Toyama Tateyama

Yuzuki Minami
Shukusha

En determinado momento entre los comentarios de Tamura y Hayato sentí la mirada de Kohaku, el tinte del gesto me hizo entender que había pescado el asunto en el aire, seguro por la cara de Takano y las comisuras de los labios se me estiraron en una sonrisa bastante divertida que me obligué a contener apenas me fue posible. Ninguno lo expuso, claro, pero que alguien compartiera la gracia conmigo me había dejado al borde de soltar la risa, pues porque me la pasaba molestando al pobre.

No me duró demasiado de todas maneras, volvimos sobre la conversación seria y añadí mi fuerza a las piezas con las que contábamos. Puede que fuese la más volátil de todas, pero si a su vez si había podido mover medio ejército creía que podía ser de utilidad aunque el contexto fuese completamente distinto; es más, era una certeza.

Con eso dimos el asunto por concluido por el día, Ko preguntó si había un lugar para asearse y le respondieron que estaban las termales de no ser por el asunto de los monos. Se me escapó un suspiro resignado, pero pronto se solucionó el tema cuando Yoshio nos ofreció el agua almacenada para al menos darnos un baño rápido. No sería el gran momento de relajación, pero nos permitiría descansar más a gusto.

El sitio era pequeño y a pesar de que había que estar apiñados no se percibía incomodidad en general, así que eso me bastaba. Algunos permanecieron despiertos más tiempo que otros, era como sintiera sus conciencias dando vueltas a mi alrededor y eso me mantuvo despierta a mí también, como si me negara a pegar ojo hasta saber que el último estaba descansado por fin. Había sido así cuando me quedé en la herbolaria con Rengo y Takano y la historia se repetía. Yoshio no descansó, mantuvo el fuego vivo y entendí que era el único que se quedaría despierto.

Tuve que forzarme, pero cuando el último cayó rendido y solo quedó Yoshio me dormí. Sentía el cuerpo resentido por los eventos de Toyama y soñé con Kintaro, el bosque y el impostor, así que ni idea de qué tan reparador fue el sueño en realidad.

Cuando la mañana nos alcanzó comencé a escuchar movimiento, pero el cansancio no me dejó levantarme por un rato. Cuando por fin lo hice estiré el cuerpo que me lanzó relámpagos de dolor en partes específicas, pero no me quejé y me levanté despacio para ver quiénes estaban despiertos ya. Noté a Takano y Hashimoto, a Fuji con Kohaku y a Yamagata.

Antes de hacer nada me acerqué a donde estaba durmiendo Hayato con los demás, noté que la ardilla de Kohaku dormía en su pecho y sonreí ante tal escena; el corazón no me dio para despertar a ninguno, así que con movimientos lentos me quité el haori y lo coloqué encima del niño, Chiasa incluida. No estaban pasando frío ni nada, pero quise abrigarlos un poquito más; ya de paso me incliné hacia Hayato para dejarle un beso liviano entre el cabello, lo suficiente para no despertarlo.

Murmuré un "Te quiero" apenas audible, fue un secreto incluso, y me enderecé para dejarlo dormir tranquilo.

—Buenos días —dije en voz baja al pasar junto a Fuji y Ko, de hecho me detuve un momento para estirar un brazo en dirección a cada uno en un gesto casi maternal, los froté un poco y retrocedí—. Si necesitan ayudan con algo me lo dicen, ¿de acuerdo?

No me quedé mucho más, caminé hacia Takano y a pesar de que estaba con Hashimoto me estiré para darle un beso en la mejilla, fue el anuncio de mi presencia por decirlo de alguna forma. A sabiendas de que me estaba metiendo en una conversación seria hice una reverencia hacia Inugami después y al enderezarme hablé para ambos.

—Continúen, no pretendía interrumpirlos más de lo necesario.

 

Kohaku Ishikawa
Shukusha

La negativa de Fuji me pilló un poco desprevenido y sentí el primer impulso de replicar, mas lo contuve. Prácticamente al mismo tiempo, Yuzuki se acercó y nos ofreció su asistencia de ser necesaria. No era muy dado a los gestos físicos de cariño, no era como me habían criado, pero el suyo fue en cierto modo reconfortante. Le sonreí y asentí, y por el rabillo percibí la expresión de Fuji. Ya lo había pensado antes y aún no me atrevía a preguntar, pero... ¿dónde estaba Matsuda?

