Shizuoka Shizuoka

Yuzuki Minami
Dojo

Se mantuvo al margen en tanto Takano intervenía, pero Tsuna seguía siendo el terco de siempre y Sanada no iba a hacer otra cosa que no fuese actuar en lealtad a su señor y al joven.
Cuando se volvió para hablarle el alma le cayó al suelo por incontable vez en ese día y antes de que pudiese responder o detenerlo, ya había desvainado la katana, ya se había escapado de entre sus dedos como agua de nuevo. Bloqueó a Sanada y logró desarmarlo, cuando el hombre se colocó en frente del joven de alguna forma fue como verse a sí misma la noche en que Hana Harima había sido asesinada. Incluso sin un arma había quienes estaban dispuestos a entregar la vida por su lealtad hacia otros.

Keima.​

Retiró su katana del cinto y la extendió hacia Takano, de forma que quedó desarmada. De todas maneras no pensaba faltar a sus palabras, no podía intervenir al menos de forma física.

—Somos de la misma clase, Kurohito-san —comenzó con su voz suave, esa que fluía como un río incluso cuando pretendía ser una reprimenda—. No pienso hacerle daño a nadie, mucho menos a usted que está dispuesto a entregar su vida por la del joven. Claro, no puedo decir lo mismo de ese, así que yo me andaría con más cuidado.

Señaló a Takano, si ya ella de por sí no era buena con las diplomacias él lo era mucho menos. Al final el grupo táctico no tenía mucho de eso.
Pasó a un lado del hombre, hasta poder clavar la mirada en Tsuna, sus ojos eran del mismo tono que los de Kohaku, de la mirada que había visto a través de la máscara pero también sin ella. Era el mismo color, sí, pero sus ojos no eran parecidos ni por asomo.
Sus facciones se endurecieron y fue hasta ese momento en que su voz sí tomó un tono más severo.

—No somos quiénes para juzgar lo que hagas, eso es cierto. —Estiró la mano, asiéndolo por la ropa, y lo obligó a acercarse a su altura—. Pero no pienso aceptar de nadie más esa estupidez de que no me corresponde lo que está pasando aquí, voy a intervenir cuanto quiera, cuanto sea necesario para que detengas esta tontería, porque yo hice el primer movimiento en el tablero al barrer el tatami contigo y al alcanzar a golpearte el cuello. No me importa de quién seas hijo, Tsuna, pero no pienso dejar que te ciñas con tu maestro cuando fui yo quien revolvió las piezas. Si algo te ocurre, ¿quién crees que sería el primero en correr a tu lado? Si estuvieras en peligro de muerte, ¿quién entregaría su vida por la tuya? Y si aún así te ocurriera algo porque tú te precipitaste, ¿no crees que este hombre sufriría como si hubiese perdido un hijo? Si por pretender recuperar la seguridad que perdiste piensas dañar a esta persona, no pienso dejarte.

Lo soltó entonces, pero no dejó de hablar.

—Y no me vengas con que es una cuestión de honor, estás actuando como un niño aterrado que no sabe dónde apuntar. Si de alguien debes aprender de honor es de personas como este hombre y si lo matas, porque se dejará matar, vas a quedar igual de perdido. Recupera tu lugar en el tablero, Tsuna, en vez de arruinar tu propia partida como un idiota. Deja de levantar tu arma contra tu familia.

 

Kohaku Ishikawa
Campos de girasol

Conque vivía en el castillo, ¿eh? No sería... hija del señor feudal, ¿verdad? Mantuve mi sonrisa de siempre, aunque el corazón se me hubiera agitado y no precisamente por ternura o alegría.

Dioses.

El reflejo de Chiasa era inevitable. Aún recordaba las conversaciones con mi hermana, su renuencia a casarse con un desconocido, la insistencia de nuestros padres y los ancianos de la villa por ocultar su mechón de nieve entre las aguas profundas de su cabello. Marca de fealdad, le decían. Ningún hombre querrá desposarte así.

A mí siempre me había resultado precioso.

No me pasó desapercibida su expresión al mencionar el Shukusha, y ya que era local ¿quizá tendría información de utilidad? Le sonreí con una ligera chispa de picardía y me incliné hacia ella, risueño. Era la expresión que sabía ponerme para conseguir cosas de los demás.

—¿Qué ocurre, Chiharu-chan? ¿No son gente amable?

Sus siguientes palabras lograron congelar mis movimientos por un instante; el nudo de la máscara latió de una forma extraña, ligeramente agobiante.

Tus ojos brillan como el sol.​

Sí, Chiharu-chan, han hablado de ello desde mi nacimiento. Como si estos ojos me convirtieran en una persona especial.

No soy más que un cobarde y un asesino.

