[TCG] Templo del Culto

Liza White

Suspiré de alivio al saber que no había nadie más en el despacho de Ivine aparte de él. Sonreí ligeramente cuando se levantó y vino a recibirme, y asentí débilmente para indicarle que me encontraba perfectamente. Por suerte, aún no me habían encontrado. Pero esto era una carrera contra-reloj, y sabía que en algún momento me acabarían descubriendo.

Me abracé a mí misma, desviando la mirada hacia el suelo. No podía ocultar lo asustada que estaba. Pero la emoción recorría cada poro de mi ser a apartes iguales.

—Estoy bien, Ivine, gracias a ti —asentí con suavidad, y escuché atenta su pregunta. No me lo pensé, ciertamente. Fuese o no buena idea, le debía una a Ivine. Y lo que menos se merecía era recibir una mentira a cambio—. La llave.... La encontré en el despacho de uno de los Devotos. No esperé que de verdad llegase a ser tan importante, tan solo... captó mi atención.

 

Ivine, tenso, suspiró.

—... de modo que cuando entraste allí la tomaste. Demonios, esto es un problema más grande de lo que pensaba, hija, mucho más grande de lo que pensaba. Esa llave es muy importante, y ahora tenemos un grave problema, porque no va a ser fácil devolverla. No podemos dejarla allí como si nada, porque la seguridad tan grande que hay haría que nos descubriesen. Si me la das y yo digo que la encontré tendré que dar explicaciones... y si te expones, no quiero ni imaginar lo que te harían.

>> Ay, Liza... en menudo problema me metes. Suerte que te aprecio. Dime una cosa: ¿tienes alguna idea de para qué sirve esta llave? ¿Averiguaste algo más?

>> Decir la verdad (no lo sé)
>> Fingir que sabes algo para intentar que te lo cuente.
>> Mentir (decir con confianza que lo sabes todo)

 

Liza White

Tensé los labios, como una niña que era regañada, porque aunque no comprendiese el trasfondo podía entender la gravedad en las palabras y gestos de Ivine.

—Lo siento mucho Ivine... Lo que menos quería era meterte en problemas —mis dedos se aferraron en torno a mis brazos, pero estaba segura de cual sería mi respuesta a su pregunta. Alcé la mirada, y respondí con toda la sinceridad que me fue posible—. No lo sé. No sé nada sobre esa llave, y no entiendo por qué es tan importante pero... Pero me gustaría comprender, Ivine. Yo no... no entiendo nada.

>> Decir la verdad (no lo sé)

 

Ivine asintió, aliviado.

—Bien, bien. Créeme, Liza, es mejor que no sepas nada. Por tu seguridad...

Suspiró, y se rascó la cabeza, cono si estuviese pensando fríamente qué opciones tenían.

—Supongo que no me queda más remedio que cubrirte y... decirte adiós. Creo que es la única opción ahora mismo, tratar de escaparte. Entregues o no la llave, tarde o temprano acabarán sabiendo que tú la robaste, así que Liza, tienes que salir del Templo. Es la única opción.

>> Sin embargo, como dijeron, han reforzado la seguridad y no dejarán que nadie salga del templo fácilmente. Claro que hay una zona cuya seguridad, si bien es alta, no estará muy atendida ahora mismo. Una zona que pocos saben, salvo altos cargos, que existe: las mazmorras de este lugar. Aunque aquello es más bien una prisión y un enorme laberinto, existe la posibilidad de salir a través de él. Y dado que es un lugar secreto, no se preocuparán por reforzar la seguridad, pues no sospecharán que un aprendiz pueda entrar allí.

>> Decidido, pues. Tenemos que prepararlo todo, sin embargo, para que sea cuanto antes. Ay, Liza... qué dolores de cabeza me das a veces. Escucha bien: ve en cuanto puedas a tus dormitorios y busca allí a tu compañera Amie; es una aprendiz de rango algo mayor que el tuyo, no sé si la conocerás. Ella y yo ya... hemos hablado un poco sobre ciertas cosas. Dile que vas de mi parte, y dile esta frase, ella lo entenderá: el cuervo anhela la justicia.

Sonrió, tratando de lucir calmado y tranquilizar a Liza con la mirada, pero... sus nervios podían palparse, aún así.

—... siento meterte en algo que no tiene por qué incumbirte, en algo peligroso, pero así son las circunstancias, querida. Espero que salgas sana y salva al menos tú.

>> Marcharse (resto de opciones)

 

Liza White

Abrí los ojos al escuchar sus palabras, sobrecogida por la enorme carga que se escondía detrás de aquella simple decisión: debía marcharme de allí. Abandonar el templo antes de que me encontrasen. Confirmaba, de esa forma, que estaba en un verdadero peligro, y que hacía peligrar incluso a todos los que se encontraban a mi alrededor.

No obstante, no dudé ni un segundo y asentí. El brillo determinado en mis ojos demostraba que ya había tomado esa decisión mucho antes de lo que había sucedido. Sabía que ese lugar no era para mí, y era el momento de aprovechar la oportunidad que Ivine me brindaba.

