografía. Al ser nueva, no conocía lo que él era capaz de hacer, así que podría intentar delatarlo. Lo mejor era advertirle.
    Se separó de la muchacha a la que había arrinconado y salió de la cocina sin decir nada. Ella respiró aliviada, agradeciendo que alguien hubiera pasado justo a tiempo para quitarle la presión de tener que aceptar las reglas de los peligrosos juegos del joven Taisho. A decir verdad, poco le importaba lo que fuera a pasarle a la chica nueva.

    Con la llave que le dio otra muchacha, abrió la puerta del depósito para dejar las cosas que acababa de comprar —había tenido que reponer una botella de aromatizante que había roto accidentalmente—. En ese momento, sintió a alguien a sus espaldas y volteó.
    —Joven Sesshoumaru —todavía no estaba segura de estar despierta o soñando, él era más de lo que ella podía soportar—. No vi nada —se puso a la defensiva, nerviosa por la mirada de piedra.

    —Exacto, no viste nada.

    Ella asintió con pequeños movimientos de cabeza.

    —Y así seguirá siendo si quieres conservar el puesto de trabajo que acabas de conseguir. Pareces inteligente, creo que entiendes a qué me refiero.

    Ella no soportaba a los prepotentes ni tampoco le gustaba ser amenazada, pero entendía perfectamente que no tenía más opción que la de asentir. Realmente le había costado mucho llegar hasta allí y no podía caerse ahora. Bajó la cabeza en signo de respeto. Finalmente, comprendió a qué se refería Sango cuando le había hablado de la presión que él ejercía sobre los empleados y se preguntó si Sango alguna vez habría sido igualmente amenazada. Ya tendría oportunidad de averiguarlo. Escuchó los pasos del muchacho alegarse de ella. Luego, la puerta de la cocina, que estaba a varios metros, del otro lado del pasillo, se cerró, indicando que él había salido.

    —Desagradable —por el momento, no se le ocurría otra palabra para describir lo que había experimentado.

    Esperó un rato, para asegurarse de que él realmente se hubiera ido, antes de salir para continuar con sus labores, aunque nada hubiera pasado. De todas formas, seguía sintiendo cómo esa miraba dorada se paseaba por su cara y… más abajo. Realmente, era una sensación desagradable. Por su propio bien y de los demás, pensó que lo mejor sería no decirles nada a Sango y Kohaku.

    Sesshoumaru la siguió desde lejos y se apostó en una esquina, detrás de las escaleras, mientras la veía trabajar en la planta baja. Estaba muy cerca del hall donde se habían cruzado la tarde anterior. Trabajando, se veía sensual de una manera inocente, provocativa sin siquiera darse cuenta. Ella era sencilla y torpe y, desde su punto de vista, rara. No había demostrado interés en él, como sí lo habían hecho otras jóvenes del personal. Como no podía obtener su atención, comenzó a desearla. De todos modos, intentaba negar ese impulso. Ella era demasiado joven pero… ¿Qué problemas podía traerle? Había visto sus documentos, ella no tenía familia, ni tutores, ni trabajo estable, prácticamente, la habían sacado de la calle. Sería una presa fácil, demasiado fácil para su gusto. Demasiado aburrido.

    La observó por largo rato, como quien observa a un grupo de niños jugando en un parque y la vio interactuar con otros empleados. Ella siempre los trataba a todos de un modo gentil y sonreía todo el tiempo, era como si el sol, asustado por la tormenta de afuera, se hubiera ocultado allí, en el hotel. Se veía divertida y dulce. Se preguntó si sería así en todos los aspectos de su vida y esos deseos morbosos que rondaban su cabeza no hicieron más que aumentar.
    Pero primero, tenía que aprender un poco de ella, aunque encararla directamente sería un motivo para asustarla.

    Cuando el joven Taisho se acercó hacia ella, Sango no caía de la sorpresa y lo saludó con una respetuosa inclinación de cabeza.
    —Joven Sesshoumaru, en qué puedo ayudarlo —su presencia la puso un poco nerviosa, pero se controló.

    —Quisiera que me informaras de algo.

    Ella no pudo evitar levantar la vista.
    —¿De algo?

