Gifu Sekigahara

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 1 Marzo 2025.

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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
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    Su respuesta me alivió de una forma que no me permití demostrar. Había temido que su noción de venganza fuese... posesiva, y que la idea de compartir su objetivo generara una grieta entre nosotros. Quizá había sido exagerado de mi parte pensar así, no tenía idea. Me costaba comprender esta clase de emociones tan intensas, tan arraigadas y envolventes. No pretendía juzgarlo, sólo entenderlo. Asentí, serio, y lo seguí escuchando.

    Tal vez fuese la cercanía al final de la guerra lo que comenzaba a desbaratar su compostura. Desde el mismo instante en que lo había conocido había pretendido quedarse en Shima sólo para encontrarse con Saizo. Muerte, venganza, rencor. No tenía idea cómo había sido su vida en Kioto, no conocía un solo detalle, pero las emociones que lo desbordaban, que habitaban su mirada, bastaron para comprimirme el pecho. Mi recelo hacia la venganza radicaba en sus consecuencias. No le temía al momento donde Hachi clavara su flecha en el corazón de ese hombre, sino a lo que vendría después. Cuando el éxtasis se drenara, cuando la explosión mitigara y las cenizas se asentaran, entonces ¿qué? ¿Aprendería a vivir sin esa energía alimentando su cuerpo? ¿O la profundidad del abismo a sus pies lo devoraría?

    Me preocupaba, sí, pero ¿qué sentido tenía? Era imposible detenerlo. Siempre lo había sospechado y ahora lo sabía con certeza.

    No estás salvando mi vida tomando esta decisión de alejarme; eso puedo asegurártelo.

    Mi semblante se comprimió, y sin embargo le sostuve la mirada, siempre en silencio. No podía decirlo. No podía decirle que lo creía equivocado, que más allá de lo que me ocurriera a mí, creía que él sería capaz de afrontarlo y seguir viviendo sin problema. No podía decirle que había crecido quieto, callado e invisible, y que los Ancianos habían logrado un trabajo tan impecable conmigo que aún dudaba de la importancia de mi vida. No podía, pues al menos entendía que sería terriblemente injusto y egoísta de mi parte. El cariño de Hachi era real, tan real como todas sus otras emociones. Era intenso, se arraigaba y envolvía.

    —Descuida —murmuré, apenas lo oí disculparse.

    Intenté concederle una sonrisa, por pequeña que fuera. Dijo que en Kioto lo habían pisoteado y humillado, y mi pecho volvió a comprimirse. La sonrisa desapareció. Lo seguí escuchando, fue como si un fino cristal comenzara a quebrarse, y al entender que la venganza no era la única de sus preocupaciones se me desplomó el corazón.

    No debo permitir que nadie te lastime, y mucho menos cualquiera de ellos.

    No lo entendía en absoluto, ¿cierto?

    Primero tomo nuestras vidas antes de dejarte caer ante ellos.

    No entendía una sola de sus emociones.


    Absorbí la tristeza en sus ojos, me dolió en el cuerpo y estaba por incorporarme cuando él se hincó, interrumpiendo mis intenciones. Lo abracé con fuerza, con la mirada muy amplia, clavada en la tierra, y poco a poco mis facciones se comprimieron. Dioses, era un imbécil. Un auténtico imbécil incapaz de entender nada. ¿Por qué insistía en mis propias ideas? ¿Por qué no podía escuchar, y escuchar de verdad, lo que él me decía? Llevaba tiempo diciéndomelo, y aún así...

    Te amo.

    Mi corazón se detuvo, atónito. ¿Qué... acababa de decir? Pensé en Rengo, sus palabras sobre Akihito repitiéndose en mi mente. Pensé en mis padres, en Murai y su esposa, en Takeda y Shinrin. Pensé en Tomoe, en Yuzuki y Takano. Tamura y Yume. Pensé... en Hotaru, y pasé saliva, apoyando una mano en su cabello azabache para acariciarlo. Empezaba a reconocer su silueta, la línea de sus hombros, la forma de sus orejas. Reconocía el color de su voz, su aroma. Mi mirada buscó a mi padre, al espíritu de Kumiko, aún intentando procesar la situación. ¿Me... amaba? ¿Acababa de decir que me amaba?

    ¿Se suponía que... dijera lo mismo?

    Tenía la garganta seca y lo abracé con aún más fuerza, hundiendo el rostro en su cuello. Mi mente había quedado en blanco y no podía pensar, y su cuerpo temblaba y su llanto me partía el corazón. Y no podía pensar. Tenía que decirlo, ¿verdad?