La voz de Hashimoto me alcanzó cuando se refirió a Tamura y su amiga, Yume. Les eché un vistazo, aún dormían y exhalé por la nariz, algo extenuado. Me acerqué al hombre para hablarle en confidencia, Takano y Yuzuki también podrían oírlo.

—Confío en él, o al menos quiero hacerlo. No creo que tengan malas intenciones. Aunque... sí es el hijo de Saizo Honda. —Suspiré—. No apoya las acciones de su padre, en cualquier caso, pero puede estar relacionado a su ideología.

 

Yuzuki Minami
Shukusha

Yamagata me saludó medio dormido, lo que me hizo algo de gracia que acabó por desaparecer al notar la falta de chispa en los ojos de Fuji y la entendí, pero no pude hacer más por ella. Teníamos que buscar a Matsuda, la mínima pista que consiguiéramos de él debería servirnos de algo, pero esta chica no podía seguir viviendo con esta incertidumbre.

Al saludar a Takano se quedó callado de inmediato, cosa que anticipaba, y aunque me miró como si tuviese algo en la cara supe que no estaba enojado ni sorprendido, digamos que el gesto le había dejado la mente en blanco. No era lo que pretendía, así que le sonreí y atendí al saludo de Hashimoto, que me soltó por la cara si ya debía referirse a mí como Harima.

No se me había ocurrido siquiera, puede que porque Takano respondía al apellido Turusuke, pero también porque a secas no pensaba en ello con la frecuencia que uno esperaría. Además, nadie lo había preguntado directamente, así que enfrentarme a la situación me hizo guardar silencio, esperando que él respondiera aunque fue solo para decir lo de su apellido y volver a quedarse en blanco.

—Por ahora no —resolví cuando pude funcionar de nuevo y me permití una risa floja.

El comentario de Inugami respecto a los dos en cuestión me hizo girar el rostro en su dirección, observándolos. Lo que dijo el hombre bastó para atraer la atención de Kohaku, se acercó para hablarle pero nosotros también pudimos escucharlo y el nombre que escuché me lanzó de regreso a Toyama, al encuentro con el impostor.

—Honda fue el que movilizó a los hermanos de Kintaro y al suplente, ¿no? —dije tan bajo como me fue posible, apenas para que me oyeran ellos tres, y suspiré después—. Kintaro parecía confiar en Yume y ella parecía preocuparse por él. Revisó la herida de su pecho cuando lo trajimos de regreso a la ciudad, cuando todo se calmó.

 

Kohaku Ishikawa
Shukusha

Fruncí el ceño brevemente cuando Yuzuki habló, por confusión más que otra cosa. La información se la estaba confiando a Hashimoto y Takano parecía estar ya al tanto, de modo que no me sentí cómodo inmiscuyéndome. Deduje que se trataba de lo ocurrido en Toyama y no mucho más, pero tampoco me sentaba bien la idea de estar cotilleando tanto sobre Tamura mientras el chico dormía a pocos metros.

La sugerencia de Hashimoto sobre interrogarlos me hizo mirarlo de lleno, pero Takano fue más rápido que yo y se opuso a la idea. Aún recordaba el miedo con el cual Tamura nos había observado al saberse rodeado por aliados de los Minamoto, era un milagro que no se hubiera escabullido en mitad de la noche. Traicionar esa confianza me parecía erróneo a secas, en especial luego de que ambos nos hubieran ayudado cuando pudieron.

Lo que no esperé, claro, fue que toda la conversación derivara en... ¿un entrenamiento? ¿En serio? Hashimoto despertó a los dormidos de golpe y yo suspiré bajito, deslizando la mirada al padre de Ukita. ¿Tenía que pelear contra ese... hombre gigante?

Así y todo, obedecí. Salí del shukusha, sintiendo el aire frío golpearme la cara, y conseguí una vara de bambú para no usar mi espada. Toda la situación me avergonzaba bastante y en cierto punto le eché un vistazo a Hotaru. Cierto que era un Shijin, pero... bueno, acababan de revivirlo, ¿no? ¿Se las apañaría bien? Tampoco confiaba mucho en la sutileza de Takano...

