Teen Titans Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por WingzemonX, 26 Marzo 2011.

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    WingzemonX

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    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
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    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 32
    “Te amo”

    El verdadero Azarath no se veía en esos momentos muy diferente a aquel que Raven había proyectado en su mente para refugiarse de la influencia de la Raven Roja. Aunque claro, no había edificios destruidos o a punto de derrumbarse, o ese aire pesado de amenaza latente, o esa soledad abrumante. Pero esa luz dorada como si brotara de un atardecer perpetuo, seguía ahí, tan frío y cálido a la vez como lo recordaba.

    Una vez que todos volvieron a Jump City, con todo y los seis restantes hijos de Trigon inconscientes, la hechicera se tomó una hora para reposar, recobrar energías y despejar su mente. Luego de ello, partió hacia su lugar natal en compañía de sus hermanos. Los Monjes de Azarath no fueron del todo sorprendidos por su repentina presencia o la de sus invitados; evidentemente ya tenían cierto conocimiento de lo que estaba ocurriendo en la Tierra, y aguardaron su llegada con paciencia. Cyborg les había inyectado a sus hermanos un poco del mismo tranquilizante que habían usado en ella, por lo que todos siguieron dormidos por alrededor de dos horas después de que llegaron. Pero aun así los monjes no quisieron tomar riesgos, y de inmediato se los llevaron para “encargarse” de ellos.

    Raven pasó el resto de la noche ahí mismo. Aprovechó el tiempo para descansar un poco más y contarles con detalle a los Altos Monjes de Azarath, los discípulos más leales y experimentados de la fallecida Azar, todo lo que había ocurrido… incluida la acción que había decidido realizar para calmar de nuevo a la Raven Roja, sin intentar sellarla. Esto claramente escandalizó a muchos. Azar les había enseñado a todos en Azarath, incluida Raven, a rechazar los sentimientos impuros, a suprimirlos o deshacerse de ellos, no a aceptarlos y dejarlos salir. Las acciones de Raven iban en contra de sus enseñanzas y eran un peligro. Raven se esperaba con anticipación su reacción, pero lo que no esperó fue que una de ellos saliera justamente en su defensa.

    —Raven ya no vive en Azarath —Intervino de pronto la voz de una mujer entre toda la multitud; era la voz de Arella… la voz de su madre, que se alzaba de su asiento sobresaliendo de todo el mar de túnicas blancas. Con rostro sereno, casi estoico, se dirigió al resto de los monjes—. Quizás las enseñanzas de Azar le fueron de utilidad y la protegieron mientras vivió entre nosotros, y le sirvieron de base para poder controlar y comprender sus poderes. Pero fue precisamente el reprimir sus emociones en el mundo terrenal hasta este punto, lo que provocó que esta otra entidad se formara en ella. No nos corresponde a nosotros juzgarla, ya no más; Raven es una persona que ha demostrado sin lugar a duda que puede valerse por sí sola y forjar su propio camino. El si su decisión fue la correcta o no, sólo dependerá de ella misma y de su propia voluntad.

    La Titán permaneció callada, escuchado con atención todo lo que su madre profesaba a su favor. Varios se levantaron en contra de sus palabras, pero Arella siguió firme en su convicción. Les recordó que fue Raven después de todo quien terminó derrotando a Trigon ella misma, restaurando el equilibrio en el mundo terrenal y en Azarath. Que todo lo que le debían era tan enorme, que el aceptar su accionar en esta nueva situación y acceder a su petición con respecto a sus recién descubiertos hermanos, era en comparación demasiada poca cosa. Este último alegato pareció ser suficiente para al fin hacer que todos congeniaran en una misma resolución: apoyar a Raven, una de ellos, y aún más que eso.

    El que los monjes apoyaran su accionar era bastante reconfortante, pero su verdadero deseo y lo que más alivio le daba, era con respecto a sus hermanos.

    Tras pasar la noche ahí, tras varios años sin haberlo hecho, a la mañana siguiente su madre la despertó y le indicó que ya estaba hecho, y que los seis habían despertado ya hace algunas horas atrás. Raven, sin dudarlo ni un segundo, pidió verlos.

    Arella la guió hacia una parte profunda de la ciudad, debajo del edificio principal. A diferencia de en la Tierra, la gente de Azarath no creía firmemente en las prisiones; sin embargo, eso no significaba que no tuviera una a su disposición, o que podrían al menos hacerse de una si fuera necesario. Y la prisión en donde Jared, Jaqueline, Jessie, Jacob, Jack y John fueron introducidos a petición de Raven, fue bastante especial. La habitación era de forma circular, con una enorme cúpula de cristal por la que entraban falsos rayos del sol, pues había un gran edificio sobre sus cabezas y era imposible que el sol llegara hasta ahí. Tenía en total ocho celdas de forma cuadrada, una a lado de la otra completando el contorno del círculo, más la entrada principal por la que Raven y Arella ingresaron. Dos de las celdas estaban vacías, y las otras seis ocupadas, obviamente, por sus hermanos.

    Tres de las cuatro paredes de las celdas eran muros blancos, con runas mágicas grabadas en ellas que amortiguaban la magia oscura. La cuarta pared, la que daba justo al área circular libre en el centro del cuarto, era un muro de cristal grueso, pero que igualmente tenía sus runas grabadas en ella en su superficie. Los seis se encontraban además encadenados de las muñecas con gruesos grillete y cadenas, que eran una versión diferente, pero igual de efectivas, de las cadenas que ellos habían usado para aprisionarla la noche anterior en el Templo de Trigon. Las celdas habían sido diseñadas en parte por los monjes de Azarath, y en parte por la propia Raven que dio buen uso a los nuevos conocimientos que trajo consigo el unir su mente con la Raven Roja. Las cadenas y los muros estaban diseñados para que la magia oscura, específicamente la de naturaleza similar a la Trigon, no pudiera ser usada, o no sin provocar un insoportable dolor. Era la única forma de asegurarse de que se quedaran encerrados y no intentarán nada. Esperaba realmente que no tuvieran que estar mucho tiempo así; sólo el necesario.

    Raven y Arella se quedaron de pie ante la entrada de la habitación. Raven miraba las siluetas de sus hermanos desde la distancia. El más claro de todos era Jared, cuya celda era justo la que se encontraba en el lado opuesto de la entrada. El chico pelirrojo, sin embargo, permanecía de espaldas, volteado hacia la pared.

    —¿Estás segura de esto, Raven? —Le murmuró Arella con aprensión, a lo que Raven asintió cautelosa.

    —Tengo que hablar con ellos una última vez antes de irme —aclaró la Titán—. Por favor, no intervengas, Arella.

    La mujer de túnica blanca no respondió nada, pero fue suficiente respuesta para Raven.

    Avanzó tranquila hacia el centro del cuarto. Sus pasos y su presencia no tardaron en ser percibidos por los reclusos ahí presentes. Todos voltearon a verla, a excepción de Jared que continuaba sentado y dándole la espalda.

    —Vaya, miren quién vino de visita —canturreó Jacob a su derecha, pegando su frente contra el cristal de su celda. Su tono era irónico, pero igualmente cargado de enojo—. Es Raven, la heroína. Así que, ¿ésta será nuestra nueva casa por el resto de nuestras vidas?

    —No —respondió la Titán con firmeza—. Todos ustedes tienen crímenes por los que deberán de pagar en la Tierra. Sin embargo, el resto de los Titanes y yo acordamos que éste es el sitio más adecuado para su reformación.

    —¿Reformación? —Murmuró Jessie, seguido de un resoplido de molestia. Ella yacía en el fondo de su celda, con sus brazos cruzados—. ¿Así es como le dices a que nos laven el cerebro y terminemos como tú?

    —No será así… —intentó explicarse Raven, pero Jack la interrumpió con sus murmullos lentos y calmados.

    —Una prisión aquí o una prisión en la Tierra… me parece que da lo mismo —exclamó el chico, estando sentado en el suelo con su cabeza agachada y su espalda contra la pared.

    Raven respiró con profundidad antes de hablar de nuevo.

    —Escuchen, aquí les enseñarán que hay alternativas diferentes para el uso de sus poderes, más allá de la influencia nociva que Trigon ha tenido en ustedes. Cuando estén preparados, podrán volver a la Tierra, afrontar sus errores allá y entonces progresar.

    —¿Progresar? —Escuchó que murmuraba John; él estaba en la celda al frente, justo a un lado de la de Jared. A diferencia del resto, él se veía algo curioso—. ¿Progresar cómo?

    —Como ustedes así lo decidan. Pueden ser más de lo que se han convencido a sí mismos que pueden ser.

    —¿Sigues con esa boba idea de que podemos ser héroes como tú? —Añadió Jaqueline, con un tono notoriamente más violento que el de los demás—. ¿Por qué querríamos siquiera considerar la idea de ser como tú?

    —No se trata de ser como yo. Se trata de que sean lo que ustedes quieran ser, que tengan la mayor cantidad de opciones posibles.

    Una apenas apreciable risa se hizo presente. Dicha risa provenía del frente, de la celda de Jared. Todos los hermanos, incluida la propia Raven, dirigieron su atención en dicha dirección.

    —La mayor cantidad de opciones posibles… que lindo suena eso —comentó el pelirrojo con tono irónico, mientras se ponía de pie y se giraba al fin hacia Raven. Tenía dos grandes ojeras marcando sus ojos, los cuales se encontraban enrojecidos; no tenía buen aspecto, realmente—. ¿Qué hay de ti, Raven? ¿Tienes la mayor cantidad de opciones posibles?

    Raven guardó silencio. Estaba lista para encarar a cualquiera de los otros, pero no a él. Su presencia, su rostro, y su voz… aún tenían un cierto efecto bastante pesado en ella. Jared se aproximó hacia el cristal de su celda, hasta casi pegar su rostro a éste.

    —Puedes ocultarte tras tu velo de heroína todo lo que quieras, pero sé que mi hermana, mi verdadera hermana, está aún ahí, dentro de ti. Quizás creas que la tienes bajo control, pero desconoces lo poderosa que es en realidad, mucho más de lo que tú pudieras llegar a ser —alzó en ese momento su puño y lo hizo chocar con fuerza contra el cristal haciéndolo temblar. Raven se sobresaltó ligeramente ante ese repentino acto—. Cuando menos te descuides, ella volverá, y nos liberará de aquí… y tú, los otros Titanes, y esta ciudad a mitad de la nada, lamentarán el que no nos hayas matado cuando tuviste la oportunidad.

