Misato Aoyama Luego de escuchar la lamentable situación de Kuro, el tema fue redirigido a Hachi, quien no era otro que el joven cazador. De un momento a otro Matahachi inicio contando su vida, abarcando su infancia y sucesos recientes. La historia comenzó como toda una historia llena de misticismo por el encuentro de dos Kamis, todo siguió hasta ese con puntos interesantes como el de Kumiko ¿Era la creadora de las agujas? Luego llegó a un punto donde relataba sobre su afiliación a los llamados ocho perros de la montaña. —uh? Finalmente llegó a una anécdota donde relataba su estancia en Kioto y su relación con el clan Taira, aquello cambiaba por completo mi visión sobre ellos. El clan Mori era quien de verdad mantenía un estatus superior y era capaz de imponerse a la casa Taira. Las cosas eran más complejas de lo que me enseñaron los Ichinose, la visión de un clan Taira cuyo único propósito era oprimir a los débiles por diversión y un deseo de superioridad. Al escuchar sobre los Fusatada abrí los ojos, dándome cuenta la relación entre Shiori y Kuroki, ella lo había protegido y Matahachi quiso proteger a su compañera...el ni siquiera deseaba cumplir una orden como exterminar a un clan. No podía creerlo, todo atropello era de parte de Gendo. Luego llegó a una parte donde detallaba más, como el origen de la habilidad demoníaca de Rei y como ambos cazadores establecieron un vínculo, convencidos de la maldad que Gendo Mori representaba. Al ver la reacción de Rei casi me sentí mal por haberlo intentado matar momentos atrás, habian muchas cosas que asimilar. Estuve en silencio hasta que Yin logro capturar mi atención. —S-si es el mismo...trabajaba para Gendo
Kohaku Ishikawa Clínica Rei mencionó a Rengo, haciéndome voltear a verlo, y pensé que... tenía sentido que se conocieran, sí. Esta gente, así como Yume y Tamura, realmente pertenecían al clan contra el cual nuestro líder había jurado enfrentarse, al que habíamos culpado de tantas cosas y adonde Rengo, pese a nuestros esfuerzos, había llegado. Era el clan al que había servido mi padre. Poco a poco empezaba a cuestionarme la veracidad de las creencias, de los motivos y deseos que nos movilizaban. ¿No se me podría considerar un traidor ahora mismo? ¿A Misato? La verdad siempre era más compleja de lo que pensábamos y por eso insistía en la importancia de cada vida. Que los estandartes y las banderas no negaran a las personas. Matahachi tomó el arco, relajé los brazos y el pecho se me removió al notar que sus ojos se llenaban de lágrimas. No quise compadecerlo, estaba seguro de que era un muchacho increíblemente fuerte, pero... una cosa no quitaba la otra, ¿verdad? Y quizá fuera un error acumulado durante los años. Quizás estuviera mal enseñar que en el estoicismo radicaba la verdadera fortaleza. Durante generaciones nos habían ocultado tras una máscara y conocía el único destino de esa negación. Cuando regresó a mis ojos, le sonreí con suavidad y meneé la cabeza lentamente. —Soy como Rengo, sí, y gracias a ello comprendí que todos, incluso los fantasmas, merecen ser vistos y escuchados —afirmé sereno, pensando en Hotaru—. No me debes nada, no te preocupes. Creo en la importancia de cada vida, en la forma que sea, y en el valor de los pequeños esfuerzos. Intento honrarlo, al menos, en estos tiempos que corren. Prométeme que regresarás a Tateyama algún día, que hablarás con el señor Yoshio y con tu padre, en su tumba; podrá oírte, te lo aseguro. Prométeme eso y no me deberás más nada. Acababa de mencionarlo, pero al formularlo de esa forma esperé aliviar el peso de una posible deuda, una que no existía en primer lugar. Cuando Matahachi se dispuso a contarnos su historia, me senté cerca de Tamura y lo oí con atención. Conocía el carácter engañoso de Amanozako y las inclemencias del clima en la montaña. Que Hachi hubiese sobrevivido era... un milagro, uno concedido por los Dioses, y pensé que desde ese instante, desde el sacrificio de Seiji, la vida de su hijo probablemente hubiese sido condicionada a estar atada a ellos. Habló de Hashimoto, de Shiori y su ingreso al clan Taira. Habló de la misión que lo separó de la chica y que involucraba a los Fusatada. Habló de Gendo Mori, de Saizo Honda, y me pregunté... Si todas las vidas importaban, si la verdad siempre era más compleja de lo que pensábamos, ¿por qué esos sujetos seguían siendo monstruos frente a cada par de ojos que los habían visto? ¿Podíamos señalarlos con el dedo y relajarnos luego de eso? ¿No había creído ya que estas personas frente a mí eran el enemigo? ¿Hasta dónde llegaba la historia? Su relato fue extenso y coherente, y logró conmoverme... a mí y a algunos más. Ver que Rei, aquel hombre tan intimidante, estaba a punto de lloriquear, me dibujó una sonrisa amplia en los labios. Comprendí un poco mejor la situación, también que vieran nuestros objetivos alineados, y rumeé en torno a sus palabras anteriores: su pedido de que abandonáramos Shima, de que había cometido errores que lo llevarían a su muerte. —Gracias por compartir tu historia con nosotros. —Me incliné en señal de respeto, mantuve la posición algunos segundos y, tras erguirme, alterné la mirada entre Rei y Matahachi—. ¿Qué saben de Rengo? ¿Tienen idea si se encuentra a salvo? No creo que lo recuerden, pero... ya nos conocíamos, topamos a las afueras de Shimotsuke. Estábamos rastreando el paradero de Rengo y nuestro lobo detectó su aroma en la carreta donde iban ustedes. Desde entonces, no he sabido nada de él.
