Chiyoda Santuario Yasukuni [Santuario | Casa]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 25 Octubre 2021.

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    Amane

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    Había algo realmente mágico en aquel lugar, algo que me hacía sentir como que el tiempo se había parado en el resto del mundo y todo, absolutamente todo, estaba pendiente de nosotros, de lo que pretendíamos hacer y decir. Sabía, por supuesto, que aquello no era ni remotamente cierto, pero en aquel espacio, donde las flores danzaban sobre nuestra cabeza y el único ruido capaz de interrumpir el silencio era el viento, me permití imaginar que, efectivamente, el mundo se había parado para nosotros.

    Quizás en un par de horas, cuando llegase a casa y me parase a pensar en lo que había hecho, tendría unos cuantos ataques de arrepentimiento antes de irme a dormir e intentar olvidarlo; sin embargo ahí, en ese mismo instante, solo existía una cosa que fuese capaz a hacerme sentir mal por lo que había decidido hacer, y esa era la posibilidad de que Kohaku me rechazase de alguna manera.

    Intenté no pensarlo demasiado, porque realmente no quería estropear o pensar que había estropeado un momento tan bonito por culpa de mis inseguridades o mi estupidez, pero el miedo estaba de todas formas ahí, atorado en mi estómago; ínfimo pero constante, terriblemente molesto. Y aun así, desapareció con una facilidad ridícula cuando noté la calidez de su mano rodeando la mía una vez más. La buscó a tientas, y aunque lo cierto es que no pensé que fuese a hacer eso cuando se acercó, la acepté sin ninguna clase de reparo.

    Puede que no fuese visible, o puede que su sexto sentido se activase y se diese cuenta, pero no podía negar que sentí una oleada extra de alivio al recuperar aquella calidez. Levanté la vista para recibir su mirada de nuevo, le sonreí sin poder ocultar la alegría que seguía sintiendo, y busqué entrelazar nuestros dedos mientras volvía a centrar mi atención en la construcción que teníamos delante.

    —Uhm... Amaterasu, ¿verdad? —murmuré, ladeando ligeramente la cabeza para inspeccionar mejor el hokora, y una nueva sonrisa se me extendió en los labios cuando se me ocurrió la respuesta que darle—. Girasoles —sentencié finalmente, mirándolo con una chispa de decisión en los ojos.

    Era la única opción correcta, ¿verdad?

    *patea al foro y al wifi as well*

    como te dije, aunque no tenga nada con qué compararlo, i really really loved the post y sigo chillando cada vez que lo leo u//u
     
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    Gigi Blanche

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    Estaban en mi naturaleza, ¿cierto? Los gestos sutiles, incluso la ausencia de ellos. Su carácter directo, más bien, y efusivo ni hablar. Otra clase de persona, en mi lugar, habría visto bien rodear sus hombros o abrazarla sin rodeos, incluso abrir la boca y verbalizar aquello que sentía. Ahí estaba, sin embargo, limitándome a buscar su mano; y al notar que me correspondía, que estiraba y presionaba los dedos para entrelazarlos con los míos, supe que me había comprendido. Podíamos albergar infinidad de emociones en el pecho, tantas, que a veces acababan transformadas en un todo inseparable. Y allí, con mil colores y uno solo, los gestos sencillos ganaban la pulseada.

    Y una caricia podía explicar mejor que cientos de palabras.

    Aguardé por su decisión, y debía admitir que consiguió sorprenderme. Alcé brevemente las cejas, luego relajé el semblante y asentí, retirándome sin prisa en una dirección diferente de la cual habíamos venido. Seguía sosteniendo su mano, claro, así que se vino conmigo.

    —Girasoles —repetí, entonando una risa breve, y la miré con cierta travesura en los ojos—. Si la abuela nos ve cortándolos probablemente pida mi cabeza, así que habrá que convertirnos en ninjas~

    Conociendo a Emily, confesarle eso podía meterla en medio de un cacao mental bastante importante, así que fue soltarlo y jalar de su brazo con cierta fuerza hacia adelante, como si pretendiera decirle que no, ya no había chance de retroceder. Ella había elegido los girasoles y girasoles serían.

    Alcanzamos la casa, sólo que desde atrás, y me detuve en el límite del bosque para inspeccionar el posible movimiento de la zona. Allí era donde la abuela tenía algunos canteros armados, además de la huerta y los frutales. Era bastante amplio, estaba subdividido en secciones delimitadas por piedras y todo lucía prolijo y cuidado. Los girasoles, naturalmente, conformaban la línea media de uno de los canteros, entre los helechos y la lavanda. Amplios y brillantes, de cara al sol.