Suspiré de nuevas cuentas, tomando posición, y le dediqué una sonrisa leve a Soreku.

—Cuando lo desee, señor.

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pa que quede más claro:

Primer turno
Ataque: 19
Defensa: 12
Esquive o bloqueo: no

Segundo turno
Ataque: 19
Defensa: 19
Esquive o bloqueo: no

Tercer turno
Ataque: 18
Defensa: 15
Esquive: sí

 

Yuzuki Minami
Shukusha

Cuando Hashimoto soltó que podría interrogarlos me hizo mirarlo con los gestos comprimidos, me di cuenta que Kohaku también había volcado la mirada en él y aunque ninguno lo dijo, imaginé que agradecimos la intervención de Takano. En otro momento y con otras personas habría accedido, pero ahora me parecía que el riesgo era más grande que los beneficios.

Recibí la mirada de Takano cuando dijo que quizás el chico podría decirnos más de su padre y asentí con la cabeza, iba a decirle que podía acercarme a él si les parecía bien. Era buena estableciendo lazos con las personas y en el peor de los casos, Hayato podría ayudarme a establecer alguna conexión para que, tal vez, Tamura soltara un poco la lengua. No me dio tiempo, claro, luego de los intercambios entre ellos Takano soltó que entonces los probara como a nosotros y la sangre me abandonó la cabeza.

—¡Te abrió el pecho con su famosa prueba! —advertí en un murmuro bastante alarmado.

Hashimoto se adelantó, alcanzó a Tamura que apenas se levantaba y le soltó lo del entrenamiento antes de que nadie pudiese darle el visto bueno real a la idea. Despertó a Hayato de golpe ya de paso, de hecho arrastró a todos a la idea y me llevé la mano al rostro, enjuagándome los ojos con algo de fuerza. ¿Por qué de repente sentía que estaba lidiando con Takano con veinticinco años más?

—Yamagata se va a desmayar, ni le dieron tiempo de comer algo. —Me quejé, pero obedecí con la misma resignación que Kohaku y busqué una vara de bambú, pero al escuchar a Hotaru diciendo que quería entrenar y a Takano diciendo que se enfrentaría a él no pude evitar meterme—. Lo mismo de siempre, cuidado con eso de que se te vaya la mano.

En cualquier caso, Tamura parecía más alegre que el resto de nosotros al entrenamiento y me hizo cierta gracia, pero seguí con el repentino plan de Hashimoto. Balanceé la vara de bambú, probando su peso, y la empuñe justo como al colmillo cuando Hayato estuvo frente a mí.

—¿Listo, cariño? —pregunté más que nada por el abrupto despertar—. Alerta, eres arquero. Sé que podrás ver mis movimientos con facilidad.

Contenido oculto

me robo el resumen de los turnos porque eso sí es usar la cabeza

Primer Turno
Ataque: 24
+Suerte: Sí
Defensa: 21
Esquive/Bloqueo: Bloqueo
Desarme: No

Segundo Turno
Ataque: 31
+Suerte: Sí
Defensa: 15
Esquive/Bloqueo: Esquive
Desarme: Sí

Tercer Turno
Ataque: 26
+Suerte: Sí (no sé pa qué tiro suerte yo(?)
Defensa: 13
Esquive/Bloqueo: Bloqueo (depende de Hayato bb luego del desarme jsjs)
Desarme: No

 

Kohaku Ishikawa
Shukusha (exterior)

La pregunta de Soreku fue tan repentina que me distrajo brevemente. No esperó respuesta, arremetió e hice lo mejor que pude para contrarrestarlo. Un golpe en el pecho, otro en el estómago, ambos me dolieron pero me las arreglé para esquivar el tercero. Con esa brecha, giré sobre mis talones y alcancé a conectar mi último ataque con su cuerpo. No fue mucho, pero era trabajo honesto. Me había agitado pese a la brevedad del encuentro, tomé aire y me acerqué a él.

—Eran una tradición de mi familia —respondí, refiriéndome a los tatuajes—, para diferenciarnos del resto y denotar estatus. O al menos eso fue lo que me dijeron.

