Toyama Tateyama

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 4 Septiembre 2022.

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    Amelie

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    [Kohaku; Hotaru; Tamura; Ukita; Hashimoto; Inukawa; Soreku; Reijiro; Yoshio; Yuzuki; Takano; Hayato; Yume]

    Takano miró a Yuzuki mientras ella le hablaba, él pensaba que la persona adecuada para hablar con Kohaku sería Takeda, tendría mejores consejos. Pero entendió a dónde iban las palabras de Yuzu, no era simplemente ir a indagar información para ayudarlo en lo posible; lo que quería Yuzuki era el sutil arte de la comprensión de parte de Takano, hacer que Kohaku no se sintiera tan solo en algo que recaía con todo el peso sobre él. Takano podía entender eso, por mucho tiempo todas las decisiones del clan cayeron sobre él, pues incluso Takeda le dejaba avanzar sin ser limitado.

    Inuzuka no entendía la pregunta de Kohaku, no sabía que responder pero no por ello guardó silencio — Estoy para apoyarte; tal vez no te ayude a entender el por qué de todo esto, el tema me gana, estoy muy limitada en conocimiento; pero si algo conozco es a la naturaleza, y ella siempre me ayuda a entender —Cuando Kohaku soltó sus manos; Inukawa la cargó, así como Tamura ya había hecho con Yume.

    Al salir de aquella casa, los búhos se dispersaron; todos menos uno, él cual se posó en Inuzuka.

    Hotaru avanzó junto a Kohaku y Takano los alcanzó mientras Hayato se quedaba atrás con Yuzuki.

    —Debes entender algo; Kohaku —inició Takano con su habitual modo de dirigirse a las personas; no era amable; pero tampoco era grosero —Eres el líder de este movimiento, y estás en desventaja al desconocer a lo que te enfrentas.

    Hotaru miró a Takano —Creo que lo entiende, señor — dijo con respeto pero con mirada firme.

    —No trato de hacerlo — Takano no era una persona sutil como Hashimoto quien escuchaba la conversación masajeando su tabique, frustrado —No puedo ayudar en algo que desconozco; no sé nada de Dioses o cuestiones esotéricas, jamás presté atención en el entrenamiento de mi hermano menor, siempre consideré que eso sólo se limitaba a un estudio filosófico y espiritual; que todo aquello envuelto en esos temas se discutían únicamente en templos o en las voces de aquellos que gustan de historias de fantasmas; pero... — Takano seguía avanzando a un lado de Kohaku cuando coloco su mano en la cabeza del joven, no lo hizo delicadamente, no fue un golpe; pero tampoco una caricia — Entiendo el peso que cargas.

    Takano separó su mano siguiendo los pasos hacia el descenso de la montaña; parecía que aquello serían sus últimas palabras, parecían suficiente para alguien como Takano; pero después de un buen tiempo de silencio continuó —Le fallé a Rengo en intentar ayudarlo—se sinceró con Kohaku — No quiero que eso vuelva a suceder contigo; dime todo lo que necesitas para cumplir tu misión; yo sabré ayudarte sin siquiera entenderte. Confía en mi... Odio fallar. — Fueron pocas palabras; pero fueron pensadas, no lanzadas sin ser procesadas varias veces en la mente del estratega.

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    Shukusha
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    Llegaron al shukusha al anochecer; la montaña fue amable en no liberar una ventisca mientras bajaban, haciendo el recorrido sencillo.
    Yamagata ya los esperaba junto con Fuji, él lugar permanecía tibio gracias a que ambos cuidaron del fuego.

    —Muchos nuevos rostros —dijo Yamagata emocionado para después mirar a Yoshio —¿Dónde esconde el sake? Debemos brindar.

    —No —dijo Hashimoto rotundamente, recordando Nagano.

     
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    Gigi Blanche

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    La naturaleza le ayudaba a entender, había dicho Inuzuka. La idea me quedó rebotando en la mente un buen rato, quizá porque me creía en la capacidad de comprenderla. Estaba algo abstraído en mis pensamientos cuando oí que alguien se aproximaba a Hotaru y a mí. Resultó ser Takano. Parpadeé, algo sorprendido, y giré el rostro hacia él. El inicio de la conversación fue bastante rígido, cosa que era habitual proviniendo de él, pero eso no significó que me incomodara menos. En líneas generales las maneras bruscas de las personas me resultaban indiferentes, pero ahora... bueno. ¿Que era el líder del movimiento? ¿Qué movimiento, exactamente? ¿A quiénes nucleaba? Daba igual, oírlo de forma tan clara y concisa me hizo pasar saliva.

    Desvié la mirada al frente, ligeramente agobiado por la presencia de Takano y sus palabras en general, mas me prohibí externalizarlo. Hotaru intervino, Takano siguió hablando y tomé aire por la nariz. Ni siquiera pude intentar predecir el objetivo de sus esfuerzos, de aturdido y... cansado que me sentía. Dioses, estaba agotado. Hasta que dejó caer su mano sobre mi cabeza.

    Y comprendí de golpe.

    Lo miré, ralentizando la marcha sin ser del todo consciente, y asentí. Lo hice en silencio, de forma algo automática, pero al mismo tiempo cargó una asimilación que agradecí mucho. Desconocía los detalles de la vida de Takano, suponía que ser hijo de Kato bastaba y alcanzaba para tenerla difícil. No pensé que agregaría nada, sin embargo lo hizo y algo se me cruzó en el pecho.

    —No podemos ayudar a quien no desea ser ayudado —murmuré, en voz baja y sin reflexionarlo más de unos pocos segundos. No importaba demasiado, era lo que sentía y creía firmemente en ello.

    Rengo tendría sus demonios, cosas que quizá ninguno de nosotros comprendería, pero no estaba listo para salir de ahí.

    —Gracias, Takano —agregué poco después, concediéndole una pequeña sonrisa; sentí que le debía algo a cambio de su honestidad—. Como dices, no... comprendo mucho, y contar con el apoyo de todos ustedes es tanto un alivio como una responsabilidad. Pero está bien. Decidí luchar por Takeda y es lo que haré. Si se me necesita aquí, lo haré. Y no te preocupes, sé que puedo confiar en ti. —Mi sonrisa se ensanchó apenas, quizá lo hice a voluntad para aligerar el ambiente, y deslicé la mirada brevemente a Hashimoto, quien ya había notado oyendo la conversación—. Hicimos un buen equipo para robarle el tablero de shogi, ¿o no?

    El resto del descenso no fue accidentado, pero sí agotador. Llegando al shukusha, lo único en lo que podía pensar era en un baño, una buena comida y una cama. Necesitaba descansar para ponerle un freno también a mi mente, o al menos lo sentía así. Mis prioridades, sin embargo, se desdibujaron apenas posé la mirada sobre quienes estaban allí. Eran Yamagata y Fuji.