Clínica [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura] Matahachi entendió al instante por qué Tamura y Yume confiaban en ellos; él había confiado ciegamente confiando en su juicio y no fue errado. Estaban escuchando su historia sin prejuicios y habían intentado ayudar a desconocidos sin siquiera conocer su historia. Allí radicaba la verdadera bondad ante él, un bien inherente. Matahachi volvió a apretar aquel arco —Por supuesto que visitaré a Yoshio, iré a disculparme por haber mentido tanto tiempo, por haberlo atado a él como a Tamura a la montaña — dijo mirando a Tamura —En verdad lo siento, todos los problemas que he causado por mantener este secreto. No era mi intensión causarlos; pero sabía que lo hacía y no hice nada, en verdad... —Bueno ya — interrumpió Tamura — Qué mas da. Todo ya pasó; y me alegra que no estemos buscando un cadáver más, estás vivo y puedes hacer aun demasiado con esa vida. Así que no te dejaré quedarte aquí a esperar tu muerte, te vas a mover con nosotros como Inagaki ha dicho. Matahachi iba a negarse pero Rei le golpeó el hombro izquierdo y señaló a Kohaku —Antes de que lloriquees con Tamura deja que responda — dijo mirando a Kohaku — Rengo está a salvo, está ahora con s abuelo, Hoshi; es otro espiritista, el maestro de Hana Harima. También su hermana está a salvo, ella fue a buscarlo, alguien la atacó en el proceso pero los nuestros lograron ayudarla antes de que fuera tarde. A voz de uno de los nuestros, dijo que no fue atacada con un veneno aunque parecía que así había sido. Fue algo más fuerte... al parecer tiene que ver con algo que no es orgánico sino un fármaco más fuerte que entra por la nariz y vive en los pulmones —mencionó Rei para después mirar a Misato — Seguramente cosas de ustedes, los gatos sigilosos, shinobis... pero unos con un enfoque especial, uno llamado perfumería. Y al parecer sólo los grandes maestros saben de esta técnica especial que pueden pasar a sus discípulos, uno de los nuestros puede enseñarles. Rei volvió a mirar a Kohaku — Matahachi me dijo que ya había visto sus rostros; y mencionó que el de pelo negro que no está con ustedes ahora plantó algo en nuestra carreta. Yo no los había reconocido; pero él dijo que no siguieron el rastro colocado, por lo que no serían un peligro. Y mucho menos si Tamura y Yume confiaba en ustedes. Matahachi buscó entre sus cosas, entre ellas volvió a aparecer una gema con color brillante y la gema negra. Ahora entendían que una de esas era una promesa, la de Shinatobe con Matahachi —Esto lo robé de Kuroki desde Yamato— dijo para colocarlo frente a Kohaku y Misato —su katana se la quedó el herrero errante, y tuvimos que vender su caballo. —Y nos comimos los pescados, o se iban a hacer malos — Agregó Rei Contenido oculto: Objetos confiscados monedas= 2,620 Talismán de protección 1 kunai 1 escama —Ese talismán de protección al parecer lo hizo Rengo para Kuroki; seguramente por eso dieron conmigo mientras lo buscaban porque es su sangre —mencionó Matahachi —Me protegió de Kyogi por un tiempo. Ahora sé que está muerta así que puedo estar más tranquilo por ello; aun así, creo que Gendo tiene maneras para dar con Rei y conmigo. —Por mi culpa. Saizo tiene el cuerno del Oni que le dio su habilidad y luego me maldijo con ella —la voz de Rei era de enojo— No por nada me pusieron como su sirviente. —Rengo se ha hecho de amigos al parecer —sonrió al recordar aquel encuentro en Gifu — Yo tuve un encuentro en Gifu con mi madre y los Fujiwara; hablamos un poco de lo que es el crisantemo negro y blanco —hizo un ademán con la mano para darle menor importancia —Rengo irrumpió justamente después de que algunos integrantes del clan Sugita entraran a la reunión, delatando su clan ante los Fujiwara... eso pudo haber terminado muy mal. Un joven con una boca nada prudente; pero ese día en particular se le notaba muy feliz, llevaba con él un arma carmesí, y estaba muy sucio. —Entonces allí visitaron a Dazai y Kumiko —intervino Tamura para después mirar a Kohaku —Eran los amigos que te decía que tenía allí ¡Y también ahora me vengo enterando que es la madre y padrastro de Matahachi!— miró a Matahachi —Y ni así me hacen descuentos. Matahachi sonrió —Mi madre ni descuentos me hace a mí. —Y sólo ella y Yume saben medicar a Matahachi por su dolor de hombro —agregó Rei con preocupación — Pensé que se moriría de dolor —miró a Kohaku refiriéndose a Matahachi; para después mirar a Matahachi —Deja de usar esa técnica, sólo cuando tengas a Saizo frente a frente, sólo te quedan dos oportunidades más. Hasta yo soy más prudente al usar mi técnica. Yin quién escuchaba atentamente junto a Misato negó; pues había usado esa técnica en su contra. Yin no consideraba que el uso de la técnica fuera necesario ya que ellos no iban a atacar a nadie; pero para Rei, era un miedo constante de que aquellas personas fueran enviados de Gendo para acabar con Matahachi. Contenido oculto Gigi Blanche Ikoma-kun
