Re: Siete días para conquistarte Holaaa!! Hello Me encantooooooo!!!!!! que hermoso el capitulo ojot me fascino por fin le dijo que le gustaba y ella acepto el trabajo y le dio las gracias todo muy romantico lindo Espero que pronto pongas la conti y ver como va a ser es sexto dia que con todo esto debertia ser bueno xD Besos Sayounra
Re: Siete días para conquistarte Dios que contii me encantooo, que lindo que Inuyasha le haya dicho a Kagome que la queriaaa, que tierna fue esta conti, me encantoooo, y que bueno que acepto el trabajo, asi Inu tendra mas razones para verla, jejejeje que bien. Espero esa conti con ansias cuidatee.
Re: Siete días para conquistarte holaa ;) exeleente tu fanfics porfa continualo pronto me gusto mucho , me dejo muy intrigada con lo que se vendra en el proximo capitulo estoy anciosa por leer la conti :D. lo que mas me gusto de esta conti ya qe lo leei hoy dia , x lo qe no abia posteado anteriormente :P lo mas lindo fue que inuyasha le dijieraa a kag qe la qqeria fue todo tierno *-* ya porfa la conti ^^. zhausw!
Re: Siete días para conquistarte Holitas!!!!!!!!!!!!!!! ersta super bueno , de veras he leido los 5 dias y me encantaron tienes que continuarlo porfis bye cdt muote y espero conti pronto OSMHY
Re: Siete días para conquistarte ola!!!muy bueno el fic!!!!me ha encantado!!! que pasara a partir de aora??? espero que inuyasha y kagome tengan una historia super buena!!! venga muxos bss y abrazos
Re: Siete días para conquistarte Muchas gracias a todas por sus comentarios, lamento la demora, pero aquí traigo el penúltimo cápitulo. Día seis: Bien, después de que me vi forzado a dejar su casa, el único pensamiento que podía sostener en mi cabeza era el de Kagome bajo mis brazos contra mi caja toráxico. Aun podía sentir la calidez de su cercanía y por todos los cielos, ¡su aroma!. Estaba impregnado en mis fosas nasales insistente, la suavidad de su piel… tan tersa, suave. No se si la sentí de pronto muy frágil y pequeña o yo me sentí más grande, pero tenía la certeza de que quería protegerla sobre cualquier cosa. Estaba oficialmente necesitado de ella, aunque no tenía mucha gracia admitirlo, ya no estaba para jueguitos e indecisiones. Ahora, un día después, con tiempo de sobra y a sabiendas que ya no era cosa de esperar a verla en el McDonald’s como un adolescente indeciso, tenía que buscar otra forma de verla y la única que conocía, era ir hasta el templo. Es común ver a un hombre cortejar a una mujer, cuando esta le atrae, pero yo estaba cruzando esa delicada línea casi hasta el acoso. Solo esperaba que ella no se estuviera dando cuenta o que bien no le molestara. Si yo fuera una mujer como Kagome y si un tío descarado como yo me estuviera rondando, sin duda lo mandaría a donde su madre. No sin antes pegarle un buen cachetazo y recordarle que hay leyes que protegen los derechos de la mujer y que podría meterlo a la cárcel por acoso… Dioses, me alegré profundamente de que ella no fuera exactamente como yo y de que estudiara enfermería y no leyes. Un poco encrespado gracias a la deducción sobre mi comportamiento y sobre mis excesos, estaba decidido a decirle que me gustaba -o quizás un poco más- para así rondarla más a gusto o alejarme por completo. Aunque de lo último no estaba tan seguro porque, conociéndome, seguiría insistiendo hasta que de cierta forma me aceptara. Aún era temprano, no pasaban de las diez de la mañana, o al menos eso decía mi reloj de pulso. No pude reprimir el impulso de salir corriendo a buscarle y con la conciencia de que podría estar en la escuela; me aventuré hacia su hogar para probar que tan de mi lado se encontraba la suerte ese día. En realidad su casa no estaba tan lejos de la mía, por lo cual agradecí encarecidamente a cualquier ente que hubiera decidido poner ese templo shinto a poca distancia de mi vivienda. La verdad es que nunca me había sentido tan gratificado de obtener aquella propiedad. Dos años atrás lo había hecho prácticamente por