Explícito de Pokémon - Spies

3​

Caminaron hombro a hombro con sus manos entrelazadas como por la mañana.

Ella solía salir de la maquiladora alrededor de las 4 de la tarde, mientras que Ash llegaba a casa entrada la noche.

En cuanto llegaba, la saludaba como cualquier esposo saludaba a su amante y después se iba a recostar al sofá que tenían en su improvisada sala de estar. “Como cualquier esposo hace al llegar a casa”, pensó Dawn en alguna ocasión, encontrándolo gracioso. No le molestaba en lo absoluto.

Al contrario, ella quería que descansara tanto como le fuera posible para poder levantarse a la mañana siguiente. Trabajar en los muelles, sabía, era el trabajo más pesado que Portual de Petrel ofrecía.

Un trabajo así, no obstante, lo hacía el trabajo, por mucho, mejor pagado de la ciudad.

Y la demanda era increíble.

Dawn apretó ligeramente la mano izquierda del azabache, la que iba conectada a la suya mientras caminaban de vuelta a su relativamente dulce hogar.

Los muelles eran un foco de concentración para los hombres y mujeres más fuertes. Muchos de los trabajadores de allí eran mineros, leñadores, antiguos marineros… gente que ya se dedicaba a las labores más pesadas. Otros eran entrenadores de gimnasios y tenían alta resistencia física. Muchos sabían luchar.

Ash llegó allí con el brazo derecho herido y con una cicatriz fresca en su espalda baja, que corría mucho riesgo de abrirse por cargar algo demasiado pesado.

Cómo había logrado sobrevivir trece años trabajando su cuerpo de manera exagerada sin presentar alguna dolencia muy fuerte o un problema de salud serio era algo que la podía mantener pensando el resto de su vida. Cómo había sobrevivido a las peleas que se juntaban en los muelles por un puesto de trabajo era también algo que no sabía.

En la zona de descargue de Portual la gente no hacía ordenadas filas para recibir su paga y recoger mercancías perdidas o desechadas por el Team Rocket, como en su maquiladora.

Tenía que hacer fila para obtener su dinero, sí, pero las mercancías eran una arena, un coliseo. La única manera de obtener algo útil era quitar de en medio a la persona delante y seguir escalando.

Al principio, la mercancía era mucha ropa que ya se iba a dejar de usar bajo los planes de Petrel. Las peleas eran pocas y muy pequeñas, solo por conseguir un abrigo del color que más gustaba a la persona o personas involucradas en el pleito. Pronto los ‘ciudadanos’ se dieron cuenta de que preocuparse por el color que iba más de acuerdo con los zapatos era algo totalmente ilógico en su situación y bajo las reglas del Lugarteniente de la ciudad. Para ese entonces también Petrel lo notó, y comenzó el juego.

Cada mes añadía muebles, comida, frascos, telas abrigadoras y hasta armas blancas. La gente comenzó a notar el valor de eso en su nuevo mundo y no estaban dispuestos a dejar pasar su oportunidad para asegurarse más chances de supervivencia en las frías calles o en las violentas escaramuzas que había por la ciudad. Tenían que pelear por comida incluso fuera del trabajo, tenían que deshacerse de los ladrones que había y tenían que defender sus techos con la vida, pues eso era lo que se jugaba en ese momento. Pasaba más de ser ‘lo que nos cubre la cabeza cuando llueve’ a ‘tener el derecho de existir en la ciudad’. El ego de todas las personas y su instinto de supervivencia fue aquello que Petrel supo aprovechar y la Dawn de ese momento pensaba que era totalmente inhumano, pero ahora pensaba que fue astuto. Endemoniadamente astuto.

La población era muy superior a lo que la ciudad necesitaba o podía mantener; Portual fue la ciudad más poblada del mundo por motivos desconocidos para la mayoría. Las peleas pronto dieron por resultado a muertos y todos esos bienes ahora sin dueño eran producto de más peleas, y más muertes. La densidad fue bajando y para cuando se dieron cuenta del genocidio que se llevaba a cabo con Petrel como divertido espectador, la población había diezmado. Pero no se detuvieron y divirtieron más al Rocket líder. Y así, pronto los 6 y medio millones de habitantes de Portual de Petrel se convirtieron en apenas 460’000 habitantes.

— Piensas demasiado. — Escuchó, saliendo de sus pensamientos. Ash le sonreía débilmente y se dio cuenta que ya estaban en la puerta de su casa.

— No puedo evitarlo. Menos en estos días.

Si sus cuentas estaban en lo correcto, el aniversario número diez de la muerte de su madre estaba a unos 4 días de distancia.

Ash le dio un pequeño apretón a su mano en respuesta. Posteriormente sacó las llaves de su abrigo y desbloqueó la puerta de su ’hogar’. Dejó entrar primero a Dawn y antes de entrar alejó con la mirada a cualquier persona alrededor. Dentro volvió a poner los seguros en la lámina de metal y se acercó a Dawn, quien se había sentado en el sofá doble, de forro sintético de un color que nunca supieron decidir si era rojo deslavado o naranja óxido.

— ¿Por qué saliste temprano? — Fue lo primero que preguntó.

La ciudad —específicamente el trabajo, no era como antes del ataque del Team Rocket.

Si bien Portual era la mayor excepción a eso, las cosas estaban demasiado retorcidas como para intentar pretender que aún se mantenían retazos de una sociedad.

Dawn sabía por su experiencia que las pocas veces que alguien ‘salía temprano’ es porque algo les impedía trabajar y por ende se saltaban pasos. A veces llegaba poca mercancía, a veces simplemente no llegaba el barco a tiempo.
Normalmente había una pelea y muertos, por lo que se detenían las labores y limpiaban la zona.

— Tyler y Sara murieron. Hay otros más que resultaron heridos.

Tyler era un ex coordinador al que se enfrentó en las eliminatorias de Floaroma, en Sinnoh. No lo recordaba ni había sido cercana a él, pero sintió mal el saber que un coordinador había muerto. Sara, si mal no recordaba, solía entrenar en el Gimnasio de Férrica y perdió un ojo durante el ataque de Hoenn.

Ninguno poseía una casa, y se refugiaban con un grupo de personas que se hacían llamar “Libres”.
Libres era, a grandes rasgos, una autoproclamada fuerza en contra del Team Rocket. Petrel, en todo caso, los veía como un grupo de niños jugando a la base secreta.

— La pelea comenzó porque alguien chocó con Sara y Tyler trató de calmar las cosas. — Relató Ash. — El otro tipo sacó una porra o algo similar y Tyler traía un cuchillo. Pronto más se unieron y una cosa llevó a la otra.

No era la primera vez que algo así sucedía. Incluso Ash se había metido en peleas y nuevamente se preguntaba cómo hacía para sobrevivir o de hecho decir que había ganado. Una de esas peleas fue para obtener el sillón y la estufa. El único mueble que no obtuvo a través de la fuerza fue la cama, que cambió por el colchón individual en el que solían dormir 7 años atrás.

— No estás herido, ¿verdad? ¿Tu espalda está bien? — No pudo evitar tampoco preguntarle eso. Aunque sabía que él era muy capaz de defenderse y hasta más, el simple pensamiento de que podría un día no regresar a casa la carcomía desde adentro. Sabía que si Ash le faltaba, solo le quedaba esperar a que alguien la matara a ella también.

— No te preocupes. Yo estaba en el almacén y ellos en el muelle cuando todo pasó. — Le sonrió. “¿Cómo puede sonreír todavía…?”. — El capataz nos dijo que dejáramos las cosas y disfrutáramos del espectáculo. Preferí adelantarme y sacar todo lo que nos vendría bien.

