"Seven deadly sins" [Sesshoumaru x Kagome]

Re: "Seven deadly sins" [Sesshoumaru x Kagome]

Esta demasiado cooollllll este fic es el mejor que el leido te odio inuyasha te odio te amo sesh te amo....x.x kelo a un hombre asi buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Bueno amiga suerte con tu fic soy nueva en el y t digo me encanto y espero k lo sigas muy pronto

tkm
tkm
tkm bye bye

 

Re: "Seven deadly sins" [Sesshoumaru x Kagome]

Buaaaaa si no existe yo lo creo jajajajajajajjaajaj
voy ah hacer una locura pa encontrarlo pero ya encontre un hombre k es como el le falta el fisico jajajaja
jajaja
ajajaja
jaja
asiguelo porfis me tienes con agonia

 

Re: "Seven deadly sins" [Sesshoumaru x Kagome]

Capitulo V :

Sesshoumaru planeaba irse, estaba seguro que esa mujer humana había percibido su presencia, lo cual fue una duda más que punzaba en la parte mas honda de sus pensamientos, como era posible que después de asegurarse de ocultar su presencia la mujer lo haya descubierto antes que el hibrido que estaba parado a su lado, bueno eso no importaba, satisfecho con el hecho de que la niña humana estaba en lo que parecían ser buenas manos procedió a retirarse, cuando sintió aquella presencia del día anterior acercarse al lugar, “de nuevo”, murmuró, era algo completamente maligno y despiadado, como nada que hubiese sentido antes.

Kagome había decidido contarle a Rin la historia de la cenicienta, había sido su cuento preferido cuando era pequeña y estaba segura que cuando lo escuchara iba a agradarle tanto como a ella, Inuyasha simplemente se había sentado al lado de la puerta de la cabaña de la anciana Kaede deambulando entre sus propios pensamientos, observando llegar a Sango y Miroku junto con la anciana caminando, “Inuyasha en que momento llegaste?”, pregunto la taijya ahora más calmada ya que en el camino había conversado con los dos humanos que iban con ella, desfogando la molestia que tenía hacia el hanyou, quien estuvo a punto de responder de no ser por la fuerte presencia maligna que invadió el lugar; la joven miko se paro al instante, cogiéndose del tronco del árbol en el que había estado apoyada para no caerse, “Rin dame la mano”, le dijo a la niña comenzando a tener esa horrenda sensación recorriendo cada una de sus vértebras, “lo sienten?”, preguntó caminando con lentitud, por alguna razón sentía como si sus heridas estuviesen doliendo más de lo normal, todos asintieron, el houshi tensando sus dedos alrededor de su báculo, se trataba de la misma presencia que estuvo ayer en la aldea, la que provocó la perdida de control en Inuyasha, el hanyou levantó el rostro tratando de percibir algún aroma conocido, en pocas palabras buscando el aroma de Naraku, pero lo que logró percibir fue algo muy distinto, “Kikyou”, murmuró pensando que nadie lo había oído, pero la taijya estaba justo a su lado y observándolo incrédula corrió hacia donde estaba su mejor amiga, ‘tienes que estar bromeando’, pensó esto no le haría nada bien a Kagome, “Kagome chan, será mejor que Rin chan y tu entren a la cabaña, “iie Sango, lo que se acerca es muy peligroso y no me gusta nada”, “Kagome chan por favor hazme caso ni siquiera puedes estar parada mucho tiempo”, pidió la muchacha tratando de evitar una catástrofe, pero ya era demasiado tarde, aquella mujer de largos y lacios cabellos negros se acercaba caminando con una sonrisa algo extraña en el rostro, “Inuyasha”, murmuró y la joven miko volteó incrédula al escuchar esa conocida voz, que hacía Kikyou en la aldea?.

