Long-fic Siempre has sido tú

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Renata Soria, 14 Abril 2014.

  1.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    1025
    Celos.

    -Son las serpientes cazadoras de Kikyo-Dijo el medio demonio en un murmuro que sonaba desesperado.

    -Ve, Inuyasha-Respondió Kagome intentando ocultar lo mucho que eso le dolía.

    -Kagome…

    -Anda ya Inuyasha, no pierdas más el tiempo. Seguro te está esperando.

    Inuyasha le dirigió a Kagome una mirada llena de arrepentimiento antes de correr a donde se encontraba Kikyo. La azabache dejó escapar un largo suspiro antes de hablar.

    -Necesito un baño.

    -Te acompaño Kagome.-Dijo Sango apresurándose para alcanzar a su amiga.

    La exterminadora y la miko se encontraban en un río lavándose el cabello con uno de los productos “mágicos” que siempre llevaba Kagome al Sengoku.

    -Así que… esto sirve para que mi cabello esté fuerte, limpio y crezca saludable además de que tiene un agradable aroma.-Dijo fascinada la castaña sujetando la botella de shampoo como admirándola.

    -Sí así es.-Respondió la pelinegra un poco cortante.

    Sango prefirió no decir nada más. Sabía que Kagome estaba dolida porque Inuyasha siempre corría detrás de Kikyo sin pensarlo si quiera.

    -Siempre será así ¿verdad?

    -Kagome…

    -Hablo de Kikyo.

    Hizo una pausa antes de continuar.

    -Inuyasha siempre corre detrás de ella sin pensar en nada ni en nadie.

    Sango la miró entristecida, odiaba ver a Kagome así. Kagome se dio cuenta de que había metido la pata y le dirigió una amplia sonrisa.

    -Pero lo entiendo, y después de todo fui yo quien decidió quedarme a su lado, por eso no me afecta lo que pasó hace un rato.

    Intentaron olvidar el tema y hablaron de tonterías mientras terminaban de bañarse. Una vez que salieron y se vistieron, regresaron a la cabaña de la anciana Kaede, Kagome sintió una pequeña punzada de dolor al ver que Inuyasha todavía no había regresado.

    -Estoy muy cansada.-Dijo la miko bostezando al mismo tiempo que se recargaba en una de las paredes.

    -Bueno señorita, hemos viajado por mucho tiempo creo que todos necesitamos un descanso ¿Por qué no viaja a su época por unos días y recupera fuerzas?.-Contestó el monje.

    -Me parece que eso te va a hacer bien Kagome.

    Kagome aceptó y se despidió de ellos. Iba montada en el lomo de Kirara mientras se dirigía al pozo, alcanzó a divisar una especie de luz color azul abajo en los árboles y supo al instante de quién se trataba. Apartó rápidamente la vista y cerró los ojos el resto del camino. Cuando llegó a su casa todos la recibieron cariñosamente. Su madre le preparó su comida favorita para la cena y después de cenar Kagome se dispuso a dormir y descansar todo lo que pudiera.

    Al día siguiente la familia de la azabache salió a hacer compras y otras cosas mientras Kagome se quedaba en casa viendo películas. Se encontraba recostada en el sillón, con una playera larga y el cabello recogido mientras comía galletas de una caja.

    -¡Feh! No puedo creerlo.-Le dijo Inuyasha poniéndose delante del televisor viendo con furia a la sacerdotisa.

    -Inuyasha ¿pero qué demonios haces aquí?

    -Estaba a punto de hacerte la misma pregunta Kagome.

    -Pues estoy descansando.-Respondió Kagome como si se tratara de algo obvio.

    -Pero ¿qué tan irresponsable puedes ser? Te recuerdo que la perla se rompió por TU culpa, tenemos una misión y tú te das el lujo de venir cada que quieres.

    -Ah no, no me vengas con eso Inuyasha. Sabes muy bien que sí he sido responsable con mi misión. Además, habíamos estado viajando mucho casi sin dormir, con una batalla casi a diario, realmente merezco aunque sea unos días para mí.

    -Bien, ya descansaste, nos vamos ahora mismo.-Dijo el ambarino autoritariamente.

    -No, lo siento, tendrás que irte solo yo estaré ahí en tres días. Además tengo una cita.-dijo eso último sin pensar.

    -¿Y qué rayos es eso?

    -Pues… es cuando a un chico le interesa una chica y entonces la invita a salir para que se conozcan y ver si puede haber algo entre ellos.

    -No me lo dijiste antes Kagome.-Respondió furioso el hanyou.

    -Pues me invitó hoy en la mañana, además mis asuntos personales no te incumben.

    Kagome mordió nerviosamente su labio inferior suplicando no ser descubierta.

    -Pues no irás a esa cita.-Respondió Inuyasha lleno de rabia

    -¿Disculpa? ¿Y se puede saber desde cuándo me das órdenes?

    Inuyasha estaba a punto de responder cuando Kagome ya estaba más que furiosa.

    -¡Abajo!.-Gritó.

    La cara del ambarino era aplastada sin piedad contra el suelo sumándole que Kagome pasó por encima de él para ir hacia su habitación.

    -¡Eso me dolió!.-Gritó Inuyasha una vez que pudo despegar su cara del suelo.

    -Pues me alegro.-Respondió Kagome azotando la puerta de su habitación.

    -Ay ¿Ahora qué voy a hacer? Si Inuyasha descubre que le mentí voy a estar en serios problemas. Ni siquiera sé por qué diablos le dije eso. Eres una tonta Kagome Higurashi.-Se reprendió.

    Mientras la pelinegra pensaba cómo zafarse del problema, Inuyasha estaba afuera gritando que abriera la puerta y que si no lo hacía entonces tendría que derrumbarla. De pronto se escuchó un ruido muy fuerte y la puerta de Kagome se vino abajo como si nada.

    -Inuyasha ¿Qué rayos te pasa?

    -No tenemos tiempo para esto, vas a decirme ahora quién fue el muchacho que te invitó a esa “cita” y por qué diablos aceptaste.

    -Oh no me digas que estás celoso.

    Al momento el híbrido sintió cómo la sangre le subía a las mejillas y su lengua se trababa impidiéndole hablar.

    -N…No sé de lo que estás hablando.-Respondió volteando el rostro para que la chica no notara el sonrojo en sus mejillas.