necesidad, vivir en el cuarto piso de un edificio no es precisamente la mejor dosis de relajación con un trabajo tan estresante como el mío, necesitaba espacio, aire y privacidad, ¿qué mejor que una casa propia en algún barrio tranquilo? ¿y que mejor barrio tranquilo en Tokyo que Itabashi?. Ahora amaba más que nunca el barrio de Itabashi. No tardé más de quince minutos en estar frente a aquella enorme escalinata de concreto, y me dispuse a subirla lo más rápido que pude. Aún si no la encontraba, podría ver a su hermano y preguntarle algunas cosas sobre Kagome. Cuando cruce el torii, sentí que mariposas se agitaban en mi estomago, pero no de esas mariposas tiernas que hacen cosquillas, no, eran de esas agresivas que te quieren hacer un agujero y, que estoy seguro, en cualquier momento me iban a hacer un hueco haciendo un derramamiento de viseras innecesario. Una vez más frente aquella puerta, me armé del valor que había dejado unos metros atrás, y respiré hondamente, preparado para cualquier cosa. Noté que había un timbre. Y pensar que el día anterior yo había tocado con los nudillos. Pues me dispuse a usar el innovador invento, una vez, escuche el sonido largo, aletargado… ¡que desesperación!. Golpeteé la loza con mi pie, con bastantes ansias, quería que pasara algo, lo que fuera, pero que pasara ya. Y como por arte de magia, la puerta se abrió, una vez más, lentamente, incluyendo el suspenso que yo no necesitaba. Una figura pequeña estaba dentro del lugar. Cabellos negros y un corte al ras de sus orejas, unos ojos dormilones y una cara simpática, un chiquillo, el hermano de Kagome, deduje al instante. Me saludó y me miró confundido, por supuesto no dejé de responderle cortésmente a su interrogatorio… –¿Eres amigo de mi hermana? –Si, creo, bueno, algo así… – ¿que éramos hasta ahora?. Ahora que me ponía a pensarlo se me había formado un nudo en el estomago. –¿Cómo te llamas? –Inuyasha –¿Vienes a ver a Kagome? –vaya chico suspicaz, pensé con ironía –Si, ¿está? –Pues si, pero esta enferma Es obvio que en ese momento cualquier tipo de ilusión, fantasía, ansia o mínimo ápice de planes se me vinieron abajo. También he de suponer que puse una cara de idiota retrasado o que palidecí al instante, porque el chico se asustó y rectifico rápidamente sus palabras. –No es mucho, solo esta resfriada, ella dice que se pondrá bien. Kagome es enfermera ¿sabes? así que debe ser cierto –. Bien, yo suspiré ante eso, pero lo cierto es que no me fiaba mucho, es decir, Kagome parecía ser la clásica buena hermana mayor, de esas protectoras casi maternales y podría haberle mentido a su hermano para que no se preocupase por ella, lo que obviamente hizo que me preocupara más… –¿Puedo pasar a verla? –pregunté ya casi adentrándome y buscando su habitación. –Ah, si El chico caminó y yo le seguí de cerca, subimos las escaleras a la segunda planta, el piso era de madera perfectamente lisa, y avancé hasta que se detuvo frente a una puerta de un color beige. –¿Hermana? –preguntó mientras tocaba con los nudillos. No hubo respuesta –. Seguro esta dormida, me dijo que descansaría y que después estudiaría un poco. Aún a pesar de eso yo quería cerciorarme de que estaba bien, necesitaba saberlo desesperadamente. El niño se quedó pasmado un instante y luego giro la perilla de la puerta empujándola hacía adentro. –¿Hermana? –volvió a preguntar con cierta cautela mientras se abría paso y yo, nada paciente, tras él. Estaba seguro que en ese momento, toda la sangre en mis arterias se me había bajado directo hasta los pies, cuando la vi recostada sobre su escritorio como si hubiese intentado estudiar pero no hubiese podido más. Me acerqué a ella en dos zancadas y vi su rostro enrojecido por la fiebre. –Vaya –dijo el chico tras de mí –, se quedó dormida mientras hacia la tarea, voy despertarla para que se apure –, vaya mocoso, rebatí, nada preocupado… ¿O era que yo estaba exagerando? –, siempre se duerme mientras hace su tarea. Si, quizás yo estaba