PLoS: Ráfaga Aloliana [Tablero Lunar] Prólogo

Ilana Rockefeller

La decisión que había tomado era riesgosa por tantos motivos diferentes que al final tuve que dejar de darle vueltas y recordarme su objetivo real para evitar que la cuestión me sobrecargara, impidiéndome funcionar de forma eficaz. Había preparativos que hacer, pruebas de confirmación y demás cosas que preparar para tan siquiera asegurarnos de que mi entraba al Ultraumbral saldría entera en el otro lado. Después de todo de nada servía solo lanzarme como sacrificio, no servía a ninguna causa ni respondía a ningún motivo.

Para morir sin una justificación prefería quedarme en Ultrópolis, donde nos cazaban.

Mis despedidas las había hecho hace semanas, de la forma más compuesta y discreta que me fue posible, así que cuando el día llegó solo acudí con mi mentor y pusimos manos a la obra. Mis pocas pertenencias, incluidas las cosas que debería mostrarle a Kahili, estaban ocultas bajo el traje que me permitiría cruzar el Ultraumbral sin dejarme la memoria o las entrañas en el proceso, de forma bastante más literal de la que uno quisiera pensar.

¿Podría volver a mi ciudad? No lo sabía, pero lo intentaría para traer los datos de regreso.

A pesar de la protección del traje, el viaje me había dejado la cabeza revuelta y una sensación de incomodidad en el cuerpo bastante importante, pero luego de revisar mis signos vitales y todo lo que hiciera falta supe que estaba ilesa. La tecnología que había permitido que fuese así, bueno, no había corrido el mismo destino; no podría usar el traje una segunda vez. Era una perdida menor teniendo en cuenta los riesgos.

Recibí la luz solar por primera vez en toda mi vida, cálida, y aunque sabía que tenía el tiempo contado para hablar con Kahili me tomé algunos minutos para apreciar aquello de lo que se nos había privado en el otro lado del Ultraumbral. Incluso a la sombra el calor de un sol, allá en el cielo, era capaz de incluso cambiar el estado de ánimo de una persona y me di cuenta al instante; no importaba cuánto lo emuláramos con la Torre, era imposible conseguir algo igual.

En cualquier caso, me obligué a regresar la cabeza a mi misión principal y así fue como me presente al hotel, pidiendo que me dejaran ver a Kahili. Costó lo suyo, tuve que mostrarle lo que había traído desde Ultrópolis y solo así orquesté la reunión que necesitaba para poder hacer mi solicitud. A partir de aquí comenzaba otro capítulo, al menos esa era la idea.

—No se preocupe, le agradezco que me acompañara hasta aquí —le respondí al empleado que me había guiado, dedicándole una sonrisa.

Di un paso al frente, abandonando el elevador, y pronto estuve sola frente la puerta donde me recibiría Kahili. Quería confiar en que lograría lo que me había propuesto.

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man llevo aquí desde las 4 de la tarde y son las 8 wtf

 

Bianca Altobelli

Supe, desde el primer momento en el que decidí participar en el recorrido de la isla, que aquella iba a ser la mayor aventura a la que jamás me había enfrentado y, con ello, también fui consciente de la cantidad de emociones que eso me traería; ni siquiera con toda la preparación mental que tuve, sin embargo, fui capaz de controlar todo lo que empecé a sentir a medida que el día se acercaba. Estaba emocionada, por supuesto, pero también bastante asustada... tenía un montón de nervios encima, también expectación, y, en resumidas cuentas, estaba hecha un completo cacao de emociones.

No supe cómo conseguí dormirme la noche anterior, pero lo que sí sabía era que a la mañana siguiente madrugué como nunca, saliendo de la cama llena de energía. Desayuné con mis padres, en un ambiente animado que los tres nos esforzamos por mantener para no demostrar lo difícil que estaba siendo separarnos, y después terminé los preparativos de última hora junto a Pip. Al final fue imposible no soltar una lagrimilla al terminar despidiéndome de mi única familia, ¡pero era una chica fuerte! Y justamente por eso había decidido hacer el recorrido.