Y con eso abrió el saco —que seguramente encontró allí mismo— con las tantas cosas que pudo quedarse antes de la horda y la segura segunda pelea que se generó en el muelle.

Sacó fruta, una manta ‘nueva’, un recipiente con jugo, dos pares de guantes: uno tejido sin las puntas de los dedos y el otro par de cuero. También sacó una peineta, un recipiente con shampoo —aroma a flores— y un libro.

Al menos uno de los que Petrel permitía que se leyesen.

Leer era el único método de entretenimiento para aquellos que tenían la oportunidad de hacer algo aparte de ganarse el pan. Con la caída de las naciones, en cualquier caso, también se derrumbaron las televisoras, radiodifusoras y las redes de datos en general, por lo que los medios impresos eran desde entonces los únicos métodos sanos de entretenimiento.

Dawn lo tomó y miró la portada. Era una novela. Algo para mantener a la gente distraída y que pensara que no todo era tan malo, si se les permitía un placer tan simple como ese. Dirigió su mirada a Ash y lo encontró mirando al fondo del saco, pensativo.

— ¿Qué pasa?

Ash la regresó a ver. Su mirada le dijo que quería decirle algo, pero su paranoia se lo impedía. Por eso cuando la acercó a él en un abrazo para después recostarse con ella sobre el sofá no dijo nada y cooperó acercando su rostro al de él, lo suficiente para que su cabello tapara sus rostros y él pudiera susurrarle lo que pensaba.

— Solo Tyler y Sara murieron, y en la pelea eran los únicos de ‘Libres’.

— No es un grupo muy numeroso, Ash. ¿Qué es lo que te hace pensar que hay algo más?

— Que todos los que entraron a la pelea los atacaron a ellos. Y en cuanto dejaron de moverse se alejaron y la guardia intervino.

O sea, que dejaron morir únicamente a los miembros de esa ‘organización’.

— Me parece raro. Es como si los quisiesen suprimir y sabes que ‘ellos’ realmente no suponen ningún riesgo para los Rocket.

— ¿Quizá intentaron algo antes y tan solo se desquitaron?

— Puede ser… pero me parece mucho. Sobre todo porque ninguno tenía nada de valor, mas que el cuchillo.

Dawn creía entender a lo que quería llegar Ash.

El Team Rocket flaqueó, y prueba de eso era un ataque en contra de ese grupo de gente.

Pero, ¿no se estaba enganchando a una esperanza demasiado opaca? Incluso si ‘Libres’ estuviese creciendo, el Team Rocket poseía visión total de la ciudad, Pokémon entrenados y armas. Era ilógico que se preocupasen por ellos.

“Pero lo hicieron…”

Aferró sus brazos al cuello del azabache entonces.

Sintió miedo por algún motivo y mentalmente se insultaba de nuevo. “Soy un parásito.”, se insistía. “No sé cómo Ash no me ha dejado a mi suerte para estas alturas. Él estaría mucho mejor sin mí. A penas le soy de ayuda. Soy patética… Patética e inútil…”

— Piensas demasiado.

Dawn no sabía desde cuándo el contacto se había hecho tan natural entre ellos.

Habían comenzado a dormir juntos poco después de la muerte de su madre.

En aquellos días solo habían conseguido un colchón individual y los tres solían dormir en él —Johanna al centro, claro—. Pasados los meses, Johanna fallece y ella comienza a dormir sola ya en esa casa, mientras que Ash se quedaba en el sofá en la sala. Quizá por la carga que ahora implicaba, Dawn le pidió a Ash mover el sillón a la alcoba para sentirse más tranquila por las noches, pero el azabache se negó en ese momento, argumentando que necesitaba quedarse cerca de la puerta en caso de que alguien intentara entrar a la casa. Tenía sentido, pues además de que se había escuchado mucho en los muelles sobre la muerte de Johanna, la casa solo tenía una cerradura vieja que no resistiría demasiado. Ash en la puerta implicaba un método de alarma y una forma de defenderse o salir por la ventana de la habitación rápidamente.

Para entonces su prioridad era conseguir una cerradura nueva y buscar la manera de instalarla, para al menos poder bajar más la guardia por las noches.

Lo que Dawn nunca sospechó era que la ventana también era frágil. Y por ello una noche, que algún tipo entró a su casa, supo que no podría seguir durmiendo sola.

Ash escuchó el grito ahogado de Dawn en la habitación de al lado y se acercó con sigilo, para encontrar a su compañera a punto de ser víctima de un acto sin vuelta atrás.

Reaccionó rápido y con un potente golpe con ambas manos derribó al sujeto con un salvajismo casi impropio. Después, literalmente, lo sacó a patadas de la casa por la misma ventana por la que entró.

— Dawn, ¿te hizo algo? ¿Estás herida? — Fue lo primero que preguntó una vez se aseguró que el ‘ladrón’ había huido.

Ella respiraba entrecortadamente, aún temerosa y confundida por la rapidez en que sucedió todo. Logró negar con la cabeza, indicándole que no había pasado a mayores, pero no podía hacerle entender así que quería darle las gracias. Porque quería agradecerle por salvarla de nuevo.

No se sintió entonces segura ni en su propio techo.

Y si bien Ash había pensado inicialmente que sería más difícil acercarse a ella por los diversos intentos de violación en su contra, las cosas resultaron ser diferentes.

Sí, Dawn tenía miedo de los hombres, pero era abierta con Ash.
Permitía que se acercara, que la tomara de la mano cuando caminaban al trabajo y que la abrazara por los hombros cuando regresaban tarde a casa. Semanas después ella era quien lo abrazaba cuando llegaba a casa y finalmente le pidió que compartieran la cama.

La de ojos azules sabía que se estaba aprovechando de su amigo en varios aspectos. Lo usaba para poderse sentir segura y ella a cambio no le ofrecía nada. Su autoestima se había venido abajo tras todas las agresiones. Sentía que para todos en Portual solo era un cuerpo que podría mitigar deseos de otros hombres. Su percepción de ser una joven simpática o atractiva se había torcido también.

Ash era el único que la veía a los ojos luego de la muerte de su madre.

Y así como él era el único que aún la consideraba una persona consiente, con pensamientos y sentimientos, ella decidió que él era la única persona con quien debía mostrar algo.

Alegría, tristeza, cariño, atención. Pronto catalizados y concentrados en una sola persona lograron confundirla al punto de no saber más qué significaba el azabache para ella.

¿Seguía siendo su mejor amigo? ¿Se había enamorado de él? ¿Quizá solo era un cariño fraternal? ¿Quizá solo se sentía totalmente dependiente de Ash, como si fuese nuevamente una niña pequeña y él tomó el rol de padre o mentor a falta de su madre?

A pesar de los años, no podía concluir nada. Pero confiaba en que paulatinamente lo sabría.

Si algún día, pensaba, el mundo regresaría a ser como era antes, ella aun así no se separaría de Ash. Con él había compartido demasiadas cosas como para seguir adelante sin él a su lado. Y tenía que pagarle de alguna manera todo lo que había hecho en esos largos años y cuya cuenta aún no terminaba. Mostrarle su gratitud en cualquier forma era lo único que podía hacer, después de todo.

Tomó su rostro entre sus manos y lo besó suavemente. A diferencia de su despedida por la mañana o el “saludo” de esa tarde, ésta vez ella puso intención y trató de imprimir lo que él estaba significando para ella.

Y con esa sortija en su dedo, sabría que su ‘cuota’ se había elevado varios ceros a la derecha. Tan solo deseaba que Ash no se cansara de ella.

Deseaba que tuvieran suficiente tiempo.

Contenido oculto: Comentarios del autor

En este capítulo, trato de demostrar la parte de un 'romance forzado', donde los personajes ven o piensan tanto en el otro que es difícil para terceros no ver una pareja, pero explicando por qué no son pareja.