    La voz Jared estaba cargada de una amenaza algo agotada pero aún presente. Todos los demás parecieron reaccionar a su llamado y cualquier rastro de duda o intención de escucharla que pudiera haber surgido en ellos, se esfumó justo en ese momento. Se veía que Jared aún tenía suficiente influencia en todos ellos, y de paso en ella misma. Él estaba realmente enojado con ella, o quizás con él mismo por su fracaso, por lo que no tendría sentido intentar razonar con él.

    —Será mejor que te vayas, hermanita —añadió Jared, volviendo a sentarse en su sito, y volviendo a darle la espalda. ¿Qué era lo que no quería que viera? ¿Qué era lo que intentaba ocultarle al no verla a los ojos…?

    —Raven —Escuchó que le hablaba su madre a sus espaldas, indicándole que era hora de retirarse. Ella era ya bastante consciente de ello, pero necesitaba decir algo más antes de irse.

    —Están aquí para ser ayudados, y en verdad deseo que puedan serlo —comentó—. Vendré a verlos siempre que tenga oportunidad. Para bien o para mal… son mis hermanos, y ninguno tiene la culpa de todo lo que ocurrió. Deseo poder conocerlos mejor y que también ustedes sean mejores.

    —Ya veremos cómo resulta eso —comentó Jaqueline con sarcasmo.

    La hechicera de azul se colocó su capucha sobre la cabeza, se dio media vuelta y comenzó a avanzar hacia la salida. Arella la siguió sin espera, dejando a los seis solos en aquel recinto.

    — — — —​

    —Hiciste lo correcto, Raven —comentó Arella mientras ambas avanzaban por los pasillos, algo más solitarios y oscuros, en dirección al exterior.

    —No sé si fue así —respondió Raven con sobriedad, andando aún al frente como si guiara la dirección a la que debían de ir—. Son un peligro para la Tierra y también para Azarath. Pero no sé qué más podía hacer por ellos.

    —No debes preocuparte. Los hijos de Trigon estarán seguros aquí y podrán ser ayudados así como te ayudaron a ti.

    Esa última afirmación provocó u n pequeño sobrecogimiento en el pecho de Raven.

    Cuando Jared y los otros la indujeron a aquel estado, su primer pensamiento fue huir y refugiarse, y por ello su mente había creado esa imagen ficticia de Azarath en la que podía sentirse segura, aunque fuera un poco. Sin embargo, aunque había tomado la forma de Azarath, en realidad en lo que deseaba refugiarse… era en los brazos de su madre. Era un pensamiento que nunca había tenido de forma consciente antes. Nunca había tenido la necesidad de tener ese tipo de contactos con su madre, cuya relación siempre había sido algo fría en comparación con otras relaciones de madre e hija que había conocido una vez que estuvo en la Tierra. Pero en ese momento eso fue lo que sintió: la necesidad apremiante de estar con su madre, como cualquier niña asustada y llorando.

    Pero eso no había venido a ella simplemente porque sí. Ese pensamiento vino a su mente por todo lo que Jared le había dicho en aquel momento. Entre muchas cosas, la que quizás le afectó más fue precisamente la que involucraba a su madre.

    Raven detuvo de pronto su avance y se quedó quieta a mitad del pasillo, con su rostro puesto al frente. Arella, a sus espaldas, se detuvo también a unos cuantos pasos.

    —¿Raven? —Inquirió la mujer de blanco—. ¿Qué ocurre?

    La hechicera guardó silencio unos instantes, mismos en los que tuvo su atención puesta en el final del pasillo.

    —Ellos son como yo, en todo sentido —comentó de pronto, confundiendo aún más a la mujer a sus espaldas—. El cómo nacieron, el cómo vivieron todas sus vidas con Trigon en su interior, susurrándoles al oído sin que fueran del todo conscientes de ello, temerosos de lo que podían hacer.

    —Tú no eres como ellos… —Intentó explicar Arella, pero Raven no le dio oportunidad pues de inmediato prosiguió.

    —La madre de Jared lo abandonó porque le tuvo miedo —añadió al tiempo que alzaba sus brazos y se abrazaba a sí misma—, y desde entonces él fue por su cuenta, sin nadie que lo guiara o lo quisiera. No es de extrañarse que terminara tomando el camino incorrecto; prácticamente el mundo no le permitió hacer otra cosa. Y me dijo que tú fácilmente hubieras hecho lo mismo conmigo… —El siempre tranquilo y sereno rostro de Arella, tuvo por primera vez una notoria muestra de sorpresa al escucharla decir eso—. Que el traerme aquí a Azarath fue tu alternativa, tu salida a tener que lidiar conmigo tú misma, y que de no ser por eso igualmente me hubieras abandonado y de esa forma yo de seguro terminaría siendo justo igual a él, igual que los demás…

    Hubo una pequeña pausa en la que ninguna de las dos pronunció palabra alguna. Arella no estaba segura si acaso ella esperaba algún tipo de respuesta de su parte, pero sus siguientes palabras se lo dejaron más claro.

    —¿Es eso cierto? —soltó de pronto la Titán, notándose su voz un poco quebrada, como nunca antes la había escuchado—. ¿Crees que hubieras hecho lo mismo que su madre de no haber tenido esta opción?, ¿Qué habría terminado igual a cualquiera de ellos?

    —Raven —pronunció Arella rápidamente—, tú siempre has tenido el amor de la gente de Azarath…

    —¡No se lo estoy preguntando a la gente de Azarath! —Exclamó la joven ante ella, alzando su voz con tanta fuerza que retumbo en el eco provocado en las paredes del pasillo—. Y no se lo estoy preguntando a Arella la sacerdotisa… Se lo estoy preguntando a Arella, mi madre…

    Arella se asombró de escucharla hablarle de esa forma. Notó además cierta desesperación en su voz, y sus hombros temblaban ligeramente. Si tenía que adivinar, tendría que afirmar que ese no fue un pensamiento que le surgió de la nada: era quizás algo que había estado viviendo con ella desde hace mucho, mucho tiempo atrás, pero sólo hasta ese momento era capaz de expresar abiertamente. ¿Y cómo lo hubiera hecho antes?, en ese lugar ese tipo de sentimientos eran justos lo que se intentaba suprimir y ocultar. Pero Raven… ella ya no tenía que seguir eso al pie de la letra. Ahora era un poco más libre de lo que ella misma había sido en mucho tiempo.

    Pasaron varios segundos sin que Arella fuera capaz de pronunciar alguna palabra. Bajó su mirada hacia el suelo, pensativa, pero ahí no estaban las respuestas que buscaba. De hecho, no se encontraban en ningún lugar de ese pasillo, de ese edificio, o de esa dimensión.

    —No lo sé… —soltó de pronto, haciendo que Raven reaccionara para mirarla sobre su hombro; Arella seguía mirando al suelo mientras hablaba—. Sé que esperas que te diga que sin importar qué, me habría quedado a tu lado y nunca hubiera permitido que terminaras como alguno de esos chicos. Pero la verdad es que en aquel entonces era una persona totalmente diferente a la que soy ahora. Era joven, confundida y temerosa. Fue por eso que terminé siendo seducida tan fácilmente por el encanto de Trigon y sus seguidores. De no haber tenido a Azar para que me tendiera su mano y me guiara en qué hacer… realmente no sé decir qué es lo que habría hecho… Lo siento…

    Antes de que Raven dijera algo, o tuviera siquiera el tiempo suficiente para procesar todo lo que había dicho, Arella alzó su rostro con firmeza hacia ella y se aproximó con paso cauteloso. Raven permaneció quieta en su sitio.

    —Pero —pronunció Arella mientras cortaba la distancia entre ambas—, aunque no puedo hablar por la Arella de hace dieciséis años, si sirve de algo puedo decirte que estoy totalmente orgullosa de ser tu madre, y siempre lo he estado.

    Raven se sobresaltó, sorprendida por escucharla decir tales palabras. Arella se paró recta ante ella, la miró fijamente a los ojos y colocó delicadamente sus manos en sus hombros.

    —No ha habido un momento en estos años en los que me haya lamentado de haberte tenido. Siempre tendrás el amor de la gente de Azarath… y el mío, hija mía.

    Y en ese momento, una pequeña, pero aun así apreciable sonrisa se dibujó en el rostro siempre serio y apacible de su madre. La forma en la que la miraba también se sentía diferente. Era como verla por primera vez: ver el rostro de su madre, y que ésta la mirara con la calidez y ternura que tanto tiempo había deseado sentir.

    Raven fue incapaz de contenerse en estos momentos. Se aproximó a ella, la rodeó con sus brazos, y la abrazó con fuerza mientras pegaba su rostro contra su pecho. Arella pareció dudar al inicio, pero luego la Titán sintió como también alzaba sus propios brazos y la rodeaba con ellos. Sería mentira si Raven afirmara que ese era el primer abrazo que se daban en su vida, pero definitivamente lo sintió en ese momento como si en efecto lo fuera, y por lo tanto no deseaba romperlo prontamente.

    — — — —​

    La noche anterior, tras que todo terminara, el grupo volvió a Jump City y a la Torre Titán. Chico Bestia le sugirió a Terra quedarse ahí con ellos en la habitación que aún se encontraba reservada para ella. El resto del grupo no se opuso a dicha idea, pero ella igual tuvo que declinar la sugerencia. Sólo aceptó un cambio de ropa como remplazo a su ya maltrecho uniforme escolar, y dejó que Cyborg le tratara sus heridas más graves. Había dormido todo el camino de regreso en el T—Ship, y aparentemente eso le había bastado para recuperar un poco de sus energías. Después de todo ello, afirmó que había otro lugar al que tenía que ir y dar la cara. Chico Bestia tenía una idea de que sitio era ese y la dejó partir. Quiso acompañarla, pero Cyborg, y la propia Terra, le recordaron su estado, incluyendo el de su pierna, por lo que lo convencieron de quedarse en la torre al menos por lo que quedaba de la noche.