    —Dioses —murmuré en una exhalación y me acerqué a ambos, con una gran sonrisa iluminándome el rostro—. El tiempo que ha pasado. ¿Ya dejaste la casa en orden?

    Aquella ligera broma había sido dirigida a Yamagata, por supuesto, y de un momento al otro se me ocurrió que quizá no fuera a reconocerme así. Alcé las cejas, pues, y corrí la máscara de mi cabeza para colocarla sobre mi rostro.

    —Me alegra mucho verlos bien —agregué, mi voz salió amortiguada detrás de la arcilla y la regresé a su lugar, la alegría aún chispeando en mis ojos—. ¿Cómo has estado, Fuji-san?
     
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    Zireael

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    Quizás mi sugerencia cargaba una intención doble, ni yo lo tenía muy claro en realidad, pero en tanto Takano hubiese sacado algo que le sirviera de lo que acaba de decir me era suficiente. Todos cargábamos con responsabilidades, algunas más pesadas e incomprensibles que otras, y aunque lo que había cargado Takano en su vida era, cuanto menos, tangible la naturaleza del asunto se parecía lo suficiente para que pudiese conectar con el chico. Al menos eso me parecía a mí.

    Kohaku avanzaba junto a Hotaru y Takano se les acercó, así que yo me quedé atrás junto a Hayato. Esta vez no le dije nada al niño, solo estiré la mano para encontrar la suya y sujetarla suavemente, así seguimos caminando mientras Takano hacía lo que correspondía. No escuché mayor cosa, pero vi el gesto con la mano y me permití una sonrisa.

    No queríamos volver a fallarle a alguien como le habíamos fallado a Rengo.

    Kohaku, mis hermanas y el mismo Hayato eran las pocas esperanzas que nos quedaban para no seguir fallando de esa forma. No queríamos volver a tener que escuchar de la boca de un tercero una verdad que se nos había ocultado, ni ver un cascarón vacío de la persona que había sido parte de nuestra familia, fuese por cosas que entendíamos o no. Puede que esa fuese nuestra única verdad, el punto de conexión genuino entre nuestras maneras de entender el mundo.

    Subir y bajar de la montaña agotaba a cualquiera, así que cuando distinguí el shukusha más allá sentí un alivio inmenso en el cuerpo y aceleré el paso, medio llevándome a Hayato en banda. Noté la sorpresa del Kohaku al ver a Yamagata, de paso conectó ideas para recordar que hace un tiempo nadie lo reconocería sin la máscara y me hizo algo de gracia toda la escena en general.

    —Sin sake, Yamagata —secundé a Hashimoto sin meterme directamente en la conversación que pretendía establecer el más joven y solté la mano de Hayato hasta que estuvimos adentro—. Ya viste el desastre que armamos la otra vez. A todos nos vendría bien algo de té luego de bajar la montaña.

    Avancé hasta pasar junto a Inugami y le di un toquecito en el hombro, divertida.

    —¿No le parece que es mejor idea?
     
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    Amelie

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    Amelie

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    Shukusha
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    Yamagata miró a Kohaku, al principio sin poder reconocerlo; pero cuando con simples movimientos, Kohaku le explicó quién era. Yamagata sonrió, recordando la voz que ahora tenía un rostro mucho más fácil de recordar —Me corrieron — dijo entre risas — Simplemente no pude resistir quedarme atado a una falsa máscara; veo que tú tampoco —se acercó a él —Unos ojos muy raros, no se notaban demasiado detrás de la máscara.

    Fuji también se acercó y golpeó a Yamagata en la cabeza —Raro tu sentido del humor —Fuji se giró a Kohaku con una gran sonrisa — Es una mirada muy bella, Kohaku. Me alegra poder verte sin la máscara.

    Yamagata hizo una mueca ante la negativa de Yuzuki ante el sake —Pensé que tú si me secundarías —se cruzó de brazos — Por los Dioses, que no se te pegue lo aburrido de Takano.

    Hashimoto asintió ante Yuzuki —La mente despejada siempre me parecerá la mejor idea, además de que el sake sólo es motivo de celebración. Si bien, las reuniones son suficiente escusa para la bebida, en este momento no creo que sea prudente de nuestra parte —miró a Tamura quién acomodaba el cabello de Yume con delicadeza, algo le parecía inquietar a Hashimoto pero guardó silencio.

    Ukita revisó el estado de Inuzuka, mientras Inukawa la cuidaba; pero Yume se acercó a ello y le dio un frasco en las manos —Bébelo, te empezarás a sentir mejor — dijo mientras inspeccionaba las cuencas de sus ojos con genuina tristeza. Inukawa iba a detenerla pero Tamura negó.

    —Yume es una gran médica; puedes confiar en ella — mencionó con una gran sonrisa; pero Tamura aun estaba dudoso —Puedes preguntarle a Ukita o Kohaku, ambos bebieron sus remedios y en verdad son increíbles.

     
    Elegir, al azar, de una lista

    De las opciones:

    • Hotaru
    • Tamura
    • Ukita
    • Hashimoto
    • Inukawa
    • Soreku
    • Reijiro
    • Yoshio
    • Yuzuki
    • Takano
    • Hayato
    • Yume
    • Fuji
    • Yamagata
    • Inuzuka

    Ha salido: Yoshio

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    Gigi Blanche

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    La respuesta tan directa y concisa de Yamagata me hizo parpadear y soltar una risa genuina, incapaz de disimular a tiempo la gracia que me causó. ¿Lo habían corrido? Dioses, eso sonaba... bueno, claramente no le afectaba en absoluto, así que era divertido. Se acercó a mí, entonces, y aunque me dio algo de vergüenza, me las arreglé para disimularlo. Parpadeé, callado, hasta que expresó el motivo de su atención. Mis ojos, ¿eh? Bueno, era entendible. Que no se notaban con la máscara, había dicho.

    La bendición de Amaterasu.

    O la chispa de Hoyau.

    —Era la idea —confesé, en tono ligero y risueño, aunque aquella pequeña frase cargara verdades mucho más pesadas de lo que iría a admitir.

    Luego Fuji se acercó a reprenderlo y toda la situación me siguió haciendo bastante gracia. En verdad me alegraba mucho verlos bien, cada pequeño reencuentro lo hacía. Su halago fue suave y le agradecí con una breve inclinación de cabeza, aunque algo de color me había alcanzado las mejillas. Me costaba un poco aún lidiar con mucha atención, en especial si se trataba de mis ojos.

    De fondo, oí que Yamagata se quejaba y observé el resto de la secuencia desarrollarse. En cuanto Tamura afirmó que los medicamentos de Yume funcionaban yo asentí, convencido. Ahora que lo pensaba, la excursión por la montaña sí había sido un poco salvaje.