CARAJO QUE ES ASQUEROSO INTENTAR ACTUALIZAR DESDE EL MOVIL.

Ejem.

Buen día, gente.

Como pueden adivinar, mi Pc sigue en reparación. Resulta que tiene remedio, pero hay tantos pequeños problemas que es difícil determinar el principal. Mi disco duro, no obstante, parece estar físicamente bien. Estoy a la espera de confirmación de su funcionamiento y pedí que se intentará recuperar mi carpeta dónde está Spies y muchos otros trabajos que no quiero perder.

El backup de Spies que tengo en drive es viejo. Allí aún usaba una idea inicial que quizá desde febrero había descartado ya por ser muy simple. Así que me quebré la cabeza durante meses y una semana antes de que muriera mi Pc, ya tenía dos capítulos listos y la última problemática resuelta. Claro, eso se fue al caño.

En aproximadamente 10 días tendré otra Pc para trabajar plenamente, así que hasta entonces sigue Spies con futuro indeterminado. Por ahora sacaré los capítulos del otro sitio donde está y le daré su edición respectiva.

Así que pido una disculpa por cualquier error en este Cap, porque está editado en mi teléfono y no me.gusta escribir en teléfono. Por este mismo motivo no responderé comentarios en esta única ocasión, espero. Pero gracias a todos por sus comentarios. U guys rock <tres

Later. ~

 

Quattuor​

Ash despertó de golpe sudando frío.

Su torso naturalmente se dobló y sus abdominales se contrajeron por el súbito trabajo, pero igualmente de pronto como se despertó lanzó un fuerte grito.

Un dolor sumamente raro en su espalda bajo lo obligó a doblegarse y a llevarse la mano a la zona. Un tacto caliente y húmedo lo hizo dudar y su mente se nubló más aunada la confusión que ahora le entraba.

Su mano llevó ante su vista y notó el color rojo resbalar pesadamente entre sus dedos.

“¿Sangre…?”

Pronto su piel perdió color al tiempo en que una enfermera se acercaba a él. La reconoció como la Enfermera Joy de Ciudad Verde.

― ¡Recuéstate! ¡Debo volver a cerrar la herida antes de que pierdas más sangre!

Demasiado privado de su raciocinio para debatir, obedeció a la joven mujer que tan pronto como pudo lo volteó y tocó el área de donde provenía la hemorragia.

Para la mala suerte del azabache, no le pusieron anestesia o algo similar, así que la sensación de una aguja atravesando repetidamente su piel y del hilo especial apretar en las nuevas heridas fueron inconfundibles. Y no las olvidaría.

Tan pronto como la enfermera terminó le pidió que se quedara así.

― ¿Q-qué me pasó…? ― Logró preguntar una vez que el dolor despejó su mente. Joy se quedó callada unos segundos, decidiendo qué contarle.

― Estabas en Pueblo Paleta y un ataque te alcanzó. Lastimó la parte izquierda de tu espalda, a la altura del riñón. ― Le explicó calmadamente. ― Tu riñón se… dañó. Tuve que extirparlo para evitar mayores daños y no podrás moverte en varios días hasta que la herida cierre adecuadamente.

Una imagen nublada de él volando y tratando de proteger a Serena le llegó a la mente.

Pronto cayó en cuenta de todo lo que vio y no pudo exaltarse de nuevo. La enfermera tuvo que inmovilizarlo para que no volviera a abrir su herida.

― ¡¿Dónde está Serena!? ¡¿Mi mamá?! ¡¿O Gary, Citron, Eureka, el Profesor Oak?! ― Siguió nombrando a todas las personas que reconoció esa tarde en Pueblo Paleta. La enfermera Joy se puso en su campo visual y esperó hasta que terminara de hablar, cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.

― Estamos en la zona de enfermería, en Ciudad Verde. De Pueblo Paleta, según la información que nos dieron, solo hubo dos sobrevivientes. Solo tú llegaste aquí. Eso solo significa que la otra persona no estaba herida o… o que murió camino hacia aquí.

Sintió un poderoso escalofrío con la última posibilidad. Sabía que ese segundo sobreviviente era Eureka, pero algo le decía que ella también estaba herida. ¿Quizá sus heridas no eran tan graves?

En todo caso, se negaba y jamás llegaría a aceptar que la pequeña rubia había fallecido. Él la había escuchado llorar y aunque odiaba que ese fuese su último recuerdo de ella, sabía que ella aún no se iba.

Amargamente recordó los esfuerzos de Citron y de Serena para poderla salvar.

Definitivamente, ella estaba viva. Eureka vivía. Si existía la justicia, las vidas a la que sus amigos renunciaron para protegerla habrán servido para que ella no abandonara el mundo.

Pasó duramente saliva.

― ¿S-sólo dos…? ― En su garganta se formó un nudo y ya no pudo decir nada más.

Sabía lo que había visto. Una bala penetró a Citron y también golpeó a Serena. Serena cayó entonces y el Rocket disparó de nuevo en la espalda del rubio.

La imagen hacía que su estómago se revolviera y que su pecho doliera.

No recordaba mucho luego de eso, y en parte sabía que no quería hacerlo. Quizá había visto más cuerpos. Su madre, el Prof. Oak y Tracey no iban muy delante de ellos, pero quizá, solo quizá habían logrado huir.

Quería confiar en que los que sobrevivieron fueron alcanzados por un ataque, pero que había mucha gente que además había logrado escapar del pueblo por el mar, en dirección a algún lugar seguro.

― El resto de las personas… falleció. ― La enfermera dijo. ― Una vez que te mejores, sal de aquí y en las paredes afuera del Centro Pokémon hay una lista de las personas que fallecieron. ― Completó con un fuerte toque de amargura y resentimiento en su voz.

― ¿Dónde estamos?

― En Ciudad Verde.

― ¿La ayuda… logró vencer al Team Rocket? ― Joy suspiró.

―… Todos necesitábamos ayuda, Ash…

Los días comenzaron a pasar.

El azabache recordaba cada mañana un poco más de lo que sucedió aquella tarde y pronto puso recrear cual video el ataque. Supo que vio muertos a muchos de sus seres queridos. Su madre, Tracey, el Profesor Oak, Gary, Citron… y a Serena.

Lloró amargamente durante horas tratando de apaciguar el dolor que sentía en el pecho junto con el ardor en su espalda.

Pronto también comenzó a tener mucho miedo.

La enfermera Joy solo llegaba a limpiar su herida y se iba. No comentaba nada de que alguien estuviese aún haciéndole frente al Team Rocket, ni qué estaba pasando o había pasado en otras regiones del mundo. No sabía nada de May o de Iris, tampoco de Cilan, Paul o de los ases del Frente. Nada de los campeones.

Y con los eventos en ese momento, temía que algo le hubiese sucedido también a Dawn. Ella estaba en la región vecina y el ataque fue casi simultáneo. ¿Qué haría si algo también le hubiese sucedido a ella?

No pudo proteger primero a Serena y jamás fue por Dawn como lo habían dicho.

Los mismos pensamientos y las mismas imágenes, con algunas más de su ahora fatalista imaginación lo comenzaban a abordar.

¿Qué había pasado con sus pokémon? ¿Con Pikachu? ¿Estaría bien? ¿Lo estarían alimentando como se debe? ¿O… también lo habían herido?

¿Y si el Team Rocket amplió su ataque a otras regiones? ¿Qué pasaría con May y con Max? ¿Norman sería lo suficientemente fuerte para hacerle frente a un Team Rocket que logró mantener a raya y vencer a un equipo completo de entrenadores capaces? ¿Drew habrá estado con ellos o estuvo peleando otra batalla? ¿Morrison habría participado también?

