Mimi Honda Sin embargo, contrario a todo lo que pensaba, Alpha lo rechazó. Sus argumentos me parecían tan vacíos como todos los que había usado con anterioridad. ¿Le había prometido a su yo del futuro y al Hada Soñadora que se encargaría de Darkrai? Bueno, se estaba encargando de él, ¿verdad? En ningún lugar decía que no podía hacerlo con ayuda; no estaría rompiendo ninguna promesa al aceptar. El problema real es que Alpha tenía algo llamado "complejo de héroe". Por algún motivo pensaba que cargar con el peso de aquellas pesadillas era lo que debía hacer porque había sido su decisión lanzar la pokéball. Y era cierto, pero que hubiera sido su decisión no implicaba que fuera única y exclusivamente su deber. Lo sentí tocarme el cabello pero estaba tan irritada, tan ridículamente molesta que solo podía temblar de pura frustración en un intento por contener mis emociones y no soltarle una bofetada ahí mismo. ¿Que tan imbécil podía ser, en serio? ¿Creía que me hacía un favor? No se lo había propuesto porque tratase de ser amable si no porque me preocupaba genuinamente por él y su bienestar. No podía tirar mis esfuerzos por tierra con esa condescendencia y sonreírme como si me estuviera salvando la vida. Me incorporé bruscamente del asiento tan tensa y con los puños tan apretados a ambos lados de mi cuerpo que mis uñas se clavaban dolorosamente en mis palmas. Manaphy que hasta entonces había estado en mis brazos se sobresaltó, pero estaba tan molesta que no le presté atención en ese momento. —Me importa un cuerno de Tauros mi sueño de belleza y si podré lucirme o no como modelo—le espeté con un tono de voz átono, completamente plano—. Estamos hablando de tu salud. ¿Por qué eres siempre tan terco? ¿Crees que logras algo haciéndote el héroe?—pero fue imposible contener la frustración mucho más y en mi voz se coló una rabia sorda— ''¡Mirad todos como me juego la vida solo porque soy el prota de esta serie! ¡Cuando muera, muy probablemente dentro de pocos años porque mi vida me importa menos que un Magikarp en competitivo, harán una estatua en mi honor!''. Darkrai seguiré igual y tú estarás más cansado cada vez hasta que finalmente te desplomes y mueras agotado en una zanja. Deja de pensar que puedes hacerlo todo solo y acepta la ayuda que los demás te ofrecen. ¡Confía en mí, idiota! Déjame ayudarte. Quería gritarle mil cosas, sacarme del pecho todo lo que tenía dentro, pero no lograría nada insultándole hasta que finalmente pudiera entender tan solo una ínfima parte de lo que sea que se le pasaba por la cabeza. Solo tenía una última baza, una oportunidad para hacerle cambiar de parecer. Si no podía apelar a la razón ni a la lógica más pura, lo haría a su orgullo. Las promesas eran algo importante para él, suponía que también debían de serlo las deudas. Solté el aire de golpe y me crucé de brazos. >>Estás en deuda conmigo, así que me lo debes. ¿O es que no eres un hombre de palabra?