Observé al resto, especialmente a Hotaru, quien parecía no tener ninguna clase de posibilidad frente a Takano. Sus manos temblaban y sus ojos me transmitieron una disculpa silenciosa que honestamente no necesitaba. Le sonreí a la distancia, meneando la cabeza, y desvié mi atención al enfrentamiento entre Tamura y Hashimoto. El nombre del maestro de Tamura no me sonaba de nada, pero después siguió hablando y... Pasé saliva con disimulo, evitando mirar a Takano a consciencia. Este chico compartía la misma carga que yo, por reciente que fuera. Quería creer que sería el primero en entender que ningún hijo era culpable de los pecados de su padre, pero... no estaba seguro.

No estaba seguro de que pudiéramos confiar en él.

Sentía bastante irreverente de mi parte soltar información suya a los cuatro vientos, de modo que me acerqué a Tamura y le hablé con calma. Pretendía y no pretendía actuar según la moral, pues parte de mi decisión era opuesta a ella. Quería tener una idea más clara de lo que opinaba sobre Saizo Honda.

—¿Él y tu padre eran conocidos? —murmuré, evitando nombrarlo adrede—. ¿Te entrenaste aquí con ellos?

Contenido oculto

sé que técnicamente son dos preguntas pero en mi mente responden a lo mismo, por las tablillas que encontramos en el santuario y blablabla. In any case, si es ilegal que cuente la primera pregunta

edit: eso me pasa por querer burlar el sistema

 

Yuzuki Minami
Shukusha

Mi comentario hizo reír a Takano y me tuve que contener de refunfuñar, porque cerró mi interrupción con que seguía aquí por necio, pero también por haber confiado en mis manos, y bueno así no había quién se molestara en realidad. Cada uno tomó su lugar con el oponente asignado y pronto dejé de prestarle demasiada atención al resto de movimientos para enfocarme en los míos y los de Hayato.

El niño lo intentó, eso podía rescatárselo, porque una cosa era ver venir el movimiento y otra diferente poder esquivarlo en condiciones o conectar un golpe en respuesta. Incluso si sus ojos de arquero pretendieron hacer algo no pudo evitarme, tampoco conectar los ataques y me detuve apenas le noté los ojos enrojecidos. Se disculpó, yo negué con la cabeza de inmediato y dejé la vara por ahí para acercarme a él y revisar no haberle hecho más daño de la cuenta.

—En Toyama nos salvaste la vida —dije en voz baja—. ¿Qué más da un entrenamiento algo atropellado? Lo importante es que reconozcas tus límites también, así que muy bien. Podemos retomar en otro momento.

Creía haber escuchado por encima la propuesta de Tamura hacia Hashimoto, sonaba a disparate pero por lo que podía ver el enfrentamiento había sido reñido. En cualquier caso, Hashimoto derribó al chico e hizo valer su parte de la apuesta, preguntándole quién lo había entrenado y bastó el nombre para lanzarme de golpe los recuerdos de Saitama. La cacería de Kobayashi, su muerte, la sangre y el fuego de Fujimi, el ojo perdido de Hayato, la cabeza empalada de su padre y... los tres Taira, cuando dejamos a Kato atrás.

Murai había escapado entonces, estaba con los Generales.

Había dicho sus nombres y Kozaemon era uno.​

Me excusé con Hayato un momento, pero lo animé a seguirme para que nos acercáramos un poco más a lo que sucedía entre Tamura e Inugami, aunque le hice un gesto para que guardara silencio porque a veces soltaba cosas un poco de la nada. El muchacho había seguido hablando, preguntó por qué Kato seguía vivo y recordé Kamakura, cuando pude abrirle la garganta de oreja a oreja y decidí no hacerlo.

Ese hombre, Kato.

Es un demonio.​

Conforme este chico hablaba la complejidad de la red no hacía más que aumentar, sentí la mirada de Takano encima y aunque no reaccioné visiblemente supe que estábamos en la misma línea. Si se daba cuenta que estaba frente a uno de los hijos de su susodicho demonio, que yo lo había dejado con vida cuando otros habían pretendido matarlo incontables veces, ¿qué implicaría realmente?

No podíamos confiar en Tamura y él no podía confiar en nosotros.