exagerando. –Deberías dejar que duerma, ahora si que lo necesita, esta enferma –argumenté intentando sonar sensato y agradecí que me diera la razón. –Esta bien, voy a traerle una pastilla –. Y acto seguido salió corriendo de la habitación. Intenté respirar más despacio, como si el solo sonido que provocase pudiera despertarla. Coloqué una mano sobre su espalda y pasé otra por debajo de sus rodillas, levantándola al hilo, con suavidad recargándola contra mi pecho sintiendo el calor que emanaba su cuerpo y la flacidez por su estado. Se me hizo un nudo en el estomago. La acomodé en su cama y le coloqué encima las cobijas, arropándola con gentileza, no se movió ni un ápice cuando la deje allí. Tan frágil, pensé. En ese instante entró su hermano, con una pastilla y un vaso de agua. –Déjalo allí, cuando despierte la tomará –, le aseguré. Los ojos del infante se posaron en mí, como examinándome, escrutándome, y después asintió, más que a mi declaración, aprobándome, como si me hubiera hecho un examen para permitirme estar al lado de su hermana. Aunque seguramente fue mi imaginación, estaba volviéndome paranoico con toda esa situación. Cuando hubo salido de la habitación, tomé la silla del escritorio y la puse al lado de la cama de Kagome, me senté y eche mi cabeza atrás. Mirando al techo solemnemente me pregunté como era posible que estuviera en ese estado por una mujer que solo había visto y que apenas conocía de unos cuantos días. ¿Sería alguna clase de capricho? No, me respondí automáticamente, no era eso, de haber sido así seguramente no me habría preocupado demasiado. El día que no fue más al Mcdonald’s yo la busqué con verdadero afán de saberla bien y estar a su lado, había dejado de pensar en la conquista, fue en ese momento que comprendí más que siempre que Inuyasha Taisho se había enamorado como un idiota. Volví mi cabeza hacia ella, donde descansaba y respiraba con dificultad, revuelta entre sus sabanas musitando palabras inteligibles, en un sueño que parecía preocuparla sin llegar a ser pesadilla. La mire con devoción, me inspiró una ternura incomparable, con su rostro sonrojado y el sudor sobre su frente, sus labios entre abiertos y sus tupidas pestañas… Mi cuerpo aclamaba tenerla entre mis brazos, como si ella hubiera sido hecha con un molde solo para mí. De pronto el embelesamiento terminó cuando la escuché suspirar profundamente casi con desesperación. Coloqué presuroso mi mano sobre su frente, y descubrí con horror que su temperatura había aumentado considerablemente. Una desesperación y un sentimiento de impotencia me invadió sin aviso y en un impulso coloqué una palma en su rostro, ahuecándola para que encajara su mejilla, con suavidad giré un poco su cabeza y deposité un beso en su frente. –Vas a estar bien –le susurré, seguro de que no podía escucharme, cuando me asombró descubrir sus ojos cristalizados entreabiertos mirándome apenas entre confundida y agradecida con un frunce y una sonrisa que le devolví, sin pensarlo, automáticamente. –¿Inuyasha? – espetó apenas con dificultad intentando levantarse apoyándose en sus codos. –Si, no te levantes – aseveré con suavidad recostándola a lo que obedeció sin rechistar, quedándose dormida nuevamente. Recordé entonces un viejo remedio casero que aprendí a preparar cuando de muy chico mi madre, siempre envuelta en su kimono tradicional, amorosamente me lo daba cuando cogía algún resfriado o fiebre, realmente reconfortante y a estas alturas no me había planteado si aquel desagradable -porque, sí, era horrible su sabor- menjurje de verdad servía, pero siempre parecía aliviarme y en ese momento no dudé mucho si sería factible dárselo a Kagome, al menos estaba seguro de que veneno no era, prueba de ello era que yo estaba vivo hasta la fecha. Después de hacer mi lista mental de las cosas que necesitaba para preparar la solución, partí de la casa asegurándole al chico que volvería en unos momentos, y así fue, una hora más tarde, a lo sumo, ya estaba de regreso