¿Era alguien extraño? Nunca me lo cuestioné, solo sé que soy bueno para seguir instrucciones, malo para salirme del molde y peor para conseguir interactuar con otros. Desde pequeño me coloqué yo mismo el trabajo de sacar a mi familia de la miseria en la que vivíamos: Mucho trabajo, poca comida en la mesa y una vivienda que a veces nos hacía creer que al siguiente invierno se caería. Trabajo, luego práctica, luego mérito y luego mi familia, la razón de todas mis acciones. Mi trabajo por delante para cargar a mi familia en mi gran espalda. ¿Qué si trabajaba con tanto caos alrededor? Era una excusa para callar toda la mierda que mi cabeza se cuestionaba. Solo quería a mi familia viva, a mi familia tranquila y haría lo imposible para lograr eso... Pero ahí me encontraba mirando con severidad a un desconocido malherido sobre mi cama, apreté los puños de la pura frustración, cuánto odiaba las situaciones sin protocolos, apreté los puños con fuerza... Para mi infortunio lo que recibí de Erick fue algo que, seguro, ninguno esperó. Avancé dos pasos apenas vi que su herida empezaba a sangrar otra vez, extendiendo mis manos como si estuviera listo para atajarlo si se caía. Me ordenó con esa voz de que estaba más allá que acá y chasquee la lengua con fuerza volviendo a apretar mis dientes, salí del cuarto haciendo que la puerta se estrellara contra la pared por la manera brusca en que la abrí. Al poco tiempo, el más menor que me pude, regresé con un trozo de metal plano calentado. —Permiso —mi voz fue grave y firme, solo eso me permití de cortesía antes de colocar el metal sobre su cuerpo. Mis movimientos eran preciosos, pero mi corazón latía desbocado y se notaba en mi respiración algo agitada, casi como si estuviera enojado. Solo me encontraba preocupado.
Estaba preparado para el dolor, o al menos eso pensaba, en cuanto ese fierro caliente toco mi cuerpo no puede evitar soltar un grito de dolor para de inmediato forzar mis labios a callar y morder mi brazo para intentar no gritar. Por fortuna no paso mucho antes de que el dolor fuera tanto que mi conciencia se perdiera y todo se volviera negro. Pasaron 3 días antes que Erick volviera a recuperar la conciencia. La fiebre en esos tres días iba y venía haciendo que su cuerpo sudará y por momentos su respiración se agitará de manera violenta. Durante ese tiempo Brishen apenas salió del taller, fuera de la Forja el reino era triste y silencioso. Aunque el desastre de las noches pasadas ya estaba casi limpio, aún se podían ver personas llorando sus muertos y a cada uno tratando de volver a recuperar su vida diaria. Ackerly no tuvo tiempo de visitarlo, pero si de asegurarse con los soldados de que estuviera a salvo de cualquier cosa. La herida de Erick parecía estar sanando bien, no estaba infectada y la fiebre había cedido por completo, ahora solo quedaba esperar a que sanara por completo, aún podía verse algo roja y que podía lastimarse al mínimo esfuerzo. Débil, Erick se santo en la cama apenas despertó y se sintió mareado ante la debilidad de su cuerpo, peor aún así busco con la mirada a ese chico que lo había ayudado. —¿Brishen?— Con voz débil, llamo el nombre de ese chico esperando que este lo pudiera escuchar si estaba en el lugar.
Justo ese rato me había quedado viendo por un tiempo largo la condición de Erick, cada día mi angustia aumentaba y por un momento sentía que podía morir y no quería, me aterraba la idea. Le había prometido a esa rubia desconocida que me haría cargo de él y, la verdad, no me importaba que fueran rebeldes. No quería romper mi palabra. Suspiré resignado, me levanté del asiento de madera y me dispuse a salir, pero antes de hacerlo una voz resonó en mi cabeza, me detuve en seco. Voltee a ver al hombre tras mi espalda... estaba... ¿estaba despierto? Mi sorpresa helada pronto se tornó en una expresión de tensión, tensé mis labios, fruncí mi ceño y mis ojos... mis ojos se entornaron con dolor. Joder, estaba vivo. Vaya que había sobrevivido. Me respaldé en la puerta que volví a cerrar por haberla abierto, cabizbajo me llevé una mano al puente de mi nariz, respiré hondo... Creo que era la primera vez que, sentía, salvaba una vida, por lo que me conmocioné un poco... Di un pesado suspiro luego. Me acerqué otra vez, me senté en el taburete y posé mis brazos sobre mis piernas abiertas para entrelazar mis manos. Lo miré firme, con seriedad, pero en mi cara se notaba que había dormido poco. —¿Cómo te encuentras? —monocorde, con un tono bajo para no incordiarle, pero firme y seguro.
