Al parecer no conocía a ninguno de los otros miembros del club, lo cual tenía sentido. Además de ser ella nueva, los demás aún no se habían pasado a conocer la sala. Faltaba definir algunos detalles técnicos, como los días y horarios específicos de actividad, pero eso no quitaba lo primero. —Ya empezarás a conocer más gente —pretendí tranquilizarla, aunque lo último que dijo me hizo alzar las cejas; una sonrisa divertida revoloteó en mis labios y pretendí mutarla en una ligera indignación por el puro placer de molestarla—. ¿Yo? ¿Y por qué eso es extraño? Tenía una amiga en mente, de ahí la pregunta sobre los miembros. Asentí tranquilo, sin ver de dónde sacarle más jugo a la conversación, hasta que recordé algo de repente. —Ah, sí, el proyecto. —La miré—. Se entrega mañana, ¿ya está listo? ¿O le falta algún detalle? Contenido oculto me había olvidado que se suponía era una reunión de proyecto JASDJAJ
Le había aclarado por qué de mi curiosidad, bueno Adara tenía que decirme si quería estar en el club tal vez después de todo ya se inscribió, en el club de fotografía, tenía que preguntarle, ya que no la había visto desde hace una semana supongo que ha de estar bien. Lleve mis ojos a Kohaku cuando lo escuche decirme que empezaría a conocer gente, sonreí un poco talvez eso sea difícil porque siempre que me acercaba a alguien, si esa persona no se apartaba lo hacía yo, talvez me daba cuenta de que, no era una buena persona para mi salud mental. Y para no aumentar, era una antisocial. Pero como siempre decía. Prefiero ser antisocial a fingir que me cae bien todo el mundo. Después de todo esa era la verdad, note que alzó una ceja y tal vez sé que fue por lo que dije, hasta noté su sonrisa divertida, solo reí cuando mire su ligera indignación. ─¿Por qué?, porque no estoy acostumbrada a pasar tanto tiempo con las personas, ni a mantener una conversación, no sé, tal vez sea porque las personas no se acoplan a como soy y, pensé que contigo sería igual, pero veo que me equivoque. No sabía que más decir, hasta que me pregunto acerca del proyecto. Cierto, que olvidadiza soy; casi nos faltaba algunos detalles para terminarlo. ─Aja, ya me iba olvidando ─me encontré con sus ojos cuando me miró─. Nos faltaba algunos detalles y ya estaba listo, solo falta, solapar o intervenir las imágenes, que traje ya imprimidas saque dos de cada una también ya que quedamos en que podríamos hablar sobre las culturas usando alguno de los dos detalles ─sonreí un poco. Contenido oculto Xd igual yo, uwu el tiempo se me fue. Kohaku: 3 pts Fiorella: 3 pts
Contenido oculto Apenas terminaron las clases baje hacia la cafetería, a comprar algo para comer, después de todo estaría todo el receso en la sala de música. Sonreí mientras caminaba hacia ese lugar, hay practicaría lo que había estado escuchando todo el día, ni atención le puse a la clase, se podía decir que tener el pelo largo me favorecía bastante, ya que, me tapada los oídos y todo lo que tuviera que ver con mi rostro. No entendía por qué Adara me había dicho que me lo cortara, sabiendo lo que significaba para mí era algo que herede de mi madre, muchos cuando me veía decían que yo era una copia de ella, pues claro había visto miles de fotos de ella, pero lo que me diferencia era que sus ojos eran color azul cielo y los míos eran café. Era una mini copia de ella. Mientras caminaba, le daba vueltas a la llaves de la sala que le pedí muy amable a Kohaku y me sorprendió mucho cuando me las dio, eso quería decir que confiaba en mí. Cuando estuve ya al frente de la puerta la abrí y metí las llaves a mi bolsillo, tenia que cuidarlas. Apenas entre puse todo lo que había traído para comer en el asiento que me había sentado la otra vez que había escuchado a Kohaku cantar, y tocar la guitarra. Me senté en el piano, y desconecte el teléfono para poder escuchar las notas sin audífonos y con mucho más volumen. Suspire un poco al poner mis manos en el instrumento y poner en marcha lo que estaba viendo en el teléfono. Pero como siempre, me equivocaba en el mismo tiempo y lugar, era como si realmente mis manos no estuvieran en mi favor, y tenía que tratar de hacerlo por una presentación que tendría en Italia, y para decir verdad me estaba costando. Cerré los ojos tratando de tranquilarme para volver a hacerlo de una vez más. Pero siempre volvía a fallar en el mismo lugar, en el mismo punto y tiempo. No sé qué le pasaban a mis manos, las levante para poder ejercitarla tal vez así podría hacerlo. Estaba cansada, agotada esta era la segunda vez en mi vida que me sentía tan derrotada, y aquí era donde me daba cuenta que nunca había soltado verdaderamente a mis padres. Talvez me sentía culpable por que ellos murieran, un día lluvioso, y para decir verdad era tan pequeña, y tan inconsciente, que nunca me puse a pensar si mis padres salían a esa hora, les podría pasar algo. Suspire. —Hazlo de nuevo Fiorella, tu puedes —me anime volviendo a repetir la misma nota, y el mismo sonido, sin muchas complicaciones pero al llegar a ese mismo tiempo me equivocaba—. Una vez mas Fiorella —volví hacerlo realmente no estuviera tan desesperada de logarlo, si esto no fuera una presentación, una que talvez tenia un gran paso para cumplir mi sueño mas anhelado. No pensaba venir al instituto el día lunes, mañana después de clase viajaría a Italia, así que, esperaba poder devolverle las llaves a Kohaku. No quería llevármelas, talvez el las ocuparía. Mis manos siguieron tocando cada pieza una vez mas, sonreí cuando me di cuenta que había pasado el lugar donde me equivocaba, hasta que llegue al final de la notas, para ya acabar de tocar. —Lo logre —susurre. Entonces recordé lo que siempre me decía mamá, cuando hacia algo y no podía, recordaba con perfección sus palabras. Aunque en ese tiempo yo aun era pequeña. Nunca te des por vencida Fiorella. Contenido oculto Yo aquí poniendo puro relleno, por que me gusta ver el mundo arder(?). Pdt: Sorry not sorry Fiorella si te hice sufrir.