    —En los últimos días han llagado muchos empleados nuevos aquí al hotel, incluyendo a tu hermano menor ¿No es así?

    Ella asintió.

    —De los nuevos, me gustaría que vigilaras a alguien y obtuvieras toda la información posible —dicho eso, le puso sobre el mostrador la fotografía de Rin que había tomado del informe de empleados.

    Los ojos de Sango se dilataron de la sorpresa.
    —Rin… —murmuró. No podía ser que el joven realmente hubiera puesto sus ojos en la más pequeña de todos, era horrible, no pudo evitar gesticular— ¿Quiere que investigue a Rin? —¿La quería como informante? Eso iba en contra de sus principios.

    —Hagamos un trato. Tú haces lo que yo te pido y tú y tu hermano siguen trabajando aquí.

    Aunque la idea de quedarse sin trabajo arrasó con todos sus principios. Ella y su hermano eran, sin duda, más importantes que la joven Rin a quien acababa de conocer. Aún no sabía nada de ella, ni siquiera sabía si podrían llegar a entablar una relación. De verla como una persona indefensa y buena, pasó a verla como un simple objeto.

    —Haré lo que me pida, joven —asintió con una sonrisa fingida.

    Él la miró por un rato más y se inclinó hacia ella, invadiendo su espacio personal.
    —Y pobre de ti si no realizas bien el trabajo que acabo de pedirte.

    Ella tragó saliva y volvió a asentir. Tenía miles de preguntas, pero lo mejor era no formularlas, para no meterse en algún lío gordo. A veces, se sentía atrapada dentro de una jaula pequeña y asfixiante. La llave la tenía ese caprichoso e irrespetuoso joven. No terminaba de entender por qué atraía a muchas, si su carácter era pésimo y su comportamiento dejaba mucho que desear. No importaba cuánto fingiera para la sociedad, muchos eran los que sabían que él estaba lejos de ser perfecto.
    Sango no supo en qué momento pasó de sr víctima a ser victimaria, pero miró con cierto afecto la fotografía de Rin y se decidió a seguirla a sol y a sombra. Llegaría a conocerla mejor que a ella misma.
    Sesshoumaru se había marchado en silencio del enorme edificio, aún bajo la lluvia.

    Y un mes y medio se sucedió sin mayores sobresaltos. Rin iba todos los días a su trabajo, sin importarle siquiera su estado de salud, que no siempre era excelente. De a poco, la iban promoviendo y cada vez le daban más tareas conforme iban conociéndola. Así, permanecería más tiempo en el hotel. A veces, sin comprender por qué, se sentía observada y vigilada, pero lo atribuyó a que aún no se acostumbraba al lujo y la exigencia de un hotel de Cinco Estrellas (y media). Aún así, su situación económica mejoró notablemente y pronto pudo comprar comida y ropa decente y aún tener ahorros.
    Sango se había vuelto una eficiente informante y en tan poco tiempo, ya sabía mucho de ella, incluso cuál era su comida favorita y cómo le gustaba vestir. En realidad, no se trataba de una tarea difícil, puesto que Rin hablaba mucho, como si tuviera muchas cosas que decir y no tuviera a nadie más para decirlas, simplemente no podía callarse. Aquello resultaba divertido, tanto para ella como para su hermano. Los últimos almuerzos se habían vuelto muy amenos, puesto que Kohaku, por contraposición, era introvertido, tímido y de poco hablar.
    Sesshoumaru seguía asistiendo a diario para utilizar todo lo que se ofrecía en aquel hotel —incluido gimnasio y spa—, para molestar a una que otra empleada pero, principalmente, para observar a Rin a escondidas y a una buena distancia, puesto que había empezado a darse cuenta que la muchachita era muy perceptiva a pesar de lucir distraída. Además, recibía a diario los informes no oficiales de Sango y no olvidaba ni una palabra. Cuando quiso darse cuenta, conocía mucho a Rin sin siquiera haber entablado conversación con ella. Su deseo de acercarse, pronto estuvo más allá de la simple curiosidad.
    Kagura y los padres de Sesshoumaru seguían en un infructuoso intento de averiguar qué le había pasado, puesto que, en el último mes, salía de casa con mayor frecuencia, a veces, regresaba tarde. Había roto así muchas de sus cuidadosas rutinas sin mostrar ninguna alteración o desequilibrio.

