Snack Falcon

Brooklyn Lester

Aun si estaba algo más metida en la tienda, lo cierto es que no era muy grande y no pude evitar escuchar la conversación que estaban teniendo por encima. ¿Greggory Lee iba a venir a Possum Springs de visita? Eso podía ser... interesante, desde luego.

No lo había conocido, pero todos los habitantes del pueblo conocían la historia de Mae y su grupo... y Gregg estaba en ese grupo. ¿Quizás... ello sabrían algo más de lo que estaba sucediendo? Bueno, no vivían aquí así que no podían saberlo pero... ¿y si tenía que ver?

Al final, volví a acercarme al mostrador y miré a Luna con una sonrisa.

—Voy a darme una vuelta rápida por aquí, ¿vale? Estaré atenta al móvil por si me necesitas~

Así, me despedí con un inclinamiento de cabeza y una sonrisa de Bobby y salí del establecimiento. Aquel recuerdo de Gregg me hizo pensar en otra tienda conocida de la historia que quizás podría visitar.

Contenido oculto

YO TAMBIÉN QUIERO (???

 

—Vale~ —responde mientras se despide con un movimiento de mano.

Momentos después de que Brook deja el local, alguien más entra: Nieves.

—Buenas tardes... ¿Nieves, cierto? —pregunta—. Ah sí, no te preocupes, ya te cobro.

Luna toma un paquete de bocadillos de queso y un encendedor del mostrador y los coloca en una pequeña bolsa de papel.

—Serían dos dólares con veinticinco. Gracias por tu compra~

Obtienes bocadillos de maíz con queso y encendedor. Se te restan $2,25.

 

Bobby Jum

Soltó una sonora y amarga risa ante su comentario amenazante sobre el bate y lo dejó estar, porque igual y no era su estilo meterse con chicas.

... eso, o prefería no interactuar mucho con ellas, claro.

Le echó un vistazo al bate y enarcó una ceja detallándolo mientras Luna marcaba un número y empezaba a conversar. Los chillidos que esos dos pegaban le crisparon los nervios y chasqueó la lengua, cubriéndose las orejas con las patas. Menudo dramático, pero ojalá haber tenido cinta a mano para obligarlos a cerrar el puto pico. Que ni pico tenían, claro. Ni ella ni Gregg.

Aún así, qué jodidas cacatúas.

Se aguantó el circo hasta que Luna se dirigió a él. Bueno, al menos todo el rollo había servido de algo. Se sonrió ante su comentario de salir corriendo con el móvil encima cuando más voces femeninas comenzaron a aglomerarse a su alrededor. Iba marcando los números en piloto automático, pero su cerebro quería salir huyendo de allí. Le dejó el aparato sobre el mostrador con poca delicadeza, se calzó el casco a la cabeza y enterró las patas en los bolsillos, soltando un gruñido bajo de hostilidad antes de pegar media vuelta e irse. Obviamente no le dirigió la mirada a nadie.

Ni siquiera agradeció por el favor enorme que Luna le había hecho, y mucho menos se despidió.

 

William Baxter

No tardé mucho en ser ahora yo quién entraba al local y en su lugar salía Bobby, me detuve un momento a verlo y no le dije ni hice nada. Sosteniendo sutilmente la ballesta por si planeaba quitármelo.
Al final ingreso con calma y vuelvo a ver la máquina de Lotería. Por lo que opto por acercarme. A la par que ví a Luna al fondo, saludándola desde mi posición.

—¡Hey! Hola Luna... ¿Cómo va todo?—. Pregunté con calma y amabilidad, si bien estaba molesto ahora, los demás no tenían la culpa, claro esta.

 

—¿Por ahora? No creo que nadie regrese más en un rato —dice con sencillez. Sus orejas se agitan al escuchar tu otra pregunta y niega con la cabeza mientras se regresa el móvil al bolsillo para luego también volver el bate a su lugar—. Mi familia no tiene el dinero para pensar en que alguien deje el pueblo o para enviarme a estudiar y no soy tan lista como para conseguir una beca o algo así que... Aquí estamos.

—Ah, hola, Baxter —dice respondiendo a tu saludo—. Bueno, parece que hemos tenido tráfico hoy en este local y la única que ha comprado algo es la lechuza aquí presente, pero supongo que es agradable recibir algo de gente.

Recibes un boleto para la lotería de Possum Springs y se te restan $3.