    —Me salvaron la espalda —confesé, riendo suavemente.

    Cuando Yuzuki mencionó la idea de hacer té, alcé las cejas y me tragué el "ah" que estuve por soltar. Tras ella, reparé en el niño que la acompañaba; él y la tal Yume eran a quienes no conocía de nada. En ese interín Chiasa se trepó a mi hombro y me guardé la bolsita que traía entre los dientes, ya sin cuestionármelo. Le rasqué la cabecita, ella cerró los ojos y emitió un chillido suave.

    —Puedo encargarme del té —anuncié hacia el grupo en general, para luego centrarme en el señor Yoshio—. ¿Me indicaría dónde está la cocina, señor?

    Finalmente me acerqué a Hotaru y le concedí una sonrisa.

    —¿Ya decidiste cuál té te gustaría probar primero?


    anyone: we can have some t-
    kohaku: I'LL DO IT

    me voy a hacer té, están todos invitados a ayudarme uwu7


    edit: ah cierto, si se puede usar la habilidad de robo en Tateyama, pues la uso
     
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    Zireael

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    La mueca de Yamagata por negarle el sake me vino en gracia, alcanzó a sacarme una risa antes de que atendiera el comentario de Hashimoto y me encogí de hombros, restándole importancia. A mí me parecía más preocupante que quisiera sacar el sake por cualquier motivo, la verdad, lo de Nagano había sido por una victoria y ya.

    —Se me habría pegado hace mucho —resolví con calma—, simplemente creo que hay momentos para todo. Podemos celebrar el regreso de los nuestros de formas menos escandalosas.

    Asentí ante las palabras de Inugami, no agregué nada más porque me pareció innecesario y no percibí la alerta del hombre, así que solo me quedé cerca del grupo luego de soltar lo del té. Noté la reacción de Kohaku, sonreí para mí misma cuando anunció que se encargaría y ahora que la conversación con Yamagata y Fuji había terminado, sí me acerqué al muchacho luego de que le hablase a Hotaru.

    —Te ayudo —ofrecí bastante tranquila, pues porque yo había empezado con la sugerencia, ahora yo la terminaba también.
     
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    Amelie

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    [Kohaku; Hotaru; Tamura; Ukita; Hashimoto; Inukawa; Soreku; Reijiro; Yoshio; Yuzuki; Takano; Hayato; Yume; Fuji; Yamagata]


    Yoshio le dio un ligero empujón a Tamura cuando Kohaku le preguntó por la cocina; Tamura entendió y afirmó.

    —Yo los llevaré, síganme — Tamura avanzó junto a Yume.

    —Un té caliente... uno de, hierbabuena, o menta... ¿lavanda? —La voz de Hotaru se notaba emocionada, no había timidez, pero si había duda.

    Tamura comenzó a reír —No hay muchas opciones en Tateyama, nuestras reservas son limitadas, tenemos el té de raíces.

    —¿Qué tipo de raíces?— preguntó Hotaru

    —Pues... las que se encuentran por ahí...—respondió Tamura — Ya se nos terminó el té verde, debo ir por más.

    —Yo he traído un poco de mi inventario —interrumpió Yume a Tamura, notando la cara de preocupación de Hotaru, luego se dirigió hacia Tamura—Y té debes beberlo—Tamura sonrió al instante. La voz de Yume era calma, aunque su mirada cansada parecía desentonar a una voz tan cálida.

    Ukita se había acercado, curioso ante la preparación del té; era un gran amante de las infusiones, y por ello se escabulló en silencio para observar el proceso, más que nada era porque disfrutaba del olor que desprendía el té recién hecho.

    Yume se acercó tanto a Kohaku como a Yuzuki, extendió su bolso y allí notaron varios frascos y hierbas envueltas en papel de arroz y telas de seda; el aroma era único.

    Yume buscó entre tantos objetos hasta dar con dos objetos envueltos y uno en frasco. Yuzuki había oído hablar de aquel ingrediente en el frasco; a simple vista para un herborista podría parecer jengibre; pero para un médico aquel color era fácil de recordar, pues no era nada sencillo de obtener, era ginseng; y de esa raíz había un brote verde, una florecilla extraña: noto ginesng. Yuzuki conocía algunas de sus propiedades, ayudaba a mejorar el abastecimiento de oxígeno y a la irrigación de sangre; era un ingrediente muy raro en Japón.

    Después Yume sacó de un envoltorio de seda un montón de crisantemos secos; esos Kohaku los reconocería de inmediato, era una flor que ayudaba a la inflamación de los ojos y dolencias estomacales. Por último, Yume sacó de un envoltorio de papel, una florecilla blanca. Esta vez tanto Yuzuki como Kohaku la reconocieron, era madreselva japonesa. Muy usada en tés y ungüentos.

    Yume molió parte de esos tres ingredientes y se los entregó a Kohaku —Té caliente; conocido como el té de las tres flores.

    Tamura aplaudió emocionado —Sólo pensaba en este té cuando me congelé allá arriba.

    —Esa flor —mencionó Ukita señalando la madreselva japonesa, sonrió — Mi madre solía hacer té con ella, siendo que crecía demasiado fuera de nuestro hogar.

    Yáahl
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    Gigi Blanche

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    Yuzuki se acercó a Hotaru y a mí al tiempo que acabé mi pregunta, se ofreció a ayudar con el té y le concedí una sonrisa bastante amplia, murmurando un sonido afirmativo que, también, era de agradecimiento. El señor Yoshio le dio un empujón a Tamura y el muchacho nos guió hacia la cocina, sin mosquearse. Debía estar terriblemente acostumbrado al mal genio del hombre y eso, bueno, lo volvía un poco gracioso.

    A Hotaru se lo veía animado, cosa que me entibiaba el corazón de formas que quizá no tuvieran gran sentido, pero que tampoco me interesaba encontrárselo. Alcé ligeramente las cejas en cuanto mencionó el té de lavanda, pero Tamura fue más rápido y oí la conversación, tranquilo. Lo de Inuzuka aún me punzaba en la mente y seguro se mantendría allí un buen tiempo; no había nada que pudiera hacer al respecto. Espiralar allí adentro, en ese pozo oscuro, no ayudaría a nadie.

    Con suerte, mañana me sentiría mejor.

    La amiga de Tamura desplegó su bolso sobre una mesa, ante lo cual me acerqué por demás curioso. La niña llevaba consigo un increíble inventario de flores y hierbas secas; eran tantas, y de tan buena calidad, que descarté al instante mostrar el mío. Qué vergüenza me daría, dioses.

    Suikazura —murmuré, fue más bien un pensamiento en voz alta, al inspeccionar con detenimiento y admiración la madreselva japonesa; busqué entonces los ojos de la chica—. ¿Dónde has conseguido todo esto? Es de gran calidad.

