Sala de arte

Tema en 'Primera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    En mi despreocupación general se diluía incluso la angustia que llegaba a sentir algunas veces y quizás no fuese descabellado preguntarse hasta dónde era mi propio escudo contra el mundo, si nada me tocaba lo suficiente no tenía que pensar de más. Si las amistades que forjaban estaban bien delimitadas, si trazaba correctamente la línea que nos separaba, nada debía salirse demasiado de control nunca. Tora era el único que mantenía de forma constante a mi lado, por eso era la extensión, porque cuando yo no funcionaba alguien debía relevarme, pero más allá de eso cada cuerpo era una esfera distinta.

    Si los núcleos no se fusionaban la energía no reventaba.

    Podíamos coexistir sin revolvernos lo suficiente como para olvidarnos de dónde terminaba uno y empezaba el otro. Esa clase de conexión, casi necia, era excesiva para la mayoría de cuerpos, cualquiera podía quebrarse bajo tanta presión y era innecesario, al menos a mí me lo parecía incluso si era un líder para los muchachos. Ellos eran ellos y yo era yo.

    Le dije a Bea lo de que disfrutaba salir, lo de los paisajes en movimiento y ella me escuchó como hacía siempre, pues incluso en su timidez esta niña era siempre atenta con quien tenía frente a ella. Incluso si temblaba como hoja, si no podía sostener el contacto visual o hilar una frase sin quedarse atorada, siempre oía y lograba decir algo que se relacionara con lo que uno compartía con ella. Era sensible y considerada, cualidades con las que no contaban tantas personas como uno pudiera pensar. En la sensibilidad y consideración había amor, un amor inmenso que no cualquiera podía sostener.

    Solo los guerreros y los rebeldes podían amar así.

    Luego de que hablé de Tora Bea dijo una palabra, se arrastró de forma diferente, aunque no tan lejana y me pregunté a qué idioma pertenecería, aunque no lo dije en voz alta. Me limité a seguir hablando, tal vez en un intento por quitarle algo de preocupaciones respecto al indiferente de Tora, pero sin mentirle. Ella fue sincera al decirme que no sabía cuándo se sentiría lista y sonreí, tranquilo.

    —Ya has sido valiente antes —dije como una reflexión al aire—. Al preocuparte por mí y cuando pasamos el receso con los hermanos.

    Pensaba preguntarle si me había pedido que viniera por algo en particular cuando me ofreció de la caja, que resultó contener tres dorayakis envueltos en su servilleta respectiva. Dijo que me había pedido que viniera para saludarme e invitarme a uno, escucharlo de ella me hizo sonreír con ternura, ni siquiera lo disimulé, y estiré la mano para tomarlo pues tampoco era yo de hacerme del rogar.

    —Deberíamos hacer una fiesta de dorayakis como aniversario de amistad o algo así —bromeé todavía enternecido y le di una mordida al que había tomado—. Puedes decirle Tora tú también, no creo que le importe en lo más mínimo. ¿Estás segura que puedo llevarle uno? ¿No te lo quieres quedar tú, Bea?
     
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    Bruno TDF

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    Al abrir la oportunidad de que me presentase a su mejor amigo, me invadió un vacío en el estómago, provocado por la incertidumbre. Sentía que esta suerte de plan… implicaba meterme en un terreno que me costaría controlar, tanto por la actitud que parecía definir a Torahiko; como por mi dificultad para mantener una interacción social. Al igual que me sucedía con lo del proyecto hasta hace un momento, daba por seguro que me asaltaría el miedo de meter la pata y avergonzar a Rowan… Pero, justamente, ese era el lugar que me daba la oportunidad de generar el cambio que anhelaba para mí: enfrentar hasta el último rincón de ese miedo. Quería ser capaz de estar con más personas, hacer grupos como los demás. Pertenecer. Y, en un plano más particular, tal vez me interesó conocer a Torahiko con la idea de… agradecerle por cuidar de Ro todo este tiempo… A su extraña manera…

    Q-quién sabe cómo saldría todo. Pero… Si Tora sabía que me llevaba bien con Rowan, tal vez… ¿podría ver en mí a otra posible amiga? Entonces, si eso sucedía… ¿seguiría dándome miedo?

    Para averiguarlo, debía enfrentar mis límites. Hacer acopio de la valentía que prometí a mi senpai. Sabía que estaba siendo valerosa hace tiempo… Desde aquel almuerzo en el invernadero. Mas, a mis acciones no les daba la importancia que merecían y siempre añoraba ser una chica valiente, como si nunca hubiese alcanzado ese estado. Era demasiado insegura para entender que la valentía no se limitaba a la acción, sino que también se originaba en la predisposición a enfrentar mis miedos.

    Por eso, cuando Rowan dijo que ya había sido valiente antes, en mi semblante se notó desconcierto primero… y, luego, una ilusión que moderé como pude. La calidez que me recorrió el alma fue inesperada, como una ola repentina, que me provocó un leve estremecimiento. Obviamente, traté de que no fuese muy visible ante Rowan, porque temí que mi emoción se viera demasiado infantil. Mis ojos sólo permanecieron en Rowan, preguntándole en silencio si de verdad pensaba eso de mí. Pero en lugar de responderle algo, pasamos a los dorayakis… Lo cual no quitó lo obvio de mis reacciones.

    Me hizo bien al corazón que reconociera en mí a una persona valiente.

    Rowan se vio enternecido al saber el motivo de mi llamada. A decir verdad, p-puede que los dos estuviésemos siendo obvios con nuestras reacciones, pero no importaba. Su carácter alegre me daba paz, y por eso quería lo mejor para él. Y en ese momento, mientras lo veía diciendo la broma del “aniversario” con la expresión todavía enternecida, me di cuenta de algo: hacerlo sonreír era una buena forma de traerle ese bienestar que tanto deseaba para él. Debería tratar de hacerlo más activamente, ¿ta vez? Aunque... pronto me distraje de este pensamiento cuando preguntó si estaba segura darle un dorayaki a Torahiko.

    —¡N-No hay problema…! —me apresuré a responder— Q-quiero que Tora… también disfrute de uno. P-podríamos considerarlo… un saludo de mi parte, ¿no… no crees? —propuse en un murmullo— Así sabrá que yo existo y que… lo tengo en consideración. Quizá esto nos ayude a conocernos mejor… c-cuando llegue el momento...