Kohaku Ishikawa Clínica Matahachi aseguró que algún día regresaría a Tateyama y asentí, sonriendo con calma. Me alegró que Tamura interviniera para aliviar sus culpas, ya que a mí no me correspondía hacerlo pero creía, también, que el chico no debía torturarse pensando en eso. Había hecho lo necesario para sobrevivir y su objetivo, aún si personalmente no lo compartía, era válido. La venganza era un asunto complejo y delicado, uno que no apoyaba, pero... muchas veces le daba a las personas el impulso necesario para seguir su camino, ¿verdad? Y quizá, sólo quizá, en algún punto cambiaran de parecer. El alivio que sentí al saber que Rengo estaba bien fue indescriptible. Sentí que me quité un peso de encima, uno longevo e invisible, y solté una profunda exhalación. Luego, Matahachi nos mostró los objetos de Kuroki que aún llevaba con él y reconocí la escama al instante. Sentí el impulso de tocarla, de pedírsela, pero me detuve y lo ponderé con mayor precaución. Tamura y Yume confiaban en estas personas, nuestros objetivos parecían alinearse, pero aún no les había hablado nada de los shijin ni mi conexión con Ebisu, mucho menos la naturaleza de Hotaru. La historia prosiguió, sin embargo, y mi alivio inicial se enturbió al descubrir que Rengo, otra vez, portaba a shi. Arrugué el ceño y bajé la mirada, pensativo. Habían dicho que se encontraba con su abuelo, el espiritista que fue maestro de Hana. Quizá... ¿quizá lo estuviese ayudando? ¿Le habría enseñado a controlar la influencia de Mara? Sabía que había recuperado sus emociones, ahora... ¿se sentiría feliz? ¿Tranquilo? Había hecho amigos, decían. Sólo me quedaba confiar en ello. La conversación se desarrolló en varias direcciones y, una vez creí que había finalizado, tomé aire. Matahachi había insistido en que nos fuéramos de Shima pero... no me sentaba bien la idea de que se quedaran aquí expuestos, prácticamente convertidos en cebo para los Mori. —Hashimoto. Aún no lo has encontrado, ¿cierto? —arriesgué, mirando a Matahachi, y me mantuve serio para demostrar la convicción de lo que decía—. Ven con nosotros, podemos llevarte con él. Recorrí con la mirada a su grupo, evidenciando que mis palabras iban dirigidas a todos. ¿Cuáles eran los objetivos y motivaciones de este grupo? ¿Garantizar la supervivencia de Matahachi? ¿Huir de Gendo Mori y Saizo Honda? Si ese era el caso, podíamos ayudarnos mutuamente. Podrían recibir la protección de los Minamoto y, a cambio, pelear a nuestro lado el día que fuera necesario. —Servimos a Takeda Minamoto —proclamé, refiriéndome tanto a mí como a Misato—. Creemos en él y en la causa de su clan. Podemos llevarte con Hashimoto, pero eso significa que deberán honrar y respetar a nuestro líder. Es un hombre sabio y benévolo, no existirán hostilidades en tanto no reciba razones para ello. —Miré directamente a Matahachi—. Podemos trabajar juntos, impulsar el cambio hacia un mejor país en la misma dirección. Si crees lo mismo, si lo crees de corazón, ven con nosotros. Contenido oculto *lanza una pokebola*
Misato Aoyama Al escuchar de Hoshi quedé aún más estupefacta, según palabras de la señora Sora, el había muerto. Pero en palabras de Matahachi el caso era lo contrario, lo más importante fue saber que Rengo aun permanecía sano y salvo, en custodia del herrero espiritista. Al menos eso dijeron. Otro punto a resaltar era que Rengo había hecho amigos, según iba hilando todo, estos amigos serían del clan Sugita o más...de ser así hubiera sido muy incómodo sabiendo mi posición como Shinobi de Iga...pero con las nueva revelaciones eso quedaría relegado a un asunto menor. En cuanto mencionaron una katana carmesí sentí un escalofrío al recordar esa arma maldita, ahora bajo resguardo de Rengo ¿Que habrá sido del asunto de Mara? Mis pensamientos seguían en el rumbo tomado por Kuro al lado de Gendo Mori. Ignore muchas de la conversación salvo el detalle del Crisantemo negro y blanco...iba a preguntar pero Matahachi parecía no estar interesado en hablar del tema. Demasiado que asimilar, una realidad que no era tan simple, ni blanco y negro como me contaron en el pasado. Al finalizar Kohaku tomo la palabra, el había decidido ayudar a Matahachi en su viaje y garantizar su protección...incluso proponiendo una alianza. Todo había cambiado. —Solo con ayuda mutua no caeremos en más manipulación ni injusticias—intervine para acompañar a Kohaku en su propuesta. Debíamos transmitir la mayor sensación de apoyo y confianza.
Clínica [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura] Rei miró a Matahachi cuando Kohaku nombró a Takeda Minamoto; no se veían sorprendidos, menos Matahachi quién ya había oído su afiliación de parte de Misato pues mencionó al clan Hattori. —En estos momentos... —inició Matahachi —No sé si lo sepan aun —miró a Misato —Mi informante me ha hablado de que Takeda Minamoto y Yuzuki Minami fueron llevados a Kioto por Saizo Honda. Tamura se estremeció al instante. —Aun no sabemos cual es el resultado...—Matahachi llevó una de sus manos a su cien, debía acomodar sus ideas. Fue Rei quien se interpuso y tomó las riendas de esa información —Nuestros aliados han ido a Kioto, en Koga tomaron de rehenes a tres de los suyos y no los dejarían atrás. Tres personas fueron a Kioto para desempeñar tres distintas misiones. Uno rescatará a los rehenes secuestrados; otro rescatará a Shino Taira y su recién nacido. Y el otro... —El otro es un conocido suyo— intervino Matahachi — Él tiene la tarea más compleja... rescatar a Takeda. Su nombre es Matsuda... es el hijo del protector de Toyama —miró a Misato — Mi informante fue leal al protector de Toyama, este ya ha muerto; pero considera a su hijo su legado al que piensa ayudar si las cosas salen mal. Por eso ya no está aquí, ha partido directamente a Kioto para ver si aun puede ayudarles en algo. —Entonces Kumo estuvo aquí —mencionó Tamura sin temor alguno al revelar el nombre del informante de Takeda. Yume estaba muy preocupada —Yo conocí a la señorita Minami en Toyama; ayudaron a Kintaro. Si está en grave peligro debemos ayudarla —dijo hacia Tamura. —Se está llevando acabo la falsa boda entre Takeda y una falsa Tomoe —mencionó Matahachi —Aunque nos movamos ahora, no llegaríamos a tiempo. Confiemos en las personas que han tomado la misión —dijo para después mirar a Kohaku — Yo no tengo más que respeto hacia Minamoto no Takeda; pero aun debo permanecer aquí, a dónde yo vaya irá Gendo. Llevarme con ustedes es un riesgo; a pesar de que sería un honor acompañarlos y por fin conocer a Hashimoto, tengo mucho que preguntarle. —Creo que es importante que sepas algo de Hashimoto —mencionó Hotaru — No abandonó jamás a Sakurai. Enma lo retuvo demasiado tiempo, jamás hubiera traicionado a su señor. Matahachi entendía los caprichos de los kamis; así que entendió —Gracias; nunca es bueno conocer a alguien en malos términos... la verdad es que estoy muy sorprendido por la comprensión que han tenido con nosotros. Tamura ya había hablado muy altamente de sus intenciones, así que si yo puedo ayudarlos con algo más, no duden en preguntarme. —Su amiga, a la que ataque... —interrumpió Rei Yume negó —Está fuera de peligro. Rei se tranquilizó. Contenido oculto Gigi Blanche Ikoma-kun