    La madre de Sesshoumaru, sin llegar a hablar con él, intuyó que el cambio radical podía deberse a la causa poco probable de que se estaba enamorando… ¿de alguien del personal?
     
  12.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    Re: Tentados (SessxRin)

    wuuuaawww estuvo.....XEEEEDDOOOO
    auque pienso q es raro q lin sea tan chiquita para el no crees?
    y el de acosador? bueno en fin es tu fic yo t apoyo
    continualo plisss
    sayonara
     
  13.  
    Pan-chan

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    Re: Tentados (SessxRin)

    me lei la conti en cuanto me avisaste pero este estupido internet no me dejo postear. Te ha quedado genial la conti, me gusta como describes el interes de Sesshomaru hacia Rin. Así que se llevan 10 años eh?? bueeeno no me alarma tanto (en Inuyasha se llevaban mas XD) ademas Rin no es una niña comun y corriente, creo que harian buena pareja a pesar de todo.

    Me da algo de lastima con Sango, tener que actuar de espia con Rin, pero no tiene opcion o se quedaria sin trabajo (y su hermano), a pesar de todo creo que ella y Rin se vuelven buenas amigas, me gusta como describes las personalidades, a pesar de que ne ciertas ocasiones nombras algunos aspectos de manera fugaz es bastanta facil imaginarse las cosas gracias a tu manera de escribir.

    Sabes que espero la conti con ansias ;)
     
  14.  
    Asurama

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    Tentados (SessxRin)
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    Re: Tentados (SessxRin)

    Cierto día, una de las compañeras de trabajo de Rin faltó y ella tuvo que realizar sus tareas, que consistían en limpiar y ordenar las habitaciones del tercer piso. No era algo sencillo de hacer, puesto que muchas de las habitaciones eran tan grandes como departamentos pequeños. Entró en la primera y empezó por sacudir el polvo de los muebles. En una de las mesillas, se encontró una cadena de oro con una cruz que alguien se había dejado olvidada. Sin saber qué hacer, se la metió en el bolsillo y continuó limpiando.
    Cuando iba a salir, chocó con alguien. Al levantar la vista, se encontró con Sesshoumaru, que también parecía desconcertado.

    —¿Qué haces tú aquí?

    —Mis labores —respondió un poco confundida.

    Él parecía ir a menudo al hotel, aunque se lo había cruzado en muy pocas ocasiones, algunas veces en situaciones incómodas con otras empleadas.

    —¿Acaso no era tu trabajo limpiar los salones? —cuestionó.

    ¿Cómo sabía él cuáles eran sus labores? Parecía bien informado.

    —Una de las empleadas faltó, tuve que suplir su lugar ordenando las habitaciones —estaba roja como un tomate, no pensaba que debería responderle eso. Tampoco podía creer que alguien como él se tomara el tiempo y la molestia de hablarle.

    No se dio cuenta de que él la miraba de arriba abajo.

    Él asintió y siguió su camino, pero antes, volteó a verla una vez más.

    —Ter luce bien ese uniforme —comentó en tono sugerente y luego se marchó.

    —De no ser el joven Taisho, me habría dado la impresión de que estaba siguiéndome para observarme —murmuró antes de sacudir la cabeza—. Tonterías, Rin, deja de pensar en tonterías —y continuó limpiando aún un poco nerviosa.

    Todo seguía normal, hasta que legó a la habitación treinta. Limpió la sala con tranquilidad, pero cuando entró a la habitación, la encontró ocupada.
    —¿Joven Taisho? —¿cómo era posible que estuviera allí?

    Él estaba tirado de espaldas en la amplia cama mientras escuchaba la música de un estéreo en un tono muy bajo. Volteó lentamente y sin inmutarse y la miró.
    —Tú eres Rin ¿verdad? ¿Tienes que ordenar este cuarto?

    Ella se puso de todos los colores.
    —Disculpe —iba a cerrar la puerta y salir corriendo.

