Comedia Sosonia: Un pueblo singular

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Sonia de Arnau, 18 Mayo 2011.

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  1. Threadmarks: La plaga
     
    Sonia de Arnau

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    Sosonia: Un pueblo singular
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    Para todas las edades
    Género:
    Comedia
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    Lamento tanto la tardanza. Una semana sin postear. Uff, mucho. Bien, agradezco enormemente su paciencia y calro, sus lindos comentarios y, por supuesto, que cada uno de ustedes siga leyendome. Ahora bien, les traigo una mala noticia. Este es el ultimo capitulo de Sosonia. Si, no lloren, pero es verdad. Se los dejo.

    14.- LA PLAGA

    Era una tarde soleada y bonita en Sosonia. Mio Natán caminaba de manera despreocupada por el parque observando de manera detallada su alrededor y de vez en cuando, detenerse a apreciar la belleza de las flores. En ese momento se encontraba en ese lugar del pueblo porque deseaba encontrar piedras de extraña apariencia o color que pudieran unirse a su colección. Sí, una extraña afición, pero así era él.

    Ya había dado con algunas peñas y las llevaba guardadas en una pequeña mochila que llevaba consigo. Concentrado estaba en realizar su labor, que no notó que el tiempo se le pasó volando hasta que su estómago lo resintió gruñendo sonoramente, indicándole al rubio que debía alimentarse. Pensó calmar su hambre de manera lujosa, por lo que decidió ir al restaurante. Estaba por salir del parque cuando un objeto extraño, ubicado en el pastizal, llamó su atención.

    —Pero qué cosa tan rara ¿Qué será? —se preguntó mientras tomaba el objeto y lo analizaba con sus grises ojos.

    El objeto parecía una roca, lo único fuera de lo usual era que éste tenía muchas perforaciones minúsculas en todo su rededor. Se encogió de hombros y, seguro de que lo investigaría más tarde, echó la “piedra” junto con las demás. Tuvo que empujar las otras hasta más al interior porque la estrecha mochila no permitía la entrada a otra cosa. Con esfuerzo, Mio logró que por fin entrara a los límites del macuto, mas no pudo cerrarla porque la “roca” esa quedó un tanto fuera del cierre. Se la llevó abierta al restaurante.

    Al llegar, buscó una mesa libre, se sentó al encontrarla y pidió lo que deseaba comer. No esperó demasiado y, una vez estuvo frente a su festín, lo devoró con alegría. Al terminar, pagó la cuenta, se levantó, tomó su mochila, la que había dejado apoyada en una de las patas de la silla, y se la puso. No se dio cuenta que la cosa extraña se le cayó y rodó hasta que se le terminó el vuelo de la caída, quedando en una esquina escondida del restaurante. Mio se fue.

    Ya terminada la jornada de trabajo, en la noche, lo chefs cerraron el restaurante y cada quien se fue a su respectivo hogar sin saber que dentro del restaurante pasaba algo que le ocasionaría problemas a muchos de allí; ya que, del objeto que Mio había encontrado, comenzaron a salir unos pequeños bichos que fueron extendiéndose hasta que invadieron todo el lugar.

    A la mañana siguiente, Jefe, que siempre era el que llegaba temprano para abrir el restaurante, se encontró con algo sumamente asqueroso y nauseabundo una vez hubo abierto las puertas del local. Los bichitos estaban en el suelo, el baño, ¡la cocina! El chef cerró la puerta sorprendido y con ganas de vomitar. Sacó su súper celular y llamó a Remmy…

    De rato, el otro cocinero llegó y observó, confundido, a Jefe sentado en las escaleras.

    — ¿Qué pasa? ¿Por qué la urgente llamada? —inquirió el inventor de platillos.

    —Una plaga, Remmy, una espantosa y horrible plaga.

    — ¿Cómo? Nunca, jamás, en toda la existencia de Los mil gustos ha habido plagas. ¿Cómo pudo suceder algo así? —el desconcierto era evidente en la voz de Remmy.

    —No lo sé, es…

    — ¿Qué pasa? —interrumpió Coo, quien acababa de llegar, muy agotado—. Te oíste bastante ansioso y preocupado cuando me hablaste.