 

William Baxter

No evité sorprenderme ante la respuesta de Luna mientras recibía el boleto de lotería. ¿Lechuza? Cuando terminé de guardar todo, vi que estaba Margarita ahí presente.
—¡Oh! ¡Hola! Creí que seguirías en la Biblioteca—. Dije impresionado, mientras me acercaba a ambas. Luego dirigí mi atención a Luna.
>>Bueno, al menos te damos algo de compañía, la verdad es que me pone tenso que la gran mayoría del tiempo uno se quede solo, por mucho que uno deba o no estarlo—. Dije con calma.

 

Luna te dedica una sonrisa, mientras se ajusta la bufanda púrpura mejor al cuello.

—No te preocupes por eso. De hecho acaba de estar aquí Lester, por el anuncio de hoy en la mañana, no sé si lo viste, así que ella me estará acompañado a cerrar el local y con algunas otras cosas. —Levanta el envase de refresco vacío que yace sobre el mostrador y lo tira en la cesta de la basura—. ¡Pero yo sigo siendo la Señora de los Snack Falcon! Y suerte con tu billete de lotería, por cierto.

Observa la ballesta que cargas un momento y suelta una risa nasal. Pareciera que todos traen cosas de lo más raras consigo el día de hoy.

 

William Baxter

—¡Ah si! El anuncio. También venía a preguntarte por eso, aunque de hecho fui con Hartley, ya le pedí informes y bueno, en unas horas debo ir al Miller's de vuelta para acompañarlo a cerrar el local—. Le sonreí con calidez.—. Intuyo que contigo pasa algo similar.
Luego escuché su comentario de la ballesta, por lo que reí enérgico.

—En el mismísimo Inframundo lo hallé. Le pregunté a Hartley sobre ella y bueno—. Me lo quité para que viese la inscripción—, pertenece a un tal Gregg, que me contó es Gregg Lee, uno de los antiguos detectives de hace años, incluido a Angus. Se le veía nostálgico, más si me contó que Casey se llevaba de lujo con el dueño de esta ballesta—. Dije un poco triste pero dejando que viese el arma.
>>Ten cuidado que esta cargada. Tiene una sola flecha pero, bueno. De algo a nada—. Reí enérgico, olvidando con cierta velocidad mi coraje de hace poco.

 

Sus ojillos vivaces adquieren un brillo casi infantil cuando escucha el nombre de Gregg salir de tu hocico y, ni lenta ni perezosa, toma la ballesta.
Su gesto se arruga, porque huele justo como el casco de Bobby porque después de todo salió del mismo lugar.

Recorre la talla con la pata y sonríe para sí misma.
Coloca el arma en posición, observa a través de la mirilla y luego habla.

—Las flechas se recuperan. Si le das a algo con la precisión suficiente para matarlo, no deberías preocuparte más que por cargar un par contigo —dice con sorprendente seriedad—. Mira esa caja de madera allá junto a uno de los enfriadores del fondo. Está vacía así que...

Acciona el gatillo, sin dudar siquiera, y la flecha corta el aire hasta clavarse justo en el centro de la caja, casi hasta la mitad.
Crangler deja el arma sobre el mostrador y camina hasta la caja, para sacar la flecha. Le cuesta lo suyo sacarla de la madera, pero lo logra y regresa con ella, para volver a cargarla en la ballesta. También tiene hacer evidente esfuerzo para lograrlo, pero lo consigue.

—Gregg trabajaba aquí hace años. Uno de los últimos caprichos que me cumplió, a pesar de que yo era una pulga, fue dejarme disparar esta cosa y pesaba como la mierda en aquel entonces, pero supongo que el necio persevera y logré aprender a usarla. Bueno, aprender a usar esta cosa, batear y usar cuchillos —admite como si fuera lo más normal del mundo—. Volverá al pueblo en unos días, por cierto, para ver a su madre y hablar con Jum de un casco fascista que encontró en el Inframundo. Deberías dejarlo ver esta cosa, creo que le alegrará saber que al menos alguien la encontró.

Vuelve a colocar el arma en el mostrador, perfectamente cargada y luego se limpia las patas con una toalla húmeda que saca de su paquete bajo el mostrador.

