Contenido oculto: Outlaw Aprovecho y la pongo por Yáahl Con el enfado y todo igual terminé por soltar la tensión con otra leve risa cuando él ser rio sin maldad alguna. Era cierto, me mosqueaba con sencillez por muchas cosas, pero me atrevería decir que con la misma facilidad lograba sacarme ese peso... Al menos que involucrara lidiar con emociones fuertes de personas que apreciaba, con Amery-senpai lo comprobé de la peor manera. Era un fiasco y aun no había tenido chance de volver a hablarle, remordiéndome de vez en cuando la conciencia por el corazón bobo que tenía. Como fuera, miré a Dun-san cuando me respondió y sonreí tras interiorizar que tenía dos gatos, tener mascotas como gatos siempre me hacían pensar en personas algo solitarias o que necesitan de tiempo a solas, la idea me enterneció los ojos más que la sonrisa que se mantuvo tranquila. Mi expresión volvió a cambiar con ligereza por su punto de vista sobre las advertencias, a esa seriedad reflexiva común en mí. Puede que no hubiera la gran cosa detrás de ello como también podía ser el inicio a una gran revelación, no me importaba, porque no tenía meta al respecto y analizar era innato en mí, parte de disfrutar la vida misma. Eso sí, sonreí con filo tras su pregunta y solté un pequeño "je" rendido. Le sonreí con jocosidad y no demoré en levantar el dedo índice para pegarle un suave golpe contundente en medio de la frente. —Comprendo eso, bobito, no soy tan idiota —solté relajado y bastante suave aun con la voz grave, sonriendo agraciado para luego volver a apoyar el costado de mi cara en mi mano. Cuando la canción empezó a sonar y él parecía que iba a tomarse las molestias de traducir todo apoyé ambos codos en el escritorio, así pude entrelazar mis manos y dejar descansando ahí me mentón. Había agarrado la seriedad de cuando pensaba en el momento en que él empezó a explicar todo, luego la concentración aumentó al intentar ir entendiendo la letra y disfrutar la música. Mi reacción más notable fue que en un momento empecé a marcar el ritmo de la canción con el pie de manera suave, con una precisión de la que no era consciente. A veces paraba, luego volvía, así hasta que terminó la canción. —No está mal... —comenté entre medio permitiéndome una sola sonrisa en el momento—, sería algo que escucharía al andar en skate—... pero... ¿Habría algo más? Tipo, no necesariamente tenían que gustarte solo las canciones con las que te identificabas, yo podría ser un claro ejemplo de aquello, pero tenía el presentimiento de que había algo más en todo este asunto. Tras acabar miré de reojo a Dunn, luego alejé brazos y torso del escritorio para estirar la espalda con su correspondiente quejido. Suspiré con la cara de cansancio de siempre, el calor generaba cierta pereza. A pesar de eso le sonreí cuando volví a verle. —¿En qué sentido sientes que te sales de la norma, Dunn-san?— Era, en el fondo, una pregunta bastante directa y personal. Era consciente de eso, pero mi sonrisa y expresión relajada podrían dar la idea de que en verdad no le tomaba el peso que le correspondía. A saber cómo me interpretaría Dunn-san ante esto, pero bueno, el silencio era un derecho. Sí se veía obligado a responder... ¿significaba que ya había algún tipo de vínculo entre nosotros? >>Yo no podría romper las reglas —sinceré sin problemas, sencillo mirando lo que quedó del video. Lo dije en parte por querer, en parte para que también agarrara algo de confianza. Sabía que era injusto pedir información sin soltar la lengua uno también, y era claro que Dunn-san era de los que hablaban cuando querían, no que soltara la lengua con el primer random que encontrara como otros. Talvez podría buscar otra canción, una para expresarme a mí mismo ahora que nos sentía en esa vibra... ¿Qué podría poner?