Kohaku Ishikawa Clínica Las malas noticias, al parecer, estaban lejos de menguar. El carácter tan vertiginoso de los eventos se apilaba, giraba sobre sí mismo y no atendía a razones. Era necio, insensato, y me sentí profundamente cansado. La cabeza de Byakko había rodado, había encontrado a mi padre sólo para verlo morir, Kuroki se había ido junto a Gendo Mori, Hachi estaba aquí y... Takeda y Yuzuki habían sido llevados a Kioto. Sentí, de repente, que el mundo fuera de estas paredes se desmoronaba. Los acantilados cedían, la tierra se abría en surcos inmensos, dolorosos, y por las grietas el abismo se lo tragaba todo. ¿Era una guerra entre clanes? ¿Era la ausencia de Amaterasu que Ebisu me había advertido? Era acuciante. Se sentía como el final de algo. Pero ¿de qué? El cuerpo se me desbordó de miedo y no encontré cómo ponerlo en palabras. Nuestro líder había sido llevado a Kioto. ¿Lo matarían? ¿Lo mantendrían eternamente cautivo? ¿Qué ocurría con los Minamoto? ¿Dónde nos dejaba parados? A medida que las dudas se apilaban en mi mente sentí las manos frías, el sudor me incomodó y pasé saliva. Los acantilados cedían, la tierra se abría pero, Dioses, no podían llevarnos. No aún. No aún. Era demasiada información en muy poco tiempo, me sentí genuinamente aturdido y acabé agachando la mirada sin darme cuenta. Las palabras seguían rebotando, la mera idea, lo que estaba ocurriendo mientras nosotros conversábamos aquí. Debía... tenía que mantener la calma, ¿verdad? Analizar los hechos y no precipitarme hacia conclusiones apresuradas. Había misiones llevándose acabo, mucha gente se habría movilizado para rescatar a Takeda. Pero... —¿Cómo los capturaron? —murmuré muy bajo, dudaba que alguien me hubiera escuchado y alcé la mirada a Matahachi—. ¿Cómo los capturaron? ¿Murió alguien? Me sentía inmensamente pequeño. Matahachi había rechazado nuestra propuesta y comprendía sus motivos, los creía nobles y precavidos; pero no dije nada. No me di cuenta de hacerlo. Miré a Misato por si quería preguntar algo, me retiré al exterior de la clínica y me senté, intentando enfocarme en mis respiraciones. Llevé una mano a mi pecho, atendí a los latidos de mi propio corazón y cerré los ojos, respirando con pesadez. Necesitaba pensar con claridad. Contenido oculto quería hacer algo más con Ko but the bro said nope, meltdown jsjs
Misato Aoyama Mi informante me ha hablado de que Takeda Minamoto y Yuzuki Minami fueron llevados a Kioto por Saizo Honda. Solo esas palabras, solo aquella noticia provocó un hundimiento emocional, sentía que todo ya estaba perdido, tome la mano de Yin en un gesto de súplica por protección. Temía por nuestro futuro al saber que habían capturado a nuestro señor... —Como... Al igual que Kohaku no daba con palabras para expresar el vacío y miedo que embargaba mi alma entera. Ocurrían demasiados eventos no solo Kuroki sino...Kuroki? ¿y que tal si Kuroki había cruzado caminos con Takeda? Si la información de Matahachi era cierta sobre la traición de Kuroki, no quise ni imaginar los sentimientos de Takeda al ver a nuestro más joven integrante del lado enemigo...los recuerdos me llevaron a Shizuoka donde Takeda abrazaba con alivio a Kuro por su regreso. Libres del temor por su deserción...algo que se convirtió en realidad. Vi a Kohaku salir, ambos no podíamos siquiera ordenar nuestros pensamientos por tanta incertidumbre. Matahachi entonces nombró a alguien que llevaba soles esperando encontrar; Matsuda...fue al rescate de nuestro líder. —Por cierto, Gendo Mori...¿Atacó Koga? ¿lograron escapar?—pregunte con preocupación, hace varios soles consideraba la opción de reunir a los Fujibashi para un ataque a Koga pero...tras las recientes revelaciones eso había cambiado por completo. —Yin..—me aferre a la mano de Yin con la esperanza de mantener la calma y esperar que ningún desenlace trágico se cumpla
Clínica [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura] Matahachi notó la preocupación de los presentes, sintió como de ellos se desprendía algo y negó —Sé que ustedes no conocen a los nuestros como lo hacemos nosotros... — dijo con confianza —No sólo Matsuda daría la vida por Takeda, el otro hombre también lo haría sin dudarlo un segundo, de eso estoy seguro — De Murai no podía decir nada; a pesar de que tenía cierta afinidad con Takeda, no arriesgaría su plan simplemente por salvarlo, o al menos eso creía él. —Sé que los capturaron en Nagoya; aun desconozco los detalles, no sé por qué también se llevaron a la señorita Minami— dijo con sinceridad —Lamento sólo darles preocupaciones; pero vi necesario que supieran la verdad. Yin también apretó con fuerza la mano de Misato; también sintió caer el peso sobre él de la misma manera que Kohaku y Misato. —En Koga... —continuó Matahachi — Gendo rodeó Koga cuando la gran mayoría de nosotros estábamos en otras misiones; primero mandaron a destruir Otsu, quitando uno de nuestros mayores pilares en Shiga, acción que nos hizo perder el cuerpo de Kaji Akamatsu, su líder. Y por poco perdíamos también a Murai. Fue un ataque a los líderes de Shiga, un ataque a Kaji para perder Otsu, y otro para Murai y así perder Koga. Después Gendo atacó personalmente Koga. Nosotros