Shizuoka Shizuoka

Shukusha (Rengo; Clan Tao; Takano; Matsuda; Yuzuki; Kohaku; Natsu; Misato)

Jardín (Takano; Yuzuki)

—Yo...—mencionaba antes de terminar de escuchar a Yuzuki.

"Porque parece que tenemos público"

Takano miró a la misma dirección que Yuzuki y vió a Rengo sacando la cabeza por la puerta corrediza. Detrás de ellos, por los baños salían Yin vestido con sus nuevas ropas japonesas; mientras Matsuda salía con su yukata pues había tomado un baño.

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Habitación (Natsu)

Natsu dejó de ver la escena mientras Rengo se recostaba en el tatami aun mirándolos, cuando notó que Yuzuki los había visto, Rengo saludó con descaro —Si, que inoportunos, ya también los vió Yin y Matsuda— dijo hacia Natsu para que se volviera a acercar, aquello estaba resultando muy entretenido; Rengo comenzó a hacerle señas a Takano quien también ya había volteado a verlos, las señas eran para indicarle como Yin los veía con su nueva indumentaria sin interés, pues desconocía aquella dinámica entre ellos; pero Matsuda los veía con extrema ternura.

 

Natsu Gotho

Lo notó saludar con descaro y si no fuera porque era más el desagrado de tener que esperar por una escena romántica se le hubiese escapado un comentario déspota, sin embargo, se levantó con parsimonia mientras enterraba las manos en las amplias mangas de su Kimono negro, escudriñándolos por mera inercia.

—¿Podemos irnos? Pueden continuar en el shukusha de la próxima prefectura —habló sin interés personal en el asunto, sin embargo no miró a Yuzuki en ningún momento, como si ésta no fuese más que un insecto que entretuvo a Takano, haciéndolos perder el tiempo.

Sino mal recordaba no faltaba nadie más para poder partir. Miró entonces al cielo, sintiendo la brisa del viento cálido acariciarle las mejillas pálidas, recordando que debía encontrar el hombre que lo tatuaba, quizá tenía suerte y daba con él para retocar la tinta en su espalda, y quizá, hacerse uno más.

 

Natsu Gotho

Se recostó en la pared, escuchándola hablar pese a no prestarle atención como tal, sin embargo, no era tan idiota para no darse cuenta que estaba adquiriendo el vicio de hablar de él como si ni siquiera estuviese presente. Comenzaba a lograr un sabor amargo el escucharle la voz molesta deslizarse por los espacios que compartían.

—Ya quisieras acariciarme, mujer —la soberbia innata hizo gala de presencia en el tenue siseo.

Terminó deslizando sus orbes afilados por Yuzuki. Lo único llamativo era el contraste del tono albino con el negro carbón, de resto... no tenía nada más interesante como para siquiera verla como algo más que un estorbo; la niñata al menos comenzaba a llamarlo como debía, aunque prefería el sama viniendo de ella. Las acciones de cariño le resultaban risibles, desde lo más cruel de la palabra, sin embargo, el que Takano aceptara ello le causaba ruido.

Débil.

Como su viejo.

 

Shukusha (Rengo; Clan Tao; Takano; Matsuda; Yuzuki; Kohaku; Natsu; Misato)

Interior

Yin ignoró por completo lo que estaba sucediendo entre Natsu; Yuzuki, Rengo y Takano, avanzó al salón principal para buscar a Misato para mostrarle su vestimenta; ella aun seguía allí cerca de Zeng y Ujihisa.

—Tuve que preguntar a los empleados, hay elementos distintos a los amarres chinos en la ropa— dijo mostrándole el obi.

Matsuda había abordado rápidamente a Takano mientras Yuzuki y Natsu discutían mientras Rengo los escuchaba.

"Rengo, la próxima recuérdame ofrecerle una caricia también a Gotho-san"

—Puedes acariciarlo ahora— dijo inocentemente, pues no entendía el por qué no lo podía hacer en ese momento.

"Ya quisieras acariciarme, mujer"

Rengo rio bastante, pero no ante las palabras de Natsu o Yuzuki, parecía reír de sus propios pensamientos; después le dió un par de palmadas en la espalda a Natsu para después ir a molestar a su hermano junto con Matsuda.