Que yo tuviese gatos era posiblemente la mierda más cliché que uno podría pensarse, pero la verdad daba lo mismo, disfrutaba esa compañía silenciosa que encontraba en ellos y era más que obvio. Tampoco importaba mucho cómo pudiese tomarse lo de las advertencias, eran de esas cosas que uno soltaba al aire y cada quien interpretaba como quisiera, así de fácil. Podía ser algo digno de ignorar o un insight de los buenos, quién sabe. Su respuesta me hizo encogerme de hombros, el gesto fue liviano y no solté la risa de milagro porque me centré en lo de la canción luego de que el idiota me diera el golpe en la frente. El chico me escuchó, ni modo era él el que había preguntado, pero además de eso empezó a disfrutar de la canción y me di por servido cuando dijo que sería algo que escucharía al andar en skate, la verdad es que para mí colaba. Cuando regresó su atención a mí y soltó la pregunta me dejó un poco fuera de base, era un poco más directa de lo que anticipaba así que volví a enderezar la espalda, soltando un suspiro algo pesado. Acabó por soltar que él no podría romper las reglas y me di cuenta que, bueno, la verdad tampoco era yo ningún mentiroso patológico ni nada. Me levanté de la silla sin prisa pensando mi respuesta y repasé el espacio de la sala con la vista hasta que encontré el pizarrón en el que había estado dibujando con Liza la otra vez, tomé uno de los marcadores y comencé a garabatear en un lado con aires distraídos. —Cuando preguntas sobre salirse de la norma estás hablando de qué tanto siento que no soy como cualquier otra persona —comencé a decir todavía con la atención puesta en las líneas sin sentido que estaba trazando—. No necesariamente a reglas, aunque también puedes incluirlas en el saco. La norma responde a una curva, donde la mayoría están en la parte superior y el resto... en las colas, por decir algo, los puntos bajos. Tracé una curva, una suerte de U invertida, y luego seguí trazando líneas alrededor. Me tomé la libertad de dibujar la cabeza de un gatito, también un perro, una mariposa un poco chueca y todo. —No siento que encaje en la norma, no hablo tanto como mis compañeros de clase y me tenso más que el japonés promedio al contacto físico repentino. No tengo muchas amistades, tampoco me interesa demasiado enredarme con las personas, en resumidas cuentas soy bastante soso... Pero en el fondo me gustan los reflectores y ya está, la atención de rostros sin nombre. —Borré los garabatos que había trazado hasta ahora con la palma de la mano, incluida la curva—. He roto reglas sin problema, dentro y fuera de las escuelas en las que he estado, no me interesa demasiado en tanto la gente no sé dé cuenta. Puedo aparecerme en la escuela con el uniforme impecable o encajarme una chaqueta de bordados encima, ya me has visto. Me lo pensé un rato hasta que dibujé algo en el pizarrón, una flama, un trazo sencillo, y volví a tapar el marcador. —No debes malentenderme de todas formas, si una cosa es importante para mí es la justicia. Quienes hemos causado mal alguno no podemos quejarnos de los castigos que recibiremos en cuanto salgan a la luz, así de sencillo. —Giré el cuerpo en dirección a Nakagawa de nuevo, bastante más serio que antes pero aún así no había frialdad real en mis facciones—. Mi justicia, de todas formas, ha estado irremediablemente atada a las personas que me importan y es ahí donde muta a lealtad ciega.
Contenido oculto: Sea Sound Lo admitía, me sorprendió un poco que se levantara y temí por un momento que se marchara y me dejara plantado y tal, pero me volvió a sorprender cuando se fue a centrar en la pizarra con el marcador en mano. Mi rostro se debatía entre mostrar la seriedad pensativa o la irrelevancia tranquila, la segunda para evitar incomodarle con la primera, aunque parecía que no importaría sí me quedaba en el asiento y lo observaba de lejos. Eso hice, mantuve el silencio eterno, solo cambiando ligeramente mis expresiones a medida que pasaba el discurso. Me generó ciertas emociones por dentro y mi expresión cambiaba con ligereza a medida que las iba recibiendo, pero siempre las más relevantes serían la seriedad directa o esa sonrisa entre enternecida, que en verdad me salía cuando me alegraba por otra persona. No era orgullo en sí, porque este hasta se podría considerar un pecado al relacionarse con la altanería, por lo que era simple y llanamente eso: Alegría, satisfacción sí se quiere también. Pero aparte de empatizar y verme reflejado en algunas cosas, había otra cosa que me preocupaba, pero sí de algo estaba seguro es que no me metería en dramas de otros. Con suerte y lo haría con cinco personas y mis familiares, y eso que solo los cercanos, pero... Siempre podía intentar otra cosa, desde otro enfoque. Lo más destacable sería la leve risa enternecida que se me escapó y ni pensé reprimir, corta y a labios cerrados, de cuando dijo o más bien dio a entender que temía en general a muchas cosas relacionadas a socializar, pero aún así quería los reflectores encima de él. Y cuando llegó a su conclusión la mirada seria me llegó con más peso del que quería, ya tenía una trayectoria planeada. Y la llevaría a cabo, a pesar de que en