con una bolsa llena de hiervas medicinales que compré en una tienda naturista tradicional en el barrio de Itabashi no muy lejos del templo Higurashi. Con la curiosidad en los ojos del pequeño hermano y la determinación en los míos, me dispuse a comenzar la preparación, recordando los pasos a seguir, evocando a mi madre en cada instante moviéndose de un lado al otro en la pequeña cocina; mis manos se movían con eficiente inercia, con vida propia, depositando en una pequeña olla las hiervas, colocando los polvos y las semillas igualmente y vertiendo el agua para que terminaran hirviéndose. Minutos después la infusión despedía aquel particular olor tan agradable como el ataque de un zorrillo, inundando la casa en esa nube olfativa casi insoportable, recuerdo ver a Souta como corría huyendo mientras abría las ventanas y aspiraba profundo el aire limpio. En aquella casa tan hogareña, incluso en una diminuta familia de dos miembros donde la hermana mayor era el sustento, el ambiente era reconfortablemente envolvedor y yo tenía esa sensación que se tiene cuando se entiende el verdadero significado de “hogar, dulce hogar”. Con el líquido vertido en una taza me aventuré a la habitación de Kagome mientras aun escuchaba el ronco rugir de la garganta del chico al vomitar. Abrí con premura para encontrarla durmiendo placidamente, envuelta como un gusano entre la pila de mantas calientes. Cuando estuve cerca, me senté sobre el colchón y la desperté con extremo cuidado ayudándola a levantarse con una de mis manos sobre su espalda. –Bebe esto –le extendí la taza y cuando el aroma se filtró por sus fosas nasales frunció mientras llevaba un dedo a su nariz. –¡Ew! –expresó ceñuda –¿qué es esto? –Solo bébelo, te hará bien –¿Pero qué…? –Tómatelo ya, no pongas peros –expresé en una orden autoritaria que no dejaba espacio a reclamos. Realmente quise reír cuando terminó de pasarse todo el preparado, pequeñas lagrimas se acumularon en sus ojos testigos del sacrificio que significó cada sorbo. Pero yo estaba orgulloso de que hubiera tenido el valor de terminarlo. –¿Por qué te molestas tanto? –bien, la sorpresiva pregunta me hizo darme cuenta de mi estúpida sonrisa y de cómo había actuado todo el día, desde que llegué a su casa, en consecuencia –, es decir, ¿no has estado aquí conmigo? y luego esto… –Bueno, tú, eres una persona importante para mí… incluso en estos pocos días en los que convivimos, me preocupé y actué solo pensando en que quería que Kagome se recuperara –no muy convencido de estar expresándome abiertamente noté como me sonreía mostrando sus dientes; no con timidez, tampoco con agradecimiento, quizás era satisfacción; y unos ojos, que, aunque cansados por la enfermedad, con un brillo de alegría, y la verdad no estaba seguro de que era ese sentimiento que vislumbré en sus expresión, recordaría preguntárselo más tarde, porque en ese instante mientras yo cavilaba, ella ya se había quedado dormida. ______________________________________________________________ Bien, aquí el sexto capitulo de este sencillo fanfic. Un pequeño percance, nada grave, pero ya se acerca el último día! Realmente agradezco sus comentarios y el tiempo que le dedican a la historia, espero sigan degustando cada linea hasta el final. ¿Que hará Inuyasha después de esto? ¡Acompañenme en su último día de conquista en el próximo capitulo!
Re: Siete días para conquistarte Hola! Ah...que bello Inuyasha mantengo mi palabra quiero un hombre como ese T_T, aunque me da risa lo que pensó, en qué si el fuera Kagome y la acosaran así lo mandaría a freir esparragos, vamos que yo también haría lo mismo xD, pero es un fic así que aquí si se vale soñar :o. Es una lastima que ya falta solo un capítulo ya que de verdad me gusto mucho el fic, tal vez por al aire fresco que tiene (sin ningun trama super-complicado). Pero bueno toda cosa buena llega a su fin y estaré esperando con ansias a que coloques el próximo capítulo! Cuidate mucho y nos estaremos leyendo ;).