    Pero ¿lo amaba? ¿Amaba a este chico?

    —Lamento haberte pedido algo tan egoísta. —Apoyé la frente en su hombro mientras le acariciaba la espalda, deseando que sus temblores se mitigaran—. Lamento aún no entenderte en absoluto. Lo intento, de verdad, yo sólo... todo esto es muy nuevo para mí.

    Perdóname por no poder decirlo.

    —Por favor, perdóname.

    Retrocedí levemente, lo vi a los ojos y sonreí, enternecido. Recogí su rostro y empecé a secarle las mejillas con ambos pulgares, despacio.

    —Se trata de encontrar un nuevo sentido, ¿cierto? —murmuré, supe que sonó inconexo y me repasé los labios con la lengua; aún estaba nervioso—. Una vez... cumplas tu venganza, una vez hayas matado a Saizo. ¿Crees que podrás hacerlo, Hachi? ¿Encontrarle un nuevo sentido a la vida? Porque yo creo en ti. Creo que eres capaz de lograr cualquier cosa que te propongas, desde lo más simple hasta lo más complejo. Creo en tu inteligencia, en tu astucia y en tu bondad.

    Bajé la vista sólo para presionar el índice en su pecho, sobre su corazón.

    —Creo en lo que tienes aquí, en el nombre que te dieron tus padres. Pese a todo lo que te hicieron, a todo lo que hiciste... —Apoyé la mano completa en su pecho—. No eres débil, no eres malvado, ni eres un estorbo. Eres una persona increíble y agradezco a los Dioses el haberte conocido. Ahora ven, levántate.

    Lo tomé de las manos y me puse en pie junto a él, después me agaché y le quité la tierra que le hubiera quedado en su ropa a la altura de las rodillas por hincarse.

    —Ya está, como nuevo. —Erguido, volví a recoger su rostro entre ambas manos y esbocé una sonrisa incipiente, zarandeándolo con suavidad; igual bromear un poco no nos mataría—. Muy bien, permíteme reformular: Tachibana Hachi, ¿irías a la guerra conmigo?

     
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    Zireael

    Zireael kingslayer Comentarista empedernido

    Leo
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    La explicación de Takano no me tranquilizaba ni un poco y no era en sí porque dudara de las decisiones de Takeda o algo parecido, era... De alguna forma era similar a la culpa que sentía al darme cuenta que iba de un lado al otro por Rengo, mientras Hayato no recibía tanta atención. Me habría gustado estar allí no para cuestionarlo, si no para sostenerlo, pero no era posible. Los Dioses habían tenido otros planes.

    Lo que sí me ayudó a regularme un poco fue sentir su mano en mi hombro, pero de todas formas arrugué los gestos, contrariada, y asentí despacio a la idea de ir por un té. Si la memoria no me fallaba, el último té que había bebido en relativa calma me lo había hecho Ko antes de desembarcar en las islas. Todo se sentía lejano y confuso.

    Caminé de su mano y Hayato que refunfuñaba cuando otros lo cargaban como si fuese un niño pequeño, seguía en brazos de Takano. Hicimos así el camino hasta Satoshi que nos extendió los tazones, momento en que me liberé la mano para tomar el mío. Percibía las inclinaciones de los soldados aquí y allá y de hecho procuré responderlas hasta donde me fuese posible, pues de no ser por ellos, por confiar en mi liderazgo, no habríamos logrado nada.

    Sin embargo, el lugar junto a Takeda y haberme convertido en General me habían costado una mano.

    —Huele bien —dije respecto al caldo y sentí un vacío en el estómago, de haber estado solos seguramente me habría empinado el tazón.

    Los ánimos del ejército saltaban a la vista y al ver a Takano comer despacio, lo imité aunque había sentido bastante hambre de pronto. Era nuestra última comida juntos antes de la guerra, ¿qué prisa teníamos? Quería conservar este recuerdo, las caricias, los abrazos e incluso las lágrimas. Hasta el regaño a Hayato que ya iba a sorber el caldo del tazón.

    El cuadro me sacó una risa, fue suave, cristalina y me llenó el cuerpo de calidez. Dejé de comer un momento y estiré la mano para acariciarle el cabello al niño, lo hice con mucho cariño y hasta se me olvidó el hambre un momento. No interrumpí su comida, si el pobre estaba hambriento y se nota, pero me quedé haciéndole ese mimo un rato, al menos así fue hasta que una voz se escuchó y corazón me golpeó el pecho.