Agradecí que nadie dijera nada sobre la sangre que Takano llevaba en las venas, a pesar de que prácticamente todos eran conscientes de ello, y me acerqué despacio al muchacho luego de que Kohaku pretendiera preguntarle algo también. Si había posibilidades de que el chico hablara Ko era una de nuestras opciones más sólidas, era amable en comparación con el resto.

—Tu maestro —comencé con un tono bastante neutro, calmo, y evité mencionar que seguramente Takeda, yo y los demás habíamos sido de los últimos en verlo con vida—. ¿Qué relación tenía con Murai Sugita?

Contenido oculto

me da pena bombardearlo así de preguntas, pero no necesito dormir necesito respuestas

edit: para una vez que no saco un dígito smh

 

Yuzuki Minami
Shukusha

El chico desvió la pregunta de Ko sin ninguna clase de disimulo, pero la mía pareció incomodarlo un poco más, apenas lo suficiente para que me dijera que no era algo que debiera preguntarle a él. Suspiré, rindiéndome, porque sabía que seguir insistiendo lo haría sentir demasiado acorralado y esa tampoco era la idea. Hubo otro intercambio entre Tamura y Hashimoto, puntual en relación al ojo que Kato había tomado suponía, y fue entonces cuando Takano le soltó todo a Tamura de repente.

Giré el rostro, alarmada, pero cuando hizo la pregunta correspondiente tomé aire luego de haber dejado de respirar sin darme cuenta. Tamura quiso guardarse la respuesta, pero Takano no lo permitió, le dijo que le daría la oportunidad de vengarse, que él era hijo de Kato, y recordé la conversación con Kumo, el colmillo, el veneno y la verdad que había conseguido.

Cedió, pero la pregunta que le lanzaron a Takano no vino del chico, sino de Yume y estuve por abrir la boca para decirle que sí, pero Takano afirmó antes y mantuve la boca cerrada. Fue cuando Tamura contestó que sentí que algo se salió de lugar, fue como si me hubiesen soltado un golpe directo en la nuca con la fuerza suficiente para ponerme el mundo a dar vueltas. Que matar a Murai sería igual que matar a Sogo, ¿desde cuándo una serpiente merecía un lugar tan importante en el tablero?

Murai no era más que un lastre para los Fujiwara, había atacado a Kirara en su escape.

Le había colocado un contador a la vida de Takano.​

¿Y este niño me decía que matarlo era un error?

La incomodidad que comenzó a correrme por el cuerpo fue el equivalente de tener un montón de hormigas de fuego arrastrándose bajo la piel, me sentí inquieta, furiosa y cansada, todo al mismo tiempo. Miré a Tamura, luego lancé la mirada a cualquier lado y traté de meterme en la cabeza que habían cosas que este chico no estaba diciendo, que había un mundo más allá de mi rencor y mi miedo.

Había movilizado medio ejército, tenía que ser capaz de separar unos motivos de otros.

—Voy a necesitar más que eso —solté un poco sin venir al caso, con el tono extrañamente plano y sin mirar a nadie en particular—. Cuando sepan decirme por qué una maldita serpiente es tan importante en el escenario general me lo dicen, estoy cansada de jugar a las adivinanzas desde Kamakura. Hasta entonces sigue siendo la misma alimaña de siempre, su cabeza tiene precio.

Pasé saliva porque sentí la boca repentinamente seca, sacudí la cabeza y giré el cuerpo con intenciones de regresar al interior del shukusha.

—Kato sigue con vida porque todavía era útil, varios de nosotros seguimos vivos por no haberle cortado la garganta en el momento que fue posible. Las vidas que nos debe lo alcanzarán en algún momento de todas formas —dije al aire mientras comenzaba a caminar—. No se puede decir lo mismo de Murai, no sin toda la información.

Al final me obligué a mí misma a callarme, los dejé por si tenían más cosas que preguntarle al muchacho y entré al shukusha. Era un intento bastante precario por calmarme, a sabiendas de que tenía que dejar de alterarme así por este tema, pero era inevitable.

Contenido oculto

perdón pero yuzu me poseyó, pueden proseguir con normalidad (?