    —¿Estás lista, Emi-chan? —murmuré, divertido, y siquiera le di tiempo a responderme.

    Salí prácticamente corriendo en dirección a nuestro objetivo, lo hice agachado y sí, sabía que seguro me descubrían y me regañaban, pero no me importó demasiado. Nunca había habido nada que no fuera capaz de solucionar con mi cara de angelito. Dejé caer las rodillas en el césped y zambullí los brazos entre los helechos, buscando cortar tres girasoles desde su tallo. La estupidez me hizo gracia de repente, solté una risa animada y me detuve en seco. Miré a Emily con cara de circunstancia.

    —¿Oíste eso?

    No había escuchado absolutamente nada, claro, pero a ver su carita~
     
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    Amane

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    Me hizo un poco de gracia notar la sorpresa en el rostro de Kohaku cuando se me ocurrió proponerle los girasoles como opción, especialmente porque era él de quién hablábamos y su calma realmente llegaba a ser imperturbable. Solté una risa ligera en consecuencia, incapaz de controlarme, y dejé que volviese a arrastrarme hacia donde creyese conveniente, afianzando apenas el agarre de nuestras manos.

    Su comentario logró devolverme la jugada, aun cuando no estaba segura de si esa había sido su intención en algún momento, y alcé las cejas en un gesto de sorpresa que rápidamente se convirtió en uno de pánico.

    —¡No me digas eso! ¡No quiero caerle mal desde el primer día! —me quejé, pero fui consciente apenas un instante después de que mis quejas se perderían en el viento mientras nos alejábamos de aquel pequeño claro.

    Terminé por soltar una suspiro suave por la nariz y lo seguí sin mayores quejas, que si tenía que ser completamente sincera, no me estaba desagradando demasiado la idea de coger las flores de incógnito. Lo único que de verdad esperaba era que no acabase mal parado por culpa de mis ideas absurdas o algo... aunque también era cierto que tenía su parte de responsabilidad por haberme aceptado la idea...

    Sea como fuere, llegamos a una zona detrás de la casa principal, con un montón de diferentes flores plantadas, y apenas atiné a asentir con la cabeza cuando Kohaku volvió a hablarme, siguiéndolo después hacia nuestro objetivo. Me quedé a un lado de él, mirando constantemente a nuestro alrededor para vigilar que nadie viniese, y solo desvié mi atención de nuevo hacia él cuando escuché que se reía.

    Iba a preguntarle qué había pasado que le hiciese tanta gracia, pero las palabras se me quedaron a medio camino cuando distinguí su rostro de circunstancias y procesé la pregunta que me había hecho. Me quedé paralizada en el sitio, mirándolo con los ojos bien abiertos, y estuve atenta a cualquier ruido ajeno... hasta que las neuronas empezaron a ponérseme en funcionamiento y pasé, poco a poco, a mirarlo con el ceño fruncido.

    >>¡No hay nadie! —me quejé, quizás alzando un poquito más de lo necesario la voz, y le di un golpecito en el brazo como muestra de mi enfado—. ¡Deja ya de burlarte de mí! ¡Si nos pillan te voy a echar toda la culpa a ti, qué lo sepas!

    Y, para finalizar, los mofletes inflados que nunca podían faltar en mis berrinches.
     
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    Gigi Blanche

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    Todos mis intentos por molestarla habían dado exactamente el resultado que buscaba. Un poquito malvado sí era, pero en definitiva no cargaba intenciones negativas y ella... bueno, era Emily. No se enfadaría de veras. Era desconsiderado de mi parte basarme en una razón como esa sin más, lo sabía, pero también confiaba en mi instinto para regularme a mí mismo y en la tranquilidad que llegara a transmitirle. Al servirle té, al contarle sobre mis experiencias personales, invitarla a casa y presentársela a las personas más importantes de mi vida. Confiaba que entendería.

    Más allá de las bromas, la apreciaba desde el corazón.

    Mi mejor obra tuvo lugar en el patio trasero de casa. Se ve que la cara de pánico me salió muy bien, porque la suya fue de antología y sólo aguanté un par de segundos hasta aflojar la risa. Intenté moderar el volumen, ella comprendió la situación y su golpecito me hizo aún más gracia. Así, con el cuerpo todo blandito, pretendí bloquearlo o más bien proteger mi cabeza. Un girasol, el que ya había cortado, se agitó con el movimiento y pasó frente a mis ojos, entre nosotros, como una ráfaga de sol. Emily había inflado los mofletes y me contuve las ganas de estamparle un beso en la mejilla, la verdad.

    —¿Pero de quién fue la idea? —me defendí burdamente, aún con la diversión colada en el tono, y paré la oreja de golpe.