    Eran cerca de las dos de la mañana. Creyó que al llegar a aquella tranquila y bonita casa de los suburbios, encontraría las luces apagadas y todo en silencio, pero no fue así. Desde la acera, pudo ver que todas las luces estaban encendidas, de cada cuarto. Sus abuelos estaban aún despiertos… o, más bien, los abuelos de la inexistente Tammy Hawk, los padres de aquel hombre joven y su esposa que murieron hace ya algunos años, y que fueron totalmente convencidos de que dejaron detrás a una hija rubia y de ojos azules a la que tenían que cuidar. Ahora lo sabía con claridad: todo había sido fabricado por Raven, por la otra Raven, o quien quiera que fuera; luego de ser divida en dos, ella era la menos capacitada para hacer alusiones a lo confuso que eso podía ser. Fuera como fuera, esas dos personas habían sido utilizadas con tal de cumplir su deseo de normalidad y paz.

    ¿Acaso la estaban esperando? ¿Esperaban que apareciera en su puerta tarde o temprano? No tendrían por qué esperarlo, pero ahí se encontraba, de pie frente a aquella agradable y cómoda casa. Ellos eran totalmente inocentes de todo ello, y lo menos que podía hacer era encararlos.

    Al ingresar, esperaba una lluvia de preguntas, reclamos, gritos y quizás insultos. Ella estaba acostumbrada a eso. En cada sitio al que iba y terminaba de alguna u otra forma arruinando la vida de la gente, siempre era el mismo resultado; esa no era la excepción. Sin embargo, el resultado fue totalmente inesperado para ella. Los señores Hawk se encontraban sentados en la mesa del comedor. En cuanto la vieron en el umbral, ambos la miraron impresionados, y un par segundos después se pusieron de pie y se dirigieron a ella. No dijeron nada, sólo la abrazaron entre los dos, apretujándola entre sus cuerpos. Terra simplemente se quedó estupefacta.

    Lo primero que surgió de sus labios fueron preguntas, pero no las que Terra esperaba: “¿Estás bien?”, “¿cómo te hiciste todas esas heridas?”, “¿te duele algo?”, “¿quieres que vayamos al hospital?”, “¿tienes hambre?”, “¿quieres que te preparemos algo?” No era una preocupación fingida o forzada, sino totalmente genuina que brotaba de sus corazones hacia una chica que quizás no era su verdadera nieta, pero que igual habían aprendido a amar como si lo fuera. Ninguno de los dos lo dijo directamente, pero se lo lograron dar a entender durante la hora y media que se quedaron conversando luego de ello. Terra se presentó formalmente a ellos como su verdadera yo, y no tuvo reparo en contarles todo por lo que había vivido luego de abandonar su hogar, hasta esa misma noche. No entró en exceso de detalles, pero sí lo suficientes para que ambos entendieran quién era realmente la jovencita que estaba sentada ante ellos. Más que asustarse, los dos sólo mostraron comprensión, absoluta comprensión.

    Pasó la noche en su cuarto, como lo había hecho tantas noches anteriores. Si todo fuera normal como cualquier otro día, se hubiera levantado temprano e ido a la escuela. Pero claro, su escuela ahora era un cráter lleno de escombros, y era bastante temprano como para que se hubiera tomado una decisión sobre cómo todos los chicos enrolados en ella seguirían con sus estudios. Y aunque no lo fuera, eso no era algo que le preocupara, no en esos momentos al menos. En lugar de ello, se levantó un poco tarde, desayunó hotcakes y huevos, y siguieron un poco más la conversación de la noche anterior.

    Un poco después del mediodía, y mientras la señora Hawk comenzaba los preparativos de la comida, surgió el tema incómodo que consciente o inconscientemente habían intentado evitar durante la noche: ¿qué pasaría de ahora en adelante? Terra se quedó callada unos momentos, a pesar de que ella ya tenía bastante clara la respuesta a dicha pregunta…

    Chico Bestia, en la forma de una paloma verde, arribó a la ventana de su cuarto un poco después de la una. Avisó su presencia a Terra por medio de su comunicador, pues no creía muy conveniente el hacer acto de presencia con sus abuelos. Terra entonces se excusó y subió apresurada a su habitación. Sentía tanto regocijo, que el ver a Garfield en esos momentos sería la cereza perfecta de ese pastel

    Al entrar en la habitación, se encontró con el Titán sentado en el marco de la ventana, esperándola. Sin proponérselo, su rostro se iluminó al verlo. Él, por su parte, se sobresaltó un poco nervioso al verla. Tenía su pie herido envuelto en una venda blanca, y usaba una muleta para apoyarse mejor, que llegó a preguntarse cómo había traído consigo exactamente. Él se paró de la ventana, apoyándose en la muleta para evitar caer.

    —No quería importunarte, sólo quería ver si estabas bien —le informó el chico de piel verde con timidez. Terra sonrió ampliamente.

    —Nunca me importunarías —le respondió, y sin espera caminó apresurada hacia él, tanto que no fue capaz de reacción antes de lo tomará de su traje y lo jalara hacia ella para plantarle un beso directo en los labios sin el menor aviso. Chico Bestia se quedó asombrado en un inicio por dicho acercamiento tan repentino, pero no tardó mucho en disfrutarlo sin preocupación. No lo diría en voz alta, pero había ansiado hacer eso desde la noche anterior, pero obviamente nunca se dio la oportunidad.

    Terra se separó luego de un rato, pero no por completo. Dejó su rostro sonrosado de sus mejillas cerca del suyo, y le sonrió algo apenada, aunque no arrepentida, por su acción.

    —Supongo que estás bien —comentó Chico Bestia con tono relajado.

    —Más bien de lo que esperaba —le respondió Terra del mismo modo.

    Ambos se sentaron frente a frente a conversar; ella en la cama y él en la silla de su escritorio, sentado con el respaldo hacia el frente y su muleta apoyada a su lado. Los temas fueron variados, pero el más importante fue el destino final de Jared y sus hermanos. Chico Bestia le respondió a esa duda lo mejor que pudo.

    —Y ese lugar Azarath… ¿será realmente el adecuado para encerrarlos? —Inquirió la rubia, algo inquieta por la idea.

    —Nunca he estado ahí —señaló Garfield—, pero Raven está más que convencida de que es el lugar correcto. Ella creció ahí y sabe más que nosotros de estas cosas, así que creo que habrá que confiar en ella.

    Ciertamente su reciente experiencia con la magia oscura de Trigon no le daba con exactitud un certificado en el tema, así que Terra en efecto tendría que confiar en la decisión de la experta, por más inestable que hubiera estado esos últimos días.g

    —¿Cómo sigue ella? —cuestionó algo insegura—. ¿Se ve más tranquila? Bueno, tú sabes, ¿no a…?

    —¿Perdido el control? No, parece que en verdad lo tiene dominado al fin. Pero tampoco la he visto mucho desde anoche. Se llevó a sus hermanos a Azarath y no había vuelto cuando viene de la Torre. Pero me parece que está algo encerrada en sí misma… más que de costumbre.

    —Dale tiempo. Pasaron muchas cosas que debe asimilar.

    —Bueno, no es la única.

    Ambos rieron un poco, aunque fue más una risa nerviosa que divertida. Sí, habían pasado muchas cosas que habían afectado a todos, incluidos ellos dos.

    —¿Y cómo sigue tu pierna? —preguntó Terra rápidamente intentando cambiar el tema.

    —Mucho mejor —le respondió Chico Bestia con optimismo—. Cyborg dice que no se llegó a romper, y en un par de días estará como nueva. Quien al parecer necesitará más descanso es Starfire. Lo que pasó el otro día…

    Se detuvo entonces de proseguir con su explicación al recordar quién era de cierta forma la responsable del incidente que estaba por señalar, y por lo tanto de las heridas de Starfire que aún no habían terminado de sanar. Un vistazo rápido al rostro de Terra, que se había tornado profundamente serio, fue suficiente para darse cuenta de que ella sabía lo que diría.

    —Lo siento —se apresuró a disculparse, pero Terra de inmediato lo tranquilizó.

    —Descuida, no tiene caso fingir que aquello no pasó. Creo que debo de disculparme más formalmente con ella por eso.

    —Sé que no te guarda ningún rencor, y que igualmente está feliz de que estés de vuelta… toda tú.

    —Lo sé, pero de todas formas eso no quita el hecho de que hice lo que hice… incluyendo todo lo anterior a eso.

    Bajó su mirada con algo de pesar, mirando sus propias piernas pálidas que surgían de sus shorts cortos de mezclilla. Chico Bestia fue ahora el que se dispuso a cambiar el tema rápidamente

    —Entonces, ¿tus abuelos…? —Preguntó dudoso, provocando que Terra lo volviera a ver de nuevo—. Digo, los abuelos de Tammy Hawk… ¿Aún te recuerdan?

    Terra miró hacia la puerta abierta del cuarto. El pasillo de afuera se encontraba vacío y en silencio.

    —Por ahora parece que sí. Ellos, al igual que Mary, Sarah y el resto de mis antiguos compañeros de clase, parecen tener revuelto los recuerdos reales con los que Raven… o más bien la otra Raven, les creó con su magia. Creí que dichos recuerdos terminarían desapareciendo por completo por el tiempo, pero al menos hasta ahora no parece que vaya a ocurrir.

    —Eso es bueno, ¿no? —Espetó Chico Bestia con entusiasmo—. Así podrás seguir viviendo aquí, y pasar tiempo con tus amigas, e ir a la escuela como deseabas.

    Terra sonrió levemente, y volvió a agachar su mirada. La expresión de su rostro no se podría describir como felicidad, y eso le dio muy mala espina al Titán.

    —Sí… es probable que podría… —murmuró Terra, pensativa—. Pero no lo haré. No me podré quedar por mucho más en Jump City.

    Chico Bestia se sobresaltó tanto que estuvo a punto de pararse de su silla abruptamente, a riesgo de lastimarse más su pierna. Sin embargo, logró contenerse al último momento, intentando mostrarse lo más calmado posible.

    —¿Acaso… te irás de nuevo…? —murmuró despacio, como si se le dificultara pronunciar las palabras.