    Kagome furiosa se encaminó hacia la salida, cuando Inuyasha la tomó por el brazo y la atrajo hacia él, quedando sólo a centímetros de distancia. Una voz dentro de la azabache le decía “aléjate, aléjate ya mismo” Pero su cuerpo no parecía responderle, parecía perder las fuerzas y la voluntad cada vez que él se encontraba cerca.

    Inuyasha en cambio, parecía no poder dejarla apartarse, cada respiración de ella lo incitaba a estar más cerca. Ninguno de los dos parecía tener intenciones de apartarse del otro.
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  2.  
    Kyouko Kiryuu

    Kyouko Kiryuu Adicto

    Sagitario
    Miembro desde:
    27 Noviembre 2008
    Mensajes:
    1,588
    Pluma de
    Escritor
    No puedo creer que haya quedado atrapada por tu escrito, me quedé con ganas de seguir leyendo más... Ese Inuyasha no cambia, primero va a ver a Kikyo y después se presenta en la casa de Kagome dando ordenes y haciendo una escena de celos. Bueno, no sería él si no se comportara así.

    No presté mucha atención a las tildes y esas cosas, me quedé anonada por la lectura, si bien sólo te aconsejo que utilices el guión largo (—) para los diálogos. Así se vería más estético todo.

    Estaré esperando ansiosa la continuación.

    ¡Saludos!
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  3.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    827
    Kagome se había quedado estática sin poder moverse cuando un ruido la sorprendió y la separó abruptamente del hanyou.

    -¡Hermana llegamos!.-Gritó Souta desde la planta baja.

    La sacerdotisa y el híbrido bajaron las escaleras para saludar a la señora Higurashi, el abuelo y la hermana de Kagome.

    -Kagome, no tenía idea de que Inuyasha nos visitaría.-Dijo la madre de la azabache preocupada.

    -No, yo tampoco.-Dijo Kagome pulverizando a Inuyasha con la mirada.

    Estaban a punto de iniciar otra pelea cuando el teléfono sonó.

    -Diga.-Contestó Kagome.

    -Hola Higurashi soy Hojo.

    -Perfecto, seguro que me va a invitar a salir y así Inuyasha jamás me va a descubrir-Pensó.

    -Sabes Higurashi, mi tío acaba de mudarse a la ciudad hace unas semanas porque abrió un restaurante y me preguntaba si querías venir conmigo esta noche.-Preguntó Hojo nervioso.

    -Por supuesto Hojo.-Respondió la pelinegra.

    -Perfecto paso por ti a las…

    -¡No!-lo interrumpió- Mejor dime dónde es y ahí te veo.

    Si Hojo pasaba por ella seguro que Inuyasha armaba un numerito de los que le gustaba hacer.

    -Es…está bien como gustes.

    Después de que el joven le dio la dirección se despidieron.

    -Bien Higurashi te veo a las 8:30 no llegues tarde, ah y por cierto no es algo demasiado formal.

    Después de esto colgaron e Inuyasha estaba literalmente rojo de rabia.

    -¿Quién demonios es ése tal Hojo?-Preguntó el ambarino furioso.

    -El joven que me invitó a salir.-Respondió tajante la miko.

    -Pues no me gusta nada.

    -Inuyasha, ni siquiera lo conoces. Y tengo poco tiempo así que si me disculpas voy a prepararme.

    No importa lo que dijera o hiciera, Kagome pensaba asistir a ésa estúpida cita y no le quedaba de otra mas que resignarse. La sacerdotisa se dio un baño y entró a su habitación encontrándose con Inuyasha sentado en una esquina con cara de niño que acababan de regañar. Kagome no pudo evitar sentirse feliz con los celos de Inuyasha pero al mismo tiempo se sentía triste por lo de Kikyo, de alguna forma tenía que darle una lección a Inuyasha.

    La azabache envuelta en una toalla buscaba en su armario algún vestido que usar, entre tanto revolver su ropa encontró un lindo y corto vestido halter negro y unos zapatos altos a juego. Puso su ropa en la cama y comenzó a pintarse las uñas de un sutil color coral. Una vez terminó, secó su cabello para después hacer unas lindas ondas en él, se aplicó un poco de base en la cara, rubor, rímel, delineó sus ojos con cuidado y aplicó sobre sus labios un color rosa pálido. Fue a ponerse su vestido sus zapatos y se miró orgullosa en el espejo.

    Inuyasha estaba pendiente de cada uno de sus movimientos al alistarse ¿Por qué nunca se arreglaba así para él? No pudo evitar maldecir la hora en la que el tal Hojo nació.

    -Kagome

    -Dime Inuyasha.-Respondió la miko volteando a donde él estaba.

    -¿Por qué nunca te arreglas de ése modo cuando vas a verme?

    -¿Eh?...Bueno es que en tu época no podría usar esto. Los zapatos después de un rato de usarlos te lastiman y con el sudor, el calor y la lluvia el maquillaje se correría y yo quedaría hecha un desastre.

    Inuyasha sólo asintió.

    -Bueno, ya debo irme.-Dijo Kagome encaminándose a la salida.

    Dio una última mirada a Inuyasha quien la miraba casi igual que un cachorrito pidiéndole que no se fuera, Kagome sintió al instante cómo se le achicaba el corazón y cedía ante él.

    -Puedo quedarme contigo si quieres que no valla Inuyasha.

    -¡Feh! Haz lo que quieras no me importa.

    La azabache sintió cómo le hervía la sangre de rabia ¿Por qué le costaba tanto decir cómo se sentía?

    -Muy bien… ¡Abajo!

    El hanyou fue lanzado al duro suelo sin piedad.

    -Y espero que tu cara se quede ahí hasta que regrese.

    La noche pasó lenta y con cada minuto que pasaba e Inuyasha no veía a Kagome entrar por la puerta se desesperaba más. Toda clase de pensamientos pasaron por su cabeza ¿Y si él le hacía algo? Por supuesto que lo mataría pero ¿Qué tal que ella quería? No, imposible ¿O sí? Inuyasha no pudo soportarlo más y salió corriendo rastreando el aroma de Kagome, después de un rato la encontró sentada en una banca de un parque no muy lejos de su casa. La buena noticia era que no había ningún estúpido Hojo presente.

    -Kagome ¿Qué haces aquí?

    -Le dije a Hojo que no me sentía bien. Realmente no podía pasar un minuto más con él.

    Como por arte de magia toda la rabia de Inuyasha desapareció formando al instante una sonrisa en su cara.

    -Bueno Kagome se hace tarde vámonos.-Dijo ofreciéndole su espalda.

