La Sala Común de Slytherin se encuentra tras un muro de piedra, ubicado en las mazmorras del castillo. Para poder entrar los estudiantes de Slytherin deben pronunciar la contraseña en voz alta, lo cual les permite acceder a un pasaje que lleva a la sala común. La habitación se encuentra iluminada por lámparas de techo mágicas de color verde. Hay sillones de cuero negro, sillas y mesas de madera tallada cubiertas con elaborados manteles. Hay una chimenea en la pared opuesta a la entrada, tapices medievales que decoran las paredes, y un tablón de anuncios escolares. Hacia la derecha del lugar el pasillo se divide en dos: hacia la izquierda está la habitación de los chicos y hacia la derecha la de las chicas.
La Sala Común de las serpientes se encontraba vacía; ya todos los estudiantes mayores se habían retirado a descansar. Snape giró sobre sus talones, juntó sus manos con calma y se dirigió a sus cuatro estudiantes. —Bienvenidos a la sala común —dijo con voz suave y tenue—. Aquí encontrarán sus dormitorios, donde descansarán por los próximos siete años escolares. Los pasillos de la derecha llevan a los dormitorios; la habitación de chicos está por el pasillo de la izquierda. Encontrarán todas sus pertenencias personales junto a sus camas. >> Encontrarán también a sus mascotas, excepto en el caso que tengan lechuzas, ya que las lechuzas pasan la noche en la Lechucería, sin excepción. Les advertiré desde este momento; las mascotas no pueden pasearse por su cuenta por el castillo, y ustedes no pueden llevarlas a sus clases. Permitanme agregar que si alguno de ustedes comete la estupidez de llevar su mascota a mi clase me encargaré personalmente de verlo castigado. >> Por último, mañana por la mañana comenzarán las clases, después del desayuno. La profesora McGonagall se encargará de repartir a todos los horarios… ¿preguntas? Alzó una ceja y vio que ninguno de los cuatro parecia capaz de hacerle una pregunta al profesor. Sin decir nada más, el profesor Snape se marchó por donde vino. Contenido oculto @Lucas Diamond @EN Auditore @Alisse Madness ¡Bienvenidos a la Sala Común de Slytherin! Incluiré a continuación la descripción de sus dormitorios: Contenido oculto: dormitorios En la puerta del dormitorio, hay un 1 verde, que significa que es el dormitorio para los de primer año. El dormitorio de los chicos contiene cuatro camas idénticas; cada cama tiene cuatro postes y cortinas de terciopelo rojo oscuro. No hay ventanas en el dormitorio. El equipaje de cada estudiante está junto a su cama.
Wolfgang Zeller El muchacho de cabello castaño claro fue el primero en dar un paso al frente. Dejó escapar un suave silvido, como impresionado por el lugar, admirando cada uno de sus rincones. —Vaya, este lugar no está nada mal… —comentó Wolfgang, encaminándose a los sillones de cuero. Se echó en uno particularmente grande y mullido que había hacia el centro de la sala, de cuerpo entero, subiendo sus pies a la otra punta del sillón para mayor comodidad—. Esperaba algo mucho peor cuando íbamos por las mazmorras… claro, le vendría bien una redecoración, pero creo que puedo acostumbrarme a esto. Miró alrededor, como esperando que alguien más reaccionara, pero al ver que nadie lo hizo se encogió de hombros y soltó un bostezo. —¿Qué sucede? ¿Les comió la lengua el ratón? En cualquier caso, supongo que habrá que ir a dormir; mañana hay que madrugar —se puso de pie de un salto y se encaminó hacia los dormitorios—. Wolfgang Zeller, por cierto. Ese es mi nombre. Y sin mas, se marchó hacia el dormitorio.
Jean Había sido un largo viaje al igual que todo el día, lleno de movimiento y sorpresas, los amigos con los que había "socializado" no estaban ahí, nuevamente solo, y no pensaba abrir la boca de nuevo, y mucho menos si aquella persona hacia un comentario de ese tipo. Slyderin, no me lo esperaba, mi madre había estado en Gryfindor y quería ser como ella, pero las cosas pasan por algo. Tome camino a la habitación después de ser guiados hasta la sala común y me recoste para relajarme un poco.
Regresé a la sala común de Slytherin, la casa a la que había sido adjudicado. Ignorando por completo a los compañeros que había por el lugar, me dirigí a mi habitación para coger un libro y reunirme con Svart. Al verlo, el gato negro saltó en seguida hacia mí, y trepó hasta mi espalda, donde, como acostumbraba a hacer, se quedó colgado, enganchado con sus patas delanteras a mi pelo. Antes me tiraba con sus uñas, y eso dolía; pero ya estaba acostumbrado. Regresé entonces a la sala y me senté en una de las sillas, frente a una mesa vacía. Antes de abrir el libro y comenzar a leer, le dije a Svart, hablando en nuestro idioma natal, el sueco: —Es la primera vez que aprendo algo interesante relacionado con la magia. Pronto sabrás que es. Pero necesitaba entrenar un poco más para eso. Sería divertido. Al fin y al cabo, ¿podía morir un ave creada por magia y que está condenada a volver a ser un objeto? ¿Se transformaría a su estado original dentro del estómago de Svart? Cuando masticase al ave en cuestión, ¿Svart notaría su sabor, o el pájaro seguiría sabiendo a pienso? Eran preguntas cuya respuesta se me hacía muy interesante. Tendría que plantearme practicar en esa sala que tienen en las paredes de Hogwarts... pero, por el momento, leer era todo cuanto quería hacer.
Daniel Brown Al fin en casa... O bueno, lo que fuera esto. Solo deseaba pillar mi cama de una vez por todas y relajarme hasta la hora del duelo, tenía que estar preparado para enfrentarme a Melinda, iba a morder el polvo. —Hum, creo que comenzaré con un Tumpterram. Sí, será la mejor opción —susurré hablando conmigo mismo. De repente me entró algo de miedo. ¿Estaría a la altura de Melinda? Quizás mis conjuros no eran demasiado fuertes, después de todo había pasado gran parte de mi estadía aquí vagueando. —¡Pero qué digo! No hay nada que motive más que la ira... Pienso hacer que muerda el polvo la muy...