    Ahora, sí, estaba seguro que había oído algo. Giré la cabeza, el cabello acompañó el movimiento y... y bueno. Tendría que ser suficiente con un girasol. Me volví hacia Emily con una chispa de energía que pocas veces me poseía el cuerpo, y aproveché el envión de incorporarme para cazar su muñeca y arrastrarla de regreso al bosque. Ya al resguardo de los árboles volteé, la detuve por los hombros para que no me chocara y solté el aire en una mezcla de risa y suspiro a la vez que dejaba caer allí la frente. Fue apenas un segundo, luego busqué sus ojos otro instante y deslicé la mirada al patio. Efectivamente, ahí estaba la abuela, estirando la manguera para regar.

    —Por los pelos —susurré, sin molestarme en absoluto la cercanía, y habiendo recuperado la calma puse la debida distancia para entregarle el girasol. Era bastante grande, tenía el tamaño de su rostro—. Aquí tiene, señorita, lo que solicitó.

    La abuela iba a darse cuenta que había uno menos, la conocía, pero era algo que Emily no tenía por qué saber. Hicimos el camino de regreso hasta los hokoras y removí las flores secas que había frente a Amaterasu para que la chica pudiera colocar el girasol. Ya luego le echaría algo de agua. Aguardé a que procediera, tranquilo, y una vez se hubiera erguido busqué su brazo con un toque suave para indicarle que se pusiera de pie, junto a mí, frente al santuario. Hice dos palmas y cerré los ojos, concediéndome un breve momento para agradecer. No sabía si los dioses existían, realmente, si alguna vez lo habían hecho en absoluto, pero sí creía en el poder de esos pequeños momentos. En la luz que arrojaba sobre una persona tomarse el tiempo para detenerse, silenciar el mundo y agradecer. Agradecer por la vida que teníamos, las personas que atesorábamos, las oportunidades que se nos brindaban. Simplemente agradecer.

    Pues nuestro tiempo allí era prestado y nada nos pertenecía.

    —Estoy muy contento, Emily —murmuré, lo hice aún con los ojos cerrados y los abrí lentamente, parpadeando antes de bajar la vista a ella—. Este año... pasaron muchas cosas buenas, y una de ellas eres tú. Gracias por ser mi amiga.

    Había relajado los brazos, así que al inclinarme hacia ella busqué también rodear su muñeca con los dedos. Alcancé la piel, me deslicé y afiancé el agarre cuando le dejé un beso en la mejilla, del que me había prohibido antes. No era propio de mí, ¿verdad? Quedarme con las ganas de hacer las cosas. Permanecí allí un par de segundos, me alcanzó su aroma y, tras alejarme, le sonreí de inmediato.

    —¿Vamos?

    Aún había que terminar de recoger los dientes de león y llevar las muñecas armadas al depósito, y ya no sabía si nos daría el tiempo para hacerlo sin preocupar a mamá, pero no importaba demasiado, realmente. No cuando había podido mostrarle su flor favorita.

    Y el mundo había vibrado en tantos colores diferentes.


    BUENO creo que con esto cierro con Ko-chan y lo hago pOR TODO LO ALTO *rezando pa que no se le borre el post de vuelta*

    what can i say, my lov? Ya chillamos mil veces por wha así que ya sabes lo mucho, mucho, mucho que disfruté esta sala, pero es que estoy super suavecita así que lo wa decir again: i enjoyed it soooo so so frickin much <3 It was beautiful, really, it lives in my heart rent free. Gracias por dejarme secuestrar a la beba y arrastrármela hacia lugares de dudosa moralidad.

    Te adoro, bebi <3
     
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    Amane

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    Lo cierto era que Kohaku no me lo puso muy difícil a la hora de descubrir su intenciones de burlarse de mí, porque apenas pudo soportar el teatro demasiado, y mucho menos cuando comencé a golpearle en consecuencia de su broma. No fue nada fuerte, si en definitiva tenía razón en que yo nunca me enfadaba realmente por nada, pero la intención estaba ahí, e indignada como seguía, no respondí nada a su acusación salvo un resoplido de molestia que pretendía dar todo el mensaje que quería.

    Me di cuenta un poco demasiado tarde de sus movimientos, centrada cómo estaba en mantener el teatro y genuinamente convencida de que no íbamos a tener la mala suerte de estar en peligro justo después de haber bromeado con ello, por lo que todo lo que Kohaku hizo después me pilló completamente desprevenida. No sabría decir exactamente de dónde saqué la entereza para no gritar por la sorpresa, pero seguramente ambos concordaríamos en que había jugado a nuestro favor que pudiese mantenerme callada.