    —No, no de la forma que crees, al menos —se apresuró Terra a explicarse—. Te prometí ya no huir y es lo que haré. Por eso… —Se puso de pie en ese momento y se paró firme delante de él—. He decidido volver a Markovia y ayudar a mi hermano a recuperar y reconstruir nuestro país. Voy a aceptar mis responsabilidades como princesa… y también como heroína.

    Chico Bestia la miró sorprendido desde su asiento. El tono de su voz y su mirada mostraban una absoluta determinación que no había visto antes en ella. Realmente se veía diferente de la última vez que se vieron… aunque, quizás no tanto.

    El Titán sonrió satisfecho, aunque igual algo triste, por su resolución. En efecto se iría, pero ahora sería por un motivo más aceptable, y podía lidiar con eso o al menos intentarlo.

    —Me alegra bastante escucharte decir eso, y sé que lo lograrás —comentó contento—. ¿Piensas volver aquí en alguna ocasión futura?

    —Nada me haría más feliz. Tengo mucho por qué regresar.

    Esa insinuación fue suficiente para que las mejillas del chico verde se sonrojaran. Se hizo un silencio entre ambos, pero no uno incómodo. Era más un momento de tranquilidad en el que cada uno podía darse el lujo de disfrutar de la presencia y compañía del otro sin necesidad de pronunciar palabra alguna, sino sólo contemplándose. El momento, sin embargo, no duró mucho.

    —Tara, la comida ya está servida —pronunció la voz de su abuela desde debajo de las escaleras, rompiendo el instante.

    —¡Voy! —Respondió la rubia de inmediato. Aún le resultaba raro el que empezaran a llamarle con su nombre real; de cierta forma, le parecía que extrañaría el nombre de Tammy.

    —Y dile a tu novio que puede comer con nosotros si lo desea —añadió a continuación la voz de su abuelo, provocando que ambos se sobresaltaran y ruborizaran al mismo tiempo.

    —¡Abuelo! —Exclamó Terra a modo de recriminación. Era de esperarse, pero en efecto la presencia de Chico Bestia en su cuarto no pasó en lo absoluto desapercibida; quizás debió haber cerrado la puerta después de todo.

    Garfield se paró de la silla y se apoyó en su muleta para mantenerse de pie sin necesidad de presionar su pie herido.

    —Igual debería de regresar ya a la Torre y ver que todo esté bien.

    —Sí, está bien —secundó Terra, quien tampoco se sentía del todo lista para tener ese tipo de comida—. Salúdame a todos, ¿sí?

    —Cuenta con ello.

    Ambos se quedaron unos segundo en silencio, y ahora éste sí se tornó un poco incómodo. Aparentemente ninguno estaba del todo seguro de cómo despedirse en esa situación. Luego de meditarlo un poco, ambos parecieron ponerse de acuerdo aunque no dijeran palabra alguna, y se acercaron el uno al otro, dándose un pequeño pero caluroso abrazo. No dijeron nada inmediatamente después de eso, y Chico Bestia se dispuso a dirigirse a la ventana, mientras que Terra se giraba a la puerta. El Titán ya estaba frente a la ventana, cuando Terra de pronto volvió a hablar.

    —Garfield, espera —la escuchó decir de pronto, haciendo que detuviera su partida y se volteara de nuevo a ella. Se encontraba ya frente a la puerta, y parecía algo cohibida por alguna razón—. Yo… sé que no tengo derecho a pedirte a esto, pero…

    Guardó silencio unos momentos. Desvió su mirada discretamente a otro lado, y con sus dedos se acomodó el cabello detrás de su oreja derecha.

    —¿Crees que podrías… o querrías… ir conmigo?

    Chico Bestia parpadeó, un poco confundido.

    —¿A comer? Bueno, es que…

    —No —interrumpió Terra abruptamente, y de nuevo volvió a callar pero sólo por unos segundos—. Me refiero a si vendrías conmigo… a Markovia…

    Chico Bestia se estremeció. No fue capaz de responderle de inmediato, pues se quedó prácticamente pasmado en su lugar ante tal petición.

    — — — —​

    La noticia de lo ocurrido en la Escuela Murakami se mantuvo en todos los medios locales y nacionales, incluso hasta aquel momento. El incidente llamó bastante la atención de la gente por los daños significativos que se causaron, y al parecer muchos estaban usándolo como base para argumentos mucho más… problemáticos. Robin, Supergirl y Cyborg precisamente estaban reunidos en la sala de la Torre T, viendo en la televisión un programa de discusión en que una mesa redonda de siete personas discutían lo ocurrido con lujo de detalles. Existían posturas a favor, neutrales y en contra del suceso sobre la mesa, siendo estas últimas principalmente protagonizadas por Gordon Godfrey, el polémico pero también popular reportero y presentador con una ferviente y nada disimulada postura contra los súper héroes, vigilantes y alienígenas, y desde el comienzo de la discusión tenía muy claro a quien culpar directamente de todo lo ocurrido: los Jóvenes Titanes.

    —Cientos de alumnos y profesores pudieron haber muerto si los Jóvenes Titanes no hubieran estado ahí… —Intentó aclarar un hombre al otro lado de la mesa, pero Godfrey no tardó en intervenir e interrumpirlo con su conocida voz llena de poderío y que no tenía problema en imponer su presencia en cualquier habitación en la que se encontrara.

    —Claro —exclamó algo sarcástico—, eso es lo que todo el mundo está diciendo esta mañana para que desviemos la mirada y creamos que lo ocurrido el día de ayer no fue la gran cosa. Pero lo único cierto aquí es que una escuela entera estalló bajo nuestras narices, provocando además incontables daños materiales y económicos a todos los edificios y negocios a su alrededor. Y aunque nadie murió como bien se la pasan repitiendo todos los noticieros políticamente correctos de este país, hay al menos cinco alumno que resultaron heridos, dos profesores, y eso sin contar todos los daños psicológicos que esta horrible experiencia les traerá a todos ellos. Y todo porque estos “jóvenes” decidieron usarla como su ring de pelea.

    —¿Insinúa que todo esto ocurrió porque los Jóvenes Titanes estaban ahí y no al revés? —Cuestionó otra mujer en la mesa, algo incrédula aunque ya había dejado clara su postura neutral.

    —No insinúo nada, lo digo directamente —respondió Godfrey con suma seguridad, y entonces volteó a ver directamente a la cámara—. A dónde estos chiquillos busca problemas van, siempre ocurre el desastre. Básicamente todo el presupuesto de Jump City se va en tener que reconstruir los daños que estos mocosos causan día tras día. Sólo el día anterior a esto, medio vecindario fue destruido por otra de sus peleas —en ese momento en un recuadro a lado de la cara de Godfrey, se colocó una escena grabada por algún teléfono celular de la pelea que los Titanes habían tenido con la Otra Terra, el día anterior a San Valentine—. ¿Cuánto creen que costará reconstruir todo esto? ¿Quién lo pagará? ¿Estos jóvenes? ¿La Liga de la Justicia? No, todo terminará por aspirar el bolsillo de los ciudadanos inocentes, como siempre.

    El aire en la sala de la Torre se volvió bastante denso. Los tres presentes miraban el televisor con expresiones que iban desde absoluta seriedad hasta enojo; éste último se encontraba más cargado del lado de Supergirl.

    —Con todo respeto —intervino el moderador con la serenidad propia de su papel—, pero el autor material de todo esto ya fue confirmado como Slade Wilson, un conocido terrorista que ya anteriormente había causado enormes estragos en la ciudad…

    —Y que ahora curiosamente está libre —se escuchó de pronto que alguien comentaba, otro hombre en la mesa que igual que Godfrey había dejado clara su postura en contra. Era un empresario joven de National City, de porte elegante pero sobrio, que también era bastante directo con su postura en contra de los extraterrestres y héroes independientes en el mundo, de nombre Maxwell Lord—. De acuerdo al último reporte de la policía de Jump City que acabo de leer, el sospechoso, este peligroso terrorista, despareció de su celda y nadie sabe cómo fue que pasó, ya que incluso los videos de vigilancia se esfumaron. —Lord se encogió de hombros en una postura casi cómica—. ¿Ocurre eso a un par de horas de ser aprehendido?, ¿no es esto demasiado sospechoso?

    —¿Quiere decir ahora que Los Jóvenes Titanes lo dejaron salir? —Ironizó uno de los hombres con postura a favor, pero Lord se mantuvo calmado.

    —Quiero decir que no me sorprendería —respondió con simpleza—. Especialmente considerando que Supergirl estuvo involucrada en este asunto.

    —¡¿Disculpa?! —soltó Supergirl en la sala, parándose de su sitio. En el televisor, Lord continuó con su argumento.

    —Se he sabido con anterioridad de la afinidad que tiene esta jovencita pseudo heroína de hacer amistades con sus supuestos enemigos.

    —¡Eso no es cierto! —Espetó Supergirl, furiosa—. Sólo pasó… un par de veces, ¡¿qué le pasa?!

    —Ya es suficientemente malo tener a la Liga de la Justicia por ahí haciendo su voluntad en dónde les venga en gana, como para encima tener que aguantar las travesuras de sus pequeños aprendices…

    Fue suficiente. Robin quitó el audio para ya no seguir escuchando más.

    —Cómo detesto a esos sujetos —comentó Supergirl, dejándose caer de nuevo en el sillón.

    —Pero tienen un poco de razón —señaló Cyborg con seriedad—. Esta vez nuestras acciones causaron bastante daño, y el que Raven y Terra hayan sido las causantes directas de varios de ellos no ayuda.

    —No fue culpa de ninguna de ellas… creo… —comentó Kara, mostrando algo de inseguridad en su última afirmación.

    Robin permanecía en silencio. Ya no veía la tele, sino fijamente a la alfombra debajo de sus pies. Tenía sus dedos entrelazados delante de su rostro, y sus codos apoyados en sus muslos en una postura reflexiva. Supergirl lo miró de reojo. Su actitud le preocupaba un poco.

    —Quizás deba de quedarme un poco más para apoyarte con esto, Dickie —sugirió la Kryptoniana, pero Robin de inmediato negó con su cabeza.