    Le sonreí apenas me entregó la mezcla molida de los tres ingredientes y los dispuse a un lado. Busqué agua, la vertí en la tetera y enganché ésta sobre el fuego. Hice un cálculo mental de cuántos éramos, le pregunté a Tamura dónde guardaban las tazas y las preparé también. Ukita se había unido a nosotros pero había permanecido en silencio, atento a nuestros movimientos, hasta que mencionó su recuerdo de la madreselva.

    —Sobrevive bien al frío —acordé, sin alzar demasiado la voz.

    Ya con todo dispuesto, sólo quedaba esperar que el agua se calentara. Me acerqué a Yuzuki, entonces, con una sonrisa serena de las de siempre.

    —Me gustaría ponerlos al corriente de lo que ha pasado, ahora que vinieron hasta aquí por mi culpa. —Solté una risa suave, algo avergonzada—. ¿Crees que sea buena idea? ¿Están muy cansados del viaje?

    Tampoco olvidaba mi deseo de conversar con Tamura, aunque eso quizá tuviera que esperar hasta mañana.
     
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    Zireael

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    Recibí la sonrisa de Kohaku, la reflejé y me mantuve al lado de ambos muchachos hasta que mandaron a Tamura a guiarnos, que los dejé adelantarse un poco. Hotaru se notaba emocionado, pero Tamura le soltó que aquí no había muchas opciones y a mí me me aflojó una risa, aunque me preocupé genuinamente al oír que el té era de raíces que encontraran por ahí.

    Yume se acercó a nosotros luego de decir que cargaba parte de su inventario. Apenas sacó el frasco abrí bastante los ojos, había reconocido el gingseng al vuelo y me sorprendió porque era difícil de conseguir. Luego sacó también la madreselva japonesa, molió las tres cosas y le dio la mezcla a Kohaku, al que me acerqué un poco más para husmear las hierbas por encima.

    Luego el chico se puso a preparar todo y le di espacio, atenta a cualquier cosa en la que necesitara ayuda. Cuando terminó se acercó a mí, su comentario me hizo la debida gracia y luego de que terminara de hablar negué despacio con la cabeza, de paso le sonreí con suavidad.

    —Estamos bien, el cuerpo resiste lo que la mente a veces no —respondí, tranquila, aunque estaba pensando en el incidente de Toyama y las heridas que me había llevado, frescas todavía—. Cuéntanos lo que corresponda, Ko, solo recuerda tenernos algo de paciencia, somos un poco densos para estos temas. Después de todo somos gente de guerra.

    Tomé aire, lo solté y relajé el cuerpo, antes de desviar la mirada al fuego. Al regresar pasé la vista a Hotaru, luego regresé a Kohaku y volví a sonreír.

    —Con la tranquilidad de volver a saber de ti podemos escucharte hasta que caiga el sol si hace falta.
     
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    Amelie

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    Yume sonrió cuando Kohaku le preguntó sobre los ingredientes, después miró a Tamura quién jugueteaba con un tallo de dónde Yume sustrajo la flor, ahora no era más que basura; pero una muy aromática, pues incluso Hotaru percibía el aroma y por ello se mantuvo a un lado de Tamura. El recordar olores, fragancias, sentimientos... todo volvía a ser cálido para Hotaru.

    —Tamura es un gran explorador, es él quién siempre trae todos estos ingredientes —Yume levantó levemente su kimono, mostrando las vendas en sus piernas —Yo no puedo recorrer largas distancias —bajó el kimono.

    —Pero es Yume quién me da las instrucciones para encontrarlos; para mi todas las plantas son iguales, y si no me advirtiera de las que son venenosas... bueno, ya no estaría aquí, supongo —Tamura sonrió mientras llevaba aquel tallo a su boca.

    Yume negó para después enfocarse en Kohaku y su preparación de té; el joven era un experto, ella no tuvo que decirle como elevar al máximo las hierbas para obtener su concentrado perfecto, se notaba que el té era una de sus pasiones; incluso se mordió ligeramente el labio al ver cómo servía el té, era mejor que ella.

    Todos se reunieron en el salón principal, el té estaba listo.

    Hashimoto hablaba con Takano un poco alejado del resto; Yamagata se mantenía conversando con Fuji mientras Hayato parecía observarlos. Reijiro estaba con los emishi; Ukita se unió a ellos. Yoshio ya estaba semi recostado, pero levantó la vista al verlos salir con tanto té, el cual tuvieron que improvisar un poco, pues no había suficientes tazas. Tamura usó también masu de sake, curiosamente había muchos más de estos.

     
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    Gigi Blanche

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    Reparé con algo de vergüenza en las piernas de Yume cuando ella misma me las mostró, habiendo bajado la vista antes de pensar en lo que hacía. Asentí ligeramente y desvié mi atención a Tamura. Conque él era el explorador.

    —¿Luego podrías indicarme dónde encontrarlas? —solicité, con una sonrisa gentil.

    La respuesta de Yuzuki supo tranquilizarme, me permitió tomar aire, mucho, y soltarlo despacio. Eso... eso de hablarle a tantas personas seguía sin gustarme, probablemente jamás lo hiciera, pero no me quedaba de otra. Quería que comprendieran, además, o al menos hacer todo lo que estuviera a mi alcance para ello. Creía que la relevancia de la historia nos atravesaba a todos, como clan y como personas. También se trataba de Rengo. Asentí ligeramente, pues, y le sonreí con gratitud.

    —También me alegra verlos bien —respondí, en plena honestidad.

    Regresamos al salón principal del shukusha con todas las tazas de té, las reales y las improvisadas. Tomé una, se la ofrecí a Hotaru y la sonrisa me cerró los ojos por un instante.

    —¿Te quedarías conmigo? —le pedí en un susurro, aprovechando la cercanía.

    Cuando estuvimos todos medianamente congregados en torno al té, volví a tomar aire y me senté. Recorrí al grupo con la vista, deteniéndome un momento en Inuzuka. ¿Por dónde... se suponía que empezara?

    —Ahora que estamos todos aquí, creo que sería buena idea ponerlos al corriente de lo sucedido. Algunos tienen más información que otros, así que agradecería que sean pacientes. —Sonreí ligeramente y me dispuse a narrar la historia—. Hay personas que desde su nacimiento son más sensibles a la energía espiritual. Qi, le llaman muchos. Esta energía nos permite percibir cosas que otros no, y a algunos, también, nos dotan de habilidades. Hay energía de luz y energía oscura, y a su vez, dos escuelas: el onmyodo y el shugendo. A Rengo y a mí, por ejemplo, nos educaron en el onmyodo. Hana, la madre de Takeda, también era una onmyoji. En el shugendo se forman los shugenja y, en ocasiones, los yamabushi. He conocido pocos shugenjas, pero sé algunos nombres: Sora Tachibana, Kyogi. Esta última, en particular, es aliada de los Taira, una shugenja de oscuridad que ha interferido con nuestros planes desde hace tiempo. Cuando... cuando intentamos salvar a Hana, incluso, aparecieron sus ichijamas. Ella, también, fue la que asesinó a Hotaru.