El taiyoukai observaba todo con cautela, antes de que el hanyou hiciera su declaración el ya se había enterado de que aquella, si se podía llamar mujer, estaba en camino, el olor a huesos y tierra, sin mencionar el hedor a cadáver la delataba, pero había algo muy extraño en ella, su cuerpo parecía ser la fuente de aquella presencia tan amenazante. Kagome observó a Inuyasha, sintiendo una fuerte punzada en el pecho, tenía ese rostro, cada vez que veía a Kikyou era como si se separase de la realidad, pero había algo extraño en ella, a medida que se iba acercando, su cuerpo parecía emanar aquella presencia, porque nadie se daba cuenta, “Sango chan, Kikyou, Kikyou es la fuente de esa horrible aura”, la taijya escuchó el murmullo incrédula, porque ella no podía sentir nada?, “Kagome estas segura?”, le preguntó y la joven miko asintió, acomodando su peso para poder apoyarse en el hombro de la exterminadora, Kaede le susurró al oído algo al houshi quien solamente asintió, debía proteger la aldea, así que le diría a sus ayudantes que se pusieran en los puntos estratégicos para formar un campo de fuerza, si los aldeanos llegar a percibir algo de lo que estaba sucediendo habría un caos en el lugar y eso no sería nada bueno. El houshi se dio cuenta la manera en que el comportamiento del hanyou estaba cambiando, “Inuyasha, regresa a la realidad, hay algo acechándonos”, le dijo pero el híbrido hizo caso omiso, acercándose al cadáver que caminaba hacia él, ‘ves Kikyou, Inuyasha es tuyo gracias a mi, ahora dime cual es tu otro deseo’, le susurró una escalofriante voz a la sacerdotisa, “Kagome”, murmuró, y Envidia no podía evitar reír ante semejante idiotez de parte de la sacerdotisa, engañarla había resultado tan fácil y divertido, pero bueno era tiempo de actuar, además en cualquier momento aparecería Avaricia y no quería echar a perder la actuación de la más usurera de sus hermanas.

La sacerdotisa no muerta se echó a los brazos del hanyou llorando desconsolada, “Inuyasha”, le dijo sollozando sobre su cuello, mientras él a vista y paciencia de todo el mundo acariciaba sus cabellos, “que sucede?”, le preguntó genuinamente preocupado, y Kagome por más que quiso no lo pudo soportar, “Inuyasha, te esta engañando, hay algo muy raro con Kikyou por favor date cuenta”, le gritó la joven miko soltándose de Sango para acercarse y una sonrisa maliciosa apareció en el rostro cubierto de lágrimas de la miko no muerta, llorando con más fuerza, “Iie Inuyasha, hay algo, algo horrible que me esta siguiendo”, Sango cargó a la pequeña niña que hace algunos momentos estaba sosteniendo de la mano a la joven miko, observando lo que sucedía, era obvio que se trataba de Kikyou, sus caza almas estaban rondando a su alrededor, y así fuese un impostor, no sería capaz de crear a aquellos seres, pero ese comportamiento simplemente no era algo normal en esa mujer; Kagome caminó situándose a unos pasos de la pareja, “Inuyasha, onegai hazme caso, que no vez, no lo sientes”, le rogó y la mujer abrazada del hanyou no lo pudo soportar más, propinándole una fuerte cachetada a la muchacha, haciéndola caer al piso, mirándola con desden y maldad danzando en sus ojos, “no te metas mocosa, tu eres la que no se da cuenta del youkai que viene hacia nosotros, aprendiz de miko”, le dijo, abriendo con la fuerza de sus manos la herida que la joven tenía en el rostro. La exterminadora estaba a punto de ir a decirle unas cuantas verdades a esa maldita, pero la profunda y varonil voz del taiyoukai la mantuvo estática en su lugar, “taijya”, la exterminadora no lo podía creer, sintió su sangre congelarse de solo saber que tenía a alguien tan peligroso a su espalda, “espera un poco algo esta por suceder”, murmuró nuevamente el taiyoukai, observando que Rin estaba a punto de dar sus acostumbrados gritos de alegría delatando así su presencia, así que simplemente la observó, advirtiéndole con una sola mirada que se mantuviese callada.

Avaricia caminó, con cada paso cambiando de forma para convertirse en un gran oni, estaba ansiosa de ver el gran poder de aquella niña, ella era la única que lo había percibido, aquella cantidad de energía tan bien escondida dentro de un cuerpo tan frágil y pequeño, por eso se había ofrecido de voluntaria para esta pequeña trampa que le tenderían al inuhanyou, ella era la única de sus hermanas capaz de percibir esas cosas, y aquel poder, el solo pensarlo hacía que se lama los labios, todo ese poder tenia que ser suyo, sola y exclusivamente suyo, y haría lo que sea para conseguirlo, todo, todo el poder debía ser suyo, hasta la última gota.