 

Kohaku Ishikawa
Shukusha (exterior)

Asentí brevemente ante la sugerencia de Soreku y me quedé pensando un poco al respecto conforme el resto de combates finalizaban. Luego me acerqué a Tamura, pero él desvió la conversación hacia un asunto trivial y no supe si era adrede o no; en cualquier caso, no quise presionarlo. Solté una risa breve ante su comentario y, luego, el resto de la situación se desenvolvió fuera de mi control.

Takano se reveló como el hijo de Kato y aseguró que sería impartida justicia tanto sobre él como sobre Murai, el hombre que había escapado de los calabozos de Kamakura. Tamura, sin embargo, alegó que matar al shinobi sería una estupidez. Había permanecido cerca del foco de la conversación, lo suficiente para absorber hasta el más mínimo detalle. Desvié mi mirada hacia Yuzuki un segundo antes de que abriera la boca y el cuerpo se me tensó con una mezcla de miedo y expectativa. Era... una chica algo temperamental, en especial en torno a estos temas.

O quizá fuera yo el que tenía hielo en las venas, vete a saber.

Por suerte la situación no escaló a mayores, Yuzuki se retiró al interior del shukusha y yo exhalé por la nariz, aflojando la tensión del cuerpo. Tampoco entendía la importancia de Murai en la imagen grande, en cualquier caso a duras penas sabía quién era o qué hacía de su vida. Mi mente sólo podía asociarlo a los Fujiwara y a Mao.

Y ahora, por extensión, a Tamura.

—¿Quizá llegó la hora? —murmuré, con voz suave y conciliadora, intentando mermar la tensión general del ambiente. Le dediqué una sonrisa a Tamura y, por extensión, a Yume—. ¿Me permitirían algo de su tiempo? Con suerte, podremos ayudarnos mutuamente a comprender mejor cosas que no entendemos demasiado.

En el poco tiempo que llevaba viéndolos juntos había entendido que Yume era una parte de Tamura. Él la buscaba constantemente cuando necesitaba un punto de ancla y puede que sólo supiera relajarse por completo en su compañía. Por ende, si mis predicciones eran correctas, tendría una mejor chance si los invitaba a los dos.

 

Yuzuki Minami
Shukusha (interior)

Ya dentro del shukusha me quedé un momento en el centro del espacio, tomé aire y lo solté despacio, tratando de regular la molestia que sentía sin demasiado éxito. Llevaba tiempo atorada en esto, en el escape de Murai, el veneno que casi había matado a Takano y los recuerdos de Kamakura, de diferentes clases. Lo de Rengo ni siquiera tenía que ver con Murai, lo sabía, pero todo se me apilaba en la cabeza y estaba terriblemente cansada.

Ni siquiera me daba tiempo de eso, de sentirme cansada y punto.

Me quedé de pie cerca del fuego, parpadeé un par de veces cuando sentí la correntada de lágrimas acumularse y empecé a deshacer las vendas en mis manos, las que llevaba para empuñar la katana con algo más de firmeza. Fue una manera de distraerme la verdad, pero me di cuenta que estaba haciendo eso con los ojos empañados de lágrimas y solo me enfurecí más, porque no quería estar así. Parpadeé de nuevo, logré contener el llanto y seguí con mi tarea en silencio.

Las voces de los demás me alcanzaban desde el exterior, algo amortiguadas, distinguí a Takano diciendo que confiaba en Kohaku y respiré profundamente, porque yo también confiaba en él, porque sabía que para Tamura y Yume sería más sencillo hablarle que decirnos algo al resto. Entendía todo eso, de verdad, pero que lo entendiera no quería decir que pudiera dejar de sentir todo lo demás.

Deshice la primera venda, luego la segunda, y las enrollé un poco flojas en mi muñeca derecha. Estaba terminando de hacerles un nudo cuando escuché pasos. Distinguí la silueta de Takano con el rabillo del ojo, detrás de él otra más baja que debía ser de Hayato y las emociones me volvieron a alcanzar, haciéndome comprimir los gestos como una niña que se aguanta el llanto por pura terquedad.

No me molesta.

No me duele.​

Su mano apareció en mi campo de visión no mucho después, no dijo nada y yo me quedé mirándolo nada más, tratando de procesarlo. Me tardé unos instantes en creerme capaz de alzar la mirada para verlo, pero cuando lo hice también tomé su mano y me permití un suspiro pesado. Lo atraje en mi dirección aprovechando ese contacto, lo rodeé con los brazos y medio escondí el rostro en su pecho.