    Lo miré a los ojos y mis labios se removieron ligeramente, delatando la lucha por retener la pregunta que terminé exponiendo:

    —¿Crees que… podría llegar a caerle bien... a Tora?

     
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    Zireael

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    Tenía su gracia que Bea estuviese pensando en la posibilidad de avergonzarme, cuando yo estaba aquí sentado completamente seguro de que era Tora el del problema. No me había sentado a pensarlo a profundidad, pero aunque diferentes en su manifestación, lo cierto era que tanto Bea como Tora tenían dificultades para relacionarse con las personas, incluso si Sakai podía jugar de forma más hábil con las máscaras que yo le había enseñado con el paso de los años. A veces solo le daba pereza actuar y mandaba todo a la mierda.

    Juntarlos solo era descabellado por la agresión de él hacia el mundo, pero era cierto que no aterrorizaba niñas pequeñas por las risas, en verdad solo reaccionaba a las amenazas, fuesen verdaderas o imaginarias, algo que no podría encontrar en esta chica. No sabría determinar si podrían llamarse amigos el uno al otro, pero Tora aceptaba a Sasha y hasta bromeaba con ella, suponía que podía aceptar a Bea.

    En cualquier caso, reconocí la valentía de la niña y ella pareció desconcertada primero, ilusionada después y volví a sonreír con ternura aunque nos distrajimos en el asunto de los dorayakis. Asumía que Bea tenía dificultades para reconocer su propia valentía, su propia tendencia a la acción, por eso memorizaba esos momentos, para cuando pudiese reflejarlos hacia ella. Era más fácil vernos a nosotros mismos a través de otros ojos.

    Me dijo que no había problema en que le llevara el otro dorayaki a Tora, así que estiré la sonrisa que había mantenido en el rostro y tuve presente llevárselo cuando saliera de la sala de arte, fuese que siguiera en el pasillo o se hubiese ido al salón. Ella dijo que podía ser como un saludo, que así sabría que existía y se me soltó una risa.

    —Ya sabía que existías —apañé entre la risa—, pero seguro le gusta el dorayaki, como consideración de tu parte quiero decir.

    Bea me miró a los ojos, noté que pareció contener algo que finalmente dijo, que resultó ser una pregunta muy, pues muy Bea de su parte. Le di otra mordida al dorayaki, pero estiré la mano para acariciarle la cabeza con cariño.

    —Seguro que sí. Acabo de estar pensando que a él, aunque lo manifiesta distinto, también le cuesta un poco esto de relacionarse con otros, pero sabe reconocer la amabilidad de los demás —expliqué antes de regresar la mano a mi espacio después de asegurarme que no la había dejado despeinada—. Siempre has sido amable, incluso cuando estás nerviosa, seguro que eso suma Torapuntos así que no te preocupes de más.
     
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    Su cuerpo cedió por un arranque de risa, que me llevó a dirigirle una mirada de tímida curiosidad. Reír formaba parte de la naturaleza de Rowan, y a través de él aprendí que reír no implicaba burla, como siempre creí en mis peores años: en esos gestos se transmitía ternura; sana diversión; o la simple alegría de vivir el momento. Era un mundo de posibilidades positivas y por eso me dio intriga entender qué le hizo gracia. Lo que dijo a continuación… fue algo que no había considerado en todo este tiempo, o quizá se me había pasado en medio de mis pensamientos diarios.

    Me ruboricé al procesar que Rowan ya le había hablado a Torahiko… ¡s-sobre mí!

    —¿E-en serio…? —pregunté, desviando la mirada; empecé a pasarme los dedos por un mechón de cabello, peinándolo, como si creyera que Tora iba a entrar en ese preciso momento— B-bueno… E-eso facilita un p-poco más las cosas, ¿tal vez…?

    En el medio del repentino hormigueo de nervios, supe encontrar el aspecto más positivo de lo que Rowan acababa de revelar. Conocer a Torahiko iba a costarme, era algo que mi senpai y yo sabíamos, en el breve silencio que danzó en la sala de arte; bajé las manos en torno a la cajita y traté de imaginar cómo sería ese encuentro, qué le diría a Torahiko en primer lugar. Fue entonces cuando miré a Ro a los ojos, y le hice mi pregunta tras otro instante de duda.

    Antes que nada, su mano se dirigió hacia mi cabello. Volví a estremecerme como un animalito, aunque… fue menos pronunciado que la vez anterior, ¿creo? Mis iris se desviaron hacia su mano cuando hizo contacto conmigo. Y… al sentir el cariño depositado en esa caricia, liberé el aire de mis pulmones y relajé la postura… Hasta cerré los ojos…

    No tardé en abrirlos al escuchar la primera parte de su respuesta.


    Torahiko… ¿también tenía problemas para relacionarse con los demás?

    ¿Habrá... sufrido mucho?


    La pregunta se coló entre mis pensamientos. A juzgar por el concepto del “miedo”, las dificultades de Tora debían provenir de una raíz muy diferente a la mía. Y puede que… tampoco añorase estar cerca de los demás, con la fuerza que lo hacía yo. Lo cierto es que no había forma de dar precisiones. Aún así, saber que ese chico tenía un problema parecido al mío… me hizo empatizar con él. Me llevé la mano al pecho, hacia mi corazón atormentado, que ahora latía con una energía diferente.

    En el fragor tempestad, podíamos encontrar la luz de la bondad.

    “Siempre has sido amable, incluso cuando estás nerviosa…”

    Había mantenido la mirada baja en lo que Rowan habló, y cerré con suavidad el puño cuando esas palabras me alcanzaron. Me pidió que no me preocupara de más, por lo que elevé la mirada para corresponderle con un asentimiento. Mi expresión, comúnmente dubitativa, se había suavizado.

    —Lo sé… —musité, con un ligero suspiro—. Si estás ahí, todo saldrá bien. Nos sentiremos bien.

    Otro silencio, en el que permanecí en sus ojos. Para sorpresa de ambos, volvió a ocurrir...

    Sonreí.

    Mis labios apenas se curvaron, en un gesto tímido. No pude controlarlo, porque me había embargado la ternura de repente.

    —Eres especial, ¿sabes? —murmuré, deslizando los pulgares por la tapa de la cajita, que había vuelto a mi regazo— Tienes un gran corazón, Ro-senpai. Me alegra muchísimo ser amiga… de alguien como tú. Y me animo a decir que… que Tora piensa igual —como me estaba empezando a ganar la vergüenza, traté de alivianar con una broma, cosa rara en mí:— ¡P-podrás presumir que eres el único que tiene tantos Beapuntos y Torapuntos a la vez!


