Sala de arte

La carne que decía Aaron era esta, la del marmoleado, te vendían el corte por dos ojos de la cara y eso lo decía hasta yo que había tirado la billetera de los Akaisa por la ventana el fin de semana. No recordaba haberla comido, tampoco en interesaba particularmente, porque en general ya de por sí no comía carnes rojas con tanta frecuencia. Me lo pensé un rato aún así, porque incluso yo sabía que habían carnes y carnes.

—Pues si necesita hasta certificación al menos cierta calidad debe tener —comenté sin más—. Eso sí, vete a saber si del precio que te cobran.

Por otro lado con toda la tontería al final hasta me estaba antojando de la pasta de verdad, a ver si un día de estos comíamos para la cena o algo.

Seguí comiendo, levanté los últimos granos de arroz incluso y una vez terminado dejé los palillos dentro justo como acababa de hacer Aaron. No era que fuese a implicar la mayor cosa perderlos, pero tampoco me lo iba a buscar a posta, ni que fuese idiota. Me bajé lo que quedaba del té, ya un poco frío, y suspiré con cierta pesadez.

Qué me estaba entrando sueño y de todo.

Giré el rostro hacia la ventana luego de que Aaron respondiera lo de la lluvia y arrugué la nariz con cierto disgusto como reacción, las clases de la tarde iban a ser un coñazo así. Me quedé un rato mirando la ventana, la lluvia y el par de serpientes eléctricas que cruzaron en cielo antes de levantarme con cierta pereza, acercarme a Aaron y dejarme caer de costado en su regazo.

¿Por qué? Porque pintó y ya.

Tardé cero segundos en dejar caer la cabeza en su hombro, como si diese por sentado que me iba a dejar hacer, y aún así aproveché para tirar el cebo digamos.

—Igual le cae bien una visita tuya a Nova estos días —dije en voz baja.

 

Sin tirar muy largo, la verdad es que si el puppy este pasaba por casa sencillamente podía pedir que prepararan pasta para la cena y ya estaba, que tampoco era nada del otro mundo. Es decir, no que yo cocinara un carajo, pero parecía significativamente más sencillo que otro montón de cosas que podían prepararse, nadie iba a ponerse a hacer los fideos desde cero ni nada tampoco. Éramos ricachones pero tampoco tan putos extra.

Aaron en efecto no buscó apartarme, tampoco mostró molestia ni nada, en su lugar alzó la mano para acariciarme el cabello y aceptó sin más la sugerencia, cosa que tampoco era ninguna novedad ya. Para tener tanta cara de moco la verdad era que este chico se dejaba hacer con una facilidad estúpida, bueno, al menos ahora a mí me dejaba hacer y ya.

—¿El jueves por la tarde tal vez? —sugerí realmente sin pensarlo demasiado, solo porque se me ocurrió y mis dedos encontraron su corbata, enredé el final entre mis dedos sin prisa, suspiré y cerré los ojos un instante—. Nos llevarían en coche y eso, ya te imaginas.

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por si no te diese tiempo de contestar más o contestaras y a mí no me diese tiempo, por aquí terminaría con kat uwu <3

 

Seguí haciendo el tonto con la corbata un rato, en lo que me respondía y asentí con la cabeza cuando terminó de hablar. Despegué la cabeza de su cuerpo, le eché los brazos en los hombros donde aproveché para dedicarle unas caricias ligeras en el cabello de la nuca, justo como había hecho en la mañana. Podía haberme quedado quieta, claro, pero que me preguntaran si me interesaba, así que me incliné y lo besé.

De nuevo, no fue intenso ni nada y aunque pensé que podía tomarme ciertas libertades, pues mejor lo dejé quietecito. Me separé, me levanté de su regazo y me acomodé la falda antes de girar el rostro en su dirección.

—Es hora de ir subiendo, cariño —comenté antes de recoger mis cosas y estiré la mano libre frente a él, para que la tomara pues porque me salió de los ovarios—. ¿Te gustan las películas? Podemos mirar una el jueves.

Había que verme nada más, ofreciéndole ver una peli y todo.