    -¿Eh? ¿No estás enojado?

    -Ay Kagome no seas tontita, vámonos. Y mañana podríamos ir a conseguir comida ninja.

    -Inuyasha nunca cambiarás-pensó la miko.
     
  4.  
    Kyouko Kiryuu

    Kyouko Kiryuu Adicto

    Sagitario
    Miembro desde:
    27 Noviembre 2008
    Mensajes:
    1,588
    Pluma de
    Escritor
    Tan lindo Inuyasha, no pude evitar imaginármelo con su carita de cachorrito regañado. Una buena táctica la de Kagome al hacer que él sintiera lo mismo que ella cuando se va a ver a mi querida Kikyo.

    Me gusta mucho como manejas la personalidad de Inuyasha, es tan... él. Pobre Hojo, siempre dejándolo plantado o en mitad de la "cita".

    Estaré al pendiente de la continuación. C:

    Saludos.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  5.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    699
    Era un día frío y nublado en el Sengoku, se veía que estaba a punto de llover y los viajeros se encontraban dentro de la cabaña de la anciana Kaede disfrutando de una de las sopas instantáneas de Kagome para calentarse. Había algo que no se sentía del todo bien, Kagome estaba muy nerviosa e inquieta, sentía mucha angustia y no sabía la razón.

    -Kagome ¿Qué sucede? ¿Está todo bien?-Preguntó Sango.

    -Necesito caminar un poco.

    Dichas éstas palabras Inuyasha se levantó como rayo para acompañarla.

    -Perdona Inuyasha pero necesito ir yo sola.-Dijo poniendo una mano en el hombro del hanyou.

    -Está bien. Sólo no te alejes demasiado Kagome.

    Kagome comenzó a caminar sin rumbo fijo, sólo se dejaba llevar por sus pies, después de caminar por un rato se detuvo abruptamente al encontrarse con algo que definitivamente no esperaba. Era Kikyo, estaba recostada en un árbol semi desmayada. Kagome tragó duro antes de acercarse a donde ella se encontraba.

    -K…Kikyo.-pronunció con dificultad la azabache.

    Kikyo abrió los ojos y la miro con esa mirada fría e inexpresiva que la caracterizaba.

    -¿Qué te sucedió?

    -Una batalla con un demonio que no salió muy bien, pero estoy bien Kagome ya puedes irte.

    Kagome no hizo caso y aun así la curó.

    -Soy un cadáver Kagome, no debiste perder tu tiempo, yo ya ni siquiera estoy viva.

    Kagome no sabía qué decir, Kikyo estaba sufriendo mucho, debió ser muy difícil para ella morir creyendo una mentira y después resucitar y ver a tu reencarnación viviendo lo que debió ser tu vida. Entonces Kagome recordó cuando Kikyo le dijo que era una intrusa.

    -¿Quién eres tú?

    -¿Eh?

    -Tú eres una intrusa.

    Debía de ser muy difícil para ella, La azabache tomó la mano de Kikyo en gesto de solidaridad aunque claro que no esperó que ella correspondiera y no lo hizo, sólo notó un gesto de sorpresa. Después de unos momentos, Kagome sintió cómo Kikyo tomaba levemente y casi imperceptiblemente su mano.

    -Vas a estar bien, sólo descansa un par de días.-Dijo la miko sonriendo.

    -¿Por qué me ayudas?

    Kagome se encogió de hombros, ella tampoco sabía la respuesta.

    -Le diré a Inuyasha que estás aquí y vendrá a cuidar de ti.

    -Pero, tú lo amas no entiendo.

    -Es exactamente por eso que lo hago.-Dijo la azabache con la cabeza baja.

    Dichas éstas palabras Kagome se marchó y se encontró con Inuyasha detrás de un árbol.

    -¿Cuánto tiempo has estado aquí?

    -Lo suficiente Kagome, lo suficiente.

    -Bien, entonces volveré a la aldea, tú quédate con ella.

    -Tú la curaste, ella estará bien así que no hay de qué preocuparse, vámonos.

    -Inuyasha, ella sufre mucho, te necesi…

    -Ya te dije que iré contigo, ya no insistas Kagome.

    Kagome no entendía por qué Inuyasha no se quedó con Kikyo aun así, le alegraba que hubiese decidido irse con ella. Al llegar a la aldea, Kagome fue con Sango mientras que Inuyasha fue a contarle lo sucedido a Miroku.

    -Es una elección difícil ¿No es verdad Inuyasha?-Preguntó el monje.

    -Kikyo ha sacrificado todo por mí, tengo que corresponderle.

    -Pero eso no significa que la ames.

    -¡Feh! ¿Y tú qué puedes saber sobre el amor si no eres más que un monje charlatán y pervertido?

    -Puede que sea travieso Inuyasha pero no significa que jamás me haya enamorado.-Dijo mirando a Sango-Y también sé que muchas veces confundimos otros sentimientos con el amor.

    -Ya te lo dije, ella dio todo por mí.

    -¿Y la señorita Kagome no? Recuerda todas las veces que te transformaste y ella se arriesgó a que la despedazaras para salvarte de ti mismo, cuando ha creído en ti aun si tú no lo haces, cuando te dice que vayas a buscar a la señorita Kikyo aunque eso la mate por dentro y todo porque lo único que quiere es verte feliz. Si eso no es darlo todo por el ser que amas no sé qué será. Y no me malinterpretes Inuyasha, no te estoy diciendo que elijas a la señorita Kagome, te pido como tu amigo que pienses bien las cosas y que no te confundas.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  6.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Querida me da mucho gusto saber que te gusta mi fic,de verdad me incitas a continuar. :) Saludos y gracias por los comentarios
     
  7.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    873
    Había pasado ya una semana desde la conversación de Inuyasha con Miroku, en ése tiempo Inuyasha había cambiado bastante con Kagome, estaba distante y a veces llegaba a ser frívolo. Sabía que eso lastimaba mucho a la pelinegra y hacerle daño lo hacía sentir como una verdadera mierda que debía ser desechada pero no podía sacarse de la cabeza ésa conversación con el monje.

    -Es una elección difícil ¿No es verdad Inuyasha?-Preguntó el monje.


    -Kikyo ha sacrificado todo por mí, tengo que corresponderle.


    -Pero eso no significa que la ames.


    -¡Feh! ¿Y tú qué puedes saber sobre el amor si no eres más que un monje charlatán y pervertido?


