Harry Potter Sin final feliz.

Escrito para la actividad: ¿Qué pasó con los mortífagos?

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Sin final feliz​

Después de que el héroe de Hogwarts había acabado con mi amo, mi señor y mi razón para vivir, ya no había más razón para luchar.
Cerré los ojos lentamente y suspiré. Ya no había razones para odiar.

Guardé mi varita y bajé las mangas de mis brazos para ocultar el tatuaje que mostraba mi lealtad.

—Buen final, ¿eh? ¡Al fin ha acabado todo! —me decían dandome golpecitos en el hombro, yo solo asentí con lentitud y me alejé de la multitud.
Vi a los Malfoy huyendo del lugar con el rostro furioso, mientras balbuceaban a lo alto varias amenazas, yo tan solo los ignoré y metí las manos a los bolsillos.

¿Ahora qué es lo que haría?

¿Seguiría intentando luchar? No, ya no había razón para eso.

Observé con desprecio aquellas infantiles e inmaduras caras de felicidad, ¿era aquel niño de gafas suficientemente hábil para haber acabado con..., con él?

Suspiré.

Ahora nada valía la pena, nada era lo bastante interesante para luchar, ni siquiera el intentar ganar.
Sin el señor tenebroso... Nada valía la pena.

Caminé vagamente por los escombros de lo que había sido destruido de la escuela de Hogwarts y empecé a recordar lo feliz, triunfadores y fuertes que nos sentíamos hasta hace unas horas.
¡Les ganaríamos!, ¡ya no más Hogwarts, ya no más Potter!

Qué tonto.

Todos mis aliados habían sido matados..., el resto lucía rendido y sin esperanzas.

Parecía un final feliz para Hogwarts, ¡qué alegría!..., más para nosotros no fue así.

Ya no tenía caso vivir, pero me sentía lo demasiado cobarde para suicidarme.

Saqué de nuevo y con torpeza mi varita, y la posicioné en mi brazo donde tenía la marca más preciada de todas: la marca tenebrosa, y con decepción pronuncié:

—Obliteration Charm.

Después de aquello, la marca oscura y siniestra se fue desvaneciendo poco a poco hasta dejar mi brazo sin nada, luego agarré mi varita y la apunté a mi cabeza, tragué saliva para después susurrar con lentitud y tristeza:

—Obliviate.

Mis ojos se cerraron al unísono y sentí que perdía la consciencia por unos segundos, luego abrí los ojos de golpe y vi que me encontraba en el suelo.

—¡¿Está usted bien?! —me gritaban, mientras me levantaban poco a poco.

—¿Qué... qué pasó?

—¡Se ha desmayado!, ¿está bien?

—¿Donde... donde estoy?, ¿Quién soy?

—¿No... recuerda nada?

Negué con mi cabeza lentamente y sentía un dolor inmenso en la cabeza, ¿qué había sucedido?

—Quisiera que no fuera verdad —continuó diciendo—, pero parece que lo han hechizado con el hechizo de borrar la memoria, el 'Obliviate'.

—¿Donde estoy? —Volví a preguntar.

—Estás en casa —escuché una voz detrás de mí y vi a un joven de anteojos apoyando su mano en mi hombro—, ya todo ha acabado.

Sonreí con lentitud y miré a mi alrededor. Todos lucían felices y aquella alegría parecía impregnarse en mí; pero por alguna razón, aunque todos lucían felices y todo "parecía haber acabado", en mi interior seguía sintiendo que aquel escenario..., aquel lugar... no había sido un final feliz para mí.

—¿Recuerdas tu nombre?

—Sí... —divagué un poco, mientras me quitaba la capucha de la cabeza y dejaba a la luz mi largo y oscuro cabello—, sí lo recuerdo. Mi nombre es...