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ahora sí termino con Kat uwu

Voy a cerrar ya el día

 

Los días habían pasado con una tranquilidad estúpida, hasta me atrevería a decir que lo habían hecho de manera bastante aburrida. No me consideraba especialmente ególatra ni hacía las cosas necesariamente buscando que me las devolviesen, pero tampoco negaría que estaba un poco decepcionado con no haber tenido la oportunidad de ver a Morgan después de mi pequeño regalo. Lo dicho, no había esperado que me buscase ni tenía que hacerle especial ilusión, pero hubiese estado bien saber qué había pensado del mismo.

Para ser sincero, yo también podía haber hecho el esfuerzo de buscarla.

Sea como fuere, estaba un poco cansado de días tan poco eventivos, y por ello decidí que aquel fin de semana sería el primero en el que finalmente saliese de fiesta por la ciudad. Ya había cumplido bastante la cuota de hermano mayor responsable, y no era como si Kashya no pudiese sobrevivir sin mí un par de noches a la semana, así que no había manera de que cambiase de opinión. ¡También estaba confiado en que me las apañaría bien con lo que había aprendido del idioma hasta el momento! Esperaba no estar equivocado con eso, al menos.

Y para entrar un poco en el mood de aventura, el receso de aquel viernes lo pasaría en algún lugar que no fuese el común. Tras una inspección inicial, lo tuve bastante claro: la sala de arte. Ya se había visto que dibujar era uno de mis hobbies, así que era bastante adecuado, y lo cierto era que tenía bastante curiosidad por ver qué material manejaban en un sitio como el Sakura, tan obviamente... pijo.

Who knew? Quizás me acabase apuntando al club y todo.

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por aquí dejo un pendejo de libre uso (?)

 

No había demasiado que reportar de la salida con el par de idiotas plus su cachorro de turno que fuese algo del otro mundo, la pura verdad. El resto de días habían transcurrido con la monotonía que le confería a la vida haber nacido en las paredes de una fortaleza erguida por nada más que dinero que bien podría ser más sucio que cualquier mierda que hubiese hecho desde que mandé todo al demonio.

Había cosas que tenía que atender, de la estupidez de mi padre con los Aoyama, el compromiso y todo el teatro, pero por ahora podía dejarlas correr. No me perseguían con particular insistencia y, en tanto no se metieran con lo que hiciera o dejara de hacer en la escuela suponía que podíamos dejarlo fluir.

El tema ese día era que con la ventisca que estaba haciendo desde la mañana la azotea no parecía al idea más prudente, si me fumaba un cigarro con ese viento las cenizas se me iban a pegar encima, lo sabía bien. A falta de espacios que me interesaran lo suficiente, terminé por salir de clase minutos después que el resto de gente y acabé por dirigirme a la sala de arte luego de comprarme una botella de agua abajo, además de un sándwich. No sabía si me lo iba a comer, pero no había traído nada de casa y pues la historia se contaba sola.

Al entrar en la sala topé con el gigantón de turno y reconocí la mata de cabello clara apenas un segundo después. No contaba con encontrar a nadie allí, pero suponía que ahora me lo aguantaba.

—Thornton —dije luego de haber logrado recordar su apellido mientras caminaba para sentarme en la mesa que usaban para los bodegones, dejé el sándwich a un lado y abrí la botella de agua para pegarle un trago—. All artsy and shit? ¿O quizás te perdiste y acabaste en esta sala?

 

Estaba bastante distraído mirando los dibujos que había colgados por la sala, inspeccionándolos con tanta atención que prácticamente bloqueé todo ruido o distracción externa posible. Dicho eso, fue de esperar que no me percatase de la nueva presencia en el lugar hasta un buen rato después, cuando me llamó por mi apellido y siguió hablando lo suficiente como para sacarme de mi pequeña burbuja.

No me giré inmediatamente después, sin embargo, haciéndome un poco de rogar por el simple placer de hacerlo sin más. Cuando finalmente me di la vuelta, en un movimiento pausado, di con una chica sentada en la mesa y le dediqué una sonrisa suave, a modo de saludo. Al repasarla un poco con la mirada, sin pretender ser invasivo, las neuronas me funcionaron con la suficiente rapidez como para reconocerla y saber por qué había utilizado mi apellido.