Cuando me sonrió, intentando tranquilizarme, no pude evitar rodearle con mis brazos, transmitiéndole con aquel gesto la enorme gratitud que le profesaba. Tuve que contener las lágrimas, pues una parte de mí se apenaba enormemente de dejar a Ivine atrás. Apreté los labios, en un intento de sonrisa, y asentí de nuevo. Debía marcharme ya.

—Gracias, Ivine —murmuré, volviéndome antes de abrir la puerta—. Haré todo lo posible porque todo salga lo mejor posible, te lo prometo.

Y así, con una sensación agridulce en mi pecho, decidí que era el momento de marcharme de allí.

>> Marcharse: al Mercado del templo.

 

Y allí estaba, de nuevo, Liza, en el mercado. Como de costumbre, todo era como siempre, salvo que, esta vez... estaba allí, también, aquella misteriosa adivina. ¿Qué hacía ahí? ¿Y por qué nadie le prestaba atención?

Como sea, también destacaba el hecho de que muchos más guardias pululaban por el mercado... habría que ir con cuidado.

>> Examinar: zona de alimentos.
>> Examinar: zona de moda.
>> Examinar: zona de ocio.
>> Charlar: adivina
>> Marcharse: al patio principal.
>> Marcharse: a los dormitorios.

 

Liza White

La tensión podía sentirse en el ambiente. El mercado nunca había estado tan plagado de guardias, y fingir que todo estaba bien frente a tantas miradas se hacía realmente difícil. Con todo, intenté aparentar que era un día normal y cualquiera, acercándome a la zona de alimentos como solía hacer.

>> Examinar: zona de alimentos.

 

En la zona de alimentos había, principalmente, fruta ese día. Sin embargo, la cantidad de comida... estaba siendo racionada. Había un guardia delante de los puestos, y, al acercarse Liza, obstruyó su camino.

—Nada de fruta —le dijo, vistiendo con una túnica amarilla, como Ivine. Era de rango alto, desde luego—. Comerás lo que se te dé hoy.

... aquello estaba convirtiéndose en un problema de verdad, ¿eh? ¿Tan importante era la llave...?


>> Examinar: zona de moda.
>> Examinar: zona de ocio.
>> Charlar: adivina
>> Marcharse: al patio principal.
>> Marcharse: a los dormitorios.

 

Liza White

Mentiría si dijese que no me asusté al ver que un guardia me obstruía el camino. Asentí rápidamente, obediente, y me alejé del puesto con toda la calma que pude conseguir. ¿Sería así en todos los puestos? Probablemente...

...Pero nada perdía intentándolo.

>> Examinar: zona de moda.

 

Allí no había demasiados artículos de moda, precisamente; solo túnicas de colores, por supuesto, y artículos que eran más bien accesorios, como anillos, pulseras, collares... todos sencillos y cumpliendo con las reglas del Templo, claro.

En esos puestos, sin embargo, no había tanta seguridad; y al fin y al cabo, lo que racionaban era la comida, que era lo que verdaderamente podía afectar a los aprendices. Sin duda, querían hacerles sufrir todo lo posible, ¿eh...?

En cualquier caso, un hombre, vendedor, saludó a Liza. Lo conocía de vista, era un aprendiz como ella, encargado de algunas ventas, pero de túnica blanca.

—Hola, ¿qué tal? —estaba alicaído, sin duda. Siendo también aprendiz, estaría siendo sometido al mismo control y presión que el resto, ¿eh?—. ¿Querías... algo en particular? Tenemos buenos precios, y vienen de regalo con cartas, míralo tú misma...

>> Comprar: collar plateado (10 TP)
>> Comprar: pulseras recicladas (15 TP)
>> Comprar: anillo de acero (20 TP)
>> No comprar nada: resto de opciones.

 

Liza White

Suspiré, alicaída al igual que él. Aunque, en mi caso, la culpabilidad lo empeoraba todo. No quería gastar mis pocos TP, pero sentí que aquello era lo mejor que podría hacer para compensarle, y así lo hice.

-Buenos días, me llevaré un anillo de acero -sonreí débilmente-. Muchas gracias.

 

Tras suspirar, algo molesto por la excesiva vigilancia, le entregó el anillo, cogió el dinero, y le dio a Liza unas cuantas cartas.

—Aquí tienes... cuidado, el anillo está imantado; si te acercas a alguna superficie de hierro se adherirá a ellas y tal.

Obtienes:
- Magnemite
- Magneton
- Magnezone

 

Liza White

Asentí, contenta con lo que había obtenido, y tras ajustarme el accesorio y despedir al hombre volví sobre mis pasos, dispuesta a buscar a la tal Amy. Ivine decía que se encontraba en los dormitorios posiblemente, debía recordar la frase que me había dicho...

...¿Pero, de qué habrían hablado esos dos? ¿Amy también estaba involucrada en todo esto?

