Song-fic Sweet Magic

Tema en 'Vocaloid' iniciado por Ruki V, 2 Enero 2021.

  1.  
    Ruki V

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    Escritora
    Título:
    Sweet Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1027
    Aloh uvu
    Esta vez si transcribí casi directamente algunos de los versos de Sweet Magic, así que esto sería un songfic.
    Al menos, creo (?)
    Saludos y gracias por pasarse a leer este escrito.


    Estaba felizmente cocinando postres para regalar en la posada navideña de la secundaria.

    —Vaya, Rin, me sorprende que la cocina no sea un desastre— entró a regañarme Meiko.

    —¡Hey!— exclamé antes de inflar las mejillas, sonrojada y molesta. —¿Por qué es sorpresa?

    —Tienes que admitir que normalmente eres algo… descuidada.

    —Estoy trabajando duro para que todo me salga bien— renegué bajando la mirada.

    —Ya lo veo— se rio. —Hazme saber si necesitas cualquier cosa, ¿sí?

    —Sí, gracias.

    Ya que mis padres estaban remodelando la cocina en casa, le pedí a Meiko, quien se había mudado al lado un año antes y se había vuelto una buena amiga mía (a pesar de ser siete años mayor que yo e incluso estar estudiando ya en la universidad), que me dejara usar su cocina. A veces creía que era una molestia para ella, pero era como la hermana mayor que nunca tuve, y agradecía que me tuviera tanta paciencia y que fuera tan amable conmigo.

    Lo menos que podía hacer era tratar de ensuciar su cocina lo menos posible, por supuesto. Pero nunca admitiría que yo también estaba sorprendida de mí misma: creí que hacer todo aquello sería más difícil y sucio, pero las pocas manchas que iba dejando las iba limpiando conforme las notaba y los postres de prueba estaban quedando bastante bien. “Debí haber preguntado a Meiko si quería probarlos” pensé observando los postres de prueba listos.

    Aprendí a hacer un postre milhojas, hecho con hojaldre, crema pastelera y azúcar glass, que quería preparar porque era el favorito de mis padres. También encontré una excelente receta para hacer tarta de arándanos, que quería cocinar para regalar a mis amigas de la escuela (y a Meiko también). Me pareció que las recetas habían sido todo un éxito tal y como las conseguía de internet, pero aún faltaba pasar la prueba que más me importaba.

    Tenía un pastel de chocolate en el horno, y betún de chocolate casero en el refrigerador.

    El betún ya lo había probado, pero faltaba que el pastel no se quemara, ni quedara crudo.

    Quería darle un pastel de chocolate como regalo de Navidad… a alguien especial…

    —Huele delicioso— dijo Meiko volviendo a entrar a la cocina, tomándome por sorpresa.

    —¡Me asustaste!

    —Así tendrás la consciencia— se rio. —¿Dijiste que haría el betún tú misma?

    —Oh, sí, lo tengo en el refrigerador.

    —¿Te importa si lo pruebo?— preguntó y negué con la cabeza.

    Meiko sacó el pequeño bowl cubierto de plástico en el que había preparado y guardado el betún, y después sacó también un paquete de galletas de mantequilla para probar el betún con una de ellas. No se me habría ocurrido probarlo así (lo probé con una cuchara), por lo que también tomé una galleta y volví a probar un poco, mirando a Meiko atentamente en espera de su aprobación, casi sin disfrutar realmente la galleta (aunque estaba deliciosa).

    —Delicioso— dijo finalmente.

    —¿No es demasiado dulce? Tal vez podría revolverle chocolate amargo, mejor…

    —Pues, yo creo que te quedó simplemente delicioso— dijo y se encogió de hombros.

    —…Espero que él también lo crea así.

    —No olvides estar atenta al horno— se limitó a decir Meiko antes de volver a dejar la cocina.

    Decidí ir y encender la luz del horno: el pastel se estaba esponjando estupendamente, pero tenía miedo de sacarlo en ese momento y se desinflara. Incluso si ese era solamente la primera prueba, temía que me quedara mal, luego de que los primeros postres me salieran tan bien. Quería que el pastel también me saliera bien la primera vez para poder replicar el éxito una segunda vez. Era el único postre que realmente quería que me quedara bien.

    Porque, así, la persona a quien quería regalárselo…

    Lo aceptaría con gusto, ¿verdad? Le encantaría, ¿no?

    Y entonces, ¡tal vez yo podría llegar a gustarle!

    Por la determinación, energía y valor que me estaba esforzando en demostrar con el regalo.

    “Creo… que ya debo sacar el pastel” pensé después de algunos minutos, poniéndome los guantes para no quemarme al abrir el horno y tomar el molde, dejándolo sobre la barra para que se enfriara. No se veía quemado y parecía mantener la esponjosidad que había adquirido. Entonces tomé un palillo de dientes para encajarlo un poco en el pastel, y al sacarlo limpio pude comprobar que estaba bien cocido, lo que fue un enorme alivio inicial.

    Me puse a ver cosas en mi teléfono en espera a que de verdad se enfriara el pastel antes de cortar una rebanada; además, quería probarlo junto con el betún, y no podía embetunar el pan si no se enfriaba. Pensé en hablarle a Meiko, pero se suponía que estaría trabajando en su computadora, así que decidí no molestarla. Pasado un rato, el pan estaba frío y decidí cortar una parte antes de embetunarlo: incluso por sí solo, quedó bastante delicioso.

    Después de embetunar el resto del pastel, partí una rebanada para probarlo de esa manera. La combinación era perfecta. O al menos a mí me lo pareció. Estaba bastante satisfecha conmigo misma y estaba que me moría de ganas por hacer los postres de nuevo, para que me quedaran más presentables. Y no tardé mucho en ponerme a ello, esperando que los postres finales de hecho me quedaran mejor, o por lo menos igual de bien que las pruebas.

    Principalmente el pastel de chocolate.

    De verdad deseaba que mis sentimientos fueran correspondidos.

    Es decir, por supuesto que esperaba que los otros postres también les encantaran a mis padres, a Meiko, a las chicas de la escuela. Pero a quien realmente quería impresionar…

    ¿Tendría lo que se necesitaba para confesar mis sentimientos?

    ¿Sería capaz de mantener la cara en alto si eran rechazados?

    “Qué pesimista y qué falta de confianza” me dije a mí misma.

    Y simplemente me dispuse a seguir cocinando.


     

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