Esta es una historia inspirada por mis recientes sueños con una chica la cual sólo la recuerdo durante los años de mi infancia cuando por una temporada viví en un pueblo. Sueño de verano Hubo un tiempo, en que viví durante unos meses en un pueblo donde las plantas eran muy verdes y los paisajes sobrecogedores. Recuerdo que flotaba un aroma a jazmín y a resina de pino bastante agradable, cada bocanada de aire parecía que te alimentaba. Esto ocurrió a mis 16 años, cuando mi tierna adolescencia estaba en su máximo esplendor. Recuerdo que junto a mi amigo Roque, salíamos de casa muy temprano a hacer ejercicio, subíamos siempre por una cuesta donde un corral quedaba a nuestra derecha y sus verdes campos aparecían ante nuestros ojos. Después de esa cuesta, habia una explanada muy pequeña y luego otra bajada. Al bajar, siempre nos deteníamos en un pinar donde las hojas y las piñas de los pinos se agolpaban en el suelo, haciendo parecer que pisabas un campo de cosas crujientes. A la derecha del todo, había una mesa de camping de madera, donde Roque y yo muchas veces nos sentábamos a charlar sobre nuestras cosas. Un día, a Roque le gustaba una muchacha del pueblo, con la cual había hecho buenas migas y con la que una mañana de un sábado, en vez de venir a correr conmigo, quedó con ella para ayudarla a coger romero para sus comidas. Por lo tanto, esa mañana me encaminé solo al pinar para estirar y hacer mis ejercicios matutinos. Esa mañana era muy soleada y hacía mucha calor, pero al final acabé llegando a la reconfortante sombra de los pinos. Una vez allí, reparé en que una chica estaba sentada en la mesa de camping, con una cara triste. Me acerque poco a poco y empecé a observarla mejor. Era una chica guapísima, con el pelo no muy largo que le llegaba solamente a los hombros. tenía una cara preciosa, con unos ojos grandes y castaños que parecía ser muy seria. Parecía que me equivocaba cuando me miró directamente, en realidad ella parecía muy tímida y asustadiza. Se levantó de la mesa y algo me llamó realmente la atención: ella era muy baja de estatura y parecía tener un cuerpo muy frágil. En ese momento supe que me había enamorado de aquella chica. Me acerqué a saludarla y se limitó a mirarme muy sonrojada. Estuvimos hablando un rato hasta que ella dijo que se tenía que ir. Este hábito continuo durante muchos días y la seguía viendo ahí todas las mañanas. Simplemente me encantaba, estaba muy enamorado de ella y finalmente, a los tres meses de conocerla, le confesé lo que sentía a través de un pequeño beso que le robé. Ella finalmente se me quedó mirando y escuche una risa y un llanto a la vez, era la primera vez que la veía reir y la primera vez que la veía llorar. Me dijo que yo le gustaba, que lo era todo para ella y me puse a llorar. Al final de aquel día, ella me dijo adiós, que lo había pasado muy bien conmigo y que siempre me amaría. Me fui andando a mi casa, cuando reparé en que ella nunca se había despedido tan efusivamente y tan triste. Tuve un mal presentimiendo, pero lo dejé correr, realmente la chica correspondió a mi amor. Al día siguiente, fui corriendo al pinar, pero no encontré a la chica por ningun lado, supuse que alomejor estaría enferma o se había retrasado. Estuve esperando todo el día y no vino. Durante las dos semanas siguientes estuve esperando y no aparecía. Finalmente, mi amigo Roque vino un dia de nuevo a correr conmigo, pero parecía sombrío y distante. Mientras estirábamos, empezó a llorar, y yo torpemente le di un abrazo y le pregunte que pasaba. La chica con la que salía, tuvo que mudarse del pueblo porque sus padres habían comprado una casa en otro país por asuntos de trabajo. Roque lloró un buen rato hasta que se calmó y le conté lo mio con esa chica. Él simplemente me abrazó y fuimos a la escuela del pueblo, que estaba detrás del pinar, donde yo nunca había ido. Las pistas deportivas estaban a un kilómetro de distancia y una vez allí, entramos y nos sentamos en un banco. Una vez allí, me quedé mirando, muy deprimido a la gente que prácticaba deporte y las clases que se impartían en ese momento. Durante un segundo, vi una chica sentada en el fondo de la pista, mirando hacia la nada, con el pelo castaño, unos ojos grandes y una expresión seria en la cara. No podía ser ella, porque ahora tenía el pelo más largo y era un poco más alta, pero su diminuto cuerpo y su cara eran inconfundibles. Iba a levantarme cuando Roque me cojió del brazo y me sentó de nuevo en el banco, diciéndome que no con la cabeza. Estuve sentado mirándola un rato, pero contra más la miraba, más me convencía de que era ella. Al final, señalé a la chica y le dije a Roque que me acercaría a hablar con ella, que ella era la chica con la que pasaba los días en el pinar. Él me dijo que no veía a nadie sentada en la otra punta del pinar y entonces me comencé a preocupar. Al cabo de un rato, Roque me miró muy extrañado y con una expresión de terror en los ojos. Me dijo que a mi lado había una chica muy baja de estatura, con el pelo castaño y ojos grandes acariciándome el pelo con cariño. Yo miré hacia mi derecha y no vi a nadie, pero por un momento noté el olor de aquella chica y el contacto que sus manos hacían con mi pelo y empecé a llorar. Más tarde me enteré que aquella chica murió ahogada en el río justamente el día en que se despidió de mi. A partir de ese momento, mi corazón late mucho más lento al no poder recordar su nombre, su olor y sus ojos ya que ellaes como un sueño, mi sueño de verano.