    Ah, nada como una dosis de feels a las ocho de la mañana. No pude controlar a Bea *Pacha meme*

    Y... por acá cierro. Sólo puedo decir una cosa: LOS AMO ❤
     
    Última edición: 6 Agosto 2024
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    Pobre niña, apenas le dije que Tora ya sabía de su existencia se ruborizó, pero pensé que era mejor que supiera que ya ambos sabían de la existencia del otro a que ella se diera cuenta cuando lo conociera, incluso si no era algo que fuese a pasar pronto. Se me ocurrió que el manejo de las emociones resultantes podía ser un poco mejor, pero en realidad era una suposición y ya.

    Asentí con la cabeza como respuesta a ambas dudas, la de si en serio le había hablado de ella y la de que tal vez eso facilitaba más las cosas. Cuando la toqué se estremeció como un animalito, lo normal, aunque quizás un poco menos que la otra vez, pero no mucho después relajó la postura y noté que cerraba los ojos. Con doscientos cacaos mentales o sin ellos, al menos me parecía que Bea entendía que era un gesto nacido del afecto y ya.

    Por otro lado, apelar a la empatía de Bea había demostrado ser el curso de acción más estable. La preocupación o los escenarios similares parecían despertar en ella una firmeza de la que carecía normalmente, suponía que era algo que venía de su sensibilidad, porque aunque podía parecer frágil demostraba que no lo era. Confiaba en que soportaría un encuentro con Tora en tanto él se comportara y que si me veía sintiéndome mal estaría allí, por decir algo.

    Igual cuando volvió a hablar, sin tartamudear, sostuve su mirada y entonces mi semblante se suavizó, justo como había ocurrido con el suyo. Sabía que hacía las veces de guía, que cuando mi cuerpo lo permitía era el líder con el que los otros se sentían seguros, pero escucharlo de Bea en vez de los muchachos del barrio o del club de arte de la otra escuela era diferente.

    —Eso espero —dije casi en voz baja.

    Por si no fuera ya suficiente ternura y sentimientos a las ocho de la mañana, me sonrió, pudo hacerlo aunque el gesto fue tímido y habló otra vez. Dijo que era especial, que tenía un gran corazón y que le alegraba ser amiga de alguien como yo, que seguro Tora pensaba lo mismo. Bajé la vista a lo que me quedaba del dorayaki, en una mezcla de alegría y vergüenza que sentía pocas veces, aunque lo de los Beapuntos y los Torapuntos me hizo reír por lo bajo.

    Fue también una de las pocas veces que me preocupó decepcionar a alguien.

    ¿Qué pasaría si Bea se daba cuenta de mi lugar en el barrio? ¿Si sabía que había negociado con el otro par para falsificar joyas? No debía enterarse en su vida, ni ella ni nadie, pero el escenario lejano e hipotético fue bastante deprimente. Una parte de mí quería que Bea siguiera pensando que era especial y de buen corazón, cuando en verdad no era diferente a otro montón de hijos de puta.

    Solo sabía mentir.

    —Gracias por tus palabras —dije unos segundos más tarde y no le di un abrazo solo porque la habría matado de nervios—. Y muchas gracias por el dorayaki, estaba muy rico. Me alegró mucho que me buscaras, ¿sabes? Y pues sí que presumiré mis Beapuntos, ¡son mi mayor orgullo!

    Al decírselo le dediqué una sonrisa bien amplia, sincera a pesar de todo lo que había pensado de repente. Nos debía quedar muy poco tiempo, así que le ofrecería acompañarla a clase y luego subiría, con algo de suerte Tora podría comerse el dorayaki antes de un par de mordiscos.

    LAS OCHO DE LA MAÑANA *llora*

    Por acá cierro yo también, los amo mucho ;; gracias por secuestrar a Ro
     
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    Zireael

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    Ausencias, intermitencia, preguntas sin hilo conector, sentencias dadas al aire y poco más, pero todo parecía igual a la larga. Existía una distancia entre ellos y yo, una brecha que comprendía pues ninguno era un amigo de años ni nadie que conociera anteriormente. Lo que nos unían eran meras conversaciones, tiempo que todavía era demasiado reducido y… en un caso algo parecido a un favor, pero no importaba. Todo lo que sabía era que pasaban cosas que escapaban a mi control y que no debía angustiarme de más por personas que conocía recién.

    Lo mismo que me dije hace un mes.

    Cuando la campana sonó me levanté de la silla, saqué mi almuerzo y salí del aula sin prisa. Bajé caminando, tranquila, y observé el cielo cargado de nubes del exterior por las ventanas, pensando que este calor solo podía anunciar una lluvia de proporciones similares incluso si no tenía pinta de ir a caer pronto. Una tormenta de verano, ¿no? Quizás fuese necesaria, habían demasiadas cosas cargando las nubes sobre nuestras cabezas. Muchas de ellas ni siquiera eran de mi conocimiento o incumbencia, pero las sentía rebotar a mi alrededor.

    Mientras bajaba envié algunos mensajes al grupo de las chicas, quedamos en vernos por la noche para ir a comer algo y guardé el móvil. En la planta baja avancé un poco por el pasillo con intención de ver por las ventanas antes de seguir mi camino, pero noté la puerta de la sala de arte abierta y como era curiosa al punto de lo peligroso o lo estúpido me acerqué, husmeé antes de entrar y vi que no había nadie.

    Caminé, vi la mesa que seguro usaban para los bodegones y los trabajos en las paredes. Los observé con calma, detallándolos con toda la precisión que mis ojos inexpertos me permitieron. Vi sombras, luces, profundidad y esfuerzo tácito, los trabajos eran buenos incluso si no salían de lo académico. Siempre había admirado a los dibujantes y pintores por su capacidad de observar el mundo, fracturarlo en sus partes más pequeñas y volver a armarlo según cómo ellos lo entendían, fuese reproduciendo las imágenes fielmente o cambiándolas.

    Oh, is the Rookie —murmuró una voz desde la puerta, la reconocí de inmediato y me tensó el cuerpo—. No creí que te gustara el arte.

    Me giré, mi mirada dio con la muchacha de los ojos heterocromos y apenas recibió mi atención sonrió, caminó desde la puerta y se acercó a mí. Su sonrisa era moderada, pero había algo en el gesto que lo volvía siempre condescendiente o al menos a mí me lo parecía.

