Sala de música

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Gigi Blanche, 5 Agosto 2022.

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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
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    Asentí, muy satisfecha, cuando reconoció su condición de armario y lo dejé morir, aún si sólo lo había dicho para dejarme contenta o porque, quizá, sólo quizá, de haberse negado se lo habría seguido discutiendo a muerte. Mi lío lingüístico le hizo gracia, fue evidente, y en cierta forma ese detalle me dio un poquito de alegría. Dijo que debíamos rendirle un minuto de silencio a todos mis veranos tercermundistas y solté una carcajada, desesperándome.

    —¡Son como quince minutos! ¡Es un montón! O sea, un montón para mí. ¿Alguna vez me viste quince minutos en silencio? No, ¿verdad? No quieres hacerlo, te lo aseguro. ¿Ves cómo salen las palabras de mi boca? —Lo miré, señalándome y hablando a tropel—. ¿Ves con qué facilidad fluyen? Ni siquiera tengo que pensarlo, mi cerebro se está tomando vacaciones, no las estoy controlando para nada y puedo seguir así todo el receso.

    Le saqué la lengua cuando me pidió respeto para él, el anciano, y abrí la puerta. Ko dijo que me la dejaría abierta al pasar por aquí y supuse que antes de volver a clases le echaría llave. De por sí el noventa por ciento de la vida de mini Ishi era un misterio, pero me pregunté fugazmente qué haría él durante el receso. Ingresé a la sala, sosteniéndole la puerta a Altan con movimientos caballerescos, y la cerré tras su espalda.

    Escuché la explicación del cerebrito y me pregunté si los de tercero sufrirían más calor que los de primero por este mismo fenómeno.

    —Sin embargo, he oído que entre las nubes hace más frío que al nivel del suelo. Nada chequeado, sólo cosas como estar viendo el noticiero y que el chico del tiempo diga "y si hace frío aquí, no se imaginan allá arriba". —Me desplacé por la sala y me dejé caer en el sofá, aunque al instante salté como un resorte y seguí hacia la mesa—. Hmm, en las montañas también hace más frío a medida que subes...

    No pretendía llevarle la contra, fue un pensamiento en voz alta. La última parte la murmuré bastante distraída, ya que había encontrado el control del aire acondicionado y lo estaba encendiendo y ajustando la temperatura.

    —¿Alguna vez te resfriaste por el aire? —le pregunté, volviendo a lanzarme al sofá con el bento sobre el regazo.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido biblical gakkouer

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    Obviamente pedirle a Anna quince minutos de silencio era un delirio y casi un pecado, eso lo sabía uno con facilidad, pero verla afirmarlo me hizo incluso más gracia que el embrollo con la palabra de antes. Entró en modo metralleta, metralleta desesperada por el silencio que no le había pedido en verdad, y mientras hablaba la risa se me fue soltando hasta convertirse en una carcajada al escucharla decir que su cerebro se estaba tomando vacaciones, que ni lo estaba controlando y podía seguir así todo el receso.

    —No te he visto ni dos minutos de silencio, ¿cómo podría pedirte quince? —solté entre la risa—. Mandarte a competir en unas olimpiadas de conversación sería como hacer trampa, como jugar al GTA San Andreas con los códigos que hacían que los autos volaran.

    Cuando le pedí respeto me sacó la lengua y tuve que usar neuronas extra en mantenerme tan serio como mi papel de cerebrito lo exigía. Ella abrió la puerta que resultó estar sin llave, la sostuvo con aires de caballero y yo entré mientras seguía con mi verborrea de por qué el calor subía, eso me distrajo de pensar en la idea de que la puerta estaba cerrada a nuestra espalda.

    Había entrado a la sala con cuidado, con el mismo cuidado que entraba al estudio de mamá, pues a mis ojos era un santuario ajeno y paseé la mirada por el espacio escuchando su respuesta a mi dato sacado del archivo. En sí la duda era válida, uno decía que el aire caliente subía y luego resultaba que si subías una montaña te cagabas de frío.

    —Ah, eso es diferente y ya tiene que ver con la atmósfera. Con la altitud la presión cambia la cantidad de moléculas de aire disponibles, que disminuye y la temperatura baja, pero eso también es relativo, porque estás más arriba y el sol te da más fuerte. —Así como ella no había pretendido llevarme la contraria, lo mío también rozó el pensamiento en voz alta—. El término es adiabatic cooling, los CDP, digo los centros de procesamiento de datos los utilizan, son más eficientes y amables con el ambiente que los viejos sistemas de enfriamiento que usaban agua y la contaminaban al final. El aire como elemento es bastante curioso, uno piensa que no ocupa espacio solo porque no se ve, pero allí lo tienes. Se enfría, se calienta, sube o baja y cambia un montón de cosas.

    Con la estupidez me había quedado sin contestarle lo del aire acondicionado, distraído con la pizarra pentagramada y el piano de cola. Lo recordé medio de golpe, así que giré el cuerpo para verla ya que se había dejado caer en el sofá y negué con la cabeza.

    —Nunca me resfrió el aire —contesté al pensar que la negación había sido un poco ambigua, iba a regresarle la pregunta y otra realización me cayó en el mismo espacio de tiempo, al verla ajustar la temperatura del aire acondicionado—. ¿A ti no te hace daño? ¿Está bien que lo pongas?

    La preocupación se me coló en la voz al preguntárselo y darme cuenta, por alguna razón sin sentido, me dio algo de vergüenza que pretendí ignorar. Me acerqué al sofá, dejé la botella de agua en la mesa y me senté a su lado, dejándome el bento en el regazo también.
     

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