    Gracias por cuidar tanto de nuestro Hayato.

    Recordé el peso de la cabeza en mis manos en Fujimi, el llanto del niño que me había llevado a él y lo que me habían confiado Shino y Noishi en el barco. Giré el cuerpo despacio y di con dos siluetas, dos... así como Hashimoto y se me llenaron los ojos de lágrimas también, busqué a Takano con la vista y sentí que se me desbarataba el mundo por incontable vez. Hayato ya se había deshecho en llanto y yo di un respingo al ver a los Sugawara inclinarse ante nosotros, dejé el tazón de forma repentina y alcé la mano en un gesto que pretendió atajar el de ellos.

    —No es necesario que nos agradezcan —solté en tropel, sorprendida y afectada por la aparición de sus padres. Las lágrimas del niño me partían el corazón, de forma que estiré la mano hacia él y tomé una de las suyas, estrechándola con fuerza—. No hay nada que agradecernos, ¿cómo habríamos podido hacer algo diferente? Hayato es el niño más dulce y valiente que he conocido.

    Las lágrimas que habían llenado mis ojos se deslizaron en silencio, incapaces de opacar el dolor de mi niño. Moví su manita, la atraje a mí y le dejé un beso en el dorso, luego lo solté con delicadeza y aunque como tal no podía tocarlos, lo animé a quedarse cerca de ellos.

    —Y el mejor arquero, también. Sus flechas protegen mi espalda, le debo la vida a Hayato —dije junto a una sonrisa y entonces fui yo quien se inclinó, el gesto fue bastante pronunciado de forma que el cabello negro y blanco descendió también, deslizándose fuera de mis hombros—. Gracias a ustedes, señores Sugawara, por haber criado un niño tan maravilloso. No sé si jamás estemos a la altura, pero lo amamos muchísimo. Lo amo como si fuese mi propia sangre, por eso no es necesario agradecer.
     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    En el camino de Sekigahara estaba reunido todo el contingente para dar la última batalla, el momento decisivo para ver un nuevo Japón más próspero y justo o dejar que sea una tierra arida donde los más fuertes harán olvidar la piedad, decidí ir directo con Yin a un área para descansar, junto a mi estaba Tojomaru mi gato rastreador por suerte había estado oculto en una habitación del castillo de Otsu.

    Al llegar repase en mi mente varios momentos, particularmente en como Noishi dirigió aquellas palabras a mi y el resto...fuimos traidores.

    Solo uno por aquel momento era el que podía recordar apenas.. Kuroki, hubo un momento que me aleje de el, aún nunca supe porque ¿Sería para evitar apegarme a un niño y no sentir la perdida de hace años con mi compañero de escuadrón más joven? Podía ser.

    —Yin es increíble como ha dado vuelta todo, seguro recuerdas la primera vez en Nagoya cuando nos conocimos me viste muy preocupada por...el—me referí a Kuroki sobre mi preocupación tras ser separada de Matsuda y Kuroki al caer en un río.

    —Es increíble que lo último que escuchamos fue "no te preocupes ya he aprendido bastante"—hice una suerte de imitación de la voz confiada de Kuroki luego deje salir un suspiro de pesar —si...nos vemos pronto...pero será de lados que nunca habría deseado ver en realidad.

    Me quedé callada un rato.

    —Pensaba en contarle nuestra relación, deseaba compartir la noticia luego de su asunto en Shima pero...está vez no hubo nadie como en Chiryu para evitar que todo termine como ahora.

    Luego de otro silencio decidí rodear a Yin en un abrazo.

    —Lo siento pero debía decirlo, ahora solo importa que pasemos estos últimos instantes de paz juntos lo mejor que podamos—aquellas palabras me resultaron funestas pero debía aceptar la realidad y disfrutar y exprimir el breve momento juntos en tranquilidad— para así puedas vivir conmigo aquí en Japón y ver como prospera, será un inicio nuevo para mi...para ambos—Agregué para mejorar el ánimo. Después de todo ahora tenia la oportunidad de levantar Iga de nuevo.

    >>Somos ahora lo bastante fuertes para asegurar algo de esperanza para el resto, podemos hacerlo.
     
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    Monpoke

    Monpoke Absol

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    Fujiwara no Riku

    "Gracias". Acepte y agradecí a Kirara por respectse esa decisión, aunque implicará arruinar este momento. "Pronto descubriras lo sucedido". Le dije al entender su confusión.