    -Puede que sea travieso Inuyasha pero no significa que jamás me haya enamorado-Dijo mirando a Sango-Y también sé que muchas veces confundimos otros sentimientos con el amor.


    -Ya te lo dije, ella dio todo por mí.


    -¿Y la señorita Kagome no? Recuerda todas las veces que te transformaste y ella se arriesgó a que la despedazaras para salvarte de ti mismo, cuando ha creído en ti aun si tú no lo haces, cuando te dice que vayas a buscar a la señorita Kikyo aunque eso la mate por dentro y todo porque lo único que quiere es verte feliz. Si eso no es darlo todo por el ser que amas no sé qué será. Y no me malinterpretes Inuyasha, no te estoy diciendo que elijas a la señorita Kagome, te pido como tu amigo que pienses bien las cosas y que no te confundas.

    Simplemente no podía sacárselo de la cabeza y al recordarlo se preguntaba “¿Qué haré?” pero era la misma pregunta de todos los días que no tenía respuesta. Suspiró pesadamente perdiéndose en su incertidumbre, hasta que notó que Kagome se sentaba junto a él para observar las estrellas. Ella como siempre no dijo nada, simplemente estaba ahí con él, haciéndole saber que no estaba solo, eso lo hacía sentir aún peor, ella se merecía todo lo bueno del mundo, no merecía sufrir, ella menos que nadie por eso debía decirle la verdad.

    -Kagome yo…yo tengo que decirte algo-Tartamudeó Inuyasha-Quiero decirte que la razón por la cual me he alejado últimamente es…

    -Lo sé

    -¿Cómo que lo sabes?-Preguntó nervioso el hanyou.

    -Miroku me lo contó-Respondió la azabache sonando lo más serena posible mientras se acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja.

    -Lo siento mucho Kagome

    -No pasa nada Inuyasha de verdad entiendo. Si te alejaste fue porque lo necesitabas, todos necesitamos apartarnos de los demás y estar sólo con nosotros mismos de vez en cuando-Dijo sonriendo.

    -Kagome… ¿Por qué lo haces? ¿Por qué siempre eres tan buena conmigo aun cuando me comporto como un verdadero imbécil?

    -Sabes muy bien la respuesta a eso Inuyasha-Le respondió mirándolo fijo a los ojos.

    En ése momento Inuyasha no pudo sentirse peor, ella lo amaba muchísimo y él era un completo idiota con ella. Apretó sus puños mientras su mandíbula se tensaba, estaba furioso consigo mismo.

    -¡Sólo me lo estás haciendo más difícil Kagome!-Gritó furioso el peli plateado-Eres tan buena y…y a pesar de todo sigues sonriendo y parece tan fácil.

    A Kagome se le hizo un nudo en la garganta, sentía sus ojos llenarse de agua, las lágrimas amenazaban con salir en cualquier instante y por una vez, sólo por una vez no pensaba contenerse, iba a desahogarse al igual que él lo estaba haciendo.

    -Pues no lo es, no es nada fácil actuar como si nada estuviese pasando cuando no es así, cuando en realidad tienes el alma hecha pedazos-Dijo entre sollozos hasta que pudo controlar su respiración, pero las lágrimas seguían saliendo descontroladas-¿Pero sabes qué es lo peor de todo? Sentirte como una basura al ser un estorbo entre el hombre que amas y la mujer que él ama y que no eres tú, que se parece a ti físicamente, pero es más hermosa, más fuerte, más inteligente, simplemente mejor en todos los sentidos. Pero sabes que me duele y por eso siempre te digo que te vayas con ella, porque no quiero que te quedes por no hacerme daño, ni quiero que te quedes conmigo si tú no quieres.

    A Inuyasha también se le hizo un nudo en la garganta mientras escuchaba a Kagome aunque claro, él no pensaba llorar. Jamás se dio cuenta del grado de sufrimiento por el que pasaba Kagome, quería abrazarla, suplicarle que no llorara más porque le partía el corazón verla así, pero no era el momento. Justo después de que la azabache terminara de hablar, las serpientes de Kikyo aparecieron tensando el ambiente aún más.

    -Bueno ¿Qué esperas? Vete-Ordenó la miko limpiándose las mejillas.

    -No, no quiero separarme de ti.

    Kagome supo que su momento de debilidad había terminado, ya se había desahogado, ya había dicho todo lo que guardaba desde hace tanto tiempo.

    -Pues yo sí quiero que vayas Inuyasha, porque sé que quieres hacerlo.

    El ambarino tomó su decisión en ése instante y se fue no sin antes plantarle a Kagome un dulce beso en la frente.

    -No pienso interferir más con tu felicidad Inuyasha-Dijo para sí misma limpiando las últimas lágrimas que le quedaban.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  8.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    984
    Kagome se encaminó a la aldea con pasos lentos y torpes, estaba segura de que Inuyasha había ido con Kikyo para estar con ella por fin, aunque la azabache sólo quería la felicidad de Inuyasha no podía evitar sentir cómo se rompía su corazón en mil pedazos. De vez en cuando vacilaba y pensaba en volver sobre sus pasos para ver qué pasaba entre el ambarino y Kikyo pero después de tres veces de lo mismo, se dio cuenta que no tenía caso porque seguramente vería algo que no le iba a gustar.

    Tras varios minutos de estar caminando, tropezó con una musculosa figura masculina, levantó el rostro y pudo observar unos grandes ojos azules que la miraban con preocupación.

    -Kouga-Musitó la azabache.

    -Mi amada Kagome ¿Por qué has estado llorando? ¿Es culpa de ésa bestia pulgosa cierto?-Preguntó tomando ambas manos de la miko.

    -Kouga yo…

    -Ahora si le voy a partir la cara-La interrumpió.

    -No joven Kouga-Dijo apretando el agarre de sus manos.

    Kouga observó detenidamente a la joven azabache. Sus ojos estaban hinchados, su nariz estaba roja al igual que sus labios y sus mejillas. Al verla tan triste y vulnerable no pudo soportarlo más y la abrazó. Kagome no se opuso al abrazo ya que era justo lo que necesitaba en ése momento. El demonio lobo acariciaba la espalda de la sacerdotisa mientras le decía que él la iba a cuidar y que todo estaría bien.

    -Dime preciosa ¿Te gustaría que te llevara de regreso a la aldea?

    La miko separó un poco su cabeza del cuerpo del lobo para mirarlo.

    -La verdad es que…no me siento preparada para volver ahora-Respondió con la cabeza baja.