—Ya cállate Matsuda— dijo Matsuda mientras se cruzaba de brazos para controlar su impulso de golpearlo allí.

—Entonces un abrazo...—dijo Rengo hacia Takano para después abrazarlo sin que este pudiera apartarlo pues el mismo se había cruzado de brazos, tardó un poco en quitarse a Rengo.

 

Misato Aoyama

Ver a Yin presentando sus respetos dio una idea como hubiese sido mi vida si el clan Aoyama hubiese mantenido en la cima, de seguro a mi edad estuviese asistiendo a audiencias con algún señor feudal y madre estuviese con gran vehemencia en búsqueda de algún joven noble para ofrecerme como prometida... Pero como había dicho nunca paso por mi mente una vida como tal.

Al entrar vimos algunos miembros del clan, aunque mi atención estaba en ver la nueva imagen de Yin, aunque dudaba que fuese a tener problema...al menos no tanto como su compañero, estaba muy arraigado a la cultura de su pais...era su decisión y no podíamos hacer nada.

—Luce muy bien señor Yin, aprecio mucho que decida participar de nuestra cultura con tal entusiasmo...—suspire recordando la negativa anterior— Espero que en un futuro su compañero pueda apreciarlo sin ningún problema, está bien respetar la memoria de los ancestros...pero aún así...

Había quedado algo retraída y en un silencio algo incómodo...antes de despertar alguna preocupación en Yin levanté la mirada y le sonreí cálidamente.

—¡Eso me recuerda!— abrace con fuerza la vestimenta que llevaría con orgullo— No se aleje, debe ser el primero en verlo ¿Vale?

Busque una habitación en el Shukusha donde podría cambiarme sin problemas.

Un rato después podía comprar frente a un espejo de la habitación, como el hitatare aún resaltaba un estilo femenino...recordando entonces como el atuendo solamente en hombres, el artista del mercado fue bendecido con un gran talento.

Aún con el kosode azul zafiro sobre el atuendo el mismo desprendia una sensación de agilidad para el combate combinado con la gracia de una dama.

Al salir caminé hasta quedar frente a Yin para mostrar cada detalle de mi nueva ropa, extendiendo los brazos imitando una suerte de danza que dejaría en claro el estilo y belleza.

 

Shukusha (Rengo; Clan Tao; Takano; Matsuda; Yuzuki; Kohaku; Natsu; Misato)

Interior

Yin observó aquella danza con cuidado; en verdad era una obra de arte, tanto la ropa como sus movimientos, resaltando su ya grande belleza —Su belleza se resalta con tan hermosos colores señorita Aoyama; la presencia que tienen las vestimentas japonesas me sorprende, son cómodas y elegantes ante su simpleza, los colores están perfectamente impregnados, es un poema para la vista — mencionaba con sinceridad mientras disfrutaba de el aire fresco que sentía entre la ropa, sutil y cómodo ante su piel.

—Estaré emocionado de escuchar las tradiciones de Japón con su voz— decía hacia Misato —Puedo notar su alegría al hablar de su pueblo.

 

Daichi Nishimura
[Puerto ---> Cuartel General]

—Es lo correcto...—dije al aire, después que Ukita lo mencionara, realicé una leve revelencia con mi cabeza para mostrarle mi gratitud. Entonces me confundió lo decía sobre Takano. "Interesante, es imposible ser más áspero...", pensé por un momento titubeante. Seguían siendo personas extrañas hasta cierto punto, sería incapaz de entender lo que eran antes, solo podría imaginarlo y aún así, no significaba que esa imagen fuese real. Jamás conocería al Takano de antes o cualquier miembro del clan Minamoto de antes, solo restaba confíar en las palabras de Ukita.


"—¿Un mensajero? —"

Asentí con mi cabeza. Quería lograr explicarle todo los detalles sobre el sistema de mensajeros que tenían los ninjas por todos Japón, pero yo recién comenzaba a entenderlo. Eran los oídos de toda la península y si teníamos suerte, también portadores de noticias sobre la realidad del ataque naval sobre la prefectura, solo quedaba esperar que llegara esa información, pero por ahora, podían intentar adelantar algo yendo hacia el cuartel general.

Llegamos al cuartel general, desde la lejanía se visualizaba unas figuras oscuras, debían ser los guardias.