Re: Siete días para conquistarte Hola!! Hello Ya quiero conti esta me encanto tan bello Inu que se preocupa por ella este fic sencillo cono tu dices me encanta lindo no puedo decir mas ya quiero ver como termina todo espero el proximo cap lo mas pronto posible Besos Sayounara
Re: Siete días para conquistarte AAAAAAAAAAAYYYYYYY ya llega el ultimo caspitulo :lloro: lo espero con ansias que asco de remedio se me revolvio el estomago me gust la conty :bye:
Re: Siete días para conquistarte ah1!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!:wii::wii: esto es inaudito!!!!!!! pobre de soutita!!!!! el pobrecito boto todo lo que habi comido!!! jajajajaja y que dira kag??? ni la menor idea!!!! bueno ahorita nada por que ta dormida!! jajajaj espero conty^^
Re: Siete días para conquistarte Sólo queda un capítulo para el gran final, y lo estás dejando demasiado interesante.
Re: Siete días para conquistarte exelente la idea del medicamento q le da inuyasha me recuerda a la serie cuando kagome estaba enferma y inuyasha le da una cosa askerosa xd mesclas crudas xp q asko! igual tubo piola la conti ... solo decirte q espero la prox conti saludos cuidate zhausw!
Re: Siete días para conquistarte Hola, Siento mucho no poder darte una crítica, porque tu historia es muy buena en todos los aspectos. Solo pasé para darte mi enhorabuena, pero... dijiste que sería en siete días y yo he visto que has añadido más jornadas a tu historia. De todas formas está muy bien, y yo también opino que bailas genial. Espero no haberte ofendido y si es asi me disculpo. Atte: *NoiA*
Re: Siete días para conquistarte Día siete Había estado despierto toda la noche, imaginando lo bueno que hubiera sido pasar las horas velando su sueño a su lado. Kagome se veía notablemente mejor cuando me retiré de su casa por eso de las diez de la noche, pero obviamente yo no estuve más tranquilo entonces. Escrutando la posibilidad de que decayera o de que nunca hubiera mejorado en realidad, yo no podía conseguir paz mientras la supiese postrada aún en cama, y por todos los cielos, la angustia me mataba. Para cuando consideré una hora prudente -9:00 de la mañana para ser exacto-, yo ya estaba en camino hacia su casa, haciendo rugir el motor de mi sedan a una velocidad exuberante, no había ni un minuto que perder, sostuve, y rogué encarecidamente que ningún agente de tránsito me pillara en mi desenfrenado afán de pisar el acelerador. En el momento en el que estuve una vez más frente a las escalinatas del templo me sentí inundado de una sensación de bienestar, como cuando una madre te da un beso en una herida y con solo eso te sientes mejor. Aspiré profundo. Sin perder más tiempo y con una calma adquirida de quien sabe dónde, subí los escalones uno a uno como disfrutando del paseo y el aire que se colaba por mis pulmones, más puro que nunca; recuerdo que el rostro me dolía por mis gestos forzados, el ceño, estoy seguro que ya se había formado una arruga justo en medio de mi frente; y todo se relajó, mi rostro, mis músculos mi respiración. Seguí subiendo. Escuché pasos, ligeros, lentos, cortos, desde la cima, aproximándose a la orilla justo debajo del torii y cuando levanté la mirada y la centré donde estaba parada, no distinguí entonces su rostro, el sol tras ella la hacía lucir únicamente su silueta en una sombra y no fue, solo, hasta que estuve a tres escalones de la chica, cuando fui consciente de su brillante sonrisa, la que me encantaba, la que me cautivó cuando solo la veía del otro lado de la calle frente al McDonald’s dentro de la cafetería. Estaba radiante, hermosa, con un destello especial en ese par de lúcidos ojos marrones que hacía que me penetraran desnudando mi alma. Pasmado, sin aire, permanecí quieto ante el impacto de su imagen. –¡Inuyasha! –pronunció con su armónica voz ronca que