 

William Baxter

Tal y como esperé, reaccionó con gran alegría al escuchar la breve historia que le conté, y tomó con suma alegría la Ballesta, tanta que tal vez daba miedo.
Poco después escuché con atención sus palabras, hasta que me señaló a una caja de madera, y de la nada accionó el gatillo para que la enorme flecha saliese como balazo hacia la caja, provocando un breve estruendo y esta quedase casi destrozada por la mitad, su poder era abrumador.
—Wow, increíble—. Dije incrédulo ante la fuerza de esa cosa, indudablemente, un tiro bien acomodado podría suprimir a alguien o hasta matarlo. Por lo que tal y como me supuse, tenía que ir con cuidado.

Al ver la dificultad con el que sacó la flecha y luego con la que recargaba la flecha, me hizo quedarme reflexivo, era más duro de lo normal. Pero seguro con un poco de práctica serviría para adaptarme a la fuerza requerida para utilizarla adecuadamente, enarqué las cejas ante su monólogo sobre cómo anteriormente trabajaba aquí mismo, y el cómo le enseñó a usar dicha arma, sumado a usar cosas como un Bate o un Cuchillo. Por lo que musité sorprendido, no se veía complicado de usar. Así que seguramente con una breve investigación de cómo usarlo debería bastar.

—Wow, admito que es imponente, y como dices, sin dudas servirá para defenderme de los que estén por ahí merodeando—. Dije aún atónito por el poder del arma, hasta que ví que la colocó en el mostrador y acto seguido, proseguí a colocarlo en mi espalda de nuevo con dicha cinta.

Aunque su último comentario fue el que me sorprendió.
—¡¿Volverá?! ¡Vaya! Creí que ya no quería volver a este pueblo—. Comenté sorprendido hasta que me explicó las dos razones, por lo que asentí.
>>Tiene sentido... De hecho, tengo su número telefónico, Hartley me la proporcionó, pero no quería hablarle de momento, ¿crees que la quiera devuelta?—. Comenté, refiriéndome al arma.

 

Ríe ligeramente mientras te escucha hablar.

—Ojos porque la flecha alcanza el cerebro, pulmones y corazón. La garganta suele funcionar también en algunos casos. —Lo cierto es que escucharla decir esas cosas, teniendo en cuenta lo pequeña que parece, resulta hasta inquietante, pero quizás sea precisamente por su tamaño que tuvo que aprender a defenderse de otras maneras o en el fondo es igual de buscapleitos que muchos más grandes, quién sabe. Aún así, es claro que sabe de lo que habla—. Si no quieres tirar a matar, las extremidades bastan.

Apoya los brazos sobre el mostrador, estirándose y asiente a tu pregunta.

—Vendrá con Angus, seguramente. Algunos vuelven para visitar a sus familias y tal, tantos otros como Billy se quedan para cuidarlas, Angus... Solo viene por Gregg. —Ladea la cabeza—. No sé si la querrá de regreso, es muy probable que haya conseguido otra o que su prima Jen le preste la suya, pero al menos por la nostalgia quizás quiera dispararla.

 

William Baxter

Definitivamente debo aprender de ella... Daba miedo verla expresarse así con la edad que tiene, pero bueno. No la culpo, se ve feliz y es así como se deja un legado sobre, por ejemplo. Como usar cosas como estas.
Al final me determiné a tomar muy en cuenta sus consejos. Y seguí escuchándola. Sonriendo ante lo último.
—Bueno, preguntaba para no hacerme muchas ilusiones con el arma. Pero si quiere dispararlo para cuando vuelva, bienvenido sea. Sus marcas de "Gregg rulz" delata que no deja de ser suya—. Reí enérgico.

—¿Gustas llamarme para cuando venga? Intuyo que el punto de reunión será aquí mismo. Ya que falta Bobby y su casco—. Añadí con calma, si vendría, que mejor momento que darle la mejor bienvenida posible. Al menos antes de que empiece a enterarse que las cosas siguen igual de turbias aquí.

 

William Baxter

Ya me estaba preocupando que Margarita no reaccionase, y siendo honesto. Ya me lo veía venir... Sus reacciones, sus comentarios, solo me quedé serio, viéndola, escuchándola... Al final, cuando se acercó con ese jodido espacio tan invadido que me encantaba como hizo Montana antes, solo pude entrecortar mi respiración y contenerlo... Aunque no era de miedo, no esta vez.