"—Utiliza tus habilidades de sigilo, ocúltate en ese árbol mientras hablo con los guardias, no planeo arriesgarte si las cosas no salen como quiero...—"

Le lancé una mirada de confusión, por un momento, dudé, mi cabeza se fue en blanco. "¿Infiltrarse en un cuartel general?", lancé el aire que no quería salir de mis pulmones por la boca y retomé el aliento nuevamente. Asentí con mi cabeza dudoso y me alejé de Ukita para poder acercarme al árbol. Coloqué mi cuerpo detrás del tronco, caminando entre un par de raíces que brotaban del suelo. Por suerte, las hojas del árbol creaban una sombra que me permitía pasar desapercibido. Agradecí tener mis ropajes oscuros y lancé mi mirada en dirección a Ukita, siguiendo sus movimientos con la mirada, estudiando como se movía en dirección a los guardias. El intercambio de palabras se perdía por momentos en el viento, tuve que cerrar mis ojos y esforzar mi audición para lograr captar el mensaje de ambos lados. Y cuando los abrí, de manera inesperada, los guardias se estaban llevando a Ukita arrestado hacia el interior del cuartel general.

Suspiré y coloqué mis dedos indices de cada mano sobre mis sienes, relajándome. "Solo debes seguir lo que dijo el señor Ukita...", me dije a mi mismo. Observé la estructura desde la sombra del árbol, no encontraba ningún tipo de abertura por donde pasar, ni tampoco lo podría escalar con facilidad, pero... Nadie vigilaba la entrada en ese momento. —¿El señor Ukita podría haber creado tal conmoción que no enviaran a nadie para vigilar?— tomé aire, sonaba a locura, pero... Debía intentarlo, solo mirar hacia el interior y divisar algún punto de entrada.—Vamos, Daichi...—me susurré acercándome, sujetando con mi mano derecha la parte inferior de mi arco, intentando que no se moviera en mi espalda, movilizándome con sutileza.

 

Cuartel Militar (Ukita; Daichi)

Los guardias habían detenido a Ukita, sus palabras no habían tenido efecto y se rindió sin oponer resistencia; esperando que Daichi tuviera mejor suerte que él; pero no fue así, aquellos guardias vivían en alerta continua, siempre preparados para un ataque sorpresa, uno que vió a Daichi escabullirse desde el exterior lo alcanzó aplicando una llave evitando movimiento del samurai quien no tuvo más remedio que rendirse; para acompañar a Ukita a una celda, ls barrotes eran de un bambú reforzado con soga, barrotes que serían de papel si tuvieran sus armas; las cuales les habían sido arrebatadas antes de ser lanzados al interior; sus manos no eran suficientes para destruir aquellos barrotes.

—Tratemos de ver el lado amable; estamos dentro, seguro el general nos vendrá a interrogar en algún momento— mencionó Ukita sumamente avergonzado, no podía mirar a Daichi a la cara y sabía que este sentía lo mismo.

Unos pasos se hicieron presentes en aquel sitio, seguramente sería el general, debía serlo. Un hombre con armadura completa estaba frente a ustedes, mirándolos con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

—Nara es dominio Taira ahora, y usaste a una persona para tratar de infiltrarse mientras tú eras detenido, supongo que por eso te rendiste sin oponer resistencia; así que dime ¿Por qué el general de Nara ha venido a molestar las puertas del cuartel?— preguntó con una voz áspera y fría hacia Ukita.

—Quería hablar con usted, de general a general—mencionaba Ukita para iniciar la plática, la cual fue interrumpida por la potente risa de aquel hombre.

—Yo soy el señor de Shizuoka, Arima Nagato, señor feudal de esta ciudad—

 

​

Takano comenzó a reunir a todos, primero en el shukusha, empezando por Rengo al cual recién había separado de él ante aquel abrazo, seguido de Matsuda quien estaba sumamente feliz por Takano y a la vez sumamente confundido por su hermano. Después acercó tanto a Yuzuki como a Natsu los cuales no se notaban contentos de ser arrastrados a la par hacia el salón principal del shukusha, dónde con calma esperaba Kohaku sentado dónde había compartido té con el resto. Ujihisa Y Zeng esperaban alejados mientras observaban como Yin y Misato mostraban sus nuevas adquisiciones, siendo los mejores vestidos en aquel sitio pues sus ropas estaban nuevas y los colores destacaban por su tratado textil.

