Snack Falcon

Gregg Lee

Me llevé un puñado de gomitas a la boca mientras esperaba la respuesta del mapache, mastiqué con rapidez y lo escuché hablar de nuevo.

—Dieciséis con treinta —dije entonces.

A ver hasta dónde llegas, Jum.

Otro puñado de gomitas.
La verdad es que estaban bastante buenas, aunque ahora mismo se me antojaban unos tacos de esos, del Taco Buck.

 

Bobby Jum

Se rascó detrás de las orejas, algo frustrado, y soltó un gruñido disconforme luego de dejar el casco sobre el mostrador y cruzarse de brazos.

—Trato. A ver el efectivo.

Era un asco negociando y lo ponía nervioso hacer cosas en las que no era bueno. Por eso se había dedicado toda la vida a hurtar y ya. Era la única mierda en la que podía ser decente. Ni los exámenes de matemática, ni memorizar capitales, ni sonreír, ni regalar, ni hacer amigos, ni comprender.

Pero bueno, estaba haciendo unos buenos dólares, ¿no? Quizás hasta podría comprar unas golosinas para alegrar a sus hermanos, además de los bastones de pescado con cerveza que planeaba concederse para festejar. Tenía que ponerse contento. Estaba ganando dinero.

 

Gregg Lee

Solté una risa nasal al ver lo rápido que había cedido. Al parecer no se le daba tan bien regatear como uno quisiera creer, al menos no para el interés que parecía tener en conseguir dinero. Le hubiera dado diecinueve si seguía un rato, pero bueno, allá él.

Dejé la bolsa de golosinas sobre el mostrador, para volver a sacar la billetera.

Diez.

Cinco.

Y uno.

Con treinta.

Me acerqué al mapache y le tendí el dinero, mientras le sacaba el casco de entre de las orejas para colocármelo en la cabeza. Torcí el gesto por el olor, caminé entre los estantes, tomé un desodorante ambiental, me saqué el casco y lo rocié antes de colocármelo de nuevo.

—Un placer hacer negocios contigo, Jum.

Revisé el móvil y noté que tenía un mensaje del alaska. ¿Hablar? Tenía prisa.
Suspiré y volví a guardar el aparato en el bolsillo. Ya le respondería, mientras pensaba en dónde mierda podíamos hablar de esas cosas.

 

Bobby Jum

Agarró los billetes con cierta desprolijidad y se los metió en el bolsillo hechos un bollo. Los trataba con algo de maña para ser que parecían gustarles tanto.

—Lo mismo digo, Lee —soltó, con cierto tono rasposo que se debatía entre la amargura y la ironía—. Bienvenido a este pozo roñoso de vuelta.

Luego se giró hacia Crangler, apoyó el codo de la pata sobre el mostrador y le indicó con la cabeza hacia las góndolas.

—¿Venden golosinas aquí?

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sé que no las hay en la lista del primer spoiler pero tenme piedad, GM, el pendejo quiere comprarle caramelos a sus hermanos(??)

 

Gregg había tenido que dejar el Snack luego de comprar varias cosas que le había pedido Angus aparentemente, parecía que iba a preparar brownies, o quién sabe qué. Se había despedido de ambos con un movimiento de pata y luego de entregar sus cosas se quedó en el Millers.

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Luna Crangler asiente con la cabeza ante tu pregunta, deja el mostrador y se pone a esculcar en los estantes. Sabe por qué preguntas por las golosinas, no es tonta.
Toma una bolsa de gomitas con forma de tortuga y la mira, pensativa.

—¿Sabes qué clase de golosinas les gustan a tus hermanos? —murmura, sorprendentemente seria—. ¿O se comen cualquier cosa con azúcar?

Quizás a Bobby no le importe o pretende que no le importa, pero a ella le gusta llevarle a sus hermanos pequeños sus golosinas preferidas.

 

Bobby Jum

Su ceño se frunció de inmediato ante la mención de sus hermanos, pero negarlo fervientemente sólo lo habría dejado aún más en evidencia. Se limitó a chasquear la lengua y echarle un vistazo a las gomitas de tortuga que Luna le había alcanzado. Sacudió la cabeza.

—No, son unas mierdas elitistas los enanos —bramó, su tono no era tan ácido como siempre a pesar de lo que decía—. No conocen su lugar. Eh, siempre que pueden comen de estas gomitas largas, como tubos rojos, rellenas de algo blanco. No me pidas nombres porque no tengo ni puta idea, pero les encantan.

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bobby es yo porque no tengo la más reputísima idea cómo se llaman esas cosas

espero que mi gran y precisa descripción los haya iluminado (?

 

Luna suelta una risa nasal mientras esculca de nuevo en el estante. Regaliz de fresa, esas son las que dice, casi nunca traían pero recuerda haber colocado algunas hace unas semanas.

—Aquí~ —dice cuando encuentra un último paquete refundido tras los demás.