Fuertes pisadas hacían retumbar el suelo, paralizando a todos los que en ese momento se encontraban a las afueras de la aldea que gracias a kami ya estaba siendo efectivamente protegida por la anciana miko y sus ayudantes, el suelo parecía temblar bajo sus pies y un fuerte rugido se escuchó provocando que las bandadas de aves escondidas en las copas de los árboles salieran volando lejos del peligro que se avecinaba, “un oni”, gritó la taijya, cogiendo fuertemente su hiraikotsu, deshaciéndose de su kimono de un solo jalón, yendo a ayudar a su amiga, mientras dejaba a la pequeña niña sana y salva en la cabaña de Kaede, “no te muevas de aquí”, le dijo y la pequeña asintió, no tenía nada de que preocuparse ya que sabía que su Sesshoumaru sama acabaría con ese feo bakemono en un dos por tres. Sesshoumaru dio un gruñido casi inaudible, humanos impacientes, la exterminadora y el monje ya se encontraban en posición de pelea al igual que el hanyou quien estaba parado delante de la miko no muerta protegiéndola de todo mal, como si se hubiese olvidado de la existencia de la humana más joven, un nuevo gruñido se escuchó apareciendo junto con él aquella colosal bestia y Kagome lo observó apoyándose nuevamente en los hombros de la exterminadora, Kikyou sonrió, “deben atacarlo juntos, yo trate de dispararle mis flechas sagradas pero nada hizo efecto, seguramente es una de las nuevas creaciones de Naraku”, exclamó fingiendo el deseo de ayudarlos a vencer al monstruo, pero cuando estaban a punto de moverse el sonido de lo que parecía ser una lira los hizo caer uno a uno al suelo, incluyendo a las dos sacerdotisas, una de ellas muy relajada ya que sabía exactamente lo que estaba sucediendo, “que esta pasando, no puedo moverme”, exclamó la taijya sintiendo por primera vez el peso de su colosal boomerang, sin poder sostenerlo, “es como si, estuviera muy cansado”, dijo el houshi, sosteniéndose sobre sus rodillas con la ayuda de su báculo, el taiyoukai observando frenéticamente a los lados, sintiendo el cansancio comenzar a llegar a su ser, manteniéndose de pie, haría falta más que eso para hacerlo caer.

Pereza sonrió columpiándose en las ramas de algunos árboles a lo lejos, su parte del trato ya había sido cumplida, ahora solamente quería descansar un poco, ya Avaricia se encargaría de lo demás. Inuyasha al igual que el houshi estaba apoyado solamente en su ya transformada colmillo de acero, sin poder explicarse el porque de ese sueño y ese cansancio tan repentinos, observando como aquel inmenso ser aprisionaba tranquilamente entre sus manos a las dos sacerdotisas, una en cada lado, “y bien hibrido, si solo puedes salvar a una a cual eliges”, le preguntó apretando fuerte sus dedos, escuchando gritar de dolor a las dos mujeres, el hanyou se levantó no iba a elegir, no podía elegir, “a las dos”, al escuchar eso el ogro sonrió, “parece que no me has entendido, solamente puedes salvar a una”, le volvió a decir abriendo su gran boca, cubierta de colmillos, de donde goteaba veneno el cual al caer al suelo perforaba la tierra como si se tratase de simple papel, acercando los cuerpos de las dos mikos hacia su boca, era algo tan estupido aquella pelea, normalmente hubieran acabado en menos de segundos con un youkai de ese nivel, pero ninguno de los ahí presentes se podía mover, ahora sí incluyendo al taiyoukai quien a pesar de no haber caído al piso sentía que no tenía poder sobre sus extremidades, no podía comandarlas para que se muevan, lo cual estaba comenzando a ofuscarlo de sobremanera. Avaricia estaba comenzando a aburrirse, así que uso un poco de su control mental, saben la gente dice que nosotros los seres humanos tenemos dos seres a nuestro lado, uno a la derecha, la voz de nuestra conciencia que siempre nos dice si estamos obrando mal o bien, y normalmente intenta llevarnos por el camino de la justicia y el del lado izquierdo, el que siempre nos empuja a cometer malas acciones, ‘salva a Kkyou ella es tu amor de toda la vida’, escuchó el hanyou una y otra vez en su mente, gritando el nombre de la sacerdotisa, observando como el oni la dejaba caer inconciente al suelo.