Mire a ese chico en cuanto llego, aunque apenas y lo conocía, me alegraba al menos ver una cara conocida. —Tengo sed...— Sentía mi cuerpo débil, pero ya no sufría de esos mareos donde no sabía ni quien era yo —¿Cuanto tiempo tengo aquí?— Con cuidado lleve una de mis manos hasta mi hombro para tocar superficialmente la herida, aunque estaba cubierta bastaba hacer un poco de presión para que doliera como antes, así que aún no sanaba por completo, no debía de haber estado mucho tiempo inconsciente. Mire fijamente al chico y ya que estaba en tal situación, aprovecharía la amabilidad de me dio —¿Tienes algo de comer?—
Lo miré fijamente, ¿estaría sudando? Me sentía muy preocupado, así que podría ser una opción. Lo miré fijamente, pero a penas empezó a moverse, sin cambiar de posición, mis ojos viajaron a cada parte de su cuerpo que se movía. Lo miraba con una seriedad preocupada, poco a poco mi ceño fruncido perdía dureza y ganaba preocupación, sin darme cuenta mordía la parte interna de mi labio interior, entronaba los ojos y mis manos se apretaban más una contra la otra. Luego de verlo tocarse la herida, por más vendada que estuviera, lo miré sin poder ocultar la preocupación de mis ojos, por más que intentara mantener esa expresión seria ya no podía ser duro. Algo en mí me impedía serlo con un herido. —No te toques las heridas —dije firme, monocorde, pero el tono era de genuina preocupación. Cerré la boca, volví a mi seriedad más común exhalando con fuerza por la nariz, mirándole directo a los ojos... >>Te daré comida y agua... Me levanté sin dirigirle la mirada, mis movimientos eran rígidos y precisos, un pequeño soldadito. —Espera acá —indiqué con un tono incluso suave, pero es que hablé casi en un suspiro, despacio. Salí, al poco tiempo volví con un pocillo con el agua más fresca que tenía en el otro gachas con agua, me había conseguido un poco de miel. Me senté con una cara casi de perdido, serio, incluso melancólico. Mire lo que tenía entre manos y me pregunté sí era lo correcto... Pero no quería cuestionarme lo que hacía. Cerré los ojos y suspiré pesado, pero suave otra vez. Sin mirarle a los ojos le entregué los pocillos, atento a que pudiera recibir las cosas. Si quería recibía primero el agua, luego las gachas, cómo quisiera.
Ese chico era tan serio que me hacía pensar era un espíritu o algo así...¿En verdad estaba vivo? , lo miré irse y toqué de nuevo mi herida, solo para comprobar que el dolor era real y yo seguía con vida, y que Brishen no era ningún ente raro. —Gracias. — Tome primero el agua que me ofrecía y trate de beber con calma, sentía como mi garganta dolía al pasar el líquido, pero también como era refrescante beberla. Luego tome ese otro recipiente con comida y lentamente lleve el primer bocado a mi boca, mi estomago no me reclamaba mucha comida, pero sabia debía comer para evitar la debilidad que ahora tenia. —No tengo con que pagarte... — No estoy seguro de si sabía quién era yo o no, pero igual lo mire de reojo mientras comía —Me has salvado la vida— Alce un poco la vista y la clave en su rostro, el primer gracias era por el alimento, este era por salvarme —Gracias—
Recibió los pocillos, así que yo volví a cruzar mis manos frente mis caderas, gracias al apoyo de mis piernas. Miré con seriedad cómo comía, mis ojos se fruncian cada que detectaba una reacción de dolor en su cuerpo, terminé mirándolo a los ojos, o sos manos cualquier espasmo. Cuando me dijo gracias si lo miré a los ojos, e iba a responder que no era necesario agradecer eso, porque para mí preservar la vida era primordial a destruirla, pero antes de que pudiera decir algo, de cambiar una cuota de mi expresión, me dijo que le salvé la vida. Me dijo eso y, aparte de sorpresa, me calmó. La mezcla de alegría y conforte me hizo sonreír con una ternura que nunca vería en un espejo. Que no conocía. —Je —solté sin abrir la boca, cerré los ojos y fruncí el ceño—, Jejeje...— Miré mis manos, más relajado, un poco... Supongo que increíble. Seriedad. —No tienes que agradecer...— Y sonreí cuando lo miré otra vez, pero luego volví a mi seriedad severa, mi voz fue segura—, no cuando tú nos salvaste primero. Miré mis manos, otra vez se tensaron entre si. >>Le prometí a esa chica que me encargaría de ti.