principio detestara involucrarme con las emociones ajenas y este chico parecía tener muchas. De seguro reprimidas de paso. Y aunque casi reflejo por instinto su rostro, como el espejo que era cuando discutía con alguien, remarcando en cierta formas los errores que tiraban encima mío, me resistí: Fui contra corriente, como pocas veces solía hacer, solo para mantener la expresión suave y tranquila en mi rostro. Descubrí que me aterraba hablar también, siempre había sido así, pero era momento de madurar de una buena vez por todas y empezar a arriesgarme al menos un poco. Al menos por los chicos y chicas que podría llegar a tener el club, por los que ya tiene. Era la filosofía que me habían terminado inculcando quisiera o no. —Aquí tus ideas son libres, no por ello tus acciones, Dunn-senpai —agregué el honorifico en parte reconociendo su mayor experiencia aunque solo fuera en años vividos. Él seguro, de cualquier forma, había tenido que pasar por cosas más intensas que yo. Me lo olía y no era muy díficil que así fuera, siendo yo más como una tortuga que cualquier otra cosa en ese sentido. Cerré los ojos, talvez demostrando así la confianza que tenía le tenía a él ahí, no perdí la sonrisa y mucho menos la tranquilidad—: Escribir tus cosas, narras las ideas que compartes con otros, simplemente disfrutar de la música que te gusta... Miré a sus ojos ámbar con la calma de los míos. Habíamos empezado con mal pie, en esta escuela me habían visto talvez un par de personas en momentos en que en verdad me perdía a mí mismo, pero de a poco concretaba mis conductas, entendía mis más fuertes ideales: Ayudar a los demás, a mi propia manera, era el fin de mis convicciones. >>Podremos tener diferencias, y seguro que nos harán enfadar —comenté frunciendo el ceño, pero la sonrisa se mantenía y la tranquila voz se llenó con algo de determinación—, pero nunca te juzgaré tus ideas—. Y la seriedad bañó de pronto mi rostro, se notó un ligero cambio de voz, pero no soné agresivo ni de cerca—, no así tus acciones guiadas por estas, ya lo sabes: Dependo de las normas y criterios, y eso es algo que no puedo evitar. Pegué un suspiro pesado, siempre con la mejilla apoyada en mi mano con el cuerpo en dirección a Dunn-san, tras soltar el aire había terminado por ver el suelo. >>No por ahora —murmuré, hablé con claridad, pero fue tan despacio que solo el silencio y un gran oído podrían haberlo entendido... Talvez ni eso. Abatimiento.
No me dio por pensar en que el crío podía pensar que me estaba levantando para irme a la mierda, siendo honesto me había puesto de pie porque su pregunta me había puesto inquieto y ya, necesitaba ocupar el cuerpo en algo y la pizarra fue la excusa perfecta que encontré. Ya de paso me evitaba ver sus expresiones, si es que se permitía algunas, ya que como estaba diciendo no era de hablar demasiado, pero cuando lo hacía era un puto discurso. En lo que Nakagawa no estaba equivocado era al pensar que tenía un montón de emociones dentro, pretendía que no era el caso, pero bien sabía yo que todo lo que sentía rebotaba como el sonido de una campana y a veces, abrumado por mí mismo, era eso lo que me hacía llevarme a todos por delante. Como había pensado otras veces, temía el fuego que llevaba dentro del pecho, el amor que era capaz de profesar y las demás emociones que le hacían contrapeso; desconocía el poder de mi propio elemento y aún así había bastado la petición de una persona para que incendiara mi cueva. Lo dicho, mi justicia mutaba lealtad ciega. La respuesta que me brindó me hizo soltar una risa nasal, vete a saber qué le había dado por usar el honorífico justo ahora, y es que genuinamente me hizo gracia que de alguna manera buscara validarme. No era lo que pretendía, tampoco surtía el mismo efecto de la atención de los rostros sin nombre y mucho menos de la atención de las pocas personas que amaba, pero se agradecía la intención. Con todo entendí de alguna forma que esa era su manera de más o menos demostrar que confiaba ligeramente en mí a pesar de todo, que digamos que había logrado colarme en sus paredes, así que lo dejé hablar también. Recargué algo del peso contra la pizarra, lo suficiente para descansar la espalda, y me permití la sombra de una sonrisa. —Relájate, que rompa las reglas de vez en cuando no significa que venga a hacerlo en el club de un kohai... Mucho menos cuando parece importarle tanto —dije cuando terminó de hablar y me saqué el móvil del bolsillo para revisar la hora, de forma que me di cuenta que le quedaba poco al receso—. Algo de decencia me queda. Regresé el móvil al bolsillo luego del vistazo, hundí también las manos y despegué la espalda del pizarrón para comenzar a caminar hacia la puerta. A lo mejor me daba tiempo de comprar una botella de agua antes de subir a clase, la verdad es que el clima estaba un poco caluroso. Me detuve en la puerta, medio giré el cuerpo en su dirección y silbé para llamar su atención. —See ya, Nacchan —dije y algo de diversión se anticipó a colarse en mi voz—. Sigue siendo así de cuidadoso con los besos indirectos~ Dicha la tontería de turno me retiré de la sala, tampoco hacía mucha falta ver la reacción del mocoso.
