Gifu Sekigahara

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 1 Marzo 2025.

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    Zireael

    Zireael kingslayer Comentarista empedernido

    Leo
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    Yuzuki Minami

    La respuesta de Takano me llenó los ojos de lágrimas nuevamente y asentí despacio, pues aunque no quería llevarlo a la guerra bajo ninguna circunstancia, también me dolía terriblemente saber que tenía que separarme de él. Me dolía no saber si volvería, si podría reír con él de nuevo o dormir a su lado, me destrozaba el corazón no saber si podría verlo crecer y convertirse en el hombre que sabía que podía ser.

    Asentí de nuevo ante las palabras de Hashimoto, echándole un vistazo, y tuve que anudarme el corazón pues lo mismo que aplicaba a Hayato aplicaba a mis hermanas y al mismo Rengo y si seguía pensando en ello, si seguía dándole cabida, acabaría llorando más de lo que me estaría preparando para la guerra. A pesar de ello, de que frené la marejada, me tomé un rato para solo quedarme resguardada en los brazos de Takano. Allí no tenía que cuidar a nadie, allí no tenía que ser siempre fuerte y aguantarlo todo.

    Cuando recuperé algo de compostura entonces volví con Hayato, llamando su atención. A pesar de las circunstancias, agradecía que allí estuvieran sus padres y Hashimoto, pues sentía que me daban algo más de fuerza para lo que tenía hacer. Al principio no dije nada, solo abracé al niño y le llené la carita, los brazos y las manos de besos. Lo llené de amor, esperando que nunca lo olvidara y deseé que mis hermanas... que pudieran sentir el mismo amor. Ese que había aprendido de la mujer más fuerte que conocía: mi madre.

    Inari, ¿harías llegar un mensaje?

    Uno solo, con tus mensajeros.

    Que mi amor llegue a ellas junto a Hayato.


    —Esta vez no puedes ir con nosotros, mi cielo —empecé con la voz anudada, sujetando sus manos entre la mía y acariciándolas—. Necesito que te quedes y que cuides de ti mismo. Cuando las mujeres partan junto a los demás niños, ve con ellas y que te lleven con mis hermanas. Minami, ¿recuerdas? Tú eres Minami también, después de Sugawara. Himawari y Kyoko te recibirán con mucho cariño, que de eso no te quepa duda.

    Tuve que hacer una pausa para respirar, para tomar fuerza de nuevo.

    —No olvides de quién eres hijo —retomé echándole un vistazo a sus padres y luego me señalé a mí misma, también a Takano—. Llevas contigo una gran fuerza. La de tu propia sangre y la nuestra. Te amo muchísimo.

    Escarbé entre mis cosas nuevamente y aunque me quedaban pocos, conseguí otro de los listones como el que tenía Rengo, como el amarillo que le di a Takano. El que extraje era del mismo color y lo até con cuidado en la muñeca del pequeño Sugawara, dándole varias vueltas. Le pedí ayuda para poder hacer el nudo final, pues me faltaba una mano para la tarea, y cuando estuvo listo lo envolví en un abrazo otra vez.

    —Desde que te conocí y te traje conmigo no has hecho otra cosa que ser buen hijo. Gracias por darme esa alegría y por cuidarnos con tus flechas, porque ya lo sabes mejor que nadie... ser bueno no significa ser débil.

    La única promesa que tenía para él era que pasáramos el resto del tiempo que nos quedaba juntos, también con sus padres. Si había una certeza en este mundo era que haría todo lo posible para cuidar de Rengo, cumplir nuestra misión, pero también todo lo que estuviera a mi alcance para que volviéramos de esta pesadilla. Dejaría a Hayato aquí con la indicación de que lo llevaran a Kamakura con mis hermanas y enviaría con él tres cartas, si era posible. Una para cada una de las gemelas y otra para sí mismo.