—Perdón. —Fue lo primero que alcancé a decir en un murmuro—. Se me sigue saliendo de las manos, no puedo evitarlo.

 

Kohaku Ishikawa
Shukusha (exterior) > only god knows

La voz de Takano intervino entre mi propuesta y la respuesta de los chicos, haciéndome mirarlo. Sus ojos repararon en mí y asentí tras procesar sus palabras, la idea de que este hombre confiara en mí. Una parte de mí los veía a él, a Takeda y Ukita como... adultos, suponía, figuras de autoridad con más experiencia y sabiduría que yo. Era extraño oírlo decir que confiaba en mí. ¿Alguna vez en la Villa me habían transmitido esa seguridad? Los Ancianos y mi padre, también mi madre, todos habían hablado siempre, constantemente, sobre deberes y responsabilidades.

Pero ¿habían depositado su confianza en mí?

Yume se acercó, accedió a mi propuesta y luego me alcanzó el bufido de Takano y Hashimoto, que debido a la sincronicidad pareció uno. Tamura se disculpó y lo miré, meneando la cabeza, a punto de decirle lo mismo que finalmente dijo Ukita: no había necesidad de disculparse. Las emociones y las razones de todos aquí eran válidas. Con el intercambio finalizado, le sonreí a Tamura y Yume y, tras echarle un breve vistazo a Hotaru, me fui con ellos.

Nos alejamos de la muchedumbre y el silencio, la tranquilidad, comenzaron a envolvernos. Inspiré con fuerza, llenándome el pecho de aquel aire frío, y lo liberé en volutas de vapor. Chiasa iba sobre mi hombro, observando todo muy atenta.

—Podemos protegernos un poco del frío en el santuario, ¿quieren? —propuse, mientras caminábamos, y volteé a mirarlos—. Parecen muy buenos amigos. ¿Se conocen de hace muchos años?

Acabé depositando mi atención en Tamura. Bueno, 'amigos' por decir algo, claro.

Contenido oculto

no estoy muy segura cómo proceder así que no quise asumir cosas just in case

 

Kohaku Ishikawa
Santuario (interior)

La respuesta me sorprendió francamente, tanto, que se me coló en la expresión. Ser consciente de ello me inyectó la necesidad de justificarme y balbuceé apenas antes de encontrar la voz, sintiendo un leve calor en el rostro.

—A-ah, yo... pensé que teníamos la misma edad —confesé, regresando la vista al camino.

Había estado a punto de preguntarles cuántos años tenían, pero con la información ya brindada alcanzaba. Eran bastante más grandes y yo tratándolos como pares. Dioses, qué vergüenza. Me rasqué la mejilla brevemente y carraspeé, manteniéndome en silencio hasta que alcanzamos el santuario. Nuestros movimientos hicieron eco entre las paredes y, tras inspeccionarlo un poco, me giré hacia ellos. ¿Cómo... iba a iniciar esta conversación? ¿Cuál era la mejor forma? Estaba nervioso, era inevitable. Sentía la responsabilidad de servir correctamente al clan.

Pero también me correspondía decir la verdad.

—Las cosas... dieron varios giros en muy poco tiempo, ¿no? —dije con honestidad, tomando asiento en el suelo frío. Deslicé la mirada a Tamura, sonriendo—. Te confesaré algo bastante bochornoso: luego de encontrarnos en el shukusha, entrar a la montaña, caernos por el risco y todo lo demás, esa noche te tapé con mi piel de lobo y pensé... que quizá podríamos ser amigos. Sonará ridículo, considerando el contexto y todo lo que está en juego, pero al resbalarnos y casi rompernos la espalda, cuando estábamos tú, Hotaru y yo ahí abajo, fue... fue divertido, en cierto modo.

Solté una risilla ciertamente avergonzada, de hecho sentía el rostro caliente y bajé la mirada. Suspiré.

—Sé que no tiene mucho sentido, descuida, pasa que... Bueno, si tengo que ser honesto, Hotaru es de los pocos amigos que he hecho en mi vida. Nunca tuve la oportunidad de conocer chicos de mi edad, o que los chicos de mi edad me trataran como tal. —Volví a respirar, recuperando la calma, y alcé la mirada a Yume y Tamura—. Seré un poco cabeza dura y creeré que aún existe una pequeña posibilidad, por eso me gustaría entender un poco mejor las cosas. Están... con los Taira, ¿verdad?