Por un segundo me quede simplemente mirando al chico, hasta la cuchara con comida que llevaba a mi boca fue a dar de nuevo al recipiente de donde la saque. No podía creer lo que mis ojos veían en ese momento. —Si sonríes— Desde que lo miré en la taberna aquel día, hasta este momento era la primera vez que veía una sonrisa por parte de ese chico, al menos era humano al parecer. —Deberías sonreír más y dejar tu rostro serio para el trabajo— Le sonreí de vuelta y volví a comer escuchándolo. —¿Te refieres a la rubia?— Miré de reojo al chico y terminé de comer, para poder prestarle completa atención a ese chico —Yo quería que ustedes escaparan y no se pusieran a pelear conmigo... — Suspire al recordar como esos niños en vez de correr se ponían a pelear, tal vez si hubieran corrido cuando les dije, yo hubiera resultado menos herido y hubiera escapado también. Pero de nada servía pensar en el hubiera, era mejor enfocarme en el ahora. —...Gracias por mantener tu promesa con ella, si la vuelvo a ver, me aseguraré de pedirle te agradezca — Deje los platos vacíos a un lado e intente levantarme de la cama. —Ayúdame a caminar un poco por favor— Mis piernas seguramente debían estar entumidas, y yo debía comenzar a mover mi cuerpo cuanto antes. Extendí mi brazo sano hacia el chico esperando se acercará y me ayudara a ponerme de pie
Contenido oculto: Arms tonite Andaba escuchando Ghosting, me pregunté si pegaba con ellos Y RECORDÉ ARM TONITE. PERMISO PA LLORIQUEAR. Sí sonríes, dijo, y yo alcé la mirada para encontrarme con la suya. Lo miré con sorpresa, genuina sorpresa, y luego fruncí el ceño, mis dientes quedaron a medio camino de tensarse, haciendo una mueca con mi boca que denotaba un preocupación. Se me contuvo el aire dentro. Tensé los labios, desvié la mirada, sentí mi rojo enrojecer en puco, nervioso, y desvié la mirada mientras que con un índice me sobaba una de mis mejillas. ¿Cómo le diría que no acostumbraba a esas cosas? Nunca nadie me había pedido sonreír, no recordaba a nadie que dijera que lo hiciera más, ¡Y claro que sonreía! Lo hice en la taberna con Ackerley y la comandante, ¿no? Pero... Comprendía que la sonrisa que le acababa de dar, si es que la había usado antes, fue contadas veces. Sea como fuera, pocas veces me sentía cómodo sonriendo y yo no me sacaría de esa comodidad que tenía. Esa que me hacía sentir resguardado, la que me permitía ser quien era. Lo miré con seriedad renovada, pero mis manos se entrelazaban tranquilas, cuando me preguntó por la rubia. Lo escuché con atención, recordar la noche aquella me hizo fruncir los ojos compungido y medio desvié la vista para abajo... ahora... creo que entendía. Puede que no fuera un torpe, tal vez nunca me gustó lo que significaba portar una espada. Era cosa de ver a la hija de los Edavane o al propio Ackerley, por más talentosos que fueran a mi comparación, había algo dentro de su carácter que les permitía blandir el filo sin que les temblara el pulso. Yo siempre me sentí incómodo con una espada entre las manos... Hasta que me tocó proteger... Cerré los ojos, di un pesado suspiro. Volví a abrir los ojos, serios, recibiendo su nuevo agradecimiento. A diferencia de las gracias por salvarle la vida, este nuevo agradecimiento sí me gustaba, porque mientras rescatar a alguien me parecía lo más sensato de buenas a primeras, cumplir tu palabra era super honrado, pero había mucha gente deshonesta sobre la tierra... Por lo que asentí a sus gracias, aceptándolas. Miré mis manos. —Por Dios espero que la vuelvas a ver... —musité sin más, apenas audible. Lo miré con el ceño bien fruncido cuando intentó levantarse, preocupado. Acataría a sus peticiones en medida de que no le implicaran un peligro, ¿Qué sacaba con reprimir a un malherido? Lo tomé cómo mejor pude para servirle de apoyo, pero fue inevitable que no pudiera observar cada una de sus heridas con preocupación mientras hacíamos un esfuerzo colaborativo por que se pusiera de pie. —¿E-estas seguro?— Mis ojos luego buscaron los suyos, sin pudor de esconder mi preocupación—... Avísame cada cosa que te duela. Así sabría cómo proceder.