pudimos infiltrarnos en la muralla y salvar a los que aun pudimos salvar... tomaron de rehenes a tres nuestros y aun no sabemos que fue de ellos —se sinceró con Misato —Por el momento... —interrumpió Yume; quien también se notaba muy preocupada por su padre —... Descansemos un poco; nada de lo que digamos o hagamos en estos momentos será de utilidad, sólo debemos esperar noticias, no es cierto... ¿Cuánto tiempo tardarán los mensajes en llegar? Es una noticia importante para todo Japón... llegará un mensaje... debe de. No tuvieron más remedio que esperar. La noche llegó; se sintió el tiempo más eterno; pero el cuervo de Ayame reaccionó, ella ya estaba consciente y con energía suficiente para un nuevo andar; pero algo no estaba del todo bien, aquel cuervo aleteaba con miedo y fue cuando pudieron escuchar el chillido de un águila acercándose mientras el cuervo aleteaba asustado. Fuera de la clínica [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura] —¿Acaso Gendo a avanzado? no... eso significaría...— Rei mencionó alterado. —Calla Rei, Saizo no usa águilas... —dijo Matahachi dando un paso hacia atrás — Pero esto es igual de peligroso. Misato fue la primera en distinguirlo, pues a final de cuentas era su maestro. Contenido oculto Era el águila de Kamakura. Y junto a él... Contenido oculto Sora se acercó al grupo con una sonrisa; pero esta se borró al ver el rostro de Matahachi; por su mente pasó un recuerdo... Contenido oculto —Seiji... — volvió a sonreír mientras desviaba la mirada y negaba —... Sólo estoy cansada —se dijo a sí misma. Contenido oculto Gigi Blanche Ikoma-kun
Kohaku Ishikawa Clínica Usé el tiempo en soledad para intentar ordenar mis ideas, calmar mis preocupaciones y no permitir que éstas me ahogaran. Repasé la escasa información que nos dio Matahachi, que los habían capturado en Nagoya y desconocía los motivos para haberse llevado a Yuzuki. Quizá pecara de prejuicioso, pero a mis ojos era bastante simple: seguramente se había interpuesto, negándose a que se llevaran a Takeda sin resistencia. Era ese tipo de persona, quizás un poco imprudente, pero absolutamente leal. En medio de tanta incertidumbre, de tantos movimientos invisibles y decisiones complejas, me aliviaba saber que nuestro líder poseía a su alrededor un núcleo sólido de personas inquebrantables. Y así nos separara la distancia, esperaba que también sintiera esa tranquilidad respecto a mí. Pasó un rato, el sol se ocultó tras el horizonte y el frío comenzó a extenderse sobre la ciudad con un manto delicado. Estaba pensando en ingresar a la clínica o regresar al shukusha cuando el chillido de un águila rasgó el silencio, tensándome el cuerpo. Me incorporé, mirando en todas direcciones, y noté que los demás también salieron. Frente a nosotros aparecieron Kato Harima y Sora Tachibana. ¿Qué hacían aquí? ¿Habían llegado siguiendo algún rastro? Mi mirada se mantuvo fija en Kato, incapaz de confiar en él o de sentirme tranquilo en su presencia, y fui terriblemente consciente de todos los Taira que nos acompañaban. Di un paso adelante y descansé la mano sobre mi katana con ligereza. No pretendía ser una señal de hostilidad en absoluto. Sora nombró a su hermano al ver a Matahachi y naturalmente no dije una palabra, pero me apenó mucho la idea de que no supiera que estaba en presencia de su sobrino. —Tanto tiempo —saludé, recordando la pelea en Shimotsuke, y ni siquiera supe cómo me las arreglé para mantener el tono de voz firme y calmado—. ¿Qué los trae por aquí, señor Harima? Quizá fueran las personas que me acompañaban, de las cuales, lentamente, comenzaba a sentirme responsable. En Tateyama le había prometido a Tamura que estaría seguro en presencia de los Minamoto y estaba dispuesto a hacer lo mismo por Matahachi y los demás, o al menos intentarlo.
Misato Aoyama Atendí cada palabra de Matahachi sobre el asalto no solo en Koga sino en la capital de la prefectura Shiga. Todo había sido organizado a tal punto de dejar a los Sugita sin el poder que antes poseían. Solo quedamos una mínima fuerza Shinobi restante entonces. —Ya veo—dije aún cabizbaja por la noticia de Kuroki y la captura de Takeda, incluso Yuzuki llevo parte en la captura. Al notar a Yume podía vislumbrar un claro lazo con el clan Sugita por su expresión tan decaída. Así permanecimos en paz un tiempo, no había más que hacer que esperar el desenlace de Kioto. La noche estaba llegando, permanecía al costado de Yin quien me ayudaba a aliviar en parte mis preocupaciones en calma. Calma que termino con el chillido de un águila, el cuervo de Ayame revoloteo asustado, todos en la clínica se mostraron igual. El sonido del águila no podía pertenecer a alguien más, esa persona poco a poco se acercó y no había dudas al respecto. —Maestro Harima, señora Tachibana — salude con una reverencia y una sonrisa, pero mi preocupación por los demás en la clínica creció aún más ¿Entendería el maestro Harima la razón de tener a un cazador Taira con nosotros? Esperaba que nada grave ocurriera.