    —¿Y por qué no?

    Well, you have a point. Tiene pinta de que tienes gustos un poco estrafalarios ahora que lo pienso —respondió, sus gestos no cambiaron y empezó a rodearme—. ¿Cómo va la correspondencia, cariño? Puedo regalarte los pines, you know, the ones you use for pinning insects.

    No respondí, tensa como estaba, y me pregunté por qué le interesaba todo este asunto en realidad. Mi falta de respuesta igual le vino en gracia, se permitió una risa y cuando estuvo a mis espaldas volvió a hablar.

    I'm a girls girl, dear. No te voy a comer viva —murmuró, seria de repente—. Haz lo que quieras con lo que te digo, al final es tu asunto. Aunque hablando de bichos, ¿tienes alas propias?

    La pregunta fue extraña, se fundió con un movimiento de su parte y su mano alcanzó mi espalda justo en medio de los omoplatos. El contacto aunque extraño no fue tan invasivo como debía parecer desde fuera, mantuve mi posición y no respondí, dándole vueltas al asunto. Pensé de nuevo en la conversación con Sóloviov, también recordé el día que estaba en el observatorio con Mason y llegó Morgan. El contenido no era el mismo, solo era… las vibras fueron similares por alguna razón.

    Al no recibir una respuesta apartó su mano, retrocedió y navegó el espacio hasta la mesa, donde finalmente tomó asiento. Tardé demasiado en darme cuenta de que había invadido un espacio que le pertenecía.


    relleno porque puedo (?

    ahí las dejo cuz why not
     
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    Gigi Blanche

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    —Es curioso el detalle de que hubiera una forma de domesticarlos —le iba diciendo a Kenneth, mientras navegábamos los pasillos—. Quizá la palabra correcta sea someterlos, de hecho, aunque ¿domesticar a un animal no es una forma de someterlo? El asunto con los kelpies es que debes utilizar una brida de plata, y que si llega a perderla o quitársela, recuperará su poder y se volverá contra su captor con toda la furia acumulada. Son criaturas muy orgullosas y, por ende, vengativas. Los caballos dan esa sensación, ¿no? Se los asocia con nociones de elegancia y magnanimidad. Imagina pretender dominar un caballo mágico y gigante. —Suspiré con ligereza—. Hay una historia, un cuento sobre el laird de Morphie, que sometió a un kelpie para la construcción de su castillo y, paradójicamente, eso condujo a la ruina de su familia. El kelpie recitó una maldición antes de irse: "sair back and sair banes, drivin' the Laird o' Morphies's stanes. The Laird o' Morphie'll never thrive as lang's the kelpie is alive". Tras eso, su linaje desapareció.

    Había acabado hablando de kelpies por mi propio tren de pensamientos más que otra cosa. Llevaba un rato de clases divagando y, al ver a Kenneth, le pregunté si alguna vez había andado a caballo. Recordaba la casa de una tía anciana de Saili, una señora excéntrica y bastante solitaria, que había enviudado hacía tiempo y su casa seguía absolutamente atestada de... decoraciones de caballos. Fotografías, pinturas, bridas, espuelas, riendas, herraduras, en una variedad infinita, incluso había cabezas de caballos hechas en madera o cerámica. Su amado esposo había sido un miembro destacado de la comunidad, militar y excelente jinete, y la mujer permaneció atada a los recuerdos y la gloria que le inspiraban haber sido la mujer de. Era triste y un poco patético.

    Y su casa daba algo de miedo.

    De ahí llegué a los kelpies, y de ahí alcanzamos nuestro objetivo. Me detuve bajo el umbral de la puerta abierta al notar que había dos personas dentro y vi la mano de Akaisa suspenderse en la espalda de Ilana, aún si no escuché lo que decía. Le di un par de golpes suaves a la madera, anunciando nuestra presencia. Claro que existía la evidente posibilidad de que estuviéramos interrumpiendo, pero eso me traía sin cuidado. Además me hizo gracia conocer a ambas y recordar su escenita en los casilleros.

    —¿Habrá lugar para dos más? —tanteé sin avanzar dentro de la sala, comportándome apropiadamente por mero capricho del momento.
     
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    Zireael

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    Visto desde fuera debía dar la sensación de que me despertaba todas las mañanas deseando mortificar una pobre alma que por azares del destino había resultado ser esta chica dos veces. La verdad no era el caso, no en todas las de la ley quería decir, me comía las películas ajenas sin pedirlo, me hacía algo de gracia la mala suerte de los otros y de vez en cuándo me daba por hacer labores sociales, por pena o la mierda que fuese. No creía que fuese tan importante el motivo.

    La chiquilla era nueva, tenía pinta de ser decente y pues mejor que se ahorrara un fiasco o dos, ¿no? Igual se los ahorraría directamente si no le hablara en código, pero en general las personas parecían disfrutar de llevar la contraria de por sí. Al final del día lo que decidiera hacer con sus juntas era su decisión y pues allá ella. Lo jodido era que no parecía tener la malicia suficiente para ganar algo de panoramas desfavorables en caso de hacer lo que le saliera del coño, pero en fin.

    Mucho hablar de alas ajenas, usarlas de adorno y todo ese asunto, pero las alas propias eran todavía más importantes y en lo abstracto de la conversación, que era unilateral de por sí, la pregunta surgió sin permiso. La solté, posé la mano donde uno imaginaría unas alas independientes de los brazos y percibí tensión en su cuerpo, claro, pero su falta de respuesta dejó claro que tan siquiera estaba pensando.

    Si era capaz de volar por sí misma.

    Había escuchado los golpes en la madera, pero seguí mi camino a la mesa y fue allí cuando giré el cuerpo aprovechando para sentarme y le sonreí a nuestros queridos recién llegados, Murasaki-chan y Thornton. La rubita pareció reconectar cables un poco más lento, su rostro buscó el origen de la voz, pronto dio con la silueta femenina y al reconocerla una sonrisa le alcanzó el rostro, haciendo que la tensión de antes se le desvaneciera.

    —Las personas interesantes siempre son bienvenidas —contesté sin molestarme en dar explicaciones respecto al numerito—. ¿No es así, Rookie?