    —Hay una plaga en el restaurante —le dio las malas noticias Jefe.

    — ¿Cómo así? —el menor del trío se sorprendió ante el anuncio.

    —No lo sabemos, es lo malo —argumentó Remmy.

    Los tres chefs se sumieron en un largo e incómodo silencio, mientras cada uno formulaba una lógica idea del porqué pudo haberles pasado algo tan… poco higiénico. Tiempo después, hicieron su aparición Lin-Lin y Rojita. Las dos se extrañaron de encontrar a los cocineros fuera del restaurante, con el entrecejo fruncido además.

    — ¿Chefs? —intentó sacarlos de su ensimismamiento Rojita.

    — ¿Oigan? Bueno, perdonen la tardanza, pero no creo que sea como para que se molesten tanto, ¿o sí? —se preocupó Lin-Lin, ya que pensó que sus patrones estaban enojados con ella por llegar un poco tarde al trabajo.

    —No, no es eso —habló por fin Coo—. Lo que pasa es que hay una plaga en el restaurante.

    — ¿Una plaga? —se escandalizó Rojita—. ¡Qué horror!

    Los tres adultos asintieron.

    — ¿Por qué no llamamos a un exterminador? Ellos son los expertos en cuanto a qué hacer en este tipo de casos, ¿no? —cuestionó Lin-Lin razonando las cosas.

    —No es tan sencillo —comentó Remmy—. Si llamamos al exterminador todos se enterarán de la plaga y si todos se enteran, se entera Reyd y si Reyd se entera… —suspiró de manera prolongada antes de dar el ultimátum—. Nos clausuran el restaurante.

    Los presentes hicieron un mohín de susto ante la simple mención de este hecho. ¡Ni pensarlo! Los mil gustos eran parte importante de Sosonia y los trabajadores de allí lo eran aún más. ¿Qué sería de ellos sin el restaurante? En eso, llegaron Coletas e Hijo.

    — ¿Qué pasa? —preguntaron al coro al sentir el ambiente decaído.

    —Hay una plaga en Los mil gustos —les informó Rojita.

    — ¿Qué? —unieron nuevamente sus voces al exclamar sorprendidos. Coletas continuó—: Es horrible.

    —Sí, ¿qué no saben que pueden clausurar el restaurante? —apoyó Hijo a su amigo.

    —Por supuesto que lo sabemos, ¿qué piensas? —contestó Lin-Lin sintiéndose molesta por la pregunta tonta de Hijo.

    —Ay, qué genio el tuyo —Hijo se mantuvo alejado de la pelinegra por seguridad.

    Entonces, apareció Dulce, con su “dulce” expresión de siempre y los saludó a todos.

    —Hola… ¿Qué pasa? —indagó al notar también, el extraño ambiente que se formaba con ese grupito.

    —Hay una plaga en el restaurante —le comunicó Rojita.

    — ¿Una plaga? No te creo ni una palabra —le dijo Dulce nada amigable y se encaminó al restaurante. Todos intentaron detenerla, pero ella los ignoró por completo y abrió la puerta del lugar. Se llevó la misma sorpresa que Jefe al principio del día. Un gran y agudo grito salió de sus cuerdas vocales.

    — ¡Quítenmelos! ¡Quítenmelos! —chilló alocada pensando que se le habían subido los animalillos esos y muy asustada se aferró del brazo de Coletas. El muchacho se inquietó y un nerviosismo extraño lo invadió al darse cuenta de que Rojita los miraba muy seria. A duras penas se zafó de Dulce.

    —Yo no sé ustedes, pero yo voy a deshacerme de esa plaga. No podemos permitir que cierren el restaurante para siempre —dijo Coletas muy decidido.

    —Es cierto —concordó Hijo —. No podemos permitir que nos quiten algo que apreciamos.

    Todos estuvieron de acuerdo en esto y, resueltos, trataron de pensar en cómo acabar con la plaga repugnante. Estaban tan absortos en sus pensamientos, que apenas notaron que Triple llegó al cuadro que en ese momento conformaban todos ellos. Lo miraron pensativos, mucho muy pensativos y hasta cierto grado, con profundidad alarmante. Triple lo notó.