Una vez en el barco, no fue muy difícil notar la escena que Lillinoe protagonizó junto a Kaleu, así como tampoco los diferentes murmullos entre los pueblerinos que aquella interacción provocó, y a pesar de mi buena predisposición con casi todo, no pude evitar rodar ligeramente los ojos por ello. Había sido muy feliz en Aldea Marina, pero eso no quitaba que fuese un pueblo... peculiar; demasiado pequeño como para permitirte destacar de alguna manera. En esas fue que vi la nota que Lili me había dejado en el bolso, pidiéndome que cuidase del muchacho, y puede que no tuviera idea de dónde venía aquel trato especial hacia él, pero desde luego haría lo posible por no fallarle a mi amiga.

Después de un buen rato viajando, finalmente llegamos a nuestro destino: un enorme hotel dónde, además, nos habían reservado especialmente una sala para los participantes del recorrido. Miré a mi alrededor, con la emoción contenida prácticamente al límite, y tuve que hacer un esfuerzo enorme por calmarme para no causar una mala impresión. Compartí una mirada con Pip, que se había quedado dentro de mi bolso con la cabeza asomando por el borde de la misma, y cogí una bocanada de aire antes de dirigirme a uno de los sofás disponibles.

Por encima de todas las cosas, aquello me serviría para aprender a dejar de invadir el espacio ajeno.

 

Yuta Hattori

Mis esperanzas de mantener un perfil bajo acabaron demolidas bajo el peso de la puta cabina aérea con la que se presentaron a las puertas de Pueblo Po para... escoltarme. Escoltarme, joder. Pocas personas por fuera de Guzmán y Francine se habían enterado de la invitación que recibí y había sido una decisión adrede. La cantidad de bromas, preguntas y palmeadas en la espalda que me comí en el trayecto desde mi habitación hasta las puertas del pueblo fue de antología. Guzmán lucía divertido, y por un segundo me pregunté si no habría sido todo cosa suya. Me despidió al final, como un padre que deja partir a su hijo, y sus emociones eran tan transparentes que me disolvieron parte del mal humor.

Al final, gracias a él y por cliché que sonara, me fui con una sonrisa.

Nala no paró quieta dentro de la cabina, apreciando el paisaje desde cada ángulo que le fue posible. Tras revisar mi equipaje decidí seguir su ejemplo y disfrutar las vistas, que malas no eran. Fue un viaje bonito, tranquilo y reconfortante. Cuando la pequeña se tropezó y cayó sobre mi regazo, quedó tiesa como estatua, parpadeó y yo me eché a reír. El sonido rebotó entre las paredes de la cabina y el viaje prosiguió sin altercados.

Estando a punto de llegar, pillé aire y me anudé la máscara metálica al rostro. También tensé las vendas en mis manos. Me despacharon directamente frente al hotel, cosa de que fuera a prueba de tontos. Agradecí a quienes correspondió a medida que fui avanzando, con tranquilidad y cortesía. El interior del hotel era lujoso, relucía en multitud de colores y lo observé alrededor a medida que caminaba, con una chispa de curiosidad presente en mis ojos.

Los empleados de la Corporación me guiaron hasta una sala donde ya había algunas personas. No pretendía inmiscuirme en los asuntos de nadie, en cualquier caso. Los repasé brevemente con la mirada, asentí con la cabeza en un saludo general liviano y me acomodé en alguno de los sofá que aún quedaran libres. Nala brincó, agitando brevemente sus alas, y se acomodó a mi lado. Sus ojitos permanecieron atentos a todo lo que pasaba a nuestro alrededor, yo saqué una pequeña libreta que llevaba conmigo y comencé a escribir en ella. Al poco tiempo, me abstraje por completo.

 

Bianca Altobelli

Lo había intentado con todas mis fuerzas, de verdad que lo había hecho, pero era genuinamente incapaz de mantenerme sentada por más de diez minutos seguidos y toda la energía se me estaba empezando a acumular demasiado en el cuerpo; así que fue inevitable, realmente, no reaccionar en cuanto aquel chico tan curioso entró dentro de la sala. Había estado observando a todo el mundo que me rodeaba, con la mirada bien atenta a cada pequeño detalle que llamase mi atención, pero por supuesto que el muchacho con la máscara que se había puesto a escribir en una libreta fue lo que más captó mi atención de todo el ambiente.