El almuerzo del jueves pasó con la liviandad que hubiese cabido esperar, y lo cierto era que nunca iba a dejar de estar agradecida por haber conocido a personas tan maravillosas; no era fácil, al fin y al cabo, aceptar a alguien nuevo dentro de un grupo de personas que, relativamente, ya se conocían de antes. Pero lo habían hecho desde el primer instante, y me lo pasaba realmente bien estando con ellos, así que iba a asegurarme de no volver a olvidarme de aquella cita nunca más. El día siguiente llegó con la naturalidad y calma de siempre, aunque tenía que admitir que yo me había despertado un poco nerviosa. Quizás le estuviese dando más importante de la que realmente tenía, ni idea, pero me seguía pesando bastante no haberle contado a Anna lo que había pasado con Ko antes del festival. A lo mejor no era mucho, pero tenía derecho a saberlo ¿no? Ellos eran amigos y, bueno, ¡ella también era mi amiga! Estaba dispuesta a buscarla en el receso para contárselo, pues, y hasta le había preparado una tanda de galletas extras para suavizar el asunto, pero parecía que el destino había decidido no estar para nada de acuerdo con mis planes. Fue cuestión de asomar la cabeza en el aula de la chica para descubrir que ya no estaba ahí, algo que había anticipado que podría pasar y que aun así logró hacerme sentir bastante decepcionada al respecto. No podía hacer nada al respecto, sin embargo, porque tampoco iba a arriesgarme a mandarle un mensaje que pudiese estropearle sus posible planes. Así que, tras dejar escapar un suspiro que me fue imposible reprimir, cambié la trayectoria de mis propios planes y me dirigí hacia las escaleras del pasillo. Podía haber bajado, quizás hubiese sido la opción más lógica, pero en su lugar me encontré subiendo las mismas hasta el piso de tercero. No sabría decir porqué estaba subiendo, si quizás iba en busca de un posible consuelo por parte de alguno de los mayores o por cualquier otro motivo, pero lo cierto es que al final no importaron demasiado mis motivaciones, porque la sala de música acabó atrayendo mi atención lo suficiente como para que acabase metiéndome en su interior. ¿Acaso no estaba Kohaku en ese club...? C-claro que no esperaba encontrármelo, solo era un detalle que creía recordar. No había nadie dentro, de hecho, y di un rápido paseo por la sala antes de ver un sofá cerca de la ventana, hacia donde dirigí mis pasos finalmente para sentarme. Aquel parecía tan buen lugar para almorzar tranquilamente como cualquier otro, a decir verdad...
La existencia en el Sakura venía siendo mucho más amable de lo que había esperado, la verdad. Si lo ponía en retrospectiva realmente no sabía de dónde había conseguido alimentar tantos miedos infundados, pero era un vicio mío bastante antiguo. Al final, siempre tocaba sentirse un imbécil y relajarse. Casi nunca era tan terrible como mi mente me quería hacer creer. Y al parecer, jamás aprendía. El almuerzo había estado muy bien el día anterior, relajado y ameno. Me volví a casa contento, aunque el fuerte olor a tabaco de la sala amenazó con cercenar mi buen ánimo; al final no lo logró. Busqué a mamá, la encontré en su cama y le pregunté si hacía falta algo para la cena. Salí a comprar cebolla y papa, y al regresar ya estaba el agua hirviendo en una olla y ella en el baño. Me agradaban las noches que sólo éramos nosotros dos, pese a todo. Eran tranquilas. Con la campana del receso, entonces, me pregunté a quién podía molestar y recordé que aún no había ido a conocer el nuevo club de Ishi. ¡Y estaba a dos puertas de distancia! Tremendo mi descaro. Así pues, saqué mi bento de entre mis cosas y me fui a la sala de música. Toqué la puerta de puro teatro y me mandé, plenamente convencido de que encontraría al muchacho dentro. Pero no, sólo estaba Emily. Medio me quedé atorado en mis intenciones, pero lo disimulé al vuelo y cerré la puerta detrás de mí, girándome para dedicarle una sonrisa amable. ¿Ella también formaba parte del club? No lo recordaba. —No puede ser, ¿acaso estoy interrumpiendo el momento de calidad de una señorita? —dramaticé, en tono liviano. Contenido oculto i saw the opportunity AND I TOOK IT
No mucho tiempo después de haberme acomodado en el sofá para comenzar a comer, escuché el sonido de alguien tocando ligeramente la puerta, y apenas tuve tiempo de procesar esa información antes de ver como, efectivamente, alguien más decidía entrar en la sala. Honestamente, y teniendo en cuenta que el receso hacía ya un rato que había comenzado, no esperé en absoluto que al final algún miembro del club se presentase en el mismo, por lo que me tomó absolutamente desprevenida. Mi primer instinto fue pensar que justamente se trataba de Kohaku, aunque apenas un segundo después me di cuenta de que él no tendría motivo para llamar a la puerta antes de entrar, y para cuando me rendí al no tener más opciones, la figura de Kakeru se materializó con la suficiente claridad para poder reconocerlo. Ser consciente de quién se trataba no significó que mi reacción fuese mucho más diferente, pues mis mejillas ya estaban a medio camino de sonrojarse mucho antes de tener esa información. —¡Para nada! —exclamé, habiendo dejado los palillos sobre el bento para poder mover las manos en señal de negación—. Tenía curiosidad por el lugar y al final pensé en quedarme porque parecía tranquilo, pero si tengo que irme... ¿Estás en el club, senpai? No lo sabía... —murmuré, bajando finalmente la vista y empezando a recoger las cosas de mi almuerzo. Contenido oculto aaaa omg qué ilu /\
El ligero nerviosismo de Emily fue bastante adorable, pero lo dejé correr pues no pretendía empeorarlo. Seguí el movimiento de sus manos con una sonrisa liviana pegada al rostro, aunque al seguir escuchándola fruncí el ceño, confundido. —Espera, ¿no estás tú en el club? —inquirí, señalándola con el dedo, y acabé soltando una risa divertida. ¿Qué hacíamos ambos allí, en el club, sin pertenecer al club? De cualquier forma, la chica había comenzado a recoger sus cosas y me apresuré por sentarme a su lado y, no lo sé, ¿detenerla? No tenía motivos para hacerlo, si lo analizaba, pero tampoco quería que se fuera sólo porque yo había entrado. —Si tú no estás en el club, y yo no estoy en el club, pero nadie de los que está en el club está en el club... ¿quizá podamos reclamarlo? —murmuré, al principio serio, pero al final volví a reírme—. Al menos temporalmente. Y cualquier cosa somos amigos del jefe, ¿no? Eso nos da privilegios.