    —Espera, espera, no te vayas —dijo en un tono calmo.

    Al ser el hijo del jefe, no tenía más opción que obedecer, así que volvió sobre sus pasos, un poco nerviosa.

    —¿Por qué no te sientas un rato?

    Ella vio una silla en una esquina y allí se sentó. No podía estar más confundida, no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo.
    —Disculpe la pregunta ¿Pero cómo pudo entrar aquí? —y le mostró las llaves.

    Ante su sorpresa, él sacó de su bolsillo su propio juego de llaves.
    —¿Nunca te dijeron que a menudo ocupo esta habitación?

    Ella negó con la cabeza.

    —Bueno, creo que es una suerte que nadie te lo haya dicho —murmuró mientras apagaba el estéreo con el mando a distancia e iba hasta la puerta de la habitación.

    Rin vio espantada, desde su asiento, cómo él cerraba bajo llave. Le entró pánico. Estaba encerrada en un cuarto con un hombre que le doblaba la edad y la altura. Con un hombre que solía atracarse a las empleadas en los rincones. Auxilio. Que alguien la ayudara.

    —Me parece una suerte porque creo que podrías ser una buena compañía.

    Ella negó con la cabeza.
    —No sé de qué me habla.

    —¿En verdad? —se acercó a donde ella estaba sentada, la tomó de una mano y la hizo ponerse de pie.

    Acercó su rostro al de ella, pero ella retrocedió. Y él avanzó.

    —Si da un paso más, voy a gritar.

    —Anda, grita —dijo sin inmutarse.

    Ella se dio cuenta de que gritar no serviría. Finalmente entendió lo que Sango había querido decirle aquel primer día. Cerró los ojos y tomó aire para gritar.
    Pero su grito quedó opacado por un beso sorpresa. Sesshoumaru la sujetó de las muñecas, la tendió de espaldas en la cama con un movimiento rápido y se le colocó encima.
    ¿Qué iba a hacerle? Del susto, ella entró en un estado de shock, con la respiración entrecortada y su corazón corriendo una carrera. Había perdido la voz.

    Él, dándose cuenta de eso, se levantó, fue hasta el refrigerador, sacó una soda, la puso en la mesilla junto a la cama y salió del cuarto.
    —Anda, reponte, Rin linda, quiero volver a verte.
     
  15.  
    sangura

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    Re: Tentados (SessxRin)

    ¿Rin linda?????? wow ya la beso!!! aaaaaaaaaaaaaa!!!!!! esto era lo que queria ver wiiiiiiiiiiii O.O asi es como me quede, mira ahora si puedo firmar, ya que en el anterior no pue :( ahora siiiii wiiii :D .
    Me encanto, es un pedofilo Sesshy, pero un pedofilo muuuuuuy guapo *o*
    Cuando menos ya me aclaraste la edad de Sesshy, aun es joven, pero eso no quita que ella sea muuuuy chiquita, aún, solo tiene 13 añitos. Por que mejor no se espera unos cuantos años mas.
    En fin, me encanto, espero la continuación.
    Nos leemos luego ;D
     
  16.  
    Jaizmar

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    Re: Tentados (SessxRin)

    oh my god,no puedo creer que sesshomaru haiga besado a rin osea el tiene 23 y rin 13 acaso se le salieron las neuronas pero como dice el dicho para el amor no hay edad bueno espero que prontoi pongas la continuacion sayonara n_n
     
  17.  
    Asurama

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    Re: Tentados (SessxRin)

    Capítulo 5

    Cuando, en una mañana soleada Rin faltó, las caras de preocupación se hicieron evidentes. Todos se preguntaban en dónde estaría la muchachita sonriente y les extrañó muchísimo no cruzársela en algún pasillo. Los más preocupados fueron Sango y Kohaku. Los hermanos habían aprendido pronto a quererla y no pararon de preguntarse durante todo el día si ella estaría bien, si le habría sucedido algo… no podían esperar a que sus turnos acabasen para ir a buscarla, puesto que ya sabían en donde vivía.
    Saber que debían ir a una zona peligrosa tan solo aumentaba su preocupación ¡a la chica podría haberle sucedido cualquier cosa! Los hermanos tenían la costumbre de tener pensamientos apocalípticos y catastróficos, razón por la que muchos de sus compañeros de trabajo no los tomaban muy en serio.