Alpha Xenodis. Todo parecía ir muy bien. Salvé lo del porfiterol y Mimi no explotó cuando la despeiné. Pensé que todo iría perfecto hasta que empezó a hablar de nuevo. Me quedé en silencio mientras le oía. Apenas me moví para atrapar a mi cría y posarle en la mesa. Se quedó de brazos cruzados siguiendo el intercambio con cierta preocupación, mucha más cuando notó que ella alzó la voz y peor cuando yo me propuse a levantarme también. —¿¡Y qué tiene de malo, eh!?—Interrumpí todas sus burlas a mis ideas. Me molestó específicamente que dijera que nada cambiaría, aún si daba mi vida por ello. Acabé subiendo la voz de manera involuntaria.—¿¡Qué si quiero ser un héroe!? ¿¡Qué si quiero que me hagan una estatua!? ¿¡O qué si quiero tener mi propio traje rojo y azul!? ¡¡Lo importante es que alguien sea el héroe de Aibou!! ¿¡Y quién lo va a hacer si yo no lo hago!? ¡Tú querías romper la ball y dejarlo irse tan pronto empezó a causarme problemas! Sabía que no había avanzado mucho con Darkrai. Él todavía no confiaba en mí, yo no entendía la gran mayoría de su forma de ser y tampoco había siquiera logrado sacarme las pesadillas de encima. Solo obtuvimos un parche para un corte gigante y era poco, casi nada, pero era un esfuerzo que me costó sudor y lágrimas. Porque las páginas que para otro eran solo una lectura ligera, para mí eran un martirio. El sueño siempre pesaba entre medias y encima tenía que releer por olvidarme lo del día anterior. Sabía que no era mucho para cualquier otro holder, pero también estaba haciendo lo mejor que podía y no planeaba detenerme ahí. No hasta poder ayudarlo de verdad. —¿¡Y piensas que moriré en un par de años por esto!? ¡¡Si crees eso solo significa que deberé esforzarme más antes de morirme porque me niego a morir tan pronto!! ¡¡Y mucho menos sin haber cambiado nada!! ¡¡Pff!!—Resoplé haciéndole el quite a la mirada y dejando salir el aire en un gesto de disgusto. Hubo silencio entonces y ambos caímos al asiento evitando vernos. De reojo podía observar al enano dar giros a su cuello de un lado a otro con pequeñas lágrimas en los ojos, como un niño que ve pelear a sus padres por primera vez... Al menos veía a su viejo, a mí, ponerse así por primera vez. Tsk, siempre Mimi y yo terminábamos así. ¿No podíamos solo charlar a gusto y ya? Combatir y luego esperar a la próxima vez que nos viéramos. No. Ella siguió y sus palabras fueron especialmente efectivas porque las sentí como una puntada directa en el corazón. Cargué mi expresión con molestia y me mordí el labio con fuerza porque... ¡¡¿Por qué tenía que tener razón, maldita sea?!! >>... Yo no rompo mis promesas... ¡Pero me estás pidiendo algo estúpido! ¡Se supone que debía ayudarte en algo o hacer algo que te hiciera sentir bien! ¡Esto no es devolver el favor de ninguna forma!
Mimi Honda Siempre terminábamos de la misma forma. Simplemente no nos entendíamos... a veces era como hablarle a una pared. Sus ideas estaban a años luz de las mías y su actitud chocaba contra la propia como el fuego a la electricidad. Era frustraste, porque no era tan difícil de entender. ¿Necesitaba que se lo explicase con peras y manzanas? ¿Que lo deletrease para él? Su heroico plan estaba lleno de huecos y no era sostenible a largo plazo. Darkrai lo terminaría matando de puro agotamiento y ni siquiera sería su culpa. El único culpable serían Alpha y su estúpida, contraproducente y ridícula terquedad. Nos sentamos evitando mirarnos. Yo tenía los brazos cruzados y volviéndole el rostro en un gesto airado había fijado la vista más allá de los campos de entrenamiento. Me frustraba... odiaba reconocer que me frustraba. ¿Por qué no podía ver que estaba tratando de hacerle la vida más fácil? No quería nada a cambio, ni siquiera que pagase una ridícula deuda, mi amabilidad no estaba en venta. Pero si no lo ponía bajo ese prisma, Alpha seguiría encerrado en sí mismo incapaz de ceder y de abrir los ojos antes una realidad que era cada día más cercana. Quizás sus ojeras no eran tan visibles como la última vez pero seguían ahí, enmarcándole un rostro demacrado por el agotamiento. Estaba pálido y debido a que no comía como debía y entrenaba más de lo que su cuerpo soportaba, había empezado a perder peso. Era... como ver a mi madre los últimos días de su vida. No iba a permitir que Alpha acabase igual si podía evitarlo. Él no estaba enfermo, solo tenía el cerebro del tamaño de un maní. —No lo entiendes—mascullé más que dije, en un tono tan bajo que probablemente apenas se escuchó—. Ayudarte me haría sentir bien, estúpido. Ojalá pudiera simplemente decírselo a la cara. En lugar de eso desvié la mirada, fijándola en cualquier lugar que no fuese él. >>Todo héroe necesita un compañero, un socio, ¿no es cierto? ¿Por qué no solo dejas de poner excusas ridículas y me dejas serlo? Uno más uno nunca será cero.
