Microrrelato Sonrisa

Tema en 'Nano y Microrrelatos' iniciado por Atl, 18 Septiembre 2012.

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    Escritor
    Título:
    Sonrisa
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    434
    Sonrisa Alt Ocelot
    Advertencia: Esta historia contiene palabras obscenas y mexicanismos

    ─ No chingues Juan no puedes ir allí solo- fue lo único que me dijo, no insistio en detenerme, se quedó mirandome a los ojos, como queriendo que leyera lo que sentía.
    Yo no le dije nada, no sé cómo se enteró, pero los chismes llegan antes de que todo ocurra, así pasa siempre ya no me sorprende. En este pueblo parecen adivinos.
    Me alejé de ella antes de que empezara a llorar, siempre lo hace cuando se entera que alguien me quiere madrear y a mí me entra un remordimiento peor que si estuviera quemando a la morenita.
    No necesitaba distracciones.
    Le traía ganas a ese pendejo, le iba a partir su madre por lo que me había hecho. Recuerdo su cara ese día, esa de puto que trae desde que nació, tenía una sonrisa burlona, se burlaba de mí de ninguno de los otros que me acompañaban en mi vergüenza. Siempre le he caido mal y se la estaba cobrando.
    Llegué al lugar en el que decían que me pondrían mi putiza. No habían llegado. Me senté a esperarlos, prendí un cigarro de esos baratos que me regalan en el trabajo y me perdí en el humo, pasando ese recuerdo por mi mente para encabronarme más, para que lo doblara de dolor con mi ira. Oía las risas que adornaban su sonrisa, sentía otra vez el frío.
    Me acabé el cigarro. Todavía no llegaban.
    Las personas ya no pasaban, creí que por primera vez se habían equivocado y no me desquitaría hoy. Tenía sed, dejé el lugar después de fijarme que no venían, fui a comprar una cerveza, también me serviría de arma.
    Entré a la tienda de doña Marcela, estaba su hijo atendiendo.
    ─ Qué pedo pinche lampiño, pensé que ya te estarías peliando.
    Su sonrisa era igual a la de él, me aguanté las ganas de darle un putazo en la cara para que su sangre adornara la sonrisa. Lo dejaría para luego. Compré dos cervezas y regresé.
    No habían llegado.
    Me tomé una rápido antes que se calentaran, rompí la botella en el piso, ahí le restregaría la cara. La noche pasaba y no llegaban. Ya casi me acababa la segunda, me iba a ir cuando estuviera vacía. Entonces llegó, a pie sin nadie más, tal vez no era un maricón depués de todo.
    Me tomé lo que faltaba de un trago, caminamos hasta quedar tan cerca que podía oler su aliento. También había tomado.
    Lancé el primer golpe.
     
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