    Por demás, ya tenía en mente a una persona para que nos cubriera las espaldas en esta guerra y aunque también era una decisión difícil... confiaba en él para la tarea.

    ya con este sí cierro

    si no le rompo el corazón (más) en el proceso, que Hayato nos deje sus flechas incendiarias ;; para Kumo
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
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    Mi sorpresa fue similar a la de Tamura al ver a Kumo junto a nosotros, pero claramente no la expresé como él. Reí, divertido con la escena, y al notar las lágrimas de Yume le dejé un beso entre el cabello. Ni siquiera lo pensé, sólo me surgió y se sintió correcto. Con Kumo allí recordé algo de improviso y di un respingo antes de salir casi corriendo. Pasados unos minutos, regresé con los gatitos y se los presenté a Yume. Chiasa también brincó a mi hombro y se integró a la reunión, bastante más acostumbrada gracias a los días de viaje.

    —¿Podrían cuidarlos hasta que regresemos? —le pedí a Yume y Tamura—. La verdad es que los había pensado para usar la habilidad de Amanozako, pero... no me da el corazón para meterlos a Kioto. Ya me encariñé.

    En un momento que alcé la vista, noté que la princesa ya había abandonado el refugio y me incliné hacia Hachi.

    —¿Has pensado hablar con ella? —murmuré, preocupado—. Sólo digo que... pasaron una vida juntos, ¿no? Y aún con lo ocurrido recientemente, el cariño no desaparece de la noche a la mañana. Si empiezo a conocer a la princesa, me atrevo a adivinar que jamás daría el primer paso hacia ti ni aunque la vida le fuese en ello. —Reí apenas—. Pero eso no significa que quizá, sólo quizá, pero muy probablemente, le gustaría despedirse de ti. Ya sabes, por si acaso.


    No insistiría más. Habiendo dicho eso, le sonreí y regresé mi atención al grupo y los animales, dedicándome a disfrutar aquel último momento antes de la guerra.
     
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    Monpoke

    Monpoke Absol

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    Fujiwara no Riku

    No habrá ningún otro momento a partir de ahora...

    Es lo que le dije a Takeda antes de despedirnos. Se acaba el tiempo, este momento de paz temporal antes de la tormenta.

    Quizás, la mayor tormenta que hemos vivido hasta ahora. Al fin de cuentas, todo por lo que hemos luchado se decidirá.

    Preferiría no notarlo, en como mi pulso se acelera con su toque. El como una parte de mi atesora cada segundo de un abrazo y pide que dure otro más.

    Después de que repartan tierras y podamos descansar un poco de todo esto

    "La diplomacia y política será un duro desafío, mucho que reconstruir y arreglar". Todavía, me negaba a verlo, al descanso y la oportunidad de... . "Eso puede tomar mucho".

    Tal vez podamos pensar en formar una familia.

    Realmente, ¿Me decia aquello? No era ciego, entiendo lo que siente. Se lo que siento. Pero, ¿Eso está bien? En este momento y lugar...

    Si no es ahora, ¿Cuando? Puede no haber un después.

    Acorte la distancia que Kirara estaba tomando entre nosotros, mee acerque. "Puede que la mía no sea la mejor propuesta en este campamento hoy, no soy de palabras ni gestos". Entrelace los dedos de una mano con los de ella, Los modales no los conozco. Imperfecto como soy en tantos sentidos, agradezco aún así hayas querido notarme".

    La bese.

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    Amelie

    Amelie Game Master

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    [Kato; Ginko]
    [Yurei: Sora; Ujihisa]

    Kato miró a Ginko.

    ¿Equipo?

    Negó y siguió su camino hacia Takeda. Llevaría a Ginko a su lado; pero su deber estaba con su líder.

    [Takano; Yuzuki; Hayato;]
    [Yurei: Hashimoto; Sugawara]


    Las palabras de Yuzuki se hundieron en el pecho de Hayato; aquello se sentía como una despedida, una a la que él no estaba listo; iba a negar, a reprochar, a quejarse; pero antes de que sucediera sintió la mano de Takano sobre su cabeza; Hayato lo miró y siguió escuchando a Yuzuki mientras ataba el listón, él terminó el nudo y ambos se abrazaron. Takano lo soltó y se cruzó de brazos ante aquella escena.

    —Tenemos que ir a limpiar Kioto, se llenó de basura que debemos sacar — Takano afirmó hacia Hayato mientras golpeaba con puño cerrado a su palma —No te toca ensuciarte esta vez; pero debes cuidar que la basura no llegue a casa ¿De acuerdo? Mantenla limpia.

