Las horas ya no transcurren y al calendario le faltan días. El sol ya no me da luz y mi cuerpo ya no da sombra. Todo se lo llevo él, todo, una tarde de enero. Las horas, en los zapatos; los días, en el sombrero; la luz, en su sonrisa y la sombra, en sus cabellos. Y mi vida... mi vida se la llevó en sus bolsillos.
Ciertamente me gusta, es breve y dice mucho, un tanto nostálgico en relación a los otros escritos que he leído de usted, pero se disfruta igualmente. Creo que ya puedo imaginar que se le da bien el escribir y cambiar un poco de género. Claro, aún no puedo hacerme una idea de que tan bien le vaya en esto cuando he leído tan poco; sin embargo, no está de más felicitarle por un buen trabajo.