    Sesshoumaru, que había gastado media mañana en recorrer el hotel de punta a punta sin llegar a ver a la curiosa muchachita, finalmente decidió recurrir a Sango. Ésta, a pesar de saber que quedaría como una desubicada, no pudo evitar demostrar su exagerada preocupación.

    —No vino hoy, Joven Sesshoumaru. Ninguno de los empleados nos hemos cruzado con ella. Estoy muy preocupada, ella nunca falta —dijo con voz quebrada.

    Sesshoumaru la miró de forma despectiva. Esa mujer sí que era débil. Y si Rin había faltado solo por alguna estupidez, ya buscaría el modo de darle un escarmiento.
    Aún así, no pudo negar que la declaración de Sango solo lo puso nervioso ¿Por qué habría de preocuparse por la integridad de un extraño? ¿De alguien que no conocía? ¡Pero no era verdad! ¡Aún a distancia había tenido la oportunidad de conocerla mucho! Al igual que Sango, él también sabía en dónde vivía Rin y eso le causaba mala espina.

    Sango levantó la vista y vio cómo Sesshoumaru llamaba a alguien, pidiendo que le enviaran un empleado administrativo y un encargado de limpieza del turno de la noche para suplir dos puestos libres.
    ¿Sango no podía creer lo que estaba escuchando?

    —Ve a buscar a tu hermano, Takegami-san. Vamos a buscar a tu amiguita.

    Sango no esperó ni un segundo para volar de la silla e ir corriendo a buscar a su hermano, con una enorme sonrisa en los labios y lágrimas en los ojos ¿Y desde cuándo el joven se había vuelto tan generoso? ¿Algún milagro del Cielo?
    Sango anduvo por los pasillos por un buen raro hasta que pudo encontrar a su hermano y darle la noticia. Ambos salieron y fueron al encuentro del joven, que los guió hasta donde estaba su coche.
    Ambos se pusieron nerviosos, nunca habían visto un coche tan lujoso de cerca y mucho menos entrado en uno.

    —¿A qué están esperando? Entren —llamó él su atención y ambos obedecieron como autómatas.

    Sin guardarse nada, los hermanitos se atrevieron a decirle todas sus preocupaciones. Sesshoumaru se halló con que eran las mismas que las suyas ¿Por qué? ¿Por qué por esa chica? Si él nunca se había preocupado en su vida por alguien más que no fuera él mismo. No tenía modo de saber que sus acompañantes también se preguntaban lo mismo.

    El viaje se les hizo eterno a los tres. Cuando llegaron a la zona, les deprimió la pobreza que había. Se notaba que todos vivían hacinados, como ratas. Sesshoumaru no podía terminar de creerse que Rin hubiera salido de un lugar así. Tenía más probabilidades de ser una ladrona, una drogadicta, incluso una prostituta, todo menos una eficiente trabajadora como era.
    Era evidente que tenía la mano de un ángel protegiéndola todo el tiempo y guiando sus pasos ¿De qué otro modo podría haber llegado con tata suerte a la empresa de los Taisho?

    —No me gusta nada este lugar —murmuró Sango pálida y con los ojos muy abiertos.

    —¿Y qué hacemos? —inquirió su hermano.

    Bajaron del auto y buscaron a pie la dirección de la vivienda de Rin. Finalmente la encontraron, pero todo estaba cerrado, llamaron a la puerta varias veces y no recibieron respuesta alguna, así que miraron a través de las ventanas. La casa estaba perfectamente limpia y ordenada, pero vacía.
    Sesshoumaru aún no podía creer que se encontraran en ese lugar y de todos modos, volvió a preguntar a Sango.

    —Es muy eficiente y cumplidora, hubiera avisado de su falta —fue todo lo que pudo decir acerca de la muchacha. Era la verdad, todos se hubieran enterado.

    —Puede que no esté aquí —murmuró Kohaku, desanimado.