Tal y como venía siendo ya costumbre en mi persona, me había adelantado excesivamente a los hechos y resultó que no, el chico no formaba parte del club y probablemente había venido a aquella sala con el mismo objetivo que yo: curiosear un poco de qué iba el asunto. Saber que no estaba interrumpiendo una posible reunión del club logró relajarme bastante, a decir verdad, y ello también me permitió sonreír con cierta diversión ante la confusión que ambos habíamos tenido. —Los únicos instrumentos que se me dan bien son los de la cocina —admití ante su pregunta, con una ligera expresión de vergüenza tras haber negado un par de veces con la cabeza. Luego lo vi acercarse para sentarse en la otra silla que quedaba disponible, intentando detenerme de mi intención de recoger para irme. Lo acepté, mayoritariamente porque ya no le veía tanto sentido a irme si la confusión se había aclarado, y le dediqué una suave sonrisa de agradecimiento antes de seguir escuchando lo que me decía, reflejando su diversión final también con una risa, aunque algo más disimulada que la suya. >>¡Suena divertido! Luego podemos dejarle un mensaje a Ko, así sabe que le conquistamos el club durante un receso —propuse, bajando ligeramente el tono para darle un aire de conspiración a mis palabras. Solté una nueva risilla después de decir aquello, recuperando el semblante de tranquilidad, y recordé entonces las galletas que había traído y que seguramente se iban a echar a perder si no las compartía con alguien. Así que, por supuesto, saqué la bolsita y se las extendí a Kakeru con una clara invitación en el rostro. >>Entonces... ¿por qué habías venido tú, senpai? ¿Buscabas a Ko?
—Eh, que hay gente haciendo música con instrumentos de cocina. ¿Acaso no viste High School Musical 2? Preferí responderle eso y no lo primero que se me había ocurrido, pues si debía poner sobre la mesa mi experiencia con... instrumentos, fuera de la índole que fueran, la charla probablemente tomaría un giro algo oscuro. Incluso si la tentación me picó en la lengua, como una vocecilla insistente, no creí ni por un segundo que arrastrar a Emily a eso fuera prudente. Además, Anna seguro me mataría si se enteraba. Era un freak, un lesser, un puto damaged kid. Pero decidía con quién serlo. Mi misión fue exitosa, Emily desistió de irse y su idea me hizo soltar otra risa breve, desviando la vista a la pizarra. Era especial, de esas que ya traían los pentagramas impresos, y de hecho había unas cuantas notas escritas con tiza de días anteriores. —Me parece una idea maravillosa —accedí, volviendo a mirarla con una gran sonrisa—. Podemos escribirle la pizarra entera o ponernos más creativos, nos queda un rato para planearlo. En lo que hablaba, Emily se había puesto a rebuscar entre sus cosas y acabó ofreciéndome una bolsa con... ¿galletas? La acepté, una cuota de ternura se me filtró en el gesto y la sonrisa me cerró los ojos un momento, agitando suavemente la bolsita junto a mi rostro; era, digamos, mi forma de agradecerle. De todos modos planeaba compartirlas con ella, Dios y María Santísima, así que no me pesaba demasiado el gesto. —Sip, pensé en pasar a conocer el club, ¡pero resulta que el jefe anda holgazaneando por ahí! —Suspiré, saqué mi bento y acomodé una mesa baja entre nosotros para depositarlo allí junto a las galletas—. Ya conoces la dinámica de los jueves: foso común, no se aceptan reclamos ni devoluciones. Por una hora somos comunistas. Con eso dicho, recogí unas papas de mi bento y me las llevé a la boca. —Supongo viniste por lo mismo, ¿cierto? ¿Ya conocías el club de antes? Contenido oculto necesito desesperadamente una cintita de soft kakeru, pERO EL MUNDO NO ME DA LA IMAGEN PERFECTA
Su comentario sobre los instrumentos me sacó una nueva carcajada liviana, y acabé levantando las manos a modo de derrota mientras negaba un par de veces con la cabeza, dejando claro que me rendía ante su argumento. ¡Y es que tenía razón! Esa escena de la película donde hacían música en la cocina era bastante icónica, además. Luego vino la tontería de dejarle un mensaje a Ko para que supiese que habíamos estado ahí y Kakeru se subió al carro de inmediato, proponiendo dibujar algo en la pizarra o cualquier otra cosa que se nos ocurriese; teníamos tiempo para pensar algo que mereciese la pena. El chico también aceptó las galletas que le ofrecí, logrando suavizarme el semblante con el gesto que hizo para agradecerme por ello, y pensé que, vaya, sí que se veía lindo. Descarté el pensamiento al instante, por supuesto, pero eso no evitó que un ligero sonrojo volviese a apoderarse de mis mejillas por haberlo tenido en primer lugar. Para mi fortuna, justo en ese momento él arrastró la mesa para dejar la comida sobre la misma y pude aprovechar el movimiento de dejar mi propio bento para disimular el asunto. —Mhm... —murmuré, asintiendo ligeramente con la cabeza mientras cogía algo de comida con los palillos—. Bueno, no exactamente, pero algo así. Estaba con Ko cuando propuso crear el club, apenas el primer día de conocerlo, y supuse que solo era cuestión de tiempo hasta que lo hiciese oficial. Recordar aquel día para poder contestarle al chico me ayudó bastante a recuperar la compostura, pues la ligera sonrisa enternecida que me salió mientras lo relataba ya no me preocupaba demasiado que fuese perfectamente visible. Moví un poco mi bento, acomodándolo mejor hacia el centro de la mesilla, y ya me atreví a mirarlo de nuevo después de aquello, tras haber recuperado mi color natural en las mejillas. >>Dijiste que querías entrar al club de cocina, ¿cierto? ¿Te gustaría ver nuestra sala después, si tenemos tiempo? —le propuse, con una ligera chispa de emoción contenida en mi tono de voz—. ¿O quizás hay algún otro sitio que te haya llamado la atención y que quieras ver? Este sitio es enorme y todo el rato aparecen salones que ni sabía que existían. ¡Como Hogwarts! Contenido oculto el mundo es CRUEL, we need a soft kakeru cinta :<