Prácticamente salté de mi asiento, cosa que no había sido muy difícil teniendo en cuenta que estaba básicamente sentada en el borde del sofá, y me acerqué a paso acelerado a su posición, ignorando por completo las quejas de la pobre Pip, a quien había despertado con mi exabrupto. Me negaba categóricamente a seguir sentada, eso sí, así que una vez estuve lo suficientemente cerca del sofá que el chico había ocupado, decidí darle la vuelta y dirigirme a él desde atrás, apoyando las manos sobre el respaldo del mueble.

—¡Hola! ¡Me llamo Bianca! —saludé, como si invadir así el espacio de un desconocido fuese lo más normal del mundo, e intercalé un par de miradas rápidas entre el muchacho y su pokémon (¡tan lindo!)—. ¿Y tú? Oye, perdona que me entrometa, ¿pero y esa máscara tan chula que llevas? ¿Para qué es? ¿Y qué escribes en esa libreta? ¡Me ha dado mucha curiosidad!

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why, hello, otro rol en el que poder acosar a mi novia??? yes, please

 

Ilana Rockefeller

Apenas Kahili me invitó a pasar y lo hice las puertas de la estancia se cerraron detrás de mí, separándome del resto del hotel en más de un sentido, porque aunque el sitio era espacioso como el resto del hotel era significativamente menos pomposo. Ambas formas de utilizar el espacio tenían sus razones de ser, no había que ser demasiado listo para saberlo, y en cualquier caso lo que más se agradecía era la luz.

Luz de verdad.

Kahili se había mantenido sentada en su lugar y aunque tenía el porte de alguien importante, en sí su aspecto no priorizaba la etiqueta por encima de la practicidad. Sonaba a prejuicio, pero eso me decía que era una persona activa, no de las que se sentaban a hacer papeleo todo el día y eso, al menos en este caso, era posible que funcionara a mi favor.

—Gracias por recibirme. Espero hacer valer su tiempo. —Fue lo primero que le dije, pues aunque no deseaba quitarle tiempo importante, tampoco pretendía ser descortés.

Ella se había levantado, seguí sus movimientos con la vista y cuando se quedó junto a uno de los ventanales una corriente de aire me sacudió el cabello. Un escaneo rápido del espacio me dejó claro que no había lugar por dónde hubiese entrado, pero la había sentido con claridad y junto a ella ahora percibía una tercera presencia, como si hubiese un observador allí.

—Crucé un Ultraumbral para poder reunirme con usted directamente —comencé luego de haber girado el cuerpo en su dirección, controlando la tensión que la presencia extra había dejado en el ambiente e hice una inclinación relativamente formal—. En mi ciudad natal formo parte de un equipo de investigación... clandestino, podríamos decir pues no se nos tiene en estima. El caso es que al otro lado del portal hay datos que nunca alcanzaremos, no sin el trabajo de campo en un mundo que todavía conserva su luz, y el curso para el Recorrido Insular es la oportunidad perfecta para poder recorrer su región y obtener información que no podremos conseguir en Ultrópolis de otra forma que no sea mera exploración.

Hice una pausa para no soltar tanta información de golpe, pues sabía que en determinado punto prácticamente todo el mundo desconectaba y dejaba de prestar a atención si uno los atiborraba de palabras o datos de cualquier clase. En ese intermedio tomé la esfera que contenía a Poipole, mi compañero, y la sostuve frente a mí en dirección a Kahili.

—La crisis ocurrida, en la que la luz natural se nos fue arrebatada por la criatura que venerábamos, podría repetirse en otros lugares y deseamos evitar esa catástrofe al detectar señales tempranas. Por mi parte, además de eso, creo fervientemente que hay una manera de devolverle la luz a Ultrópolis en ese mismo camino por evitar otro desastre —continué, girando apenas la esfera y al accionarla Poipole se liberó, suspendiéndose en el espacio entre Kahili y yo con su sonrisilla bien plantada en el rostro—. Le pido que me deje participar junto a los demás. Compartiré con usted la información que consiga.

 

Yuta Hattori

Realmente era poca cosa, desde que vivía en Alola había llegado a cultivar la costumbre de garabatear en una libreta sin más. A veces escribía de mi día, a veces eran pensamientos al azar, y otras, bosquejos al aire. Nada me lo tomaba muy en serio y usualmente no regresaba sobre esas páginas, pero me entretenía y relajaba. Durante el viaje en la cabina aérea había observado lo suficiente el paisaje como para que permaneciera rebotando en mi mente, y estaba trazándolo sin demasiado orden cuando una voz a mi derecha me saludó, entusiasmada. La había oído acercarse y reclinarse sobre el espaldar, sólo que no vi necesario detenerme hasta que anunció su presencia. Además, a la gente, usualmente, no le gustaba sentirse... ¿cómo decirlo? Frustrada en sus pretensiones.