    Sesshoumaru entornó los ojos y permaneció en silencio por un momento.
    —Dividámonos y busquemos en las calles —dijo finalmente—. Si no la encontramos antes de medio día, haré una denuncia a la Policía —y seguía sin entender por qué le preocupaba tanto.

    No pasó mucho hasta que Sesshoumaru la encontró desmayada en la esquina de un callejón. Llevaba el uniforme y estaba cubierta de tierra. Se acercó a verla y levantó con cuidado su peso muerto. La puso en su regazo y se le quedó mirando confundido y sin saber qué hacer.
    Al tanteo, tomó su móvil y llamó a un hospital. Parecía haber sido golpeada por alguien, ese lugar era una mierda.
    —Oye, jovencita, no te preocupes, vas a salir de aquí. Ahora.

    Kohaku apareció en una esquina y se quedó quieto al ver la escena, las preguntas no se hicieron esperar. Sesshoumaru tan solo le pidió que lo ayudara a subirla al auto.

    Cuando Sango llegó, se asustó al verla. Estaba quieta, pálida y su respiración era entrecortada y débil.
    —Alguien le hizo algo —se atrevió a decir. Le entreabrió el uniforme y la fea marca de un golpe confirmó la sospecha de los tres.

    —Hermana, Rin vive sola aquí, no tiene familiares ni conocidos. ¿No podríamos simplemente llevárnosla a casa? Este lugar es un asco.

    Sango compartía el punto de vista de su hermano, pero los costos de la manutención de una tercera persona en la familia les acarrearían problemas.
    —No creo que podamos mantenerla en casa, Kohaku.

    Sesshoumaru escuchó la conversación en silencio y los miró a través del espejo retrovisor. El dinero era lo último que debía preocuparles en aquellos momentos.


    Cuando arribaron al hospital, todo un equipo médico los estaba esperando y en seguida se llevaron a Rin para darle los primeros auxilios y revisarla. Para los tres, el tiempo pareció dejar de correr.
    Kohaku se apostó a un lado de la puerta de la sala en la que la habían llevado. Sesshoumaru se sentó en una banqueta en una esquina y allí se quedó en silencio. Sango se sentó cerca de él y por primera vez, la presencia del muchacho no la incomodaba. Ninguno de los tres se movió.

    De pronto, el móvil de Sesshoumaru comenzó a sonar. Él lo tomó rápidamente y miró el número de la llamada entrante. Era su madre. No se había dado cuenta de que había pasado el medio día. Sin embargo, los reclamos de su familia le parecieron menos importantes que la salud de la chica, así que cortó la llamada y apagó el móvil. Soltó un largo suspiro de cansancio y nuevamente perdió su vista en el vacío, con las manos entrelazadas como si quisiera darse fuerzas. Era la primera vez que tenía contacto con alguien en una situación tan precaria como la de Rin. Aunque no quisiera reconocerlo, estaba afectado. Miró a los dos jóvenes que le acompañaban y le pareció sentir que ellos estaban igual de afectados.

    Eran unos tontos, eso les había pasado por haber creado vínculos afectivos con la chica. Él realmente no creía en el afecto y trataba de no mantener relaciones estrechas con nadie, para no tener que sufrir como les sucedía a esos dos en ese preciso instante. Así era, ellos sufrían incluso más que él. Por primera vez en sus veintitrés años, comenzaba a salir de su burbuja aislante y darse cuenta de que, a su alrededor, había otras personas que sentían, que sufrían, que tenían vidas reales. Tuvo que reconocer que su propia vida a veces le parecía algo irreal y superfluo. Era irónico que, gracias al incidente de Rin, estuviera descubriendo cosas que la vida fácil no le había permitido ver antes.

    Y comenzó a preocuparle el destino de alguien más.


    El cielo pareció iluminárseles cuando el médico de guardia asomó finalmente por la puerta. Los tres se le abalanzaron encima, deseosos de conocer el estado de Rin. Ella estaba bien, pero tenía muchos golpes. Se había desmayado debido a un golpe en la cabeza, probablemente ocasionado por haber chocado contra el suelo. También tenía varios raspones, pero no contaba con lesiones internas o heridas muy graves. Los tres suspiraron de alivio. Gracias al cielo, no se trataba de algo grave.
    Sesshoumaru miró hacia arriba y se preguntó si acaso existía Dios.