—¿A qué te refieres? —pregunté, con respecto a su comparación con Tsuna—. Yo vi los ojos de tu hermano brillar, brillaron de diferentes formas. Con ligera ansiedad y precaución al verme a mí; con extrema dulzura al verte a ti; con respeto y solemnidad al ver a Tomoka-san. Y estoy seguro que hay muchos brillos que se me escapan.

Deslicé mis ojos hacia el horizonte, la brisa comenzaba a bajar su temperatura.

—La luna también brilla, sólo que no lo hace como el sol. Lo mismo con las estrellas, la llama trémula de una vela. Hay tantos brillos diferentes.

 

Yuzuki Minami
Dojo

No caí en cuenta hasta después de la forma en que debíamos vernos a los ojos de la gente del dojo, quizás del mismo Sanada y Tsuna, yo había llegado en la mañana, lo había tirado contra el tatami, luego le había partido la espada y le había golpeado el cuello, para regresar por la tarde con una suerte de matón para amenazarlos a ambos.
Si quedaban dudas de que no fuéramos los diplomáticos del grupo, se disiparon en cosa de un instante.

Vi a Tsuna colocar el arma en el suelo por fin, solo ese gesto hizo que relajara las facciones de nuevo. Por puro reflejo me tensé cuando vi el golpe que Kurohito le soltó a Takano cuando este lo dejó ir, pero no podía reclamar nada, habíamos llegado con aires autoritarios y si él o yo salíamos golpeados, de nuevo, era porque nos lo habíamos buscado.

Observé el intercambio entre Tsuna y su maestro, en silencio, y solo me permití una risa discreta la escuchar lo del hitatare. Con todo y el hecho de que prácticamente acababa de amenazarlo, cuando el joven se me acercó y se inclinó di un respingo, aún así sus palabras consiguieron sacarme una sonrisa genuina.
Bueno, si me preguntaban parecía tener facilidad para acomodarle las ideas a la gente de la forma brusca.

Al final las cosas habían dado un giro de lo más curioso, porque el joven había acabado parloteando sobre sus deberes familiares y más cosas de esa clase, ¿dónde había quedado el fanfarrón de la mañana? ¿Y qué hacía casi tratando de impresionarme con esas cosas? Poco interesaba, lo único que a mí me importaba era que las piezas habían vuelto a su lugar correspondiente, que había evitado un error garrafal por parte de Tsuna y había arreglado lo que había causado con un solo movimiento, devolviéndole a Kurohito el joven al que veía como su hijo.

Tomé mi katana cuando Takano me la regresó.

—Nos movimos por intimidación, fue una jugada sucia y arriesgada, sí, pero no había otra manera y si la había no éramos los apropiados para realizarla. Así no funcionan nuestras piezas, ¿o sí? E incluso con lo agresivo de la intervención realmente lo que dije no fue diferente de lo que le respondí a Hashimoto en Iwakura. Hablé de lealtad, justicia y confianza. —Cerré los ojos por reflejo cuando él colocó la mano en mi cabeza y solté una risa baja ante su comentario—. Lo gracioso de todo esto es que me lo inventé en el momento, cambié el kanji de luna por el de esperanza. Ahora parece bastante apropiado.

Luna.

El kanji de mi nombre que parecía condensar todo mi ser, había renunciado a él así como así para darle lugar a otra parte de mí misma.

Esperanza.

Solté un pesado suspiro, liberando parte de la tensión de todo el día, para luego estirar la mano hacia Takano, asiéndolo por el brazo y comenzar a andar. Pronto debíamos vernos con Kohaku y Ukita en el Shukusha, no había que ser ningún erudito para intuir que sus días debían haber sido más tranquilos que los nuestros.

—La próxima prometo ir con Kohaku, para ver si aprendo a no meterme en problemas al menos un día y así no aparezco para perderte las piezas de shogi que tanto te costó conseguir —bromeó aunque la parte de ir con Kohaku no era mentira.

En todo caso, ¿qué iba a pasar con el incordio de Natsu, ahora que lo pensaba?

 

Kohaku Ishikawa
Campos de girasol

Escuché su historia con atención, mi mente solía funcionar a toda velocidad cuando oía relatos e imaginaba los sucesos con semejante claridad... La expresión se me arrugó por reflejo al visualizar a Chiharu aferrada a las rocas, con los brazos débiles y el terror palpitante de la muerte respirando en su nuca. Desde mi ignorancia no creía que aquellos muchachos hubieran querido hacerle tanto daño, probablemente sólo fueran un poco crueles y le guardaran resentimiento a la hija del señor feudal.

En sí, los hijos de los señores feudales no solían llevarse muy bien con los hijos de granjeros, pescadores, lo que fuera. Había un franco océano en medio.