llegó a mis oídos acariciándolos con exquisitez, produciéndome escalofríos. Intenté despegar mis labios, algo debía decir, “hola”, “¿cómo estás?”, “¡un gusto verte!”, cualquier saludo hubiera venido bien, las palabras se acumulaban en mi lengua y garganta pero mis labios no parecían cooperar. El silencio de mi parte. Y cierto alivió -cabe mencionar- por verla aparentemente recuperada. Acortando la poca distancia que nos separaba, bajó los tres escalones que nos separaban, y, solo por inercia, giré mi cabeza a mi costado agachándola ligeramente prendado completamente a esas lagunas de chocolate. –Lo de ayer – comenzó con cierta duda –, Souta me ha contado que estuviste aquí toda la tarde y…bueno, gracias. Allí estaba, de nuevo agradeciéndome, cuando el agradecido era yo. –Tú sabes, por todo… Silencio. Un tímido pacto de silencio se extendió unos instantes entre ambos. Expectantes, ansiosos. ¿Cuánto tiempo permanecimos sin decir nada ninguno de los dos? Pudieron ser segundos, minutos, no descartaría que fueran horas, el tiempo era totalmente irrelevante. –¿Sabes? –habló por fin ella, y al instante mis oídos no sirvieron para otra cosa más que para escucharla. Su tono era relajado, sereno, suave –, yo te observaba desde el McDonald’s cada vez, siempre estabas en la cafetería tomándote un café humeante con esa expresión ceñuda e interesante, sumergido en alguna sección del periódico. –Siempre estabas con tus amigas –me limité a decir sin ninguna otra cosa en mi cabeza. –Si –soltó una pequeña risotada divertida –ellas no dejaban de decir que tú también me mirabas –se sonrojó –, decían que eras muy atractivo… –¿Y tú lo creías así? –pregunté con altanería, a lo que ella asintió con timidez –Hasta el día en que entraste por la puerta del establecimiento de hamburguesas, tú no eras más que el amor platónico de una chica… –¿Tú…? –Algo así… si. Y entonces llegaste. Yo no tenía deseos de faltar a la que consideraba “nuestra cita” –rió –es una tontería, estoy consciente, pero me gustaba creerlo así. Y por aquella razón la vez que me hablaste estaba sola, mis amigas habían ido a comer a un nuevo establecimiento de tortillas japonesas… –Tus favoritas –adelanté –… no me mires así, tú misma me lo dijiste en una ocasión. –Será, no lo recuerdo. Pero sí, y aún así fui a comer hamburguesas. –Entonces… –aventuré sin atreverme a terminar la frase. –Tú también me gustas –se encogió, sin ocultar la mirada, enfrentándome pero sonriendo sin cesar. Más silencio. Y allí estaba yo, frente a la mujer que observaba diariamente frente a la cafetería, a la que me había propuesto conquistar y a la que había cortejado durante seis días. Si alguien me hubiera preguntado antes si era posible enamorarse en tan poco tiempo, seguramente yo respondería con sarcasmo en una negativa burlona, pero si alguien es capaz de preguntarme ahora, sonreiría estúpidamente, me encogería de hombros y por supuesto que no me atrevería a negarlo. Pues que lo sepan bien, Inuyasha Taisho se había enamorado de la forma más idiota en tan solo siete días. Y allí estaba ella, la protagonista de los pensamientos, fantasías, sueños, preocupaciones y alegrías que me rondaron en el lapso de una semana. Kagome Higurashi. Estaba confesándome abiertamente lo que sentía, y estaba seguro de que no era un sueño, porque secretamente pellizqué con fuerza una de mis piernas, el dolor fue palpable y muy real, tan real como ella en ese momento, como sus palabras y como todo lo que estaba aconteciendo. Pero todo no podía terminar tan solo con sus palabras y una despedida hasta el siguiente día, mi reacción fue lenta y de efecto retardado. Mi cerebro tardo algún tiempo en procesar esa valiosa información, pero cuando por fin fui consciente de todo, mis labios se curvaron tanto que me dolieron las mejillas. Jamás había sonreído