    — ¿Qué? Ahora hasta llegar a un lugar público es malo, ¿o qué?

    Lin-Lin lo vio con abatimiento y se comentó:

    —Uf, más plaga por deshacernos.

    — ¿Y por qué tan pensativos? —preguntó Triple.

    —Hay una plaga en el restaurante —notificó Hijo. Sus jóvenes amigos lo sisearon.

    — ¿Una plaga? —Triple se sorprendió aún más—. ¡Wow!

    Lin-Lin le dio un zape Hijo en la nuca y, acercándose al ojiverde, espetó:

    —Sí, una plaga. Ese tipo de accidentes pueden ocurrirle a quién sea y dónde sea, ¿no crees?

    —No, sí, está bien; pero no te preocupes, mi amor. Yo te protegeré de esa horrenda plaga —aseguró el castaño y, tomando desprevenida a Lin-Lin, rodeó el cuello de ella con su brazo. Ella enrojeció y tembló de ira.

    —Si no te alejas romperé tu quijada —sus palabras se ahogaron por la furia contenida.

    —Lo haré si me das un beso —chantajeó el Lizaldy.

    Al escucharlo, Lin-Lin no esperó invitación y le pisó el pie cargando todas las fuerzas que el enojo le dio, luego, le propinó un puntapié en la pierna. Se alejó de él.

    —Auch, auch, grrr, comienzo a gustarle —se auto convenció Triple.

    —Mira, Triple — le habló Coletas, enojado y es que su sola presencia lo sacaba de quicio—, esto a ti no te incumbe; así que por qué no le haces un favor al mundo y te desintegras.

    — ¿Qué me habrá querido decir? —Se preguntó el joven en un susurro—. Bien, pero recuerda, Coletas, me vengaré y te tengo en la mira.

    Cuando estaba a punto de alejarse de allí, Hijo le pidió:

    —Que nadie se entere de la plaga que después clausuran el restaurante.

    Sus amigos volvieron a chichearlo.

    — ¿Clausurar el restaurante? —repitió Triple.

    Los chefs asintieron. El castaño posó su vista en Coletas y lo notó triste ante la posibilidad de la clausura.

    —Si Reyd llegara a enterarse, ¿qué pasaría? ¿Se sentirían mal? ¿Tú, Coletas? —inquirió con malicia formulando un plan para hacer pagar al joven atleta.

    —No lo harías —exclamó Coletas notando las intenciones de Triple.

    —Yo creo que sí. Por vengarme de ti… mmm… sí —y salió como bala disparada a la presidencia. El grito de Coletas nombrándolo no lo detuvo.

    —Coletas, no debes permitir que vaya y le diga Reyd. Tienes que detenerlo —le dijo Rojita.

    —Sí, en tanto, ustedes piensen cómo deshacerse de la plaga.

    —Pero date prisa, no está muy lejos de la presidencia —lo apuró Jefe. Así, Coletas corrió tras Triple—. Muy bien; he aquí el plan. Dulce y Lin-Lin ustedes irán rápidamente a una tienda y compran insecticida, todo el que necesiten y del más potente que haiga. Rojita e Hijo, ustedes quédense con nosotros y ayúdenos a que ningún bicho salga del restaurante. No queremos que esto se extienda.

    Con esto, todos hicieron tal y como Jefe les había ordenado.

    Triple corría por las calles teniendo tras de sí a un muy furioso Coletas, pisándole los talones. El mayor lo miró y le dijo:

    —No esta vez, Coletas. Hoy seré yo el que gane.

    —Ja, eso piensas, ¿eh? Pues…. ¡sorpresa! —y el morocho se lanzó al suelo tomando el pie de Triple haciendo que éste callera al suelo sin ninguna protección, pues ni las manos puso, por lo que su barbilla fue la que recibió gran parte del impacto de la caída. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para nortearlo un poco, dándole a los demás valioso tiempo.

    Dulce y Lin-Lin entraron presurosas al restaurante con bolsas en las que se encontraba el potente repelente contra insectos.

    —Agh, ¡qué asco! Voy a vomitar —se quejó Dulce sintiendo náuseas.