¿En Sinnoh también habrán atacado? ¿Paul, Kenny y Zoey estarían allí también? ¿Habrían podido huir o ganar? Tobias era fuerte, él podría hacerles frente y más… ¿cierto? También recordaba lo fuertes que eran los líderes de Gimnasio y había visto la fuerza de la Elite Four.

Iris pertenecía a un clan de entrenadores de dragones. Ellos seguramente pudieron hacerles frente también… quizá ella estaba con Cilan y ambos lograron hacer frente. Trip también…

Y él… ¿cómo le daría la noticia a la madre de Serena y al padre de Citron y Eureka?

Días más tarde, pudo levantarse. La enfermera le permitió salir por fin de esa habitación que tenía la ventana cerrada. Solo le dio una vieja muleta para que no se esforzara mucho y le pidió ser fuerte ante cualquier cosa que viera o que descubriera allí afuera.

Ash caminó por el desolado y derruido Centro Pokémon. Unas pocas lámparas funcionaban y ninguna ventana permitía ver hacia afuera. “¿Qué está pasando?”, se preguntó.

Tuvo que empujar la puerta del Centro Pokémon pasa salir y fuera no reconoció la ciudad.

Las calles estaban sucias, no había autos, escuchaba gritos de gente dando órdenes. Muchos edificios estaban parcialmente derribados y había mucha gente herida. Él se camuflaría perfectamente en un grupo de unos 100 hombres, al menos.

La parte que más le aterró ver, era que en las calles, en lugar de policías, había gente del Team Rocket. Armados, con la misma mirada mecánica que poseían los reclutas que atacaron Paleta aquel día.

¿Cuántos días habían pasado desde que despertó? ¿O cuánto tiempo había estado dormido, para comenzar?

Recordó que la Enfermera le dijo algo de unas listas con las personas que habían fallecido durante el ataque. Estaban en las paredes fuera del Centro, así que comenzó a andar torpemente alrededor del edificio en busca de dicha lista.

La encontró pocos segundos luego de dar la vuelta. Allí, en un panorama oscuro de una ciudad destruida, una larga pared fuera de lugar, de unos 150 metros de largo mostraba un registro con fotografías de personas. Arriba había encabezados con distintos nombres de ciudades.

Azafrán, Fucsia, Azulona, Carmín, Celeste, Plateada, Verde, Canela, Paleta y Sete radicaban en dicha lista, y bajo cada categoría una fotografía con nombre y edad de la persona que había fallecido. No supo en ese momento si era más increíble la cantidad de muertos o que se hayan puesto a contarlos.

Primero fue a Celeste. Notó que una ‘ficha’ en específico estaba impresa en un papel diferente, de un color ligeramente azulado y resaltando mucho entre ese mar de tinta negra y papel blanco. Se enfocó en esa ficha y pronto supo de qué se trataba. La fotografía de una Misty sonriendo casualmente le indicó que resaltadas estaban las fotografías de los líderes de gimnasio. Siguió con la mirada el resto de las ciudades y su sospecha fue cierta. En cada ciudad había una fotografía resaltada. Al encontrar también la fotografía de Brock comenzó a sentir que sus piernas temblaban, su corazón golpeaba fuertemente y su vista se hacía borrosa en lágrimas.

Pero siguió avanzando.

Sabrina, Blaine, Janine, Surge y Erika estaban en esa lista también. El rostro del nuevo líder de Ciudad Verde también radicaba. Para su sorpresa y pesar, era la fotografía de Gary. Buscó en Pueblo Paleta y encontró resaltada la fotografía del Profesor Oak. Tragó saliva pesadamente y con dolor recorrió lentamente cada fotografía de esa sección de las listas.

Amigos de su infancia, con quienes compartió juegos. Sus familiares también estaban allí. La fotografía de Tracey estaba junto a la del Profesor Oak y un par después, la de su madre. Retuvo tanto como pudo las lágrimas y siguió adelante, temeroso de lo que encontraría pero que sabía que debía confirmar.

Más abajo, al fondo, encontró las fotografías de Citron, en papel azul, y la de Serena. Ambos sonreían.

Una mano se posó en su hombro y volteó a ver luchando contra las lágrimas de quién se trataba. Era un hombre que no conocía, en sus medianos treinta años.

― No deberías ver esto, joven. ― Dijo.

― Mi familia y mis amigos están allí.

― Los míos no, pero porque están en otra región.

― ¿El Team Rocket atacó otra región? ― Preguntó pesadamente. Aquel hombre de rostro cansado suspiró levemente y miró hacia abajo.

― Estuviste… dormido o algo similar, ¿verdad? ― Ash asintió. ― El Team Rocket atacó todo el mundo. ― Declaró. ― Ellos… mataron a todos los líderes de gimnasio… a todos los miembros de la Elite Four y a los Campeones de las regiones. Es posible que también a los Maestros Pokémon.

― ¿E-eso qué significa?

― Que ahora ellos mandan.

Hubo un silencio pesado entre ambos.

Significaba que el Team Rocket había logrado su objetivo. Ahora todos debían cumplir la voluntad de esa organización.

― ¿Qué haremos…? ¿Cómo puedo saber si alguien más sobrevivió? ― Aquel hombre negó con su cabeza diciendo “No lo sé.”

― Debemos mantenernos fuertes. Ahora más que nunca debemos estar unidos.

Pero para Ash la palabra comenzaba a perder color.

No tenía a sus pokémon.

No tenía a sus amigos. Eureka estaba perdida en algún sitio de la ciudad.

No tenía familia.

Ahora estaba solo.

Contenido oculto: Comentarios del autor

Comentarios cortos.

Detesto usar el celular para actualizar.

Sobre 'Azabache': Apuesta tiene ya más de 3 años. Por esa época recién terminaba de escribir una novela en la que iniciar te use a Ash y.compañia como personajes borrador. Esa novela me costó como año y medio, que en conjunto harían 4 años y medio. Yo tengo unos 6 o 7 años en el fanfiction, y para cuándo me aventé a escribir una novela era por retarme a mejorar mi calidad. Algunas cosas, no obstante, se mantuvieron, siendo ese pronombre una de ellas. Así que mientras editaba la novela y comencé con Spiea, use mucho este ya famoso termino, y por cuestiones de estilo ya no lo omití (Soy del tipo de gente que hace de un error un... 'castigo' a la obra. Quizá lo quité, una vez que comencé la segunda revisión a Spies).

 

4​

Al salir Ash temprano ese día, decidieron tomar una siesta, algo que muy raramente hacían.

El azabache se reincorporó con cuidado sosteniéndola también, sin romper el abrazo hasta que ambos estuvieron nuevamente sentados. Se levantó después y con su mano derecha la ayudó a levantarse, sin preocuparse por acomodar las cosas nuevas que llevó a casa. Dawn también dejó a un lado las piezas de pan que había ganado en el día.

Ella misma sintió el fuerte jalón que le dio su compañero para levantarla. Fue muy brusco, pero no le importaba, ni se lo recriminaría.

Después de su madre, Ash era la persona que había sufrido más por ella.

Desde que comenzaron a trabajar en los muelles juntos, cuando aún había algo de humanidad en Portual, él había tomado parte de su carga para que ella no se esforzara de más. Las veces que había una pelea ―pleitos menores en aquellos días― y por algún motivo se involucraban, él la sacaba del peligro y recibía los esporádicos golpes que no iban dirigidos realmente hacía ellos.

Ash tenía un sexto sentido cuando se trataba de protegerla.

Muchas veces lo pensó como mera suerte, pero sabía que de ser suerte, el universo solo se divertía a causa de su miseria. Sabía que el mundo ya no era lo que antes y que ‘justicia’ ahora tenía el mismo valor que la palabra ‘magia’.