    —Ah, ¡claro! —dijo luego de haber dado un respingo, me miró y después a los visitantes, uniendo suposiciones—. ¿Se conocen los tres?
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    El impulso de invitar a Morgan a la sala de arte durante el receso no había tenido ninguna motivación concreta, más allá de que me entraron ganas de pasar el rato con ella y, bueno, ya estaba aprendiendo que con ella tenía que intentar ser algo más original de lo normal si quería seguir manteniendo su atención. No había tantas opciones para eso en la academia como podía parecer, así que planeaba ir improvisando hasta que fuera necesario... y rezaría para que mis encantos hicieran la mayor parte del trabajo.

    Me encontré con la chica en nuestro pasillo y de ahí nos dirigimos a la primera planta. Su pregunta sobre si alguna vez había montado a caballo me pilló algo desprevenido y, por encima de todo, me hizo bastante gracia. Le conté que una vez mamá nos llevó a una clase porque lo necesitaba para la investigación de turno y que yo me monté junto al instructor, por lo que el asunto fue relativamente bien, pero después de aquello no lo hicimos nunca más, así que no podía darle una respuesta definitiva. Después de eso, ella empezó a divagar con el tema hasta acabar hablándome de kelpies y yo la escuché con toda mi atención puesta en ella; estaba demasiado acostumbrado ya a estos desvaríos de temas tan concretos por casa y, de todos modos, me gustaba mucho escucharla hablar.

    Una vez alcanzamos nuestro destino, me di cuenta que el lugar ya estaba ocupado por otras dos chicas, por lo que bajé la vista hacia Morgan para comprobar si aquello era algo que le hubiera podido molestar. No discerní nada concreto, para variar, pero supuse que sus acciones podían ser una buena señal y sonreí en dirección a Katrina, justo después de que nos permitiera entrar a la sala. Me adentré manteniendo la cercanía con Morgan, siendo que ella era mi invitada y todo, y dirigí la mirada hacia la rubita cuando esta nos preguntó si nos conocíamos los tres.

    —Pues... en lo que a mí respecta, sí que las conozco a ambas —contesté, sonriendo con suavidad—. Pero a ti no, claro. Kenneth Thornton, encantado~
     
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  10.  
    Gigi Blanche

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    Morgan 2.png

    Akaisa se tomó su sweet time para atender a nuestra presencia y darnos la bienvenida, sentada sobre la mesa. Ilana reparó en nosotros un poco después y preguntó si nos conocíamos cuando ya estaba ingresando al espacio. Supuse que Kenneth se encargaría de responder y aproveché la licencia para pasear los ojos por la sala, desde las obras hasta la disposición de las mismas y los elementos. El tinte de su voz resonó a mi lado y me ensanchó fugazmente la sonrisa. Si no sería encantador.

    Recuerdos, me había dicho Katrina que disfrutaba de pintar. Conforme terminaba de observar los cuadros recordé la mansión de aquella mascarada, lo que había pensado al saber de Maze que esa era la residencia Akaisa, y mis ojos se deslizaron con una cierta diversión silenciosa hacia la chica. No dije nada, sin embargo.

    —Por separado —aclaré, no me detuve a pensar si la respuesta podría entenderse por sí misma y posé mis ojos sobre la rubia, avanzando hasta detenerme frente a ella—. We meet again, love. ¿Te uniste a este club?

    Era el único escenario que tenía sentido en mi mente, aunque me seguía resultando extraño. La pregunta la solté, en definitiva, consciente de su alta probabilidad de fracaso.
     
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    Katrina2.png

    Observé a ambos entrar, mantuve la sonrisa y estuve atenta a las interacciones resultantes, fue Kenneth quien respondió la duda de la chica, solo entonces caí en cuenta de que ninguna sabía el nombre de la otra. La rubia estiró la sonrisa ante la presentación, cualquiera diría que no había estado por caer tiesa hace dos minutos.

    —Ilana Rockefeller. —Se presentó luego de asentir ante aclaración de la morena sobre que nos conocíamos por separado—. Es un placer conocer a un amigo de Morgan y...

    —Katrina —dije por fin, ligeramente divertida, antes de mirar a Thornton—. Pensé que te habías olvidado de mi pobre sala de arte~

    Había que ver, Morgan era la misma con la que había seguido la charla de las mariposas muertas, pero eso ella no lo sabía y me hacía gracia la diferencia en los recibimientos. Parecía genuinamente contenta de volver a coincidir con ella y me pregunté qué clase de intercambio habrían tenido estas dos. Morgan avanzó, se detuvo frente a Rockefeller y la rubita balanceó el almuerzo a un costado de su cuerpo, no reaccionó mal al apelativo ni nada.

    —Me alegra verte —concedió con una sencillez increíble y luego negó con la cabeza—. Llegué al pasillo y la puerta estaba abierta, me dio curiosidad, nada más.

    —Podría decir que caíste en la trampa, pero solo fui al baño y no cerré —admití cruzando las piernas.

    —¿Venían a pasar el receso aquí? ¿No interrumpimos? —preguntó Ilana, miró a Morgan primero, luego a Kenneth.

    —¿Nos estás echando, Rookie? Con lo bonito que está este grupo...
     
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    Morgan, Katrina e Ilana... era irónico que hubiera encontrado más nacionalidades en aquella academia que en todos los viajes que había hecho en mi vida, ya fuese a solas o con mi familia; era todavía más gracioso cuando me paraba a pensar que no me había cruzado con una sola japonesa desde que me había transferido. Bueno, exceptuando a Emily, claro... En fin, que la tontería me hizo algo de gracia y parte de la diversión se me acabó colando en la expresión, especialmente cuando le dediqué una sonrisa a la rubita tras su presentación.

    —Para nada. He pasado algunos recesos aquí, pero nunca te pillaba dentro —comenté en dirección a Katrina, manteniendo la sonrisa ligeramente divertida en todo momento.

    Mientras tanto, Morgan se había acercado para hablar con Ilana, por lo que no tardé en dirigir mi atención hacia ellas después del intercambio con Katrina. Alcé apenas una ceja al notar la cercanía que la morena había autoimpuesto, aunque obviamente no comenté nada al respecto, y al final lo único que hice fue soltar una risa desenfadada cuando Ilana se mostró preocupada por si interrumpía nuestros planes. Bueno, técnicamente éramos nosotros los que habíamos irrumpido en la sala, ¿no?