    —Cierra la boca, princesita y ayúdanos a rociar el veneno; pero antes ponte esta mascarilla —le indicó Lin-Lin, así como a los demás.

    Todos se colocaron la mascarilla y comenzaron a echar repelente mata bichos por todo el restaurante. No faltó ni el más pequeño recinto en el que no aplicaran el tóxico químico.

    —Muy bien, Hijo, trae los ventiladores para que el olor y lo que reste del veneno se vaya y no nos haga daño. Después, Rojita, traes las escobas, trapeadores, trapos, limpiadores y el cloro para limpiar todo esto y recoger los bichos muertos —ordenó Coo.

    Ambos chicos se apresuraron a hacer lo que les habían ordenado. Una vez, ventilado un poco, iniciaron con la labor de limpiar todo el lugar con color y desinfectante.

    Triple y Coletas peleaban en el suelo, ya llevaban así un bien rato. Entonces, Triple, dándole un estratégico golpe a Coletas, se lo sacó de encima y, sin perder un segundo, se irguió y corrió a la presidencia; le faltaba poco para llegar a ella. Subió las escaleras y abrió las puertas encontrándose con Reyd dormido. Se acercó a él y lo despertó zarandeándolo un poco.

    — ¿Qué, qué pasa? —preguntó Reyd saliendo de su ensoñación, confundido.

    —Sr. Reyd, hay una plaga en el restaurante Los mil gustos.

    — ¿Una plaga? No en mi pueblo —y despabilándose por completo y cumpliendo, por primera vez, con su puesto como líder del pueblo, Reyd tomó el teléfono y llamó a un exterminador. Terminó de hablar y él, junto con Triple, se encaminó al restaurante topándose con Coletas.

    —A un lado chico, voy a deshacerme de algo —le dijo Reyd con cara seria.

    —Sr., no es verdad lo que le dijo Triple, sólo quiere, quiere hacerlo molestar, es eso. En serio, no pasa nada, de verdad —suplicó Coletas colocándose frente a ellos.

    —Bueno, no estaría mal echarle un vistazo al restaurante, para corroborar las cosas —y sin pausar, Reyd siguió con su camino.

    —Pero… pero… pero… —Coletas estuvo a punto de decir algo, cuando Triple lo interrumpió.

    —Perdedor, te lo dije —y acelerando el paso, se puso a un lado de Reyd dejando atrás a un desconcertado Coletas.

    En el restaurante, terminaron de limpiar absolutamente todo y gracias a que no apagaron los ventiladores, a la puerta y las ventanas abiertas y al olor de los químicos de limpieza, el restaurante olía a flores de primavera y ya no a insecticida. Todos se sentaron en las sillas, completamente agotados.

    Reyd y Triple estaban a punto de llegar al restaurante y observaron una camioneta que tenía pintado un insecto tachado.

    —Ah, el exterminador.

    — ¡Genial! —Triple estaba contento. Por fin, hoy sería el día que se vengaría de su enemigo. ¡Su día!

    El exterminador bajó de la camioneta y saludó al par.

    —Buen día, Sr. Reyd, mmm… joven.

    —Buenos días. Allí está el restaurante —Reyd señaló el susodicho.

    Y los tres se encaminaron al lugar, abrieron la puerta y… ¡se encontraron con un establecimiento de comida libre de insectos!

    —Vaya, sí era una broma —se dijo Reyd.

    — ¿Qué? ¿Pero cómo…? ¡No es posible! —Triple estaba realmente confundido.

    —Bueno, si nadie me necesita iré a mi casa —anunció el exterminador y se fue.

    —Chico —le habló Reyd a Triple con mirada molesta—, estás en graves problemas. Haz hecho algo imperdonable.

    — ¿Qué? ¿Mentirle? —cuestionó el joven sorprendido, porque en sí, no mintió.

    —Me importa un cacahuate la mentira, por despertarme.

    En eso llegó Coletas y entró como si nada al restaurante. Triple lo miró con odio y le dijo:

    —Tú crees que me has vencido, pero no. Apenas empieza esta pelea, ¿me oyes? —e iracundo, Triple se fue de allí junto a Reyd.