Siendo como era, difícilmente se me pasaban signos del ambiente y, bueno, digamos que los sonrojos de Emily eran bastante evidentes. No les daba demasiadas vueltas ni los sobrepensaba, sabía que las personas así podían avergonzarse hasta de su propia sombra y no pasaba nada. Cada uno con sus mierdas, ¿cierto? Aún así, me picó ligeramente la curiosidad. ¿Sería por estar a solas conmigo? ¿Porque era un muchacho o... el ex de su amiga, quizá? Estaba masticando cuando me contó que había estado presente en la propuesta original del club, y que era la misma vez que había conocido a Kohaku. El detalle me hizo alzar las cejas y me apresuré por hablar al tragar. —¿Eso cuándo fue? Y a todo esto, ¿cómo los conociste a Ishi y Anna? Ya andaba con el chismecito, ¿no? Por supuesto. Me distraje apenas con su bento, que lo había ofrecido al pozo común y se veía francamente mejor que el mío. No encontré demasiado reparo en probar algo de su comida, tan sólo un "permiso~" y listo. La miré mientras masticaba y su oferta de conocer el club de cocina me hizo asentir, repentinamente emocionado. ¡No se me había ocurrido para nada! —¿Me transferí a Hogwarts? Dios, esto se pone cada vez mejor —bromeé, y lo pensé un rato—. Me leí el folleto, pero el lugar que más me había llamado la atención era el invernadero. Hay un dojo también, ¿no? Pero ese me da un poquito igual. Oh, y creo que decía algo de... ¿de un observatorio? ¿De veras tienen un puñetero observatorio?
Me percaté prácticamente al instante de que el chico había pretendido tragar la comida lo más rápido posible para poder hablar inmediatamente después de ello, por lo que no tuve mayor problema en pausar mi propio discurso para permitírselo. También lo miré con cierta chispa de preocupación en el rostro, pero afortunadamente no sufrió ningún percance y pude prestarle toda mi atención a las preguntas que me hizo. —Uhm... creo que fue a principios de abril, síp —contesté, asintiendo con la cabeza tras haber echado un vistazo fugaz al techo en un gesto pensativo, e inmediatamente después dejé escapar una risilla culpable—. No le digas a Anna que te lo dije, quizás no quiera que lo sepas, pero... nos conocimos en una fiesta clandestina que organizaron unos chicos de tercero. Nos colamos en la azotea de la escuela por la noche y, bueno, ella me habló después de un rato. Me entró un poco de bajón porque alguien me rechazó, digamos, pero Anna lo notó e intentó animarme. Le relaté todo aquello con un indudable tono de ternura, pues lo cierto era que, a pesar de las connotaciones ilegales de lo que hicimos aquella noche, recordaba todo el asunto con bastante cariño. Me lo había pasado muy bien, y aunque el juego de la botella lo recordaba con sentimientos bastantes más dispares al cariño, sin lugar a dudas apreciaba mucho el momento en el que Anna decidió hablarme y abrió la puerta para que nuestra amistad se desarrollase. >>Al día siguiente me presentó a Ko —seguí contando, ensanchando un poquito la sonrisa en el proceso—. Fuimos a almorzar junto a otro montón de gente, de ahí surgió la conversación de los clubes y todo lo demás. Hablé bastante con él, la verdad. Creo que congeniamos bastante bien desde el principio... Había más cosas que contar, ¿cierto? Apenas los conocía desde hacía un par de meses, pero desde luego que no habíamos perdido el tiempo, en cierto sentido. Aun así, si Kakeru quería saber todo el chisme, iba a tener que ganárselo poco a poco. Tampoco era cuestión de ir soltando todos los pecados de golpe, ¿verdad? Sea como fuere, después le hice la propuesta de conocer el club de cocina y pude ver perfectamente la emoción reflejada en su rostro, provocando así que mi propio semblante se iluminase en consecuencia. Aproveché el momento en el que él me respondió para seguir comiendo, también extendiendo los palillos hacia su bento para probar algo de lo que hubiese dentro, y sonreí con cierta diversión cuando mencionó el observatorio. >>Síp, hace poco que lo abrieron, de hecho. Aún no lo visité, pero creo que a los del club de astronomía no les importaría si un día nos colamos a ver cómo es por dentro —propuse, alzando ligeramente las cejas un par de veces, en un claro mensaje implícito—. ¿Hay mucha diferencia, senpai? Entre el instituto donde estabas antes y el Sakura, digo. Contenido oculto es probable que el relato no esté 100% accurate, pero pues digamos que la memoria de emi se resiente como la mía (?)