    —No, tú tienes tu propia ciudad que cuidar —señaló—. Descuida, nos encargaremos de esto.

    —Te creo —respondió Supergirl sin mucha espera, aunque seguía sin notársele mucha seguridad en su voz.

    La puerta de la sala había sido derribada por Supergirl cuando aquel falso Superman la golpeó y la mandó volando a través de ella y luego por el pasillo. Por ello, cuando Starfire entró flotando a la habitación con una amplia mochila de equipaje en su espalda, lo hizo sin ningún impedimento. Se acercó al sillón, y colocó sus pies en el suelo detrás de éste.

    —Buenos días a todos —saludó con ligero entusiasmo. Todos la miraron entonces sobre el respaldo del sillón.

    —Buenos días, Star —Respondió Cyborg, mirando curioso la mochila en su espalda, al igual que Robin.

    —Ya estoy lista, Kara —señaló la pelirroja, flotando ahora sobre el sillón, hasta después descender justo delante de la otra heroína.

    —¿Lista? —cuestionó Robin, extrañado por tal afirmación.

    Starfire volteó a ver al enmascarado unos instantes, pero casi de inmediato desvió su mirada hacia otro lado, como si quisiera evitar mirarlo fijamente. Aspiró hondo por la nariz, y entonces volvió a sonreír con naturalidad y ahora sí fue capaz de mirarlo por más tiempo.

    —Cyborg dijo que necesito un poco de tiempo para recuperarme de mis heridas, y Kara me invitó a pasar unos días con ella en Metrópolis.

    Esa noticia sorprendió bastante a Robin, por decirlo menos.

    —Me parece adecuado —añadió Cyborg—. ¿Y a ti, Robin?

    El chico tardó un rato en poder reaccionar y dar una respuesta.

    —Sí… me parece bien.

    —Descuida, Dickie —intervino Supergirl, estirando su pulgar hacia él—. Yo me encargaré de cuidarla. Le vendrá bien tomarse unos días libres para descansar y… —Miró a Starfire sobre su hombro un instante, y luego se viró de nuevo a Robin—. Pensar las cosas un poco, ¿no?

    Robin tenía una idea de a qué se refería Supergirl con tal afirmación, y no fue capaz de responderle nada. Ahora él era quien parecía intentar no mirarla. Aun así, fue consciente cuando Starfire se le acercó estando él aun sentado en el sillón, y lo rodeó con sus brazos en un cariñoso abrazo.

    —Cuídense, Robin —le susurró muy despacio cerca de su oído derecho sin romper el abrazo—. No se contengan más por mí, ¿sí?

    —¿Qué? —Exclamó Robin, no tan despacio como ella.

    —Si Raven y tú son felices, yo también lo seré.

    Robin se quedó perplejo por tal afirmación.

    —Star, yo…

    Antes de que pudiera decirle algo, ella se separó de él y se dirigió con sus pies flotando sobre el suelo hacia Supergirl.

    —¿Ya nos vamos? —le cuestionó, notándosele un poco de emoción en su voz.

    —Seguro, roja —respondió Kara—. ¿Está bien si salimos por aquí? —Señaló entonces a la ventana rota por la que Jared y sus otros hermanos habían ingresado a la Torre el día anterior. Cyborg no tardó en indicarles que sí, y ambas se dirigieron levitando hasta ahí—. Te encantará Metrópolis. Habrá mucho que ver y comprar.

    —¿Crees que pueda conocer al verdadero Superman?

    La cara se Supergirl mostró un ligero descontento por dicha propuesta.

    —Sí, seguro… ya lo veremos.

    Ambas chicas extraterrestres salieron por la ventana rota, y se alejaron volando con velocidad en dirección al este, aunque de seguro no tan veloz como Supergirl podía ir. Robin, por su parte, se quedó contemplando el agujero en el ventanal por un rato después de que ambas se fueran.

    —Ella estará bien, Robin —señaló Cyborg, estando sentado aún a dos lugares de él.

    —Lo sé.

    —Me preocupo más por ti —afirmó de pronto, sorprendiendo a Robin.

    —¿Qué dices? —masculló confundido, y sólo entonces desvió su mirada hacia él. Le sorprendió aún más ver la expresión de Cyborg y cómo lo miraba. Parecía estarle regañando de alguna manera, sólo con la pura mirada que exteriorizaba su único ojo humano.

    Cyborg se puso de pie, parándose firme en su sitio y sin quitarle esa mirada acusadora de encima.

    —Lo que Maxwell Lord dijo sobre Slade, no es tan descabellado… ¿o sí? —Soltó sin el menor rodeo—. Quien te dijo lo de Raven y sus hermanos, fue Slade, ¿no? De todo lo que supo mientras trabajaba con Trigon. Y a cambio de decírtelo, tú…

    Robin permaneció callado. Desde las primeras palabras entendió exactamente qué le quería decir; ni siquiera necesitó que terminara su frase: él había dejado ir a Slade el día de ayer en la noche. La descabellada teoría de Maxwell Lord tenía los fundamentos incorrectos, pero sorpresivamente era cierta.

    Cyborg interpretó el silencio de Robin como una absoluta afirmación.

    —Hermano, ¿perdiste la razón? —Espetó, visiblemente molesto pero contenido.

    —Tenía que hacerlo.

    —Podríamos haberlo resuelto sin dejar libre a ese loco.

    —No sabíamos a qué nos enfrentábamos. Necesitábamos información para saber cómo actuar, para saber cómo salvar a Raven.

    —Debiste al menos consultarlo con nosotros primero. —Cyborg se le acercó casi amenazantemente y lo encaró de frente; Robin miraba al suelo de nuevo, sin embargo—. ¿Oíste lo que dijeron en ese programa? Si alguien descubre lo que hiciste, esto se pondrá mucho peor.

    Robin alzó en ese momento su rostro y lo miró al fin fijamente.

    —Si eso pasa, yo cargaré con toda la responsabilidad —declaró con absoluta solidez—. No dejaré que mis decisiones afecten a este equipo, nunca.

    Ambos se miraron en silencio unos instantes, antes de que Cyborg suavizara su mirada y soltará un pequeño suspiro de resignación. Se alejó de Robin, y se rascó su cabeza rapada con un dedo.

    —Tú eres el líder, Robin. Lo que hagas, sabes que siempre te apoyaré, todos nosotros lo haremos. Pero realmente no te envidio. —Miró entonces a la televisión, que aunque no tuviera sonido se podía apreciar por las imágenes que la discusión en la mesa se había acalorado un poco—. La situación se pondrá complicada de aquí en adelante.

    Robin miró de nuevo a la televisión y la misma perspectiva le llegó. De nuevo se daba cuenta de cómo Jared y los otros no habían sido ni cerca los enemigos más peligrosos o poderosos que hubieran enfrentado en su carrera de héroes… pero aun así, a su modo, habían logrado causarles un daño significativo, aunque fuera indirectamente.

    —Pero, bueno —profirió Cyborg con un tono mucho más animado—, será mejor que me ponga manos a la obra. Alguien tiene que reparar esa ventana y los demás destrozos que esos sujetos causaron.

    —¿Necesitas ayuda? —inquirió Robin más que dispuesto.

    —Descuida, tú tienes tus propios asuntos de los cuales preocuparte.

    Sin más, Cyborg se dirigió a la inexistente puerta de la sala en dirección a su taller para obtener las herramientas y materiales que ocuparía.

    Quedarse solo no fue lo mejor para Robin. En el silencio de aquella sala, sólo opacado por el viento que de vez en cuando penetraba por la ventana rota, sólo podía pensar en todo lo que habían dicho en ese programa, más imaginarse todo aquello que dijeron una vez que dejaron de escuchar. No era la primera vez que ciertas personas se ponían en su contra por alguna de sus acciones; incluso la Liga de la Justicia sufría de ello en ocasiones y con mucha más frecuencia. Sin embargo, era la primera vez, desde que empezó esta vida de superhéroe, incluso cuando aún estaba con Batman, que realmente lo acusaban de algo incorrecto que sí hizo.

    ¿Había sido un error? ¿Se había dejado llevar por la desesperación acaso? Fuera como fuera, su acto se encontraba muy lejos de haber sido frío y calculado como siempre le dijeron que debía de ser. Fue impulsado de hecho por otros motivos… unos mucho más emocionales.

    Se paró del sillón y se acercó a la ventana rota, asomándose por ella hacia la playa, el mar y la ciudad a lo lejos. Se veía bastante mal, y eso que no se comparaba con cómo había quedado el gimnasio. Pero no era el peor daño que su querida base y hogar había sufrido. Se levantarían de esa, y esperaba que igualmente lo hicieran de todas las acusaciones. Tenían que…

    Algo llamó la atención de Robin en la orilla de la playa y lo distrajo de todos sus pensamientos. Desde la altura no podía ver con claridad qué era, pero sobresalía de toda la arena y rocas. Parecía, a simple vista, un objeto que el agua había empujado a la playa. Además ese era el sitio en el que el día anterior se habían enfrentado a Jared y sus hermanos, y donde Raven había hecho casi explotar sus poderes para derrotarlos.

    —¿Qué es eso? —se cuestionó a sí mismo, y decidió bajar a investigar. Lo que fuera, quizás le ayudaría a distraerse un poco de toda esa situación.

    — — — —​

    En cuanto estuvo abajo, pudo distinguir con claridad de qué se trataba: era un baúl de madera, ya algo hinchado y roído por el agua. Pero no era cualquier baúl; él lo reconoció fácilmente, y le sorprendió darse cuenta que su vista siempre tan audaz no se percató de su ausencia en el cuarto de Raven cuando estuvo en el día anterior en él. Ese baúl que estuvo en algún momento al pie de su cama ahora estaba ahí entre las rocas y con el oleaje del mar tocándolo de vez en cuando.

    Se acercó cauteloso hacia él, como si estuviera acercando a una bomba. No tenía candado ni nada similar, por lo que pudo abrirlo sin problema. Antes de que pudiera ver con claridad su contenido, lo primero que percibió fue una voz resonando desde su interior.

    —Ya era hora de que… —pronunció dicha voz, y luego se paró unos segundos—. Ah, eres tú.