    Los estómagos de Kohaku y Sango hicieron coro y ambos se sintieron avergonzados. Al liberarse de toda la presión, parecía que incluso su apetito había regresado. Sango pensó en comprar algo de comida en algún local cercano, pero pronto se dio cuenta de que, en el apuro, se había olvidado sus pertenencias en el hotel.
    —Ay, no, mis cosas —fue lo único que atinó a decir.

    Ante su sorpresa y la de su hermano, Sesshoumaru sacó dos billetes de diez mil yenes de su abultada billetera y se los extendió.
    —¿Con esto les alcanza para comprar algo?

    Los hermanos se quedaron boquiabiertos. Pues Sesshoumaru no era, después de todo, tan malo como parecía. Su apariencia y su comportamiento solían engañar, eso era todo. Bueno, una abultada cantidad de dinero podía cambiar el modo de pensar de ciertas mentes débiles y de algunos estómagos vacíos.

    Los tres fueron a comer en un pequeño café que quedaba tan solo a una cuadra del hospital. Por primera vez, Sesshoumaru disfrutó realmente de un almuerzo, aunque no dijera una sola palabra. Los hermanos se pasaron un buen rato hablando de anécdotas de trabajo mientras reían. El muchacho trató de imaginarse comiendo y charlando de la misma forma amena con su hermano menor… pero no le fue posible, su hermano era un caso perdido y eran capaces de agarrarse a patadas. Literalmente.

    Cuando regresaron, se encontraron con la agradable noticia de que Rin había despertado y se apresuraron en ir a verla. Llevaba algunos vendajes sobre los golpes y raspones que tenía y, aún a pesar de todo, seguía sonriendo. Sesshoumaru no era capaz de creérselo.

    —Hola, ¿Cómo están? —saludó animada, pero se quedó callada y quieta cuando vio entrar a Sesshoumaru.

    —El joven Sesshoumaru te encontró —le contó Sango.

    Rin lo miró incrédula, él parecía tan altivo, tan lejano, no le parecía posible.

    —Estabas tirada en un callejón —comentó Kohaku y de inmediato recibió un codazo por parte de su hermana.

    Rin le dedicó una sonrisa y luego, miró al vacío con seriedad por menos de un segundo. Era como si intentara recordar algo. Todos guardaron silencio, expectantes.

    —¿Qué te pasó allá? —preguntó Sesshoumaru.

    Ella se sorprendió ante su repentina preocupación y lo miró. Esa era la misma persona que un mes antes la había amenazado con dejarla sin trabajo. Parecía todo muy lejano.
    —Cuando salía de mi casa rumbo al hotel, unos pandilleros que estaba en ese lugar me golpearon y me robaron mis cosas.

    Sango suspiró de alivio. Podía haber sido mucho peor.

    —No deberías vivir en una zona tan peligrosa —le acotó Sesshoumaru.

    —Es que, joven Sesshoumaru, no puedo pagar una mejor vivienda que esa, no tengo dinero suficiente.

    —Vives como una rata.

    Ella lo miró con el ceño fruncido.
    —Pues sí, soy una rata.

    Él se enojó ante aquel desafío implícito, pero se controló. Rin no sabía lo que estaba diciendo ni con quién estaba hablando, eso era todo. Estaba lastimada, así que lo dejaría pasar.
    —Me sorprende que digas que no tienes dinero suficiente como para pagar una vivienda después de estar trabajando por un mes para nosotros.

    —He estado ahorrando en la medida de lo posible. Encontrar un puesto de trabajo y mantenerlo es muy difícil para alguien como yo —en contra de sus deseos, acabó mostrando de aquella manera cuán débil y desvalida era.

    Sango sintió que iba a llorar.

    —Estábamos pensando en que vivieras con nosotros —soltó la oferta Kohaku.

    Rin se sonrojó y bajó la vista. Seguía recibiendo una sorpresa tras otra desde el momento en que había despertado en esa sala de hospital.
    —No, Kohaku-kun, yo no podría, no quisiera ser una molestia para ustedes.