Incluso con lo mucho que ya Anna me había hablado de Emily, lo cierto era que había empezado a hacerlo (suponía) a partir de cierto punto de su relación, y por ende jamás le había preguntado sobre cómo se habían conocido. El motivo principal era el Sakura, claro, pero ni siquiera compartían clase, de modo que siempre había estimado que había algo más. Si me preguntaban por qué nunca me había quitado la curiosidad con Anna, verdaderamente no estaba seguro. Nos llevábamos bien, pero puede que desde afuera nuestra relación pareciera más relajada de lo que yo la sentía o de lo que era. Había cosas, por sencillas que parecieran, que con ella se me atoraban en la garganta; gran parte de su vida en el Sakura entraba en esa categoría. Podía oír sus anécdotas hasta las cinco de la madrugada, pero difícilmente surgieran de mí las preguntas. Quizá fuera miedo. El más estúpido e irracional de los miedos. Que Emily se sintiera contrariada por andar confesándome los pecados me causó ternura, y me hizo preguntarme si sólo buscaba ser precavida o si aún no poseía mucha noción de la clase de personas y mierdas con las que Anna se relacionaba desde que nos conocía. De la forma que fuera, le seguí el rollo y negué con la cabeza, fue prácticamente una promesa de que no, no le diría que me había dicho. Una fiesta clandestina en la azotea, ¿eh? No me extrañaba absolutamente nada. El relato siguió y yo había distraído la vista en cualquier punto del club cuando una pequeña sonrisa asomó en mis labios. Siempre había sabido que el Sakura le hacía bien, desde la primera vez que me habló de ello, y lo que Emily me estaba contando sólo lo confirmaba. La Anna que sin conocerla de nada había intentado animarla era la verdadera, y me ponía contento. Más allá del vórtice de emociones, había alegría y era inconfundible. —Momento, ¿te rechazaron? —la frené, frunciendo el ceño, e hice dos más dos—. Dime que no fue la persona por la que te apareciste en esa fiesta, porque te obligo a que me digas el nombre y le envío a los muchachos. Era broma, pero lo había dicho muy serio. Luego nos fuimos de la fiesta, llegamos al próximo día y apareció Ishi en escena. Que se hubieran llevado bien de entrada no me extrañaba, veía prácticamente imposible rayarse con cualquiera de estos dos seres humanos, pero también veía la posibilidad de que no terminaran de sincronizarse y, por ende, me alegraba que no hubiera sido el caso. Le estaba prestando la debida atención para sentir que había cortado el relato un poco donde le convenía, pero incluso si lo noté, no quise decir nada al respecto. Además, mi pregunta había sido satisfactoriamente respondida, ¿no? Me distraje un poco revolviendo algunos trozos de carne antes de hablar. —Y de eso hace como... un mes y pico, ¿no? —Asentí ligeramente, sonriendo al verla—. Me alegra mucho, la verdad, hacen una bonita amistad los tres. Lo dije como si estuviera hablando de una pareja, fue adrede y solté una risa breve en consecuencia. —Me alegra por Anna, en especial, y lo digo incluso a riesgo de sonar como un padre preocupado. Son muy adorables juntas, como unos peluchitos rosa y morado. Luego pasamos al tema clubes y fancy shits de la Academia, me propuso por la cara colarnos al observatorio incluso si poseía club adscripto y se me aflojó una risa nasal. —¿Es un hábito tuyo este de meterte en espacios de la escuela que no debes? —bromeé, refiriéndome a la fiesta clandestina, y respondí a su pregunta casi de inmediato—. Ah, sí. Antes iba a un instituto público en Shinjuku, así que podrás imaginarlo. Clases, kiosco con panes, casilleros y deja de contar. Lo del Sakura es casi ridículo, pero si ignoras los momentos donde te sientes un pez fuera del agua llega a ser bastante divertido. El invernadero, por ejemplo, es precioso. Y los uniformes están muy bien. Aquello último lo dije irguiendo la espalda y jalando suavemente de las solapas del blazer. —¿Tú llevas aquí todos los años de preparatoria?
Si le había pedido a Kakeru guardarme el secreto no era porque pensase que aquella fiesta clandestina era la mayor mancha en el historial de Anna ni mucho menos, pues contrario a lo que pudiera parecer, era capaz de imaginarme ciertas cosas incluso con la poca información que realmente tenía al respecto; si se lo había pedido había sido porque, a pesar de ser amigos, sabía que no todo era tan cristalino entre ellos y prefería no entrometerme demasiado entre lo que ella decidía contarle y lo que no. Era un poco contradictorio, ¿cierto? Porque al final se lo habían contado aun así. Lo cierto es que pensé que, por encima de todo, el gesto de Anna hacia mí aquella noche había sido muy lindo y creía que merecía la pena que Kakeru lo supiese. Al percibir la sonrisa que se le plantó en los labios al contárselo, además, supe que había tomado una buena decisión al respecto. De todas formas, en algún punto cerca del final el chico me paró y no pude evitar mirarlo con cierta sorpresa reflejada en el rostro, pues genuinamente me había sorprendido que hubiese llegado a esa conclusión tan acertada él solo. Asentí lentamente con la cabeza, entrecerrando ligeramente los ojos en el proceso para poder inspeccionarlo con algo de reparo, aunque por supuesto todo esto último fue un poco de dramatización innecesaria por mi parte, simplemente por la gracia de que hubiese leído la situación tan bien. —Fue ella, sí —admití finalmente, dejando escapar un suspiro que también pegó de algo dramático, e inmediatamente después dejé escapar una risilla, entre divertida y avergonzada—. Pero puedes dejar a tus muchachos tranquilos, que al final me lo compensó en otra ocasión. Y, de todas formas, hubo otro afortunado esa noche que no me rechazó para nada. Me arrepentí de haberle soltado toda esa información prácticamente al segundo de hacerlo, motivo por el que acabé terminando el relato con la vista fija en el bento y dándole un par de bocados a la comida del mismo nada más acabar. No tenía ni idea de en qué momento le había pillado tanta confianza a este chico, si era por su personalidad o quizás por saber que era amigo de Anna y Kohaku, pero suponía que tampoco tenía mucho sentido darle vueltas y solo me quedaba confiar en que no iba a aprovecharse de alguna manera de lo que le estaba contando. Cuando soltó lo de la "bonita amistad de tres" con aquel tono de clara intención, la vergüenza que seguía sintiendo que intensificó y sentí, en aquella ocasión, como el calor se me acumulaba en la nuca. Quizás hubiese sido broma de su parte, pero la realidad era que yo sí los había besado a ambos y eso... bueno, no sabía en qué lugar me dejaba, pero casi que prefería no pensarlo demasiado. Así pues, seguí comiendo mientras lo escuchaba y decidí intentar centrar mi atención en cualquier otro tema de la conversación. Lo de compararnos con unos peluches me causó algo de ternura, y no pude evitar soltar el aire por la nariz en una risa antes de mirarlo de reojo, asintiendo con la cabeza ante su