    >>Solo quería enseñarle a Morgan un poco el sitio y, a lo mejor, dibujar algo también —expliqué, acercándome a la mesita principal para dejar mi bento—. Nada impide que echemos el receso aquí los cuatro, ¿cierto? Sobre todo si ya la mayoría nos conocemos de antes~

    A ver, que tampoco me iba a quejar de tener que almorzar junto a tres señoritas tan bonitas, sinceramente...
     
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    Akaisa decidió pasar de mí, y lo supuse así ya que no me parecía la clase de persona que perdiera de vista las sutilezas de un espacio reducido. Además, no sería la primera vez que me ignoraba, ¿verdad? Volví a mirarla en cuanto ella le habló a Kenneth y, luego, me acerqué a Ilana. Mi sonrisa se ensanchó con cierta suavidad al oírla decir que le alegraba verme, se me antojó honesta y le preocupó estar interrumpiéndonos. ¿No era más bien al revés? La risa del muchacho me alcanzó desde la espalda y medio giré el cuerpo para verlo, siguiendo su movimiento hacia la mesa. Asentí, por confirmar su respuesta más que nada, y tuve una idea relámpago.

    —¿Qué tal si nos dibujan? —propuse sin una gota de vergüenza, alterné la mirada entre Kenneth y Katrina y, luego, derivé en Ilana—. Dos artistas y dos chicas bonitas, qué más queda por hacer, ¿no?

    Si ambos dibujaban la misma escena saltarían con muchísima claridad los estilos de cada uno, y se me ocurrió que podría ser un ejercicio divertido e interesante.
     
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    Zireael

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    Que esta muchacha, que ahora sabía se llamaba Katrina, alegara tan pancha ser una girls girl cuando se metía en mis cosas de la nada era bastante cuestionable y quizás fuese a secas por sus pintas, yo qué sabía, pero no se escuchaba confiable ni nada. Igual debía cuestionarme por qué me incomodaba tanto una chica a la que fácilmente le sacaba media cabeza, pero daba igual, era solo una sensación que olvidaba apenas se alejaba.

    Me había quedado pensando en su pregunta cuando apareció Morgan con el muchacho, Thornton, y eso al menos sacó el foco de la otra de encima de mí. Me hizo algo de gracia haber pensado en ella y que apareciera, pero no lo dije, además en sí me había sentido cómoda durante el receso que conversamos. Eso me ayudó a aflojar el cuerpo, también me olvidé de la pregunta de Katrina, quien hizo un sonido que dio la sensación de que se pensaba la respuesta de Kenneth y luego la escuché reír.

    —Qué lástima no haber coincidido. —Sentí sus ojos encima de nosotras entonces—. Ahora solo espero que el lugar esté a la altura de la invitada~

    La conciencia de haberles frustrado, ni idea, el plan de pasar el receso juntos o lo que fuese me hizo preguntarlo. El club suponía era de Katrina y yo había llegado de la nada, cosa que tampoco hacía por primera vez, pero a lo que iba era que no tenía problema en retirarme si interrumpía algo. Ambos descartaron la posibilidad a su manera y Morgan entonces sugirió lo de dibujarnos.

    Sentí algo de vergüenza, miré a Morgan y luego a Katrina y Kenneth, aunque volví a la morena unos segundos después. Akaisa desde su lugar en la mesa balanceaba una pierna, como un gato que mueve la cola, esperando.

    —Supongo que está bien, aunque seguro es como cuando te toman una foto y no sabes qué hacer con un noventa por cierto del cuerpo —dije al final, soltando una risa por la nariz.

    —A mí me gusta la idea de dibujar chicas bonitas —convino Katrina deslizándose fuera de la mesa, sonó bastante satisfecha—. Seguro que a Kenny también, ¿a qué sí?

    Navegó la sala, pasó cerca de nosotras y nos sonrió antes de seguir su camino hasta uno de los armarios. Lo abrió y se puso a esculcar allí.

    —¿Grafito común y silvestre? ¿Carboncillo? ¿Algún medio seco en específico? Quizás las modelos deberían elegir.
     
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    Amane

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    La propuesta que Morgan soltó tan repentinamente me causó cierta gracia, en especial cuando la escuché justificándolo con el hecho de que era inevitable estando dos artistas y dos chicas bonitas. A ver, mentira no era, claro, ¿pero dónde quedaba la humildad? Ilana comentó algo al respecto, Katrina aceptó la propuesta y yo seguí con la mirada el camino que esta última hizo, en dirección al armario de suministros.

    —La práctica siempre es bienvenida —di como toda respuesta a la pregunta de Katrina, sin intenciones de indagar demasiado en si me gustaba dibujar chicas bonitas o no.

    Me acomodé cerca de la mesa central, siendo que de todas formas ya me había acercado para dejar el bento, y abrí el mismo para así poder llevarme un tomate pequeñito a la boca. Katrina citó varios utensilios disponibles y yo paseé la mirada por nuestras dos acompañantes, antes de sonreír con ligereza en dirección a la primera.

    >>Yo con un par de lápices normales me apaño, la verdad... Pero si las señoritas que van a ser dibujadas tienen alguna preferencia específica para sus retratos, me adapto perfectamente. Eso sí, serán 500 yenes extra por las molestias~
     
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    Gigi Blanche

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    Me había acercado a Ilana mientras Katrina y Kenneth mantenían un breve intercambio, uno que derivó en la mención de "la invitada". El apelativo podía referirse a cualquiera de nosotras dos, suponía. Mantuve la sonrisa al mirar a Akaisa, pestañeé con calma y regresé mi atención a la niña frente a mí.

    —Supongo que es interesante, ¿cierto?

    Mi propuesta llegó a cohibir a Ilana, lo pensé por la forma en que buscó mirarnos a todos, como si pretendiera cimentar su tranquilidad sobre la nuestra. Derivó en mí, y le dediqué una sonrisa que pretendió ser apaciguadora. Solté el aire por la nariz con cierto tinte jocoso ante su comentario.

    —Supongo —convine—. Pero no te preocupes, lass. Puedo ayudarte con eso.

    Tras eso vino la aceptación de los dichosos artistas y seguí vagamente sus movimientos conforme se preparaban. Katrina nos lanzó una serie de opciones como si fuésemos entendidas en el tema, Kenneth se acopló y yo alcé las cejas, escandalizada.

    —¿Quinientos yenes? —reclamé, sin modificar la serenidad de mi tono, y mi mano buscó la de Ilana a tientas—. Dejaré que los artistas decidan, pues los artistas saben. Yo sólo soy una humilde jovencita de preparatoria.