El chico se acercó a mi e incluso tartamudeo mientras su rostro y prácticamente todo él mostraba preocupación. Sin poder evitarlo reí algo fuerte que incluso hizo me encogiera un poco ante el dolor de mis heridas. —Lo dije en la taberna y lo repito ahora, eres un chico muy lindo Brishen...— Sonreí y despeine un poco su cabello con mi mano que use para apoyarme en él —Gracias por preocuparte por un viejo como yo, te juro algún día pagaré tu gentileza— Lo miré un momento y pegue mi cuerpo al suyo para poder estar completamente de pie, me sentía débil pero debía comenzar a moverme —Si algo anda mal, serás el primero en saberlo— Y él único realmente, así que solo pude reír un poco mientras intentaba dar algunos pasos. —¿Cuantos días estuve inconsciente?— Con más seriedad le hable al chico, al mismo tiempo que intentaba caminar.
Tuve que verlo desconcertado cuando se rió en mi cara, ¿En verdad arriesgaba mi vida y el orgullo de mi familia para que este condenado se riera en mi cara? De todas formas no llegué a indignarme, porque antes de eso el hombre se retorció por el dolor y yo no pude evitar agarrarlo con más firmeza mirando su cuerpo y rostro con sincera preocupación. Fue con esa cara que recibí su halago y, sinceramente, no supe cómo reaccionar, así que solo lo miré con más extrañeza que antes. Luego cerré los ojos cuando despeinó mi cabello, sentí mis mejillas enrojecer un poco... bueno... si él estaba de humor como para bromear, significa que estaba mucho mejor, ¿No? Si rie está sano y si bromea puede trabajar, con eso decidía má si terminaban o no nuestros días de descanso cuando enfermabamos. Lo miré enfurruñado cuando me agradeció otra vez, no dije palabra alguna, al menos parecía agradecido. Lo encaminé a la salida y asentí cuando dijo que estaba seguro de que sería el primero en enterarme en caso de cualquier cosa, una vez fuera del cuarto Erick podía ver con más atención el lugar, pero no nos quedamos en el taller que todo el pueblo conocía, lo guíe al comedor que estaba en un lugar más privado y lo dejé en un asiento, lo miré serio. —Se que quieres moverte, pero intenta quedarte sentado por un rato, tienes que descansar y moverte con cuidado, no queremos que tus heridas se habran...— Lo miré a los ojos, directo—, ¿Cierto? Me separé de él cuando me aseguré de que se quedaría sentado, removí las cenizas de la chimenea y escuché su pregunta mientras intentaba prender fuego. —Uhm... Tres días, pero te tocará quedarte acá hasta... hasta que puedas cuidar de ti mismo. Puede que retarlo a un entrenamiento con espadas fuera una buena idea para cerciorarme de que está curado, cuando lo esté y si no surge ningún inconveniente lo dejaría ir sin siquiera cuestionarle qué buscaba esa noche en la taberna.