Contenido oculto: Cryptic Tranquility-Calm Stasis Dunn-kun me saludó de vuelta, le sonreí otra vez soltando una leve risa, tranquila y tal vez por las distancias no la escuchó, pero no era necesario, con mi expresión se notaba que cualquier gesto que expresara en estos momentos eran trasparentes. No era estrategia ni querer dar buenas impresiones, actuar en contra de lo que quería, porque detestara que... que me conocieran. Era eso, ¿cierto? Tenía una imagen que dar, ya fuera porque me lo impusieron mis padres, esta desastrosa normativa social o... más bien era algo que había creado por mi propio merito: Ser como quisiera era mi prioridad, pero aun con eso no era como quería con variedad de personas, porque no les tenía la confianza y menos me quería molestar en tener discusiones absurdas por rechazo debido a gente... que solo critica por lo superficial... Aunque, bueno, yo era muchas veces de igual forma. De ahí que fuera un rechazado desapercibido de la Sakura, yo mismo quería encajar en esa descripción, porque ser un miserable despreocupada me entregaba ciertas libertades. Y me dormía en clases cuando quería, era borde con los profesores cuando quisiera y pudiera, parecía ir siempre despreocupado y nadie entendía como era un desastre de holgazán que no parecía atinar ni una... y de repente ahí estaba, siempre manteniéndome nivelado de la media para arriba en los promedios escolares y en una que otra ocasión sacaba promedios altísimos. Incluso en pruebas complejas y que requirieran de bastante memoria lograba pelearme los mejores puntajes a comparación de mi mismo, sorprendiendo a más de a uno en el proceso... Era muy tímido en primero, eso me dificultó muchas cosas también. Ahora, más alto y con percepciones distintas de la vida, había madurado... ya no era un enano medio enojón, arisco y sobre todo llorón, solitario que se aferraba a su soledad y se colgaba de sus senpais para no estar desprotegido... No era más o menos complicado, pero estar solo y seguir estando bien... me hacia entender que en verdad... no era tan complejo esto de vivir. Jajaja, claro, pero no importara qué, yo siempre terminaría escondido en el club de radio. Le eché llave a la puerta y me dirigí a mi rincón de siempre para acomodar mi mochila y prender la computadora. Me estiré extendiendo las manos entrelazadas al cielo, piernas bien separadas y firmes y el quejido tranquilo lo soltó por sentirme en clara privacidad, era el único dentro. —Ah...— Sacudí un poco el cuerpo, de manera ordenada incluso, tras sentir uno que otro hueso tronar. Me encorvé y mi pepe grillo me obligó a volver a enderezar la espalda... creo que a pura fuerza de voluntad no terminaría por corregir nunca mi postura... ¿Debería comprarme una faja correctora? Era... un poco vergonzoso llevarlas, pero tal vez fuera mejor opción que exigirle a mis padres visitas al médico, gastar plata, tiempo, transporte... Miré el lugar y decidí que antes de empezar a perder el tiempo divagando en mi computadora predilecta y proyectos, limpiaría un poco el polvo de todas las computadoras... Diablos, pareciera que mientras fuera este un ambiente escolar, nunca estarían los suficientemente limpias las pantallas, teclados, mesones... Eso o en verdad era un... pelín obsesivo con la limpieza y tal... ¡Al menos también me gustaba cocinar! Y para eso te ensucias las manos, ¿no? Tch, mejor dejo de pensar en escusas. Veía algo fuera de mis paradigmas y de inmediato me daba la necesidad de corregirlo. El colmo se run perfeccionista holgazán... o tal vez mi propia salvación. Contenido oculto madarauchiha El loco cerró la puerta, pero es mala costumbre suya. Tu tocas y va a abrirla y tal, aparte, no es como que yo pueda frenar a otros respecto a entrar o no al lugar XD Así que siempre pueden decir que encontraron a un auxiliar por ahí que les abrió la puerta uwu Lo que prefieras, jeje
Casi que me llevaba a la niñita rubia por encima al salir del salón, por mero tropiezo y descuido de la boba esa. ¿Allen era el apellido? Vete a sabér pero el imbécil que la esperaba afuera me miró como si me taladrara la cabeza por el decuido de la otra. Se creía muy aterrador el marica de los tatuajes por tener tinta hasta en la cara. Fruncí el ceño y enterré las manos en los bolsillos luego de acomodarme el gorro, no me disculpé y ella tampoco lo hizo, es más, sus pupilas viólaceas me miraron con soberbia por lo que no dije nada, siguiendo a lo mío sin centrarme en el par de imbéciles. Aunque para ser sincero ya me preguntaba si eran novio o qué, porque ella mantenía más con el otro, que ahora uniendo lo obvio de la apriencia fisíca... ¿el de mi clase tenía un gemelo? Que puto chiste. Continué por el pasillo. Desde lo del bar mantenía dos trabajos medio tiempo no me alcanzaba la vida para llevar a cabo mi ocio, y ya había fichado dicha sala desde el primer día, pero como habían varios estudiantes frecuentando me negué a entrar, pero parecía que ya estaba lo suficientemente solo como para que nadie metiese las narices en donde me apetecía pasar el receso. Miré a ambos lados y abrí la puerta. Parecía estar por demás solo, por lo que curioseé visualmente el espacio. Entraba algo de luz al estar las cortinas medianamente permitiéndolo, fijándome luego en el piano. La gente de esta academia tenía mucha plata para tener severenda mierda en un salón de música. De resto no veía nada más. Caminé hasta los armarios, tratando de abrirlos pero estaban con llave. Qué porquería de escuela. Resignado terminé bajando saliendo de ahí, bajando las escaleras para lo que había designado como segunda opción. Esperaba que en la sala multimedia hubiese algo para usar en reemplazo a un instrumento que supiese tocar. Quizá algún programa de mezcla o algo. Contenido oculto Gigi Blanche