mini-confesión. Realmente se le notaba el aprecio hacia Anna y sabía que sus palabras eran genuinas, así que no iba a dudar en guardarlas a buen recaudo en mi mente. Cambiar la conversación hacia la organización estructural del Sakura me sirvió para despejar la cabeza, especialmente cuando le propuse lo de colarnos en el Observatorio. La realización me hizo abrir los ojos con algo de sorpresa y, habiendo olvidado parte de la vergüenza anterior, giré el cuello para mirarlo de nuevo, llevándome una mano a la boca para enfatizar aun más mi reacción. >>Quizás sí que tenga un problema con eso... —murmuré, acabando por volver a reírme con suavidad en cuanto no pude soportar más el teatro. Luego le presté toda mi atención a su respuesta, asintiendo de vez en cuando para indicarle que lo estaba escuchando, y de nuevo se me escapó una sonrisa divertida cuando hizo aquella demostración de su uniforme; complementé su idea con una señal de aprobación levantándole el pulgar durante un par de segundos. >>Sí, es casi una tradición familiar estudiar aquí —le dije, encogiéndome un poco de hombros—. Mi familia tampoco es excesivamente rica, así que entiendo lo de a veces sentirse un pez en el agua. Pero es como dices, quitando eso, es bastante divertido estudiar aquí. ¿Y sabes ya lo que vas a hacer cuando acabes, senpai? Estudiar en el Sakura te abre muchas puertas, o eso dicen siempre mis padres. Contenido oculto us: y qué tal si empezamos a hacer tochos a tres días de acabar el receso????
El reparo con el cual me escudriñó habiendo lanzado mi hipótesis me confirmó que le había atinado, aunque francamente tampoco era una conclusión descabellada. ¿Por qué razón una niña buena como Emily accedería a colarse de noche en la escuela, a una fiesta clandestina, si no era debido a un interés concreto? Si me hubiera dicho que había ido con Anna habría colado, pero siendo que se habían conocido directamente ahí, pues... Su confesión sonó muy relajada, sin embargo, así que fuera lo que fuera que hubiera ocurrido realmente ya no le afectaba. Por ello, digamos, me sentí con la pequeña libertad de seguir husmeando al respecto. Conque era una ella, ¿eh? Vaya, vaya~ —Pero bueno —solté, alzando las cejas, con una sonrisa apenas torcida—, no te tenía yo tan picaflor, Emi-chan. Y me alegro por la... compensación que recibiste. Digo, las dos. ¿Estuvieron a la altura de las expectativas~? No era muy educado de mi parte molestarla así siendo que hace cinco minutos había procurado no decir nada de su sonrojo, es decir, sonaba un poco contradictorio, ¿cierto? Era una lástima que de eso estuvieran hechas las personas. Luego bromeé con la amistad de tres y no le di mucha importancia a su nerviosismo o no, siendo que, en líneas generales, Emily ya me había demostrado que llegaba a avergonzarse por varias cosas. Me daba algo de pena y también admiraba que pretendiera mantenerle el ritmo tanto a Anna como a Ko, que, cada uno a su estilo, eran bastante desvergonzados. Al final se sincronizó bastante bien conmigo, me siguió la broma y su risa se me contagió. Me contó que tenían casi una tradición familiar sobre esto de asistir al Sakura y su última pregunta me hizo soltar el aire por la nariz, ralentizando ligeramente mis movimientos para comer. ¿Qué hacer luego de graduarme? Coño, no quería ponerme edgy pero los imbéciles de mi calaña no aspiraban a llegar muy lejos, no sin el dinero de Kou o el cerebro de Subaru. Además, mi vida llevaba atorada en un loop bastante oscuro desde hace dos años. ¿El futuro? No me importaba el futuro. Había olvidado lo que era eso. —La verdad es que no lo he pensado mucho —respondí, aún así, con liviandad—. ¿Y tú? Estás en segundo pero tienes carita de ser una señorita mucho más responsable que yo. Y sin tantos fantasmas atorados en la cabeza. Contenido oculto EL QUE TIENE MIEDO A MORIR QUE NO NAZCA hablar de muerte justo ahora y tras acabar el post de Kakeru es oscuramente funny
La experiencia me dijo que mi confesión no iba a pasar completamente desapercibida y, si mi tiempo con Kohaku me había enseñado algo, eso era que los que parecían más buenitos realmente eran los peores a la hora de picar a los demás. Tuve el presentimiento de que Kakeru no iba a dejar pasar fácilmente la información que le había soltado, y a pesar de la vergüenza que seguía sintiendo al respecto, no pude evitar mirarlo de reojo con el atisbo casi imperceptible de una sonrisa divertida en los labios. —Merecieron la pena, sí —contesté, con cierto aire de indiferencia, tras haberme encogido de hombros de igual manera por su comentario anterior—. Si quieres, otro día te doy mis referencias~ —añadí, cambiando el tono a uno ligeramente más risueño. Era obvio que siempre sería la chica algo tímida que se avergonzaba con una facilidad casi absurda por cualquier comentario que tuviese algún tipo de doble implicación, pero también era cierto que había cambiado en las últimas semanas, por lo menos en algunos aspectos relacionados a eso mismo, y cada vez me costaba menos pasar de un espectro a otro, o incluso fusionarlos ambos si la situación lo requería. Podía ser que hubiese recibido bastante influencias para ello, pero realmente creía que era algo que eventualmente iba a pasar, con o sin las personas que había podido conocer en esos mismos días. Sea como fuere, la conversación fue derivando poco a poco a otro tema, y no había ningún motivo para no dejarme llevar por la misma. Me di cuenta de que los movimientos del chico se habían ralentizado ante mi pregunta, y me hizo cuestionarme si quizás me había metido en un tema algo pantanoso; por suerte o por desgracia, Kakeru me respondió antes de que pudiese retractarme de la pregunta que había hecho en primer lugar. >>Bueno, hay muchísima gente que no lo sabe, así que es normal —comenté, dedicándole una sonrisa alentadora, y volví la vista al bento mientras asentía ligeramente con la cabeza—. Estudiaré Arqueología, como mi padre y mi hermano. No sabía si tenía mucho sentido decirle que, en realidad, yo tampoco sabía lo que quería hacer cuando acabase; no, realmente. Siempre había sabido que iba a seguir los pasos de papá y Fred, pero también era consciente de que nunca había tenido la opción de... replanteármelo; nunca me había parado a pensar si eso era lo que realmente quería o si tenía otras opciones, si quizás mis capacidades me permitirían especializarme en otra cosa. Pensé que no merecía la pena contarle nada de eso, al final, porque realmente no lo conocía demasiado y, si ya de por sí me daba reparo molestar a alguien cercano con cualquier cosa que considerase un problema mío, ni de coña me sentía capaz de hacer lo mismo con alguien que apenas había empezado a conocer. En su lugar, y queriendo dejar aquel tema un poco de lado, comprobé la hora en mi móvil y decidí abrir la bolsita de galletas, cogiendo una para ofrecérsela. >>¿Quieres hacer los honores? Son de jengibre, pero esta vez he intentado una receta vegana para hacerlas.