    Los recuerdos aún me escocían en el cuerpo. Había fruncido el ceño levemente y lo relajé a consciencia.

    —Los ichijamas son cadáveres reanimados que los shugenjas pueden controlar a voluntad. Aquellos de luz pueden hablar, mientras que los de oscuridad sólo atacan con fuerza bruta y... ambos mueren al morir su creador. Es probable que se los hayan topado en alguna batalla, suelen llevar velos sobre el rostro. Algo similar pueden crear los onmyojis, los shikigami. —Miré a Yuzuki, esbozando una sonrisa triste—. Take era un shikigami, no sé de quién. Por eso se convirtió en pétalos al morir.

    Bebí un sorbo de té, ordenando las ideas en mi mente.

    —Kyogi asesinó a Hotaru porque descubrió que era un shijin —proseguí, mirando al muchacho por el rabillo del ojo—. Seiryu, Byakko, Genbu y Suzaku. Los shijin son... criaturas poderosas, hechas de pura energía espiritual, y los Taira les están dando caza. Seiryu está a salvo, desconozco la localización de Genbu y Byakko... Byakko me preocupa, ya que salió en busca de Shi. —Suspiré—. A Suzaku... bueno, lo están viendo. Está aquí, frente a ustedes. El ave bermellón del Sur.

    Mi sonrisa se amplió, no pude evitarlo, y sentí una especie de orgullo palpitar en mi pecho. Había preferido, además, omitir la razón por la cual estaban persiguiendo y matando a los Shijin. Era información delicada. En Yuzuki, Takano y Ukita confiaba plenamente, al resto... no los conocía lo suficiente.

    —Suzaku es el único Shijin con la capacidad de revivir. Lo conocí a las afueras de Shimotsuke, era un yurei sin recuerdos. Cuando los demonios carmesí nos atacaron, las mujeres de la ciudad nos confiaron la verdad de lo ocurrido: estaban protegiendo algo, a Suzaku, y para revivirlo debíamos subir a lo alto del Monte Tateyama.

    Otro sorbo de té.

    —Los Shijin... La última vez que estuve en Kamakura, Rengo me ayudó a desbloquear mi Qi. Pude entonces hablar con Ebisu, el dios que... me bendijo. —Me rasqué levemente la mejilla; vaya, me daba algo de vergüenza decirlo así—. Ebisu me contó una historia, sobre el confinamiento de Amaterasu y la oscuridad que reina sobre Japón. Para liberarlo, debemos no destruir a Shi, sino purificarla; y para ello, hace falta reunir a los cuatro Shijin. Dos portadores de energía espiritual, uno de luz y uno de oscuridad, y los Shijin. —Suspiré—. Rengo... me gustaría que sea el otro onmyoji, pero ya no sé qué ocurrirá.

    Ebisu había dicho que ya no servía.

    Que debía morir.

    —Creo que esa es la historia, básicamente. —Solté una risa suave, bastante avergonzada, y paseé la mirada por el grupo—. ¿Preguntas?


    acabo de matar mi neurona para hacer el mejor resumen de mi vida (???) ya habiliten la wiki de SS

    also Ame, si hay algo mal me avisas, i did my best but it may not be enough jsjsjs
     
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    Zireael

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    El tiempo que había compartido con este chico me hacía consciente de que hablar frente a tantos no debía ser su fuerte, pero las circunstancias lo habían arrastrado al centro de atención y entendía, como siempre, que era hora de ponernos al día. Su respuesta me hizo sonreír y me puse en marcha para ayudar con las tazas, pero al pasar por su lado le di un apretón suave en el hombro, mi último empujón para darle ánimos.

    Busqué a Hayato para sentarme junto a él cerca de Takano y guardé silencio desde el principio para no interrumpir a Kohaku, prestándole toda la atención que requería el caso. Habían cosas que habíamos aprendido en archivo, en Kamakura cuando perdimos a Rengo, otras que complementaban esos datos y respondían otras preguntas. Recibí su mirada y reflejé la tristeza en su sonrisa cuando explicó lo de Take, al que habíamos perdido en el ataque de los demonios, y tomé un sorbo de té para no quedarme atorada en ese momento.

    El siguiente sorbo se me quedó a medio camino cuando explicó de lo Hotaru, de Suzaku quería decir, e intercambié la mirada entre ambos muchachos. Le creía, por supuesto que lo hacía, pero era algo tan increíble que me costó darle forma a pesar de que lo estaba contando. Lo dejé en segundo plano cuando volvió a mencionar Kamakura, del desbloqueo de su Qi, la purificación de Shi y lo que era necesario para ello.

    Rengo... ¿Por qué ya no era una certeza que fuese él?

    ¿Estaba muerto ya?

    Quise preguntar, pero a la vez tuve tanto miedo de las respuestas que me quedé estática en mi lugar, tensa y esperé que Takano hiciera las preguntas racionales de turno. No quería empezar metiendo todos mis miedos por delante, no después del incidente con Kumo en Toyama.


    es la manifestación de mi sorpresa al leer todo eso a través de yuzu *c muere*

    quería un post mejor tho, no será mucho pero es trabajo honesto :(
     
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    Amelie

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    Tamura afirmó ante la pregunta de Kohaku —Es escalar mucho; así que debes tener cuidado en dónde pisas —dijo burlándose un poco, recordando lo que les había sucedido en la montaña.

    Todos tomaron su taza de té; Hotaru recibiendo una de parte de Kohaku —No me separaré — su voz era firme, e iba acompañada de una sonrisa amable, aprisionó la taza de té en sus manos y miró el contenido mientras Kohaku iniciaba. Y cuando Kohaku lo presentó levantó la vista; sin saber que hacer. Levantó su mano y saludó ligeramente. Kohaku continuó, y cuando pausó para sorber su té, Hotaru nuevamente miró el líquido en el suyo, cerró los ojos y dejó que el aroma llegara. Sonrió.

    Hataru escuchó la misión que Ebisu le había encomendado a Kohaku; no lo entendía y él era uno de los involucrados. Aun así no dejó de sonreír para por fin darle un trago a su té.

