One-shot Smile

Contenido oculto

Resumen: Yo creo que sí, solo inténtalo.
Género: Amistad
Rating: K
Número de palabras: 1139
Disclaimer: Bleach no es mío, le pertece al mangaka Tite kubo.
Advertencias: Senti que quedo inconcluso ^^;
Notas: Es el cumplimiento del desafio de Suri Batiofi

Smile​

​

Igual que hoy, igual que cada noche ella volvía de su trabajo; a una casa simplemente vacía.

En el camino se percato de que una fuerte tormenta se aproximaba, así que solo saco un gran pequeño paraguas azul que solía cargar en su bolsa.

—Creo que debo apresurarme, si no posiblemente se moje la ropa que deje fuera.
Unos chicos que cerca de allí pasaban, se quedaron observándola al verla hablar sola.

¿Extraño? No, para esta hermosa chica de cabello anaranjado era lo más común, ya que en pocas ocasiones tenia con quien hablar. Y aun así seguía siendo una chica muy cálida, con todos aquellos que conocía.

Apresuro su paso, sin soltar aquel pequeño paraguas; ya que las gotas empezaban a caer.

Al llegar a su morada se aproximo a la puerta y en su bolso empezó a buscar las llaves para poder entrar; en una torpeza las dejo caer al suelo y al agacharse a recogerlas se percato de algo extraño cerca de los botes de basura, parecía un muñeco.

¿Pero quién tiraría un muñeco de ese tamaño en la basura de su casa?

Ella un poco temerosa se acerco, con el paraguas en una mano y con la otra dispuesta a ver aquello que en su basura se encontraba; lo toco un poco asustada y le volteo, solo para darse cuenta de que se trataba de una persona de la impresión soltó su pequeño paraguas azul dejándolo caer sobre aquella persona de apariencia desordenada haciendo que recuperara el conocimiento.

— ¿Estas bien?— pregunto un poco desorientada

—Si, lo estoy— respondió aquel chico antes de perder el conocimiento nuevamente.

Al ver como aquel chico perdía el conocimiento se dispuso a llevarlo hasta dentro de su casa, con esfuerzo y habiendo quedado toda empapada, lo coloco en el sillón de su casa.
Todo había quedado lleno de agua, incluidos los 2 chicos.

—Que desastres puede hacer una tormenta— se dijo aquella chica, mientras buscaba una toalla para limpiar todo aquel rastro de agua.

Luego recordó lo empapada que se encontraba, así que se adentro a su habitación y se cambio de ropa; al regresar a la sala traía entre las manos una muda de ropa.

—Espero que sea de su talla.

Se acerco al chico que se encontraba, inconsciente en su sala y se preparo a cambiarlo.

¿Pero cómo lo cambiaba?

Bueno, la playera seria lo más sencillo, pero… ¿sus pantalones?; no lo había considerado hasta ese momento; empezó por cambiar su playera, desabrocho su pantalón sin mirar y cerrando los ojos muy fuertemente, y se dispuso a jalar, al no abrir los ojos claramente no sabía lo que hacía, por lo cual al salir el pantalón del chico de golpe, ella se fue de espalda y cayó haciendo que abriera los ojos.

—No vi nada— Grito la chica del cabello anaranjado, tapando sus ojos con ambas manos.
Acción de la cual no obtuvo respuesta, en ese momento rápidamente tomo el pantalón que tenía en sus manos se lo coloco al chico y se lo puso.

—Pff— suspiro la chica —Creo que no era tan difícil— se dijo al ver terminada su misión
Minutos después, se puso a curar sus heridas, limpio su rostro y le observo cuidadosamente. El tenía la piel blanca prácticamente como la nieve, el cabello negro un poco largo y descuidado y era muy delgado.

Así la chica de cabello anaranjado se quedo dormida junto aquel sofá en donde aquel chico se encontraba, cansada por tan ajetreado día.

A la mañana siguiente, aquella chica de cabello anaranjado despertó y al no ver a nadie en el sofá por un momento pensó, que todo aquello había sido solo un sueño, así que se levanto, tomo el control del televisor y lo encendió, entro a su habitación tomo una ducha y cambio su ropa se arreglo y miro la hora

— ¿Como es posible que sea tan tarde? Seguramente me regañaran—

Cuando estaba a punto de salir corriendo hacia su trabajo vi que en la mesa cerca de la puerta estaba la muda de ropa, que le había puesto a aquel chico, y una nota que decía:

“Siento haber causado molestias.”​

Esa nota, le hizo sonreir.

—Que bueno que este bien.

— ¡Oh! No, se me ha hecho demasiado tarde.

Después del evento de aquel día, todo regreso a la normalidad de aquella chica y a la misma rutina que regia sus días.

Así pasaron varios días, hasta que en una ocasión mientras que se encontraba mirando la televisión coma cada mañana escucho la noticia de que el ex - multimillonario Ulquiorra Schiffer, que había ido a la quiebra después del violento asesinato de sus padres, se encontraba en el hospital en el momento en el que mostraron la fotografía de aquel personaje, aquella chica se brinco y dijo

—Es él, el chico que encontré tirado en la basura.

Copio rápidamente la dirección del hospital y se dirigió a él,
Al llegar al hospital pregunto por la habitación, se aproximo a esta y toco la puerta delicadamente; al no escuchar una respuesta entro.

—Buenos días, ¿Cómo te encuentras?

— ¿Quién eres tú?— pregunto el chico, que ahora que volvía a observar tenía unos hermosos ojos verdes.

—Creo que no me recuerdas, Me llamo Inoue Orihime, soy la chica que te ayudo el otro día.
— ¿A que vienes? Acaso ¿quieres que te de las gracias? O es que ¿quieres dinero?, y si es así te informo que no tengo ni una moneda conmigo; así que te puedes ir.

Aquel chico parecía tan inexpresivo, decía ese tipo de cosas con una calma, tan vacía.

—No, no es eso. Solo quería saber cómo seguías, ya que ese día desapareciste.

Le dijo mirándolo de frente, mientras sonreía.

— ¿Por qué sonríes?

— ¿Por que? Bueno, solo porque quiere que recuperes tu animo y te recuperes pronto.

— ¿Una sonrisa?... ¿Puede eso realmente aliviar a alguien? Algo tan insignificante

—Yo creo que sí, solo inténtalo.

Aun escuchándolo aquel chico no entendió aquellas palabras, que había escuchado.
Durante los siguientes días, la chica del cabello naranja se dedico a cuidar de aquel, chico llevándole alimento y en algunas ocasiones abriendo conversación con él, las cuales ella hablaba sin parar y él se limitaba a contestarle si o no.
Cada día le sonrió, y le hablo, aunque pareciera a él no interesarle ni en lo mas mínimo, y en una ocasión, en la recepción del hospital de dijeron que lo acababan de dar de alta, y se había retirado, dejando solo una nota para ella como la primera vez que lo conoció.

“Tal vez yo no pueda sonreír tan fácilmente como tú, pero creo que he entendido la calidez de tu sonrisa”​

Gracias.​

Nos volveremos a encontrar.​

​

Ella, solo sonrió y se dirigió a su casa, a continuar con su ya acostumbrada costumbre.

—Espero que logres volver a sonreír.