—Ah, me parece que compartimos clase, ¿verdad? Uhm... ¿Catalina Acacias o algo así era que te llamabas? —pregunté, con toda la inocencia del mundo, y me acerqué un par de pasos cortos a su posición, encogiéndome de hombros—. Me gusta dibujar de vez en cuando y me llamó la atención el lugar. ¿Asumo que hay un club de arte o algo así? ¿Tú estás en él~?

 

Tenía su gracia que no se hubiese girado de una vez, no que se lo hubiese exigido ni nada, pero es lo que uno supondría que pasaría cuando llamaba alguien por su apellido. Vete a saber si fue pereza o se quiso hacer rogar un poco, me era un poco indiferente, de forma que seguí en lo mío y dejé la botella abierta a un costado. Para cuando se giró me dedicó una sonrisa que hizo las veces de saludo, así que hice más o menos lo mismo, aunque el gesto debió ser menos suave.

Acacias.

Pues no, guapo, pero casi lo mismo.​

La estupidez del nombre me hizo soltar una risa por la nariz, poco más, y negué con la cabeza sin molestia real en el cuerpo. Lo seguí con la vista al ver que se acercaba un par de pasos y eché el peso del cuerpo hacia atrás, apoyándome con las manos.

—Katrina Akaisa —corregí sin alzar demasiado la voz y balanceé las piernas suavemente mientras lo escuchaba hablar, estiré un poco la sonrisa al oír lo de que le gustaba dibujar—. Hay un club de arte, sí, y soy parte de él. Es un poco... un club en espíritu, pero aceptamos nuevos miembros~ ¿Te interesa acaso?

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dejaré de flirtear con kenny con todos los pendejos que tengo de formas incomprensibles? no

 

Mi confusión con el nombre le sacó una risa nasal, nada muy loco, pero me di por satisfecho con la reacción y me permití suavizar la expresión según me acercaba a ella. Seguí su movimiento con la mirada, sin ninguna intención detrás, y ensanché un poco más la sonrisa al escuchar la corrección que me hizo de su nombre, haciendo que asintiese con la cabeza para indiciarle que ya no lo olvidaría.

—¿Un club en espíritu, dices? —repetí, en voz algo baja, y repasé el aula con la mirada antes de hacer un gesto de entendimiento con la cabeza y mirarla con la sonrisa renovada—. Quizás, no sé.

Dejé la frase en el aire, como si estuviese sopesando realmente los pros y contras de entrar a un simple club de arte, y decidí echar la cadera en el escritorio que había a mis espaldas, sin apartar la mirada de la chica mientras pasaba una pierna por delante de la otra y echaba la cabeza ligeramente hacia un lado.

>>¿Estaríamos tú y yo a solas la mayor parte del tiempo, acaso~?

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never stop baby 7u7

 

Si me lo preguntaban ya iba siendo hora de que nos lanzaran alguien menos... aburrido en la clase, porque entre Ishikawa, Sugawara, el hecho de que Shimizu era un maldito inútil y el resto eran un poco personajes de relleno la verdad era que me estaba aburriendo en demasía. Quería decir, medio hacía el tonto con Aaron y tal, pero no tenía ni de cerca la misma naturaleza.

Seguí sus movimientos sin especial manía, de una manera parecida a la que él estaba siguiendo los míos. Asentí con la cabeza a su primer pregunta, así no hiciera falta realmente, y crucé una pierna sobre la otra mientras lo repasaba con la vista en lo que fingía estar sopesando la situación. Apoyó la cadera en la mesa detrás de él y su siguiente pregunta me arrancó una risa que fue más bien un ronroneo.

Eché la cabeza hacia un lado también, en espejo, y tamborileé la superficie bajo mis manos con las yemas de los dedos con cierto aire distraído.

—Tal vez~ ¿Te parece un problema? Pensaba que sería una buena manera de, ya sabes, conocernos mejor ya que somos compañeros de clase —lo dije como si nada, pero claro que el cuento no me lo creía ni yo. De cualquier forma suavicé los gestos a conciencia—. Tiempo de calidad~

 

Me di cuenta al vuelo que la chica me estaba siguiendo el rollo con bastante facilidad, no solo en cuanto a conversación se refería, si no también en los gestos. Me estaba prestando prácticamente la misma atención que yo le estaba prestando a ella, siguiéndome con la mirada en todo momento, y ese era uno de los tantos detalles que estaba guardando en mi memoria, todo para poder hacerme una idea del tipo de persona que esta chica era.