Alpha Xenodis. Hubo silencio por un periodo que se sintió eterno. Nuestras miradas se eludían porque estaba seguro que volver a conectar empezaría otro duelo. En vez de eso, preferí solo confortar al legendario que ya estaba a lágrimas, así que lo cogí en brazos y mimé esa cabeza suave mientras esperaba que alguno de los dos rompiera el silencio. Por mi parte, seguía contrariado por lo que dijo antes. Claro que soy un hombre de palabra. No había vuelto a romper una promesa... Y esto técnicamente no lo era, pero me seguía molestando la punzada en el pecho. Era culpa, sin ninguna duda. No me dio más tiempo a seguir pensando. Ella atacó primero y me dejó totalmente en claro una sola cosa: No le entiendo. —¿Te enfadas porque no quiero dejar que tengas las pesadillas que no me dejan dormir? ¿¡Eres idiota y yo no me he enterado o qué te pasa!? ¿Acaso no era obvio? Si yo tengo esas pesadillas, nadie más las tiene. El único que podría afrontarlas sin consecuencias y encontrar una solución ya no está entre nosotros, y el otro tipo que arreglaría el problema no puede tenerlas porque eso lo haría más débil y no le permitiré no estar en su mejor momento antes de combatir. Así que solo quedo yo y mi fuerza de voluntad para hacerme cargo. Lo había prometido sin pensarlo, pero ahora me gustaba la idea de poder ayudar a alguien que lo necesita, mucho más si es un tipo malo al que estoy ayudando a ser bueno. Y aún así, ella me siguió insistiendo. Sus manos hechas puños arrugando su ropa, el tono de voz que mezclaba molestia y algo de... ¿Preocupación? ¿Gentileza? Noté un poco como su voz temblaba. No sabía qué era concretamente, pero estaba seguro que no aceptaría un no por respuesta y que terminaríamos en más y más gritos hasta simplemente explotar y odiarnos por otro año o más... No me gusta ninguna de las opciones. >>No te voy a dejar a Aibou ni un solo día... Pero puedo prometer aceptar cualquier otra ayuda que quieras darme. Extendí entonces mi dedo meñique frente a ella. Me arriesgaré a tragar mil agujas si eso evita pelear. Contenido oculto Mimi gana esto si firma (?) Contenido oculto
Mimi Honda Aquello no iba a ninguna parte. Era como remar a contracorriente pero con un bote sin remos. Me sentía impotente, podía sentir lágrimas de pura frustración acumularse en mis ojos y parpadeé rápidamente para apartarlas. En serio, ¿por qué era tan imbécil? ¿Tenía algo más en la cabeza a parte de aire? ¿Pensaba siquiera? René Descartes decía que el hecho de pensar demostraba nuestra existencia, pero empezaba a creer que Alpha no existía o que su existencia era tan básica como la de una piedra. —¡Me enfado porque me preocupo por ti!—le espeté finalmente. Me sentía tan acorralada que simplemente lo solté— ¡Y te ofrezco mi ayuda y no la aceptas! Me tratas con condescendencia, como si me estuvieras haciendo un favor negándote a dejarme ayudarte. ¡¿Tengo que hacerte un croquis para que entiendas cual es el verdadero problema aquí?! No había más ayudas que yo pudiera darle. Ninguna era una solución válida a largo plazo. Turnarnos la custodia de Darkrai era la única opción viable hasta el momento; compartir la carga nos daría tiempo para descansar y recuperarnos mientras buscábamos otras soluciones. No era algo definitivo, pero era mejor que lo que tenía ahora. Podíamos hacer frente al problema juntos, como un equipo... pero seguía