Drama Tempestad

Tema en 'Relatos' iniciado por Kikuz-sama, 23 Julio 2017.

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    Kikuz-sama

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    Escritora
    Título:
    Tempestad
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    577
    Ésto nació después de observar una tormenta y reflexionar acerca del amor. Así que puede ser raro y caótico (como todo lo que hago últimamente), además puede tener ciertas fallas en la forma y estructura.
    Estoy experimentando con mi narración, así que si no es tan bueno, discúlpenme por ello.


    Existen personas que son como una tempestad. Ponen tu mundo de cabeza con sólo darte una mirada, con sólo regalarte una sonrisa. Y hay otras que se convierten en tu remanso de paz, que se vuelven un lugar seguro al cual volver cuando todo se derrumba alrededor, a las que puedes llamar hogar.


    La primera vez que mis ojos se cruzaron con los tuyos, pensé que había encontrado a la persona que mantendría en mi vida el equilibrio perfecto entre la calma y el caos. Aquella que lograba acelerar mi torpe corazón con el cálido toque de su mano y, al mismo tiempo, transmitirme seguridad al calmar ese viento embravecido que azotaba mi interior.


    Supongo que fue tu imagen la que me cautivó pero fueron tus dulces palabras las que ocasionaron el nacimiento de rebeldes mariposas en mi estómago. Al principio me causaron molestia y un poco de resentimiento. Con frustración cada noche me preguntaba por qué alguien como tu podía tener semejante poder sobre mí. Porque estaba segura de que una sola palabra tuya podría provocar que me perdiera completamente por ti. Y esa certeza me causó miedo. Me aterraba considerar en lo que podría convertirme por ti.


    Pero tú, con la elegancia que se esperaría de un elefante en una cristalería, me enseñaste que los ciclones no siempre son malos, que el amor también puede ser bellamente caótico. Cuando acepté que estaba completa e irrevocablemente enamorada de ti me sentí feliz. Fui tan dichosa que disfrute con cada fibra de mi ser tus tormentas eléctricas, tus soleadas mañanas, los repentinos ventarrones y los inesperados arcoiris después de una tranquila y luminosa tarde lluviosa.



    Aprendí tanto de las estrellas sobre tu piel, de puntuación en cartas silenciosas y provocadoras a través de caricias discretas que sentí miedo al percibir que ese cosquilleo en mi estómago desaparecía lentamente. Ese revoloteó en mi interior comenzó a morir paulatinamente y entendí que el amor no siempre es bello ni duradero; a veces también puede ser efímero y cruel. Porque cuando tú dijiste Te amo, yo no pude responder. Porque cuando tu intentaste tomar mi mano yo te deje caer.


    Cuando te conocí, pensé que había encontrado la tempestad que modificaría mi vida pero al ver tus ojos ensombrecidos y destruidos ante mi falta de respuesta me di cuenta de que siempre fuiste un sol que se encontraba ocultó detrás de una tormenta y que el verdadero ciclón siempre fui yo. Llegué a tu vida y la puse de cabeza. Sin quererlo fui la causante de tu tristeza, de la puerta y las ventanas rotas.



    Tú y yo pensamos que el amor era bello y tierno, tarde descubrimos que no era así. Gritaste una vez más que me quedara, que te amara pero no pude porque las mariposas que alguna vez se agitaron embravecidas en mi interior, alcanzaron su fecha de caducidad. Y los dos entendimos, en medio de esa injusta pena, que el amor podía ser doloroso e increíblemente despiadado con aquel que se entrega sin reservas. Porque no importó cuanto me esforzará o cuanto lo intentara, yo no te amaba ni lo haría jamás...
     
    Última edición: 23 Julio 2017

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