    [​IMG]

    —Es un abrazo — mencionó suave hacia Kohaku —Tener sentidos, recordarlos. Estar vivo — abrió los ojos para observar a Kohaku —Puedes respirar —dijo al notar lo tenso que estaba por todo lo que tuvo que explicar — No ha sido sencillo; pero nada lo es —miró nuevamente a la taza de té Kanketsu sonrió. Yume y Tamura lo miraron intrigados al escuchar dicha palabra — Alguna vez escuché este concepto —dijo nuevamente hacia Kohaku — La verdadera simplicidad se obtiene a través de complejos procesos —levantó el té, mirando como el agua emanaba el fragante vapor — Un concepto simple; pero detrás de cada taza, hay procesos más complejos, desde buscar las hierbas, hasta hervirlas en un punto exacto. Todo se acomoda para llegar a un resultado simple — volvió a dar un sorbo al té, disfrutándolo — Todo en esta pequeña taza... Gracias.

    Tamura miró a Hotaru confundido, para él era sólo té.

    Takano permanecía de brazos cruzados, ceño fruncido. Su té ha se había consumido de un sólo trago, caliente al estómago —Se ha marcado esta misión como prioritaria —dijo hacia Kohaku — Yo te ayudaré a mover las piezas, trataré de entender toda esa doctrina si es necesario, leeré todo lo que se necesite, y veré con detalle cada evento de esta índole. No poseo eso a lo que llamas Qi; pero no vas a avanzar solo, no debes preocuparte más por las estrategias que se necesiten; Takeda lo dejó claro, ha iniciado bien, Shinrin y Oboro fueron en búsqueda de Rengo, sabremos de esa misión lo más pronto posible y así planificarlo con cautela — bufó —No conozco a nuestro enemigo espiritual; pero sé tratar las guerras y los movimientos que nos encaminen a una — afirmó —No avanzas solo. Quiero ser claro en ello. Takeda ha hecho esta misión nuestra, y el peso se repartirá en conjunto.

    —Yo ayudaré a Takano, entiendo un poco más de todo esto —Mencionó Hashimoto.

    —El Norte también estará en ello —lo dejó claro Ukita

    — Byakko se hará presente —mencionó Inuzuka — Es el líder de los perros; si necesita de nosotros para la misión, obtendrá cada una de nuestras habilidades.

    Ukita; Inukawa y Hashimoto afirmaron.

    —Puedo mandar lechuzas con mensajes; ninguna podrá ser interceptada; son los ojos de Amanozako, están en todos lados —mencionó Inuzuka; al parecer, sus obligaciones con los Dioses, les daban ciertas habilidades únicas.

    —Conmigo; todos los emishi seguirán mis instrucciones — la voz de Ukita fue fuerte; mientras Soreku sonreía orgulloso.

    —Nadie puede mentirme —intervino Hashimoto —Si hago una pregunta y tratan de engañarme, lo sabré. Una habilidad útil para los interrogatorios.

    Takano lo miró; en Odawara siempre supo de sus mentiras, por eso jamás pudieron engañarlo. Sonrió al entenderlo.

    —Conmigo; un grupo reducido puede pasar desapercibido en la obscuridad —informó Inukawa — Con esa habilidad logré llevar a todos los refugiados a Aomori sin problemas.

    —Entonces... no tenemos tanta desventaja —mencionó Takano al entender las habilidades de dichos encomendados por los Dioses.

    Yáahl
    Gigi Blanche Samurai wiki; no estaría mal xD
     
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    Gigi Blanche

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    Tras haber acabado el discurso, la voz de Hotaru fue la primera en alzarse. Sonó suave, similar a un arrullo, y me hizo voltear a verlo. Detallé el color del té dentro de su taza, el de sus ojos después, y su recordatorio se asemejó a una orden directa. Puedes respirar, dijo, y con ello aflojé el cuerpo. Quizá fuera el agotamiento del día, o del ritmo incansable que llevábamos desde el caos en Shimotsuke, o de la guerra que me había engullido cuando entregué aquella carta en Nara.

    Kanketsu.

    O quizá fuera, simplemente, un muchacho de diecisiete años.

    Las lágrimas me ardieron tras los ojos y me esforcé por contenerlas; me avergonzaba demasiado allí, entre tantas personas. La intervención de Takano me distrajo al principio, brusca y concisa como solían ser, pero a medida que el diálogo se fue desenvolviendo las emociones regresaron. Él, Ukita, Hashimoto, los emishi. Takeda. Hotaru, Reijiro, incluso Tamura, aún si tras esta velada no volviéramos a vernos. Yuzuki y, donde sea que estuviera, Kuroki. Muchísimas personas me rodeaban, me miraban a los ojos y no demostraban temor, tampoco reverencia. Veían, simplemente, a un muchacho de diecisiete años.

    Tú también tienes derecho a gozar de algo de libertad.

    No creo que debamos comprenderlo.

    ¿No te basta con sentirlo, Ko?

    Kanketsu.

    Chiasa lo había comprendido siempre, ¿verdad? La idea me golpeó, se amalgamó con el color del té, la sensación absurdamente cálida en mi pecho y el alivio. Dioses, el inmenso alivio. Mientras todos aún hablaban la garganta se me presionó, la barbilla me tembló y los ojos se me llenaron de lágrimas. Allí, sentado, simplemente agaché la cabeza y cerré los ojos.

    —Cuento con todos ustedes —murmuré, con la voz afectada por el llanto, y se me dibujaron surcos húmedos en el rostro—. Gracias por acompañarme.

    Permanecí en aquella posición unos cuantos segundos extra, mientras aún luchaba por no llorar como un niño, hasta que me creí capaz. Me sequé el rostro con las mangas de mi ropa y me erguí por fin, ligeramente avergonzado. Busqué a Hotaru con la mirada sin pensarlo demasiado, inspiré y me armé de valor. Puedes respirar, había dicho.

    —Nos topamos con Byakko en la Cueva del defensor, era su guardian. Nos dijo que saldría en busca de Shi. —Miré a los presentes, con seriedad—. Desconozco por completo el paradero de Genbu, así que creo que buscar y ayudar a Byakko debería ser nuestra prioridad ahora.


    ko is a cry baby pero no pudo ser de otra forma cuando yo también escribí el post llorando
     
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    Amelie

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    [Kohaku; Hotaru; Tamura; Ukita; Hashimoto; Inukawa; Soreku; Reijiro; Yoshio; Yuzuki; Takano; Hayato; Yume; Fuji; Yamagata]


    Hotaru colocó su mano en la espalda de Kohaku; no hizo nada más, no quería romper lo que él trataba de contener, sus lágrimas permanecerían en él; pero Hotaru quería que entendiera que estaba allí.

    El resto lo escuchó sin tampoco interrumpirlo; la gran mayoría de los presentes eran personas que entendían el querer contener sus emociones; así que admiraron el esfuerzo del muchacho. Hashimoto sonreía ligeramente, estaba orgulloso del crecimiento que había visto en él en tan poco tiempo.