    -Está bien, puedo llevarte conmigo y puedes quedarte por ésta noche si quieres.

    -No creo que sea…

    -Tranquila Kagome, el espacio es muy grande y cabemos los dos perfectamente bien, no tenemos que estar cerca.

    Kagome se subió a la espalda de Kouga y tras unos minutos de viaje no pudo más con su cansancio y se quedó dormida acurrucada en su espalda.

    Los primeros rayos de sol se colaron por la cueva de los lobos, pegando justo en el rostro de la miko quien se sentó tallándose los ojos para poder abrirlos.

    -Ya despertaste preciosa ¿Te gustaría desayunar?

    -De verdad te agradezco todo lo que has hecho por mí pero, creo que ya deberíamos regresar.

    Cuando llegaron a la cabaña de la anciana Kaede, Sango corrió a los brazos de la sacerdotisa para darle un fuerte abrazo y preguntar si todo estaba bien.

    -Kouga ¿Qué paso? ¿La señorita Kagome se encontraba en peligro?-Preguntó el monje.

    -No, no se preocupen, simplemente no tenía deseos de regresar anoche-Contestó Kagome.

    -¿Dónde está la bestia pestilente?

    -Fue a buscar a Kagome desde anoche que regresó y ella no estaba, seguramente regresará pronto-Contestó la exterminadora.

    Dichas estas palabras apareció Inuyasha furioso por la desaparición de la miko.

    -Por favor, permítanme hablar a solas con Inuyasha-Pidió amablemente Kouga.

    Todos se retiraron del lugar dejándolos solos, o al menos eso pensaban el hanyou y el oji azul pues en realidad sus amigos se habían escondido detrás de unos arbustos.

    -Así que pasaste la noche con Kagome...Lobo miserable si te atreviste a tocarla te juro que…

    -No te adelantes bestia, estuve despierto velando el sueño de Kagome, no quería que nada la despertara. Pero no tienes derecho a reclamarme nada pulgoso, si Kagome se quedó conmigo fue porque estaba muy triste, noté que estuvo llorando y seguro que como siempre fue por tu culpa, ella no quiso decirme nada pero puedo jurar que te fuiste a ver a Kikyo.

    -Mi…miserable-Dijo el ambarino apretando los puños.

    -Kagome no se merece sufrir de ésa manera, yo podría hacerla feliz, yo no le haría lo mismo que tú.

    -Puede que tengas razón

    -¿Qué? ¿Pero qué estás diciendo?

    -Es cierto, le he causado mucho sufrimiento a Kagome. Seguramente tú la harás más feliz de lo que yo jamás pude hacerlo, siempre has estado dispuesto a protegerla y estás al pendiente de ella. No la mereces, pero quizás seas lo que ella necesita.

    -¿Cómo puedes decir que no la merezco? Tú no eres digno de ella bestia asquerosa.-Dijo Kouga furioso.

    -Yo nunca dije que lo fuera lobo rabioso, nadie en el mundo me parecerá digno de su amor, nadie ¿Comprendes?

    -Bestia repugnante tú…tú estás ¿Enamorado de ella?-Preguntó el mitad lobo con incredulidad.

    -Sí así es. Por eso voy a dejarte el camino libre, porque quiero lo mejor para ella pero te juro que si alguna vez la veo llorar por tu miserable culpa, voy a destazarte sin piedad y no quedará ni tu recuerdo.

    Kagome sintió cómo su corazón latía con fuerza al oír ésas palabras viniendo de Inuyasha, se sentía muy feliz de que él le correspondiera.

    -¿Entonces por qué demonios te fuiste a ver a Kikyo?

    -Eso no te incumbe pero te lo voy a decir. Fui a hablar con ella para decirle que de quien estoy enamorado es de Kagome, fui a despedirme.

    -Muy bien, entonces quien te dejará el camino libre seré yo bestia. Yo también estoy enamorado de ella y sé que la felicidad sólo la conseguirá a tu lado.

    -Gracias-Musitó el hanyou.

    -De nuevo te adelantas bestia impertinente, dije que no voy a interferir pero nunca dije que dejaría de estar pendiente de cualquier movimiento en falso para cautivar el corazón de mi querida Kagome así que será mejor que la hagas muy feliz bestia asquerosa.

    Una vez terminó de amenazar al ambarino, Kouga salió corriendo e Inuyasha detrás de él gritando maldiciones y diciendo que lo mataría.

    -por fin el tonto de Inuyasha admitió que te ama Kagome-Dijo asombrado Shippo.

    El monje se limitó a sonreír mientras la exterminadora tomaba fuertemente la mano de la sacerdotisa.

    -Es cierto, la felicidad sólo la tendría a tu lado Inuyasha-Pensó la miko.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  9.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    571
    Durante la cena, Kagome seguía pensando en todo lo que había dicho Inuyasha pero casi ni habían cruzado palabra desde que él y Kouga hablaron. La joven azabache volteaba a ver al hanyou de vez en cuando pensando en qué podría decir para romper el hielo y cada vez que algo se le ocurría, las palabras se consumían en sus labios.

    Antes de darse cuenta, ya era hora de dormir y Kagome se sentía muy frustrada de no haber podido hablar con Inuyasha.

    -No te preocupes, mañana tendrán mucho tiempo para hablar-Dijo la exterminadora acostándose a su lado.

    -Si tienes razón-Afirmó la miko cerrando los ojos.

    A la mañana siguiente, Kagome se despertó con mucha energía y un poco menos tensa que la noche anterior, cuando salió de la cabaña y se encontró con Inuyasha le dirigió una amplia sonrisa a la cual él correspondió.

    -Buen día Inuyasha

    -Hola Kagome ¿Dormiste bien?

    Muy alejados de ellos, Sango y Miroku se encontraban preparando el desayuno pendientes de la conversación del ambarino y la azabache.

    -¿Su excelencia cree que Inuyasha por fin le esté confesando a Kagome sus sentimientos?-Preguntó la castaña mientras movía el estofado de verduras.

    -No lo sé mi querida Sango, no logro escuchar nada-Dijo serio mientras le acariciaba el trasero.

    -¿Se puede saber qué diablos está haciendo descarado?-Gritó la exterminadora furiosa mientras le propinaba al monje una buena bofetada.

    -Nada, Sanguito, nada.

    -Eso pensé.