Oírla reconocer que las ¿compensaciones? habían valido la pena dibujó una sonrisa de puro orgullo en mis labios, como si fuese mi hermanita pequeña o algo y estuviera queriendo introducirla a la mala vida. Bueno, quizá no fuera el mejor ejemplo del mundo, pero se entendía el punto. La oferta de las referencias me hizo alzar las cejas y retroceder ligeramente, como si la osadía me sorprendiera tanto como me gustaba. —No puedo decir que no a eso, ¿cierto? —concedí, en tono suave—. Las referencias siempre son buena idea~ Creía haber zanjado la cuestión sobre mi futuro con bastante soltura; era, digamos, uno de mis talentos. Maldición, también. Si Emily notó algo extraño o no, por su personalidad deduje que no indagaría y con eso a mí me bastaba. La gente, en líneas generales, no metía la nariz en la mierda ajena. Ella tenía una idea más concreta sobre su vida, cosa predecible, pero la profesión que tenía elegida sí me sorprendió. Pestañeé y una amplia sonrisa me iluminó el rostro. —¿De veras? Suena genial —dije con plena honestidad—. Quiero decir, sólo lo he visto en pelis y eso, pero siempre pareció muy interesante. Nunca conocí a alguien que sea arqueólogo, es como... hay tantas pelis de astronautas, ¿no? Y luego nunca te topas a uno en la vida real. Ya teníamos los bentos prácticamente finiquitados, así que Emily abrió la tan aclamada bolsa de galletas y aguardé como todo buen niño a que ella tomara una para hacer lo mismo. Al final mi cortesía se fue por el caño, me ofreció hacer los honores y solté una risilla, alzando la galleta como si fuera... un cáliz sagrado o algo. —¡Observad! ¡La galleta de la vida eterna! Le di un mordisco tras el teatro improvisado, la saboreé y asentí, murmurando algo inentendible antes de tragar. —Hmm, le falta... ¿sal? —la molesté, riendo al instante, y pillé otra de la bolsa para prácticamente lanzarla dentro de mi boca. Con toda la tontería el receso se nos fue a la mierda y, al chequear algo en el móvil, di un respingo. La miré, con cara de circunstancia, y me incorporé casi de un salto. —¡Vamos, vamos! ¡Aún nos falta una parada! —la apremié, guardando mis cosas a velocidad, y estuve por irme cuando me congelé a medio paso—. ¡No! ¡Nos falta otra cosa más! Me reí, manoteando las tizas de la pizarra, y le lancé una a Emily para que le dejáramos el tan querido mensaje a Kohaku. No había demasiado tiempo así que tocó improvisar. Eh! Échale llave la próxima, tonto Ishi Con cariño: dos ladrones de oxígeno Pd: si encuentras migas de galleta en el piso definitivamente no es culpa de Emily! Contenido oculto otra interacción que se va without soft kakeru cintita unu no sé si te lo había dicho, pero desde que metí a Kakeru en el rol me hacía bastante ilu pensar en su relación con Emi, cuz sabía que se conocerían and i knew for a fact que sería bien pinche soft and wholesome, so I SAW AN OPPORTUNITY AND I TOOK IT and ofc i enjoyed it uwu
Todo el asunto de mi confesión de pecados acabó derivando en una situación... cuanto menos curiosa. Por un lado estaba yo, algo avergonzada pero al mismo tiempo haciendo bromas relativamente sugerentes en relación a ello, y por otro lado estaba Kakeru, que había empezado a picarme pero no había tenido mucho problema en seguirme el juego de igual manera. Estaba empezando a pensar que quizás era yo quien acababa atrayendo a esa clase de personas a mi vida, ni idea, aunque lo cierto era que no me quejaba demasiado por ello; era así como estaba aprendiendo a dejar salir más a menudo ese lado de mi personalidad. La cosa no fue a demasiado, de todas formas, pues el muchacho acabó por aceptar mi propuesta de darle las referencias en cuestión (no sin antes haber añadido un poco de drama al asunto) y, al final, no pude evitar soltarle una sonrisa algo más genuina en mitad de todo aquel embrollo. Era un buen chico, ¿verdad? Y me daba la sensación de que iba a poder tener una amistad más que bonita con él, incluso sin tener en cuenta que compartíamos a Anna y a Kohaku como amistades en nuestros respectivos círculos. Cuando le dije lo que planeaba estudiar se sorprendió, una reacción que logró sacarme una pequeña carcajada a pesar de que no me tomó realmente desprevenida por su parte. Lo escuché hablar con la sonrisa plantada en los labios, asintiendo de vez en cuando a sus palabras, y no pude más que aceptar lo que decía, a pesar de que a mí no me resultaba una profesión tan extraña por la cantidad de contacto que tenía con la misma. —Si quieres te puedo presentar a mi padre —propuse como si nada, hasta encogiéndome ligeramente de hombros—. Bueno, o a mi hermano, pero él aún es arqueólogo en formación —añadí inmediatamente después, sin poder evitar la nueva risilla al presentar a Fred de aquella manera por mucho que él no soportase que lo hiciese. El ambiente distendido siguió presente hasta cuando le ofrecí las galletas, haciéndome notar que las mejillas empezaban a dolerme de tanto reír con las tonterías que el muchacho se montaba, y el asunto