    Durante el trayecto hasta Takeda me perdí en mis pensamientos sobre que debería decir exactamente. Creo que está es la decisión que debo tomar, en vez de escapar, pero no tenía algo planificado en el como llevar la conversación.

    Me sorprendí un poco al encontrarme a Togashi en el camino, ambos yendo hacia la misma dirección, y por qué parecía el mismo destino.

    Asentí en su dirección, aunque en el fondo lamentaba que probablemente llegue a agriar su visita.

    Antes de entrar, encontré que varias personas pasaban. Entre ellas Akihito de la mano con Rengo. Me relaje un poco, porque al menos podría significar que todo salió de manera razonable.

    Diría que lo hice fue algo diferente a armarme de valor, pero luego de detenerme unos instantes, me acerque hasta Takeda.

    "Takeda". Le hice una reverencia al acercarme, lenta, como un portador de malas noticias que nada más imparte lamentos. "Me disculpo por mi visita no inmediata al llegar, pero, realmente, lamento tu perdida. Comparto un grado de culpa con Akihito sobre los eventos que llevaron a la muerte de Noishi".

    Me enderece, para tratar de mirarlo de frente mientras comenzaba a hablar de lo sucedido en aquello dojo, con esas tres personas. "Me mantuve al margen, o así me quiero ver a mi mismo. Akihito tomo su postura en base a su generosidad y Noishi en base a su odio. No quise involucrarme, mi intención estaba en respetar la decisión de ambos. Creí, que si la situación escalaba, podría detener lo peor. Fui demaciado crédulo".

    No anduve con rodeos desde ese momento, y empecé a relatarle los hechos de la manera en que los había visto. Aquella parte que Noishi no fue conciente, y solo me quedaba creer que Akihito no le contó.

    El comienzo de esa cadena de eventos desafortunados.

    Noishi cayendo ante provocaciones de Bokuzo, en lo que terminó en que este sea noqueado.

    Mi intención de tomar a algo prisionero a ambos, con el fin de llegar algún equilibrio entre ambas partes. Pedí desarmarlo, pero fue insuficiente.

    En ese momento Mei despertó el cadáver de Wu para atacarnos y pronto la llegada de los guardias del piso superior, abrumandonos en números. Del como Seikaiji se preparaba en dar su vida para defender a Noishi de los guardias, pero el término siendo salvado por Bokuzo que se interpuso entre él y Wu.

    Bokuzo siendo regresado por Mei, para esta última luego caer entre Akihito y yo... Ahí me detuve unos segundos, pensando en que si la pelea hubiera quedado ahí, tal vez significaría que la situación estaba bajo control...

    Pero no fue así, Mei misma regreso como una de esas criaturas que estaba controlando.

    La próxima caída de Akihito y Seikaiji, mientras los demás acumulabamos heridas peligrosas. La muerte del arquero misterioso.

    Noishi despertando. Pero a pesar de eso, realmente estuvimos cerca de morir todos.

    La única suerte a nuestro favor fue cuando finalmente pude ponerle fin a Mei, y con ello la liberación de esas marionetas que nos estaban hostigando...

    Fue demaciado tarde. Demaciado. Hasta ese momento justo, Noishi había muerto. Cayendo luego de luchar a pesar de que probablemente no debió de haber podido.

    Termine de contar de esa manera. Respirando luego de contar todo aquello. "Lo que casi acabo con todos no se trato solo de estos desacuerdos, creo, la manera en la cual nos organizamos fue un detonante en que todo terminara de la manera en que lo hizo".
     
    Última edición: 30 Noviembre 2025 a las 7:22 PM
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Akihito Shishio

    Apenas sintió el tacto de Rengo se aferró a él con fuerza y sin duda, aunque el hecho de que se disculpara lo confundió mucho más al no entender realmente la razón. Con respecto al comentario de Tomoe y la expresión que claramente entendió volvió a hacerle una pequeña reverencia para expresar que lo sentía nuevamente, pero con ya la promesa que escuchó sobre ir a presentarse con Murai y Shino no agregó nada más, solo se limitó a asentir a las palabras de Takeda y con una reverencia corta se despidió para salir de allí, arrastrando a Rengo con él y saludando, con un leve asentimiento a Riku que iba entrando.

    Caminó y caminó sin ningún rumbo específico con todas las emociones revueltas y con su corazón alterado, todo había salido bien para su sorpresa y era raro que no supiera como sentirse pese a saber que en su mayoría estaba aliviado.