No podía evitarlo, mi mente trabajaba para categorizar a la gente antes de que fuese plenamente consciente de que lo estaba haciendo.

Con Katrina me estaba costando un poco, sin embargo, y lo cierto era que no me estaba sentando muy bien aquella complicación. Estaba dibujando su personalidad en mi cabeza a medida que hablábamos, sí, pero no me estaba resultando satisfactoria; era como si algo no acabase de cuadrar del todo. Así pues, cuando escuché su propuesta de aprovechar aquel tiempo para conocernos mejor, no pude evitar sonreír con cierta satisfacción personal que no pretendí disimular demasiado.

—Qué va, me parece buena idea~ —contesté con tono liviano, tras haber negado suavemente con la cabeza, y me crucé de brazos mientras le dedicaba una sonrisa risueña—. ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre, entonces? Digo, aparte de dibujar, asumo.

 

Si alguien me hubiese dicho que le estaba dificultando la lectura a este chico me hubiese reído con ganas, más que todo porque no era algo que fuese intencional ni nada. Puede que llevara haciéndolo de forma inconsciente desde... No sé, ¿desde que nos mudamos a Japón? Ya era una mocosa reservada de por sí, luego me sacaron de mi charco y me fui al traste, por decir algo. No tenía interés en mostrar demasiado de lo que era, más allá de lo que se veía.

En su defensa, yo tampoco la estaba teniendo demasiado fácil en mi intento por meterlo a alguna de mis cajas de categorías. No tanto porque algo no encajase como tal, sino porque de alguna manera parecía poder encajar con facilidad en varias cajas y me descomponía un poco los radares. Jamás lo tiraría de cabeza en la misma categoría que Wickham, por decir algo, pero tampoco lo arrojaría al otro extremo por completo.

¿Dónde entonces?

La satisfacción que detecté en su sonrisa me fue suficiente de todas formas, al menos para saber que tenía tiempo para pretender averiguarlo y despegué las manos de la mesa para tomar el sándwich que había dejado a un costado y comenzar a desenvolverlo sin demasiada prisa, dejé una mitad a un lado. Su pregunta me alcanzó, le di un par de vueltas, incluso le pegué un mordisco al sándwich y bajé el bocado antes de responderle.

—Tengo un gatito pequeño —respondí, fue la cosa más genérica y a la vez sincera que pude sacar el cajón de respuestas—. Me gusta jugar con él un buen rato cuando llego a casa, antes de cualquier cosa, algo así como Kitten Time. ¿Y a ti, Kenny~? ¿Algo que añadir a esa interesantísima lista encabezada por el dibujo?

En lo que esperaba su respuesta volví a darle un mordisco al sándwich, a medio camino conecté neuronas y después de masticar le ofrecí la mitad que había dejado aparte. Quizás porque sí, quizás para que se acercara más, vete tú a saber.

—Es de jamón~

 

La chica pareció tomarse bastante en serio mi pregunta, tomándose un tiempo prudencial para pensar una respuesta que fuese adecuada. Eso, o quería empezar a comer sin quedar muy mal delante de mí, por lo que pilló la oportunidad al vuelo e hizo como que sopesaba una posible contestación cuando no era el caso. Fuese cual fuese la opción, lo cierto era que no me importaba demasiado, y simplemente esperé pacientemente a que me respondiese cuando creyese oportuno.

Y cuando lo hizo, puse toda mi atención a su respuesta, alzando ligeramente las cejas al procesar la información. No era que me sorprendiese del todo, digamos, porque la muchacha daba todas las vibes de ser a cat person, pero supongo que tampoco había esperado imaginarla mimando y jugando con un cachorrillo de gato. Se me hacía una imagen... algo tierna, a decir verdad, y la tontería logró suavizarme la sonrisa.

—No sabría decirte, me gusta probar cosas nuevas siempre que tengo la oportunidad —contesté, sin darle muchas vueltas por mi parte, y me encogí de hombros—. Pero... supongo que viajar es una constante. Me gusta descubrir lugares nuevos, conocer gente diferente... ese tipo de cosas.