de aquella forma en toda mi vida, así como jamás había sido tan feliz. Y en un impulso de esa misma felicidad que encendió motores en mi organismo e hizo a mi corazón bombear sangre por todo mi cuerpo de una manera asquerosamente vertiginosa, tomé su menudo cuerpo apretujándolo contra mi pecho y sus pequeños brazos me rodearon por la espalda. Estaba tan cerca que podía percibir su aliento chocar contra mis pectorales, y los latidos de su corazón se confundían con los míos, al mismo ritmo, al mismo compás. El mundo había dejado de existir. No había cielo, no había suelo, no había impuestos ni política o problemas, no existía el tiempo con su amenaza de olvido, no había luz ni oscuridad, ni bien ni mal. Nada. Solo Kagome e Inuyasha. Ella y yo, y no había mejor forma de constatar la veracidad de los hechos más que lo que estaba a punto de hacer. No muy convencido de querer separarme de su cuerpo, necesité hacerlo un instante para observar con detenimiento su rostro, el cual no dejaba de admirar con devoción, la suave línea de cada una de sus facciones, el sonrojo que se apoderaba de sus mejillas a cada instante, la profundidad de sus ojos que, inocentes, me miraban expectantes. Mi reflejo en sus pupilas solo me confirmó lo que ya había descubierto. En esas lagunas de caramelo podía ver un hombre con una sonrisa triunfal, devota, contenta y una expresión de cariño y ternura. ¿Yo? Me pregunté por un instante, y ella parpadeó, si, era yo. Volví a centrarme en Kagome, vi como inconsciente mojó sus labios entreabiertos, invitándome de la manera más descarada a lo que de antemano yo pensaba reclamar. Y sin poder esperar más, incliné mi cabeza lo suficiente para poder tomar con mi boca sus deseables labios. ¡Ah! ¿cómo había tenido la paciencia suficiente para resistirme a no hacerlo antes? me pregunté enfadado conmigo mismo, pero la espera ha valido la pena, me aseguré. Tan suaves al tacto, delicados, maleables, deseables, dulces como la miel, nunca podría obtener suficiente de ellos. Ella seguía el ritmo de mis besos, cada vez más profundos, hasta que pude penetrar con mi lengua y abrirme paso en su recelosa cavidad, dejándome probar así el sabor de su saliva. Deliciosa. Es mentira cuando dicen que cuando besas necesitas separarte de la persona y tomarse una pausa para respirar ¿Quién necesita respirar oxigeno cuando podía respirar su aliento?, el beso pareció eterno, ninguno de los dos estaba dispuesto a dar su brazo a torcer, ninguno quería terminar. Sin embargo el fatídico momento llegó, tan lentamente, como si estuviéramos aletargados y como si un pegamento uniera nuestros labios. Y aún en ese instante nadie habló ¿para que necesitábamos las palabras?, ninguna era suficiente, ninguna era necesaria. Con reticencia la tomé de los hombros, separándola un poco para examinarla detenidamente. Sus labios hinchados en los que había quedado la huella de los míos, la ilusión en sus ojos soñadores y el inconfundible e interminable sonrojo. Pasé mi brazo alrededor de sus hombros, acercándola a mí de forma posesiva, y ella se dejó hacer, amoldándose perfectamente a mi perfil. Comencé a guiarla escaleras abajo con una firme convicción. –¿A dónde vamos? –se atrevió a hablar, cuando tuvo aliento para ello. –¿Importa? –Es… es que no avisé a Souta que saldría –Entonces avísale, ve y dile que te desapareces toda la tarde con tu flamante novio. Con una de sus sonrisas y un asentamiento de cabeza la vi correr de regreso a su casa y en un santiamén ya estaba allí de nuevo con un pequeño suéter de un color azul pastel en mano. Sé que he mencionado en cada línea la misma palabra, pero es imposible no aludir siquiera un instante a cualquiera de sus sonrisas. La jovial, la soñadora, la tímida, la reconfortante, la graciosa… todas las facetas en la que ella curvaba sus