Había algo aparte en Ash que lo ayudaba a darse cuenta cuando algo iba a suceder. Y no tuvo una idea bastante probable de qué era hasta que Ash decidió abrirse a ella y a su madre, varios meses luego de re-encontrarse.

Sabía que de una u otra manera, los tres pokémon de los lagos de Sinnoh habían tenido alguna preferencia por Brock, él y ella. Si bien aún le dolía pensar en que Brock había muerto, tenía que considerar su muerte como algo con significado.

Si Brock había fallecido, ¿algo había pasado con Uxie? De ser así, Azelf, de alguna manera ligado a Ash, había pasado días muy duros y Mespirit, creía, había sido capturada y había escapado.

“Ellos están conectados.”, concluía cada vez que pensaba en eso. Y ahora que el líder de Plateada no estaba, quizá la conexión entre los dos se hizo más fuerte. Quizá Uxie se había enfocado en mantener a salvo a sus otros dos compañeros y los alertaba del peligro de alguna manera.

Y si pensaba que tanto los pokémon de los lagos de Sinnoh como ellos mantenían una conexión similar, entonces al irse Brock y ambos estar conscientes de ello, su lazo se reforzó a un nivel superior a su comprensión.

Si estuviera en un libro o en una película, le parecería de lo más romántico. Pero en su vida era lo que la mantuvo a salvo en casi todas las ocasiones que atentaron contra ella.

Regresó al mundo al sentirse atraída por una fuerza externa hacia el suelo. Notó que en realidad Ash la dejó caer suavemente en la cama y dicha fuerza no era otra que la gravedad. Le sonrió suavemente tratando de ocultar su asco por sí misma por no ser capaz ni de caminar hacia la alcoba sola.

Sus manos en su regazo entonces fueron lo que estuvo en su campo visual y no pudo evitar notar la anomalía en su mano izquierda. Donde la mitad de su dedo meñique faltaba. Aunque ahora cuando vieran su mano se enfocarían más en la discreta sortija plateada.

Ash caminó hacia el otro lado de la cama y se recostó casi en cuanto llegó.

La ventana clausurada estaba del lado de Ash, mientras que la otra estaba de su propio lado. Pensaron que era la mejor solución en caso de que alguien más tratara de entrar a la casa. Si quisieran ‘ocuparse’ primero de Ash, estar él de espaldas a la ventana les facilitaría inmensamente el trabajo. Además, en esas posiciones, el azabache solo necesitaba abrir los ojos para asegurarse de qué se trataba si escuchaba algún sonido extraño.

Era otra cosa de Ash que la impresionaba: Podía dormir sonoramente toda la noche, pero el menor ruido extraño lo despertaba completamente.

“Pienso demasiado”, se dijo. Dio un leve suspiro y se recostó también en la cama, boca arriba viendo el techo sin bombilla de su pequeña vivienda.

Inmediatamente el calor del brazo derecho de Ash en su nuca la relajó un poco. Era lo que usaba de almohada, aunque fue el azabache quien la acostumbró a ello. Tuvieron suerte de conseguir varias mantas durante sus primeros años, dada la carencia de un techo para protegerlos del frío, pero no encontraron almohadas o cojines que les sirvieran. Quizá el saco que Ash consiguió, rellenado con prendas viejas o mantas que ya no cumplieran tan bien su objetivo sirvieran para ese cometido.

― ¿Cómo estuvo el trabajo? ― Le preguntó él con la voz medianamente cansada.

― El tiempo voló. No me di cuenta cuándo empecé ni cuándo terminé.

― ¿Tan distraída estabas?

― No pude evitar recordar varias cosas….

Ash no dijo nada. Ambos tan solo miraban el techo, mientras el azabache esperaba no dormirse tan pronto para poder platicar con ella y ella respondía suavemente sus preguntas con tal de arrullarlo y lograr que descansara.

― Diez años… ― Suspiró él.

Lo siguiente que notó Dawn era la fuerza del brazo izquierdo de Ash rotándola levemente para que le diera la espalda. Él mismo se giró en el mismo sentido y rodeó su abdomen con sus brazos tan pronto pudo. Primero el izquierdo y reafirmó el agarre con el derecho, juntando su pecho con el trapecio de la peliazul.

Y a la susodicha le gustaba cuando Ash hacía ese gesto con ella. Aunque por vergüenza quizá jamás se lo diría. Sentir el calor del pecho del azabache mandaba un delicado escalofrío en su columna y destensaba sus músculos. Ella misma solo colocó sus manos sobre las de él, con la sutil diferencia que le marcaba el anillo en su dedo anular izquierdo.

Ya no era una niña para ponerse a fantasear con una boda elegante o grande y un viaje a otra región para su luna de miel. Tampoco podía imaginarse vestida de blanco con su enamorado al final de un templo con su traje blanco y cara de asombro al verla.

Aunque el azabache y ella habían ya hablado del tema y acordado que, de encontrar a una persona ‘especial’, podrían irse tranquilamente a perseguir la ilusión de la felicidad, ella misma no podía siquiera ya pensarlo. Sí, todo eso le parecería hermoso y le gustaría poder vivirlo antes de morir, pero le faltarían muchas cosas que fundamentalmente arruinarían esa ‘felicidad’. Para empezar, no estaría su madre. No podría verla ese día, saber que la acompaña en la decisión más importante de su vida y el primer paso a su realización personal. No tendría a sus amigos ni a sus pokémon junto a ella tampoco. La única persona que podría asistir ese día sería Ash y estaba tan confusa con respecto a él que incluso lo había soñado al final del altar.

Pero incluso si ella terminara concluyendo que sus sentimientos por Ash iban más allá de una amistad, él podría encontrar a alguna otra chica, más joven y más bella que ella y perseguir un nuevo sueño. Sabía que Ash era tan denso como la tinta, pero tras esos años y todo lo que habían pasado juntos, le era casi ridículo pensar que él no se daría cuenta de que buscaba en alguien más algo que no tenía con ella, incluso que fuera él quien diera el primer paso. Ya había dado muchos pasos con ella para saber que aquél preadolescente con nada más en la mente que su meta de ser Maestro Pokémon había madurado enormemente en solo año y medio de no haberlo visto en persona por última vez.

― ¿Ash? ― Susurró. Esperó unos segundos, pero no recibió respuesta. Sonrió para sí misma al entender que había caído dormido. ― Descansa.

Susurró al final, sintiendo como su agarre sobre ella se hacía más rígido y ella misma aprovechó para encontrar una posición óptima.

Una noche, varios años atrás, no podía dormir.

Ash la sostenía delicada pero firmemente entre sus brazos, pero Dawn necesitaba estirarse un poco o beber agua para tratar de conciliar el sueño.

No queriendo despertar al azabache, intentó retirar su agarre sobre ella lentamente. Tomó uno de sus brazos y comenzó a moverlo hasta que dicho miembro dejó de tocar su espalda.

Justo en ese momento, Ash despertó agitado y la atrajo fugazmente hacia su pecho, con la respiración acelerada y la mirada afilada escaneando furiosamente la habitación. Ella estaba totalmente sorprendida por esa reacción y tardó en procesar lo que había sucedido. Miró confundida hacia arriba, donde podría ver la expresión de su compañero. Lo encontró alterado y atento, concentrado en encontrar la menor señal de algo. Tratando de encontrar algo fuera de lugar para saltar hacia él. En un estado casi salvaje.

― ¿A-Ash? ― Articuló difícilmente.

El mismo relajó su mirada antes de volver a ver a Dawn. “¿Te sucedió algo? ¿Estás herida?”, fue lo primero que le ‘respondió’.