Bajé la mirada hacia la otra mitad del sándwich en cuanto me lo señaló, captando sus intenciones, pero lo cierto es que dudé un poco ante la idea. ¿Estaba bien quitarle la mitad del almuerzo a una chica tan pequeñita? Suponía que si me lo ofrecía estaba bien, aunque...

Desistí del debate mental después de un rato, asumiendo que no pasaba nada si ella lo había propuesto, y murmuré un 'gracias' mientras me acercaba para coger el trozo de sándwich y darle un mordisco. Asentí con la cabeza mientras masticaba, en un signo de aprobación bastante innecesario, y aproveché ese tiempo para pensar otro posible tema de conversación, sin moverme de la zona donde me había plantado.

>>Akaisa habías dicho, ¿verdad? —dije al final, tras haber tragado—. Podría sonar japonés, pero tienes demasiado buen acento hablando inglés, así que lo dudo~

No offence intended to Japanese people.

 

Me había tomado mi tiempo en lo del sándwich y la respuesta porque di por asumido que a este chico le daba igual si lo hacía, en grandes rasgos porque parecía lo suficientemente paciente o desligado si uno estiraba demasiado la cuerda. Suponía que averiguaría cuál de los extremos era en algún momento, como acababa haciendo la mayoría del tiempo.

Cuando le respondí lo noté alzar las cejas y la tontería me hizo cierta gracia que me habría hecho reír de no ser porque había seguido comiendo. Suponía que no estaba entre sus primeras opciones imaginarme usando mi tiempo en jugar con un gato, es decir, por mucho que tuviese las vibes de cat lady y tal. Igual la estupidez le suavizó la sonrisa y por alguna razón me permití repasar sus facciones de nuevo luego de eso.

Su respuesta no fue complicada ni nada, tampoco desencajó con esa imagen que daba de, no sé, solo fluir con el espacio. La gente que disfrutaba de viajar era similar en un aspecto, ese que les daba las cualidades de un globo de helio mecido por el viento. Quería decir, a casi todos nos gustaba salir de casa, pero era una categorización diferente.

—Debes estar en tu salsa en esta escuela entonces —atajé como si nada—. Ni el recalentado de Navidad tiene tantas cosas diferentes como este pedazo de tierra.

¿En el Infierno a puertas abiertas quería decir? Quizás.

Cuando le ofrecí el sándwich noté su duda, las razones me la traían floja así que me quedé esperando que acabar por aceptarlo, que fue lo que acabó por hacer agradeciéndome en el proceso. No era de comer demasiado ya de por sí, el tabaco se había encargado de desvanecerme el apetito desde hace tiempo, de forma que no había drama.

Imaginé que en lo que masticaba y tal le siguió dando vueltas a la conversación, y no tardó en dar bastante cerca del centro de la diana. Lo del acento me hizo reír, volví a darle un bocado al sándwich y de paso también tomé algo de agua después de haber tragado.

—Nací en Estados Unidos, en el DC —respondí por fin—. Nos mudamos aquí cuando tenía nueve, así que a pesar de todo digamos que ya tuve tiempo para convertirme en parte del paisaje.

Se había quedado en donde se había plantado al aceptar el sándwich, así que volví a ladear la cabeza y me hice la pensativa.

—Y tú dices de todo menos Japón por cualquier lado que te mire, ¿qué pasó con eso?

 

El comentario que soltó cuando respondí a la pregunta me pilló bastante desprevenido, si tenía que ser sincero, y por ello no pude disimular la risa incrédula que se me escapó de los labios apenas ella terminó de hablar. Me encogí de hombros después, como para quitarle importancia, y eché un vistazo hacia el techo con cierto aire pensativo antes de volver a mirarla con una sonrisa convencida.

—Hay bastante variedad, sí —admití finalmente, asintiendo con la cabeza—. Es entretenido~

Había conocido un par de personalidades dispares ya, y ni siquiera tenía que haber ido muy lejos para ello teniendo en cuenta la obvia diferencia que había entre mi hermana y la chica morena que era su amiga, Emily. Había tenido contacto con algunos alumnos más, aun así, y solo podía seguir confirmando la teoría de que había de todo un poco metido ahí. ¿Estaba en mi salsa por ello? Pues... quizás un poco sí, no iría a negarlo.