Bianca, se llamaba. Relajé la mano con el lápiz sobre la libreta y giré a mirarla con movimientos tranquilos. Nala hizo lo mismo desde su posición, aunque ésta, a diferencia de mí, sí dio un respingo apenas la chica habló, separando brevemente las alas del cuerpo. Se le escapó un sonidito del pico y todo. Identifiqué a la muchacha como una de las personas que había en aquella sala desde antes, posiblemente también invitada por Kahili. Al preguntarme mi nombre, pestañeé y mi voz se oyó ligeramente amortiguada bajo la máscara.

—Yuta.

Soné sereno, como siempre, y la retahíla de preguntas me hizo alzar apenas las cejas. Vaya, qué niña... entusiasta. No me molestaba realmente, más allá de lo que decidiera o no compartir. La sonrisa debajo de la máscara me rasgó levemente los ojos y le di un par de golpecitos a la pieza metálica con el extremo opuesto del lápiz.

—Es chula, ¿a que sí? —compartí, inclinándome apenitas para hablarle en confidencia—. La hizo un herrero amigo de mi familia, que tiene un montón de diseños diferentes pero esta la diseñé yo, ¿te gusta?

Había preguntado por la libreta también. Había cambiado de página, así que a la vista sólo estaba el boceto atolondrado que estaba haciendo del paisaje. Le eché un vistazo y lo extendí en su dirección, sin soltarlo. Era, a grandes rasgos, el amplio horizonte del océano con el contorno de Ula-Ula a un costado.

—¿He saciado tu curiosidad? —pregunté sin ironía, aunque sí ligeramente divertido.

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yo encantada de que me acose, missy uwu

 

Bianca Altobelli

El asunto fue mucho mejor de lo que podría haber esperado, pues había aprendido un poco por las malas que los demás ya no veían mi curiosidad como algo adorable teniendo veinte en lugar de seis años, ¡pero el chico no parecía haberse molestado en lo absoluto! También es cierto que era un poco difícil distinguir del todo sus expresiones con la máscara puesta, pero hey, ¡hey! Juraría que eso que estaba achinando sus ojos era una sonrisa, vaya que sí. Quien no se había tomado tan bien mi acercamiento fue su pobre pokémon, que hasta acabó soltando un gritito por la sorpresa de mi repentina aparición.

—¡Alola, pequeñín! Perdón por el susto —me disculpé, inclinándome un poco más para verlo de cerca, y el rostro se me iluminó ante una idea que me llegó de la nada a la cabeza—. ¡Ah! Mira, esta es Pip. Creo que también la he asustado cuando he venido hacia aquí, así que quizás os podéis hacer amigos~

Para todo aquello había sacado a Popplio de mi bolso y lo había sujetado delante de mi rostro como si fuese un peluche, asomando apenas la cabeza por el lado un segundo después. Finalmente, la dejé sobre el sofá junto al pequeño Rowlet y ella lo saludó con un golpecito de su nariz en el plumaje. Sonreí, enternecida por la escena, e inmediatamente después volví a echarme hacia delante para poder escuchar bien la respuesta del chico. Le presté toda la atención del mundo, Arceus sabía que sí, y la fascinación que sentí por su relato tuvo que notarse en cada pequeño gesto de mi rostro.

>>¡Es genial! ¿Y es tu diseño? Jo, cómo mola. ¿Y no tienes calor con ella? —seguí cuestionando, porque ya había quedado claro que si me daban pie a ello, no me controlaba en lo más mínimo.

Después me enseñó la hoja que tenía abierta en su libreta, haciendo que mi atención virase por completo hacia aquel objeto, y repasé el dibujo (que al final resultó ser y no palabras, como había imaginado en un principio) con la vista, apoyando la mejilla sobre mi mano para inspeccionarlo desde otro ángulo un poco después.