    Si se hubiera basado sólo en su oído, hubiera pensado que había una persona ahí metida. Sin embargo, lo único que había ahí adentro era… un libro. Un libro mojado que se abrió por sí solo en una página central que estaba rota y en la que se mostraban dos ojos penetrantes que parecían estarlo viendo fijamente.

    Robin no conocía tantos libros parlantes como para no lograr identificar a ese en especial.

    —¿Malchior? —Exclamó incrédulo—. ¿Pero cómo…?

    —¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo es que puedo hablar de nuevo? —Interrumpió la voz que provenía el libro con tono arrogante—. Ambas son historias interesantes, pero primero sácame de aquí. ¿Sabes lo que la humedad hace a mis páginas?

    Robin no sabía cómo había ocurrido, pero su última experiencia con ese ser mágico no había sido nada agradable. Cerró la tapa del baúl con fuerza y se dispuso a llevarlo dentro.

    — — — —​

    Malchior no se quedó callado en todo el viaje de regreso a la Torre y posteriormente a la habitación de Raven. Se regocijó contándole al chico que cargaba el baúl cómo había despertado, como se había revelado a Raven, y como por supuesto había terminado en el mar. Robin no le respondía nada, pues lo menos que deseaba era entablar una conversación con ese ser oscuro. No era que él tuviera el poder o habilidad de sacarlo de su prisión de papel, pero igual no deseaba terminar siendo víctima de algún tipo de timo de su parte.

    Cuando arribaron a la habitación, Malchior ya estaba terminando su relato.

    —Y luego Raven arrojó el baúl conmigo dentro por la ventana, y se olvidó de mí, o simplemente decidió ignorar el hecho. Qué grosera, ¿no crees?

    Robin no respondió nada. Colocó el baúl al pie de la cama y luego se dispuso a irse antes de que Raven lo encontrara ahí y pensara que estaba invadiendo su privacidad de nuevo.

    —¿Cómo terminó ese asunto? —Cuestionó Malchior con fuerza desde el interior del baúl para que pudiera escucharlo con claridad—. ¿Se dieron cuenta a tiempo que el tal Jared era un fraude o dejaron que todo se saliera de control como siempre?

    —No es de tu incumbencia —le respondió al fin Robin, estando ya frente a la puerta—. Quédate ahí hasta que Raven vuelva.

    —Cómo digas, jefe —ironizó el Dragón—. Si sabes que todo lo que pasó fue tu culpa, ¿cierto?

    Sin razón aparente, Robin se detuvo el seco al escucharlo decir eso. Se quedó de pie en la puerta, mirando fijamente ésta en silencio.

    —Bueno, más o menos —prosiguió Malchior—. Fueron los sentimientos que provocaste en Raven los que hicieron que todo esto ocurriera. Si tan sólo no fueras tan guapo, chico. Y ahora también siento algo de confusión en ti en estos momentos. Has comenzado también a darte cuenta de que tienes sentimientos especiales por Raven, ¿verdad? —una risa bastante burlona se escapó con fuerza de sus labios… si es que en efecto tenía algo parecido a labios—. Qué situación tan complicada. Los humanos y sus problemas del corazón siempre son todo un tema. Pero es ese tipo de situaciones las que terminan siempre dándome la energía suficiente para poder interactuar con el mundo exterior. Así que mientras siga en esta Torre llena de tantos adolescentes con las hormonas alborotadas, será difícil que se deshagan de mí.

    —Me alegra que me lo digas —respondió Robin con serenidad, volteándose ligeramente hacia el baúl—. Así podré decírselo a Raven para que lo tenga en cuenta.

    No esperó a que le respondiera algo. Abrió la puerta, y salió rápidamente del cuarto. No fue sin embargo muy lejos, pues apenas dio un paso al frente cuando se dio cuenta de que en el pasillo, justo frente a la puerta y a un segundo de haber intentado entrar por ella, se encontraba precisamente la dueña de esa habitación.

    —¡Raven! —Exclamó el Chico Maravilla algo sorprendido al verla de pronto delante de él, y obligándolo a retroceder con agilidad para no chocar con ella de frente.

    Raven igualmente se sorprendió al verlo. Tenía su capucha abajo, e igualmente retrocedió un paso instintivamente.

    —Robin… ¿Qué…? —Titubeó un poco, y entonces miró sobre su hombro al interior del cuarto. El baúl al pie de su cama llamó su atención de inmediato.

    —Encontré tu baúl en la playa —señaló el chico de antifaz—. El mar debió empujarlo o quizás tú lo hiciste durante la pelea ayer.

    Raven suspiró con cansancio, y colocó una mano sobre su frente en señal de frustración.

    —Lo había olvidado por completo —exclamó, algo molesta—. Supongo que fue gracias a Jared y los otros… o a ella.

    Robin supuso de inmediato que con “ella”, se refería en efecto a la otra Raven, a la Raven Roja.

    —¿Y Malchior?

    —Sigue dentro, y en el libro —aclaró Robin de inmediato.

    —Gracias. Debo encargarme de él antes de se vuelva un problema.

    —Supongo que será lo mejor…

    Si hizo de pronto un silencio un tanto incómodo entre ambos. Los dos miraban hacia otras direcciones, y aunque sus expresiones eran serias y tranquilas, la verdad es que no reflejaban ni de cerca lo que realmente sentían por dentro.

    —¿Cómo están tus hermanos? —peguntó Robin al fin después de un rato. Raven suspiró lentamente y recobró la calma.

    —Encerrados y resguardados, por ahora.

    —Debes estar cansada luego de tu viaje. Te dejaré descansar.

    Robin se hizo a un lado para dejarle el camino libre hacia el interior del cuarto. Luego se dispuso a retirarse, pero de nuevo no fue capaz de avanzar mucho. Dio un par de pasos antes de que la voz de Raven lo detuviera:

    —Robin, espera por favor.

    Él obedeció. Se detuvo en su sitio y se giró hacia ella. Raven había cerrado la puerta del cuarto, quizás en un intento de que Malchior no los escuchara. Se le aproximó y se paró justo delante de él. Respiró hondo, y se obligó a sí misma a alzar su rostro y mirarlo a los ojos por más complicado que le pareciera.

    —Dijiste que hablaríamos cuando todo esto terminara… —murmuró despacio—. Y realmente necesito hablar contigo… ahora mismo.

    Robin se giró de lleno hacia ella, de tal forma que ambos se pudieran encarar de frente el uno al otro.

    —Yo también lo necesito —señaló con el tono más suave que la situación le permitía externar—. Pasaron muchas cosas que debemos aclarar.

    Aclarar… por supuesto, era lo que tenían que hacer: aclarar las cosas. Era una forma simple pero bastante comprensible de decirlo. Él quería aclarar las cosas… ¿Y ella?, ¿qué deseaba ella con exactitud? Ella quería más que sólo aclarar las cosas…

    —Raven… —comenzó a decir Robin pero Raven se apresuró de inmediato a interrumpirlo.

    —Por favor, no digas nada —exclamó con rapidez, agachando su cabeza—. Yo… necesito decirte esto, antes de que me arrepienta…

    Robin se sobresaltó un poco, pero cumplió con su petición. Permaneció callado, y muy atento a cada una de las palabras que botarían de su boca. Raven necesitó de un largo tiempo de cavilación para poder aclarar y acomodar las ideas de su cabeza. Volvió a respirar hondo, y de nuevo se forzó a sí misma para alzar su mirada hacia él. Lo contempló a través de su antifaz y él la contempló. Se veía tan calmado y sereno, mientras que ella ya había perdido toda la tranquilidad que hubiera tenido. Su expresión estaba más suavizada, y sus mejillas ligeramente sonrojadas. Sería difícil creer que hasta un par de días atrás, esa chica de mirada soñadora fuera alguien que se esforzaba por reprimir exteriorizar todos sus sentimientos por el simple miedo.

    Eran tantas cosas revoloteando y dando vueltas de un lado a otro, pero al final todo se resumía en una simple oración…

    —Te amo —exclamó de pronto muy despacio, pero lo suficiente como para que él la escuchara con completa claridad cómo se reflejó en su perceptible reacción que quebrantó un poco su postura serena—. Estoy enamorada de ti, y esa es la verdad. No sé con exactitud en que momento pasó, ni si fue por la influencia y manipulación de Jared y los otros en mí, o por mi propia incapacidad de comprender y asimilar mis emociones, o simplemente fue algo natural que se dio porque así debía de ser. Pero eso es lo que siento en estos momentos. No tengo ninguna duda en mí, y no hay confusión alguna sobre ello. —Volvió a bajar su mirada como si todo aquello le hubiera costado todas sus energías—. Ya no te veo como sólo un amigo. Estoy enamorada de ti, y quería decírtelo y que lo escucharas siendo yo misma, por completo yo, y no esa versión obscena de mí que conociste.

    Se hizo de nuevo el silencio, pero ya no uno incómodo si no uno que ambos agradecieron, como si fuera un pequeño descanso mental. Raven permaneció con su rostro agachado en silencio, y Robin igualmente estaba callado. Era el tipo de situaciones en las que nunca había sido bueno para expresar abiertamente lo que pensaba o sentía. Pero cuando estaba por decir algo, Raven volvió a hablar.

    —Pero descuida —murmuró de golpe, de nuevo muy despacio—. No espero nada de ti a cambio de esto. Sólo… quería decirlo, necesitaba decirlo. Sé que lo que dijiste cuando estabas en mi mente fue lo que necesitabas decir en ese momento para animarme a hacer lo que debía, así que… no te preocupes…

    Lo que le había dicho cuando estaba en su mente… Robin no necesitaba recordatorio, pues sabía muy bien lo que había dicho: “Eres alguien realmente importante para mí… la más importante… Si regreso al mundo real, será contigo. Y si te tienes que quedar para siempre aquí, yo lo haré también. A dónde tú vayas y lo que decidas hacer, yo estaré ahí para caminar a tu lado y ayudarte sea lo que sea.”