Mi atención sólo se despegó mínimamente de la computadora al notar, por encima de ésta, el haz de luz lejano que provocó la puerta abierta. Estiré el cuello, curiosa, y mi expresión se iluminó al advertir que se trataba de Alek. —Ah, grumpy! —exclamé, contenta. Estuve por salir a su encuentro cuando sentí el jalón de los cables. Ups, estos no eran inalámbricos. ¡Y encima eran de la escuela! ¡Me metería en problemas si los rompía! Presioné la tecla espaciadora, deteniendo la mezcla, y me quité los cascos. Con eso hecho, finalmente, me incorporé casi de un brinco y correteé hasta él. —¿Qué haces aquí? No eres parte del club, ¿o sí? Shh —bajé la voz de repente, y extinguí una buena parte de la distancia para alcanzar el pomo de la puerta tras su espalda y cerrarla con cuidado—, que aquí hay gente trabajando. Éramos sólo nosotros dos ahí adentro, cabía aclarar. Los sonidos del pasillo se extinguieron y la sala volvió a quedar en penumbras, siquiera me había molestado en abrir las persianas. Cuando trabajaba me ponía en modo vampiro. —¡Oh! —exclamé de repente, cubriéndome la boca con ambas manos y mirándolo con ilusión—. ¿Quizá viniste a verme?
Sentí el corazón dar un punzón cuando la voz me sorprendió por demás, con las luces tenues y el color del cabello por un momento pensé que se me había aparecido un jodido espanto, pero no, no sabía si era peor o menor a eso. Su voz me irritó como de costumbre, pero por lo repentino casi que me tragué la queja, apenas frunciendo el ceño en cuánto estuvo dispuesta a hacercarse, llevándola de regreso el cable. Era una boba. —¿Qué perdedores pertenecerían a un sucio club? —murmuré por no mostrar interés, sintiendo como se estiraba para cerrar la puerta tras de mí. Me quedé estático al pensar que se le ocurriría a esta cerebro hueco ponerme la amano encima pero casi que solté el aire por la nariz en alivio—. Bueno, al menos se mantiene una iluminación decente en este basurero. Y es que además de la gente la luz estenuante era por demás agotadora, en eso había que aplaudir dicho espacio más que a la sala de música. Y para qué mentir, en casa con el pórtatil a medio funcionar prefería el ocio en la noche y no había otra forma de recrear lo nocturno; -cosa que nunca admitiría de tener en común con esta niñita-. Alcé las cejas, no sabía ya si por sorpresa o porque no tenía ni idea si ella en verdad vivía en esa burbuja ridícula de centro de atención. —Es obvio que no —atajé, paseando los rubís por encima de ella para recorrer la sala, dándome cuenta apenas que no había nadie más. Nada era mejor que algo -o así no era-, bueno, en este caso mejor estar solo con ella que con todo el bullicio de los estudiantes. —¿Los computadores tienen alguna clave de acceso? —pregunté enterrando las manos en los bolsillos, que bueno, si los armarios estaban con jodida llave, no me extrañaría que le pusieran clave los egoístas de mierda.
Las reacciones de este chico ya eran tan predecibles que me había vuelto inmune a los ladridos; bah, nunca me habían afectado realmente. Obvio le jodió verme ahí, obvio le jodió que me acercara y obvio que el club no le interesaba. —Hmm, right —convine, con una sonrisa suave, y suspiré dramáticamente antes de girar sobre mis talones; mi cabello acompañó el movimiento y comencé a navegar el espacio—. Grumpy es demasiado cool para compartir oxígeno con los sucios mortales del club de radio, ¿verdad~? Obviamente no había venido a verme, pero por la gracia de verlo negarlo con tanto ahínco se lo seguiría repitiendo cada que nos... siguiéramos encontrando así, ¡venga! ¿Cuántas iban ya? ¿No era, como, mucha coincidencia? ¿Destino o algo así? La idea me hizo soltar una risilla, entretenida, cuando lo oí preguntarme por las computadoras. Justo le iba dando la espalda, así que giré el cuello y lo miré de soslayo, con las manos entrelazadas detrás mío. Quería usar una computadora, se ve. —Elemental, mi querido Watson. —Volví a girar sobre mis zapatos, esta vez con más suavidad, y me acerqué a él—. Todas las computadoras tienen clave. Son de uso exclusivo del club, después de todo. Ah, si tan sólo hubiera aquí uno de esos dichosos miembros... Suspiré, dejando el teatro para sonreír. Lo repasé brevemente con la vista. —Lucky for you, aparentemente lo hay. Pero ¿por qué este sucio mortal ayudaría a Grumpy? Estoy super dolida por lo que dijiste de mi querido club, ¿sabías? ¿Te parece bonito herir los sentimientos de una chica? —Había puesto cara de ternero degollado hasta ese momento, que volví a sonreír ampliamente—. ¿Quieres la clave, Hal? ¿Qué me ofreces a cambio~?