Supongo que por eso siempre me apoyé tanto en mis hermanos, además de que la máscara nunca había ayudado a hacer buenas migas fuera de casa.

—Posees un corazón muy valioso, Chiharu-chan —murmuré desde la más genuina de mis honestidades—. Nunca le permitas a nadie decirte que es señal de fragilidad o debilidad. Puede que no posea la dureza del acero, pero sí la del oro y estoy seguro que brilla como tal.

Hacía falta, después de todo, un corazón fuerte para no sumir a las tentaciones del odio, el rencor y el resentimiento. Esa niña había tomado el camino difícil y debía estar orgullosa de ello.

Alcé el rostro al cielo en cuanto ella mencionó la luna y sonreí; su brillo pálido y blanquecino bañaba los campos con un aspecto casi fantasmagórico, pero era hermoso y no me causaba temor. Sólo paz.

—Yo creo que un corazón fuerte siempre encontrará la forma de volver a brillar. Puede que le caiga polvo encima y se torne opaco, pero en todo caso estará oculto. Jamás perdido. —Le sonreí—. Y no hay forma de saberlo hasta intentar pulirlo, ¿verdad?

 

Yuzuki Minami
Shukusha

Apenas entrar al Shukusha notó a Ukita en la mesa junto a nadie más que Rengo, por reflejo enarcó una ceja, algo contrariada pero se guardó sus preguntas al escuchar su explicación.
Soltó con delicadeza el brazo de Takano después de que el menor preguntara por Natsu y se sentó en la mesa junto a ellos, para luego volver a soltarse el cabello, dejando salir un pesado suspiro.

—Tenía cosas que arreglar, necesitaba a Takano y evidentemente Natsu no me quería estorbando en su posible conversación pero bueno tampoco iba a cederle el tiempo que yo necesitaba. Ya sabes cómo funciona, Rengo. En todo caso dijo que hablaría con él luego así que no sé, asumo que deberá pasarse por aquí. —Luego desvió la atención a Ukita y soltó una risa floja—. Nos descuidas un rato y armamos un desastre, pero para hacer el cuento corto ya no hay de qué preocuparse además de lo de Natsu, supongo.

¿Kohaku todavía no llegaba?

 

Yuzuki Minami
Shukusha

Ni siquiera se tensó, no hubo cambio alguno en su semblante o en su respiración porque aunque el otro la había escuchado no estaba diciendo nada que considerara incorrecto.

—Bienvenido de regreso. —Se permitió decir antes de girar el cuerpo para mirarlo desde su posición, con los ojos violeta enmarcados por el blanco y el negro—. Que te fuiste, de nuevo. Querías hablar con Takano sin que yo estuviera estorbando, ¿no es así? Se notaba desde la prefectura vecina.

Podía pecar de orgullosa, de agresiva, rencorosa y vete a saber qué más, pero no tenía un pelo de tonta.

—Bueno pues ya está, no tengo motivos para retenerlo más conmigo por hoy.

 

Yuzuki Minami
Shukusha

Había crecido entre los hijos de Kato Harima, entre los Minami, si quería fastidiarla tenía que ponerle siquiera algo más de emoción.

Era un perro particularmente paciente.

La sangre ni siquiera le aumentó de temperatura. Soltó una risa floja.

—¿Importa? Así fuese para llorar no tenía motivos por qué ceder mi espacio. —Su capacidad para robar y su conocimiento en venenos no sólo habían sido una forma de sobrevivir, eran también una demostración de lo egoísta que podía ser de vez en cuando. Tomaba lo que quería y punto. Echó algo de su peso contra el borde de la mesa mientras lo observaba caminar dentro del hostal y notó algunas de las líneas asomarse por sus muñecas, en la tarde no le había prestado la suficiente atención—. ¿Tatuado? Muy acorde a tu forma de ser.

Apoyó el codo en la mesa, para sostener su rostro contra su mano. Iba a ignorar más de la mitad de lo que dijera o todo, pero no importaba.

—Ya que ahora estás gastando tu tiempo voluntariamente en una chica fastidiosa como yo te voy a preguntar una cosa aunque no vayas a responderla. Tsu, ¿a dónde fuiste antes de que pudiese verte las narices siquiera? Quiero decir, hubiera sido bueno conocerte en otras condiciones.

No apareciendo de la nada con Rengo, de toda la gente posible.

No tienes cara de ir a perderte así nada más tampoco.

 

Kohaku Ishikawa
Campos de girasol -> Shukusha

Su sonrisa se mantuvo inmutable, como si fuera su forma de mantener a un lado las pesadillas. Historia difícil, ¿eh? Se podría decir, sí.