Fue una confirmación tácita, una que no pretendió juzgar ni reprochar. Lo dije con calma y neutralidad ya que, honestamente, su alineamiento no me generaba ninguna emoción particular. Lo dije como lo que era y ya: un hecho.

—¿Puedo preguntar por qué? Quiero decir, ¿existe una razón? ¿O es porque están en desacuerdo con las acciones de los Minamoto?

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tengo miedo pero confío en el poder de la bbyface de Kohaku para no ir a alarmar a nadie *prays*

 

Yuzuki Minami
Shukusha (interior)

Sus brazos me envolvieron con fuerza, con ello algunas de mis emociones parecieron regresar a su centro y pude respirar con menos dificultad, al menos eso sentí. A pesar de que creía haberme calmado, sus palabras volvieron a llenarme los ojos de lágrimas sin permiso de nadie, eran pocas veces en las que hablaba con emoción pero cuando lo hacía siempre desarmaba las defensas que, tozuda, me empeñaba en mantener elevadas. Era una respuesta instintiva, incluso si sabía que con él no tenía que permanecer siempre compuesta una cosa era saberlo y otra hacerlo.

Cuando me separó de él parpadeé varias veces, algunas de las lágrimas me cayeron por el rostro pero contuve el resto y eso me dejó ver que él tenía los ojos cristalizados. Me asusté, no lo dejé ver, pero me preocupó y cuando entendí que también estaba bajando sus defensas no supe si alegrarme o echarme a llorar como una niña. En su lugar lo escuché, le presté atención y cuando limpió su rostro después de haber limpiado el mío estiré las manos para posarlas en sus mejillas.

Lo acaricié con un cariño inmenso, tan grande que me sobrecargó el pecho y algo se me atascó en la garganta. Recordé las palabras de Kato, mis propias acciones al ocultarle por qué le preguntaba a Kumo por el veneno de Murai, el cuerpo inexpresivo de Rengo, la cabeza del padre de Hayato, la desaparición de Matsuda... y una tristeza sutil se me coló en el semblante, pude imaginarlo. Le habían hecho tanto daño a mi familia, Dioses, tantísimo y era... Era repugnante saber que no podía solo sacarlos de mi camino si se presentaba una oportunidad.

—No dejes que se me suba a la cabeza —pedí en voz baja, aunque alcé un poco el volumen al decir lo demás—, por favor. Confío en ti y en Hayato para que no me dejen olvidar nunca las cosas que son verdaderamente importantes.

Había dejado las manos en su rostro, así que me estiré para dejarle un beso en los labios, liviano, antes de aprovechar el contacto para relajar los brazos sobre sus hombros y abrazarlo de nuevo. Me quedé allí en silencio, tomé aire y empecé a tararear la canción de mi madre en un murmullo bajo. Supe que si abría la boca para cantar una sola palabra volvería a llorar y no se me apetecía.

Al tararear había comenzado a acariciar la nuca de Takano, cerca de su cabello, y cerré los ojos relajando algo de mi peso sobre él. Cuando terminé la canción me quedé callada un instante, absorbí la calidez de su cuerpo por un rato, solo eso, y después me separé con cuidado de él. Al hacerlo deslicé las manos a su pecho, descansándolas allí.

—Gracias por ser sincero conmigo, por dejarme ver más allá de lo que ven los demás —dije porque sentí que debía reconocérselo—. No importa lo que pase o cómo, sé que somos más fuertes juntos. Estoy segura de ello.

Me despegué de Takano por fin, ya más tranquila, y caminé hasta Hayato para posar las manos en sus hombros. Deslicé el agarre hasta sus manos, pequeñas, para darle un suave apretón y le sonreí.

—No te preocupé, ¿o sí? —Le pregunté antes de inclinarme para dejarle un beso en la frente—. Ya sabes que peco de intensa. Lo sabes desde que me conociste y te quedaste con nosotros aún así.

Contenido oculto

ko en un importante momento de sacar info y yo aquí chillando (??

the duality of dramurai senso-