    Inuyasha y Kagome estaban sentados a la orilla del río mientras el desayuno estaba listo, estaban en silencio simplemente disfrutando de la compañía del otro, pero Kagome estaba esperando la “confesión” del ambarino. Tras varios minutos de permanecer así, comenzó a dudar de lo que Inuyasha le había dicho a Kouga, pero es que a Inuyasha le costaba hablar de sus sentimientos, por no decir que era casi imposible, el híbrido también se encontraba en una situación bastante difícil. Tenía que confesarle a Kagome sus sentimientos pero ¿cómo? Ante tal problema pedía al cielo por algún milagro que lo ayudara.

    -¡A desayunar!-Gritó Sango

    La exterminadora y el monje miraban intrigantes a la miko y al peli plateado, la azabache al darse cuenta simplemente negó con la cabeza, como diciendo que no había sucedido nada a lo que Miroku y la castaña suspiraron frustrados.

    -Bueno, voy por unas cuantas hierbas medicinales, la medicina de mi época se está agotando.

    -Ten cuidado Kagome-Le pidió en hanyou

    La sacerdotisa caminaba arrastrando los pies, resoplando y lanzando maldiciones al viento ¿Qué acaso un simple “te amo”, “estoy enamorado de ti” o si quiera un “déjame estar a tu lado por siempre” era demasiado pedir? Furiosa negó con la cabeza maldiciendo a todo ser viviente sobre la faz de la tierra, una vez que se calmó pudo pensar con más claridad las cosas y llegó a la conclusión de que Inuyasha no mentía, simplemente necesitaba tiempo. De un mejor humor quiso regresar a la aldea pero tropezó con una roca y se fue rodando colina abajo.

    Fue despertando lentamente, le dolía todo el cuerpo y estaba segura de que algo se había roto, aun no podía abrir los ojos gracias al mareo y el dolor de cabeza.

    -Creo que está despertando-Dijo una voz masculina nada familiar

    -¿Deberíamos devorarla ahora?-Preguntó otra voz masculina siniestra

    -¿De…devorarme? Demonios ni siquiera traje mis flechas y no sé ni dónde estoy-Pensó antes de desmayarse de nuevo.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  10.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    1081
    Kagome abrió lentamente los ojos, se sentó y miró a su alrededor y no había nadie, pensó que las voces que escuchó fueron sólo producto de su imaginación. Se levantó y caminó un poco para explorar la cueva en donde se encontraba.

    —Despertaste antes de lo que imaginé—Dijo la voz que había escuchado antes haciendo que Kagome se sobresaltara.

    —¿Quién eres tú? ¿Qué quieres?—Preguntó la miko con voz temblorosa a causa del miedo

    El hombre parado frente a ella sólo sonrió malévolamente mientras observaba de pies a cabeza a la joven azabache, la cual también estudiaba al muchacho minuciosamente. Era muy alto y musculoso, de tez muy pálida, cabello violeta y largo recogido en una cola de caballo que llegaba hasta su cintura, tenía los ojos rojos y unos dientes muy afilados.

    —Eres una sacerdotisa—Dijo mirándola fijo a los ojos.

    —Así es—Respondió ella con voz firme, mirándolo también a los ojos tratando de descifrar a ese demonio, pero no encontró nada, parecía vacío.

    Él fue acercándose lentamente a Kagome, haciendo que ella retrocediera instintivamente hasta que sintió la pared de roca detrás de ella.

    —¿Qué pasa, acaso tienes miedo?

    —No—Respondió ella sin apartar la vista de sus ojos.

    Él continuó caminando hacia ella, hasta el punto de que podía sentir la agitada respiración de la miko. Pasó una de sus afiladas garras desde su mejilla hasta cuello realizando un corte en éste haciendo brotar una pequeña gota de sangre la cual lamió.

    —Tal como supuse…eres deliciosa—Dijo mostrando sus prominentes colmillos—Dices que no me temes, pero tu cuerpo me dice lo contrario.

    —Aléjate de mí—Ordenó la azabache volteando la cara.

    —No me gusta el tono en el que me hablas—Dijo sosteniendo violentamente su mentón para que lo mirara—Y mírame cuando te hablo.

    —Suéltame—Dijo ella zafándose de su agarre

    Aquel intimidante demonio respiró profundamente tomando el puente de su nariz con dos dedos. Kagome estaba colmando su paciencia al ser tan insolente con él, quien con un solo movimiento de sus garras podría hacerla pedazos.

    —Estás comenzando a cansarme—Dijo amenazante mientras sujetaba la cara de la azabache con fuerza.

    —No...no me toques—Exclamó ella poniendo sus manos en el pecho del youkai, desprendiendo un aura color azul que hizo que éste fuera arrojado abruptamente al otro lado de la cueva.

    Él se levantó rápidamente caminando furioso hacia la sacerdotisa para propinarle un golpe en la mejilla que la tiró al suelo. Él youkai la miraba con ojos llenos de odio y sádicos, respiraba agitadamente y luchaba por no perder el control y despedazarla, al menos no en ése instante primero tenía que hacerla pagar por atreverse a tocarlo.
    ---​

    —Kagome ya tardó demasiado—Comentó Sango preocupada.

    —Es verdad, Inuyasha creo que deberías ir a buscarla, la señorita Kagome podría estar en problemas—Dijo Miroku mirando al hanyou.

    —Sí, iré a buscarla—Dijo el peli-plateado a punto de salir de la cabaña.

    —Espera Inuyasha—Lo detuvo la castaña—Lleva ésto contigo, puede que Kagome las necesite—Dijo entregándole el arco y las flechas sagradas.

    En ése instante el ambarino salió disparado para buscar a Kagome, comenzó a rastrear su olor hasta llegar a la colina, pero no encontró nada, y ahí desaparecía el rastro.

    <<Kagome...¿Dónde estás? Sólo espero que estés bien>> Se dijo a sí mismo.

    El hanyou estaba a punto de irse a buscar por otra parte hasta que escucho un grito que venía de la parte baja de la colina, ésa voz sin duda era la de Kagome. Inuyasha corrió con todas sus fuerzas esquivando algunas raíces salidas del suelo para no tropezar y retrasarse, finalmente llegó a la cueva y se encontró con un demonio sujetando fuertemente los brazos de la azabache con una mano mientras que se disponía a desgarrarla con la otra. El ambarino rápidamente corrió hacia el youkai derribándolo y poniéndose pretectoramente frente a la miko.

    —Que ni se te ocurra tocarla imbécil—Gruñó el ambarino desenvainando a colmillo de acero.

