The Hunger Games Sin elección

Sin elección​

Movió los dedos con gracia, revolviendo todos y cada uno de los pequeños papeles que en el interior de la urna se encontraban. Dejando que pequeñas chispas se lograrán distinguir al encontrarse el dorado de sus sellos con el sol del día.


Effie miraba a todos con una pequeña sonrisa pintada en sus labios, con un brillo singular en sus ojos y la quijada en alto. Como toda una mujer del Capitolio quien admiraba a los posibles tributos. A esos niños con el miedo pintado en sus rostros.


Podía sentir el terror de cada uno de ellos, el temblor de su cuerpo y la respiración entrecortada por la interminable espera. Sedientos por saber si lograban vivir un año más.


Por fin cerró la mano; observando como todos se quedaban tiesos, como todos perdían el poco color que sus rostros poseían. Sonrió un poco más, levantando lentamente el papel que en su suave y delicada mano había. Lo llevó contra su pecho y estuvo a punto de abrirlo y decir el ansiado nombre, pero algo que nunca le había pasado le dejo dura y con los ojos abiertos.


Había dos papeles en sus manos.


¿Cómo había sido tan descuidada de no notar eso?, ¿cómo había podido sacar dos nombres? ¡Sólo podía decir el de uno! ¿Qué debería hacer?, ¿devolver uno a la urna? Todo el mundo se daría cuenta de eso y creerían que ella lo hacía por gusto propio. No, no podía hacer eso. No si deseaba vivir otro día más.


Cerró los ojos y suspiró, caminando hacia el micrófono mientras guardaba discretamente uno de los papeles en sus guantes. Nadie podía verlo.


Cuando estuvo en su lugar, abrió el papel con el que se quedó, leyéndolo y anunciando el nombre del tributo masculino.



—¡Peeta Mellark!



Lo que nadie sabía, y nunca podrían saber, es que en el otro papel rezaba el nombre: “Gale Hawthorne”.