Takano volvía a su semplante característico de fastidio al ver que faltaba Satou; Kuroki y Heya —¿Era pedir demasiado estar en el shukusha?— talló sus ojos con fuerza con su pulgar e índice.

—La felicidad no te dura demasiado hermano —dijo Rengo mientras avanzaba a la salida —Los rastrearé, Kuroki y su padre fueron a cazar, así que no creo que tarden demasiado, a menos que los cazadores se convirtieran en presa —dijo pensando en los animales que podían encontrar por Shizuoka —a Heya lo rastrearé sin problema— miró a Natsu— todos los que visitan herbolarias huelen parecido.

Salió del shukusha mientras Takano se dejaba caer en la almohadilla frente a la mesa donde esperaba Kohaku —Crearé un sistema de penalizaciones, así comenzarán a seguir simples instrucciones o sufrir las consecuencias.

Satou regresó con Kuroki cargando a dos faisanes, Takano miró a Satou —La puntualidad es de suma importancia para un guerrero— dijo mientras Satou sonreía.

—Si no se han ido es que aun estamos a buen tiempo— mencionó con tranquilidad viendo que aun faltaba Heya y Rengo.

Rengo regresó con Heya, quien efectivamente estaba en la herbolaria; Takano iba a decirle algo pero Rengo lo distrajo — Estaba pensando que no todos tenemos caballos, y cuando llegué junto con Natsu me di cuenta que no habrá los suficientes para el viaje—

—Iremos a pie, aquellos con caballo pueden ir en él pero al ritmo de nuestro andar— culminó Takano levantándose de la almohadilla para hablar al grupo —Kamakura no es ninguna especie de ciudad para descansar como lo han sido las que hemos visitado, al llegar allí sólo nos esperan entrenamientos y misiones peligrosas, en cuanto a lo demás, ni yo sé que esperar; así que comencemos el viaje, será uno largo.

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El rol continúa aquí​

 

Daichi Nishimura
[Cuartel General]

Me encontraba mirando el techo de la celda, sentado en el suelo, cuestionando ligeramente mi decisión de mirar por la puerta principal y entrar por allí.—Estúpido, demasiado estúpido...—susurré entre dientes, intentando no mirar a los ojos a Ukita, sintiendo una extraña sensación de decepción para con mis habilidades. Tomé aire por mi nariz y liberándolo con un leve resoplido por mi boca. Hasta ese punto, había logrado evitar ser apresado por los guardias de las tantas prefecturas, jamás pensé que me podría sentir tan indefenso estando encerrado y sin mis armas. "¿Acaso las armas es lo que te hacen ser un guerrero?", me cuestionó una parte irracional de mi mente que se negaba dejarse sentir vencido por la situación.

Asentí con mi cabeza hacia Ukita, al escuchar su primero comentario, sin dejar de mirar el techo, me encontraba serio. Mordí mi labio inferior, ante la idea de cuánto deberíamos esperar hasta que alguien apareciera para interrogarnos.—Creo que ya entiendo porque Takano no se toma muy bien los cambios de planes, señor Ukita...—le dije casi en un susurro.—Lo siento.—hubo un silencio, el tiempo se sintió detenerse, podía sentir nuestras respiraciones silenciosas, como esperando a que apareciera algo que nos trajera esperanzas. Entonces, escuché unos pasos que se acercaban, pude divisar que un hombre con armadura completa se presentaba frente a nosotros, un guerrero, debía ser el general.

La risa de aquel hombre parecía sonar como un estruendo en aquel lugar tan silencioso, haciendo que parpadeara por un momento sorprendido por el ruido amplificado. Me levanté de a poco del suelo.

"—Yo soy el señor de Shizuoka, Arima Nagato, señor feudal de esta ciudad—"

Abrí mis ojos de la impresión, intenté articular alguna palabra, pero mi cerebro se fue en blanco. Miré a Ukita, pero tampoco pareció reaccionar. "Sí, es un guerrero...", mi mente se cuestionó por un momento. Yo no esperaba que no los encontrasemos tan pronto y muchos menos en esta situación.