    Todos parecían que mantendrían aquel momento solemne y de entendimiento.

    —¡Ah! ¿Estás llorando? — dijo Tamura acercándose para mirarlo más de cerca; pero Yume lo jaló, su fuerza era prácticamente nula pero Tamura entendió que debía contenerse —Ay... perdón —dijo hacia Kohaku — No sabía que querías ser discreto. Vaya, lo arruiné ¿Verdad? —sonrió.

    Takano apretó los dientes; pero no dijo nada, no conocía al muchacho como para golpearlo. Hayato miró la reacción de Takano y sonrió —Creo que debes callarte, lo estás incomodando más —mencionó el pequeño; este había hablado porque Tamura incomodaba a Takano, no a Kohaku; pero no se entendió así, parecía enfocar sus palabras sobre lo que sucedía con Kohaku.

    Tamura lo miró —Ya había entendido que estaba incomodando a Kohaku, no tenías que hacerlo aún más notorio — miró a Kohaku — Vaya... entonces. Byakko —dijo cambiando el tema para no seguir poniéndole sal a la herida —¿Cómo vamos a buscarlo? No dijo a dónde se dirigía.

    —Eso pueden dejármelo a mi —interrumpió Soreku —mis lobos pueden rastrearlo. Trae encima la piel de su tátara abuela —comenzó a reírse.

    Ukita lo miró incómodo; después miró al resto para explicar —Se dice que los lobos del líder del Norte son sucesores de los Okuri Inu; las pieles de estos se han mantenido del mismo linaje de lobos por generaciones.

    Tamura miró a Yume —Debo devolverte a Toyama —dijo con seriedad para después mirar a Kohaku —Nosotros no podremos...

    La frase de Tamura se quedó a mitad del aire, pues Yume lo sostuvo de la mano; algo que ruborizó por completo a Tamura; después miró a Yuzuki — Ellos ayudaron a Kintaro; tal vez sea de nosotros devolverles su ayuda con la propia.

    Tamura sonrió —¿Ayudarlo? ¿Se cayó del caballo o algo?

    Yume negó —Te tendré que explicar después...

    Hashimoto los miró —¿Cómo conocieron al joven Kintaro?

    Yume observó a Hashimoto y se mantuvo en silencio; pero Tamura no se contuvo —Le disparó una flecha al búho de un compañero, así que hice lo propio y le rompí la cara. Luego me detuvieron; y allí conocí a Yume. Ella curó a Kintaro y después me curó a mi de la golpiza que me dieron sus guardias.

     
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    Zireael

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    Suspiré con alivio cuando Takano habló, sabía que esta misión era una prioridad y que él se ofrecería a ayudarle con el movimiento de piezas, pero escucharlo de su boca me tranquilizó. No sería el más amable ni nada, pero Takano era responsable, sabía que si tenía que leer hasta el cansancio para entender lo que pasaba aquí lo haría y nos guiaría de la forma más segura y lógica posible, en tanto no le tocaran la vena incorrecta como había pasado en Toyama.

    Los demás se sumaron, como era de esperarse, y entonces las emociones alcanzaron al niño por fin. Quizás le estuviera prestando más atención de la cuenta porque no me había atrevido a hablar por el mismo motivo, porque sentía la oleada de sentimientos en la espalda, pero noté el temblor de su barbilla y cuando los ojos se le llenaron de lágrimas. La sonrisa que me alcanzó el rostro, entre comprensiva y resignada, fue bastante sutil a pesar de todo.

    Era, a fin de cuentas, un muchacho nada más.

    Su agradecimiento que movió el piso, pero logré mantenerme de una pieza y contuve también el impulso de acercarme a él de inmediato, pues porque para eso tenía a Hotaru a su lado. Kohaku mencionó que habían topado con Byakko, quien iría a buscar a Shi, así que era nuestro objetivo por el momento. Iba a decir algo cuando la voz de Tamura cortó el rollo y estuve a nada de arrojarle la taza de té vacía contra la cabeza antes de que Yume lo jalara.

    En su lugar me llevé la mano al rostro para enjuagarme los ojos, suspiré con pesadez al oír a Takano y luego a Hayato señalando su incomodidad, no la de Kohaku. El niño estaba aprendiendo a ver a través de él con una habilidad que cualquiera podría envidiar, pero tenía que entender cuándo hablar o cuándo no.

    Volvimos al tema de Byakko para no seguir metiendo el dedo en la llaga, aunque también quedaba claro que había que explicarle más de una cosa de la situación en Toyama a Tamura, eso sería tarea de Yume. Era la que sabía lidiar con él después de todo, viendo las circunstancias en las que se conocían.

    —Si desean volver a Toyama pueden hacerlo —dije hacia Yume y Tamura, tranquila—. Habríamos ayudado a Kintaro de cualquier manera. No nos deben más de lo que él nos ha brindado. De todas formas, si Yume quiere ayudarnos tampoco la rechazaré, se lo agradezco porque estas personas... Bueno, son mi familia.

    Luego de eso regresé la atención al resto, tomé aire e intercambié la mirada entre Kohaku y Takano.

    —Los seguiré a donde haga falta, ya lo saben. Si hay algo que consideren que pueda hacer o que requiera de mí, estoy a su disposición. —Tamborileé la taza de té con los dedos y me tragué mi correntada de sentimientos a cómo me fue posible—. Se lo debo a Rengo además.


    se supone que en el orden tácito iba a belu, pero como no me había dado tiempo de postear en la otra vuelta me colé, sowwy
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    Sentí una mano en mi espalda y supe de inmediato que se trataba de Hotaru, incluso sin alzar la vista. Había algo, en la calidez que él emanaba y aquella que palpitaba en mi pecho, que lentamente comenzaba a reconocer. Me lo había dicho en la cabaña de Amanozako, antes de dormir, cuando me habló de la soledad de los yurei y que la bendición quizá fuera para ellos. Le había prestado mi piel de lobo a Tamura y el fuego crepitaba frente a ambos. El viento aullaba.

    Yo jamás dejaré que pases frío.

    El recuerdo palpitó, se amalgamó con muchos otros y me ayudó a calmarme. Ya no estaba solo, ni él ni yo. Con suerte, esa simple verdad nos bastaría para anteponernos al resto de la historia. Fui consciente del silencio que había en la sala, me erguí y Tamura... bueno, hizo de las suyas. Su exclamación me sobresaltó apenas, lo miré con los ojos bien abiertos y, cuando quise acordar, lo tenía prácticamente encima. Su arrebato, al contrario de lo que quizá creyeran, me ayudó a relajarme. Reí en voz baja, pensando que el muchacho no tenía remedio, y vi cómo Yume lo jalaba. Meneé suavemente la cabeza ante su disculpa.