La de ojos azules comprendió entonces que él creyó que alguien más había quitado sus brazos de ella. Sabía que Ash pensó que querían deshacer su agarre sobre ella y eso lo alteró, pero, ¿qué significaba eso? En parte también sabía que la respuesta le diría qué era ella para Ash.

Dawn para ese entonces ya se veía como un parásito y no pudo evitar preguntarse por qué se pondría así. ¿Temía que alguien la hiriera? ¿Temía perderla? Sabía que ella era quizá la única amiga que le quedaba en el mundo sin contar a la extraviada Eureka, pero aún así él estaría mucho mejor por su cuenta. En lugar de tomar shampoo o ropa extra para una mujer, podría tomar más comida y comerla si llegaba demasiado cansado de los muelles como para cocinarse algo. Podría dejar de preocuparse por defender a alguien más, y siendo ese alguien ella, a alguien que no podía defenderse; no tendría que pelear por dos. Incluso podría buscar a una compañera que realmente amara como mujer.

― Dawn, respóndeme. ¿Estás bien?

― Eh… S-sí… No me sucede nada. ― Mintió.

Mintió consiente de que quería llorar pero había adquirido una habilidad para evitarlo.

Ash se relajó un poco y suspiró, quitando también su fuerte agarre sobre ella y apoyando su rostro en la coronilla de su cabeza, tomando respiros grandes y lentos para calmarse.

― ¿Quieres un poco de agua, Ash? ― El azabache asintió suavemente y la dejó libre. Ella solo se apresuró a la cocina conteniendo un par de lágrimas que querían escapar de sus párpados. Tomó los dos vasos con demasiada rapidez y terminó chocando ambos, generando un ruido que alertó de nuevo a Ash y lo obligó a ir a la cocina a ver qué había sucedido.

Dawn miró que por la urgencia de que el azabache no la viera llorar había estrellado los vasos y uno perdió un trozo del cristal. La ex-coordinadora miró hacia donde el azabache estaba sin saber que las lágrimas con las que peleaba habían ganado y resbalaron por sus mejillas. Vio a Ash acercarse a ella con una ligera sonrisa. “No te preocupes, solo son vasos.”, le dijo acariciando dulcemente sus cabellos. Tomó el vaso que había perdido un trozo y se sirvió agua en él. Ella solo agachó la mirada y pidió una disculpa al aire.

Cómo podía ser tan paciente era una pregunta que aún no sabía responderse. ¿Qué lo habría llevado a contenerse tanto?

Sabía lo impulsivo que podía llegar a ser Ash. Muchas veces concluía, cuando le dedicaba algunas horas a ese tema, que Ash había madurado en su viaje a Kalos, antes de ‘ese día’. Serena muy probablemente había logrado hacerlo madurar de alguna manera que no sabía y que tenía miedo de pensar.

No sabía qué hubiese sido Serena para ella. Quizá años atrás pudieron haber sido amigas. Por lo que Ash le platicaba, tenían algunos intereses similares, principalmente la moda y la cocina. Recordaba de aquella única vez que cruzaron palabra que notó algo de duda en su mirada.

Básicamente, Serena no supo qué pensar de ella. Eso además la hacía concluir que, al menos ella, veía en Ash algo más que un amigo, y conocer a una vieja amistad de él le provocó inseguridad. Entonces, aún no había dado ‘el gran paso’ con el azabache. ¿Pero sabía ella lo que había logrado en Ash? Aún si no hubiese logrado… ‘diluirlo’, ella sola había generado un buen cambio en el ex-entrenador. ¿Ella estaba consiente de eso?

Quizá lo estaba. Quizá había logrado ‘diluirlo’ después de todo, y tenía miedo que eso podría hacerle retroceso. Que sus esfuerzos para que la notara como mujer hubiesen logrado llevarlo a otra chica, y ella quedar como amiga independientemente de ser ella por quien estuvo trabajando.

Sabía que las emociones son egoístas.

Quizá por eso ella también sentía inseguridad al pensar en qué habría pasado si Serena no hubiese muerto aquel día. Otro motivo para odiarse era que, de no haber muerto Serena, ella estaría muerta.

Se odiaba por pensar que todo estaba mejor con la rubia muerta.

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El orden de publicación aquí en FFL y el otro sitio es el mismo.

Así que si sienten que les estoy dejando detalles a cuentagotas a propósito... Están en lo correcto.

Gracias por leer!

Later. ~

 

Quinque​

Pasó varios días junto a aquel hombre.

Jamás le preguntó su nombre, a pesar del tiempo que pasó con él tratando de averiguar sobre otras regiones. Los resultados, como ya le había dicho aquel mismo sujeto, solo podrían obtenerlos yendo a las otras regiones. Pensó que quizá era mejor quedarse sin saber quiénes más de sus amigos habían fallecido, mientras él se quedaba en Verde. Pero solo le quedaban unos días en la ciudad, sin que él lo supiera.

Un día, súbitamente, fue formado en grandes líneas de gente, que lentamente avanzaban a un escritorio con un Rocket anotando cosas y diciendo otras. Cuando fue su turno se dio una idea de qué estaba pasando.

― Eres 000-8E7. Vas a Portual. Recuerda el número: 000-8E7.

Otro Rocket lo tomó del hombro y lo empujó a otra fila, donde al final había varios camiones de carga. Lo subieron a la fuerza y el transporte partió poco después. Regresó a Paleta y allí lo subieron a un navío mediano, que partió igual de rápido.

Sospechó acertadamente que lo iban a cambiar de lugar. Pero, exactamente, ¿por qué? ¿Qué sentido tenía que él se cambiara de lugar? ¿Sobrepoblación en Verde?

Para comenzar, ¿qué planeaba hacer el Team Rocket con ellos?

A la mañana siguiente, tras una de las noches más frías de su vida en altamar, llegó a lo que parecía ser Calagua. “Entonces… realmente atacaron todas las regiones…”, pensó.

― Parada técnica. Hagan lo que tengan que hacer y regresen en 5 minutos. Si no abordan para entonces, alguien les disparará o lanzará al mar con pesas en las manos. ― Dijo el piloto monótonamente, como si lo hubiesen acostumbrado a ello.

Hizo caso y en 3 minutos él había regresado.

Si bien solo corrió para hacer sus necesidades y le tomó un minuto, buscó en algún lugar una lista o algo semejante a lo que había en Verde.

Lo primero que notó era que la ciudad estaba casi intacta. No parecía particularmente sucia, pero era ilógico que hubieran limpiado la ciudad. No había personas, por lo que supuso que ya las habían mandado a otras ciudades también. Aunque le parecía aún más extraño que no hayan dejado a nadie. Calagua parecía desierta

Corrió en búsqueda de las listas, y las encontró en un muro muy similar al que había en Verde, también al lado de un Centro Pokémon. Trató de pensar rápidamente en dónde se podrían encontrar May y Max, pero no pudo en realidad pensar en una ciudad en específico.

“May iba a abordar un barco”, pensó. Eso le dejaba tres opciones: No había salido de Sinnoh, estaba aún en altamar o había llegado después de todo a Calagua.

Revisó con velocidad la lista de Calagua, pero no encontró a la castaña allí. Sabía que no podía viajar tan rápidamente bajo las circunstancias de los ataques, así que sentó que no estaba en Calagua y, de acuerdo a lo que planteó, tenía una buena oportunidad de estar aún viva.

Aunque su libertad o bienestar eran un tema aparte.

Siguió buscando en otras ciudades y notó que no había ningún niño. Ninguno mayor a los 12 años, al menos.

Supo entonces que no encontraría a Max allí tampoco y entendió esas ausencias en las listas de Verde. Pero, ¿eso qué significaba? Quizá solo no anexaron a los niños en esas listas, o dejaron vivir a los niños con algún propósito.

