Sonrisa eterna

Sonrisa eterna ​

Con su vestido purpura, y sus tacones blancos como la nieve la joven camina despacio sin ningún problema alguno, cruza los semáforos dando saltos como una niña de felicidad, observa las vitrinas de cada almacén con una sonrisa de oreja a oreja, ríe para sí misma al recordar su niñez y continua su camino a casa. La chica sigue caminando mientras sus ojos fijan por cada segundo una tristeza inmunda pero ella la oculta con una sonrisa y un bello gesto que hace creer a las personas que es feliz con la vida que tiene. La chica se sienta en una silla del parque saca una fotografía de su bolso color blanco y su mirada cambia repentinamente sus dedos rodean aquel retrato con sus manos,ella lo aprieta en su pecho fuertemente dejando caer una lágrima por sus mejillas hasta el lugar de la fotografía, pero aún así la joven no cambia su sonrisa.

La joven limpia sus lágrimas con la muñeca de su mano y sonríe nuevamente mientras observa aquel retrato y alza su mirada al cielo con el retrato en sus manos, siente como la brisa del viento revuelve su cabello rojizo y ella cierra los ojos levemente para escuchar el bello sonido de los niños que se encuentran jugando en aquel parque. La joven abre los ojos y observa de nuevo la fotografía mientras la yemas de sus dedo tocan aquel objeto con tristeza y nostalgia pero aún así la chica no borra la sonrisa de su rostro más bien se levanta de aquella silla y continua con su camino sosteniendo en mano aquella fotografía.

Llegando a casa la chica suelta la fotografía en una mesita que se encuentra en la entrada de la puerta principal. Ella de nuevo fija sus ojos en el retrato y sonríe para seguir sus pasos a la recamara y dejar caer su cuerpo en el templado colchón de su hogar, la chica observa el techo y deja caer más lágrimas sin él saber el porqué se siente como tal, por ese motivo la joven se levanta y camina rumbo al tocador abre el primer cajón y saca un libro fucsia por el que ella lo abre y se sienta a escribir...

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Sábado 30 de Julio de 2012

Querido hoy te vuelvo a comunicar que de nuevo hice lo que siempre hago todos los sábados: Ponerme el vestido purpura con los tacones blancos y mi cabello suelto sin nada que lo sostenga, caminar hacia el parque y sentarme en aquella silla gris que pintaste para mi en tu primer día de clase, Sacar tu retrato de mi bolso blanco y quedarme observándolo fijamente, no llore ni me sentí triste como te lo prometí, más bien siempre sonrío para no olvidar aquella sonrisa que me diste cuando partiste de mi lado. Y hoy sábado 30 de Julio termino de escribir en aquel cuadernillo fucsia que me regalaste como regalo de Madres.

De nuevo estoy camino a casa con la misma sonrisa y dejo tu retrato en aquella mesita de la entrada, para llegar a tu racamara y recostar mi cuerpo con la mirada en el techo y ahora estoy aquí escribiendo con mi sonrisa hasta llegar la noche y dormir con tu bello recuerdo en mis sueños, gracias por ser mi hijo por valorar el amor que esta madre dio por ti durante 13 años, aunque no hallas tenido padre yo te serví y te serviré como padre y madre.

Estés donde estés hijo mío, esta madre te esperará y te soñará en cualquier momento de la vida.

Te ama tu madre.

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La joven cierra el cuadernillo y lo deja en el lugar donde se encontraba, para cambiarse su vestido purpura y tomar una taza de té en la misma recamara de su hijo mientras sus ojos observan el lugar, y la madre con su bella sonrisa en frente de su rostro mira su reflejo en el espejo y llora sin soltar una lágrima hasta llegar la noche y recostar nuevamente su cuerpo en la cama y quedarse dormida con la sonrisa sin despertar más.