Fuera de la clínica [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura] [Kato; Sora] Matahachi escuchó las palabras de Misato y no tardó en completar la historia; miró a Sora, él creía que ella estaba muerta justamente a manos del hombre que ahora estaba a su lado. El asesino de la madre de Tomoe y Kozaemon; Kato Harima. Se mantuvo calmado, no demostraría la absoluta felicidad de poder ver a su tía; cómo tampoco demostraría el profundo odio hacia aquel hombre. Sora hizo una leve reverencia cuando recibió los saludos —Íbamos en camino hacia Tsu para reunirnos con el resto; pero una fuerte energía espiritual me trajo hasta acá — respondió a la pregunta de Kohaku. Yin también saludó con una reverencia a su maestro y a Sora —¿Reunirse con el resto? — preguntó. Sora afirmó —Fuimos interceptados por guardias de Tsu, la señorita Kahia Aitoko, y el general Michizane Sugihara— respondió Sora. Tanto Misato como Kohaku habían escuchado aquellos nombres de palabras de Takano alguna vez; al parecer Kahia era vieja amiga de Ukita del entrenamiento militar; y Michizane era el general de la guardia en Tsu, este había sido suplantado por Murai cuando capturaron a Hideyoshi; Kenzaburo; Mao y Yuzuki en Tsu por el asesinato de una persona. Ellos no habían estado presentes en ese evento, Misato estaba con Kuroki en el shukusha cuando se escuchó el alboroto en la ciudad y Kohaku estaba en la herbolaria, dónde conoció a Shiryu y Kibo. —Ellos nos avisaron de lo ocurrido en Kioto... —las palabras de Sora atraparon los oídos de los presentes. Sora inició con la explicación sobre cómo Takeda fue capturado en Nagoya al sol siguiente después de la pelea que habían realizado por defender Nagoya entre Takeda; Tsubaki; Kuroki; Ginko; Kato y ella. Habló de la caída de los Murakami y de cómo casi todo el clan Yoshioka quedó aniquilado y cómo por fin se eliminó Kyogi para siempre. También habló del reencuentro con Rengo; Shinrin y Oboro en Nagoya, los tres después irían a otro rumbo que desconocía. Gracias a Matahachi supieron que ese rumbo el cual tomó Rengo con Shinrin y Oboro fue a Gifu. —Al parecer alguien irrumpió en Kioto; no sabemos los detalles de ese ataque pero sabemos que Takeda y Yuzuki están vivos y ahora se dirigen a Tsu y por ello necesitábamos dirigirnos allá, fue hasta que sentí esa fuerza espiritual que desviamos brevemente nuestro camino. Contenido oculto Gigi Blanche Ikoma-kun
Kohaku Ishikawa Afuera de la clínica > Clínica No dije nada ni moví un músculo ante la respuesta de Sora. Ella era una shugenja como la señora Mitsuyo, su maestra, de hecho, y éstos no podían detectar la energía espiritual de las personas, sólo de aquellos objetos que la contuvieran. En cualquier caso me faltaba información y aquí en Shima había demasiadas fuentes de Qi. Byakko, Hotaru, los objetos que cargaba de mi padre, el templo, los zorros, las perlas de los inu. ¿Qué habría captado su atención específicamente? Tampoco pregunté. Por más que fueran aliados de los Minamoto prefería no exponer la presencia de los shijin; no confiaba en Kato. ¿Debería hablarle de la señora Mitsuyo? ¿Le preocuparía su bienestar? Pero revelar esa información quizá me forzara a brindar otras explicaciones que prefería mantener calladas, como la presencia de Kusanagi y su conexión irremediable con Hotaru, su padre y los yamabushi. Me mantuve en silencio, al final, y sentí un alivio indescriptible al descubrir que habían rescatado con éxito a Takeda de Kioto. Se dirigían a Tsu. ¿Deberíamos reunirnos con ellos? Había soltado un profundo suspiro y sonreí, mucho más tranquilo. Si Kato y Sora se dirigían a Tsu podríamos acompañarlos o, al menos, confiarles una carta para informar a Takeda de todo lo ocurrido desde mi última misiva. —Es una gran noticia —afirmé, inclinando la cabeza—. Muchas gracias por brindárnosla. Ya es tarde, ¿imagino que pasarán la noche aquí, en Shima? No creía que quedara mucho más que hacer el día de hoy. Eventualmente me acerqué a Matahachi y le sonreí, conservando un tono de voz bajo para no alertar ningún oído indiscreto. —Si van a quedarse en Shima, me gustaría hablar contigo —pedí, sereno. No sabía si los demás regresarían ya al shukusha, pero en cualquier caso los alcanzaría más tarde. Regresé con Matahachi al interior de la clínica, vacía ahora, y eché un muy breve vistazo alrededor antes de dirigirme a él. Era el hijo de un yamabushi, pero había perdido a su padre muy pronto y, de boca del señor Yoshio, no creía que los guardianes de la montaña estuvieran lo suficientemente empapados en los asuntos de la energía espiritual. —Me gustaría poder mantenerme al tanto de tu bienestar —inicié la explicación, sin necesidad de elevar el tono—. No sé cuánto conozcas del tema, pero así como Rengo puedo utilizar y detectar energía espiritual. Están los talismanes de protección, como el que llevabas contigo en la carreta, y también están los pactos. Si accedes a hacer un pacto conmigo podré sentirte, y si el contrato se rompe... lo sabré. Esbocé una sonrisa ligeramente apenada. Era un poco triste estar diciéndole cosas como estas, pero en definitiva creía que valía la pena. —El contrato se supone que debe establecer una obligación entre los dos, o de ti hacia mí, pero descuida, puede ser cualquier tontería —agregué, pretendiendo aligerar un poco la conversación, y se me coló una risa de nada en la voz—. "La próxima vez que nos veamos tienes que prepararme un té", o una cosa así.
Misato Aoyama La señora Tachibana afirmó tener como destino otro sitio pero una energía la atrajo hasta Shima, tal vez podría tratarse de ¿Rei? O ¿Algo más? Cuál sea el caso decidí escuchar más de la señora sobre el propósito de su viaje. Ellos nos avisaron de lo ocurrido en Kioto... Solo esas palabras ganaron toda mi atención al relato de Sora. Continuó relatando detalles desconocidos sobre como habia sido la captura de Takeda, todo fue previo a una batalla por Nagoya que resultó con grandes bajas para Nagoya, luego sobre el reencuentro con Rengo...así que esa había sido su parada antes de Gifu. —Al parecer Matsuda tuvo éxito en su misión —dije juntando ambas manos en señal de alivio y agradecimiento. —Hace rato supimos que ya estaba en marcha una misión de rescate pero desconocíamos el resultado..pero gracias a los dioses todo resultó bien. Luego de aquella noticia solo deseaba ir a dónde el resto y enterarme como habría sido el desarrollo de todo aquel evento. —Yin creo que debemos regresar y ver cómo está Ayame y...—mire a la señora Tachibana —luego si no es problema acompañarlos en su viaje.