No trate de oponerme a nada que ese chico me dijera, después de todo le debía la vida y parecía ser un buen chico que me ayudaba desinteresadamente, así que como si fuera un niño y él mi madre, obedecí sin siquiera cuestionar cuando me dijo que no me moviera de done me había dejado. —¿Tres días...?— Seguramente Leonor y los demás ya debían estar cerca del bosque, si en esos días nadie me había descubierto, ni Brishen me había entregado ¿podía sentirme a salvo? —¿Esas criaturas no han vuelto? — Miré las acciones de ese chico y trate de saber un poco más de lo que había pasado en esos días que estuve inconsciente —Los soldados de aquella vez...¿No han regresado? — Seguro que ese chico me estaba ocultado, pero no sabia si esa mujer de antes había vuelto o si otros rondaban alrededor de ese taller.
Preocupado o no, mi rostro se mantuvo más serio que otra cosa, pero a ratos se lograba distinguir cómo en verdad era un chico bastante atento de lo que ocurría con el resto y no un simple chico serio y, puede que a veces lo pareciera, desinteresado. Tan solo no se me daba tan bien conversar con gente que no conocía y siempre prefería mantenerme con mi círculo de conocidos, los que incluían a mis padres, mi hermano y pocos más que veía esporádicamente. Ah, claro, el maestro también entraba ahí, me encantaba aprender el oficio con él. Logré sacar fuego y miré sobre el hombro a Erick, sus preguntas eran pertinentes cuanto menos. Miré el fuego removiéndolo un poco a ver sí sacaba más llama. —Creo que las criaturas no han vuelto... escuché el rumor de que les aterra el fuego... Jejeje —solté frunciendo el ceño con cierta angustia, las llamas que ahora mismo vivían delante mío eran las mismas que nos pudieron haber ahorrado tantas... tantas muerte. Apreté los labios y pensé en mis padres, en el campo donde tenían que trabajar, esos lugares de noche eran bastante oscuro y solo pensarlo me transportó a situaciones horribles que solo me angustiaron más y me hicieron sudar frío... Ah, los guardia, tomando el puente de mi nariz giré el rostro hacia un costado casi como si espantara una mosca... Miré el fuego otra vez, lo removí de nuevo. —Ah... ayer dejaron de hacer guardia acá...— Sonreí sin perder la angustia, pero Erick no podía ver eso—. Creo que...— Me amargué otra vez, no quería cantar victoria antes de tiempo. Una vez quedé satisfecho con el fuego me levanté, me acerqué a Erick y un impulso extraño quería consolarle, a saber por qué, pocas veces me ocurría eso, porque... Ah, bueno, ¿A quién miento? Siempre estaba dispuesto a brindarle un fuerte abrazo al compañero que lo necesitara, aunque con las chicas me cortaba un poco, la vergüenza, supongo. Al menos con las damas podía asegurarles que no las tocaría nadie sin antes vérselas conmigo, en fin. >>¿Cómo crees que debamos proceder? —pregunté sin mucho contexto, me crucé de brazos y ladee la cabeza mirando a Erick directo a sus ojos, preocupado—, ¿Les suelto que eres mi primo o algo? Podría decirles que eres un tío con el que tomé en la taberna, pero...— Terminé por mirar mis propios pies, inseguro. Tensé los labios y exhalé pesado por la nariz—, creo que te harán muchas preguntas independiente de cómo te conocí...— Lo miré directo a los ojos, aun preocupado, pero la seriedad determinada tampoco se quedaba atrás—, no me gusta mentir, pero fingir que tenemos algún lazo sanguíneo podría opacar un poco las sospechas... Cerré los ojos, esta vez sin bajar la vista, y suspiré desinflando toda mi tensión. >>Ufff... ¿Quieres comer algo? Aparte de avena, digo —indagué otra vez con esa mezcla de seriedad y preocupación. Mi tono en general siempre fue monocorde y sin alzar demasiado el volumen, tampoco es que murmuraba, pero no era la típica persona que alzaba la voz por sobre los demás. Si el ambiente era tranquilo, sería tan tranquilo como el ambiente.