Dejó esas ideas al recordar que tenía un límite de tiempo, y regresó tan rápido como pudo a la embarcación y abordó, junto con varias personas más.

Aunque pasados los 5 minutos, no todos habían regresado.

El barco entonces zarpó lentamente.

Se quedaron algunas en la bahía y el navío se detuvo a unos 300 metros de distancia. El piloto se dio la vuelta y miró divertido a la gente que había quedado, alrededor de 15 personas.

Varios reclutas, armados, llegaron a donde estaban las personas. Algunos que estaban viendo hacia la nave no se dieron cuenta cuando les dispararon en las rodillas, obligándolos a doblegarse. Y al girarse para ver qué hacía pasado, los Rocket repitieron su acción.

Ash recordaba perfectamente esos gritos y la arena teñirse de rojo con lentitud. Más disparos se escucharon junto a más gritos, esta vez por haberles disparado en ambas muñecas a los civiles. Algunos reclutas torcieron los brazos de las personas al punto de separar el brazo del cuerpo, sin romper la piel. Luego, a patadas los empujaron al mar y estoicamente veían a las personas ahogarse con el oleaje, tratando de moverse. Quienes regresaban a la orilla, lejos de las olas, recibían disparos en la cadera o en los codos y eran regresados al mar para ahogarse.

Las personas murieron en lo que para Ash fueron horas de tortura, y sus cadáveres ensangrentados reposaban en la playa como si fuesen trofeos para los reclutas que estaban armados. Otro recluta con un hacha llegó a la escena y mutiló los cadáveres, dividiéndolos por cada extremidad mayor de sus cuerpos y metió las piezas en bolsas plásticas color negro. El resto cargaron las bolsas y se adentraron en la ciudad. Cuando se perdieron entre las calles, el navío volvió a andar sobre el agua. Algunas personas habían vomitado y otras atravesaban ataques de pánico. Ash solo estaba petrificado.

Ellos no eran personas.

Eran demonios.

---

No hubo más paradas hasta llegar a Portual.

La ciudad parecía intacta, pero la jovialidad característica había sido extraída. El cielo azul y la brisa marina eran un contraste insultante para la situación que vivía.

Alguien más en un escritorio le pidió su número y tardó algunos segundos en responder, pero al final lo hizo correctamente.

― ¿Tienes alguna herida? ― Le preguntó el hombre en el escritorio.

― Sí… me extirparon un riñón.

El recluta anotó algo en una de las tantas hojas y con un gesto de cabeza le dijo que se fuera.

Rondando por la ciudad notó el estado de miseria donde tendría que sobrevivir.

Sabía que el Team Rocket no los iba a alimentar. Pero dudaba que los hubieran sacado de Verde solo para morir en otro lugar a causa del hambre o alguna enfermedad. Había algún motivo para que estuvieran transfiriendo a las personas, pero no podía pensar en ninguno.

En las calles, aún así, veía cómo las personas eran maltratadas por los Rocket en turno. Independientemente de sus heridas los pisaban, golpeaban, pateaban, insultaban y escupían. Sabía que había actos más oscuros en los callejones de la ciudad, pero no se atrevía ni a pensarlos.

Él llegó a Portual al anochecer, así que solo buscó un lugar para poder dormir. En los muelles de Portual había muchas personas, así que optó por ese lugar.

En parte, fue una mala decisión.

Fue despertado con agua salada y fría a la mañana siguiente. Luego fue obligado a levantarse rápidamente, sintiendo como su herida estuvo apunto de abrirse de nuevo. Y junto a todas esas personas, que notó que rondaban entre los veinte y los treinta años, fue llevado a las orillas de la ciudad.

Les dieron órdenes y a punta de cañón comenzaron a construir un muro alrededor de la ciudad. Estuvo allí varios días, hasta que algún Rocket lo notó y se dio cuenta que no estaba ‘destinado’ a ese trabajo por su herida en la espalda. Fue echado de la obra y regresado al centro de la ciudad.

“Quizá encuentre algo en el Centro Pokémon…”, pensó.

Se dirigió hacia allá tropezando por el cansancio con la gente, notando que en los tres días que estuvo trabajando había llegado muchísima más.

En el Centro, una cara familiar casi le hace pensar que estaba alucinando.

― ¡Ash!

Una mujer mayor, sin heridas aparentes, de cabello y ojos azules se acercó a él.

Ese fue el día en que encontró a la señora Johanna y el día que también descubrió que había perdido algo. Ver una cara sonriente entre tanta miseria debería haberlo alegrado un poco, debió haberle hecho ver que podía haber alguna esperanza aún. Pero su corazón se limitó a bombear sangre para que no muriera.

Ni el calor de los brazos y busto de la señora lo hicieron reaccionar.

Y dos días después, desde un edificio de la ciudad, se dio un anuncio:

“A partir de mañana, todas las personas deberán encontrar un empleo. Habrá diversos puntos de la ciudad donde se podrá trabajar y con esto ganarán dinero que podrán gastar en propiedades dentro de la ciudad. Los trabajos más destacados serán en los muelles y en la construcción del cerco de la ciudad. Habrá también maquiladoras, empacadoras y servicios varios.”

Algunas personas comenzaron a hablar entre sí mismas tras el anuncio. “¿Piensan hacernos gastar dinero para vivir aquí?”, “Antes de comprarles algo, prefiero robarlo”, “Eso es a partir de mañana… o sea que si nos apropiamos de algo hoy, no pasará nada…”. Muchos tenían sentido y la señora Johanna pensó en buscar un lugar para poder estar ambos, pero antes de que se dieran cuenta, la mayoría de los lugares posibles ya estaban ocupados. Si no era por Rocket, por alguna otra persona.

No encontraron lugar, así que vagaron por la ciudad.

En un callejón cercano a los muelles encontraron tres contenedores de basura, de los cuales dos estaban vacíos. “Esto será lo mejor que conseguiremos sin dinero…”, suspiró la mujer que lo acompañaba. Él solo asintió.

Los pocos días que pasó en soledad con la madre de Dawn, tan solo la seguía. No platicaban de prácticamente nada y se limitaban a trabajar de lo que fuese mientras encontraban un ‘empleo’ estable que se adecuara mejor a cada uno.

“Escuché que alguien encontró pan y lo está regalando en el Centro Pokémon”, le dijo Johanna un día cualquiera. Él la miró y asintió, entendiendo que le avisaba que iría a intentar conseguir algo.

Por su parte, se dirigió por segunda vez a los muelles.

Un letrero que pedía personas le llamó la atención. Sabía que lo habían sacado de la obra del muro alrededor de la ciudad por su herida, pero nadie lo hubiera notado si sus papeles hubieran estado entre los documentos de los destinados a esa obra.

“No pierdo nada al preguntar…”, se dijo y se adentró al muelle.

Veía varios navíos de tamaño industrial que partían vacíos y otros que llegaban llenos de material de construcción y herramientas. Muchas personas estaban allí desembarcando y acarreando las mercancías. Algunas personas mucho mayores que él y jóvenes, en su mayoría. Buscó algo similar a lo que fue una oficina y la encontró hacia el norte del muelle.

Pasó allí, preguntó por el trabajo y dio su nombre.

Un sujeto con el uniforme del Team Rocket revisó en algunos estantes detrás de él y pronto dio con una especie de currículum con su fotografía. Lo leyó desinteresadamente y encontró algo en el recuadro de “Observaciones”.

― ¿Hace cuánto te extirparon el riñón?

Ash vio la oportunidad ideal. No le gustaba mentir y su madre le había inculcado mucho la honestidad.

Pero, ¿a quién le importaba? Esa honestidad suya no pudo salvar a nadie. La única cara que conocía se había salvado por sus propios méritos. Ya había faltado a muchas promesas.