Kagome observó todo, las lágrimas comenzando a caer por su rostro como cascadas ante la mirada triste e incrédula de sus amigos quienes no se podían ni siquiera parar para socorrerla, aquel ser la había traicionado, “KIKYOU”, le escuchó gritar sellando con eso su destino, Inuyasha había decidido dejarla morir, ‘duele’, ‘duele’ comenzó a pronunciar mentalmente, mientras el taiyoukai observaba el rostro de aquella misteriosa mujer, el dolor, la pena el desengaño, todas esas emociones pasaban por su rostro una y otra vez, ‘no quiero’, sus ojos estaban comenzando a perder aquel brillo característico, y el taiyoukai lo percibió aquella sensación de ardor, como si todo su ser se estuviera prendiendo en llamas, sus instintos le gritaban que se alejara de ahí lo más antes posible, pero no se podía mover, y todo lo demás ocurrió en tan solo unos segundos, una luz color rosa, completamente resplandeciente salió del cuerpo de la miko, envolviendo todo a su paso, la energía era demasiado poderosa e inestable, quemando todo aquello que la energía sagrada que poseía consideraba impuro, dejando por unos segundos a todos los que se encontraban ahí sin la habilidad de poder ver. Avaricia sentía como si su cuerpo se estuviese incinerando, esa mujer, esa maldita humana estaba descargando demasiado poder divino, “me las vas a pagar desgraciada”, susurró, desapareciendo, si se hubiese quedado unos segundos más no le hubiese quedado carne para regenerar; Envidia estaba pasando por exactamente lo mismo, si no fuese por que se encontraba dentro del cadáver de esa sacerdotisa ya estaría carbonizada, aquella niña, porque eso era lo que era a su lado, una niña, no podía entender como era posible que tanta energía sagrada estuviese guardada en su cuerpo, era completamente imposible y por lo que podía percibir ella no era la única que pensaba así, la sacerdotisa que estaba poseyendo en esos instantes pensaba exactamente lo mismo, envidiando cada vez más a la pequeña miko por tener todo lo que ella quería.

Minutos más tarde todos parecían haber recuperado la conciencia y la movilidad, cada uno comenzando a pararse con lentitud, ajustando su vista nuevamente a la luz normal del sol después de semejante destello, inmediatamente la taijya y el monje corrieron a socorrer a su inconciente amiga, mientras a su lado el hanyou parecía recuperar la conciencia y el sentido común, ayudando a la miko no muerta a levantarse del suelo, percibiendo la presencia de su hermano a escasos metros, provocando que un fuerte gruñido abandone sus labios, poniéndose en posición defensiva en frente del cadáver de lo que alguna vez fue su primer amor, el taiyoukai caminó calmadamente recuperándose del golpe de haber recibido tal cantidad de energía purificadora, “no te preocupes Inuyasha, así quisiera atacar a esa mujer no podría, porque ya esta muerta y podrida por dentro”, exclamó el inuyoukai en un tono libre de cualquier emoción, pasando de largo frente a su medio hermano, parándose frente al cuerpo de la joven sacerdotisa, ella había sido la fuente de todo ese poder liberado debido a un fuerte cambio en sus emociones, “miko, levántate”, le demandó, podía sentir que no estaba inconciente, simplemente estaba triada en el piso y el demandaba respuestas en ese instante, no estaba dispuesto a esperar ni un minuto más para esclarecer sus dudas y sorprendiendo a los dos humanos que estaban a su lado Kagome abrió los ojos, esferas color rubí reflejando su dolor, parándose como si estuviera siendo halada por los hilos de un titiritero, pasando frente al taiyoukai quien la observaba curioso, no recordaba que sus ojos fuesen de ese color, “Inuyasha”, murmuró, caminando hacia él; el hanyou simplemente la observó confundido, algo extraño le estaba pasando a Kagome, “Kagome que tienes?”, preguntó y la muchacha sonrió, una sonrisa triste y sombría mientras las vendas que habían cubierto su cuerpo resbalaban rotas al suelo dejando a su paso piel lozana y suave, sin absolutamente una marca.