—Se... señor Nagato.—pronuncié dubitativo, remojé mis labios ligeramente, buscando las palabras para continuar.—Soy Daichi Nishimura, vengo del norte, de Hokkaido y este es mi compañero Ukita Nagasada también del norte. Ambos venimos, a su presencia, preocupados por la situación que oímos como rumor de parte de sus ciudadanos....—miré el suelo por un momento, luego me acerqué ligeramente, removiéndome el cabello de mi rostro, mostrando la vieja cicatriz de la muerte de un pueblo.—El señor Nagasada y yo, vinimos a su cuartel general preocupados a asegurarnos que su ciudad no corriera peligro por parte del rumoreado ataque naval, señor Nagato. En el norte, un pequeño pueblo costero conocido como: Hiyama, mi hogar, fue destruido en un solo día y toda vida arrebatada por un ataque sorpresivo por tierra y mar, yo no estaba dispuesto a dejar a la suerte que algo similar ocurriese en su prefectura, señor Nagato...—hice una reverencia.—Mi deber me impide no encontrar respuesta sobre esta incóginita y mi código de guerrero me dice que debo prestar servicio a los ciudadanos en peligro... Por tanto, mi señor, ¿algo de lo que he dicho es incorrecto o solo son ideas necias sin fundamento?—pregunté, dubitativo, alzando finalmente mi cabeza, mirando tanto a Ukita como al señor feudal en silencio, esperando una respuesta.

"Daicho, esta vez te excediste...", pensó mi mente en el silencio. Ala vez, que sentía como una gota de sudor frío se deslizaba fugazmente por mi espalda.

 

Tanaka Heya

Herbolaria

—Tiene razón, he venido a crear antídotos—Dijo mientras se acercaba a entregar las monedas necesarias para hacer uso de las herramientas del lugar.

Heya quiso preguntarle al herborista si era capaz de crear un antídoto para un veneno no identificado, sobre todo si se rehusaba a fabricarlos, pero teniendo en cuenta que le preguntaría al dueño del lugar, simplemente trabajó en silencio en las cortezas que cargaba.

Cuando terminó, se encontró con la misma persona que estaba en el shukusha, así que se reunieron con los demás para ir a la siguiente prefectura.

Contenido oculto: Mientras tanto en un universo alterno

Contenido oculto

En un AU donde el herborista no es tan fácil de convencer

Heya asintió confundido a las palabras del herborista

—Tiene razón, he venido a crear antídotos, y, aunque yo tampoco fabrico venenos, quisiera pteguntarle, ¿cómo puede comprobar que sus antídotos funcionan?. Para los venenos y enfermedades comunes es algo fácil de comprobar, pero si un día le pidiera un antídoto para un veneno que no ha sido visto antes, ¿cómo se podría crear un antídoto sin tener idea de cómo funciona el veneno? —Hizo una pausa, esperando que entendiera que preguntaba por curiosidad y no como un insulto— Los síntomas pueden ser engañosos.

 

Cuartel Militar (Ukita; Daichi)

Nagato se inclinó un poco para ver mejor a Daichi, analizando su rostro y mirando aquella cicatriz; su semblante no cambiaba a pesar de las palabras de Daichi, después miró hacia Ukita, este tardó en reaccionar, entendía que ahora Nagato lo escuchaba a él y sus razones.

Contenido oculto: Nagato

—Provengo de Uto; en la prefetura de Aomori — Al parecer ese viejo general ejercía demasiada presión sobre ustedes, incluso Ukita parecía comenzar a sudar —Siempre me he dedicado a abordar navíos con la idea de protegerlos, conozco de atracos, invasiones y tempestadas —esto último lo dijo con un tono lúgubre —Al conocer de este tipo de ataques creímos importante investigar un poco, pues aun hay investigaciones pendientes con respecto a aquellos que atacaron Hokkaido hace ya varios inviernos

—Inviernos— dijo Nagato levantando la mirada a un horizonte imaginario —No es común ver a alguien del norte en esta Prefectura, a menos que sea comerciante.