Me di cuenta de que me había quedado ahí estaqueado mientras ella respondía, pero decidí centrar mi atención en su contestación antes de decidir lo que hacer. Así lo hice, asintiendo de nuevo con la cabeza al haber confirmado que no era de aquí a pesar de que se notaba que llevaba mucho tiempo viviendo en el país, y después de unos segundos miré a ambos lados de mis pies para finalmente sentarme en el suelo como si nada.

Quedaba más o menos a su altura y el suelo estaba estúpidamente limpio, como casi todo lo que había en Japón, a decir verdad. Le di un buen bocado al sándwich después, con una expresión ligeramente divertida al pensar en lo repentina que tenía que haber sido mi movida, y me encogí de hombros una vez más ante su pregunta.

>>Cosas de familia —contesté, sin más, y desvié la vista hacia mis manos un par de segundos—. Nací en Gales, aunque he vivido aquí y allá por culpa de mis padres. He intentando librarme de este año, pero parece que es una misión imposible~

No había resentimiento ni nada remotamente parecido en mi voz, a decir verdad. No me importaba hablar sobre mí o mi historia, aunque por regla general prefería escuchar la de los demás, y nada de lo que pasaba en mi vida me pesaba lo suficiente como para tomármelo a mal, por ello hubo hasta una chispa de diversión mientras hablaba. Quizás fuese alguien optimista, no sabría definirlo al cien por ciento, pero al menos sabía que no me gustaba preocuparme demasiado por nada.

>>I won't complain, tho, es bastante mejor de lo que esperaba. ¿Y has vuelto alguna vez a Estados Unidos desde que viniste aquí? ¿Lo echas de menos, o ni siquiera lo recuerdas? Desde los nueve años... es bastante tiempo.

 

El comentario que le había soltado no era necesariamente lo que esperaba y me di por satisfecha al escucharlo reír, parecía que no era algo que hubiese pensado mucho hasta que se lo habían dicho y pues tenía su gracia. Yo no tenía detalles en sí, ni de que conocía a Emily ni de con quiénes más había tenido contacto en realidad, pero ya de por sí digamos que por pura estadística debía haberse llevado algunas sorpresas.

—Lo importante es no aburrirse después de todo~

Había seguido sus movimientos cuando decidió sentarse en el suelo, luego de que le respondiera, y me pregunté qué clase de descarte de opciones lo llevaba a uno a decidir eso antes que cualquier otra superficie, pero tampoco era que me fuese a quitar el sueño. Si acaso me pareció curioso, nada más, y tampoco lo dejé ver demasiado porque él mismo parecía consciente de lo repentino del asunto.

Igual regresé mi atención a su voz apenas se puso a contestarme, de toda la selección posible Galés no era lo que se dice la primera opción, tampoco eso de que hubiese acabado viviendo aquí y allá por cosas de sus padres. Quería decir, lo entendía de alguna manera, pero también me pregunté qué sentido de estabilidad podría meterse uno en la cabeza en esas condiciones, incluso si decía que le gustaba viajar. De nuevo, eran dos cosas que iban en sacos diferentes.

No me interesaba escarbar demasiado tampoco, si había preguntado era para hacerme una imagen algo más nítida de él, pero poco más. Además no parecía haber en él especial resentimiento, así no era que tuviese que complicarme con nada de lo que acababa de contarme. Su pregunta, eso sí, dio un poco más cerca de casa de lo que me hubiese gustado y fingí pensármelo un rato a pesar de que sabía cuál era la respuesta.

—No hemos vuelto —resolví con calma, balanceando la pierna—. Ah... llegaste luego de la mascarada. Es para reírse, pero mi padre intentó replicar la casa de DC aquí, supongo que para él eso sería suficiente. No echo de menos el pedazo de tierra, echo de menos a las personas que quedaron allá, las mujeres que me criaron y tal.

Había sido un poco un sincericidio, pero tampoco lo solté como si fuese la gran cosa en realidad, así que seguí sobre el curso de la conversación. Suponía que daba tiempo a una última pregunta antes de que se nos acabara el receso.