negándose. Y ya no sabía que más usar y empezaba a estar cansada de la situación y de la impotencia que me burbujeaba en el pecho como una olla a presión. Entendía que no quisiera perjudicarme, que no quisiera perjudicar a nadie, pero estaba francamente harta de que tuviera que perjudicarse a sí mismo y le diese igual. Ser un héroe era una cosa pero ser un suicida y un masoquista era otra muy distinta. Y Alpha se movía peligrosamente entre las dos. En el fondo solo podía pensar que no se trataba tan solo del temor a perjudicarme, si no de una evidente falta de confianza. No confiaba en que podía ayudarle con eso, no me veía como alguien fuerte si no como un palito quebradizo a punto de partirse en dos. Lo que si acaso, redoblaba la irritación que sentía dentro. Había dudado entre si hacerle la propuesta o no porque sabía que la rechazaría, pero era lo mejor que podía ofrecerle. Verle extender el meñique en mi dirección fue la gota que colmó el vaso. Suspiré antes de incorporarme de la mesa. —¿Qué otra ayuda que pueda darte?—pregunté y esperé una respuesta por su parte. ¿Traerle libros para entender más a Darkrai? Ya había hecho eso. ¿Despertarle de las pesadillas? Era casi imposible. Tras algunos segundos solté una risa sardónica—. Exacto. No hay. ¿Lo entiendes ahora?
Alpha Xenodis. Esa pregunta me desbarató. No tenía una respuesta y ni siquiera los pocos segundos que me dio para pensar sirvieron para hallar una. No hay nada. Ella realmente no puede hacer nada para ayudarme, además de su propuesta. Es frustrante, y mucho más cuando su risa arrogante me lo restregó por la cara. No quería admitirlo, pero había perdido. La voz me salió sin más, casi como un susurro.—... Tienes razón. Hice silencio entonces. Apoyé el codo sobre la mesa y cargué mi cabeza sobre mi mano para mirar al piso con rabia. No me gustaba nada de esto. No solo la derrota, sino el como finalmente los ojos de Mimi conectaron con los míos dándome esa mirada de "¿Lo ves? No tienes otra opción". Era molesta, peor que un bicho que se intenta robar tu comida o uno que no te dejaba dormir en la noche. Ya podía ver como me estiraba la mano para exigirme que le dejara a Darkrai. Tsk... Esa estúpida ni siquiera sabía a lo que se enfrentaba. Esa clase de sueños eran una mierda. Transformaban lo más tranquilo de un día en una tortura y alteraban la percepción del tiempo para hacerte sufrir más y más hasta que sintieras como tu cuerpo cedía o despertases. ¿Y ella quería tener eso dos semanas al mes? Acabaría pateando al Señor de las Pesadillas al segundo día. Y también ella sufriría. No le iba a permitir ni la una, ni la otra. —... Pero te voy a dejar a Aibou—Le reclamé, tras varios segundos de tenso silencio. Mis reflejos me dijeron de inmediato de echarme para atrás si quería conservar los dientes, y aún así me mantuve en mi lugar.—. No te dejaré tener pesadillas. No porque soy un héroe o algo así, es porque yo también me preocupo por ti, idiota—En vez de apartarme, me acerqué para empujarle la frente con un toque. ¿No podía ver algo tan obvio? Y luego me llama a mí baka.—¿Acaso crees que me puedes ganar en combate si no duermes a diario? ¿O crees que te verás tan bien en las revistas sin tu sueño de belleza? ¡Claro que no! ¡Y yo quiero que estés al cien por ciento para ambas! >>Ni que tuvieras Cabeza Roca para no hacerte daño si me ayudas, pff.