Kikyou estaba más que irritada, se supone que esa maldita intrusa debía morir, que hacía caminando frente a ella, “te agradezco que acabaras con el oni”, le dijo haciéndole una reverencia a la que Kagome ni siquiera prestó atención, llegando a estar frente a frente al hanyou, cogiendo entre sus dedos aquel collar que usaba para controlarlo, “eres libre Inuyasha”, le dijo halando fuertemente de él, siendo el único sonido que rompió el silencio que envolvía el lugar el pequeño tintineo que hacían las cuentas y los colmillos al caer al suelo, el hanyou la miró incrédulo, no entendía absolutamente nada y de pronto un recuerdo pareció nuevamente empozarse en su cabeza, era él eligiendo salvar a Kikyou antes que a Kagome, “no te quiero volver a ver nunca más”, le volvió a susurrar, caminando con rumbo al bosque, sin escuchar las suplicas de su amiga para que regresara; Sesshoumaru observó nuevamente aquel intercambio, sin deja de ver por última vez a aquel cadáver viviente, tenía que regresar a su hogar, los sucesos que se estaban llevando a cabo eran demasiado peligrosos y extraños, tendría que llamar a una reunión urgentemente, así que caminando con dirección opuesta a la que llevaba la miko, llamó a la pequeña niña que siempre lo acompañaba, “Rin”, exclamó, caminando sin mirar atrás, y la jovencita salió corriendo, pero no detrás de él como siempre lo hacia, si no hacia el lugar donde se había ido la pequeña miko, “Sesshoumaru sama Rin promete que regresara pronto”, le dijo, y el taiyoukai simplemente siguió caminando, desapareciendo entre los árboles.

Sesshoumaru iba observando el horizonte como siempre lo hacía cuando caminaba por el bosque, tantos sentimientos que corroían a los humanos, malos sentimientos que los hacían atentar contra ellos mismos e Inuyasha había caído preso de ellos, la obsesión que tenía por la mujer que lo selló a un árbol lo había llevado a cometer aquella injusticia con la pequeña miko, ‘pequeña’, repitió en su mente, desde cuando se refería así a ella?, pero no lo podía evitar, la manera que tenía de confiar en la gente, su inocencia, era como si fuese una niña, pero eso que tenía que ver con él, definitivamente con el afán de saber más acerca de los extraños acontecimientos que comenzaban a rodearlo se había imbiscuido demasiado en los asuntos de ese grupo de seres; pensaba el taiyoukai mientras caminaba, cuando de pronto un pequeño hormigueo en el lado en el que se supone no debía tener ninguna sensación provocó que se quedara estático por unos segundos, volteando lentamente a observar el lugar donde supuestamente debería estar lo que quedaba de su brazo cercenado, observando su larga y elegante mano derecha, sus largas y filosas garras sobresaliendo, y sus características marcas color magenta resaltando en su pálida piel, “como demonios”, murmuró, el crecimiento de un nuevo apéndice tomaría años, hasta décadas, dependiendo del poder que poseía el youkai, como era posible que el brazo que había perdido a manos de su hermano menor estuviera de nuevo en su lugar, como si nada hubiese sucedido. Sin poder creer por primera vez lo que sus ojos veían el inuyoukai flexiono los dedos, probando sus articulaciones, sintiendo su brazo como si nunca hubiese dejado de estar así, sin poderse como era posible semejante suceso, cuando un pensamiento llegó a su cabeza, “la miko”.

La joven sacerdotisa caminó, casi emulando a una marioneta a la que simplemente le había dado cuerda para que se moviese, las lágrimas cayendo de sus ojos, de sus hermosos ojos café que por fin habían vuelto a la normalidad, no tenía idea a donde se estaba dirigiendo y no le importaba, así encontrara un abismo frente a ella no le importaba, seguiría caminando, “el mintió”, murmuró, cubriendo su rostro con sus manos, sintiendo la calidez del líquido que resbalaba por sus mejillas impregnarse en las palmas de sus manos, que estupida se sentía en ese momento, cuanto dolor estaba recorriendo su ser, y aún así no lo podía odiar; cayendo de rodillas al suelo la miko abrazó su cuerpo, ningún sonido salía de sus labios, pero la fuerte tristeza que la rodeaba podía hasta palparse en el aire, “no quiero, onegai ya no”, susurró observando al cielo, sin percatarse de que su delgado cuerpo estaba comenzando a brillar en una hermosa luz rosada y sus ojos nuevamente comenzaron a cambiar de color, “duele demasiado, ya no más”, fue lo último que dijo para luego caer al suelo con mucha suavidad, como una pluma, una expresión de total tranquilidad plasmada en su rostro. Así fue como la pequeña niña la encontró minutos más tarde, ella había estado observando todo lo que sucedía por una pequeña abertura, al igual que Shippou la jovencita parecía sentir en carne propia el dolor de la sacerdotisa, había estado observando por poco tiempo y a pesar de ser una pequeña que no pasaba de los seis años había entendido a la perfección lo que estaba sucediendo, ese hombre que se parecía a su Sesshoumaru sama era malo, no se merecía a su Kagome nee san, no con esa manera tan horrible de hacerla sufrir, y a pesar de que su Sesshoumaru sama la había llamado para regresar por primera vez ella tuvo que desobedecer, no podía dejar a su Kagome nee san sola, se había ido caminando muy triste y muy sola, como ella cuando perdió a sus padres y no permitiría que alguien tan bueno como su Kagome nee san pasara por eso.