—De los lugares en los que has estado, ¿cuál ha sido tu favorito?

 

Su respuesta final sobre el asunto de los alumnos tan variados que había en la escuela me pareció la mejor manera de sentenciar el tema, así que simplemente le di la razón con un asentimiento de cabeza y el atisbo de una sonrisa divertida.

Supuse que le sorprendería un poco que me hubiese sentado en el suelo, pero la verdad era que tampoco veía ningún otro sitio más apropiado para mí; dudaba que la mesa aquella soportase mi peso junto al de la chica, y si había alguna clase de taburete disponible para el alumnado, estaba bien escondido de mi vista. Tampoco me importaba demasiado, a decir verdad, y la chica no comentó nada al respecto, así que todos ganábamos.

No se inmiscuyó demasiado en mi respuesta después de habérsela dado, lo cual era de agradecer de alguna manera, y si llegué a incomodarla con la que yo le hice... pues no tenía mucha manera de haberlo sabido. Era perfectamente aceptable que no me respondiese algo si no le apetecía, no era en absoluto alguien que se fuese a enfadar por ello, y como asumí que ella era consciente de esa posibilidad, imaginé que no le molestaba demasiado.

Asentí con la cabeza, pues, indicándole que estaba siguiendo su historia, y simplemente hice un gesto de entendimiento cuando acabó. Ya me había enterado de la famosa mascarada que se había organizado antes de que yo llegase a Japón, así que en realidad no tenía mucho en lo que meterme de su relato. Podía entender que echase de menos personas a las que se hubiese atado de alguna manera, pero suponía que con nueve años tampoco podía ser tan dramático en comparación a edades mayores.

O quizás yo era demasiado despegado como para entenderlo, ni idea.

—La parte mediterránea de Europa, especialmente Grecia —contesté, sin ningún atisbo de duda, con un ligero aire de nostalgia en mi sonrisa—. Aprendes mucho de su historia estando ahí, pero también tiene unas playas buenísimas. Y la fiesta, claro~ —añadí lo último con un leve tinte travieso en mi tono de voz, guiñándole el ojo antes de centrarme de nuevo en mi sándwich.

Me lo acabé de un bocado y aproveché el momento para mirar la hora en mi móvil, dándome cuenta así que ya le quedaba poco al receso. Me levanté del suelo, pues, y me limpié el uniforme mientras le dedicaba una última sonrisa amigable a la chica.

>>Hey, tengo que irme un poco antes a hacer algo, pero ha sido un placer —le dije, y me despedí de ella con la mano a la vez que me alejaba hacia la puerta—. Supongo que no sería tan malo pasar tiempo contigo a solas si decido unirme al club~ —sentencié, con una carcajada liviana, antes de salir de la sala.

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hey, muchas gracias por haberle caído al pendejo (aunque medio te condicioné a ello posteando aquí, qué remedio (?) uwu me lo he pasado super bien, like always <3

 

La pregunta de Kasun posiblemente fuese mero protocolo, pero a mí eso nunca me había hecho especial ruido, acostumbrado como estaba a no conectar con nada. La verdad el asunto tenía su gracia, de alguna forma parecía que los tres no éramos más que montones de aire de diferentes maneras.

—Entré este año, algo después de que ya habían iniciado las clases —respondí mientras caminábamos—. Te preguntaría, pero como tu hermano está en nuestra clase pues es un poco obvio. ¿Te gusta la escuela? La gente que has conocido y tal.

El resto de espacios de la escuela debían estar ocupados, más allá que uno u otro espacio. Así que la idea de robarle el salón a Akaisa no había sido mala, al menos podíamos estar tranquilos y tal. La siguiente pregunta del chico me hizo asentir con la cabeza.

—El club de radio —añadí después—. No ha estado muy activo de cualquier manera.

Como fuese, llegamos a la sala de arte y entramos sin mayor complicación. Estaba vacía, caminé hasta el centro donde estaba la mesa de los bodegones y me senté como si fuese mi casa, miré a ambos chicos antes de repasar el espacio con la vista. Habían alguna pinturas colgadas en las paredes, seguramente de estudiantes viejos.

—Bien, pues hemos llegado, caballeros.

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