Regresa sobre sus pasos hasta el mostrador y saca uno más de debajo del mostrador, que había guardado para sí, pero prefería que se las comieran unos críos a los que les hacía mucha más ilusión. Ella ya tomaría unas de esas con forma de tortuga.

—Puedes llevar uno pero me da que se van a agarrar a golpes por ellas —añade con una sonrisa en el rostro—. Te saldrían en... $3,50, Bobby.

Finalmente te entrega ambos paquetes de golosinas en una bolsa de papel.

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Como son pa el plot, no te los voy a poner en el inventario

 

Bobby Jum

Ingresa al Snack y se dirige directamente al mostrador, donde espera encontrar a Luna. A decir verdad, andaba apareciéndose mucho por allí en el último tiempo. Esperaba que... la chica no lo malinterpretara o algo, ¿no? Nah, sería ridículo. ¿Qué podía pensar Luna Crangler de él?

Bah.

—Eh, Luna —la llamó, en un tono bastante ¿normal? Al menos, no se lo oía excesivamente ácido—. ¿Has visto a Angus? Ya sabes, la parejita de Lee. No me acuerdo el apellido.

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ni yo, Bobby, ni yo

 

Luna en efecto se encuentra tras el mostrador, reacciona en cuando escucha la campanilla que anuncia la llega de alguien y te saluda con un movimiento de mano en cuanto entras.

—¿A Angus? —pregunta y su rostro se torna pensativo. Luego parece que se le ilumina la bombilla—. Hace un rato que Gregg me dijo que fue al subterráneo, no sé si seguirá allí.

Duda un momento, antes de preguntarte algo.

>>¿Para qué buscas tú a Angus, Bobby?

 

Bobby Jum

Ah, ¿el subterráneo? ¿Qué haría allí? Bueno, podía darse una vuelta y de paso ver si de casualidad daba también con Salvi. Le vendría bien probar suerte en las islas profundas.

—Ah, me hice de una figurilla de acción o algo así de un juego que puede llegar a gustarle. Quizá no le interese, pero a mí no me sirve de una mierda y no pierdo nada preguntándole. —Dudó un momento antes de agregar, desviando ligeramente la mirada—: Es el Demontower. No sé si lo conoces.

De repente le daba algo de pudor admitir que se había pasado los ocho niveles de un saque, porque sonaba como un puto friki y él era cualquier mierda antes que eso. Tampoco le apetecía la idea de la gata Crangler riéndose de él por imaginarlo pegado a un videojuego. A decir verdad, ni siquiera sabía por qué había dicho lo último que dijo, pero bueno. Se quedó allí, aguardando por una respuesta y ya.

 

—¡¿El Demontower?! —pregunta, apoyándose en el mostrador e ignorando todo lo demás dicho por Bobby—. ¡Sí! Pero nunca he logrado llegar al último nivel, siempre la palmo en el seis o en el siete, así que nunca logré conseguir la figurita.

Prácticamente hace un puchero al decir eso último y suelta un suspiro. Luego sigue hablando, con cierta cautela.

>>No pensé que jugaras videojuegos, Bobby.

 

Bobby Jum

Instintivamente retrocede un paso cuando Luna se precipita sobre el mostrador y se queda allí, congelado a medio movimiento, observándola con las cejas alzadas. Intenta recomponerse lo más rápido posible de la sorpresa y chasquea la lengua, estirándose la sudadera hacia abajo con ambas patas.

"No pensé que jugaras videojuegos, Bobby"

Mierda, ahí estaba justo lo que no quería. Suelta un gruñido bajo, huraño, y desvía la mirada. Ignora por completo su comentario.

—Bueno, si tanto te gusta la mierda esa igual puedo intentar vendértela a ti —suelta, en su tono rasposo usual, sin hacer contacto visual realmente.

¿Acaso estaba avergonzado? ¿Un poco nervioso? Pero claro, había abierto el puto hocico de más y ahora la gata tendría material de sobra para molestarlo. Me cago en tus muertos, Crangler.

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pero bueno, acaso aquí estoy viendo a un tsundere

 

Luna retrocede, casi como si le hubieran arrojado agua en la cara con un spray y suspira. Por reflejo, las orejas se le aplastan contra el cráneo. Debió esperarlo de él, pero bueno quizás una parte de sí esperaba tener de qué hablar aunque fuese con Bobby.

Chasquea la lengua, como quien no quiere la cosa.

—Qué va. Este empleo no es que me deje para gastar en esas cosas. —Posa la vista en la calle, a través de las ventanas del Snack Falcon y luego revisa la hora—. Como sea, parece que se te hizo tarde, Jum. Tendrás que regatear otro día.

 

Brooklyn Lester

Me despedí de los chicos una vez salimos del Subterráneo y mis pasos se dirigieron entonces hacia el Snack Falcon. Angus tenía razón, ya era bastante tarde así que solo era cuestión de unos pocos minutos antes de que Luna me llamase.

