Supekutoruhōmu, la casa de los espectros.

Prólogo:

-¿Y cuando lleguemos a casa podremos comer chocolate con churros?

- Si, ¿por qué no?

-¿Te ocurre algo tata?

-No es nada. Es que estamos en época de exámenes y no sé si seré capaz de aprobar.

-¡Por supuesto que serás capaz! Yo creo en ti.

-Si, pero aún así no entiendo algunos conceptos de los temas que…

-Pues busca respuestas.

-¿Estás segura de que puedo aprobar?

-Sin duda. Nunca es demasiado tarde.

Cap. 1: Dadas de la mano


-Ya han pasado dos días desde los exámenes… Y todavía la bruja de mate no nos da las notas.- Se queja una chica rubia de atuendos oscuros junto a otras dos chicas.

-Si Foru. Pero de todas maneras no creo que haya aprobado, así que yo prefiero saber qué nota he sacado. Todos mis exámenes han sido un completo y absoluto fracaso…- Menciona la segunda chica de rizados cabellos blancos y ojos azules. -¿Y tú Kiri? ¿Qué piensas sobre los exámenes?

-Pues… tenía algunas dudas pero al final respondí a todos los interrogantes y creo… ¡No! Estoy segura de que he aprobado por lo menos con un 7’50.

-¿Qué es lo que te da esa confianza, Kiri?

-Kibō. Es increíble como algo tan pequeño pueda salir algo tan grande, como es la esperanza.

-Mi prima tiene una hermana pequeña. Es horrible, no entiendo como puede soportarla…

-Pues a mí me encanta estar rodeada de niños pequeños…

Unos cuantos metros más atrás…

-¿Y tú Kako, crees que puede llegar a ser real?

-Yo creo que no. No puede existir ese mundo, Kibō.

-Pero… sueño con él todas las noches. En él las cosas son diferentes… los demonios son los que tienen alas de pájaros, la luz es mala para la salud, las mariposas son de fuego y hay sombras que si te atrapan no vuelves a hablar jamás. Todo eso ocurrió desde que la hechicera Kitsune llegó a esas tierras…

-Pues que chungo, ¿no?

-Si, pero eso no es lo peor.

-Entonces… ¿Qué es lo peor?

-No puedes morir.

-Entonces quiero ir allí. Vivir para siempre tiene que ser una pasada.

-No, no lo es. ¿Tú sabes lo que es estar ahogándote y no poder morir? ¿Tú sabes qué es estar quemándote viva y no poder morir? ¿Tú sabes lo que es estar sufriendo la más cruel de las torturas… y no poder morir? La única forma de vencer a Kitsune es muriendo; y eso es algo que desde luego es imposible en Supekutoruhōmu.

-¿Supekutoruhōmu? ¿Así es cómo llamas ese lugar?

-Sí. Quiere decir “Casa de los espectros”. Lo llamé así por los monsutā, son como espíritus tristes que vagan por las callejones de Supekutoruhōmu. Antes eran almas pacíficas que sólo huían de ti o te regalaban flores de origami… pero ahora se han convertido en algo que no es ni espiritual ni humano… son peores que los monstruos.

-Apuesto a que esa tal Kitsune tiene algo que ver.

-No apuesto contra ti, pues perdería la apuesta.

-Kibō.- La llamó su hermana a pocos metros de distancia. -Nos vamos a casa.

-Sí. Adiós, Kako.

-Adiós. Y que sepas que a partir de esta noche viajaré a Supekutoruhōmu por tu culpa.

Caminando por las calles de la gran ciudad de Tokio se puede observar como una niña de melenita negra y expresivos ojos verdes dada de la mano de una seria y pálida chica unos 4 años mayor que ella de largo pelo negro y casi inexpresivos ojos tan verdes que se camuflan con el negro. La pequeña, se ve dulce e inocente mientras que la otra tiene una mirada seria y arrogante. Kibō y Kiri. Hermanas menor y mayor. 8 y 12 años de edad. Ternura y frialdad dadas de la mano paseando por las pobladas y oscuras calles de Tokio…