    Había hablado mirándolos, entonces deslicé la vista a Ilana y le sonreí, retrocediendo. Consumí el espacio hasta la mesa central donde Kenneth había apoyado su bento, allí me senté, rodeada por los caballetes, y alcancé los hombros de la chica con suavidad. Modulé las palabras "turn around" en un susurro casi imperceptible, la insté a hacerlo y, apenas tuve su espalda en mi dirección, recogí su cabello con delicadeza. Lo reuní, lo envolví entre mis manos y comencé a acariciarlo, cepillándolo de tanto en tanto. La luz grisácea del exterior se entremezclaba con los tubos fluorescentes y le arrancaba destellos pálidos. Le lancé un vistazo fugaz a los dibujantes.

    I don't care where we've been tonight —canté sin elevar el tono, abstraída en el movimiento de mis manos y la sensación entre mis dedos, y sonreí—. It is of no consequence, my dear. Just stay here, my arms are wide, my love. The rest of the world could disappear...

    Las hebras se deslizaron con sutileza, toqué la cintura femenina y la atraje sólo un par de centímetros en mi dirección. Apoyé la barbilla en su hombro, apenas un roce, paseé la mirada entre Kenneth y Katrina, y completé la estrofa.

    ... and I wouldn't care.

    Cerré los ojos y me quedé allí, profundamente relajada.

    —Hablemos de algo —propuse a todos, abriendo los ojos, y regresé a mi tarea de cepillar su cabello—. ¿Canción favorita? Del momento, histórica, da igual.


    hacía mucho no roleaba borracha, sigue siendo a peak experience. La canción es esta, ya que tamos
     
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    Zireael

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    Tal vez la respuesta a la pregunta de Katrina existiera en la manera que buscaba la comodidad de los demás, en el chispazo de vergüenza y otras cosas, pequeñas, que siempre acababan sucediendo. La búsqueda de algo más que no encontraba y la intención, distante, de algo parecido a la exigencia. Quizás hubiese tenido alas alguna vez, ¿pero qué había pasado con ellas?

    La voz de Morgan me sacó del pequeño espacio de divagación, me relajé a conciencia y oí también las respuestas de Kenneth, que hicieron reír a Katrina desde su lugar en el armario. Escuché que dejó de revolver cosas, en espera de un veredicto final, y me pareció que hacía un sonido afirmativo antes de reírse por los comentarios sobre el dinero.

    —Nuestra humilde jovencita de preparatoria cree que tu tarifa es demasiado, pero es cierto que no trabajamos tan de gratis. Grafito será —comentó al aire antes de cerrar el armario, cargaba consigo una caja de lápices y un par de cuadernos de bocetos.

    No vi qué más hizo, percibí el contacto de la mano de Morgan y la recibí con naturalidad. Seguí sus pasos hacia la mesa, solo estiré el brazo para dejar el bento allí y me giré cuando sus palabras me alcanzaron, quizás pasó por docilidad o confianza sin fundamento, pero no me importó lo suficiente y recordé lo que había dicho el viernes, aquella cosa de que no poseía tanta auto-preservación. Fue un pensamiento demasiado breve como para que le diese importancia, las manos ajenas encontraron mi cabello, lo acariciaron y peinaron de tanto en tanto. Bastó para hacerme parpadear con lentitud.

    Tuve que preguntarme cuándo Katrina había aparecido cerca de la mesa, pues no la vi en el armario, y creí escuchar cómo dejaba las cosas no muy lejos de nosotros. Fue entonces cuando Morgan cantó, no alzó la voz, pensé en las canciones que yo misma había cantado en los últimos días y cerré los ojos simplemente oyéndola. El toque en la cintura, la cercanía y el roce de su barbilla en el hombro. Ni siquiera abrí los párpados cuando sugirió hablar de algo.

    Going to Hell de The Pretty Reckcless, maybe —respondió Katrina pasados unos segundos que de haberla estado mirando me habría dado cuenta de que había mantenido los ojos en Morgan durante su canto.

    I miss the way you wanted me when I was staying just out of your reach —empecé a cantar luego de dudar, fue bajo, y abrí los ojos con cierta pereza—. Begging for the slightest touch, you couldn't get enough.

    Songbirds then —murmuró Akaisa, sonó dicho al aire, y viró su atención a Kenneth inmediatamente después. A la vez la escuché pasar páginas—. Ilumínanos con tus gustos, mira que hasta tenemos cantantes, lo menos que podemos hacer es dibujar... y colaborar con la charla para no aburrir a las modelos.

    —¿Qué canción cantabas? —pregunté hacia Morgan, dejando ir algo de peso en su dirección sin darme cuenta—. La letra me gustó.


    cheers to that actually *saca el alcohol*

    canción en cuestión
     
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  18.  
    Amane

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    El pseudo reclamo que Morgan hizo ante mi oferta me sacó una risa nasal algo floja; la misma acabó transformándose en una sonrisa divertida que se ensanchó todavía más ante la excusa de que ella solo era una humilde jovencita de preparatoria. La clarificación que Katrina aportó después en la conversación solo consiguió que el asunto siguiese haciéndome bastante gracia, pero supe ser un profesional y mantuve la compostura, impostándome una seriedad que casi podía pasar por indiferencia.

    —El arte no es un hobby barato —sentencié, encogiéndome de hombros como si nada.

    De todos modos, la tontería murió ahí, pues Katrina sacó los materiales que yo especifiqué y supuse que esa iba a ser la decisión final. Mientras tanto, Morgan había encontrado su propio entretenimiento con Ilana y yo, que al final del día no dejaba de ser un simple adolescente, no tuve ningún reparo en comerme el espectáculo en primera fila. Lo hice mientras seguía comiendo parte de mi almuerzo, como si no fuera la gran cosa, y no fue hasta que Morgan volvió a hablar que aparté la vista de ellas, sonriéndome con suavidad mientras recogía uno de los cuadernos y un par de lápices.

    >>Estos días he estado escuchando bastante Bad Decisions de Bobi Andonov —contesté, empezando a hacer el boceto inicial sobre el papel—. No os la canto porque no quiero mostraros todos mis talentos de golpe y acabéis enamoradas perdidamente de mí, claro... —justifiqué, con tal seriedad que cualquiera diría que iba totalmente en serio, y mantuve mi vista sobre cuaderno mientras seguía hablando—. Para que no se nos duerman las modelos, a ver... ¿y película favorita?

    y yo paso una horny, qué pasa
     
    Última edición: 15 Septiembre 2024
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    Gigi Blanche

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    Morgan 2.png

    Katrina intervino en el asunto de los honorarios de los artistas conforme encontraba la mano de Ilana y empezaba a guiarla hacia la mesa. Como ella se veía ocupada seleccionando sus materiales, elevé mi voz sin una dirección concreta ni buscando su atención visual. Además, técnicamente, el comentario también le concernía a los demás.