No tenía mucho más que hacer por la ciudad, menos a esa hora, así que era buena idea aparecer antes por la tienda y, al menos, podría hacerle algo de compañía a la gata antes de cerrar.

Para mi sorpresa, no estaba sola en su interior. Aquel chico... ya nos habíamos encontrado antes ahí, ¿verdad? Qué curioso.

—Buenas tardes~ —saludé, con suavidad, acercándome al mostrador—. Cuando quieras empezar a recoger me dices, de todas formas no tengo nada más que hacer por aquí... —le expliqué entonces a Luna, en voz algo más baja, soltando una risilla después.

 

Luna da un ligero respingo cuando Brooklyn entra al local y le dedica una sonrisa, como es usual.

—Hola, Lester —dice mientras esculca bajo el mostrador, como si lo que ocurrió con Bobby no hubiese sido nada. Saca varias cadenas y una serie de candados, junto a un juego de llaves—. Puedes ir colocando esto en los enfriadores mientras tanto, no hay prisa.

Suelta un suspiro y luego se rasca la mejilla, con cierto aire nervioso.

 

Bobby Jum

¿Por qué sentía que la había cagado como un imbécil? Bueno, sí sabía: porque la había cagado como un imbécil. Y no es como si no lo fuera desde ya, como si alguna vez se hubiera llevado bien con la gata o hubiera tenido algún tipo de relación amistosa con cualquier adolescente de su edad. Nunca había tenido idea de cómo tratar a la gente, pero ahora le molestaba un poco.

Siempre había evitado relacionarse con chicas, y era posiblemente la primera vez que percibía ¿decepción? de una de ellas.

Contrajo el ceño en una expresión que oscilaba entre la confusión y la molestia, y luego de que Luna hablara, la cachorra Lester ingresó al local. Una estaba bien o algo así, pero ya dos chicas... no, no tenía idea cómo manejar la situación.

Se rascó el pelaje de la nuca con las garras, algo inquieto, y balanceó el peso entre sus pies antes de guardar las patas en el bolsillo y carraspear la garganta. Estaba de más. Qué incómodo.

—En fin, se ve que ya están cerrando. Nos vemos otro día.

Apenas asintió con la cabeza a modo de saludo, primero hacia Luna y luego hacia Brooklyn; se obligó, además, a realizar contacto visual con ambas por al menos unos poquísimos segundos, y luego se fue con destino a casa. Ya fuera del local, soltó un sonoro bufido y alzó el hocico al cielo.

No había logrado nada productivo. Qué día de mierda.

 

Brooklyn Lester

Cogí las cadenas que Luna me extendía y me dispuse a realizar la tarea, dejándoles tiempo para que siguiesen hablando de lo que fuese antes de que les hubiese interrumpido.

Pero... no pasó. Giré el rostro con curiosidad cuando lo escuché hablar de nuevo y lo vi salir del edificio, saludándolo con la mano aunque algo anonadada. Con un suspiro me dirigí finalmente a los congeladores para colocar las cadenas.

—Creo que no le gusto mucho, a Bobby digo —dije, alzando la voz para que Luna me escuchase desde donde estuviese—. Siempre sale corriendo cuando aparezco.

 

—Adiós —responde ante las palabras de Bobby.

Luego se gira para mirarte mientras se dispone a contar el dinero de la caja y suelta una risa floja.

—Creo que... no se le da muy bien hablar con chicas o con nadie en general —añade. No suena molesta realmente—. Además creo que quizás dije algo que lo incomodó, no estoy muy segura. A veces me dejo llevar y olvido que la gente no es bueno, ya sabes, igual de enérgica.

Cuenta el dinero despacio y pasado un rato, bosteza, mostrando los colmillos. Lo cierto es que aunque lo intuye no tiene idea de qué fue lo que pudo molestar a Bobby al punto de hacerlo casi huir.

>>Ah, cuando termines con eso puedes ayudarme con lo de barrer en lo que acabo esto.

 

Brooklyn Lester

Uhm. Escuché con atención lo que Luna decía, aun centrada en mi tarea, y finalmente asentí con la cabeza, riendo ligeramente.

—Puede que tengas razón, nunca lo he visto relacionándose con nadie así que quizás sea eso.

Terminé entonces con lo que se me había encargado, comprobando rápidamente que todo estaba en correcto estado y me dirigí entonces hacia la escoba, comenzando a barrer en cuanto me hice con ella.

>>Vaya, lo siento. Es normal dejarse llevar a veces, no te preocupes. Seguro que no ha sido nada grave y solo se ha impresionado un poco~

 

Sonríe con suavidad ante tus palabras, como si de alguna forma la tranquilizaran y asiente con la cabeza mientras sigue con su tarea.

—Puede que tengas razón —añade, casi en un murmuro.

Una vez termina, procede a guardar el dinero en la caja fuerte en el almacén y cuando terminas de limpiar, saca las llaves y te espera fuera, para cerrar.

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Ahora sí, voy a cerrar el día. En un rato les cae la alerta.