Tragedia Tango sin ti

Tango sin ti - Javi Rodríguez (Cuento publicado en mi primer libro "Entre la ficción y lo real").

I

Querida Elizabeth. Mi dulce flor que no abre sus pétalos al sol. Postrado en mi agonía escribo esta carta para suplicarte, como última voluntad del corazón, ¡sálvame!

De tu líquido vital déjame beber, pues muero de ansiedad. Y en tus brazos déjame reposar, que muero de soledad. Una combinación tan cruel que, aunque rodeado de multitud, la ausencia del ser más amado me hace sentir vacío, porque en mi caso tú eres mi todo y todo me falta si me faltas tú.

Yo el tonto más grande porque te tuve y te dejé marchar, pero acepto mi culpa en todo. Todas esas veces que pediste algo de mí y solo esperanzas obtuviste, todas esas veces en que un simple gesto hubiera bastado. Quizá un simple chiste sobre Sammy.

Miro hacia atrás y recuerdo aquella milonga que bailábamos cada noche ebrios de ilusión. Ahora me queda bailar este lentísimo dos por cuatro, porque sin amor toda milonga se vuelve un tango que se baila acompañado del alcohol, una perra que acecha a cualquiera, lo consume y nada bueno deja.

Por nuestra felicidad, una felicidad que merece más de una oportunidad. Hermosa princesa con espinas, preciosa rosa del dolor, hazme sangrar hoy, por favor.

Para siempre tuyo. Caín.

P.D. Sé que tengo raros pensamientos y esta sociedad me mira con desprecio. Pero bésame, y me convertiré en el príncipe más azul de los tiempos.

II

Querida Elizabeth. Mi macabro rocío cual sangre deja la noche en Transilvania. En esta noche cuando el cielo, rompiendo en llanto, parece compartir mi lamento, te escribo de nuevo con los nervios hechos pedazos. ¿Por qué no me has contestado? Puedes salvar una vida con un puñado de palabras.

Hoy soñé con la primera vez que fusionamos nuestros cuerpos en la sublime danza del sexo. Tú arrastrabas tres siglos de experiencia, yo era un niñato aprendiendo de ti. Pero lo recuerdo perfectamente, excitado estudiaba tu exuberante cuerpo que estaba cubierto por un manto negro y blanco, la lujuria y la inocencia confeccionadas de sombras y luz de luna. Ahora eclipsan mi razón.

Eran tiempos felices. Juntos pudimos robarle siempre el protagonismo a las estrellas en su eterno certamen de belleza. Caricias, bromas y, por supuesto, besos, los mejores. Podría sufrir una extraña enfermedad y perder mis sentidos, pero en mi boca siempre estará el delicioso sabor de tus labios. Elizabeth, puedes creerme que he intentado dejar mi pasado atrás, pero le enseñaste a correr tan rápido. Y ahora me gusta creer que la perseverancia es la mejor aliada de los soñadores, y eres mi sueño, dormido o despierto.

Ma chérie, esos tiempos pronto morirán de viejos, te necesito en mi futuro. Ruego por una visita tuya que me colme de esperanzas. Ruego por una mordida que me dé infinitas oportunidades de enamorarte. Mataría a mil demonios con mis manos si con eso las consiguiera. Porque, especialmente contigo, el camino sencillo hacia el amor no existe. Me enseñaste que la vida de todos sería mucho más fácil si pudiéramos olvidar a un par de personas en el camino, pero no quiero olvidarte; elijo el camino que podría desbaratar mi corazón.

Ahora la vela se extingue y tengo que dejar de escribir. Esta noche el cielo ha roto en llanto, y los truenos torturan como si Dios me regañara, mas espero que donde estés, pases una noche tan hermosa como tú.

Para siempre tuyo, Caín.

P.D: Por un mundo donde tú y yo estemos juntos, inventaría un mundo nuevo.

III

Querida Elizabeth. Amado espejismo que una vez me engañó. Es tan fina la barrera que separa al odio del amor, que, en ocasiones, nos lleva a escribir con sentimiento y por resentimiento a la vez. Y así me encuentro ahora, dedicándote este último grito con forma de letras, convirtiendo mi pluma en el espinoso puño del alma.