    —¿Quién demonios eres tú—Dijo el aludido levantándose.

    —La misma pregunta para tí.

    —Yo soy el gran Takenashi, y si no te apartas de mi camino, voy a hacerte pedazos junto con ésta humana.

    —Quiero ver que lo intentes...¡Viento cortante!—Gritó el ataque de su espada, el cual Takenashi esquivó con facilidad.

    —Tus movimientos son lentos híbrido—Se burló el demonio lanzando con sus manos una esfera de energía color violeta que impactó a Inuyasha derribándolo.

    —Inuyasha—Lo llamó Kagome mientras corría preocupada a donde él se encontraba.

    —Pero que débil resultó éste medio demonio, ni siquiera fue capaz de dar una buena pelea.

    —Yo que tú no hablaría tanto—Le respondió en híbrido levantándose.

    Y así fue como se libró una gran batalla, había puñetazos, patadas, ataques con colmillo de acero, bolas de energía violeta volando por todo el lugar hasta finalmente Takenashi acabó exhausto y Kagome tomó rápidamente su arco y se puso en posición para atacar.

    —Inuyasha, realiza el viento cortante.

    —Sí...¡Viento cortante!—Exclamó mientras una ráfaga de energía color amarillo colaba en dirección al youkai.

    —¡A él!—Gritó la azabache lanzando su flecha, provocando así la muerte de aquel demonio—Ya terminó todo—Dijo la miko aliviada.

    —Dime Kagome ¿Ése maldito te lastimó?

    —N...no él no me hizo daño—Respondió Kagome con un leve sonrojo en las mejillas escondiendo sus brazos.

    —Déjame ver—Le pidió tomando suavemente sus brazos para levantar la manga de su blusa—Ése bastardo...—Fue lo único que alcanzó a pronunciar el ambarino al observar las marcas ya moradas de los dedos de Takenashi en la delicada y blanca piel de Kagome, la observó con detenimiento y vio que tenía raspadas las rodillas y moretones, además de estar cubierta de tierra y tener leves cortadas en el rostro—Discúlpame Kagome, por no haber llegado antes, nada de ésto hubiera pasado de no ser por mis descuidos—Le pidió apretando los puños al sentirse tan impotente.

    —De no ser por tí, ya no estaría viva—Lo corrigió dulcemente tomando sus manos.

    —Ya es hora de irnos—Dijo Inuyasha ofreciéndole su espalda a la azabache.

    Ella no tomó sus hombros como usualmente lo hacía, en vez de eso lo abrazó y acomodó su cara en el cuello del ambarino para después quedarse dormida.

    —¿Qué haría si te pierdo Kagome? No lo soportaría...ya no...ya no puedo vivir sin ti—Dijo el hanyou en voz alta aprovechando que Kagome estaba dormida.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  11.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    798
    Después de un par de horas, Kagome fue despertando lentamente y al abrir los ojos, no se encontraba en el sengoku si no en su habitación. Se frotó un par de veces los ojos para asegurarse de que no estaba soñando.
    —Inuyasha—Dijo en voz alta al pensar que en su preocupación la había llevado a su época.
    Bajó las escaleras para saludar a su familia y se encontró con el hanyou sentado en el piso de la cocina jugando con su gato Buyo, su mamá estaba preparando la cena mientras su hermano fingía escuchar una de las historias de su abuelo.
    —¡Hermana ya despertaste!—Dijo Souta con alegría cuando la vio entrar.
    —Kagome hija, pero mira nada más como te dejaron que bueno que Inuyasha llegó a tiempo para rescatarte porque no me quiero imaginar lo que...
    —Mamá está bien, lo importante es que llegó—La interrumpió la miko.
    Naomi asintió antes de volver a hablar.
    —La cena ya casi está lista ve a darte un baño mientras tanto. ¿Me ayudas a poner la mesa Inuyasha?
    —Sí ya voy—Respondió levantándose rápidamente para ayudar a la señora Higurashi.
    —Shampoo bendito seas—Dijo la sacerdotisa mientras se masajeaba el cuero cabelludo haciendo espuma.
    Una vez que terminó de bañarse fue directo a su armario y sacó unos pants y una sudadera rosa porque hacía algo de frío y bajó para encontrarse con su familia.
    —Kagome tengo una noticia muy importante que darte—Dijo su madre con seriedad mientras servía la comida.
    —sí, dime.
    —Tu prima Sora va a casarse—Dijo con alegría.
    —¿Casarse?—Preguntó la miko atónita.
    —Verás hija, tu tía Akina nos llamó hace tres días para invitarnos a la boda, ya tengo los boletos de avión—Dijo sacándolos de su bolso—Son 5 porque tu tía me dijo que necesitarías un acompañante ya que tu prima te seleccionó como una de las damas de honor y tendrás que abrir la pista de baile con un número que un maestro te montará y claro pensé en Inuyasha como tu acompañante.
    —¿Yo?—Preguntó desconcertado.
    —Pues claro orejas de perro—Contestó Souta dándole una palmada en la espalda.
    —Mamá, no sé si voy a poder asistir a la boda—Dijo la miko agachando la cabeza—Sabes que tengo una misión que cumplir y....
    —Iremos—La interrumpió Inuyasha—Ésa boda es importante porque es un asunto familiar, además hace ya varias semanas que no tenemos noticias de Naraku podemos tomarnos unos días.
    —¿Te sientes bien?—Preguntó Kagome poniendo una mano en la frente del hanyou.
    —Pues claro que sí tonta, solo estoy siendo amable además también estoy invitado y seguro que habrá toneladas de comida ninja.
    Al día siguiente Kagome fue de compras con Inuyasha ya que no podía ir por ahí con su típico traje, compraron 7 conjuntos diferentes y el traje lo comprarían al llegar con su prima. Ésa tarde se dedicaron a hacer las maletas y ponerse de acuerdo sobre quién llevaría los boletos de avión y se fueron a acostar temprano ya que les esperaba un largo día.
    El despertador de Kagome sonó a las 8:00 a.m. provocando que Inuyasha se sobresaltara y lo rompiera con sus "garras de acero" Kagome se sentó en la cama mientras bostezaba y se tallaba los ojos.
    —Es el segundo despertador que rompes Inuyasha—Dijo parándose para ir al baño a atender sus necesidades biológicas.
    —¡Feh!
    Kagome preparó el desayuno mientras los demás miembros se bañaban y vestían. El desayuno fue apresurado ya que no querían retrasarse para llegar al aeropuerto, el abuelo de Kagome lavaba los trastos mientras Souta ayudaba a Inuyasha a vestirse con unos vaqueros y un suéter polo color azul marino y unos zapatos negros. La azabache se puso unos vaqueros claros ajustados con un suéter rosa que dejaba sus hombros al descubierto y unos zapatos cerrados color beige combinando todo eso con un bolso rosa. Se dirigieron al aeropuerto en un taxi e hicieron todo el proceso de verificar maletas, dejar en una caja objetos metálicos, etc y esperaron treinta minutos hasta que los llamaron para abordar.
    La aeromosa indicó las medidas de seguridad y las salidas de emergencia pero Inuyasha no prestó atención por lo que Kagome le colocó el cinturón de seguridad antes de despegar. El híbrido iba observando por la ventana que cada vez iban más alto, él nunca había volado tan alto, literalmente estaba entre las nubes y una caída desde ésa altura sería mortal.
    —Kagome...¿Ésta cosa voladora puede caerse?
    —No sucede muy a menudo pero...
    —¡Feh! ni hablar nos bajamos ahora mismo—Gruño forcejeando con el cinturón
    —Inuyasha—Cantó Kagome tomando el puente de su nariz.
    —Ay no—Dijo asustado el ambarino por lo que se venía. No podía decirle "abajo" pero con algo se desquitaría seguro le iba a doler.
     