    —Nada de lo que dije en ese momento fue un invento —Espetó sin titubeo, haciendo que Raven se sobresaltara un poco y lo mirara de nuevo. Robin dirigió en ese momento su mano derecha hacia su antifaz y se lo retiró, haciendo que Raven pudiera ver directamente sus ojos, sus ojos azules brillantes y profundos que la miraban a ella y sólo a ella. El rubor en el rostro de Raven se volvió mucho más evidente al poder contemplarlo por completo, como realmente era Dick Grayson—. Lo que dije fue la verdad: eres la persona más importante para mí en estos momentos. Creo que lo supe desde tu cumpleaños, desde ese momento en el que la idea de perderte por completo ante Trigon se hizo real frente a mis ojos y me rehúse a aceptarlo. Pero no me di cuenta de lo que realmente sentía hasta ahora que se volvió mucho más claro, cuándo creí que te perdería de nuevo.

    Se aproximó cauteloso sin apartar su mirada de los ojos morados de Raven que tampoco se apartaban de él. Tomó con delicadeza su mano derecha entre sus dedos enguantados.

    —Tú tampoco eres más sólo una amiga para mí. Lo que siento por ti, la conexión que siento entre nosotros, es diferente a lo que llegué a sentir por Bárbara o por Starfire… Yo no sé si sea capaz de ponerlo claramente en palabras como tú, pero…

    En ese momento alzó la mano de Raven e hizo que ésta la colocara sobre su mejilla, uniendo su piel gris contra la suya más sonrosada. Dick cerró los ojos y abrió por completo su mente, dejándo que esa conexión mental y espiritual que existía entre ellos desde hace ya mucho, hablara por sí sola. Aunque en efecto Robin no fuera capaz de ponerlo por completo en palabra, Raven sí fue capaz con ese toque de verlo todo, de profundizar en sus pensamientos y sentimientos, de ver todo lo que había brotado en él y lo que acompañaba cada una de sus palabras. Todo ello era un sentimiento real, puro y cálido, y poco a poco inundó su propio pecho. Fue algo tan hermoso, que Raven no pudo evitar que sus ojos se humedecieran un poco. Había llorado más en las últimas horas de lo que había llorado en toda su vida, pero en ese momento no deseaba hacerlo. Lo único que sentía en esos momentos era una absoluta felicidad que no deseaba dejar escapar.

    Cuando terminó de ver todo lo que él quería que viera, retiró su mano lentamente de su mejilla, pero él de todas formas siguió tomándola entre sus dedos. Raven agachó de nuevo su rostro apenada, aunque ahora una pequeña sonrisa, muy discreta en realidad, adornaba sus labios.

    —Fue hermoso… ningunas palabras podrían haberle hecho justicia… —susurró bajo, como un pensamiento más para ella.

    Las mejillas de Robin igualmente llegaron a sonrojarse por ese comentario, haciendo que su expresión tomara un tono bastante tierno, especialmente considerando de quién estaban hablando.

    —¿Sabes? —Exclamó Raven de pronto, rompiendo prematuramente el silencio—. Mientras crecía, siempre tuve presente en mi mente que mis días llegarían a su fin justo en mi cumpleaños dieciséis. Cualquier plan que pudiera hacer después de ello, simplemente no tenía sentido. Viajes, aventuras, lecturas, incluso películas, nada de eso tenía caso visualizarlo después de ese día. Incluso el llegar a enamorarme de alguien, y permitirme sentir esto que siento ahora, era algo imposible para una persona que tenía una fecha de expiración bastante clara.

    La sonrisa en sus labios se alargó aún más. A Robin le pareció que era la sonrisa más grande que había visto esbozada en ese rostro pálido.

    —Pero después de lo ocurrido, después de que derrotara a mi padre y se abriera a mí todo este nuevo mundo de posibilidades, en el que podría vivir incontables años más, e incontables nuevas experiencias… sentí una alegría y una emoción como nunca había sentido. Quiero vivir, Dick. Quiero poder experimentar todo lo que nunca me permití.

    La sonrisa se fue estrechando, hasta desaparecer del todo y volverse en una expresión mucho más usual en ella: pensativa, reflexiva, y algo fría. Alzó su mano, la que Robin no sostenía, y la colocó sobre su pecho.

    —Pero el saber que Trigon de alguna forma sigue aquí, el saber que esa parte de él siempre estará aquí conmigo y no puedo evitarlo… Me hace sentir un poco de miedo. Me hace preguntarme si realmente merezco hacerlo, si merezco sentir esto, si acaso… si acaso puedo…

    Abruptamente, Robin la jaló hacia él y la rodeó con sus brazos. Su mano derecha terminó posándose sobre su espalda, y la izquierda sobres su cabellera morada. El rostro de Raven quedó presionado contra su hombro, pero no de una forma incómoda. Ella miraba al pasillo sobre el hombre de él, algo sorprendida por el repentino acercamiento.

    —Todo estará bien, Raven —susurró Dick cerca de su oído—. Porqué yo estaré aquí contigo. Y todo lo que quieras experimentar de aquí en adelante, no lo harás sola. Y todo lo que vaya a pasar, bueno o malo, nos encargaremos de eso juntos. Te lo prometo…

    —Dick… —Susurró la Hechicera, y de nuevo la sonrisa se hizo presente en sus labios y las señales muy tempranas de lágrimas en sus ojos.

    Se quedaron en esa posición por unos segundos, hasta que en conjunto ambos decidieron separarse. Pero dicha separación termino no siendo tal. Cuando sus rostros se apartaban uno del otro, sus miradas se cruzaron furtivamente. Sus ojos morados se perdían en los azules de él y viceversa. Estaban tan cerca el uno del otro… Ninguno decía nada, pero ella sabía que él lo comprendía, que comprendía lo que se encontraba tan latente en ella como si estuviera a punto de explotar. Lo deseaba, lo deseaba con todas sus fuerzas. Si él se lo hubiera pedido en ese momento, habría hecho eso y mucho más; sólo tenía que decirlo y sería suya de cualquier forma que pudiera imaginar. Pero por esa primera ocasión, bastaría y de sobra un pequeño pero bastante intenso acercamiento.

    Ninguno recordaría quien tomó la iniciativa. Quizás fue él, quizás fue ella, pero realmente ya no importaba. Ambos lo deseaban, y esa era la única verdad. Cuando menos lo pensaron, sus rostros ya estaban unidos el uno con el otro. Sus labios se tocaron y presionaron, y el abrazo que se estaban dando se volvió mucho más intenso y sus cuerpos terminaron pegándose igualmente el uno con el otro. Raven no tenía nada de experiencia en ello, pero no se sentía cohibida o insegura. Ciento de sensaciones le recorrieron el cuerpo entero mientras sus labios se acariciaban mutuamente sin pudor alguno.

    Lo que Robin sintió en ese momento no fue muy diferente. Realmente lo comprendió todo en ese instante, y pudo sentir de inmediato la gran diferencia que existía con cualquier otro beso que hubiera tenido antes. Al fin lo entendía, y cualquier duda que le hubiera quedado al respecto se esfumó en el aire en ese mismo instante. Él sería de Raven, y ella sería suya, y no tenía el menor temor o incertidumbre con ello. De hecho, se sorprendió a sí mismo notando que lo deseaba así.

    El momento fue perfecto, pero no podía durar para siempre. Al final tuvieron que romper el beso, pero de nuevo no se apartaron del todo. En cuanto pudo, Raven pegó su rostro contra el hombro de Robin, como si temiera verlo a los ojos. De hecho, sentía que si acaso se atrevía a hacerlo, entonces realmente terminaría perdiendo el control de sus poderes sin remedio alguno.

    —Nunca me había sentido tan feliz —murmuró de nuevo como un simple pensamiento.

    —Creo que ni yo —añadió Robin de la misma forma—. Debes estar exhausta, deberías…

    —No —respondió Raven tajantemente—. No quiero apartarme de ti y que este momento termine siendo sólo un acto de mi imaginación.

    —Descuida, no me iré a ningún lado. —Pasó su mano de manera reconfortante por su espalda, intentando que realmente estuviera segura de que estaba ahí y que todo eso era real—. Hablaremos en cuanto descanses, ¿de acuerdo?

    Raven se mordió su labio inferior como señal de ansiedad y duda. Vaciló un poco, pero al final tuvo que obligarse a aceptar.

    —Está bien…

    Sorprendentemente el separarse fue doloroso para ambos, pero fue pasajero. Raven se quedó en su puerta, contemplando en silencio como Robin se alejaba por el pasillo. Una vez que lo perdió de vista, entró a su habitación y cerró rápidamente la puerta detrás de sí. Pego su espalda contra ésta, y colocó ambas manos sobre su pecho. Ni siquiera sabía que su corazón podía latir así de rápido. Antes no solía sonreír mucho, y en ese momento no le era posible por sí sola dejar de hacerlo. Estaba feliz; no habría persona alguna que lo negara al verla.

    Y entonces su mirada recorrió el cuarto y se encontró con el baúl al pie de su cama, aún mojado e hinchado. Su felicidad se opacó significativamente, aunque no del todo. Sin embargo, su sonrisa sí desapareció, y su semblante se tornó mucho más duro. Caminó apresurada hacia el baúl. A medio camino, con un movimiento de su mano derecha el baúl se abrió de par en par por acto de su magia. Se paró delante de él y miró al interior. El libro estaba reposado en el fondo de madera, abierto en la página rota de los ojos de Rorek.

    —Ah miren quien volvió —exclamó la voz del ser encerrado con tono juguetón—. Nos volvemos a ver, pequeña Raven. Por cierto, escuché toda la conversación que acabas de tener aunque hayas cerrado la puerta. Qué lindos, debo decir. Me pregunto qué tanto te durará el momento; me atrevo a decir que no mucho. —Raven permaneció en silencio, sólo lo miraba con recelo—. Como ya has de saber, no será cosa fácil deshacerse de mí y sellarme a como estaba antes. Así que tú y yo pasaremos mucho tiempo juntos de aquí en adelante.

    —No lo creo —contentó Raven de golpe con un tono algo agresivo que a Malchior realmente confundió.

    Raven alzó en ese momento su mano derecha y ésta se cubrió por completo de un resplandor de energía… color rojo intenso. El mismo brillo envolvió al libro, y éste se elevó de golpe en el aire hasta colocarse justo frente a su rostro.