    —¿Por qué dijiste que eras el problema? —Fue lo primero que pudo decir una vez que se detuvo, girándose para estar frente a él todavía manteniendo los nervios de aquella reunión —¿Por qué tendrías que ver tú con lo que sucedió? —Dio un paso al frente para cerrar todavía más la cercanía y con la mano que tenía libre acunó su mejilla, preocupado.

    —No puedes decir eso, porque si crees que realmente lo eres entonces... ¿qué implica para las decisiones que has tomado? —Apretó su mano —¿Considerarías que entonces esto, lo nuestro, sería problemático, malo, que no debía de pasar? —Acarició su mejilla —¿Dirías que no debiste acercarte a mí física y emocionalmente? ¿O que no debías hacerme quererte de a poco porque eso desencadenaría algo malo? No lo creo... como tampoco creo que tengas que pensar que influenciaste algo de lo que pasó. Así que por favor, no digas eso, ni te disculpes por lo que pasó dentro, dijiste lo que tenías que decir y... me tranquilizaba saber que estabas allí.
     
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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Aoi Nobunaga

    No dudaba de Ryoshi. Nunca lo haría.
    Su mirada ansiosa se centraba en Dozan, quien sonrió y se volvió para mirar al primero.

    "Si llevas el ritmo yo no me opondré."

    Ya lo sabía y, aun así, la confirmación de aquel hecho hizo que una sonrisa de alivio se extendiera por su rostro.

    Iba a replicar cuando sintió el abrazo de Dozan rodearlos a ambos. Nuevamente se dejó desarmar por aquel gesto, bajando la guardia como sólo podía permitirse hacer con aquellos hombres.

    Tan baja estaba su guardia que aquel beso la tomó completamente por sorpresa. Se envaró de inmediato al sentir aquellos labios sobre los suyos y su rostro se tiñó de escarlata mientras Ryoshi y Dozan reían.

    Sentir unos labios desconocidos fue extraño. Hasta la fecha únicamente había besado a Ryoshi, había costado mucho pero ahora era algo que conocía y aceptaba. Su olor, su textura, su sabor, le eran tan familiares como los propios pero aquello fue completamente nuevo.

    Enterró el rostro entre sus manos para darse unos segundos y se asomó entre los dedos para observar el rostro moreno de Dozan mientras sentía cómo un aluvión de mariposas se retorcían en su estómago.

    Lo s-siento... — Susurró con la voz entrecortada por la vergüenza. — Me va a costar un poco acostumbrarme a esto.

    Se armó de valor y tomó el rostro de Ryoshi entre sus manos para depositar un beso en sus labios que pretendía transmitir todo lo que no podía expresar con palabras.

    Acto seguido se acercó a Dozan y, tras buscar una confirmación en su mirada, se aproximó lentamente hasta juntar sus labios de nuevo, ésta vez plenamente consciente de sus actos. Fue un beso más tímido y suave. Diferente sí, pero no por ello había menos sentimientos implicados.

    No había dudas, así es como debía de ser.

    Se separó finalmente y entrelazó las manos de los tres.
    Gracias por dejarme amaros. — Susurró con una sonrisa, aún ruborizada. Se llevó la mano de Ryoshi a los labios. — Sé que aquí no hay dudas. — Afirmó, volviéndose hacia Dozan para repetir el gesto con su mano. — Me esforzaré porque aquí tampoco las haya.
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Seikanji

    —Noishi eligió. Yo también tomé mi decisión. —hablo en voz baja, mirando en dirección a Tsubaki. Había estado escuchando en silencio, sintiendo como la tensión se podía cortar con una cuchilla afilada en aquél instante. —Podemos seguir con esto y terminar de una vez y por todas esta guerra... o podemos convertir su sacrificio en una excusa para atacarnos entre hermanos. Estás intentando culpar a cualquiera para no aceptar que duele. Te entiendo. Pero no puedo permitir que vengas a pisotearnos con ese dolor como excusa. —Seikanji estaba realmente molesto por las palabras de Tsubaki, él también cargaba con dolor y mucha culpa pero no dejaba que lo hundiera en la tristeza. Cabeza fría, del mismo modo que tuvo que tener en Uji cuando le dijeron que su madre y Jiro, su hermano, habían muerto.