Sango empujo fuertemente al houshi quien estaba tratando de detenerla, lo que había sucedido era la gota que derramaba el vaso, así que acercándose al hanyou le propinó la cachetada más fuerte que le pudo haber dado a alguien en toda su vida, “Inuyasha jamás pensé que fueras tan imbésil, si algo le pasa a Kagome te juro que yo misma me voy a deshacer de ti y de tu patética excusa de mujer”, el inuhanyou ni siquiera se inmutó, sus cabellos dorados cubriendo sus ojos, protegiendo lo que estos tenían que decir, la taijya pasó de largo yendo en busca de la anciana Kaede tenía que conversar con ella sobre lo sucedido y luego los obligaría a todos si era preciso a buscar a su amiga, pero la voz lúgubre de la miko no muerta la hizo quedarse donde estaba, “para tu información exterminadora yo soy más mujer de lo que tu algún día podrás ser”, le escuchó decir, sonriendo, había estado buscando una excusa para poner a esa desgraciada en su sitio y ahora tenía una perfecta, así que regresando por donde había caminado se paró frente a la mujer observándola con desdén, dándole otra fuerte cachetada, era lo mínimo que esos dos se merecían y aunque se lo merecían de la mano de Kagome ella lo estaba haciendo en su nombre, “eres una arpía, sabes yo solía escuchar a Kaede hablar de ti, y hasta te admiré, Kagome y yo te admirábamos por tu fortaleza pero lo que ahora esta ante mis ojos no es más que la cáscara de lo que alguna vez fue una mujer, una imitación patética de ser humano”, le dijo ahora si caminando satisfecha a donde tenía que ir.

La miko se cogió el rostro, sus ojos reflejando el odio y la amargura que estaba sintiendo, llamando hacia ella a sus serpientes caza almas, “Inuyasha, pronto vendré por ti de nuevo amor mío, y nos podremos ir juntos “, le dijo desapareciendo, dejando atrás al hanyou quien estaba haciendo atormentado por los recuerdos de la decisión que le costaría la felicidad, observando regado en el piso lo que quedaba del collar que había usado por tanto tiempo, Miroku pasó por su lado, caminando atrás de la taijya, “y tú no me vas a decir nada?”, preguntó el inuhanyou y el houshi simplemente lo observó, lastima ocupando su mirada violeta, “que te puedo decir Inuyasha, si nada de lo que te hemos dicho durante tanto tiempo te hizo entrar en razón”, pronuncio caminando, para decir en un susurro que fue claramente percibido por el inuhanyou la frase que golpeó con fuerza su corazón, “acabas de perder la cosa más hermosa que te pudo haber pasado”.

Avaricia regresó al lado de sus hermanas, quienes la observaron completamente sorprendidas, su cuerpo estaba carbonizado y a su paso dejaba pedazos de carne y retazos de su hermoso vestido dorado, “que te sucedió?”, preguntó Pereza de manera burlona, observándola comenzar a regenerar sus tejidos poco a poco desde los huesos, pasando por los músculos hasta cada una de las capas de la piel, “fue aquella sacerdotisa”, susurró el demonio en lo que parecía ser un gruñido, “así que la mocosa es peligrosa después de todo, ya lo decía yo”, agregó la mujer de cabellos rojizos, caminando en círculos por la extensión de su dormitorio, “claro que sí, yo lo pude sentir hasta acá, creo que todas tuvimos esa grotesca sensación de ser purificadas”, murmuró una de las hermanas peinando sus largos cabellos violetas, “debemos vigilarla, esa va ser nuestra misión a partir de ahora, Gula ve por Envidia, vamos a estar tras los pasos de esa molesta criatura”. Naraku dio un fuerte gruñido, esas mujeres estaban comenzando a actuar por su cuenta y eso le molestaba mucho, aunque tenía que aceptar que todos sus planes habían sido acertados hasta el momento no podía dejar que las cosas se salieran de sus manos, “Kanna, encerrarlas en tu espejo, ya no son necesarias”, exclamó el sombrío hanyou, las regresaría de donde las sacó, pero cuando estaba a punto de dirigirse hacia el lugar que les había asignado se vio aprisionado en un círculo formado por siete mujeres, sus macabras carcajadas resonando en el vació espacio de aquellas ruinas, “a donde crees que vas”, se le escuchó decir a una, “creíste que podrías tenernos sin darnos”, agregó otra, “tu alma a cambio”, se escuchó siete voces masculinas y demoníacas atormentar al malévolo ser que se encontraba ahora en sus garras.