Fuera de la clínica [Kohaku; Misato; Yin; Yume; Rei; Inagaki; Matahachi; Hotaru; Tamura] [Kato; Sora] Sora le sonrió a Kohaku, fue allí que se notó su cansancio ante la pregunta del descanso —Si, descansaremos aquí para esperar informes. Sabremos si movilizarnos a Nara o ir hacia Kamakura cómo pensábamos —después escuchó a Misato y afirmó. Kato analizó a ambos, tanto a Yin como a Misato mientras Matahachi avanzaba con Kohaku aprovechando que Rei conversaba con Tamura. —No han descuidado su entrenamiento— resaló Kato hacia Misato y Yin, después señaló a Yin —Tú, sígueme. Juzgaré si eres merecedor de la técnica secreta —Tanto Yin como Misato respondían a la escuela de Kato, este no era el maestro más comprensivo; pero tampoco era uno que ocultaba su técnica a aquellos que veía merecedores de ella, Yin ya había alcanzado el nivel necesario, sólo faltaba demostrarlo. —Entonces yo me iré con Misato hacia dónde está su amiga — dijo hacia Misato, pues sabía que esta prueba era en secreto —Por favor, vuelvan pronto y déjenme atenderlos. Yin miró a Misato, era evidente que habría un combate y Yin no se mostraba entusiasmado en ello, cómo era su costumbre; aun así, hizo una leve reverencia hacia Kato y lo siguió. Matahachi escuchó atento; el desconocía mucho del tema espiritual, a pesar de los contactos tan cercanos que tenía. No era un tema que digería fácilmente y Kohaku pudo notar algo de precaución en su mirada. Recordó las acciones de Rengo hacia Akishino y el temor de Taiki al notar esos movimientos, y el respeto de Taiki hacia Hoshi cuando este interrumpió en Mito. —Vi estos contratos... —dijo temeroso —Rengo realizó uno para proteger a los suyos en Mito, logró forzarlo con la sangre del Emperador... fue frío y calculador, perfecto —miró a Kohaku, pues era distinto en ese aspecto; él se lo pedía, no lo obligaba a hacerlo —Taiki... —dijo con precaución —El tuvo miedo cuando notó esta acción; pero actuó con precaución. Después Hoshi lo obligó a él, a Taiki. Él, el señor Ishikawa fue quien rompió algo en Rengo, y este dejó de actuar metódico y sin emoción alguna; volvió a sentir; no sé qué sucedía en verdad... me sobrepasó la ignorancia y sólo pude ver, esperando que sus acciones no alteraran mis planes para ayudar a los refugiados, entre él a Kuroki —se lamentó no haber sido capaz de prever todo lo que había acontecido en Shima días atrás; bajó la mirada en confusión y pena, esos eventos lo sobrepasaban por completo. —Este contrato... —dijo levantando nuevamente el rostro hacia Kohaku — Rengo y Hoshi usaron sangre... pero el señor Ishikawa usó un beso — dijo confundido — ¿Uno obliga y el otro libera? —Matahachi no entendía nada de ello, era razonable y algo adorable de ver, se notaba su miedo y confusión pero no parecía mostrar un rechazo — ¿Qué es lo que debo hacer? Shukusha [Kawa; Byakko; Soreku; Reijiro; Misato; Sora; Ayame] Sora y Misato ingresaron al shukusha y se dirigieron hacia las habitaciones; Kawa, la niña que Misato había visto junto a Kuroki la última vez con el herrero estaba allí. Kawa cuidaba la temperatura de Ayame; la cual ya estaba despierta y con energías, al ver a Misato la saludó ligeramente y luego su vista se clavó en Sora y sonrió. También sabía que aquella mujer le había ayudado a Kenzaburo y Misato en Chiryu. Cerca de ellos, se encontraba Soreku y Reijiro descansando y más alejado estaba un hombre voluminoso, tatuado. Estaba aun dormido. Contenido oculto Gigi Blanche Ikoma-kun
Kohaku Ishikawa Clínica Me limité a asentir ante la respuesta de la señora Tachibana y luego, ya dentro de la clínica, fui atendiendo a las expresiones de Matahachi conforme le explicaba mi idea. No esperaba que confiara plenamente en mí y de inmediato, no en esta extensión, y comprendía que, visto de afuera, todo este asunto debía lucir... muy extraño. Incluso peligroso. Temerle a lo desconocido era natural, ¿verdad? La precaución de sus ojos sólo delataba su buen juicio. Parte de los hechos que me relató ya los conocía gracias a Mara. Él me había dicho que mi padre fue quien rompió el bloqueo emocional que Rengo se había impuesto a sí mismo en Kamakura. Matahachi amplió la información que ya poseía, habló de un contrato entre Rengo y el Emperador, también apareció Hoshi. Cuando el caudal de eventos amainó comprendí que el muchacho sólo estaba intentando darle forma a una noción extremadamente ambigua en su mente, pero que además se adjudicaba cierto grado de responsabilidad. —No se suponía que comprendieras —intervine antes de que siguiera hablando, con una pequeña sonrisa conciliadora—. Yo tampoco entiendo muy bien muchas cosas, en la Villa donde crecí siquiera me hablaron de esta... capacidad. Y ahora, por un motivo u otro, los maestros que se suponía me enseñaran no pudieron hacerlo. Lo poco que sé fue gracias a Rengo. Cuando volvió a hablarme, sus dudas se apilaron y las manifestó con tanta transparencia que sentí genuina ternura, incluso si Matahachi era mayor que yo. Aguardé a que cerrara sus ideas y le indiqué con un movimiento suave de brazo que tomáramos asiento. Quería explicárselo lo mejor posible, ayudarlo a confiar en mí. —Lo que viste fueron pactos como el que acabo de proponerte, eso es correcto. El hecho de que uno implicara sangre y el otro involucrara un beso se debe a los diferentes tipos de onmyojis que hay. Hay portadores de energía espiritual tanto de luz como de oscuridad, ocurre en el onmyodo y en el shugendo. Kyogi, por ejemplo, era una shugenja. Tengo entendido que la señora Tachibana también es una shugenja. —Le sonreí, pues me refería a su tía, y proseguí—. No hay diferencias entre los pactos, obedecen a las mismas reglas y cumplen los mismos propósitos; sólo varía el método para establecerlos. Yo, como mi padre, soy un onmyoji de luz, y por ende no necesito recurrir a la sangre. Los pactos podemos establecerlos con objetos o joyas que la otra persona lleve consigo, y sellarlos con un beso... bueno, es una forma de forzar un contrato sobre el otro. Pero también de volverlo permanente. Considerando que el único propósito real de esto era saber que aún se mantuviera con vida, no tenía sentido entregarle un objeto que podría perder o le podría ser quitado. Por otro lado... Desvié la mirada, carraspeando apenas la garganta, y deseé que las penumbras de la clínica disimularan el ligero calor que sentía en las mejillas. —Tú no tienes que hacer nada, yo sólo tendría que... darte un beso. Dioses, qué vergüenza. Contenido oculto
Misato Aoyama Mientras vi a Yin alejarse sentí un poco de preocupación, los métodos de entrenamiento y pruebas del maestro Harima siempre fueron conocidas como verdaderos senderos tortuosos y dolorosos, permanecí unos momentos más para despedirlo en silencio deseando lo mejor para el. Al llegar al Shukusha fuimos a la habitación donde Ayame mostraba una mejor aspecto, estaba bajo el cuidado....de aquella niña... observando detenidamente podía hasta notar cierto parecido con Kuroki ¿Sabría algo sobre su huida con Gendo Mori? Aún no sabía mucho de esa niña y porque estuvo con aquella mujer en Chiryu. —Me alegra verte de nuevo con bien Ayame, no sabría cómo ver a los demás si algo hubiera pasado—Salude colocandome cerca de ella—Pero gracias a Yume todo paso. Luego de un breve silencio noto la presencia de dos personas más y un tipo voluminoso con tatuajes que antes no había visto, solo estaba allí durmiendo. —Ayame hay mucha información que hemos conseguido mientras recuperabas salud—dije acomodando aún cada momento en mi mente —lo primero es que hace poco pregunté sobre los movimientos de los Shinobi de Koga ¿Recuerdas? pues ya se que fueron víctimas de un ataque de parte del imperio que los llevo a su caída y la de Shiga también. Aunque Murai logro escapar. Hice otra pausa para después mirar seriamente a Ayame. >>pero en definitiva esto va más allá que una guerra de clanes, Gendo Mori tendría más poder que cualquiera en Japón.