    Suspiró y se frotó los ojos con cansancio, estaba completamente cansado, le apetecía enjuagarse el cuerpo con agua y jabón para quitarse la mugre de días de viaje y peleas. Mentalmente se encontraba agotado por completo.

    —Sólo quiero... descansar un poco. —levantó el rostro al eclipse, sonriendo con tristeza. —Me hubiera encantado en este último día volver a de nuevo la luz del sol. —miró a Aki y le sonrió. —¿Me ayudas a encontrar un sitio para cerrar los ojos un rato?


    Amelie utilizo la forja mágica de Bruno TDF !!!!

    monedas: 3035

    Adaptación 1: Flechas incendiarias. (1000 coins)
    Adaptación 2: Flechas incendiarias (1000 coins)
    Adaptación 3: Flechas incendiarias (1000 coins)

    y con los 35 me compro flechas normales (si es que me alcanza o hay inflación)
     
    Última edición: 1 Diciembre 2025 a las 1:27 PM
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Togashi

    Togashi sonrió al recibir las palabras de Benkei. No dejaba de ser doloroso que sólo le quedaran los espíritus del monje y la pequeña Kawa a su lado, pero hubo algo tranquilizador, hasta reconfortante, en la certeza de que lo acompañarían durante la batalla de Kioto. No estaba dispuesto a morir, pues deseaba presenciar en cuerpo y alma el triunfo de la justicia de Takeda; y seguir metas personales relacionadas con su oficio. Pero pensaba que, si su vida era tomada en la guerra, al menos no tardaría en reunirse con Benkei y Kawa en el otro plano, al ya tenerlos cerca. Si aquel destino lo alcanzaba, al menos podría buscar a Kanade y presentárselo, las chicas podrían encontrar a su primera amiga en la otra, así fuesen sólo espíritus.

    El grupo permaneció cerca del río cuando se encaminó a la tienda de Takeda. En la entrada se cruzó con Rengo y Akihito; a Togashi no le extrañó verlos tomados de la mano, ya que estuvo presente durante el beso. Llegó a dedicarle una leve sonrisa al primero, la cual retrocedió apenas creyó notar, en el otro, cierta aflicción. Los siguió con la mirada algo preocupado, hasta que no le quedó más que continuar, encontrándose con Riku y Kirara en el camino. La inclinación de cabeza con la que los saludó estuvo desprovista de sonrisa, pues también notó afectado a su compañero. Evitó preguntas que tal vez fuesen respondidas en su destino, por lo que los acompañó en silencio hasta donde Matsuda vigilaba.

    Togashi entró con su semblante sereno, enfocando la vista en su líder. Se detuvo casi al instante en la ausencia de un ojo, marcado por una cicatriz; tampoco podía obviar la ausencia del brazo, la cual había notado por primera vez en Nagano, donde tuvieron un último encuentro en el que no fue posible concretar una conversación como tal. El herrero se adelantó un paso para saludarlo con una reverencia informal, pero la cual no estuvo desprovista de respeto; lo mismo hizo hacia Shinrin y ante la chica que estaba allí presente, a la cual reconoció como la princesa Tomoe. Togashi no se vio descortés en su presentación, pese a que no veía a la Taira como su futura emperatriz.

    Optó por dejar que Riku hablara primero, por instinto creía que se trataba de algo de gran importancia. Lo supo al instante, con la primera frase: se trataba de la muerte de aquel a quien llamaban Noishi, quien tuvo gran influencia en la alianza entre los Minamoto y los Taira. Entendió el estado en el que vio a Akihito, pues el relato de Riku lo involucraba, junto con otras personas, en una misión consistente en retomar Shiga.

    Togashi se mantuvo impasible durante el relato, aunque no pudo evitar fruncir el ceño ligeramente al saber que habían actuado sin seguir el lineamiento del líder de la misión. Podía llegar a entender la situación comprometida de Akihito y Seikanji, pues él mismo no habría sabido cómo obrar, por ejemplo, hubiese estado Gonsake como su enemigo. Tal vez, como Riku, habría tenido la ilusa esperanza de llegar a una solución equilibrada con que no implicara más muertes de las necesarias.

    Tampoco habría contado con que existía la habilidad de reanimar cuerpos.

    Cerró los ojos, guardando silencio en señal de respeto hacia Noishi, Takeda y Tomoe. No intervino, porque estuvo seguro de que correspondía dejar que su señor respondiera en primer lugar. Aguardó junto a sus compañeros.
     
    Última edición: 1 Diciembre 2025 a las 7:31 PM
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