    "Mantenla limpia a nuestro regreso"

    Takano no podía prometerlo, Yuzuki tampoco. Aquello era difícil; pero tenía que hacerse. Takano abrazó por la espalda a Yuzuki, esa era la imagen que Hayato se llevaría; no sin antes entregarles sus flechas con sus manos temblorosas.

    —Las flechas seré yo con ustedes — dijo aparentando firmeza y seguridad mientras lloraba y temblaba. Takano las aceptó.

    —Te haremos sentir orgulloso, Hayato — esa si era una promesa que Takano se podía permitir.


    [Hachi; Kohaku; Yume; Tamura; Kumo]
    [Yurei: Kumiko; Taiki]


    Yume aceptó a los gatitos —Cuándo regresen, los verán gorditos — dijo conteniendo sus lágrimas; estaba frustrada de no poder seguirlos, de no poder ayudarlos más. Tamura la abrazó con fuerza.

    Hachi escuchó a Kohaku y asintió —Tal vez tengas razón; vuelvo en un momento — Hachi se separó del grupo y se acercó a Tomoe, ella lo miró, primero con renuencia. Pero al notar que él no detenía su acercamiento ella se lanzó hacía él en llanto. Con ello, Hachi se enteraría de la muerte de su compañero, la sombra que lo había acompañado en silencio esos años.

    El grupo se fue diseminando; los soldados partían a dormir; los grupos descansaban antes de marchar por la mañana. Kohaku también avanzó junto al resto para armar su campamento junto a Kumo. Hachi tardó en regresar; pero lo hizo, encontró el camino gracias a Chiasa, entró al campamento aun encontrando a Kohaku despierto; era evidente que había tomado una ducha rápida, aun con el cabello mojado y sólo portando una yukata. Eran sus colores; pero era nueva.

    —Fue triste — inició sentándose frente a él — Realmente hablamos poco, lloramos abrazados por largo tiempo — se sincero — Nos despedimos, y aquello fue lo más incómodo para ambos; la llevé con Murai —negó — El tampoco está bien. ¿Quién va a estarlo? Nadie quiere despertar mañana —lo miró —No hay palabras para nadie esta noche —acarició la mejilla de Kohaku y después pasó sus dedos delicadamente por sus labios para bajar al su cuello, dónde recargó su mano
    "Nunca nos damos cuenta de lo congelados que estamos hasta que alguien empieza a derretir nuestro hielo"

    — Sólo quedan las acciones ¿No es cierto? — Lo jaló para sí con delicadeza; besándolo con mayor fuerza que antes; se separó ligeramente — Te educaré en cosas que aun no sabes, te enseñaré todo lo que yo sé y aprenderemos juntos cosas que ninguno de los dos conoce.

    Se perdieron uno en los labios del otro. La noche fue testigo.

    [Takeda; Shinrin; Togashi; Kato]
    [Yurei: Kozaemon; Kenzaburo; Benkei, Kawa; Sora]

    Kato ingresó a la habitación; la advertencia de Riku preparó a Takeda a la suma de emociones que tendría que sobrellevar cuando Kato le extendió una vasija. Takeda iba a tomarla en su brazo pero Shinrin se adelantó a recibirla con una sonrisa hacia Takeda —Permíteme llevar este peso por ti.

    Takeda sonrió hacia Shinrin —Gracias —dijo mientras las lágrimas de su ojo escurrían.

    —¿Serás capaz de dirigir al ejército mañana?— la pregunta de Kato fue hosca, como siempre.

    —¿Acaso ves debilidad en mi mirada?— Lo cuestionó Takeda.

    —Las lágrimas nublan la vista —La respuesta de Kato fue contundente. Juiciosa.

    —Estarán secas por la mañana— aseguró Takeda con seguridad — Pero esta noche, el cielo no pide permiso para llover.

    Kato afirmó —De ahora en adelante, caminaré a tu lado — hizo una leve reverencia a sorpresa de los pocos allí presentes y volvió a erguirse. Miró a Shinrin y afirmó —Cuida de él; me mantendré alerta.