Aligeré los hombros cuando dijo lo de los yo no sé qué mortales, que bueno, no me creía mejor que nadie pero en definitiva el resto eran unos perdedores. La dejé continuar con su monólogo, que como decía Manson. -No conseguirás amigos con tu actitud, Alek-. Pff, como si me importara lo que dijera otra boba que se la pasaba reboloteando de aquí para allá. La ví darse vuelta, por un momento pensé que pasaría de mí y terminaría comprobando por cuenta propia el si había o no clave en las computadores, por lo que me resigné por unos segundos hasta que sus orbes dieron con los míos de nuevo. ¿Hablaba con sarcasmo? La veía más de un club escénico -otro tipo de idiotas-, que de algo multimedia. Terminé si se quisiera, con una puta mueca que ni yo podría describir. ¿Sorpresa, confusión, fastidio? Que mierda. Casi que me mordí la lengua. Esta chica por poco me había visto desnudo en los vestidores por estar jugando como una idiota marco no sé qué, me había fastidiado en los casilleros, y ahora acá. Boté el aire por la nariz, porque no tenía intención de estar afuera con un montón de idiotas que se acercaban a hablar como si tuviese la cara más amigable del jodido mundo, que luego corría con la pésima suerte y me encontraba a alguien peor a ésta. Y para qué mentirme, quería pasar el rato en mi jodido mundo de música. Rebusqué en los bolsillos del pantalón, recordaba que tenía una menta, menta que el día de ayer... Katherin. Entorné los ojos. —¿Qué crees que tengo que pueda interesarte? Porque siendo estupidamente realista, no tenía nada.
Noté su movimiento al hurgar en sus bolsillos, supuse, pretendiendo hacer caso a mi propuesta, pero a mitad de camino se arrepintió y me regresó la pregunta. Solté una risa nasal que no disimulé en absoluto, inclinándome apenas hacia adelante, y fui hasta la computadora más cercana sin prisa. Corrí la silla y me senté, la pantalla se iluminó tras darle a la tecla Enter. —Estoy segura que tienes algo que podría interesarme —dije desde allí, tecleando la contraseña a velocidad. La ingresé, la computadora inició y volteé a verlo—. Pero ¿de qué sirve si te lo pido? Piénsatelo mientras estés aquí y luego me dices~ Le guiñé un ojo y, con los movimientos livianos de siempre, me incorporé y regresé a mi propia computadora, la cual quedaba frente a la suya. Antes de colocarme los cascos, sin embargo, di un respingo y lo miré por encima de los monitores. —¡Nada de porno, tho! Que luego Nacchan me regaña a mí. Tenía mi propio trabajo entre manos, al fin y al cabo, y me interesaba acabarlo. ¡Ya me quedaba muy poco, además! No tuve idea cuánto tiempo pasó, me abstraía por completo cuando se trataba de mis mierdas. Estuve pegada a la pantalla, balanceándome ligeramente o marcando el ritmo de la canción sobre el escritorio, cuando de repente di un saltito. —Done! —exclamé, emocionada, y me bajé los cascos al cuello, buscando a Alek, otra vez, por sobre los monitores—. I'm done, grumpy! ¿Quieres oírla?
Podría decir que se me fritó el cerebro con que tendría que pensar algo que le interesaría de mi parte. No tenía ni un peso, ni dulces ni algo no sé, ¿colorido como ella? Daba igual, podía hacerme el loco luego de que la boba ingresará la clave, y casi que esperé expectante como un perro dócil en mi posición hasta que me avisó que sonó como si hubiesen iniciado sesión en el computador. Me acerqué por fin, sentándome en el puesto que dejó libre. Lo primero que hice fue ingresar a internet y después comencé a desenredar los audífonos que estaban hechos un desastre. Cuando concluí sentí su mirada encima y sin necesidad de erguirme por completo di con sus horribles ojos. La idiota me hablaba de porno, ¿a mí? ¿Al que casi ve desnudo por andar en duchas que no tenían que ver con ella? Rezongué pese a que las mejillas se me pusieron ligeramente coloradas, como retrasado. —Ni que fuera tan imbécil de ver porno con una niñata como tú husmeando —atajé sujetando ya el mouse para dirigirme a la carpeta multimedia. Tenían algunas aplicaciones para mezcla, otro parecían juegos musicales y esas mierdas. Paseé entonces de una carpeta a otra en lo que dejaba el móvil sobre el escritorio, deteniéndome en una de tantas para seleccionarla. Ya luego me fui a Youtube para colocarme a escuchar algo de música antes de decidir que quería mezclar, y eso, hasta que la voz lejana de la otra me distrajo, quitándome uno de los audífonos. —¿Oír qué? No le tenía fé en definitiva.
