de Inuyasha - Siete Días para Morir

Siete Días para Morir

Siete Días Para Morir
(o Morirás en Siete Días)
​

A veces, la vida te pone a prueba para ver cómo reaccionas. Pero algunas pruebas parecen exámenes finales.

No es que haya visto un video extraño o que me hayan lanzado una maldición o me hayan amenazado de muerte. Tampoco es que sea supersticiosa, ni padezco una enfermedad crónica, ni he decidido poner fin a mi existencia.

¿Por qué necesitaría entonces siete días para mi muerte?
Mi madre viene a visitarme.

Dirás que exagero, pero si conocieras a mi madre, definitivamente pensarías distinto. Ella es aplicada, detallista, perfeccionista y yo soy... un desastre.

Que corriera la voz de su presencia fue más que suficiente para que me miren raro en la universidad. Esto también ha suscitado burlas. Miroku lo ha utilizado como excusa para hacerme bromas e intentar acercárseme, no conforme con ser el novio de mi amiga Sango, que proviene de un pequeño pueblo, al igual que yo.

Inuyasha, por su parte, ha encontrado el motivo perfecto para fastidiarme y defender su postura de que soy una niña mimada y engreída, incapaz de hacer nada por mi misma. Eso le ha valido los constantes reproches de Kouga un hosco, simpático y enamoradizo companero de clases con ojos celestes, y de Kikyou, una tutora con la que sale "en secreto".

Pero justo ahora no puedo preocuparme por las bromas y conflictos de mis amigos. Debo preocuparme de mí misma, debo salvarme. Es que mi madre tiene la imagen equivocada de que tiene una hija buena y perfecta, pero en realidad, estoy lejos de su modelo perfecto y temo defraudarla. Por eso le he dicho muchas mentiras, ahora, podría descubrirlas accidentalmente y, como resultado, yo podría terminar regresando al pueblo que tanto detesto. Eso sería muy semejante a morir y aun soy joven para arriesgarme.

A mi madre, le he dicho que me va estupendo en los exámenes y que, hasta el momento, no he reprobado ninguno, que aseo el departamento todos los días, hago gimnasia, duermo bien y como saludable. También le he dicho que asisto a todas mis clases, que llego a casa temprano, que tengo muchos amigos y también un novio llamado Inuyasha.

Pero la verdad es que soy un desastre para los estudios y he reprobado varios exámenes, casi nunca limpio el departamento y, como soy un desastre cocinando, suelo comprar comida chatarra o negociar el almuerzo con mis compañeros de clases. También me gustan las fiestas y nunca llego temprano. Duermo mucho y soy de pasarme por alto algunas de mis clases. Mis amigos me aman, pero el resto me detesta o no me comprende y, apesar de que intento parecer atractiva, nunca he tenido novio. E Inuyasha está con ella, nunca se fijaría en mí.

Al vivir en un pueblo pequeño, yo sería blanco de todas las miradas y los comentarios, pero mi orgullo no lo soportaría. Además de morir de vergüenza, moriría de aburrimiento, porque allí no hay nada interesante para ver, porque allí encuentro una y otra vez a las mismas personas y los días transcurren con total monotonía. Debe haber un modo de evitar tal desenlace.

Mi madre se ha quedado en mi departamento para ahorrar gastos de hospedaje y permanecerá aquí durante una semana. En ese tiempo, mis mentiras piadosas deben parecer reales o, de lo contrario, me veré obligada a que me juzgue.

En mi desesperación, llamé por teléfono a Souta, mi hermano mayor, que vive al otro lado de la ciudad con su novia, Hitomi. A veces, es muy astuto cuando se lo propone y me ha asegurado que, si me comunico con él todos los días, me ayudará a salir del aprieto.​