    —No me digan que planean cobrarle a las modelos. —Fabriqué una muy sutil ofensa, aún si en su mayor parte calificaba de indiferencia—. Qué podríamos llegar a tener para ustedes, me pregunto.

    Luego me monté el numerito, dispuse a mi antojo y solté la pregunta hacia todos. Katrina había quedado fuera de nuestro campo visual, pero había notado la atención de Kenneth persistente sobre nosotras y el detalle bastó para satisfacerme. The Pretty Reckless era una banda que sólo conocía de nombre, aún así supuse que le pegaba. Ilana, entonces, empezó a cantar. Una pequeña sonrisa curvó mis labios y no descuidé los movimientos de mis manos, observé la extensión de su cabello y luego le eché un vistazo a Kenneth. Había iniciado su boceto.

    Él también nos compartió una canción, aunque se negó a interpretarla para nosotras y le imposté una pizca de decepción a mi suspiro.

    —Que yo sepa, aún no nos has mostrado ninguno de tus talentos, cariño —repliqué con suavidad, divertida, y me puse a trenzar el cabello de Ilana sin tensarlo casi nada; sólo eran mechones encima de otros. Noté la aproximación de su cuerpo, ligera, y le respondí—. I'm on fire, se llama, de Stateless. La descubrí viendo una miniserie española. What about yours, lass?

    Kenneth entonces nos pidió una película favorita. Ya iba acabando la trenza, mientras pensaba la dejé ir y el cabello regresó lentamente a su posición original hasta cierto punto. Aproveché la cercanía para colar los brazos bajo los de Ilana y simplemente la abracé por la cintura, volviendo a acomodar la barbilla en su hombro. Siquiera me molestaba en reflexionar sobre las posibles inferencias de mis atribuciones, ocupaba los espacios que la gente me cedía y ya. En especial si eran muchachas bonitas.

    Crimson Peak —resolví finalmente, cerrando los ojos un instante y sonriendo.

    No agregué más nada y mantuve aquella posición por un buen rato, hasta que los artistas cesaron su tarea y la campana estaba por sonar. Deslicé la mirada al perfil de Ilana, sonreí y le dejé un beso suave en la mejilla, tomándome un instante para disfrutar la suavidad de su piel.

    Thanks, love —susurré antes de separarme, manteniendo los motivos ambiguos adrede.

    Con el show finalizado también le agradecí a los artistas y, en última instancia, me acerqué a Kenneth para llevármelo de allí. No iban a culparme, ¿verdad? Había hecho todo eso bajo su atenta mirada y el cuerpo aún me cosquilleaba, suponía que no tendría problema de ayudarme con una cosa o dos.


    perdónenme, niñas, ando particularmente liadita con el adulting estos días. Intenté cerrar de alguna forma por feo que quedara, cualquier otro detalle lo podemos hablar por el grupo si les apetece

    morgan siendo exhibicionista y lesbiana lets goooo peak experience
     
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  20.  
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    Bueno, bueno, si no rozaría hasta lo hipócrita todo el asunto, ¿no? Ver a Ilana tan pancha con Morgan casi daba risa, no porque me interesara en verdad, era el contraste. La vi dejarse llevar por ella, se dejó tocar el cabello y entonces la morena cantó. Su voz rebotó en recuerdos que a veces pensaba que no me pertenecían, entre lejanos y demasiado cercanos. Me quedé absorta en ella hasta que terminó, fue cuando contesté y la novata reinició el canto, como un pájaro que le responde a otro, y fue de ahí que se me ocurrió la tontería de los pájaros cantores.

    —¿Privarás a las señoritas del placer de oírte cantar por no enamorarnos a todas? Rude —apañé a lo de Kenneth después de haber soltado la otra estupidez.

    Mientras tanto, habiendo superado las canciones, ya había tomado asiento y estaba boceteando así que separé los ojos del papel en momentos puntuales. La voz de la rubita me alcanzó cuando le contestó a Morgan.

    The One That Got Away de The Civil Wars, me saltó una vez en el aleatorio. Creo es es la única que he oído de ellos.

    La pregunta de Kenneth llegó, Morgan le comenzó a trenzar el cabello a Ilana y centré el dibujo en esa acción que a su manera las involucraba a ambas. Lo soltó después, la trenza medio se deshizo y la chica volvió a recibir a Morgan con naturalidad a pesar de que la cercanía podía verse de otras maneras, solo Dios sabría cómo la estaría interpretando ella. Vi que sus manos acariciaron con delicadeza los brazos ajenos.

    The Neon Demon —contesté a lo de la película, había comenzado un segundo boceto al lado del primero.

    Gone Girl —dijo Ilana entonces.

    Me dio la sensación de que estuvo por rebotar la pregunta hacia Kenneth, pero al final se acopló al silencio de Morgan y siguió acariciando sus brazos con movimientos distraídos. Se me ocurrió con un retraso inmenso, pero supuse que la rubia tomaba lo que se le daba y no sabía si eso era imprudente o astuto viniendo de ella. Se me ocurrió que quizás fuese lo primero, porque cuando recibió el beso en la mejilla algo de color le alcanzó el rostro, pero sonrió al girar el rostro hacia ella cuando ya estaba separándose.

    You're welcome —contestó sin más, luego deslizó la vista a Thornton—. Fue un gusto conocerte.

    —Fue un placer tenerlos por aquí~ —solté cuando noté que Morgan se lo iba a llevar y se me escapó una risa.

    Ilana pareció resetear los sistemas al saberse sola conmigo, tomó el almuerzo que había dejado en la mesa sin probar y trastabilló antes de irse. Cuando volvió su atención a mí un segundo desprendí la hoja del cuaderno, se la extendí y al recibirla parpadeó antes de permitirse una sonrisa muy sutil. Al final se despidió y se llevó el boceto.


    bro this was a trip and i loved it JAJAJ post medio enredado de cierre, pero me voy agradeciendo la experiencia ofcourse <3
     
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