Sin perder ni un solo movimiento de ese chico, fije mis ojos en él y escuche atento cada una de sus palabras. Al menos ahora sabía que esas cosas no habían regresado, y que los soldados ya no estaban fijos en los alrededores. Cuando me pregunto qué debíamos hacer, me sorprendí un poco y no dude en hacerlo ver en mi cara ¿por qué me preguntaba?, en ese momento yo no tenía ninguna autoridad sobre él, y básicamente estaba a mercede de lo que él quisiera hacer. Luego dijo eso de ser familia y no pude evitar reír un poco, era incluso bastante adorable el ver como intentaba ayudarme, incluso exponiéndose ante los suyos diciendo yo era su familiar. —Si dices que soy tu amante te harán menos preguntas...— Sonreí algo divertido para luego tener que callar un momento debido a una fuerte punzada de dolor que me atravesó el hombro, pero que de inmediato trate de ignorar y seguir en lo mío —...Supongo que tienes familia real en este reino, si sales con el cuento de que soy tu familiar se pondrán a investigar de donde es que salí y eso solo te traería más problemas a ti y a mi— Trate de pensar en posibles escenarios para mi, y en todos era la muerte si me atrapaban y seguramente a ese chico le esperaba un castigo por ayudarme, así que debía ser cuidadoso si quería salir bien librado de todo esto. —Si no quieres decir somos amantes, dame unos días para pensar en algo mejor— Imite a ese chico y también suspire para intentar liberar mi dolor —Ahora no estoy muy bien para pensar— Y justo cuando pensé en que tal vez una buena comida me ayudaría a pensar mejor, él lo menciona... Me hizo sonreír tal sincronía. —¿Si pido algo de carne sería mucho?— Sabia que estaba siendo exigente, pero él pregunto —O por lo menos algo de pan y leche seria perfecto— Tampoco quería presionar a ese chico que tan amablemente me estaba ayudando, solo quería jugar un poco con él y olvidarme de toda la mierda que estaba viviendo.
Contenido oculto: First love, late spring ¿Por qué todos mis chicos con un 1w2 metido por ahí pegan con Mitski? HELP Noté su sorpresa, pero no le di mayor importancia, por lo que solo ganó con eso que le mirara con una seriedad más tosca, el nerviosismo me llevaba a estar tenso, ser duro. Lo miré con más rabia, silente, con claro disgusto a penas escuché su risa, incomodo. Otra vez, no medié palabra en consecuencia, mi cara de extrañeza cuando dijo de que podíamos fingir ser pareja fue extrema y muy genuina, boquiabierto con el labio superior recogido y los ojos casi que lo miraron con rechazo. Es que era ridículo, creo que sería más extraño que yo tuviera una pareja, sobre todo masculina, que un primo perdido que no conocía. Lo miré con un desagrado más calmo cuando lo vi retorcerse por sus heridas, mi gesto era de claro regaño, casi diciendo que no se viniera con bromitas que le hicieran resentir las heridas. Exhalé suave y firme por la nariz, buscando deshacerme un poco de la tención que tenía. Cerré los ojos cuando procesé lo que había dicho sobre mi plan, cuando empezó a soltar lo de decir que éramos pareja y tal entendí lo ridículo que era mentir, de por sí no me gustaba hacerlo y pedía al señor que no me tocara recurrir a eso. —Entendido —dije con mi seriedad común, brazos aun cruzados, cuando mencionó que necesitaba algunos días para pensar... Silencio... le miré con una pizca de preocupación, me debatí si agregar algo, pero terminé creyendo que era mejor evitar la idea que cruzó mi cabeza. Relajé mi ceño sin perder seriedad cuando mencionó sí podía darle comida, fruncí el ceño y miré con levedad el techo, reflexivo. Exhalé. >>Veré que tengo. Desaparecí del lugar, no demoré en volver y me asomé por la puerta con una suave sonrisa. Ya lo dije, podía pecar de ser impulsivo y no me consideraba tan vivaz de mente como otros, pero era un chico calmado por norma general y supongo que era algo de lo que se podía sacar bastante provecho. —Tienes suerte —comenté con esa voz grave y monocorde, me acerqué con el semblante serio otra vez y le extendí un pan, tenía carne dentro, carne seca. La taza de leche, sin que supiera, le agregué un poco de miel que teníamos guardada por ahí—. Tienes que comer bien si quieres recuperarte...— Fruncí más el ceño, preocupado—, pero no fuerces a tu cuerpo.