    Con esas palabras salió del refugio. Takeda sonrió colocando su mano en aquella vasija que Shinrin aun cargaba —Pediré que te lleven con dama Shino, hermano. No debes descansar lejos de tu corazón — y esas palabras hicieron que Shinrin comenzara a llorar.

    —Debemos irnos — dijo Benkei hacia Togashi.





    [Riku; Kirara]
    [Yurei: Inosuke, Dazai]


    Kirara lo besó con el amor que ardía desde hace tiempo en su interior, lo hizo con torpeza e impaciencia; lo jaló hacia ella para después separarse simplemente para ver el rostro de Riku, recordarlo por siempre así. Tan sincero.

    —Serás imperfecto ante tu reflejo; pero para mí eres todo lo que está bien —Acarició la espalda de Riku — Fuerte, honesto, bondadoso, valiente —pausó sonrojándose a tal modo que sintió el calor en la punta de sus orejas — Tan guapo. Y yo soy tan afortunada de tenerte—lo jalo del haori hacia ella nuevamente, besándolo nuevamente.

    Seguramente Shinko se preguntaría a dónde había ido su hermana; pero con Taiyo se mantendría distraído el tiempo suficiente mientras Riku y Kirara se amaban a escondidas.




    [Rengo; Akihito]
    [Yurei: Rei]


    Rengo reía mientras Akihito peinaba su cabello; había ganado, chueco; pero victoria a fin de cuentas. El agua estaba helada; pero había sido tan satisfactorio poder limpiarse por fin.

    —Podría pasarme el día sin hacer nada contigo, y sabes — pausó — Sería el mejor día —soltó una risa y se giró para mirar a Akihito.

    —Trajiste a mi vida algo que no puedo explicar. Puedo asegurarte que no importa lo que pase, siempre estaré bien porque contigo estoy en buenas manos — tomó las manos de Akihito entre las suyas —Así que por favor, quiero que sepas que tu eres mi hogar, mi espacio seguro, mi santuario —besó sus manos— Y tu me tendrás, siempre.

    Rengo se acercó a Akihito para besarlo; conteniendo su miedo. ¿De que servía hablar de algo que ambos sabían? Ambos temían al combate, a ninguno de los dos les gustaba la sangre. ¿Debían pasar su última noche preocupados por el mañana?

    No.

    —El verdadero amor no se pregunta, simplemente se da.

    Pero no podía esconderle algo tan esencial a Akihito ¿Cierto?

    —Nunca se trató de retenerme, me dejaste ir ¿Lo recuerdas?

    Aquel día que dejó atrás su listón en las manos correctas. Rengo pudo haber dejado con Akihito las cadenas que lo sostenían siempre; y él las hubiera dejado caer.

    —Es la manera con la que me iluminas con tu presencia, incluso las esquinas más oscuras de mi. Has sido mi calor. Incluso si esto ha sido tan breve, me has dado eternidad. La clase de alegría que ninguna despedida puede quitarme, así que aunque nos separemos quiero que sepas esto... Te he amado, he sentido. Y gracias a ti jamás seré el mismo. Estoy seguro de lo que me he convertido.

    ¿Por qué hablaba de esa manera? ¿Por qué?

    —Esta noche es nuestra; nadie puede quitárnosla. Hoy somos libres, seguimos estamos aquí, disfrutemos el uno del otro —y antes de que Akihito pudiera hablar, Rengo lo calló con un beso. Esta vez sería él quién tomaría el control.









    Capítulo III
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    また会う日まで
    Mataauhimade -Hasta que volvamos a encontrarnos


    Los campamentos se comenzaban a desmantelar; el humo de las fogatas era perceptible al olfato, pero se perdía en un cielo eternamente nocturno. La vegetación comenzaba a menguar, los árboles decaían. El silencio reinaba en aquel campamento, no era cualquier silencio; era ausencia de voces. Se escuchaban las herramientas chocar, la madera cayendo; los cascos de los caballos en la tierra; el flujo del agua del río.

    Takeda ya se había equipado de su yoroi con ayuda de Shinrin quién le extendió un poco de agua en un masu, la cual bebió.