>>Marcharse a los dormitorios

 

Llegó, así, a los dormitorios. Eran los dormitorios de chicas del ala gris, y, supuestamente, Amie era su superior, ¿no? Una aprendiz, pero de color blanco, un rango por encima. ¿Estaría por allí?

La zona de los dormitorios estaba llena de guardias de rangos superiores, sin embargo. Bastante más poblado y vigilado que de costumbre, aquel pasillo no parecía muy seguro para andar chismorreando con los demás sobre la llave...

En todo caso, era cierto que allí había una chica rubia con túnica blanca. ¿Sería esa Amie? Por lo demás, además de los guardias, había, más que nada, aprendices de túnicas grises, como Liza... compañeras suyas, vaya. A la mayoría las conocía, de hecho; y, por supuesto, su vecina de habitación, Noir, estaba, como de costumbre, seria y callada, sentada en mitad del pasillo, espalda contra la pared y cartas en las manos.

>> Hablar: Noir.
>> Hablar: ¿Amie?
>> Hablar: Guardia
>> Marcharse: a tu dormitorio
>> Marcharse: al patio principal
>> Marcharse: al mercado

 

Liza White

Tal y como imaginé, la seguridad era incluso mayor en los dormitorios. El lugar donde antes servía como nuestro pequeño espacio personal ahora estaba tanto o más vigilado que el resto de estancias. Y allí, como de costumbre, encontré a mi vecina de habitación, Noir. Sabía que era fan de las cartas como yo, ¿quizás le apetecería despejarse un rato con un duelo?

Sea como fuere, la saludé con una pequeña sonrisa mientras me acercaba.

—Buenos días, Noir. ¿Cómo... Cómo lo llevas? —me llevé un mechón de cabello tras mi oreja, con un gesto cansado—. Ya sabes, todo esto.

>> Hablar: Noir.

 

Noir era una chica... particular. Su cabello, oscuro y algo grasiento, siempre le cubría los ojos por completo. Liza no creía recordar una sola vez en la que la chica se hubiese destapado los ojos; ni siquiera sabía qué color tenían.

Contenido oculto

—Uh... Liza —la saludó. Ella no era muy habladora, tampoco, pero... era buena chica, por lo que Liza la conocía—. Sí. Esto es una mierda y tal, supongo.

Y... ya no dijo nada más. Se acurrucó, pegando sus piernas a su pecho, y apartó la mirada. Ugh... c-como Liza no le sacase charla, ella misma no iba a hablar mucho, no...

>> Hablar con Noir: ¿Quieres jugar a las cartas?
>> Hablar con Noir: ¿Sabes algo de lo que han robado?
>> Hablar con Noir: ¿Qué tal estás?
>> Resto de opciones.

 

Liza White

Me llevé una mano al brazo, algo retraída, y no pude evitar suspirar con un dejo de tristeza. Odiaba esto, odiaba causarle tantas molestias a gente inocente como ella, pero... poco más podría hacer ahora que no fuera escapar.

—Sí, lo sé. Es una mierda —dije entonces, acuclillándome junto a ella en un dejo cansado. Me sentía mal por Noir, era una buena chica. Aunque no me hablase mucho—. ¿Te encuentras bien, al menos?

>> Hablar con Noir: ¿Qué tal estás?

 

—Pues... regular —dijo ella, desinteresada, con la mirada clavada en las cartas que manipulaba entre sus manos—. Ñeh, pero no es por el rollo este del objeto desaparecido. Eso me da completamente igual. Mi vida en general es lo suficientemente "regular" como para eso. Pfff.

M-Menudas ganas de vivir parecía tener, sí. Con curiosidad, Liza pudo fijarse en cuáles eran algunas de las cartas que manipulaba la chica. "Phantumb", "Trevenant", "Pumpkaboo" y "Gourgeist" eran algunas de las cartas que estaba contemplando.


>> Hablar con Noir: ¿Sabes algo de lo que han robado?
>> Hablar con Noir: ¿Qué tal estás?
>> Resto de opciones.

 

Liza White

Lo cierto es que a aquellas alturas no me sorprendía esa clase de respuestas por su parte. Estaba acostumbrada a su... particular forma de ver la vida, pero no podía juzgarla. La vida en el templo era tan monótona que incluso yo misma podría sentirme así. Curiosa, contemplé las cartas con las que parecía jugar, y señalé mi baraja con algo más de ánimos. Hablar de ese tema con guardias alrededor no sería buena idea, pero siempre quedaba pasar el rato con las cartas.

—Bueno... ¿qué te parece jugar a las cartas para despejarnos un poco? —propuse entonces, y permanecí observándola con una pequeña sonrisa—. Seguro que así arreglamos un poco tu estado de ánimo.

>> Hablar con Noir: ¿Quieres jugar a las cartas?

 

De pronto, Noir alzó la cabeza repentinamente. Sus ojos seguían ocultos por el pelo, pero apuntaba su rostro directamente al de Liza.

—¿Duelo? Sí. SÍ. Ahora mismo, duelo, vamos.

W-Wow, eso parecía ser lo único que la emocionaba. H-Hasta el punto de que daba un poco de miedo.