Ukita esperó a que Nagato dijera algo mas pero no fue así, regresó la presión hacia Daichi —El ataque en Hokkaido fue un evento planeado— dijo con seguridad —No fue un saqueo, no fue una guerra de poder, no fue guerra expansionista; pero como el norte siempre ha preferido mantener su distancia de los eventos políticos, nadie ayudó. Y este día, tengo un Nishimura en una de mis celdas, diciendo que quiere ayudar a mi pueblo — bufó y después negó — La razón por la que mi ciudad siempre está alerta a una invasión es porque he pasado por muchas guerras, sé que la paz sólo la debe experimentar mi gente, los líderes siempre debemos estar atentos, porque no queremos que civiles salgan lastimados por la confianza en una era de supuesta paz.

Volvió hacia Ukita —Veo que quieren hacer más preguntas, pero yo soy el más curioso en este momento; pero a diferencia de ustedes, soy el único armado —dijo sosteniendo su katana —¿Por qué el general de Nara abandonó su puesto?

Ukita levantó la mirada, no se amedrentó —Primero pierdo mi honor antes que someterme al mandato de algún Taira

Nagato volvió hacia Daichi —¿Qué es lo que realmente quieres preguntar? ¿Crees que Shizuoka es culpable de lo que pasó en Hokkaido?

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Herbolaria (Heya)

—Para eso, muchacho; están los mejores herboristas, son de los pocos que viajan constantemente por todo Japón mostrando sus nuevos conocimientos, sometiendos sus fórmulas a nuevos síntomas; son de los pocos que saben tanto de antídotos como veneno. Yo no soy como ellos, yo sólo ayudo a crear antídotos nada de venenos, jamás podría volver a dormir tranquilo si algún veneno fabricado por mis manos hizo que alguien muriera— Pausó nervioso mientras sacudía su mesa de trabajo para que Heya la ocupara —No no no, eso ha de ser ivir en una tortura constante—

Dejó a Heya trabajar hasta que Rengo apareció buscándolo; antes de que se fueran el herborista levantó la vista —No experimentes con venenos

 

Daichi Nishimura
[Cuartel Militar]

El señor feudal se mostraba imponente en su armadura. En sus ojos se podía percibir la severidad de un hombre moldeado por el campo de batalla. Nos estudiaba, mientras hablamos. Miré a Ukita, mientras él hablaba con el líder, atento al diálogo. Aquel hombre no parecía convencido.

"—...Y este día, tengo un Nishimura en una de mis celdas, diciendo que quiere ayudar a mi pueblo...—"

Desde que comenzó a hablar sobre los ataques a Hokkaido mis pensamientos parecían desvanecer. A la vez, que aparecían memorias antiguas, pero sin ningún tipo de contexto... "Entonces, ¿por qué dejarían sin vida a un pueblo completo? ¿Quién sería tan belicoso como para realizar una tarea así?", estuve así, divagando sobre esa información. Una parte en mi mente quería cuestionarlo, pero me quedé en silencio, pronunció mi apellido. "¿Él sabe quien soy?", lo miré a los ojos mientras bufaba y negaba.

"—...los líderes siempre debemos estar atentos, porque no queremos que civiles salgan lastimados por la confianza en una era de supuesta paz...—"

Sus palabras, no parecían tener sentido. "¿Aún cuando su pueblo teme a un enemigo invisible?", suspiré, sentándome un momento en el suelo. Sentía como mi cabeza se llenaba de pensamientos, cerré mis ojos, escuchando de nuevo el intercambio entre Ukita y el señor feudal.

"—¿Qué es lo que realmente quieres preguntar? ¿Crees que Shizuoka es culpable de lo que pasó en Hokkaido?—"

Se dirigó a mi y negué con mi cabeza, abriendo con lentitud mis ojos a la vez que me levantaba del suelo.—Siendo sincero, señor Nagato, no tengo ni la menor idea de quién fue el que atacó Hokkaido, he estado tres años en esta travesía, una cruzada que parece no tener sentido. Tres años que no he conseguido ningún tipo de información sobre quién o porqué lo que destruyó mi pueblo, todo se mantiene silente, ajeno sobre lo que realmente sucedió.—suspiré.—No tengo ninguna intención contra su pueblo, nuestro único propósito al venir aquí era movido por los recuerdos y el trauma sobre la muerte de un pueblo entero. Los susurros sobre el ataque naval se encuentran extendidos por sus calles, señor Nagato, los ciudadanos temen la idea de que los soldados se encuentran demasiado atentos al mar, ¿entonces su pueblo se equivoca al creer que viene un ataque por mar?—le pregunté ligeramente. —Sin embargo, también me crea intriga una cuestión...—mi mente parecía que quería estallar, intentaba cuidar mis palabras, miré a Ukita por un momento antes de volver a mirar al señor Nagato.—¿Cómo usted conoce mi apellido y sobre el ataque de Hokkaido? Usted lo ha dicho, no es común ver gente del norte, por lo tanto, no es común que la gente sepa mi linaje.—tragué saliva, intentando no titubear al pronunciar aquellas palabras.