Me entretuve con su reacción, como siempre, me pareció que sus mejillas lucían ligeramente más sonrosadas frente al brillo cerúleo de la pantalla y no dije nada, sólo lo miré un par de segundos y volví a dejarme caer en mi silla. Con la mezcla finalizada, lo busqué y él se quitó un audífono para poder oírme. Tan desconfiado como siempre, ¿eh? —La canción que estaba mezclando, ¿qué más? —respondí, como si fuera una obviedad, y le di unas palmaditas al borde superior de su monitor—. Vamos, vamos, deja de quejarte y ven aquí, que me quedó de puta madre y quiero compartir mi genialidad con alguien. Era en parte cierto y en parte coña. Llevaba un buen tiempo practicando en esto de masterizar las canciones que grabábamos con los chicos y bueno, el arte, ¿no? Algunas me gustaban mucho, otras más o menos, otras las hacía veinte veces. ¡Pero esta! Oh, esta estaba buena. Mientras venía (o no), desbloqueé mi móvil y grabé un audio para el grupo con los chicos. —I finished it! —Solté una risilla de pura emoción—. Luego se las envío, pero creo que les va a gustar. ¡No, estoy cien por ciento segura de que les va a gustar! Mark my words!
Me resigné al levantarme hasta donde ella, quedando a su lado. Arrastré la silla del lado porque no me iba a quedar de pie como un marica en lo que me mostraba lo que sea que hubiese hecho. La risilla emocionada me recordaba la sonrisa de suficiencia que se me marcaba cada que lograba mezclar algo que consideraba digno de no perdedores, aún así me quedé callado. Era ridículo el hecho de que en realidad la música era de las cosas que más me entretenían, era como una mierda de libertad por un lapso de tiempo limitado, quizá por eso ni me resistí tanto en ceder a qué me la enseñará. Esperé que le diese play y en algún momento las pupilas se me dilataron ligeramente. Jugué con los dedos sobre mi pierna al ritmo de lo que estaba escuchando, centrado en el programa como tal mientras el ritmo entraba como jodido fuego por los oídos. Las voces y eso... —¿Quién canta la parte de la mujer?
Contenido oculto: dejo la rolita adjuntada pa que quede registro En lo que enviaba el audio, Alek se había incorporado y dado la vuelta, para acomodar una silla a mi lado y sentarse. Dejé el móvil bloqueado a un lado y me quité los cascos del cuello para extendérselos. Me enfoqué en la computadora, comencé a reproducir la canción y me quedé allí, siguiendo la letra con los labios según los sonidos que me alcanzaban de sus auriculares. Me la sabía al dedillo, así que no fue difícil. No le presté demasiada atención a sus reacciones en general, con lo absorbida que estaba dentro de mi propia emoción. Al acabar, sonreí amplio y estuve por preguntarle qué tal cuando me ganó de mano. Quizá fuera un poquito malvado, pero tuve una idea parecida a la de los casilleros. —Una amiga —respondí con simpleza—. ¿Por qué~? Probablemente me pillara, ¡pero quizá no! Y el ser humano vivía de esperanzas, ¿verdad?
—Es una linda voz —murmuré retrocediéndolo solo un poco para repetir uno de los fragmentos, acomodándome nuevamente los cascos. No podía asemejar la voz de la cantante en realidad, por lo que de lenguisuelto fui sincero, quitándome luego los cascos para dejarlos sobre la superficie. Ya luego eché la espalda hacia atrás en el respaldar. —¿Dónde conseguiste la canción? Murmuré con el fastidio de siempre. Suponía que era música independiente, por lo que se debían conocer las bandas o dar por pura suerte con esas bandas estúpidas en las plataformas. Y sin darme cuenta estaba hablando más que de costumbre, como un perdedor. >>¿Qué programa usaste para mezclar está cosa?