He tomado esta decisión luego de otra noche soñándote con el idiota que saca a bailar tus labios con los suyos. En esta última carta quiero expresarte mi rendición. Fuiste una batalla cruel que no pude ganar. La principal baja: lo poco de mi cordura. Fuiste, cariño, una ilusión en la que yo era feliz; pero no puedo vivir ya este teatro de negrísima comedia, porque en el desierto de un sueño el agua soñada no quita la sed.

No soportaría que pasara el tiempo y me veas como un viejo obsesionado con la figura juvenil que aún mantendrás. Que donde hoy puedes contemplar una cabellera de castaño primaveral puedas ver el blanco de nieves inderretibles de tantos largos inviernos.

No quisiste darme la vida eterna contigo y, por el contrario, me parece haber vivido una eternidad sin ti. Por eso no puedo más contra este enemigo llamado vida, me voy a donde sea que quede el destino final de los mortales, pues cualquier lugar es mejor que dentro de mi cabeza. La haré volar para volar con ella. Y aun así también será una mierda, porque sé que hay un destino que hace el viaje perfecto, y es a tu lado.

Merecía más, ¿sabes? Una carta, una maldita respuesta a mis súplicas. Pero eres muy estúpida, ¡y qué mejor ocasión para ser la peor de todas, que cuando se puede quebrar la vida de un hombre!

Ahora, cargado de alcohol y de toda su amargura en mi despreciada sangre, te digo adiós, te odio tanto como te amo, Elizabeth. Me llevo a la tumba tu secreto, la única ofrenda que me queda de ti, la que mi corazón considera su más grande tesoro.

Para siempre de nadie. Caín.

P.D. Quisiera que Dios existiera para que alguien sepa cuánto te amé.

IV

Querido Caín. Mi loco paladín en su eterna lucha contra los molinos del desamor. Tomo la sangre de mi último sustento como la tinta que mejor puede expresar mis sentimientos para plasmarlos ahora en este sincero manuscrito.

Quiero decirte que lejos de ti he naufragado en una tormenta más eterna que mi ser, maldiciendo a veces el momento que tomé la sangre de mi maestro por alejarme de la paz del cielo. Y un día me di cuenta de que, en ocasiones hay que tratar a la vida como a un cuento propio: cortando por aquí, retocando por allá, para intentar hacerla más bella. Pero por más que cambiaba nunca pude sacarte de escena. Eres intrínseco en mi corazón, mi raison d'être.

Sé que tienes evidentes problemas, pero nadie es perfecto en este planeta. Mírame, ¡soy una vampira! Aun así a tu lado me sentí inmensamente querida, y yo te quiero también. Siempre amaré tu deseo impuro y obsesivo, pero falto de malas intenciones.

He de confesarte que las últimas palabras que, como estacas voladoras te arrojé sin piedad, no son dignas de representar a la verdad. Pero temía arrastrarte a mi mundo. No lo conoces aún, es de un negro tan oscuro que su negrura haría resaltar el cielo nocturno. Una maldad tan rara y retorcida que ninguna nube ha logrado tener su forma. Cariño, soy una asesina insaciable, y como los peores criminales, seguro que no lograré arrepentirme hasta que me atrapen.

Pero si aún sientes algo de ese amor que me calentaba, yo volveré a ti sin pensarlo. Quiero ayudarte, quiero prometerte estar siempre contigo; en las malas como una lágrima enamorada de tu mejilla, y en las buenas como el brillo en tu sonrisa. Y cuando tome tus manos, para mí solo quedarán dos personas en el mundo, porque te amo.

Pero es mi sueño. Si fuese posible ya hubiese sido asesinada a manos de esta sensación de no saber con qué sueñas tú. Sé que me has visto con otras personas, pero, créeme, no han significado más que un poco de sangre para poder seguir deseándote.

Cariño, el sol naciente pronto anunciará que es tiempo de esconderme. Para terminar te imploro una respuesta a mi nueva dirección que aquí te adjunto. No te la había dado antes pues apenas he tenido oportunidad de ordenar mi vida, cuesta tanto cuando esta realmente no es más que una ilusión. No importa lo que me digas, anhelo leerte y acabar con el dolor de saber que no me has escrito.

Para siempre tuya, Elizabeth.

P.D: Quiero recoger de los árboles de la poesía, una cosecha de palabras lindas para alimentar tu corazón.