 

Cuartel Militar (Ukita; Daichi)

Nagato sonrió hacia Riku —Creo que es evidente ¿no crees, muchacho? — decia mientras indicaba a un guardia que abrieran la celda; el guardia se apresuró y lo hizo a velocidad, dejando entrar a Nagato. El guardia se quedó afuera esperando, atento a las acciones de ambos reclusos.

Nagato los estaba provocando.

Ukita se mantuvo sereno a pesar de seguir sudando, él no reaccionaría con violencia si no la veía brutalmente necesaria, además que prefería salir de allí entero y si era posible con sus armas; observó a Daichi, el también estaba analizando la situación.

Nagato se recargó en la pared y se cruzó de brazos; el sonido de su armadura chocando entre sí era apabullante.

—Sé que facción es la culpable del ataque en Hokkaido; soy un general, la guerra y el conflicto es lo único que analizo; la política se acomoda a mi desempeño bélico —hizo una pausa, después observó específicamente a Daichi —Yo no doy información sin obtener nada a cambio. Díganme... — miró a Ukita —¿Quienes son ustedes realmente? ¿A quién responden si una guerra estalla? — volvió a liberar sus brazos y golpeó con enojo a la pared de roca; en su rostro había enojo puro —Y no me digan que responden al norte; no me creeré sus palabras nacionalistas. Si no comienzan a escupir verdades yo creeré que son espías, que han venido a ver cómo está estructurada mi ciudad, mi muelle— sabía lo que habían hecho esa misma mañana —¿Entonces, vamos a seguir hablando como si estuviéramos en una casa del té? ¿o ya entendieron que son mis prisioneros?

 

Daichi Nishimura
[Cuartel General]

"—...Yo no doy información sin obtener nada a cambio. Díganme... —"

Hubo un silencio en la celda. Nagato, señor feudal de Shizuoka se encontraba con nosotros dentro de la celda, imponente. Sentí otra gota de sudor recorrer mi espalda, al analizar sus últimas palabras, mi mente volvía a estar en marcha: "Daichi, es un guerrero fornido por la guerra, su mente se encuentra en un campo de batalla...", me dije, miré sus armas, "... Y tú eres carne de cañón, pero... El sabe lo que sucedió en Hokkaido...", miré a Ukita, mientras temía que en mi corazón la llama de la venganza hablara por mí, haciéndome hacer algo estúpido. "Egoísta...", me susurré en mi cabeza y la bajé por un momento, mientras el líder hacía las preguntas. Me quedé dubitativo, entonces escuché el sonido de golpe contra la pared, mi cuerpo se quería mover instintivamente a desvainar mi katana, pero mi mente era consciente de la situación en la cuál me encontraba. Los ojos del señor Nagato reflejaban enojo y yo era incapaz desde mi posición entender el porqué, miré a Ukita que también parecía confundido.

—No tengo lugar de origen al que responder, señor Nagato...—negué con mi cabeza.—Mi única motivación es encontrarle justicia a las almas de mi pueblo destruido y unificar las ciudades del norte, pero...—miré a Ukita.—Son turbulentos los tiempos que se manejan actualmente, estará de acuerdo con esta afirmación...—solté una leve sonrisa nerviosa.—Así que decidí comprometer mi espada a una causa justa, mi lealtad se encuentra con un clan que se ha levantado de las cenizas, señor Nagato, no soy nacionalista, en todo caso, llamadme idealista de una nación guerreros Samurais que no dejarían pasar un genocidio como impune y harían lo correcto.—suspiré cansado por un momento, mi corazón seguía latiendo con fuerzas en mi pecho y mi sudor continuaba descendiendo.—Yo sigo el estandarte del clan Minamoto, señor Nagato, no soy espía eso debería estar más que claro a este punto, aunque suene redundante nuestro objetivo era investigar si los rumores eran ciertos y ayudar en lo que pudieramos, nada más y nada menos, todo lo demás ha sido un malentendido.—respondí sin más.