    —Vaya que se lucieron con el restaurante —exclamó Coletas ya sin presiones—. Acabaron con la plaga muy rápido y el lugar les quedó mejor que antes.

    En eso, Mio entró al restaurante y saludó al verlos.

    —Hola, ¿cómo están?

    —Ahora, muy bien —respondieron todos.

    Mio recorrió el lugar con su mirada y ésta se detuvo al ver el extraño objeto del día anterior sobre una bolsa negra, que era de basura, que estaba en la entrada, lista para ser desechada.

    —Mejor me llevo esto —cogió la cosa—. Tengo entendido que es una especie de nido y podría ocasionar una plaga. Leí información sobre esto.

    — ¿En serio? —preguntó Jefe con cólera. Todos miraron al pobre rubio, molestos, muy molestos para su gusto.

    — ¿Les pasa algo? —inquirió él con tono inocentón. Los otros dejaron de lado lo ocurrido e, ignorándolo, empezaron a realizar sus labores.

    —Pero en serio, Sr. Reyd, había una plaga, no es mentira —intentó convencerlo Triple, encontrándose sentado en una silla como el castigo que le impuso Reyd.

    — ¿Tú la viste?

    Triple se quedó de piedra ante la pregunta del alcalde.

    —No…

    — Ves que no es cierto —Reyd se acomodó en su silla, dispuesto a dormir.

    —Maldición. Ese Coletas me engañó. Hizo que pasara una gran vergüenza; ahora con mayor razón lo odio más. ¡Pero esto apenas comienza!

    —Guarda silencio —lo calló Reyd enojado por el escándalo de Triple.

    —Lo siento.

    ¡¡¡El fin de la primera temporada!!!
    ¡¡¡No se pierdan la segunda, será mejor que ésta; te lo garantizan tus personajes favoritos de Sosonia!!!

    Jajaja, asi es, habra una segunda, pero tendran que esperar un poco mas XD. Una vez mas, gracias a todos. Los quiero.

    Bye.
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Hahaha, en qué lío metió Mio N a los chefs con ese huevo de insectos. Qué bueno que no especificaste qué tipo de bichos eran porque a mí me dan asco... ¡Asco! las cucarachas. Awww, tan sólo de imaginármelas me dan escalofríos xD. Sí, pobrecitos animalitos, también merecen vivir, pero eso no quiere decir que no me den lo que me dan y que no las extermine de mi casa. Soy una muy buena exterminadora cuando se trata de cucarachas xD

    Un buen capítulo para cierre de temporada. Estuvo divertido y entretenido. Igual que los bichos, pobre Triple que volvió a quedar mal, aunque ahora sólamente quedó mal ante un pequeño público y no uno grande como las veces anteriores xDD Me da tanta ternura el guapetón. Mira que no cerciorarse de que era verdad que había una plaga. Su... inocencia me cautiva cada vez más, por no decir su taruguez xDD

    Oh, final de la primera temporada, espero que no tardes mucho en continuar con la segunda, pues con esas negritas anunciando que la segunda estará mejor, ya deseo leer el primer capítulo. No vayas a ser malvada y no te tardes en aparecer por aquí con las nuevas aventuras de nuestros queridos chicos, papás y demas personajes de Sosonia.

    Gracias por haberme entretenido con las divertidas aventuras que se formaron en tu mente. Sigue mejorando y compartiendo tus ocurrencias con nosotros.
    Cuídate mucho y sé feliz. También te quiero.
    Nos vemos.
     
  3.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

    Libra
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    Me da mucha pena saber que este es el capitulo final, pero me alegro mucho enterarme de que habia una segunda temporada. Me asustaste mucho. Pero la temporada acabo interesante, jaja. Fue un capitulo muy divertido, como bien lo dice Marina. Agh, los insectos tampoco son de mi agrado, para nada de nada. MEnos mal que lograron deshacerse de esa plaga tan fea antes de que Reyd lograra verla. Pobre de Triple, es cierto, me dio penita, el no mintio, pero tampoco busco evidencias de que la plaga en verdad estuviera alli. Ni modo. En verdad que te gusta hacerlo sufrir.

    Esperae la sigueinte temporada lo que tenga que esperar. Asi que:

    Hasta la siguiente temporada.
     
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