    Lo seguí como pude, repentinamente bastante alterada, y estaba bastante convencida de que el golpeteo tan rápido que mi corazón había empezado a hacer se debía más por la repentina cercanía del chico que por la carrera que nos habíamos acabado de pegar, pero no iba a tener reparo en absoluto de adjudicárselo a esta última aún así. Me detuve por completo en el sitio, sin atreverme a moverme demasiado para comprobar si de verdad habíamos estado a punto de ser pillados en aquella ocasión, y aproveché el momento para intentar tranquilizarme antes de volver a recibir la mirada del chico.

    Recogí el girasol con cuidado, murmurando un sonido de afirmación al tenerlo entre mis manos, y lo seguí de vuelta hacia los hokora en silencio, admirando la vegetación a nuestro alrededor. Cuando llegamos de nuevo al claro, me entretuve jugueteando con la flor entre mis dedos mientras él preparaba el santuario, bastante impresionada por el tamaño de la misma; de su belleza ni hablar.

    La dejé con extremo cuidado en el lugar que le correspondía cuando el chico me indicó que así lo hiciese, y no pude evitar mirarlo con algo de curiosidad cuando noté que llamaba mi atención al erguirme. Seguí sus movimientos con la mirada un par de segundos, hasta que entendí lo que quería hacer, y se me escapó una sonrisa entre divertida y enternecida. Con todo lo seguí, encarando el hokora y dando un par de palmadas antes de cerrar los ojos, hundiéndome casi por completo en la oración.

    Siempre había sido muy tradicional en ese sentido: en casa renovábamos todos los amuletos cada año y siempre pedíamos en año nuevo por salud, sin importar qué sucediese. En aquella ocasión, sin embargo, sabía que no se trataba de de pedirle nada a los dioses, si no de algo mucho más diferente: se trataba de agradecer lo que ya teníamos. Siempre había agradecimiento en las peticiones, pero en aquella ocasión solo nos centraríamos en eso, en simplemente devolver lo que se nos había dado.

    Abrí los ojos antes que Kohaku, también levanté la vista mientras él empezaba a hablar, y escuché sus palabras con la mirada clavada en su rostro. De nuevo, nos rodeó un tipo de calma tan específica y difícil de definir, una que logró mantenerme igual de tranquila a pesar de la confesión tan directa que el chico me hizo, y le sonreí con calidez en cuanto terminó de hablar. Mentiría si dijese que me había esperado lo que hizo después, el beso que me dejó en la mejilla, pero tampoco iba a negar que me había disgustado.

    Pestañeé un par de veces, procesando lo que había sucedido, y si bien noté que la sangre volvía a subirme al rostro, no hubo ninguna muestra de nerviosismo en mi actitud. Podía haber sido el caso perfectamente, pero todo se sintió tan natural y correcto que, vaya, no vi por donde reaccionar con otra cosa que no fuese la más pura aceptación. Asentí con la cabeza cuando me propuso irnos, pero antes de permitir que se alejase, afiancé de nuevo el agarre en su muñeca y tironeé de él hasta tenerlo a mi alcance, poniéndome de puntillas para pasar los brazos por su cuello y abrazarlo.

    —Te aprecio mucho, Ko —murmuré, hundiendo ligeramente el rostro en la curvatura de su cuello—. Gracias a ti.

    Me quedé ahí un par de segundos extras —quizás alcanzó el minuto, ni idea—, y cuando me separé, volví a asentir con la cabeza, dejándome caer sobre mis talones. No tenía ninguna duda al respecto de que iba a recordar aquel día durante mucho tiempo, y lo iba a recordar como uno de los mejores días de mi vida.

    AAAA y por aquí cierro también con Em, que obviamente no podía dejar esto sin que la niña reaccionase Y QUE A MITAD ME HABLASE AGAIN CON SU SOFTNESS

    Pues qué te puedo decir yo as well, si ya sabes lo feliz que me hizo que me dijeses que hiciésemos esta sala y lo nuevamente contenta que me puso cuando dijimos de cerrarla y al final te sentiste con ganas de seguirla, porque aun si estaba bien con el hecho de dejarla, obviamente me hacía mucha ilusión poder continuar y acabarla cómo se lo merecía. Y vaya que acabó cómo merecía uwuwu me lo he pasado super bien y, dios, la capacidad que estos niños tienen de ponerme siempre tan suavesita es algo que no quiero perder nunca, porque ellos son como mi soft safe space or smth and i love. Adoro como igual acabamos hablando de cosas super sad y deep en base a esta sala (?) PERO ALL IN ALL QUE LO DISFRUTAMOS MUCHO (a pesar de los inconvenientes) y, vaya, Emi siempre está disponible para dejarse llevar a sitios de dudosa moralidad 7u7

    Te amo with my whole heart <3
     
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