Rin se arrodilló al lado de la miko, parecía que estaba durmiendo, ya que sus ojos estaban cerrados y ahora que iba a hacer, tenía que llevarla donde su señor Sesshoumaru él era el único que la podía ayudar. El taiyoukai después de unos largos minutos había logrado salir de su estupor tratando de asimilar la situación, lo único que se le venía a la mente era que semejante cantidad de energía sagrada liberada del cuerpo de la miko era lo que en lugar de purificarlo había regenerado su brazo, idea que patéticamente respondía a sus preguntas, pero ya llegando a su castillo se encargaría de investigar sobre eso también, ahora simplemente estaba, aunque le costara admitirlo estaba agradecido con la miko por el favor que le hizo seguramente sin siquiera percatarse, pensó escuchando en ese instante con su agudo auditivo la voz de la pequeña niña que cuidaba llamarlo, al parecer estaba convenientemente cerca, así que alegando que no sería un desvió ya que igual estaba de camino hacia donde se estaba dirigiendo, fue hacia donde la pequeña niña, encontrándose con la miko recostada en el piso, levantando una ceja, la pequeña niña al verlo sonrió y arrodillada en el piso hizo una reverencia, “Sesshoumaru sama onegai Rin se lo ruega, llevémonos a Kagome nee san, Kagome nee san ha sido herida por el hombre malo que se parece a Sesshoumaru sama”, el taiyoukai escuchó negándose rotundamente al pedido de la niña, bastaba con un solo humano, no quería tener que relacionarse con otra de esas criaturas, “onegai Sesshoumaru sama”, le seguía pidiendo la pequeña sin levantar su cabeza del suelo, y el taiyoukai dio un gruñido inaudible, su orgullo observando con desden el cuerpo de la sacerdotisa que yacía en el suelo, caminando, dándole la espalda a la pequeña niña que le seguía rogando, sin embargo gracias a esa humana tenía su brazo de vuelta, “levántala”, le dijo, no estaba dispuesto a manchar sus manos con el cuerpo desagradable de una ningen.

La pequeña niña comenzó a mover suavemente el cuerpo de la joven, “Kagome nee san”, pero la mujer no respondía, comenzando a preocupar a la pequeña niña, “Kagome nee san despierta”, le dijo y la muchacha empezó a abrir los ojos muy lentamente, observando frenética sus alrededores, sentándose de golpe al ver tan de cerca el rostro de la pequeña niña, “Kagome nee san, párate, iremos con Sesshoumaru sama”, el taiyoukai se quedó parado sin voltear esperando que la humana se levantase, y la mujer observó a la niña confundida, no entendía muy bien lo que le estaba diciendo, “Kagome nee san ven”, insistió la pequeñita ofreciéndole su mano, con una sonrisa de oreja a oreja, dejando ver los espacios dejados por los dientes que acababa de cambiar; la joven de largos cabellos negros observó nuevamente sus al rededores, mirando nuevamente a la jovencita vestida con un kimono naranja y amarillo muy bonito preguntándose por que le hablaba con tanta familiaridad, “quien eres?”.


MUCHAS GRACIAS A TODOS LOS QUE ESTAN SIGUIENDO MI HISTORIA D VDD LES PROMETO Q NO LAS DEFRAUDARE :D, AHORA MUAJAJAJAJA LE HE DADO UN JIRO ATREVIDO A LAS COSAS >.< !!! AHORA SI RECIEN COMIENZA LA ACCION xD !!! ASI QUE NO SE PIERDAN PORQUE TENEMOS PARA RATO !!!! NOS VEMOS !!!:)

 

Re: "Seven deadly sins" [Sesshoumaru x Kagome]

Interesante en lugar de purificarlo le regenero el brazo
Sabes me gusto mucho tu historia, siguele cuentas con mi apoyo.