Mirar la cara de desagrado de ese chico al mencionarle lo de ser pareja, me hizo desear no haber intentado abrir la boca para bromear, era claro que mi sentido del humor no pegaba con el de ese chico, y honestamente no quería molestarlo ni hacerlo sentir incomodo, me estaba salvando la vida y ayudando a tal grado que sería un maldito si me ponía bromista y jodia a ese pobre chico. Me quede en silencio a partir de ese momento y solo miré un poco el lugar cuando él se fue y regreso con un poco de comida, de nuevo había bromeado un poco y ese chico si me había traído carne, pan y leche.... Seguramente era su comida y en vez de comer él me lo estaba ofreciendo a mi. Pensé en lo aceptarlo, pero ya había abierto mi boca y bromeando o no, parecía que ese chico no distinguía y podía incluso tomar a mal que ahora le dijera que no quería esa comida. Tome el pan y le agradecí mientras le daba una mordida y tomaba un poco de leche, esta vez guardé silencio, en parte por que sentía cada que hablaba o me reía molestaba a ese chico y además por que intentaba pensar en algo para salir del problema, decir familia no era buena idea, así que puse a trabajar mi mente mientras comía. —No sé nada de herrería, pero si digo soy un herrero puede que me crean un poco más...— Terminé de comer el pan y me dedique a beber tranquilamente la leche —...Tengo algo de conocimiento sobre minerales— Miré al frente, evitando ver al chico y sus gestos de desagrado —Podemos decir somos colegas...¿Te gusta la idea?— Termine de beber y deje el vaso a un lado —Estaba de visita cuando todo paso, y tu solo me diste resguardo en tu taller—
Recibió la comida, me cercioré de que no tuviera alguna queja antes de alejarme tan solo un poco para poder reposar mi cadera contra la mesa, ahora él podía verme de costado mientras guardaba mis manos en los bolsillos de mi pantalón y miraba al frente. —Uhm... —reflexioné a medida que iba hablando, en un momento mis ojos se abrieron con sorpresa, incluso pareció que mi cuerpo se removió ante una idea, la iluminación, le decían. Cuando el panorama agarraba claridad. La sonrisa con la que el miré, sin saberlo, equiparó por un momento a la de un crío, pero pronto agarró la agudeza de una mente adulta, una sonrisa segura. —Que gran idea— Me había despegado de la mesa, mirándole de frente, coloqué mis manos sobre mi cintura sin perder la sonrisa confiada—, desde ahora eres un mercader de minerales, que viaja de pueblo en pueblo...— Y cerré los ojos, alegre—, así luego te podrás ir con tus rebeldes tranquilo. No lo grité, así que dudaba que alguien escuchara, el crepitar del fuego cubría mi voz y yo siempre estaba atento a los sonidos que me rodeaban, sabía que no había nadie cerca, porque conocía mis territorios al dedillo. En fin, que le soltaba por la cara, como si nada, todo lo que sabía de él. Un poco en joda, un poco para agarrarlo por sorpresa. Un poco para comprobar cómo era el comportamiento de aquel hombre.
Escuche como parecía agradarle esta vez la idea a ese chico y solo fije mi vista en la mesa, luego escuche eso de "ir con tus rebeldes" y no pude evitar tensarme un poco, para luego solo tocar mi herida suavemente. —Entonces si alguien pregunta, solo di que soy un proveedor que te visitaba y resulté herido...— No tenía caso hablar más de la cuenta, ese chico igual no parecía interesarle nada de mi, y solo lanzaba su comentario para confirmar lo que ya sospechaba. —Si puedo ayudarte en algo, dímelo, de alguna forma quiero pagarte por la comida y los cuidados— Ahora si alce mi vista hacia él y espere me dijera algo, en este momento era un tipo herido y poco útil, pero igual me esforzaría en tratar de hacer lo que me pidiera.