 

Cuartel Militar (Ukita; Daichi)

Nagato abrió los ojos por completo ante las palabras del joven; no esperaba respuesta como aquella, creía que su intuición era la correcta al creer que eran espías, y algo en su interior así lo iba a creer en mucho tiempo —Minamoto— pronunció con tranquilidad.

—Hace algunas lunas que el rumor corrió; que el clan resurgió en Nara y fue inmediatamente apagado— seleccionaba sus palabras con mucho cuidado; Ukita permanecía alerta, Nagato reaccionaba con las emociones de la ira y aquello nunca era bueno cuando estaban tratando de convencer a alguien —Son rumores que ahora cualquier comerciante sabe; el nombre del líder, su edad, incluso el color de su ropa. Todo eso ya es bien sabido en Japón — cerró us puños —Pero nadie puede confirmarme su rostro, y yo no confío en palabras tan suaves.

—Señor Nagato; lo que ha dicho es verdad, puedo asegurarle que...—Ukita fue interrumpido por un fuerte golpe en el rostro, aquello fue tan rápido que aquel guardia experimentado no pudo preveer.

—Hablan como si me importara el clan Minamoto, lo cierto es que no es así. Ni los Taira, ni los Minamoto han visto por Shizuoka; Kanagawa ha fallado hacia mi pueblo constantemente, así como Hokkaido se negaba a dar hombres a la guerra en Nara ya hace varios inviernos —decía haciéndo énfasis en que Kanagawa era la prefectura contigua y era considerada como el último territorio de los Minamoto; así como su tangible despreció a la pasividad de Hokkaido —¿Creen que me interesan las rencillas entre esos clanes tan ineptos? En cambio, si me interesaba por Hokkaido.

Habían caído en su trampa, en el momento que les preguntó junto a qué bando pelearían, ya los había sentenciado a equivocarse en la respuesta. Aquel hombre era un militar experimentado, seguramente ni un diplomático lo hubiera hecho cambiar de táctica.

—Es inegable que Shizuoka es sólo una prefectura, y que si debemos desafiar una guerra perderíamos si mantenemos nuestra postura a levantarnos sólo para nuestro pueblo; pero no pienso darles a mis hombres a personas que no sé como es su rostro, que no conozco sus ambiciones. No confío en nadie que venga a decirme como es la injusticia sobre sus hombros.

Ukita limpiaba la sangre de su boca y nariz, pero aquello lo había despertado de aquel miedo que sentía hacia Nagato —Y a nosotros si nos importó su situación; y así es cómo nos trata. Yo sólo veo ante mi a un guerrero que se sabe vencido y hace berrinche por ello— o simplemente el golpe le destruyó su sistema de raciocinio.

Nagato volvió a golpearlo, esta vez en el estómago haciendo que Ukita volviera a escupir sangre. Se giró hacia Daichi avanzó con los puños apretados para avalanzar su mano al cuello del joven, no recibió un golpe, sólo lo jaló de sus ropas para acercarlo a su rostro. Nagato no era más alto que Daichi, aun así su presencia hacía que este pareciera un gigante.

—Voy a proponerte algo —comenzó a decir restregando su aliento a pescado — Yo no creo en las palabras, las acciones son las que me demuestran lealtad; ve con tu líder, dile que tengo a uno de sus hombres — dijo señalando con su mano libre a Ukita quien estaba recargado a la pared intentando no caer por las heridas —Veamos de que está hecho el último de los Minamoto—mencionó lanzando a Daichi fuera de la celda, para después salir con él. El guardia volvió a fortificar la celda dónde ahora Ukita permanecía en soledad.

—Demuéstrame que los Nishimura no dejan a nadie atrás— dijo señalando a Ukita quien se desplomaba —Y si la respuesta de tu líder y la tuya me complacen, podremos hablar.

Nagato dió media vuelta dejando a Daichi parado detrás suyo, le indicó a uno de los guardias que lo escoltaran a la salida. Y eso hizo.
Lo dejó fuera del cuartel, le devolvió sus armas y cerró el portón en su cara con un fuerte estruendo.