    —¿Pero qué…? —Exclamó Malchior, notándosele bastante nerviosidad en su voz incorpórea—. ¿Esto es… magia… negra…?

    —¿O magia incomprendida? —Explicó Raven con total normalidad. En ese momento, pequeñas manchas negras comenzaron a surgir en diferentes puntos de las páginas del libro, y poco a poco comenzaban a hacerse más y más grandes. Si Malchior tuviera un rostro visible en esos momentos, lo más seguro es que estaría lleno de terror—. Tú mismo me lo dijiste hace tiempo: el bien y el mal son sólo puntos de vista y un compendio de decisiones tomadas. Pero luego de tanto tiempo, me di cuenta de que yo jamás tuve esa posibilidad de elección. Trigon y Azarath por igual siempre quisieron imponerme su voluntad y que fuera lo que ellos querían que fuera. Pero ahora soy libre, ahora estoy completa. Ahora puedo al fin decidir por mí misma lo que yo quiera ser. Puedo ser buena, puedo ser mala, puedo ser ninguna… o ambas, como cualquier otro ser humano puede ser…

    Las manchas negras se siguieron extendiendo mientras ella hablaba. Ya habían cubierto por completo el libro, incluso su cubierta. Ya sólo quedaba visible el área de sus los ojos dibujados en la página. Malchior lo supo, supo que si eso, lo que fuera que fuera, llegaba a su fin… él también lo haría.

    Sin embargo, en el último segundo, el avance de las manchas se detuvo, y se fue revirtiendo un poco más rápido que como avanzaron, y en unos segundos el libro había vuelto a su normalidad. El resplandor rojizo que lo rodeaba se esfumó también y el libro cayó con total libertad en el baúl de nuevo. Malchior soltó un quejido de dolor y confusión ante el golpe.

    —Sin embargo, mientras tenga a Robin y a mis amigos a mi lado, siempre elegiré el camino del bien y la rectitud —le informó Raven, aun mirándolo desde su posición—. Pero no te confíes. Puedo cambiar de opinión en tu caso.

    —Lo tendré en cuenta —comentó Malchior con un tono nervioso y apagado.

    Con otro movimiento de su mano en el aire, Raven hizo que el baúl se cerrara de nuevo. Ahora conocía al menos tres formas de deshacerse de una vez por todas de ese dragón peleonero mientras se encontraba aún encerrado ahí. De seguro la Raven Roja lo habría hecho de inmediato y sin vacilar, y esa aparte de quien era ahora en efecto deseaba hacerlo. Pero no, no lo haría en esa ocasión. Tendría que buscar una forma de simplemente completar de nuevo el sello que se rompió por su sentir de necesidad, y hacer que al menos se vuelva a callar. Aunque, ¿quién sabe? Quizás ahora que él sabía que tenía dichas otras opciones, y que estaba en ella elegir usarlas o no, quizás podría volverse mucho más cooperativo y pudieran hacerse alguna clase de amigos a la larga que pudieran serse de utilidad.

    Pero no pensaría más en eso; en lo que menos deseaba pensar era en Malchior.

    Caminó hacia su ventana e hizo con su magia que se corrieran por completo las cortinas y entrara la luz del sol; una vez al año no hacía daño. Quizás algunos de sus compañeros pensaban que de ahora en adelante sería toda alegría, felicidad, flores y chocolates. Pero seguía siendo ella. Aún le gustaba la soledad, los ambientes oscuros, un buen libro y un agradable café. Pero ahora tenía más opciones sobre la mesa para cuando le apeteciera algo diferente. Y claro, tenía a Robin, y también a sus demás amigos.

    Estiró sus brazos mientras miraba por la ventana y soltó un largo bostezo. Aunque debía odiar y estar molesta con Jared, y en ciertamente lo estaba, una parte de ella, y no precisamente la de la Raven Roja, le estaba agradecida por lo que hizo. Y quizás, algún día, podría regresárselo. Hasta que ese día llegara, tenía muchas cosas que hacer. Por ejemplo, preparar otros cuervos de chocolate.

    F I N

    Los diferentes monitores de la computadora se las arreglaban para alumbrar aquella oscura cueva. Cada uno mostraba un video diferente, pero en el del centro era el que tenía en esos momentos la atención del hombre sentado en la silla ante la extensa consola de control. En ella, se mostraba algunas personas en una mesa redonda, discutiendo un tema en concreto…

    —¿Ocurre eso a un par de horas de ser aprehendido? —señaló uno de ellos—. ¿No es esto demasiado sospechoso?

    —¿Quiere decir ahora que Los Jóvenes Titanes lo dejaron salir? —Añadió otro con tono burlón, pero el primero ni se mutó a su comentario.

    —Quiero decir que no me sorprendería. Especialmente considerando que Supergirl estuvo involucrada en este asunto. Se ha sabido con anterioridad de la afinidad que tiene esta jovencita pseudo heroína de hacer amistades con sus supuestos enemigos. Ya es suficientemente malo tener a la Liga de la Justicia por ahí haciendo su voluntad en dónde les venga en gana, como para encima tener que aguantar las travesuras de sus pequeños aprendices…

    La discusión continuó. Aunque la mirada de aquel hombre estaba puesta en el video, su mente ya se encontraba divagando en otros asuntos diferentes, directa o indirectamente relacionados con el tema de su discusión. Giró levemente su cabeza hacia la derecha, hacia otro monitor más pequeño a un lado. En él se reproducía una escena grabada por la cámara de seguridad del área de celdas del departamento de policía de Jump City, misma grabación que extrañamente había desaparecido durante la madrugada anterior; aunque, evidentemente, no del todo.

    La escena en dicho video no dejaba nada a la interpretación: ese chico de cabellera negra, capa y traje rojo y verde, se las arreglaba para abrir la celda del sospechoso detrás del incidente de la escuela, y lo dejaba libre. El hombre se iba por una dirección luego de intercambiar unas palabras más con el chico, y éste se iba luego por el lado contrario. No más, y no era tampoco necesario.

    —Vaya, parece que ahora Dick sí la hizo buena —comentó una voz a sus espaldas. Una figura se materializó entre las sombras una vez que la luz de los monitores la tocó. Era una jovencita que usaba máscara y capa negra, y que debajo de la máscara se asomaba una cabellera rojiza. Usaba además un traje entallado morado, y en el centro de su pecho se encontraba plasmado un murciélago amarillo. La imagen que Jacob había proyectado la noche anterior en aquellos túneles, no se apartaba demasiado de la realidad.

    La joven se cruzó de brazos y centró su atención en otro monitor, en donde se veía al mismo chico del otro video y a una chica de cabello morado y capa azul en una calle de su ciudad, enfrentándose, aparentemente, a un chico pelirrojo que sacaba fuego de sus manos.

    —Y encima de todo viene a la ciudad y no es capaz de venir a saludar. ¿Cuándo se le quitará lo inmaduro?

    Sus palabras se encontraban marcadas por recriminación y molestia. El hombre en la silla, sin embargo, parecía bastante concentrado en sus propios pensamientos como para hacer algún comentario al respecto. Ella lo miró de reojo, resopló un poco, y entonces se lo preguntó sin rodeos:

    —¿Qué harás ahora, Bruce?

    El hombre de cabello negro corto y ojos azules, se recargó por completo contra la silla y apoyó su rostro contra su mano enguantada de negro. Había pocas cosas en ese mundo que le quitaban el sueño a Bruce Wayne. Y había aún menos que lograran hacer ello en Batman…


    Notas del Autor:

    Luego de siete años de idas y venidas, al fin he logrado terminar esta historia justo y como deseaba hacerlo. Éste es un momento muy especial para mí, ya que, aunque no sea como tal el primer fanfic que logro terminar, sí es el primero de esta extensión y el que me ha tomado tanto tiempo escribir. Comencé esta historia hace ya mucho tiempo, cuando mi manera de escribir apenas estaba madurando. A lo largo de todo este tiempo mi técnica ha cambiado, mi manera de usar a los personajes, y claro la trama llegó a tomar algunos giros diferentes de los que llegué a prever hace siete años, pero siempre se estuvieron moviendo sobre la idea base que lo originó todo.

    Agradezco a todos aquellos que llegaron a seguir esta historia desde su mero inicio, pero también aquellos que llegaron a conocerla más recientemente pero que aun así siguieron y esperaron lealmente cada capítulo y me dejaban comentarios en mi página de Facebook, en Fanfiction, en Wattpad o en dónde fuera. Gracias a Jozz Rosas, Fernando Cobos, Panku, Red X, Anna Salas, y todos aquellos que me siguieron hasta este punto. Fue su apoyo y deseos de querer ver esta historia terminada lo que me impulsó después de todo este tiempo hasta llegar a este punto. Espero que hayan realmente disfrutado esta historia así como yo disfruté escribirla.

    Y ahora la pregunta obligada que muchos pueden tener: ¿habrá continuación? Me tardé siete años en terminar esta historia, ¿enserio me quieren seguir viendo por siete años más con otra? Pero bueno, como pudieron ver gran parte de los temas centrales de la historia fueron cerrados de manera satisfactoria, pero algunos otros se quedaron abiertos, sobre todo en este último capítulo y sobre todo en esa… ¿escenas post-créditos le diríamos? La verdad es que la trama de Jared y sus hermanos, al menos de momento, termina en este punto. Pero ideas para continuar con las aventuras de los Titanes desde aquí tengo varias que he ido barajeando a lo largo de estos años, y los temas que se dejaron pendientes tienen que ver con dichas ideas. Aun así, no les podría decir con seguridad si dichas ideas se llevarán a cabo, o cuándo sería de ser así. De momento deseo enfocarme en mis otras historias, y terminar un par de ellas al igual que hice con ésta, y entonces poder tener, de cierta forma, la agenda libre para nuevos proyectos. Quédense al pendiente de mi Página de Facebook para cualquier noticia al respecto, así como de las actualizaciones de mis otras historias.

    Muchas gracias de nuevo a todos, y espero que puedan compartirme en los comentario su opinión de toda la historia ahora que ha terminado. Qué les gustó, qué no les gustó, y qué les gustaría ver en una continuación. Estaré al pendiente de todo, se los aseguro.

    ¡Nos seguimos leyendo!

    WingzemonX
     

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