No tuve idea cómo hice para disimular la sorpresa que sentí ante el elogio repentino. Lo soltó sólo porque no sabía que era yo, obvio, y que se creyera mi pequeña mentira sin una pizca de duda fue... kinda cute, honestly. Mantuve mi mirada sobre él mientras aún escuchaba la canción, retrocediendo ciertos fragmentos y así. La sorpresa le dio lugar a una emoción mezclada con satisfacción y... bueno, había un poquito de maldad también. Este chico... Dios, se moriría si le decía la verdad, ¿cierto? Dejó los cascos en el escritorio y la sonrisa se me suavizó, repasando aún sus facciones. Ya podía imaginar su reacción, su carita hecha un tomate. Ah, tan tentador. Me regodeé en el secreto con un gusto que debía ser ilegal y alcé las cejas al recibir su atención, como si no estuviera pensando puras maldades. ¿De dónde había sacado la canción? Busqué mi móvil y lo desbloqueé a tientas, entrando a Instagram para tipear un username. —De ninguna parte, Grumpy, es cien por cien contenido original —respondí, abriendo el perfil que teníamos con los chicos—. Cory tiene un sótano con equipo bastante bueno y me encanta quemarme los ojos frente a una pantalla desde que tengo uso de razón, así que me encargo de las mezclas. Lo dudé hasta el último segundo, hasta mi última gota de compasión; suponía que en el fondo sí era un poco mala. Le mostré el móvil, la cuenta se llamaba Bermuda Triangle y había fotos nuestras. Cory, Susu y yo. —Cantan por hobby antes que otra cosa, pero igual tienen algunas redes sociales para subir sus mierdas y ser aesthetic. ¿A que se ven bien? —seguí hablando, sin perder detalle de su rostro—. Si le digo a mi amiga que has dicho que tiene linda voz seguro se pone muy contenta. Le encanta recibir cumplidos, en especial de muchachitos guapos~
La sorpresa se me evidenció por toda la puta cara al alzar las cejas con lo de contenido original. Era ridículo que entonces la niñita ésta tuviese la suerte de dar con el tipo de gente que se reunía a componer, tocar y mezclar por ahí derecho. Tal como hacía yo antes; abandonándolo a medias después. Vete a saber pero el puto corazón me punzó, disimulandolo al prestarle atención y recibirle el celular. Deslicé el pulgar por la pantalla táctil, viendo el Instagram de la gente para luego buscar no sé, la foto de la otra tipa. Imaginaba que si Miller estaba por ahí sería de colada, por lo que me pregunté si la idiota que cantaba era tímida para las fotos o qué. La miré desde mi posición entonces, en lo que sacaba mi móvil con la mano libre. —Los seguiré —avisé, dándoles follower y ya luego lo guardé, siguiendo en el de ella porque sí—. Dile, de seguro muchos se lo dirán a menudo de igual forma —visualicé la mayor parte de forma superficial, regresándole el móvil a Abby—. ¿Y se reúnen muy seguido y eso? Era tan imbécil cuando me interesaba en algo que preguntaba de más, como todo un imbécil.
Su sorpresa al contarle que era contenido original fue evidente, cosa de por sí extraña en él, que se empeñaba en tener la misma cara de perro viejo veinticuatro siete. Me dio la sensación de que todo este rollo le interesaba de verdad, puede que incluso lo practicara, y me hizo su debida gracia. A ver, ¿más coincidencias? Le pasé mi móvil y atendí a su expresión iluminada por la pantalla, pero no se modificó en ningún momento y... siguió hablando de "mi amiga" como si nada. Parpadeé, disimulando la sorpresa, y no sé gracias a qué fuerza divina me tragué la risa. ¿Seguía sin darse cuenta? Gosh, he was so dense. Para terminar de hacerla, siguió hablando bien de mi voz. A ver, ¿si era otra persona sí decía cosas bonitas? ¡Iba a ofenderme, eh! —Hmm, no mucho —respondí sobre si "se lo decían mucho", aceptando el móvil de regreso y echándome sobre el espaldar mientras me entretenía con un mechón de mi cabello—. Cuando era más pequeñita estuvo metida en el mundo de las idols y todo el rollo, pero era un ambiente horrible y eventualmente medio se retiró, medio perdió el atractivo para los de arriba. Ahora se junta con sus amigos a grabar tonterías en un sótano y pasar el rato. Hay fines de semana mucho más productivos que otros, siempre depende de la inspiración de los muchachos y la cantidad de sustancias en sangre que tengan. Solté una risa baja, prácticamente me vibró en el pecho. Había subido un pie al borde de la silla y me distraje girando suavemente de lado a lado. —¿Por qué preguntas, Grumpy? —inquirí, bajando el tono, y esbocé una sonrisa apenas ladeada—. ¿Te interesa~?
Mi fuerte no era la voz como tal, ni siquiera el componer canciones aunque hiciera mis intentos en tiempos muertos cuando no estaba jugando algún vídeo juego o trabajando como animal, pero en sí mi fuerte era el ritmo, los instrumentos, la batería en sí. Y me resultaba obvio que con una batería de fondo la canción tendría más color del que ya había adquirido. No es como si quisiera conocer a esos idiotas, no... Y apenas ahora recapitulaba lo que la otra estaba diciendo. —¿Sustancias de qué? No tenía ni puta idea de los ídols, aunque Katherine cuando veníamos hacia este país si me había comentado sobre las industrias que los explotaban laboralmente como animales de producción pero tampoco me interesaba por lo que deseché el resto de basura que me dijo esa tarde. Fui consciente entonces de la sonrisa ladina de la boba esa y fruncí el ceno como de costumbre. ¿Qué si me interesaba mezclarme con esos idiotas? Sí. —No —murmuré levantándome para regresar a mi silla. La pantalla se había vuelto a bloquear por el tiempo sin uso. Rezongué—. Desbloquea está cosa.