—No me importa... Ese es mi problema ahora—. Dije ante todo su monólogo que lo sentí como un balazo en la ya poca paciencia que tenía hoy. Pero no hice nada... No valía la pena, es tarde. NADIE me va a sacar de este caso, carajo. Ya sé que me estoy metiendo en cosas muy turbias, no necesito una repetición más.
Es gracioso... Hartley me dice que puedo terminar con otro jodido trauma, bueno. Es verdad... Y mis propios, tal vez. Amigos. Están contribuyendo muy bien en ello.

Al final la vi alejarse, tratando inútilmente de mantener una postura frente a Luna con sus comentarios finales. Me despedí con la mano, como siempre hacía... Y se fue...
Que día mas asqueroso en serio... Al menos ahora estaba armado y tenía un par de contactos vitales, con eso me basta.

—Siento por eso Luna, espero que no te haya asustado—. Le sonreí, aunque tal vez no de la misma forma como acostumbraba hacer, estaba afectado, claro. Pero ahora ya lo tenía claro... No contaba con nadie.
>>En fin... Es una pobre diabla que se preocupa... Demasiado por mi, larga historia. Ya se le pasará—. Expresé como si fuese lo más normal del mundo... Mientras que en el fondo contenía con anormal nivel una carcajada no de humor, si no de rabia, humillación y depresión. Maldita sea... Necesito hallar algo con que destrozar o me volveré loco... Empiezo a pensar que al final si necesité de un psiquiatra.

 

Lo cierto es que la actitud de Margarita roza el límite de la paciencia de Luna Crangler, no porque se haya dirigido a ella de alguna forma mala o extraña, sino por su actitud repentina hacia Will.
No quiere que la gente solucione sus putos problemas en su basurero.

Toma el bate casi como reflejo y se lo pasa sobre los hombros, con la mirada extrañamente ensombrecida, pero la chica se va antes de que pueda hacer mucho más. Su expresión recuperar normalidad cuando te diriges a ella nuevamente y agita la pata, restándole importancia.

—Acabo de disparar una ballesta, William, cualquier rollo raro de Nieves me da lo mismo, pero que arregle sus mierdas fuera de mi local la próxima vez —dice mientras vuelve a dejar caer el bate sobre el mostrador, arrancándole un sonido hueco—. Por otro lado, claro. Le dije a Gregg que pasara por aquí al Snack cuando llegue al pueblo, así que cuando lo vea puedo decirle a Lester que te avise que está aquí sin problema.

 

William Baxter

No evité sentirme mal por la reacción de Luna. Genial, solo amargó el momento, al final solo suspire.
—Frenetica, como ves... Le da igual la situación o el donde se halle, va y habla de todo a uno frente a todos—. Volví a suspirar.

Luego volví a mirarla, haciéndole una última pregunta:
—¿Tu crees que en verdad no vale de nada que me esfuerce por solucionar este caso? Es un bien para todos... Al menos es lo que yo pienso.

 

Suelta una risa nasal y se encoge de hombros.

—En este punto poco importa lo que un montón de condenados pensemos, Baxter. Puede ser un bien para todos, no sé yo, pero también puede ser un mal para ti mismo y para tu familia si te llega a ocurrir algo. Todas las cosas al cambiarlas de perspectiva son una cagada para alguien, las decisiones son así. No se puede tomar algo sin renunciar a otra cosa. —Sale de detrás del mostrador, se dirige a uno de los enfriadores, observa sin abrir la puerta y finalmente toma una caja de café helado. Lo abre para darle un trago mientras regresa a su lugar designado—. No creo que valga la pena preguntarme lo que opino cuando cargas la ballesta de Gregg contigo, ¿no te parece?

Sonríe con cierta resignación, como si no hubiera más remedio, y le da un nuevo trago al café.

 

William Baxter

Al escucharla, solo pude dar una risa nasal mientras negaba.
—Si... No es necesario preguntar—. Respondí, sonriendole agradecido.

—Bueno, supongo que solo queda tomar mi camino... Y rezar porque no me pase algo malo—. Dije, mientras al fin me paré como era debido.
>>Supongo que no molesto más. Ya regresaré después a ver a Gregg. Y oye, gracias por los consejos. Los tomaré muy en cuenta—. Dije, refiriéndome a la ballesta.

—Y gracias por la buena suerte. La necesitaré—. Reí por lo bajo, ahora refiriéndome al boleto. Despidiendome para posteriormente ir a la salida y abrir la puerta, abandonando el sitio con calma.