Si alguna vez aparezco de nuevo

Erika, 15 años.
Estudiante de primer año de preparatoria, vive en casa de sus tíos. Falleció hace aproximadamente cinco años, víctima de maltrato.

A la edad de tan solo 2 años mis papás sufrieron un accidente de tránsito y murieron, fui rescatada del auto y me regalaron en casa de mis tíos, ellos eran buenas personas en un principio. Pero poco a poco fueron destrozando mi vida, junto con otras personas.
Pasó el tiempo y por fin saldría de la secundaria, sería hermoso probarse uno de esos vestidos, los cuales todas las chicas usaban, pero lo único que pude llevar fueron unos pedazos de trapo viejos y desgastados, como siempre, fui la burla de ''todos'' la típica ''nerd'' o ''bicho raro'' a la cual todos molestaban.
Hoy por fin fue un día diferente al de todos, cumplía 15 años de edad, y alguien se mudó en el departamento de al lado. No tenía idea de quién era o qué hacía aquí, me daba igual, yo odiaba a todo mundo, no pensaba en romances y lo que más odiaba era a mis tíos, por las noches me encerraba en la habitación queriendo desaparecer o lloraba recordando a mis papás. A pesar de que no los conocí bien.
Hoy por fin entraba a la preparatoria. —Espero y sea un buen día —me repetía como toda una idiota.

—Chica, deberías entrar a clase ¿no crees? —preguntó la maestra.
—Perdón maestra, no escuche el timbre.
—Adelante, pero que no vuelva a pasar esto. —Decía la maestra señalando el lugar en el que debía sentarme.

Todos me miraban feo, me hacían sentir sin gracia, sin amigos, sin nada.
Pasaron dos horas de la clase de matemáticas y al fin había llegado un pequeño descanso de 30 minutos, al menos serviría para relajarme y disfrutar del bonito paisaje que ofrecía la naturaleza. Al menos en el lugar en el cual estaba era un pequeño jardín rodeado de árboles frondosos y lo que lo hacía prometedor era el canto de las aves.
Desde aquel momento se había acabado el descanso y debía volver a clase, pero opté por escaparme, aún faltaban 5 horas y todo se había vuelto aburrido.
Al llegar a casa pude notar como alguien salía del departamento de al lado —Es un chico —me dije a mí misma. No podía evitar observar hacia dónde se dirigía —¿quién es él? —¿nunca antes lo he visto o sí? —me repetí a mí misma, procurando encontrar una respuesta, revisé el reloj que traía en la mano, y me lleve una horrible sorpresa. —¡No puede ser! llevo dos horas aquí, es tardísimo, mis tíos me mataran.
Entré a la casa, evitando hacer ruido, pero ellos me descubrieron.

—Es muy bonita la hora en la que llegas Erika. —¿Crees que te vas a burlar de nosotros estúpida, tu maestra me mandó llamar para decirme que te escapaste del colegio, —¿hasta cuando te voy a soportar? ¿cuando entenderás?

—Perdonenme tíos, juro que esto no volverá a suceder. —Decía asustada.
—¿Sabes algo? hoy no tendremos piedad contigo inútil, así que lavas los trastes, limpias la casa, haces la tarea de tus primos, cocinas, planchas y dormirás en el patio a partir de ahora ¿escuchaste?
—Sí tíos, yo, haré lo que ustedes ordenen, ahora si me disculpan debo ir a la cocina en busca de algo.

Recuerdo que aquella noche tomé un cuter de la cocina y empecé a cortarme las venas, cada vez sangraba más y más, pero no podía evitar hacerlo, llevo cinco años tratando de buscar una solución a este problema y no he podido. Desearía morir mil veces, antes de seguir estando aquí, desde mañana mi vida se volvería un infierno del que algún día lograré salir.