  12.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    26 Marzo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Siempre has sido tú
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    787
    La azabache jaló la oreja del hanyou, acercándolo a ella.

    —Escúchame bien, el vuelo dura solamente 70 minutos ¿Puedes comportarte?—Lo reprendió.

    —Sí, no molestes—Le respondió zafándose de su agarre.

    El vuelo pasó tranquilo y el tiempo se fue rápido, una vez que llegaron a la ciudad de Osaka, la tía y la prima de Kagome los recogieron en el aeropuerto y llegaron a su casa en punto para el almuerzo. La hermana de Naomi, era una de las mujeres más ricas de Osaka, era una empresaria muy importante y tenía muchas propiedades. Al entrar, Inuyasha quedó anonado al ver una casa tan grande y llena de muebles, parecía que vivían como 50 personas allí dentro. Estaba muy ocupado admirando la casa hasta que alguien rompió su concentración.

    —¡Kagome!—Chilló una chica un poco más alta que ella, con ojos color avellana y el cabello color chocolate largo a la altura de los hombros—No puedo creer que estén aquí me da tanto gusto verlos—Dijo abrazando a la pelinegra.

    —A mi también me da mucho gusto verte Sora.

    Al separarse del abrazo de la miko, la castaña observó con curiosidad al ambarino que se encontraba a lado de su prima.

    —Oh, Sora casi lo olvido, él es Inuyasha.

    —Mucho gusto—Dijo ella estrechando la mano del aludido—Supongo que eres el novio de Kagome, ¿Tu color de cabello es natural? ¿Y tus orejas?—Preguntó tocando las orejas del híbrido.

    —Eh sí todo es natural.

    —Bueno, vamos a comer—Los llamó la madre de Sora desde el comedor.

    Caminaron por un corto pasillo, hasta llegar a una habitación con un comedor bastante largo adornado como las películas de gente rica.

    —En un momento conocerán a mi prometido—Dijo Sora sentándose.

    Unos minutos después, entró un hombre que no parecía Japonés en lo absoluto, era alto, rubio de ojos azules.

    —Querido, te presento a mi familia, Ella es mi prima Kagome, mi tía Naomi, mi primo pequeño Souta y el abuelo—Espetó señalando a cada uno de ellos—Oh, y él es Inuyasha el novio de Kagome.

    —Mucho gusto, mi nombre es Tom—Se presentó estrechando la mano de cada uno de los miembros de la familia.

    —Tom es americano—Comentó Akina mientras todos comían—Su familia viene desde los Estados Unidos y les ofrecimos la casa como hospedaje. Tenemos una casa de invitados a 15 minutos de aquí, ahí se quedarán ustedes, cuenta con 5 habitaciones con televisión, una sala, cocina, comedor y 4 baños.

    —Agradecemos la hospitalidad—Respondió Naomi.

    —Querida, eres mi hermana, para ti lo mejor.

    Terminando el almuerzo, un chofer estaba esperando a la familia Higurashi para llevarlos a la casa donde se quedarían.

    —Mañana a las 9:00 nos reuniremos en el restaurante "Kiku" para desayunar y después iremos a las clases de baile para preparar su número—Dijo Sora tomando las manos del ambarino y la miko.

    —Ahí te veremos Sora.

    El chofer los llevó a una casa blanca, por dentro estaba muy bien amueblada y parecía que acababan de asearla. Cada uno se instaló en una habitación, La habitación de Inuyasha quedaba justo frente a la de Kagome y ella le estaba ayudando a desempacar sus cosas y meterlas en un cajón.

    —Oye Inuyasha, cuando llegamos vi que el refrigerador y la alacena estaban vacíos así que voy a ir al super mercado ¿Te gustaría acompañarme?

    —¿Acaso crees que te voy a dejar ir sola por ésta cuidad extraña y peligrosa?

    —Bueno entonces vayámonos ya.

    Tardaron cerca de una hora comprando ya que Inuyasha no se decidía acerca de los distintos sabores de sopas instantáneas y papas fritas. Una vez en la casa,Kagome y su madre prepararon la cena y luego todos fueron a dormir.
    Ya era media noche y todos dormían excepto cierta joven miko que se mantenía despierta a causa del aullido del viento, las copas de los árboles balancéandose y la lluvia que caía fuerte sobre el pavimento. Un ensordecedor trueno hizo escapar un grito de la garganta de la azabache lo que ocasionó que los instintos del hanyou se activaran y, en menos de un minuto él ya se encontraba frente a la cama alarmado

    —Inuyasha...—Murmuró la sacerdotissa abrazándolo.

    —Idiota no me digas que le temes a las tormentas—se burló.

    Ella separó su cabeza del abrazo para mirarlo, iba a responderle pero las palabras simplemente no salieron de su boca al ver sus ambarinos ojos viéndola fijamente, su corazón latía fuertemente y a pesar de la tenue luz de la luna se notaba el leve sonrojo en las mejillas de ambos. La tormenta no había terminado pero ya no importaba, estaban solos en ése momento y no querían pensar en nada más, sólo deseaban permanecer así, abrazados unos momentos más.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso