Microrrelato Sobraron las Palabras

Lágrimas brotaron de sus ojos al ver mi expresión. Silencio, ni una sola palabra, ni un solo gesto.
Con sus suaves manos, deslizó la sangre por su rostro y después la apartó con calma, ¿por qué? Porque tenía todo el tiempo del mundo. Ella, sin más que decir o hacer, le dio la espalda y se giro para abrir camino fuera de su mirada. Él, en cambio, se levantó del frío suelo y caminó en la misma dirección, casi sin poder mantenerse en pie.

Cuando la última farola se encendió, todo se cubrió de un líquido rojo, oscuro y espeso... sangre. No se sorprendió por lo que sus ojos vieron. Se sentó de rodillas, deslizó su dedo índice con delicadeza por el cuerpo de la reciente víctima y miró fijamente, durante unos segundos, su cuerpo sin cabeza. Estaba tirado, manchado de sangre, sucio y desmoronado.

Caminaba con naturalidad por aquel callejón, y bastaba con cruzarse con sus cálidos y castaños ojos para que no pudieras volver a verlos. Continuó y continuó caminando por aquellos lugares. Entonces, cuando ya solamente quedó su alma en pie, notó una presencia tras su espalda. Volteó y vio allí a una chica. ¿Qué tenía de especial? ¿Para qué le serviría? ¿Qué haría allí? De nuevo, él solamente le observó a los ojos y... Quizás tenía de especial que aún seguía allí, no le serviría de nada y no estaba allí por ninguna razón especial, ¿o si?

La chica vestía con un largo vestido blanco, sencillo y sin complicaciones. Su cabello era largo, muy largo, de un color rojizo y a la vez de un castaño oscuro. Su color de ojos era azul, ¿con una mezcla, de nuevo, de castaño? Su mirada era una de esas miradas perdidas que miran a La Nada y se someten a ella, cuando no miran a ningún lugar en especial, como si no estuvieran en este mundo o no mereciera la pena nada.
-Es como una pregunta sin respuesta, algo enigmático y sin sentido, ¿verdad? -Dijo al fin la joven, tras unos largos segundos de contacto visual entre los dos, y quizás el último.

Lo único de especial que tubo aquel lugar, fue un cuerpo tirado, uno más, y un vestido blanco manchado de un líquido rojo, oscuro y espeso... sobraron las palabras.