    —Tranquilo, no pasa nada —murmuré, y exhalé despacio—. "El niño que llora, crece más rápido". Quizá sea vergonzoso, pero llorar está bien. Nos limpia y aliviana, ¿no?

    El pequeño que se había mantenido junto a Yuzuki y Takano habló, aunque no estuve seguro a lo que se refería o de quién pretendía hablar. Quería decir, a juzgar por la expresión que tenía Takano. Pensarlo me hizo la debida gracia y busqué los ojos de Yuzuki, quizá, para compartir la broma interna. A mí tampoco me interesaba exponer al pobre hombre, aunque eso no me detendría de disfrutar el momento.

    Con eso, el tema viró hacia la ubicación de Byakko y la forma de rastrearlo. Ukita explicó sobre la conexión con Okuri Inu y observé a Soreku un par de segundos, sus facciones endurecidas y los tatuajes que llevaba en el rostro. No me había detenido demasiado en el detalle hasta ahora, pero... se parecían a los míos, ¿cierto?

    Descarté el pensamiento, considerándolo irrelevante, y atendí al intercambio sobre el tal Kintaro y el destino de Tamura y Yume. La anécdota del muchacho me arrancó una sonrisa floja, algo distante; había recordado súbitamente el miedo con el cual nos miró apenas supo que estábamos alineados bajo el estandarte de los Minamoto. Yuzuki les aseguró que poseían libertad de tomar la decisión que quisieran y asentí.

    —Si van a irse, mañana en la mañana me gustaría conversar contigo primero —agregué, mirando a Tamura, con una sonrisa tranquila.

    Luego, Yuzuki intercaló su atención entre Takano y yo para, también, ofrecer su fuerza. Le sonreí con calidez, asintiendo, y la mención de Rengo me supo amarga en la boca. Quería creer, así fuera riesgoso, insensato o imprudente. Seguiría creyendo que Rengo estaba ahí fuera y que reemplazarlo siquiera entraba en discusión, incluso si eso significaba ir en contra de Ebisu.

    Tomé bastante aire, echándole un vistazo a mi taza vacía, y lo liberé poco a poco.

    —Bueno, creo que por hoy ya podríamos ir a descansar. —Miré a Yoshio—. ¿Hay en Tateyama algún lugar donde asearse?
     
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    Amelie

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    Yume miró a Yuzuki para después mirar a Tamura, ambos se notaban algo indecisos, después de una lucha de miradas silenciosas, ambos dirigieron su atención a Yoshio; quién suspiró molesto, no dijo nada.

    Después, Kohaku habló hacia Tamura quién le afirmó —Seguro... — dijo un poco indeciso.

    Y cuándo Kohaku le preguntó a Yoshio por un baño este miró a Tamura — Estaban las agua termales hasta que esos malditos monos se asentaron allí; pero podemos tomar un baño en el río.

    Yoshio negó —Se puede calentar agua que tengo almacenada, así darse un baño con agua tibia — dijo sin despegar la mirada de Tamura; después se dirigió a los presentes —Los monos no son tan malos, sólo debes saber convivir con ellos.

    Hotaru miró a Tamura —No debes preocuparte, yo puedo ayudarte a calentar eso si es necesario.

    La gran mayoría aceptó la propuesta de un buen baño tibio; no había espacios amplios pero uno a uno podía tomar un baño rápido; tal vez no sería completamente relajante pero si sería reparador.

    Después optaron por descansar, el sitio no era muy grande; pero nadie parecía estar incómodo por la compañía del resto, la gran mayoría durmieron en el salón principal.

    Yoshio se mantuvo despierto, no estaba cansado así que se encargó de cuidar que la hoguera siempre estuviera encendida para que nadie pasara frío. Hotaru se mantuvo despierto por un largo periodo, también observando el fuego; pero lentamente fue sintiendo sueño, su primer bostezo lo hizo sonreír ampliamente. Volvería a soñar.




    [​IMG]

    Los primeros en despertar fueron Takano y Hashimoto; al parecer ambos parecían estar conversando profundamente de temas serios.
    El siguiente fue Reijiro; quién rápidamente miró hacia Kohaku para ver si se encontraba bien. Aun dormían, junto a Hotaru, Tamura, Yume y Hayato.
    Los emishi se fueron levantando uno a uno.
    Fuji despertó a Yamagata, quién se estiró completamente antes de abrir por completo los ojos.
    Yoshio observaba a todos despertarse con ojeras en los ojos, ahora él podría descansar.

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    La posibilidad de darme un baño, así fuera rápido y con agua tibia, bastó para relajarme el cuerpo. Cuando regresé al salón principal comprendí que la mayoría dormiríamos ahí y no me molestó, siendo sinceros. Ya había ocurrido en la cabaña de Amanozako, además. El cansancio comenzó a pesarme en los párpados y, tras acomodarme, una fuerza bastante caprichosa me quitó el sueño de repente. Incontables recuerdos, temores y preocupaciones se dispararon desde todos los rincones de mi mente. Futuros escenarios desalentadores, potenciales errores y arrepentimientos del pasado. Estaban Rengo, Ebisu, Mara. Hotaru, Shiryu, el pequeño Kibo. La mujer de los recuerdos de Hotaru, Kyogi. Los emishi. Mi padre, el Onmyoji del Emperador.

    Taiki maldijo a mi padre.

    Inuzuka.

    Algo hizo... y mi padre murió al instante.
    Sus cuencas vacías.

    Era pesado, era amargo y me angustiaba. Al final dormí, pero no tuve idea cuándo o cómo concilié el sueño. La mañana me recibió, abrí los ojos y, aún inmóvil, suspiré. Quería que pesara menos, necesitaba que lo hiciera. Suponía que ese día aún no llegaría.

    Alcé levemente la cabeza y advertí a Chiasa durmiendo pegada a mi pecho. Le rasqué la cabecita, la ardilla abrió los ojos y se hizo un rollito con aún más ganas. No me dio el corazón para quitarle el calor, así que la tomé con mucho cuidado y paseé la vista por los niños a mi alrededor. Al final la deposité junto a Hayato, el pequeño que siempre había visto junto a Yuzuki y quien aún no despertaba. Chiasa se movió sólo para pegarse al pecho del niño y sonreí ante la escena, enternecido. Al echar un vistazo hacia afuera, supuse que era aún bastante temprano.

    Al primero que saludé fue a Reijiro, vi a Takano y Hashimoto conversando y no quise interrumpir. Me acerqué a Fuji, entonces, y le sonreí.

    —Buen día, ¿has dormido bien? —murmuré, sereno, y miré hacia la cocina. Lo que agregué fue más bien un pensamiento en voz alta—. Hmm, debería preparar el té para todos.
     
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