no mejoró demasiado cuando se dio cuenta de la hora y me instó a irnos hacia el club de cocina, como le había prometido. Me mantuve sonriendo mientras recogí a las cosas, también a prisa y con apenas oportunidad de probar una de las galletas que había hecho, y de nuevo se me escapó el aire en una risa cuando nos desviamos de la salida para dejarle a Ko el mensaje que también habíamos prometido. En cuanto Kakeru acabó, le robé la tiza para añadir mi propia aportación al mensaje, sonriendo con cierto orgullo ante el garabato en general antes de comprobar que todo estaba en su lugar con un vistazo rápido y seguir al chico hacia el exterior de la sala, dispuesta a mantener el mismo ambiente amigable mientras le enseñaba el club y, sobre todo, realmente contenta por haber acabado pasando el receso con él. PD2: si encuentras migas de galleta en el piso, definitivamente es culpa de Kakeru ♡ Contenido oculto aaaa aún estoy super contenta de que hubiese decidido caerme con kakeru aquí, bebi, no me lo esperaba para nada pero supe que iba a ser una interacción muy adorable y que se iba a ver el potencial de amistad tan bonita que pueden llegar a tener, y así fue, which makes me extremely happy <3<3<3 i enjoyed it a wholeosme lot as well uwu
Aquella noche… habían acudido a mis sueños las blancas y flotantes lágrimas de la nieve. Cayendo desde un cielo nocturno tapizado de nubes rosáceas. La hermosa inmensidad de esa bóveda celestial estuvo condimentada de un viento gélido que desprendía una música demasiado real, extremadamente auténtica como para ser apenas una composición de mis ondas cerebrales durmientes… Pero… Los pálidos copos se negaron a dormir en mi mano desnuda, me esquivaron como quien evita a un desconocido. Cuando mis ojos doloridos se abrieron y me revelaron la rutinaria habitación de mi actual hogar, no supe si mi corazón debía ser azotado por la decepción de los recuerdos o por el goce de haber huido de semejante pesadilla. A mi lado, la guitarra dormía. Silenciosa. Igual que ayer, opté por traer a la academia el estuche de los tres instrumentos de viento. La mañana se diluyó sin interferencias resonantes. Sin embargo, en el desplegar de las primeras clases de la jornada, unos recuerdos más cercanos se pusieron a bailar, invisibles, frente a mis ojos cubiertos por los lentes oscuros. Para bien o para mal, permitieron que el sueño o pesadilla de la noche sucumbiera en los barros de la desmemoria. Fue Markus el centro de tales evocaciones, ya que tuvimos un encuentro durante la tarde anterior, fuera de los territorios del Sakura. Nuestra conversación podía pensarse como la cuerda de una guitarra: tensa, pero hecha para dejar oír unas buenas notas. Quizá en algún momento estuvo a punto de cortarse y azotar la tierra, pero él dancer soltó a tiempo las clavijas que giraba con garrafal confianza. Junto con Katrina, Markus me dejó algo en lo que pensar, un plan bastante peculiar. La campana del receso gritó a viva voz. Suspiré con cierta pesadumbre, al advertir que me estaba involucrando en su asunto más de lo que me hubiera gustado admitir. Sin embargo, no podía permitir que mis notas musicales escaparan de su pentagrama habitual, ya que para hoy había planificado mi ingreso al club de música ligera. Con estuche en mano, salí al pasillo con pasos calmados. Me dirigí hacia la puerta de la Sala de Música, aquella que Pierce me había señalado durante el tour. Permanecí unos segundos de pie frente a la misma con la finalidad de admirarla y, además, para pensar si lo adecuado era entrar directamente. O bien anunciar mi llegada: uno carecía de la capacidad de anticipar las sorpresas inconfesables que podía hallarse de frente, por traspasar un umbral sin antes tocar la puerta. La decisión final fue la de dar tres toques con los nudillos. Esperé a que alguien abriera. Contenido oculto Gigi Blanche
Estaba sentada en el piano scrolleando por Instagram cuando oí los llamados a la puerta. El club solía estar cerrado, pero Ishikawa era un jefecito benevolente y no puso quejas cuando le pedí las llaves siendo que él tenía otros planes para el receso. Llevaba años ceñida a los teclados y me había picado el bichito de volver a tocar un piano, pues porque sí. Había levantado la tapa pero al final me había distraído en el móvil, con una seguidilla de reels. ¡Ah, la maldición de las redes sociales! Me incorporé aún pegada al video y a mitad de camino hacia la puerta despegué la vista de la pantalla. No sé por qué había asumido que sería una interrupción breve, como quien le abre al del delivery, pilla la comida y se regresa. Alcé las cejas con evidente sorpresa al reconocer a Gaspar. —Rockie! —lo saludé, mi sonrisa bien amplia—. Mi propaganda surtió efecto, ¿eh? Debería trabajar para algún partido político ¡o para Coca-Cola! Medio giré el cuerpo y le presenté el interior de la sala con movimientos bastante teatrales. —Bienvenido, querido, a este pequeño oasis de las artes. Siéntete como en casa. Contenido oculto