    —Por supuesto que no serás ninguna molestia, pero no podemos permitir que vuelvas a tener un percance como el de hoy —y se sonrojó— …nos tenías preocupados.

    —Lo siento, no era mi intención haberles ocasionado estos contratiempos.

    —Lo sabemos —la animó Sango—. Pero, por favor, piensa en nuestra oferta.

    —Acepta su oferta —le presionó Sesshoumaru impávido—, no puedes vagar otra noche por ese callejón como una pordiosera.

    Y ella seguís sintiendo el dolor de esos golpes bajos. Seguía sin poder creer que él realmente la había ayudado.
    La verdad, era que ninguno de ellos quería que Rin volviera a ese lugar, no tendrían la certeza de que volvería a salir.

    —Entiendo que estén preocupados, pero no puedo aceptar su oferta —impuso su carácter y su amor propio.

    Todos, resignados, aceptaron entonces su decisión.

    —¿Estás segura de lo que estás diciendo? —volvió a aguijonearla Sesshoumaru.

    Ella asintió en silencio.

    —Entonces, déjame hacerte un regalo.

    Sesshoumaru salió y regresó minutos más tarde con algo envuelto en una tela. Rin lo tomó y se sorprendió y asustó de hallarse sosteniendo una pistola de calibre nueve.
    —Si no aceptas vivir con ellos, al menos acepta un arma de defensa. La necesitarás.

    Ella no pudo negarse.

    Aquella tarde, Sesshoumaru llevó de regreso a Rin hasta la puerta de su casa, luego, regresó al hotel para que Sango y Kohaku recuperaran sus pertenencias y, finalmente, volvió a casa. Ignoró las preguntas de sus padres y fue a encerrarse en su oficina, donde pasó largas horas.
    Tiempo después, tocó a la puerta del despacho de su padre y éste le permitió pasar.

    —Qué bueno que llegas, porque deseaba hacerte unas cuantas preguntas.

    —Antes de eso, padre, me gustaría hablarte sobre ciertos empleados nuevos…


    Esa noche Rin no comió y tampoco pudo dormir, estaba asustada y algo confundida y aún no había salido del estado de shock. Se miró a sí misma en el espejo y no se reconoció, se veía demacrada.
    Dejó el arma cerca de su colchón y permaneció quieta como una estatua en la penumbra.
    Se levantó temprano en la mañana siguiente y se colocó un uniforme nuevo que había comprado unas semanas atrás, debido a que el que llevaba la mañana anterior había quedado roto y sucio. Escondió la pistola entre sus ropas y salió con paso más rápido que nunca, por una calle distinta de la que usaba siempre. Fue la primera en llegar hasta la parada de autobuses y de allí, hasta la estación.
    Cuando llegó al hotel, la recibió Kikyou, una de las empleadas de mayor antigüedad.

    —Lo siento, Rin-san, no puedes entrar.

    —Pero tengo que trabajar.

    —Tú no entiendes. Te han despedido.

    —¡¿Qué?!
     
  18.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    Re: Tentados (SessxRin)

    ¿¿¿¿QUE??? como que la despidio porque
    sera q no quiere q salga de casa o es q ya le cayó mal lin a sesshomaru
    no es posible pobrecita porqueeeeeeeee
    conti plis
     
  19.  
    Jaizmar

    Jaizmar Usuario popular

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    Re: Tentados (SessxRin)

    what? ¿porque la despidieron? espero que no se uno de los planes de sesshomaru pero sigo con la intriga de saber porque la despidieron bueno espero la continuacion sayonara (=
     
  20.  
    Lady Kyros

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    Re: Tentados (SessxRin)

    OMG! Me está gustando mucho el camino que toma la historia, cómo el pasado de los personajes se va entremezclando para dar sentido a su presente; cómo Sesshoumaru poco a poco comienza a salir de su burbuja para descubrir el mundo real.

    Tienes unos cuantos problemas de ortografía, podrías releer antes de publicar ya que no son difíciles de encontrar.

    Bueno, ahora espero impaciente la continuación para saber... ¡por qué la despidieron!
     
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