>>¡Qué lindo! ¿Qué es? —pregunté al rato, cuando volví a deslizar la vista hacia él, y al mismo tiempo, no pude controlar la ligera sonrisa que se me extendió por el rostro al escuchar su "contraataque"—. ¡Un poco, aunque ahora tengo más preguntas todavía! ¿De dónde eres, por cierto? ¡Yo vengo de Poni!

 

Yuta Hattori

Me quedé quieto cuando la chica se inclinó hacia Nala, disculpándose por haberla asustado. Ésta parpadeó y la observó con sus ojos grandes, mirándome luego a mí y de regreso a ella. El graznido que soltó sonó molesto y yo me reí en voz baja.

—Pequeñina —corregí, adivinando qué podía haberle ofendido de lo que Bianca dijo.

Luego, la muchacha sacó un Popplio de su bolso y la expresión de Nala viró completamente a una de curiosidad. Pip, se llamaba. Tras exponerla como si fuera un peluche, Bianca la depositó en el sofá, entre nosotros, y atendí al intercambio entre los pokémon. Pip tocó a Nala con la punta de su nariz en una de sus alas, a lo que ésta respondió alzándola brevemente y emitiendo un sonido suave, bastante agudo. Ya la molestia se le había pasado por completo y lucía contenta con la compañía de Pip.

Esta chica era más que transparente, puede que también algo infantil. Lucía realmente entusiasmada con todo el asunto de mi máscara y meneé la cabeza ante su nueva pregunta, encogiéndome de hombros inmediatamente después.

—Ya me acostumbré, supongo. Además, tiene ventilación. ¡Es un diseño friamente diseñado!

Me reí de mi propia tontería y, después, le mostré mi dibujo digno de exposición. Como anticipé, me llovieron más preguntas.

—Es lo que vi viniendo aquí en la cabina aérea: el océano y parte de Ula-Ula —expliqué con calma, relajando el brazo en mi regazo y mirándola de costado, debido a nuestras posiciones. Al hablar me surgió una duda y fruncí el ceño—. ¿A ti también te escoltaron en cabina aérea?

Me pareció que advirtió el tinte de mis últimas palabras, a lo cual decidió defenderse y ¿volver a atacar? El caso fue que me siguió arrojando preguntas y ya la voz se me empañó con diversión.

—De Ula-Ula —respondí al instante, y le sostuve la mirada, desafiante.

Era como... ¿un duelo de preguntas y respuestas?

 

Bianca Altobelli

El Rowlet del chico acabó siendo en realidad, bueno, una Rowlet; la corrección me hizo sonreírle al pokémon con una cuota de disculpa renovada, pero todo el asunto acabó diluyéndose bastante cuando Pip se acercó a ella y, en resumidas cuentas, parecieron hacer migas bastante rápido. Saber que los pokémon estaban entreteniéndose sin necesidad de nuestra intervención me permitió centrar toda la atención en las respuestas del chico, dedicándole a cada una de ellas la expresión que correspondiese: me alegré de saber que no estaba pasando calor con la máscara y volví a mirar el dibujo en cuanto me confirmó de qué se trataba, con los ojos llenos de admiración renovada.

—¿Oh? —murmuré, girando la cabeza para mirarlo, con las cejas ligeramente alzadas en un claro gesto de sorpresa—. Esa era la idea, sí, pero le expliqué al escolta que me daba un poco de miedo volar en una de esas y me permitió venir en barco. ¿Cómo fue la experiencia? ¡Quizás tenía que haber aceptado!

Debí suponer que su isla de origen sería la misma que había dibujado, pero a veces mi boca iba más rápido que mi cerebro y ahí estábamos, con el pobre chico teniendo que repetir un par de veces la información que ya me había dado. No le di mucha importancia al asunto de todas formas; simplemente asentí con la cabeza al recibir el nombre de la isla y mi sonrisa se acentuó, divertida, al notar la chispa desafiante de su semblante.

>>Ula-Ula es más grande que Poni, ¿cierto? Nosotros solo tenemos un pueblo, imagino que vosotros tenéis más. ¿Es la primera vez que vienes a Akala, entonces? Para mí sí, es la primera vez que salgo de Poni y la verdad es que estoy un poco nerviosa. ¿Tú no?