¿Qué importaba si mentía, si ahora ya no tenía a nadie?

― Dos años.

― Comienzas mañana.

Con eso, salió de la oficina de vuelta al callejón donde había pasado la noche anterior con Johanna.

Notó que aún no llegaba dicha mujer del Centro Pokémon. Así que optó por meterse al contenedor vacío de basura en el que se refugiaban de la brisa y se quedó allí, sin pensamientos en la mente e inconsciente del mundo físico.

― ¡Ash!

Fue el llamado que lo regresó al mundo. La voz de la señora Johanna parecía extrañamente animada. Cuestionándose apáticamente sobre eso, salió del contenedor.

Encontró dos caras.

De frente a él, con una mirada mezclada de muchos tintes que no supo destilar para comprender, una joven de cabellos y ojos azules estaba de pie.

Miró de abajo hacia arriba a la fémina tratando de comprender también él lo que estaba viendo. Notó muchas diferencias a comparación de la Dawn que vio por última vez. Sus cabellos a la altura de los hombros, los raspones en sus piernas, brazos y rostro, y el vendaje que no disimulaba su cercenado meñique.

― Ash… ― Susurró ella, y dio torpemente dando un paso hacia adelante, repitiendo el proceso hasta que pudo quedar a la distancia suficiente para envolverlo en sus brazos.

No se negó al gesto. Si tenía que ser honesto, comenzó a sentirse un poco mejor al encontrar a una de sus mayores amistades con vida.

Comenzó a corresponder lentamente el gesto, pero no podía sonreír ante el calor o el contacto, ni ante la idea de que había una buena probabilidad de que gente fuera de Kanto habría sobrevivido también. Gente como May, Iris, Cilan, Paul…

Pero ya no había algunos rostros. Gary, Citron, Eureka, Misty, Brock.

Su madre.

Serena.

El pensamiento lo obligó a recordarse que él no salvó a Dawn.

Él nunca fue por ella. Si sobrevivió fue por su propia fuerza y prueba de su esfuerzo estaba en su pequeña mano con esa herida intratable.

“En serio… ¿de qué me sirvió ser honesto hasta ahora? Lo perdí todo. No pude hacer nada. No tuve el valor para defender a los demás. Si vi que ellos no se contenían para lastimarnos, ¿por qué me contuve? ¿Por qué no pelee yo también con fuego? ¿Por qué no quise herir a otros para salvar a mis seres queridos?”

Ash entendió que de haber elegido a sus amigos sobre los Rocket, muchos de ellos estarían con él, probablemente vivos, y más probablemente habrían logrado evitar esa catástrofe, al menos en una zona y durante un tiempo.

El suficiente para que Serena no muriera, Eureka no desapareciera y para ir a salvar a Dawn a Johto.

El último recuerdo que tiene de ese día, era cuando comentó vagamente que comenzaría a trabajar en los muelles desde el siguiente sol.

Los días pasaban, sin que sus pensamientos le resaltaran otra cosa.

Se levantaba más temprano que Dawn y su madre, que iban a trabajar en el centro de la ciudad de lo que fuese. Iba al muelle antes de que amaneciera y regresaba para la hora de la comida, cuando el sol del puerto estaba en su apogeo en esos tardíos días de verano.

Meses comenzaron a pasar también, y para su buena suerte, en el muelle permitían quedarse con algunas mercancías perdidas a final de cada quincena. Consiguió con prisa mantas y abrigos. Alrededor de dos meses después de haber comenzado a trabajar allí, varios objetos que comenzaban a tomar valor importante aparecían en las mercancías.

Armas blancas.

Ash aprovechaba y sacaba todo lo que pensaba útil antes de que se formaran las pequeñas escaramuzas. Anteriormente, recordaba, eran solo discusiones menores, que por lo regular terminaban en alguna especie de acuerdo verbal y trueque. Pero con la aparecieron de cuchillos, porras y dagas, las cosas comenzaron a tornarse muy peligrosas.

Él había sacado varios cuchillos, de los cuales solo presentó 3 a Johanna y Dawn como métodos de última defensa. También consiguió frascos, un par de peinetas y abrigos, principalmente.

Cierta quincena, los Rocket ofertaron un colchón individual. Ash ofreció varios frascos y sus 12 cuchillos a cambio, y ganó la subasta. Ese colchón duró varios años.

En algún momento notó una sensación en su pecho. Aproximadamente, cree, fue luego de siete u ocho meses luego de llegar a Portual

Era algo ligeramente similar al hambre y a la falta de aire, pero mezclados y concentrados en la mitad del pecho. Quizá solo su madre sabía que le gustaba el tema de la medicina aunque su pasión era con los Pokémon; sus viejos intereses le dijeron que era una zona muy cercana al corazón, como si rellenara los huecos de su esternón.

No lo había sentido antes.

Pensó atinadamente que era algo que, o no había experimentado antes o que al menos no lo había sentido con esa intensidad.

Así que dedicaba su poco tiempo libre a intentar relacionar esa sensación con algo de su pasada vida, mientras luchaba con los fantasmas de sus seres queridos que habían fallecido o desaparecido.

Dawn había comenzado a trabajar con él en el muelle unas semanas luego de su reencuentro, pero solo duró quizá unos 4 meses, por lo peligroso que se tornaba y porque no soportaba la misma carga que él.

Agradecía que era en esas fechas cuando ella ya no trabajaba con él. No podría protegerla ni ayudarla adecuadamente con su cabeza llena de todo eso. Además, tanto ella como Johanna llegaban demasiado cansadas para notar su melancolía, por nombrarla de alguna manera.

Ellas dormían juntas en el colchón que consiguió. Se suponía que él también dormía allí, a la izquierda de la señora y en el lado contrario a Dawn, pero siempre se movía cuando ambas dormían. Por lo general tan solo pensaba o mantenía vigía en esas noches de poco sueño, antes de él mismo dormir acurrucado en la esquina de otro contenedor de metal. Pero a veces también caminaba por las calles mal iluminadas del puerto. No había vida nocturna y por esa época era más segura la noche que el día. Lo sabía porque jamás se encontró una pelea en varios meses de caminata a media noche.

Pero encontró otra cosa. Algo que jamás le comentó a Johanna en vida y que se juró tampoco decirle a Dawn.

Una noche fresca de primavera, arrancó un volante de reclutamiento al Team Rocket.

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Contenido oculto: Comentarios del autor

Buen día, gente. ~

Este es uno de los capítulos icono del punto de vista de Ash. Pueden leer que algo definitivamente cambió, pero no "solo cambió y ya", sino que él intenta/intentó entender exactamente qué es lo diferente. Me atrevo a decir que gran parte de los fics que 'enfrían' a Ash solo lo hacen por cuestiones de confianza y tienden a dejarlo como un personaje totalmente diferente, pero con carencia de razones. Spies intenta hacerlo un poco más paulatino, y finalmente (Como pueden leer en los capítulos que 'narra Dawn') llega a una resolución que genera una nueva persona con aspectos propios del viejo Ash, aunados a los nuevos que exploto y seguiré explotando a lo largo del POV del Ash de Spies.

Las cosas parecen ir un poco mejor, a todo esto. Estuve cotizando algunas cosas y estoy económicamente en una posición mucho mejor de la que inicialmente esperaba. Así mismo, durante estos días revisaré lo de mi HDD para ver el resto de las cosas importantes que necesito salvar de allí, para luego vender alguna de las PC que tengo (Si la otra tiene compostura) y acercarme más a mi objetivo.

Poco más puedo comentar por el momento, dado que ya comenté a sus comentarios del doble capítulo anterior.

Ahora, a seguir actualizando Spies en el otro sitio, para comenzar a publicar aquí semanalmente.

Gracias por leer!

Later. ~