Mi sonrisa fue más que nada un teatro, al menos cuando le solté lo de los rebeldes, así que no era de extrañar que tras apenas volver a abrir los ojos posara mi mirada sobre él con una seriedad opresora, escuadriñando con la mirada sus gestos y con la mente sus intenciones. Aunque cuando mencionó lo de la comida no pude evitar cerrar los ojos, resignado... Qué decir, tenía al enemigo comiendo de mi mano, prácticamente, y aún así... se sentía tan bajo intentar vulnerarle, sacarle información. Y no confundirse, porque en la taberna podría haberme ido a los combos de ser necesario, pero... ahora las cosas eran más complejas. No podía sacarme de la cabeza que por más enemigo que fuera, ese caballero dio su pellejo por mí, por la rubia, esa tal Leonor, y... Y el otro era el hijo de los Sanz, ¿No? Joder, ¿Dónde acabaron esos dos? Abrí los ojos, hablé con la seriedad que estos reflejaban. —No te encuentras a salvo conmigo, así que... Preocúpate por regresar completo con tu gente... Me acerqué, firme, saqué una mano de mi cadera para posicionarla con firmeza sobre si hombro, entrecerré los ojos al recordar que podía estar tocado una herida, así que sin sacar la mano suavice el gesto para que doliera solo un poco de haber acertado en la diana. >>Que me has salvado aquella noche, que te cure, que te atienda y que muestre compasión contigo no me deja de hacer tu enemigo, Erick: Solo te devuelvo el favor que me diste, porque me salvaste de una desgracia, y cumplo con la palabra que le prometí a esa chica que responde por Leonor...— Entrecerré los ojos, ¿A caso sería...?—, porque no me gusta romper las promesas que hago ni ir en contra de los compromisos que creo... Mi acerqué a él, frente contra frente, aunque sin tocarnos, más que nada amenazante. >>Cuídate, porque me juego el pellejo y el de mi familia, porque si te descubren no solo morirás, condenaras a mis padres a perder un hijo o a que mi hermano le rompan la confianza que deposita en mí. Le miré incluso con rabia, cosa que se coló en mi voz monocorde. >>Que lo sepas, aprende cuánto arriesgo, como para que creas que un simple trabajito te va a salvar. Lo solté, me erguí como correspondía, pero en vez de alejarme me crucé de brazos. —Creo que sé lo que quiero —volví a inclinarme sobre él, pero está vez la distancia era bastante marcada, igual mi cuerpo hacia sombra sobre el suyo—, que prometas que nunca más tocaran la tierra de Ogunros y mucho menos un solo cabello de su gente. Creo que joderme el pellejo estaba a la altura de proponer un tipo de tratado por la paz... Si es que Erick quería colaborar.
Parecía que de un momento a otro ese chico había cambiado, no solo era su actitud, su mirada mostraba rabia contenida, no sabia si a mi exactamente o si al hecho de lo que yo representaba, pero no me gusto. —Yo no soy tu enemigo...—Cuando menciono eso de ser enemigos, tuve que fruncir el ceño, luego me mostro ese rostro de "héroe sacrificado" y algo en mi se retorció. Para mi ese chico era alguien noble, no un tipo que solo me ayudaba para luego fingir ser buena persona y pretender le debía más que mi vida —...No se lo que pienses, o creas de mi o de los míos — Cuando termino de hablar respiré lo más hondo que pude para evitar el dolor —Pero tranquilo, has cumplido tu palabra— Me puse de pie lentamente, ignorando el dolor en mi cuerpo y luchando por no hacer la mínima mueca de dolor —A partir de este momento no me debes nada, me has cuidado y salvado la vida, además de alimentarme. La promesa con Leonor esta más que saldada y no debes preocuparte por ello— Lo miré directamente a los ojos, era increíble como los humanos no podían ayudar a otros por el simple hecho de hacerlo, siempre se debía dar algo a cambio o tener una deuda eterna con "el salvador" por su buena fe. —Gracias por todo, no pondré más en riesgo a tu familia ni a ti— Me di media vuelta y camine lo más tranquilo posible ante el dolor, tome mis pocas pertenecías y me paré al margen de la puerta —Si me llegan a capturar, diré lo que acordamos así no tendrás problemas si me relacionan contigo— Abrí la puerta y gire a verlo antes de salir. —Perdón por solo poder pagarte con un simple "trabajillo", si algún día tengo algo de valor para ofrecerte ante tu "amabilidad" te lo daré— Hice más una mueca que una sonrisa y salí de aquel lugar cerrando la puerta tras de mí. Una vez fuera me permití una mueca de dolor, y arquear un poco mi cuerpo ante el dolor, pero buscando rápidamente con la mirada algún lugar donde esconderme y esperar al menos la noche para ver si podía llegar fuera de ese reino.