Se incorporó en cuanto Chiharu así lo hizo, era una cuestión de respeto, y sus labios se curvaron con algo más de alegría al seguir oyéndola.

—Nosotros también estamos muy contentos de haberte conocido, Chiharu-chan. ¿Verdad, pequeña? —La ardilla chilló al sentir que Kohaku le rascaba la cabecita y éste soltó una risa suave. Habría deseado escoltarla hasta el castillo pero no era prudente acercarse demasiado porque sí—. Cuídate mucho, ¿sí? Ojalá volvamos a vernos algún día.

Se inclinó, entonces, con el más profundo de los respetos, y la vio alejarse hasta convertirse en una silueta lejana y difusa. Fue repentinamente consciente de cuán fría era la brisa y, tras liberar un suspiro, dio media vuelta para dirigirse al Shukusha.

Había sido un día lleno de emociones, pero estaba contento y sentía el corazón más liviano.

Al arribar al establecimiento, notó que todos sus compañeros de viaje se encontraban dispuestos alrededor de una mesa junto a un muchacho que no conocía de nada. Les sonrió, amable, y acercó una silla para unirse al grupo. No había sido capaz de ver a Natsu, quien ya se encontraba al fondo del pasillo.

—Buenas noches —saludó, en voz suave.

Realmente no hizo preguntas, no era su estilo inmiscuirse en asuntos que no le correspondían y, en definitiva, confiaba en que le hablarían si necesitaban de su ayuda para algo.

 

Yuzuki Minami
Shukusha

No importaba lo que hiciera era consciente que a ojos de Natsu iba a ser siempre la chica fastidiosa e idiota. Lo siguiera o no.

La respuesta se la debía a ellos, a quienes había abandonado, no a ella.

¿Además que clase de idiota seguía nada más a un tipo con esas pintas? Aún así estuvo por incorporarse y seguirlo, realmente allí, en pleno hostal con Ukita y Takano presentes pues el idiota debía ser él si hacía algo digno de sospecha. Como fuese su impulso fue echado atrás cuando escuchó que otra persona entraba al Shukusha y al reconocerlo recordó el pensamiento que había tenido en la mañana.

Se giró de nuevo hacia la mesa, quitando el codo y le dedicó una amplia sonrisa de colmillos descubiertos a Kohaku, el gesto afiló sus facciones pero no de la forma amenazante que era usual. Solo acentuó sus rasgos.

Recordó la mirada de resina de Tsuna por alguna razón.

—Buenas noches. —Hasta entonces sólo había mostrado una amabilidad bastante centrada, desesperación y su extraño rencor de perro de guerra frente al muchacho. Ya iba siendo hora de ser tan siquiera algo más cálida, que tampoco era que le costara demasiado—. ¿Cómo estuvo tu día? Espero que más tranquilo que el nuestro.

Contenido oculto

Woah qué tremendo parkour hice aquí pero Ko-kun me limpia el alma y Natsu me la corrompe (??

 

Kohaku Ishikawa
Shukusha

Volteó hacia Yuzuki en cuanto la oyó corresponder a su saludo y le sonrió con la calidez y amabilidad usual, puede que incluso teñida de una emoción chispeante, contenida, pero aún pueril.

—Bastante tranquilo, ciertamente. —Soltó una risa suave, disponiéndose a narrar brevemente su día—. El herborista local me indicó unos campos de girasol que yacen más allá del Oyaji, donde podría recolectar semillas para mis antídotos. Allí me he encontrado con una jovencita de lo más encantadora y nos pasamos la tarde conversando de muchas cosas.

Chiasa ya se encontraba en su bolsillo, dormitando envuelta en su propia cola. Había sido un día largo para ambos, ¿verdad?

—¿Qué tal ustedes? —devolvió la pregunta, por inercia de la conversación más que por otra cosa, y volvió a reír al hacerse una idea según lo que Yuzuki había dicho—. ¿Se metieron en muchos problemas?

 

Yuzuki Minami
Shukusha

No importaba que fuese claro que Kohaku no se andaba metiendo en problemas como ella, que lo confirmara la hizo sentir extrañamente tranquila.

—¿Girasoles? —Volvió a sonreír esta vez de forma más suave, pero sonaba genuinamente contenta e interesada en el breve relato del muchacho. Además había podido imaginar las flores, su brillante color amarillo y su movimiento con el sol—. Ah, son de lo más bonitos~ Me alegra que encontraras con quien pasar un rato tranquilo.

Cuando él regresó la pregunta soltó una risa quizás hasta algo nerviosa.

—Pues muchos no, pero con uno bastó. Digamos que tuve un pequeño problema con el hijo de señor feudal en el dojo por haberlo derribado, pero Takano me ayudó a solucionarlo así que al final todo salió bien.