 

Ilana Rockefeller

Cualquiera hubiese esperado que la negativa de Kahili me provocara alguna reacción, pero no fue el caso y permanecí firme, con la mirada fija en ella sin siquiera desviarla a Poipole, que seguía flotando entre nosotras a pesar de notarse distraído con el nuevo entorno. Escuché lo que dijo, la naturaleza de su argumento y el hecho de que me calificara como imán de Ultrabestias.

En palabras bonitas, era una bomba de tiempo.

¿En ese caso no era igual o más peligroso dejarme más cerca de los grupos de personas? Porque volver por el Ultraumbral no era una opción disponible, no de inmediato por lo menos y sin arriesgarme a ponerme las entrañas en la cabeza en el intento. En cualquier caso, le sostuve la mirada cuando sus ojos se posaron en mí porque mi falta de respuesta era el indicador de dos cosas: que no pensaba echar atrás y que respetaba su criterio a pesar de eso.

Aún así llegó a una conclusión, una suerte de acuerdo que se le ocurrió, pero antes de decir nada al respecto me preguntó por El Refulgente y la sola mención me hizo desinflarme los pulmones en un suspiro sutil. Poipole giró sobre sí mismo, entretenido con nuestra conversación, y retrocedió hasta mi posición para ponerse a juguetear con mechones de mi cabello.

—Es posible que se requiera de más de una persona o de alguien excepcionalmente fuerte para la tarea —respondí con sinceridad y sin alterar mi temple a pesar de tener a Poipole revoloteando a mi alrededor—. Estoy dispuesta a prepararme física y mentalmente para ser parte de eso en cualquiera de los escenarios. Si hay que eliminarla... si es la única opción, se hará.

 

Ilana Rockefeller

La sonrisa que alcanzó el rostro de Kahili fue leve pero no me pasó desapercibida, aunque no reaccioné visiblemente ni reflejé el gesto para no perder el tono serio y profesional que había mantenido hasta ahora, de por sí ella misma pronto volvió a su neutralidad anterior en poco tiempo. Volví a escucharla, dijo que la Policía Internacional me llevaría con ellos apenas supiesen de mi existencia por el tema de que los que pasaban por los umbrales tendían a perder la memoria y todo el cuento; tomé aire con cierta profundidad, algo resignada, pero esperé a que siguiera hilando sus ideas.

Poipole detuvo su revoloteo apenas escuchó las palabras de Kahili, se suspendió a mi lado luego de soltar mi cabello y la sonrisa que había omitido antes por cuestiones profesionales ahora sí me alcanzó los labios. Fue breve, casi la sombra del gesto, y contuve el impulso de soltar una risa nasal para no pecar de irreverente.

El papel voló en mi dirección y alcé la mano, sin despegar los ojos de la líder de la corporación, para pescarlo de inmediato. Solo dejé de mirarla para leer el documento, me nombraba alumna transferida de escuela en Paldea bajo la responsabilidad de Hanohano. ¿No era algo así como documentación falsa para evitar que la Policía Internacional diera conmigo? Vaya, qué remedio. No sería la primera vez que me ocultaba de los ojos de ciertos individuos, para nada, pero tenía su gracia que hubiese sido una propuesta ideada por ella y no por mí.

—De momento me parece que es el mejor acuerdo al que seremos capaces de llegar —respondí despegando la mirada del papel y regresándola a ella. Fue mi manera de decir que por ahora cedía, sí, pero quizás no fuese siempre así—. La acompaño si es lo que le parece mejor.

 

Bianca Altobelli

Mientras esperaba las posibles respuestas del chico, al que honestamente había acribillado tanto a preguntas que ni siquiera me llegaría a sorprender si resultaba que lo había dejado K.O., otra de las personas que había por la sala se acercó a nosotros. Era una chica, se veía bastante preocupada además, y mi atención viró por completo hacia ella en cuanto finalmente alcanzó nuestra posición, levantando apenas la cabeza para mirarla y ladeando ligeramente la misma en un gesto de curiosidad.

Escuché su pregunta, repasé a conciencia la foto que me enseñó y volví a escuchar su comentario de después, pero al final no pude evitar negar con la cabeza mientras hacía una leve mueca de disculpa con los labios.

—No, lo siento, no me suena para nada —añadí, buscando compartir una mirada fugaz con Yuta antes de volver a la chica—. ¿Es otro participante del recorrido? ¿Y no tenéis alguna manera de comunicaros con él? Si no es de aquí, quizás se haya perdido...