labios dibujando en su rostro una de sus tantas sonrisas contagiosas. Las que me dedicaba sin tacañería y me ofrecía con bondad y dulzura. Las que a cada momento me embobaban cada vez más. –Entonces –dijo –¿me dirás a donde vamos? –Es un secreto –argumenté inútilmente mientras pasaba la mano por sus hombros y la instaba a caminar escaleras abajo. –¡Oh! vamos, dime –insistió sin perder el tono alegre, dejándose llevar. –Si te dijera que no tengo ni una puñetera idea, ¿me creerías? –¿Qué? –rió divertida –A donde nos lleve mi sedan, querida. –¿Tiene el tanque lleno? –Sí, y te aseguro que nos llevará muy lejos. –Solo espero volver para la cena. –¿No aceptarías una invitación a cenar? –Me toca invitarte –sentenció con seriedad –no es justo que seas el único que se lleve el crédito. –¿Vas a invitarme? –su declaración, debo admitir, me tomó por sorpresa. Si se toma en cuenta que ahora ella estaba en un muy cercano caso a la quiebra. –No puedo pagarle una cena en un restaurante caro, señorito, pero en cambio puedo cocinar las mejores tortillas estilo japonés de toda la prefectura. –¡Oh! –espeté –No es la modestia una de tus virtudes, ¿eh? –¿Dudas de mis dotes culinarios? –No me atrevería hasta no haberlo comprobado… Por supuesto, yo quería probar cualquier cosa que ella hiciera, las tortillas, el tempura, el teriyaki, incluso el rameen instantáneo que calentara en su microondas. Pero no iba a admitirlo, aún me quedaba un poco de orgullo… -------- ¡Por fin el cursi y meloso final llegó! No podía quitarle a Inuyasha por completo su orgullo, lo juro, lo intenté, pero no pude del todo. Si se dan cuenta aunque esto fue tan asquerosamente cursi, solo fue en la mente de Inuyasha, pues él jamás externó todo lo que por su cabeza se pasaba. Es lo que cuidé mucho de hacer: sumergirnos en lo que podría haber en su mente en un derramamiento absurdo de melosidad y miel, pero no forzarlo a hacer cosas que jamás haría. Espero haber logrado de alguna forma el cometido. ¡Hasta otra chicas! y una vez más, muchas gracias.
Re: Siete días para conquistarte Siiiii!!!!!! Porfín!!!!! Me a gustado muchisimooooo pero muchisiiimooooooo.Me gusta como escribes y la forma de ser de Inuyasha que has descrito tambien me gusta...(no estoy repitiendo mucho que me gusta¿?) Espero leer algo mas tuyo y que haber si prontooo Besos y un abrazo gif_inu
Re: Siete días para conquistarte que KIUT!!!!!!!!!!!!!!! como dicen mis amigas!!!!^^ jejeje.... pos estoy deacuerdo!!!! asquerosamente cursi!!!!:wii:` pero es lindo!!!*O* jajajaja espero tu proxima creacion besoisssssss
Re: Siete días para conquistarte ok si lo admito asquerosamente cursi...pero hermoso :lindou: me encanto!!!! que lastima que ya se acabo ToT yo queria mas de esa empalagosa miel ToT pero weno en algun momento iba a terminar aahh :suspiro: weno ps to quedo muy xido en kpy y en general todo el ff espero poder leer el prox que escribas eehh ^//^bye
Re: Siete días para conquistarte Me encanto ojot me fascino el final estuvo espectacular lindo y sobre todo porque Kagome estaba igual que Inuyasha me encantaria saber como veia las cosas Kagome seria muy interesante pero bueno muchas felicidades y sera una proxima vez Besos Sayounara
Re: Siete días para conquistarte esta geniasl me facino el final inuyasha y kagome son novios si kagome lo amaba desde hace ya mucho tiempo que ueno espero que hagas otro fic :bye:
Re: Siete días para conquistarte holaaaa ! aaaaaaa MEEE ENCANTOOO LA HISTORIA ! osea la fic ijij ^^ bueno,la verdad yo ya abia dejado un mensaje pero fue ase miiiiiil años jaja xD uiii deverdaaad me encantooo y la verdad esq deberia estar leyendo mi libro de lenguaje jeje ^^Uuuu PERO AMEEEE ESTEE FIC ke no pude parar ! ._. esta muiiiiiiii kawai YO KEROOO UN NOVIO ASIII TT^TT waaaaa (pataleo) bueno te dejo zaludiines sayoonaraa *