Clínica [Kohaku; Matahachi] Matahachi se quedó pasmado por unos instantes, inexpresivo. En su interior surcaba la idea de que él hubiera preferido la sangre. —Vaya... — "Qué incómodo" quería decir pero se contuvo pensando sus palabras para no ofender a Kohaku y su habilidad que de por si le aterraba —La tienen más sencilla los que usan sangre ¿no? Hasta la pueden colocar en un arma y lanzarla a distancia. En tu caso es necesaria la proximidad... Cerró los ojos —Tamura y Yume confiaron en ti; y yo confío en ellos. Así que... bueno... adelante. Shima [Kato; Yin] —Aprenderás a utilizar mi técnica —dijo Kato mientras le arrojaba la katana que alguna vez le perteneció a Kotaro; Yin la tomó y desenvainó. Sabía que ese no sería un entrenamiento sin sangre. Así que ni se molestó en preguntarle a su maestro cómo aprendería esos movimientos. —Estoy listo — dijo con solemnidad. Ninguno de los dos portaba yoroi, sería a tajo limpio. Kato atacó con todas sus fuerzas; demostrando los movimientos, la energía y la velocidad necesaria. Sus movimientos eran rápidos pero la velocidad era algo que había estado caracterizando los combates de Yin a lo largo de su entrenamiento. Era observador, y sobre todo quería ser mejor para siempre ayudar a Misato. Ambos lograron detener el ataque de su oponente; los bloqueos era más fáciles con ambas manos pero el desgaste físico era sorprendente. El siguiente ataque llenó el suelo a su alrededor de sangre fresca; se escuchó caer sólida a gran velocidad. Ambos sangraban; el corazón de ambos se agitó al instante. Era heridas de gravedad. Kato afirmó satisfecho, Yin había demostrado toda su fuerza en aquel ataque que hubiera dejado al borde de la muerte a cualquier persona; pero Kato no era cualquier persona, su resistencia era superior a la de cualquiera y por ello aun seguía en pie. A sorpresa de Yin hubo un ataque adicional; el cual ambos pudieron esquivar. El siguiente fue el final, Yin atacó a Kato con éxito e intentó romper la katana de Kato pero esta no cedió a pesar del impacto. Yin miró a Kato pues sabía que había bajado la guardia, ese ataque le mataría; Kato sólo golpeó el nervio en su cuello para mandarlo a dormir, culminando el entrenamiento. Kato observó a Yin, desplomado en el suelo. Después analizó sus heridas y afirmó satisfecho mientras observaba a Kanzei, la katana que Yin había intentado romper. Cargó a Yin a la clínica, y en el proceso intercambió la katana que había pertenecido a Kotaro por Kanzei. Un regalo, algo inusual de Kato hacia uno de sus pupilos, el cual había superado sus expectativas. Kato Yin Edad: 51 Nivel: 5 Pv: 49/200 Fuerza: 20 Protección: 10 Katana Hi o Karuso (Mata fuego)= +20 Katana Kanzei (El deber)= + 20 Nivel: 5 PV= 10 Fuerza= 17 Protección= 13 Katana= +11 ataque Shukusha [Kawa; Byakko; Soreku; Reijiro; Misato; Sora; Ayame] Ayame frunció el ceño al escuchar de Gendo Mori — Ese hombre... —dijo temerosa — Ni Kaze pudo derrotarlo estando solo... —miró a Misato — ¿Qué haremos si ese salvaje controla un ejército entero? —Pelearemos — interrumpió Sora — No bajaremos la frente, tampoco huiremos. Sólo queda pelear. Contenido oculto Gigi Blanche Ikoma-kun
Kohaku Ishikawa Clínica Tuve que recordarme con gran insistencia el propósito que cumplía esta idea, ahora que de repente me parecía tan absurda y vergonzosa. Su reflexión sobre los métodos de los diferentes onmyojis, sin embargo, me ayudó a distraerme ligeramente. Esbocé una sonrisa ligera. Suponía que ese era el pensamiento de un niño atravesado por la guerra. —No me gusta ver esta habilidad como un arma o una forma de imponerme sobre la gente, no creo que fuese su propósito original —repliqué, aún así, con suavidad—. Mentiría si dijese que no la he utilizado en contra de mis principios, al fin y al cabo es útil. Sobre todo en los tiempos que corren. —Suspiré ligeramente—. Quizá la proximidad sea una desventaja, pero también la veo como una señal de respeto. Los contratos, en definitiva, debían honrar el compromiso de ambas partes, la confianza que ahora mismo él estaba depositando en mí. Inhalé por la nariz, me llené el pecho de aire con cierto disimulo, y lo vi cerrar los ojos. Bueno, sin su mirada encima disminuía un poco la vergüenza que sentía; sólo un poco. Bajé la vista, ubiqué su mano izquierda y la alcancé con la mía atendiendo a conservar el cuidado de mis movimientos; Rei había mencionado los dolores fantasma de su antigua herida, de cuando Saizo Honda había dislocado su hombro derecho, así que procuré evitar manipular dicho brazo. Su condición claramente había mejorado desde ayer, pero desconocía su verdadero estado. —La próxima vez que nos veamos, tendrás que... palmearme el hombro. —Lo insté a alzar la mano mientras hablaba, yo me incliné y sellé la orden presionando con ligereza los labios sobre sus nudillos—. De lo contrario, tendrás que pagarme una moneda. Una sensación cálida me cosquilleó en la yema de los dedos, en el punto de contacto, y se desvaneció como una ilusión fugaz o la idea de un sueño. Seguía siendo extraño y casi... mágico, pero no le di mucha importancia en ese momento. Volví a erguirme, dejé ir su mano y me rasqué apenas la nariz, desviando la mirada. Todo me seguía resultando terriblemente incómodo y carraspeé la garganta. —Deberíamos ir volviendo al shukusha —sugerí, un poco al aire.