    Kato ya estaba preparado y junto a él se encontraban sus hijos, Takano y Jiin. Hachi estaba a un lado de Takano con quién organizaba detalles finales de ruta; al parecer se habían presentado esa misma mañana junto a Takeda.

    Murai se acomodó cerca de ellos, junto a los suyos; se veía más viejo, su andar lento; aun así estaba allí.

    Tomoe se mantuvo alejada de aquel grupo; decidió ayudar a las madres y a sus hijos a guardar y a acompañarlas en su largo recorrido en soledad. Las despedidas como esas destruían el corazón de cualquiera; pero la princesa se mantuvo fuerte, ayudando en todo lo que estuviera a su alcance.


    —Hay demasiado miedo en este ejército — mencionó Tetsuo en voz baja hacia Takeda; no le ofreció su ayuda para avivar la llama de sus hombres; tampoco le recordó que debía hacerlo. Se veía tranquilo, pues sabía que levantaría la voz.

    La voz que todos estaban esperando en ese momento. La voz que necesitaban, la voz de aquel nombre que todos gritaron al unísono.

    Takeda avanzó entre su gente hasta subir a una ladera para poder mirarlos; todos comenzaron a reunirse a su alrededor, allí Takeda pudo notar el miedo en los rostros, no sólo era la guerra hacia Kioto, era la incertidumbre que se cernía sobre ellos. El eclipse era algo que los superaba, que jugaba en su contra.

    Si el sol se había apagado significaba que el verdadero Emperador no estaba al mando ¿Los Kami los habían abandonado? Eso es lo que muchos creían, y por ello apoyaban a Takeda. ¿Pero era suficiente?

    —Nadie aquí tiene tiempo para aflojar su cuerpo, marchamos hoy; no quiero rodillas frágiles, no quiero miradas confundidas —Era el inicio de discurso más ajeno a Takeda que habían oído; pero nadie dio un paso hacia atrás, siguieron escuchando.

    —Las plantas mueren; la fauna comienza a escapar a un destino condenado en cada rincón de nuestra tierra — La voz de Takeda era fuerte, llena de seguridad — Si los árboles dejan caer sus ramas, si los caballos detienen su galope ¿Quién más sino somos nosotros los que van a pelear por nuestra nación? Si un árbol no puede proyectar su sombra sobre nosotros, seremos nosotros los que debemos proyectar nuestra luz en ellos.

    Se escuchaban algunas voces afirmativas; pero aun había miedo.

    —Innumerables clanes están aquí reunidos hoy; y gran parte de ellos portan el símbolo Hinomaru como parte de su mon; ese circulo solar nos representa a muchos de nosotros. ¡Nosotros como el sol, no debemos ser apagados! reclamó señalando el eclipse ¡Esta no es la tierra de los yokai!— llevó su mano al pecho — ¡ES NUESTRO HOGAR! — bajó su mano y volvió a mirar a los rostros, se tornaban distintos; volvía a haber un brillo en aquellas miradas.

    —¡Esta no es tierra de monstruos como Gendo Mori! —exclamó y se escucharon los gritos al unísono —¡Nosotros cómo hijos del sol no podemos quedarnos sentados a verlo morir! ¡ESTA ES LA TIERRA QUE LABRAMOS; NOS PERTENECE! ¡SEAMOS EL SOL QUE RESTAURA ESTA TIERRA!

    Los gritos se elevaron y el piso retumbó; todos al unísono.

    —O marchan conmigo a la victoria, o marcharé sin ustedes. Ustedes pueden ganar conmigo o verme vencer. ¡Porque ganaré de cualquier manera! ¡DECIDAN!

    Una sentencia que cayó en los oídos de personas que ya no dudaban; aquello no se sintió como una amenaza, se sintió como un desafío.

    Un grito al unísono de todo el ejército inició la marcha; dejando el miedo atrás. Un ejército unido
    que se dirigía a las puertas de Kioto. Takeda iba hasta adelante, y en ese mismo momento; Kohaku vio un brillo en Takeda, uno que ya había visto también en alguien más.

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    A terminar este rol en Kioto
     
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