Mimi Honda A veces de verdad que deseaba que me importase tan poco como a él le importaba a sí mismo su propia vida, pero desgraciadamente era un ser empático. A veces deseaba ser una perra sin corazón como probablemente había parecido serlo para el propio Alpha más de una vez. Quería poder hacer la vista gorda ante todo y fingir demencia y seguir con mi vida como si nada. ... ¿qué sentido tenía todo eso? Ni siquiera podía entender lo mucho que necesitaba que se dejase ayudar. Lo mucho que necesitaba que hiciese algo al respecto, que se diese cuenta de que me dolía que su vida le importase tan poco. —¿Qué parte de me da igual mi sueño de belleza es la que no entiendes?—pregunté con frialdad. Los puños me temblaron mientras trataba de contener mis emociones— ¿Crees que mi aspecto físico es más importante que tu bienestar o que el hecho de que me veré fea y cansada en las fotos y no me darán trabajo es razón suficiente para que no insista? ¿Quién demonios te crees que soy, Alpha? No entendía la situación para nada. Y aun peor, no me entendía a mí. Seguía tratándome con la misma condescendencia y mis ganas de cruzarle la cara iban en aumento, así que lo mejor que podía hacer era retirarme antes de que no pudiera controlarme de verdad. Una retirada a tiempo siempre era una victoria. —... Haz lo que quieras—sentencié simplemente. Y no soné ni frustrada, ni molesta ni irritada. En mi voz no había ninguna emoción discernible—. Vendré a traerte otro bento mañana a la misma hora. See ya. No dije nada más. No iba a perder más el tiempo, tenía cosas que hacer. De modo que solo giré sobre mis talones y me marché. Se lo había pedido por activa y por pasiva. ¿Suplicarle que se dejase ayudar? ¿Con quién carajos se creía que estaba hablando?
Alpha Xenodis. Me quedé en silencio con sus respuestas. Esto era inútil. Era como intentar penetrar las defensas de un Steelix atacándole con un estúpido Chansey. ¿Qué importa lo que le diga si al final todo lo ignora y solo toma en cuenta lo que ella quiere? No me escuchaba y solo quería que hiciéramos las cosas a su manera. Había aceptado su ayuda antes, incluso le dije que yo mismo se la pediría para buscar alguna otra alternativa, pero no. Ella quiere tomar a Darkrai y sufrir pesadillas porque sí. Tsk. Era obvio que no quería eso para ella... Se supone que es una nueva Mimi, ¿no? Que había evolucionado, que era fuerte y también, por alguna razón, modelo. Verla así de distinta era una motivación para yo también aspirar a algo más, a subir mi nivel como entrenador y volverme alguien digno de completar obtener dos símbolos más y luego enfrentarme a ella para probar nuestras fuerzas en el mejor combate que ambos podíamos dar. Y eso era lo mejor que podía tener de otra persona: La adrenalina de su todo contra mi todo en un campo de batalla. Y luego estaba lo de las revistas. No le dije de su sueño de belleza solo porque era modelo. Me había dicho el día anterior las cosas que hizo para llegar donde estaba. Era cierto que no entendí ni jota, ¡pero sí entendía que eso sonaba a mucho trabajo! ¿¡Cómo vas a botar eso solo por mí!? ¡Eres estúpida! ¡Olvídate de cuidarme y mantén tu cara bonita para que sigas posando! ¡Yo estaré bien! Daba igual que se lo dijera. Rebotarían o se desviarían. Tenía una Capa Mágica y yo era un Whimsicott con bromista. Mejor me quedo mofado y ya. —No me traigas nada—Respondí dándole la espalda con la voz muerta. Me cansé. No quería otro intercambio de palabras con ella.—. No tengo con qué pagarte, así que conseguiré mi propia comida. Recolectaría, cazaría o intercambiaría. Prefería hasta robar ahora mismo antes que deberle algo más a ella, pffff. Contenido oculto Oferta: Si le dan un puñetazo a Alpha se llevan un pokémon de la guardería gratis (?)